La Calaíta en la Península Ibérica

C ongreso Internacional 1910-2010. El Yacimiento Emeritense, 2010

anticuario@rah.es Para un historiador, pues no otra cosa somos los prehistoriadores, es más fácil hablar del pasado que hacer predicciones hacia el futuro. Yo soy prehistoriador y como tal me he ocupado en mi vida muchas veces del pasado o sobre temas con él relacionados, como el patrimonio arqueológico.

Flora Montiberica, 2003

The South American grass, Stipa caudata Trin., first noticed in the province of Zaragoza (Spain) in 1995, is here recorded as having firmly esta- blished itself in the ruderalized Steppecountry to the north of the city of Zaragoza.

Orientalística en tiempos de crisis. Actas del VI Congreso Nacional del Centro de Estudios del Próximo Oriente

Las representaciones del "signo de Tanit" en la península ibérica son muy escasas, apenas una docena de ejemplares materializados en soportes con funcionalidad diversa: monedas, sellos de ánforas y joyas. Descartando dos ejemplares que han sido interpretados erróneamente como "signos de Tanit" por sus aparentes similitudes formales, los demás tienen una datación de época tardopúnica, de fines del siglo III o del II a.C. Las siguientes líneas están dedicadas a presentar esta documentación, proponer una adscripción cronológica y funcional y hacer un par de reflexiones, no tanto sobre el culto a Tinnit en la península ibérica como del contexto histórico en el que se documentan estos símbolos y el significado de estas representaciones en sus diversos soportes. Pero primeramente haremos un catálogo de los "signos de Tanit" registrados hasta el momento.

Boletín del Seminario de Estudios de …, 1984

Al igual que en el resto del mundo romano, el capitel compuesto está escasamente representado en la Península Ibérica; su difusión afecta, por otro lado, a los centros más romanizados -Tarragona, Mérida, Itálica, Córdoba, Beja-, lo que no quita para que contemos, al tiempo, con algunos ejem-

