Papers by Juan Sisinio Pérez-Garzón
Investigaciones históricas/Investigaciones históricas, Mar 21, 2024
En esta aportación de homenaje a Elena Maza y Pablo García Colmenares se parte de la tesis de que... more En esta aportación de homenaje a Elena Maza y Pablo García Colmenares se parte de la tesis de que las investigaciones desarrolladas por ambos convergen en idéntica propuesta metodológica sobre las relaciones de género y las formas, ideas y experiencias socioculturales como procesos históricos atravesados por las relaciones de poder, de dominación y subordinación. Por eso en estas páginas se recuerda el valor de un intelectual catalogable como pionero y decisivo varón profeminista y antisexista. Se examinan a este respecto los argumentos y propuestas planteados en la obra que Adolfo González Posada publicó en España en 1899 con un rotundo título: Feminismo

La mirada del historiador: un viaje por la obra de Santos Julià / ed. Taurus, Madrid, 2011, ISBN 978-84-306-0832-4, págs. 259-274, 2011
En este capítulo se analizan las aportaciones del prof. Santos Julià a la historia de Madrid. La ... more En este capítulo se analizan las aportaciones del prof. Santos Julià a la historia de Madrid. La capital de España comenzó siendo un desastre tras la guerra de la independencia pero la fisonomía de la ciudad comenzó a cambiar desde
la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.

La mirada del historiador un viaje por la obra de Santos Julià, ed. Taurus, 2011, pp. 259-274, 2011
En este capítulo se analizan las aportaciones del prof. Santos Julià a la historia de Madrid. La ... more En este capítulo se analizan las aportaciones del prof. Santos Julià a la historia de Madrid. La capital de España comenzó siendo un desastre tras la guerra de la independencia pero la fisonomía de la ciudad comenzó a cambiar desde
la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.
Vínculos de Historia, 2024
Análisis del estudio del prof. Jorge Vilches y comentarios historiográficos sobre sus tesis.
Vínculos de Historia núm. 13 año 2024, 2024
Análisis del estudio de A. Lilti sobre la Ilustración y sus posteriores usos histórico-políticos.

Historiografia nacionalismo español, 2024
Bajo el influjo de la Historia de España de Modesto Lafuente se escribieron las sucesivas generac... more Bajo el influjo de la Historia de España de Modesto Lafuente se escribieron las sucesivas generaciones de manuales de historia que empaparon las conciencias de los españoles hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. Para entender tan influyente obra será necesario saber cómo se fraguó la disciplina de “historia” a mediados del siglo XIX, y cómo el concepto de España que Lafuente expuso venía requerido por una sociedad liberal que, al estar construyendo la soberanía de un Estado-nación, necesitaba de un horizonte común de patriotismo como meta de sus esfuerzos. Por eso, su Historia de España deparó a Lafuente un lugar definitivo en nuestra cultura; quizá un clásico, que mantiene hoy su fuerza no por su método ni por sus informaciones o análisis, sino como el mejor referente historiográfico de lo que fue el nacionalismo español. En efecto, aquella España –la del ciudadano liberal de los siglos XIX y XX- encontró en él su relator.
Artículo de acceso abierto distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internac... more Artículo de acceso abierto distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional (CC-BY 4.0) / Open access article under a Creative Commons Attribution 4.0 International License (CC-BY 4.0). Resumen: En esta aportación de homenaje a Elena Maza y Pablo García Colmenares se parte de la tesis de que las investigaciones desarrolladas por ambos convergen en idéntica propuesta metodológica sobre las relaciones de género y las formas, ideas y experiencias socioculturales como procesos históricos atravesados por las relaciones de poder, de dominación y subordinación. Por eso en estas páginas se recuerda el valor de un intelectual catalogable como pionero y decisivo varón profeminista y antisexista. Se examinan a este respecto los argumentos y propuestas planteados en la obra que Adolfo González Posada publicó en España en 1899 con un rotundo título: Feminismo.
Artículo de acceso abierto distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internac... more Artículo de acceso abierto distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional (CC-BY 4.0) / Open access article under a Creative Commons Attribution 4.0 International License (CC-BY 4.0). Resumen: En esta aportación de homenaje a Elena Maza y Pablo García Colmenares se parte de la tesis de que las investigaciones desarrolladas por ambos convergen en idéntica propuesta metodológica sobre las relaciones de género y las formas, ideas y experiencias socioculturales como procesos históricos atravesados por las relaciones de poder, de dominación y subordinación. Por eso en estas páginas se recuerda el valor de un intelectual catalogable como pionero y decisivo varón profeminista y antisexista. Se examinan a este respecto los argumentos y propuestas planteados en la obra que Adolfo González Posada publicó en España en 1899 con un rotundo título: Feminismo.
Con-Ciencia Social, nº 20 (2016), pp. 127-133, 2016
La polémica entre historiadores sobre los significados políticos y sociales de la Segunda Repúbli... more La polémica entre historiadores sobre los significados políticos y sociales de la Segunda República española y también sobre la Guerra civil no es nueva, tiene una larga y amplia trayectoria. Sin embargo, recientemente se ha planteado en términos de revisionismo histórico. En este artículo se plantea hasta qué punto la palabra revisionismo implica una descalificación política, fruto de un debate ideológico que rebasa los contenidos científicos de las diferentes investigaciones. Se analizan las paradojas historiográficas producidas entre revisionistas y antirrevisionistas y sus connotaciones políticas en el presente. Se defiende como tesis central la necesidad de replantear la idea del revisionismo como una fórmula metodológica, propia de todo saber científico.
La polémica entre historiadores sobre los significados políticos y sociales de la Segunda Repúbli... more La polémica entre historiadores sobre los significados políticos y sociales de la Segunda República española y también sobre la Guerra civil no es nueva, tiene una larga y amplia trayectoria. Sin embargo, recientemente se ha planteado en términos de revisionismo histórico. En este artículo se plantea hasta qué punto la palabra revisionismo implica una descalificación política, fruto de un debate ideológico que rebasa los contenidos científicos de las diferentes investigaciones. Se analizan las paradojas historiográficas producidas entre revisionistas y antirrevisionistas y sus connotaciones políticas en el presente. Se defiende como tesis central la necesidad de replantear la idea del revisionismo como una fórmula metodológica, propia de todo saber científico.
Científicas (CEH) :1 lmmanuel WALLENSTEll'I, «Ni patriotismo ni cosmopolitismo», en Martha C. Nus... more Científicas (CEH) :1 lmmanuel WALLENSTEll'I, «Ni patriotismo ni cosmopolitismo», en Martha C. Nuss-BALi\l,Op. cit., p. 15l.
Científicas (CEH) :1 lmmanuel WALLENSTEll'I, «Ni patriotismo ni cosmopolitismo», en Martha C. Nus... more Científicas (CEH) :1 lmmanuel WALLENSTEll'I, «Ni patriotismo ni cosmopolitismo», en Martha C. Nuss-BALi\l,Op. cit., p. 15l.

