2013, Anuario De Letras
Se ha dicho más de una vez que la crítica literaria es el arte de resucitar a los muertos y de hacer morir a los vivos. Es ésta una frase evidentemente festiva, pero no exenta, sin embargo, de veracidad, especialmente si la relacionamos con el nombre de Wenceslao Fernández Flórez. La crítica de su tiempo-y aun la de nuestros días-trató de enterrar irremisiblemente a Fernández Flórez, recurriendo para ello a dos procedimientos de gran efectividad: el silencio y la superficialidad. 1 Tanto el primero como el segundo son violentamente ofensivos para con el escritor, pero sirven, al mismo tiempo, para tomar el pulso a la crítica. Para Ortega y Gasset, la crítica debe consistir en "potenciar" la obra juzgada, con un afán afirmativo, para poner en manos del lector, del estudioso, un campo de comprensión más amplio. De acuerdo con ello, el crítico ha de comprender, ante todo, la obra que trata de criticar, es decir, de "potenciar"; o, en caso negativo, debe procurar entenderla, haciendo heroicos esfuerzos si fuera necesario, para bucear en las entrañas de la obra, con objeto de descubrir qué es lo que trata de decir el autor, yendo-de ser posible-más allá, para atar los cabos sueltos y "potenciar" todo lo que la obra sugiera. La crítica, si es objetiva y legítima, debe apuntar, sugerir, ampliar, iluminar; debe, en resumen, completar la obra del artista creador. El crítico no debería nunca zambullirse en un mar de generalidades. Joaquín de Entrambasaguas ha condenado rigurosamente esa "crítica superficial que deriva, según los casos, al elogio desapoderado o el vituperio agresivo, sin razonamientos". 2 Fernández Flórez decía, con razón, que sus obras habían hecho gastar poca tinta a los críticos. 3 Muy pocos se tomaron la * Esta nota es sólo el prolegómeno de un libro en preparación sobre la obra de Fernández Flórez. 1 EUGENIO G. DE NORA, en las páginas que dedica a Fernández Flórez en su estudio sobre La novela española contemporánea (t. u, 1, Madrid, 1962; p. 8), se refiere al "menosprecio" y al "hosco silencio de una parte de la critica responsable".