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Psicopatología de la AFECTIVIDAD

No existe libertad que no conozca, ni humillación o miedo a los que no me haya doblegado. Por eso sé de amor, por eso no medito el cuerpo que te doy, por eso cuido tanto las cosas que te digo. L. GARCÍA MONTERO, Completamente viernes He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. A. DE SAINT-EXUPÉRY, El principito Como cuerpos hermosos de muertos sin vejez encerrados, con lágrimas, en bellos mausoleos, rosas a la cabeza, jazmines a sus pies, así parece ser que se pasaron los deseos, sin ser cumplidos nunca, sin apenas merecer una noche de goce, ni su claro amanecer. C. P. CAVAFIS, Poesía completa INTRODUCCIÓN En su particular recorrido por el mundo de los afectos o «laberinto sentimental», J. A. Marina (1) comienza del siguiente modo: «A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea». Sin embargo, «¿cómo vamos a desear sentir en abstracto, acríticamente, al por mayor, cuando sabemos que algunos sentimientos son terribles, crueles, perversos o insoportables? Nos morimos de amor, nos morimos de pena, nos morimos de ganas, nos morimos de miedo, nos morimos de aburrimiento y, a pesar de la eficacia letal de los afectos, la anestesia afectiva nos da pavor [...] La realidad bruta nos es inhabitable. Sólo podemos vivir en una realidad