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Este es un nuevo ensayo subido a la página, debido a que el anterior estaba incompleto, por descuido mío. Les pido perdón a quienes bajaron y leyeron el anterior. El ensayo intenta presentar a Jesús, como predicador, no solo como paradigma homilético--lejos de eso--, sino en su entorno social y cultural: definición, estilo, audiencia, métodos y formas y contenido.
Invertir intensa y dedicadamente en unos pocos produce el fruto que más perdura y que más se sostiene a lo largo del tiempo. ¿Qué características tenía el modelo discipulador de Jesús? Contestar esta pregunta nos obliga a revisar el ministerio del Señor y las maneras cómo se relacionó con sus discípulos y las personas que lo seguían. Cierto día estaba Jesús en la sinagoga de Nazaret. No era la primera vez que se encontraba en allí. Nazaret era el lugar donde se había criado. Como judío piadoso, además, seguro que cada sábado participaba de la liturgia de la sinagoga. En Lucas 4.16 se afirma que esta era su costumbre. Jesús era un varón de unos treinta años y el tiempo para iniciar su ministerio público había llegado. Cuando le dieron el libro del profeta Isaías, él se puso en pie y leyó la siguiente porción: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor. Isaías 61.1 2 No tendría nada de especial este acontecimiento si no fuera que, al terminar la lectura, Jesús señaló: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes». A partir de ese momento, el texto de Isaías se transformó en la agenda ministerial de Jesús. No quedaba mucho tiempo y era necesario desarrollar una estrategia que permitiera concretar una obra de tal magnitud. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? Valga notar que Jesús no siguió el modelo de GEO empresarial, acumulación de poder, espiritualidad superficial y liderazgo paranoico tan común entre nosotros en
Cuando la gente me pregunta qué soy o qué creo, les digo que soy cristiano. Cuando piden una explicación más amplia, les digo que soy evangélico. En algunas partes de la República Mexicana (como en el estado de Chiapas en el cual más de 40% de la población es evangélico), todo el mundo sabe qué es un evangélico. En otras partes, hay pocos evangélicos y, por lo tanto, menos conocimiento acerca de lo que creemos. A veces la gente me dice lo que piensa acerca de lo que es un evangélico. A menudo se mencionan distorsiones como: "Ustedes no creen en la Virgen" o trivialidades como: "Ustedes son los que no fuman". Algunos nos confunden con las sectas, confusión que el Concilio Ecuménico Vaticano II cuidadosamente evita.
¡Nunca habló hombre alguno así!, 2019
El presente artículo comprende una breve descripción de los elementos que forman parte la predicación y la enseñanza de Jesús, el autor viaja en el tiempo y toma nota de algunos detalles desde Jesús como persona hasta la forma en que se dirige a los oyentes, para al final recomendar los posibles caminos para recuperar la expectativa, el asombro, la belleza y la efectividad de la palabra en la predicación.
Estudios Bíblicos 68 (2010) 313-340, 2010
La imagen de Jesús como mediador, que en algunos textos cristianos se relaciona con su muerte (1 Tm 2,5; Hb 8,6; 9,15; 12,24), aparece también en el Evangelio de Marcos como clave de toda su actuación. Sin embargo, a diferencia de esos otros textos, Marcos no recurre a un esquema religioso para definir esta imagen de Jesús, sino al modelo social ampliamente difundido de las relaciones de patronazgo que le permiten describirlo como el intermediario entre Dios y su pueblo. Su condición de Hijo de Dios y su actuación como dispensador de los beneficios divinos, le identifican como el intermediario a través del cual Dios se relaciona con su pueblo.
Agustín el maestro es esencialmente aquel que enseña de forma que el discípulo tiene imediata conciencia de lo que le es enseñado, porque el verdadero aprendizaje se da cuando internamente se aprehende lo que le ha sido enseñado. Is me autem aliquid docet, qui vel oculis, vel ulli corporis sensui, vel ipsi etiam menti praebet ea quae cognoscere volo. Verbis igitur nisi verba non discimus, imo sonitum strepitumque verborum: nam si ea quae signa non sunt, verba esse non possunt, quamvis iam auditum verbum, nescio tamen verbum esse, doñee quid significet sciam. Rebus ergo cognitis verborum quoque cognitio perficitur; verbis vero auditis, nec verba discuntur. Non enim ea verba quae novimus, discimus; aut quae non novimus, didi-cisse nos possumus confiteri, nisi eorum significatione percepta, quae non auditione vocum emissarum, sed rerum significatarum cognitione contingit. Verissima quippe ratio est et verissime dicitur, cum verba proferuntur. aut scire nos quid significent, aut nescire: si scimus, com-memorari potius quam discere; si autem nescimus nec commemorari qui-dem, sed fortasse ad quaerendum admoneri 2 .
