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El quebranto de la cotidianidad

2012

La historia que voy a contar, de la que soy tes­ tigo y ahora hago memoria, comienza el dia de la Candelaria de 1974. El sexenio de Luis Echeve­ rria llegaba a su segunda mitad, y se debatia en­ tonces sobre la denominada “apertura democratica” y acerca del enorme peso de la au­ toridad gubernamental en la vida civil, tan gran­ de que el ambito de lo publico apabullaba los espacios de lo privado. En medio, grupos de la llamada guerrilla urbana daban algunas notas periodisticas para discutir o espantarse —bus­ cando parecernos a la Italia de las Brigadas Rojas antes del caso Aldo Moro, tal vez por esa suerte de conjuro contra el sentimiento de inferioridad al sentirse dentro de las “corrientes del mun­ do”—, lo mismo que se tenian noticias menos ex­ plicables que recordaban, aunque fuera en penumbras, que habia fronteras politicas que no se podian rebasar sin que las costumbres puniti­ vas no escritas del Estado mexicano entraran a cumplir su fatal juego: crimen y castigo en los sota...