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Principio y fin de todo

CON EL SER O PEOR QUE NADA

Abstract

Nada puede moverse sin que haya un motor que lo mueva; no es posible efecto alguno sin causa que lo produzca; todo ser caduco o "contingente" requiere la previa existencia de otro ser "necesario" que haga posible la aparición de lo contingente en el mundo de la realidad; todo ser imperfecto implica la existencia de alguien o algo que encarne menos imperfección hasta llegar al ser que personalice la suprema perfección; todo ser dirigido o gobernado hacia un fin hace imprescindible la existencia de un director o gobernador… Llamémoslo o no Dios al "motor" (primer motor, que diría Aristóteles), a la "causa primera", al "Ser necesario", a la "suprema perfección" o a la máxima "autoridad" sobre todo cuanto existe… nos veremos obligados a reconocer la simplicísima obviedad de que ese Alguien no puede ser confundido con la nada ni tampoco con la materia inerte; llegaremos así a la menos simple constatación de que nada existiría sin la presencia y acción de Alguien (una Persona) que deberá ser aceptado como Principio y Fin de todas las cosas. ¿Quién es ese Alguien? Es el Zeus de los griegos, el Júpiter de los latinos, el Brahma de los hindúes, el Ra de los egipcios, el Ashur de los asirios, el Odín de los vikingos, el Izanagi del sintoísmo, el Viracocha de los incas, el Ahura Mazda del zoroastrismo, el Kitche Manitou o Gran Espíritu de cheyenes, sioux y otra tribus indias … o el que se reveló como Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el mismo al que los judíos llaman