La predicación de Jesús es un tema fundamental para entender la misión de los apóstoles en el primer siglo, un análisis de la naturaleza de la predicación en la vida de Jesús brinda una mejor percepción del método homilético en su ministerio.
The Nation" "El Evangelio según Jesucristo" responde al deseo de un hombre y de un escritor de excavar hasta las raíces de la propia civilización, en el misterio de su tradición, para extraer las preguntas esenciales. "¿Quién es este nuestro Dios, primero hebraico y ahora cristiano, que quiere la sangre, la muerte, para que sea restablecido el equilibrio de un mundo que sólo de sus leyes se nutre?" "El Evangelio" de José Saramago es todo así, trágicamente problemático, y sería absurdo condenarlo con leyes que no sean sus propias leyes, literarias, poéticas y filosóficas. Aquí no se niega lo divino, la religiosidad latente en el corazón de cada hombre: lo que se hace es interrogarlo, cuestionarlo, acusarlo. Apasionadamente, religiosamente. Como Milton, situado en el lado del perdedor, que es siempre, no lo olvidemos, un ángel caído. LUCIANA STEGAGNO PICCHIO BIOGRAFIA José Saramago (Azinhaga, 1922) es uno de los novelistas portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. En España, a partir de la primera publicación de "El año de la muerte de Ricardo Reis", en 1985, su trabajo literario merece la mejor acogida de los lectores y de la crítica. Gran parte de su obra está traducida al español y al catalán. Además del presente volumen, tercero de la Biblioteca José Saramago, que se inició con "El año de la muerte de Ricardo Reis", otros títulos importantes son "Manual de pintura y caligrafía, Casi un objeto, Alzado del suelo, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, Memorial del convento, Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres". Alfaguara ha publicado también el libro de viajes "Viaje a Portugal" y el diario "Cuadernos de Lanzarote". Desde 1993, José Saramago vive en Lanzarote, España. "A Pilar" "Puesto que ya muchos han intentado escribir la historia de lo sucedido entre nosotros, según que nos ha sido transmitido por los que, desde el principio, fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de informarme exactamente de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente, óptimo Teófilo, para que conozcas la firmeza de la doctrina que has recibido". LUCAS, 1, 1-4 "Quod scripsi, scripsi". El sol muestra en uno de los ángulos superiores del rectángulo,el que está a la izquierda de quien mira, representando el astro rey una cabeza de hombre de la que surgen rayos de aguda luz y sinuosas llamaradas, como una rosa de los vientos indecisa sobre la dirección de los lugares hacia los que quiere apuntar, y esa cabeza tiene un rostro que llora, crispado en un dolor que no cesa, lanzando por la boca abierta un grito que no podemos oír, pues ninguna de estas cosas es real, lo que tenemos ante nosotros es papel y tinta, nada más. Bajo el sol vemos un hombre desnudo atado a un tronco de árbol, ceñidos los flancos por un paño que le cubre las partes llamadas pudendas o vergonzosas, y los pies los tiene asentados en lo que queda de una rama lateral cortada. Sin embargo, y para mayor firmeza, para que no se deslicen de ese soporte natural, dos clavos los mantienen, profundamente clavados. Por la expresión del rostro, que es de inspirado sufrimiento, y por la dirección de la mirada, erguida hacia lo alto, debe de ser el Buen Ladrón. El pelo, ensortijado, es otro indicio que no engaña, sabiendo como sabemos que los ángeles y los arcángeles así lo llevan, y el criminal arrepentido está, por lo ya visto, camino de ascender al mundo de las celestiales creaturas. No será posible averiguar si ese tronco es aún un árbol, solamente adaptado, por mutilación selectiva, a instrumento de suplicio, pero que sigue alimentándose de la tierra por las raíces, puesto que toda la parte inferior de ese árbol está tapada por un hombre de larga barba, vestido con ricas, holgadas y abundantes ropas, que, aunque ha levantado la cabeza, no es al cielo adonde mira. Esta postura solemne, este triste semblante, sólo pueden ser los de José de Arimatea, dado que Simón de Cirene, sin duda otra hipótesis posible, tras el trabajo al que le habían forzado, ayudando al condenado en el transporte del patíbulo, conforme al protocolo de estas ejecuciones, volvió a su vida normal, mucho más preocupado por las consecuencias que el retraso tendría para un negocio que había aplazado que con las mortales aflicciones del infeliz a quien iban a crucificar. No obstante, este José de Arimatea es aquel bondadoso y acaudalado personaje que ofreció la ayuda de una tumba suya para que en ella fuera depositado aquel cuerpo principal, pero esta generosidad no va a servirle de mucho a la hora de las canonizaciones, ni siquiera de las beatificaciones, pues nada envuelve su cabeza, salvo el turbante con el que todos los días sale a la calle, a diferencia de esta mujer que aquí vemos en un plano próximo, de cabello suelto sobre la espalda curva y doblada, pero tocada con la gloria suprema de una aureola, en