Hugo Salas
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Papers by Hugo Salas
Desde luego, la pregunta por lo elegante es de más antiguo cuño. No obstante, de lo que aquí se trata, en principio, es del momento en que esa pregunta deja de referirse exclusivamente a un valor innato o natural y pasa a referirse a un conjunto de prácticas – o, para ser más exactos, de modalidades de prácticas – susceptible de ser incorporado por personas que lo desconocen (de allí su relación con la movilidad social). A esto debe sumarse que no se trata de “sujetos”, en general, sino de sujetos específicamente femeninos. ¿Qué es una mujer elegante?
El presente trabajo rastrea la historia de esa pregunta como síntoma en tres artefactos de la cultura rioplatense. Si la pregunta ¿Qué es (ser) una mujer elegante? tiene sentido es porque se intuye en ella una respuesta a la pregunta por qué sea (ser) una mujer, un dominio específico sometido a su arbitrio. En la constitución de la elegancia como esfera de incumbencia femenina, las mujeres encuentran un agujero que les permite ser jueces de algo en la sociedad, les permite ser sujetos (y dejar al hombre no solo al margen sino además sometido a sus dictados). Lo que está en juego en la pregunta que nos guía, entonces, es el devenir-mujer en la cultura argentina: sus alcances, posibilidades y restricciones.
Más adelante puntualiza: “En Olivari, tanto como en Tuñón, el margen es tiempo presente. Así representado se diferencia, por antirromántico y antinostálgico, de la visión carrieguista del suburbio”. El “tanto como en Tuñón” de la cita no debe pasarse por alto, es a él a quien Sarlo consagra la mayor parte de su análisis. De hecho, las tres páginas que dedica a Olivari comienza con dos frases que explicitan su protocolo de lectura: “Voy a considerar otro caso significativo. Olivari, por ejemplo”. Acto seguido, algunos poemas de La musa de la mala pata (1926) son llamados a dar ese ejemplo, el de una marginalidad sustentada sobre el espacio de lo propio, lo determinado y la presencia. Lo que me propongo a continuación es sugerir, a partir del libro inmediatamente siguiente de Olivari, El gato escaldado (1929), la dificultad de leer en este poeta tal noción de marginalidad. Que la misma sea pertinente o no en el caso de Tuñón, o que tal construcción convenga a cualquier discurso de la marginalidad, queda en discusión.
Drafts by Hugo Salas
El propósito del presente artículo es contrastar estos textos con la concepción de literatura explícitamente desarrollada por el semiótico italiano. Más allá de sus singularidades como autor para niños, se intentará identificar en el corpus una concepción de la literatura infantil como forma específica y distinta de la literatura “a secas”. Por otra parte, en la medida en que sus aproximaciones teóricas al discurso literario otorgan un lugar cada vez más prominente al tipo de receptor que cada texto construye dentro de sí –lo que denomina “lector modelo”–, resulta lícito preguntarse qué modelo de niño funda el lector modelo de estos textos, qué representaciones de infancia suponen.
Tampoco es difícil advertir en ambos poemas –y en la producción de Campos en general, como estilema que la distingue de la de Caeiro, Reis y Pessoa– un uso sistemático de la repetición (que bien cabe, desde luego, vincular a la estética de las vanguardias de principios de siglo). El modesto propósito de la presente monografía es el de relevar las formas procedimentales específicas que la reiteración adquiere en estos dos textos con el fin de distinguir sus especificidades rítmicas y, ulteriormente, efectos de sentido. Se parte de la hipótesis de que la diferencia de tono entre estas dos fases de Campos no se debe únicamente a cambios en la temática y el contenido semántico, sino también a modificaciones sutiles en lo procedimental (lo suficientemente sutiles como para que no disolver, desde luego, la identidad poética y autoral de Campos, como parte constitutiva del drama em gente planteado por la obra general de Pessoa).
Desde luego, la pregunta por lo elegante es de más antiguo cuño. No obstante, de lo que aquí se trata, en principio, es del momento en que esa pregunta deja de referirse exclusivamente a un valor innato o natural y pasa a referirse a un conjunto de prácticas – o, para ser más exactos, de modalidades de prácticas – susceptible de ser incorporado por personas que lo desconocen (de allí su relación con la movilidad social). A esto debe sumarse que no se trata de “sujetos”, en general, sino de sujetos específicamente femeninos. ¿Qué es una mujer elegante?
El presente trabajo rastrea la historia de esa pregunta como síntoma en tres artefactos de la cultura rioplatense. Si la pregunta ¿Qué es (ser) una mujer elegante? tiene sentido es porque se intuye en ella una respuesta a la pregunta por qué sea (ser) una mujer, un dominio específico sometido a su arbitrio. En la constitución de la elegancia como esfera de incumbencia femenina, las mujeres encuentran un agujero que les permite ser jueces de algo en la sociedad, les permite ser sujetos (y dejar al hombre no solo al margen sino además sometido a sus dictados). Lo que está en juego en la pregunta que nos guía, entonces, es el devenir-mujer en la cultura argentina: sus alcances, posibilidades y restricciones.
Más adelante puntualiza: “En Olivari, tanto como en Tuñón, el margen es tiempo presente. Así representado se diferencia, por antirromántico y antinostálgico, de la visión carrieguista del suburbio”. El “tanto como en Tuñón” de la cita no debe pasarse por alto, es a él a quien Sarlo consagra la mayor parte de su análisis. De hecho, las tres páginas que dedica a Olivari comienza con dos frases que explicitan su protocolo de lectura: “Voy a considerar otro caso significativo. Olivari, por ejemplo”. Acto seguido, algunos poemas de La musa de la mala pata (1926) son llamados a dar ese ejemplo, el de una marginalidad sustentada sobre el espacio de lo propio, lo determinado y la presencia. Lo que me propongo a continuación es sugerir, a partir del libro inmediatamente siguiente de Olivari, El gato escaldado (1929), la dificultad de leer en este poeta tal noción de marginalidad. Que la misma sea pertinente o no en el caso de Tuñón, o que tal construcción convenga a cualquier discurso de la marginalidad, queda en discusión.
El propósito del presente artículo es contrastar estos textos con la concepción de literatura explícitamente desarrollada por el semiótico italiano. Más allá de sus singularidades como autor para niños, se intentará identificar en el corpus una concepción de la literatura infantil como forma específica y distinta de la literatura “a secas”. Por otra parte, en la medida en que sus aproximaciones teóricas al discurso literario otorgan un lugar cada vez más prominente al tipo de receptor que cada texto construye dentro de sí –lo que denomina “lector modelo”–, resulta lícito preguntarse qué modelo de niño funda el lector modelo de estos textos, qué representaciones de infancia suponen.
Tampoco es difícil advertir en ambos poemas –y en la producción de Campos en general, como estilema que la distingue de la de Caeiro, Reis y Pessoa– un uso sistemático de la repetición (que bien cabe, desde luego, vincular a la estética de las vanguardias de principios de siglo). El modesto propósito de la presente monografía es el de relevar las formas procedimentales específicas que la reiteración adquiere en estos dos textos con el fin de distinguir sus especificidades rítmicas y, ulteriormente, efectos de sentido. Se parte de la hipótesis de que la diferencia de tono entre estas dos fases de Campos no se debe únicamente a cambios en la temática y el contenido semántico, sino también a modificaciones sutiles en lo procedimental (lo suficientemente sutiles como para que no disolver, desde luego, la identidad poética y autoral de Campos, como parte constitutiva del drama em gente planteado por la obra general de Pessoa).