Los estudios ceramológicos sobre conjuntos hallados en el centro de Hispania y sus industrias, salvo contados trabajos 1 , apenas ofrecen ejemplos que puedan ilustrar las características de las manufacturas cerámicas, ni su producción o comercio en época romana, reduciéndose frecuentemente a algún testimonio gráfico aportado en las publicaciones de las excavaciones y sus someras observaciones, tampoco especialmente abundantes ni precisas. Para el caso de las producciones bajoimperiales y del inmediato periodo tardoantiguo se han llevado a cabo en los últimos años, estudios que comienzan a arrojar luz sobre distintas producciones Juan Tovar et alii., 2013a. En este trabajo vamos a abordar el estudio de un conjunto de cerámicas grises tardías, sigillatas e imitaciones, procedentes de tres yacimientos madrileños, Loranca en Fuenlabrada, Camino de Santa Juana en Cubas de la Sagra, y Las Berlinchas en Colmenar de Oreja. Todos ellos ofrecen individuos del mayor interés, algunos excepcionales, estudio que nos permite revisar los escasos ejemplos publicados con anterioridad en el centro peninsular, a fin de intentar fijar su naturaleza exacta y empezar a esclarecer, de este modo, los orígenes y propiedades de unas producciones que hasta hoy han sido esquivas a una caracterización que permitiera conocer su naturaleza y cronología. Las producciones de sigillatas tardías cocidas en ambiente reductor, aparecen en los mercados hispanos como un producto de importación, procedente de talleres del sur de la Galia, en un momento no bien determinado de finales del siglo IV o más seguramente de comienzos del siglo V, aunque apenas contamos con cronologías solidas a este respecto. La falta de datas de producción precisas en sus fábricas de origen, a pesar de los amplios trabajos de caracterización de las principales producciones conocidas, han dificultado notablemente su estudio. Sin embargo parece que su presencia en los yacimientos peninsulares debe estimarse en momentos ya muy tempranos, especialmente en las zonas costeras tanto mediterránea como atlántica, desde donde extendería su influencia hacia la Meseta, por lo que la respuesta de los alfares hispanos no debió hacerse esperar, dando lugar a la aparición de unas manufacturas de buena calidad, aunque en ocasiones desigual, destinadas fundamentalmente a un consumo interno, y fabricadas en centros del interior peninsular, cuando todavía estos talleres se encontraban, probablemente, en un buen momento de producción. Aunque estas producciones copian en parte el repertorio formal y decorativo galo, rápidamente adoptan una personalidad propia, pero marcadamente ecléctica, que debería permitir diferenciarlas de aquellos originales. Si bien esta diferenciación no siempre ha sido posible, debido en buena medida a la escasa literatura científica que se ha ocupado de ellas, a la ausencia de grandes conjuntos y también al hecho de que a las producciones de sigillatas galas e hispánicas, acabará sumándose un tercer grupo de productos de naturaleza más común, que imitan sobre todo a las sigillatas de fabricación hispánica, ya fueran de cocción oxidante o reductora, pero que en determinadas zonas podrían llegar a verse más influenciadas por los mismos prototipos galos. Este tercer grupo que hemos denominado CIS (Cerámicas Imitación de Sigillata) Juan Tovar, 2012a y 2012b), está formado en realidad por todas aquellas producciones que, en algún momento avanzado de la primera mitad del siglo V, surgen en distintos puntos de la geografía peninsular como respuesta a la progresiva desaparición, y consecuente enrarecimiento en los mercados, de las diferentes sigillatas que hasta ese momento les estaban abasteciendo y en especial de las producciones hispánicas, tanto anaranjadas como grises, e incluso de otras producciones de origen mediterráneo que llegaban a la península en esas fechas, como la sigillata africana D o la Late Roman C. y que empiezan a escasear en los mercados del occidente mediterráneo a partir de mediados de la quinta centuria (Bonifay et al., 2007: 105-106;). La confluencia de estas tres producciones durante un periodo determinado, unida a la deficiente caracterización de las manufacturas finas hispánicas, provoca en su estudio una gran confusión terminológica y conceptual ya desde los primeros momentos, que se viene prolongando hasta el día de hoy. Así es frecuente encontrar en trabajos de reciente publicación la alusión genérica a DSP's 2 en pleno centro de la Meseta, de manera inapropiada, sin que resulte fácil determinar, a priori, a cuál de estas tres grandes familias de grises, gálicas, hispánicas o CIS corresponden, ya que suele faltar una buena documentación gráfica y una correcta identificación y descripción del material. Y aun hoy se insiste en amalgamarlas tipológicamente (Paz, 2013: 223) A ello se une una importante confusión cronológica, por la escasez de dataciones sólidas de con-artículo secah [ A RT I G O ] 04_octubre_12 artículo // ! 31

En un trabajo muy extenso y publicado de hecho tanto como artículo larguísimo cuanto como libro Núñez 2003 se preguntaba por qué en alguno de nuestros trabajos no habíamos aludido explícitamente a la teoría del reputado especialista Javier De Hoz y que presenta el ibérico como una lengua vehicular -es decir, foránea, advenediza-en el territorio correspondiente a la actual Cataluña o casi en todo lugar fuera de la Contestania, es decir, fuera del territorio aproximadamente comprendido entre los ríos Júcar y Segura. Así Núñez 2003, 184: "De entre los trabajos recientes [...] cabría destacar sin duda el de Xaverio Ballester publicado el 2001 [...] en los Pirineos [...] se habrían hablado una serie de idiomas con grandes similitudes [...] dominando el euskera en la parte occidental [...] y el ibérico en la oriental, de donde [...] habría descendido después a la península; el ibérico sería así, contra lo que se ha solido proclamar, una lengua de origen europeo. La idea de Ballester se opone [...] frontalmente a la hipótesis de de Hoz (que por cierto no critica explícitamente), puesto que [...] niega la noción del ibérico como lengua meramente vehicular fuera de Contestania".

2008

1992

Se ha señalado en repetidas ocasiones la escasa incidencia que los estudios dedicados al capitel romano han tenido en nuestro país, máxime si los comparamos con los realizados en otros lugares, caso por ejemplo de Italia. No hay ninguna duda, por tanto, de que hemos adolecido, cuando menos, de un evidente retraso a la hora de emprender dichos trabajos. Si esto era válido sobre todo hasta los arios 60, no ocurre lo mismo desde los arios 70/80, momento a partir del cual se atisba ya una mayor preocupación por este campo de la arquitectura decorativa, y es en esta línea en la que encuentra justificación el presente trabajo.