su caso recortada como si fuera un bordado doméstico. Sin duda la mujer arrodillada se llama María, pues de antemano sabíamos que todas cuantas aquí vinieron a juntarse llevan ese nombre, aunque una de ellas, por ser además Magdalena, se distingue onomásticamente de las otras, aunque cualquier observador, por poco conocedor que sea de los hechos elementales de la vida, jurará, a primera vista, que la mencionada Magdalena es precisamente ésa, pues sólo una persona como ella, de disoluto pasado, se habría atrevido a presentarse en esta hora trágica con un escote tan abierto, y un corpiño tan ajustado que hace subir y realzar la redondez de los senos, razón por la que, inevitablemente, en este momento atrae y retiene las miradas ávidas de los hombres que pasan, con gran daño de las almas, así arrastradas a la perdición por el infame cuerpo. Es, con todo, de compungida tristeza su expresión, y el abandono del cuerpo no expresa sino el dolor de un alma, ciertamente oculta en carnes tentadoras, pero que es nuestro deber tener en cuenta, hablamos del alma, claro, que esta mujer podría estar enteramente desnuda, si en tal disposición hubieran decidido representarla, y aun así deberíamos mostrarle respeto y homenaje. María Magdalena, si ella es, ampara, y parece que va a besar, con un gesto de compasión intraducible en palabras, la mano de otra mujer, ésta sí, caída en tierra, como desamparada de fuerzas o herida de muerte. Su nombre es también María, segunda en el orden de presentación, pero, sin duda, primerísima en importancia, si algo significa el lugar central que ocupa en la región inferior de la composición. Fuera del rostro lacrimoso y de las manos desfallecidas, nada se alcanza a ver de su cuerpo, cubierto por los pliegues múltiples del manto y de la túnica, ceñida a la cintura por un cordón cuya aspereza se adivina. Es de más edad que la otra María, y es ésta una buena razón, probablemente, aunque no la única, para que su aureola tenga un dibujo más complejo, así, al menos, se hallaría autorizado a pensar quien no disponiendo de informaciones precisas acerca de las precedencias, patentes y jerarquías en vigor en este mundo, se viera obligado a formular una opinión. No obstante, y teniendo en cuenta el grado de divulgación, operada por artes mayores y menores, de estas iconografías, sólo un habitante de otro planeta, suponiendo que en él no se hubiera repetido alguna vez, o incluso estrenado, este drama, sólo ese ser, en verdad inimaginable, ignoraría que la afligida mujer es la viuda de un carpintero llamado José y madre de numerosos hijos e hijas, aunque sólo uno de ellos, por imperativos del destino o de quien lo gobierna, haya llegado a prosperar, en vida de manera mediocre, rotundamente después de la muerte. Reclinada sobre su lado izquierdo, María, madre de Jesús, ese mismo a quien acabamos de aludir, apoya el antebrazo en el muslo de otra mujer, también arrodillada, también María de nombre, y en definitiva, pese a que no podamos ver ni imaginar su escote, tal vez la verdadera Magdalena. Al igual que la primera de esta trinidad de mujeres, muestra la larga cabellera suelta, caída por la espalda, pero estos cabellos tienen todo el aire de ser rubios, si no fue pura casualidad la diferencia de trazo, más leve en este caso y dejando espacios vacíos entre los mechones, cosa que, obviamente, sirvió al grabador para aclarar el tono general de la cabellera representada. No pretendemos afirmar, con tales razones, que María Magdalena hubiese sido, de hecho, rubia, sólo estamos conformándonos a la corriente de opinión mayoritaria que insiste en ver en las rubias, tanto en las de natura como en las de tinte, los más eficaces instrumentos de pecado y perdición. Habiendo sido María Magdalena, como es de todos sabido, tan pecadora mujer, perdida como las que más lo fueron, tendría también que ser rubia para no desmentir las convicciones, para bien y para mal adquiridas, de la mitad del género humano. No es, sin embargo, porque parezca esta tercera María, en comparación con la otra, más clara de tez y tono de cabello, por lo que insinuamos y proponemos, contra las aplastantes evidencias de un escote profundo y de un pecho que se exhibe, que ésta sea la Magdalena. Otra prueba, ésta fortísima, robustece y afirma la identificación, es que la dicha mujer, aunque un poco amparando, con distraída mano, a la extenuada madre de Jesús, levanta, sí, hacia lo alto la mirada, y esa mirada, que es de auténtico y arrebatado amor, asciende con tal fuerza que parece llevar consigo al cuerpo todo, todo su ser carnal, como una irradiante aureola capaz de hacer palidecer el halo que ya rodea su cabeza y reduce pensamientos y emociones. Sólo una mujer que hubiese amado tanto como imaginamos que María Magdalena amó, podría mirar de esa manera, con lo que, en definitiva, queda probado que es ésta, sólo ésta y ninguna otra, excluida pues la que a su lado se encuentra, María cuarta, de pie, medio alzadas las manos, en piadosa demostración, pero de mirada vaga, haciendo compañía, en este lado del grabado, a un hombre joven, poco más que adolescente,...
