En 1993, Meserak Ramsey, una mujer etíope que en la actualidad trabaja como enfermera en Californ... more En 1993, Meserak Ramsey, una mujer etíope que en la actualidad trabaja como enfermera en California, fue a visitar a una amiga. Una vez allí observó que la hija de esta, de solo diecio-cho meses de edad, estaba acurrucada en un rincón sufriendo mucho. Ramsey se horrorizó al averiguar la razón: la hija de su amiga acababa de sufrir una clitoridectomía o circuncisión femenina, que consiste en la mutilación quirúrgica del clítoris. Esta operación dolorosa la lle-van a cabo las comadronas, los curanderos tribales, o los médicos, muchas veces sin aneste-sia, en Nigeria, Togo, Somalia, Egipto y 36 países más de África y de Oriente Medio. De acuerdo con las tradiciones patriarcales de estos países, los maridos exigen que sus mujeres sean vírgenes cuando lleguen al matrimonio, y que les sean fieles con posteriori-dad. El propósito de la mutilación genital es eliminar las sensaciones sexuales, disminu-yendo así las posibilidades de que las mujeres violen la moralidad sexual vigente. En dicho proceso las mujeres mutiladas se convierten en más deseables para los hombres. En uno de cada cinco casos, se lleva a cabo un procedimiento más radical al que se conoce como infi-bulación y que consiste en la mutilación de todo el aparato genital externo para coser lue-go las superficies dejando solo un pequeño orificio para orinar. En estos casos, al llegar al matrimonio el marido puede reabrir la herida y asegurarse así la virginidad de su esposa. En todo el mundo millones de mujeres han sufrido la mutilación genital. Existe un ries-go importante de morir como consecuencia de esta intervención. Las feministas de Occi-dente han luchado contra esta práctica durante varias décadas. Sin embargo, algunas feministas de los países en los que se practica reconocen que forma parte de las tradiciones culturales y que conlleva un significado ritual importante. La identidad y la vida de una mujer pueden ser destruidas si no se somete a esta práctica. Por tanto, es difícil erradicarla. Aunque las Naciones Unidas ha llevado a cabo campañas en su contra, logrando prohibir-la en quince de los veintiocho países donde existía, la práctica continúa. Está fuertemente arraigada en algunas culturas. Desde el punto de vista médico, las consecuencias de la mutilación sexual femenina van mucho más allá que la simple perdida del placer sexual. El dolor es intenso y persiste por largo tiempo, así como el peligro de infección, de infertilidad, e incluso de muerte. La pro-Capítulo 21 Salud y sanidad El hombre utiliza su enfermedad al menos tanto como es utilizado por ella. Aldous HUXLEY: Collected Essays Qué bien estaría si no fuera por toda esa gente que grita que estoy enfermo. André GIDE: Pretexts CAPI021-4ed.qxd:CAPI020.qxd 3/4/11 17:51 Página 615
En 1993, Meserak Ramsey, una mujer etíope que en la actualidad trabaja como enfermera en Californ... more En 1993, Meserak Ramsey, una mujer etíope que en la actualidad trabaja como enfermera en California, fue a visitar a una amiga. Una vez allí observó que la hija de esta, de solo diecio-cho meses de edad, estaba acurrucada en un rincón sufriendo mucho. Ramsey se horrorizó al averiguar la razón: la hija de su amiga acababa de sufrir una clitoridectomía o circuncisión femenina, que consiste en la mutilación quirúrgica del clítoris. Esta operación dolorosa la lle-van a cabo las comadronas, los curanderos tribales, o los médicos, muchas veces sin aneste-sia, en Nigeria, Togo, Somalia, Egipto y 36 países más de África y de Oriente Medio. De acuerdo con las tradiciones patriarcales de estos países, los maridos exigen que sus mujeres sean vírgenes cuando lleguen al matrimonio, y que les sean fieles con posteriori-dad. El propósito de la mutilación genital es eliminar las sensaciones sexuales, disminu-yendo así las posibilidades de que las mujeres violen la moralidad sexual vigente. En dicho proceso las mujeres mutiladas se convierten en más deseables para los hombres. En uno de cada cinco casos, se lleva a cabo un procedimiento más radical al que se conoce como infi-bulación y que consiste en la mutilación de todo el aparato genital externo para coser lue-go las superficies dejando solo un pequeño orificio para orinar. En estos casos, al llegar al matrimonio el marido puede reabrir la herida y asegurarse así la virginidad de su esposa. En todo el mundo millones de mujeres han sufrido la mutilación genital. Existe un ries-go importante de morir como consecuencia de esta intervención. Las feministas de Occi-dente han luchado contra esta práctica durante varias décadas. Sin embargo, algunas feministas de los países en los que se practica reconocen que forma parte de las tradiciones culturales y que conlleva un significado ritual importante. La identidad y la vida de una mujer pueden ser destruidas si no se somete a esta práctica. Por tanto, es difícil erradicarla. Aunque las Naciones Unidas ha llevado a cabo campañas en su contra, logrando prohibir-la en quince de los veintiocho países donde existía, la práctica continúa. Está fuertemente arraigada en algunas culturas. Desde el punto de vista médico, las consecuencias de la mutilación sexual femenina van mucho más allá que la simple perdida del placer sexual. El dolor es intenso y persiste por largo tiempo, así como el peligro de infección, de infertilidad, e incluso de muerte. La pro-Capítulo 21 Salud y sanidad El hombre utiliza su enfermedad al menos tanto como es utilizado por ella. Aldous HUXLEY: Collected Essays Qué bien estaría si no fuera por toda esa gente que grita que estoy enfermo. André GIDE: Pretexts CAPI021-4ed.qxd:CAPI020.qxd 3/4/11 17:51 Página 615
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