1999, Debate Feminista
una llena . Luz azul a través del filtro de la persiana . Rayas de luz sobre la cobija . El cuerpo de David. Puede que ya sean las cinco de la mañana . O será igual que ayer : sólo las tres o las dos . El tiempo no transcurre parejo . Tal vez levantarse . Ir a la sala, encender la luz, acomodarse en el sillón y agarrar el libro . En cuanto lo abra, me va a dar sueño . Se me van a cerrar los ojos . Se me va a caer la cabeza . Se me va a torcer el cuello . Así ocurrió a las once de la noche . David dijo : "no te hagas, ya te vi : te estás durmiendo . Mejor vámonos a la cama" . Hace calor . El duerme como un oso . No duerme : hiberna . Duerme bocabajo, abandonado a la gravitación . Una caricia sobre el lomo peludo del oso . No se entera de nada . Duerme de un tirón toda la noche sin interrupciones . Los dedos entre la tersa pelambre . La piel un poco húmeda, el ritmo pausado de su respiración. A lo lejos, una sirena . O un maullido . O el llanto de un niño . Algo golpea el muro por afuera, tal vez un cable suelto . El viento zumba por una rendija . Algún imbécil no se ha enterado de que la alarma de su coche lleva media hora sonando . Pasos en el departamento de junto, una puerta se cierra . Algo cae, objetos menudos, arena, sobre el tejado . El agua por la cañería . El refrigerador. El móvil de ónix en la terraza . Un perro aúlla . Otro le contesta con un ladrido seco . El primero replica indeciso . Uno más interviene en la conversación. Se quedan un rato callados . Vuelven a empezar: un ladrido grave, uno profundo, uno agudo, lastimero . Otra vez los tres, pero son los mismos tres inconfundibles, cada uno en su turno . En el fondo, por la parte de atrás, otro más responde con un ladrido a su vez distinto . Cinco o seis cuadras más allá otro más y así hasta los confines