Etapa 5: Formulación de la idea homilética 97 Conceptosnu evos 101 Definiciones 101 E" .. jercicios 101 5. El poder del propósito 107 Etapa 6: Determinació n del propósito del sermón 108 Conceptosnu evos 112 Defmiciones 112 6. Formas que adoptan los sermones 115 Etapa 7: Elección del método para lograr el propósito 116 Etapa 8: Bosquejo del sermón 128 Conceptosnu evos 133 Definiciones 133 7. Déles vida a los huesos secos 137 Etapa 9: Desarrollo del bosquejo 137 Conceptosnu evos 158 Definiciones 158 8. Comience de un golpe y termine de una vez 161 Etapa 10: Preparación de la introducción y la conclusión 161 Conceptosnu evos 176 Definiciones 176
Estudio Agustiniano, 2021
El presente artículo expone las bases de un futuro estudio que analiza cómo el narrador caracteriza a Jesús en sus “notas” y cómo éstas ayudan a comprender adecuadamente la identidad de Jesús y sirven de guía para el lector en la lectura del relato. Para ello se ofrece una breve exposición de la historia de la investigación que se ha ocupado de los comentarios del narrador y se presenta, recurriendo a la teoría de la Polifonía y a la lingüística moderna, una metodología que permite definir e identificar los comentarios del narrador como notas dirigidas directamente al lector. El artículo se finaliza con un ejemplo de cómo estasnotas ayudan a la caracterización de Jesús a lo largo del relato.
Rasgos de la misión de Jesús en el evangelio de san Juan, 2023
La misión en el IV Evangelio es un tema recurrente, abordado en numerosos trabajos; sin embargo, de todos modos, es siempre un tema apasionante que bien merece una presentación personal para seguir profundizando en esta inagotable fuente de vida. La misión parte de Dios Padre enviando a su Hijo al mundo y desde acá abajo nos muestra y abre el camino de regreso al mismo Padre. El envío misionero para sus discípulos será una continuación de este camino que han experimentado y aprendido del mismo Jesús.
Un curso útil para conectar el evangelismo al discipulado de los creyentes.
Papías, hacia el 130, lo identifica como el ayudante de Pedro, su "intérprete". 1 Dice que reprodujo ciertos relatos sobre Jesús, "sin ningún orden". También el prólogo antimarcionita y Clemente de Alejandría, 2 todos ellos del siglo II, atribuyen el segundo evangelio a Marcos.
Kenosis, 2014
(Colombia) y candidato a magíster en Teología de la misma universidad. En los últimos años se ha desempeñado
Resumen: La tarea evangelizadora compromete a todo cristiano por designio divino. Esta responsabilidad exige a todos buscar continuamente caminos que faciliten dicha tarea y la hagan más eficaz. Cualquier acto de comunicación, desde una homilía, hasta una charla entre amigos en la que surge el tema religioso, es una oportunidad para la cual necesitamos estar mejor preparados; y, esta preparación no gira solo entorno al contenido del mensaje que pretendemos comunicar, sino también y, especialmente, en torno a la forma de comunicarlo. Por ello, es necesario formarnos para comunicar mejor, utilizando todos los recursos a nuestro alcance, incluidos aquellos que provienen de la ciencia y de la cultura no religiosa.
Estudio Agustiniano 55 pp.5-28, 2020
RESUMEN: El evangelio de Juan realiza una relectura original de Judas Iscariote. En este trabajo se compara la caracterización joánica del hombre “que entregó” a Jesús con la de los Sinópticos. De esta forma, podemos descubrir y estudiar la especificidad de la puesta en escena de Judas en el cuarto evangelio. La originalidad del relato joánico radica tanto en la forma de presentar a Judas (enunciación) como en los rasgos teológicos que lo definen. Por último, se presentará la hipótesis de que el “Judas del cuarto evangelio” refleja a grupos judeocristianos distintos de los grupos joánicos o escindidos de ellos.
2022
En el presente estudio analizamos las peculiaridades oratorias del antioqueno Juan Crisóstomo (ca. 344-407), notando previamente cuáles fueron los rasgos novedosos de la predicación cristiana antigua, su esencia y su finalidad, para posteriormente desplegar las principales cualidades de la predicación del Crisóstomo, acompañado con una selección de pasajes dentro de su ingente obra.
A lo largo de toda la historia de la iglesia cristiana, el evangelio de Juan ha jugado un papel preponderante en el desarrollo del dogma y la tradición de miles de personas.
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