Gerónimo de Uztáriz, num. 17/18, pp. 11-24, 2002
La historia como profesión y ciencia social tiene el primer cometido de ordenar y explicar los he... more La historia como profesión y ciencia social tiene el primer cometido de ordenar y explicar los hechos y las personas del pasado, un proceso intelectual en el que se introduce la coherencia para dar luz al caos y a la ingente y deslizante realidad de siglos que nos pesan sobre nuestras espaldas. El primer poder del historiador, por tanto, consiste en el de otorgar coherencia al pasado, seleccionando, singularizando hechos y
personas. Es el poder de nombrar, y con el hecho de dar nombre situamos las cosas y las personas en las líneas que se entrecruzan en nuestras identidades.En todo discurso histórico existe una relación entre nosotros y los otros, entre nuestro grupo cultural, social, nacional o religioso, y el de los otros . Por tanto, la historia, como praxis de investigación y docencia, tiene que salir de los ámbitos y lindes nacionales y nacionalistas para reconstruirse como saber crítico de personas cuya ciudadanía les reclama el conocimiento de una memoria libremente construida sobre una pluralidad de identidades, referida tanto a nuestro propio pasado estatal como a nuestro presente planetario .
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la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.
la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.
personas. Es el poder de nombrar, y con el hecho de dar nombre situamos las cosas y las personas en las líneas que se entrecruzan en nuestras identidades.En todo discurso histórico existe una relación entre nosotros y los otros, entre nuestro grupo cultural, social, nacional o religioso, y el de los otros . Por tanto, la historia, como praxis de investigación y docencia, tiene que salir de los ámbitos y lindes nacionales y nacionalistas para reconstruirse como saber crítico de personas cuya ciudadanía les reclama el conocimiento de una memoria libremente construida sobre una pluralidad de identidades, referida tanto a nuestro propio pasado estatal como a nuestro presente planetario .
la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.
la década de 1840, cuando, ya terminada la primera guerra civil carlista (1833-1839) e implantada la revolución liberal, Madrid tomó un aire alegre en el que sobraba público para la ópera y para los toros. Hubo pasión de riqueza y fiebre de lujo entre la antigua aristocracia, a la que se había sumado la «nueva grandeza del comercio y del préstamo», casi todos compradores de fincas desamortizadas. Desapareció la hegemonía de frailes y rancios aristócratas para dar paso a nuevas clases medias, dispuestas a medrar socialmente, que llenaron los clubes y la redacción de los periódicos, impulsaron el Ateneo, el Liceo y el Casino del Príncipe, y con ellas también se mezclaron nobles con pretensiones literarias. Fueron los románticos del Madrid liberal, en el que los abogados y los periodistas se hicieron omnipresentes en la esfera pública, porque la prensa sirvió de trampolín para el éxito social y literario, y también para el liderazgo político vieja clase dominante había pasado por la revolución liberal . Por otra parte, el protagonismo
del pueblo madrileño en las luchas políticas dieron paso a funciones auténticas de capital del Estado. Desde 1834, el pueblo madrileño organizado como Milicia Nacional para defender la soberanía del pueblo contra el absolutismo, desarrolló hasta 1873 un peso totalmente inédito en la vida política española. Los milicianos eran pequeños y medianos propietarios, artesanos, empleados, funcionarios, cesantes, trabajadores y jornaleros.
personas. Es el poder de nombrar, y con el hecho de dar nombre situamos las cosas y las personas en las líneas que se entrecruzan en nuestras identidades.En todo discurso histórico existe una relación entre nosotros y los otros, entre nuestro grupo cultural, social, nacional o religioso, y el de los otros . Por tanto, la historia, como praxis de investigación y docencia, tiene que salir de los ámbitos y lindes nacionales y nacionalistas para reconstruirse como saber crítico de personas cuya ciudadanía les reclama el conocimiento de una memoria libremente construida sobre una pluralidad de identidades, referida tanto a nuestro propio pasado estatal como a nuestro presente planetario .
papel desempeña cada individuo en la historia. Y la biografía de Pablo
Correa, precisamente por desconocida, ofrece, gracias a la rigurosa y
ágil investigación de Eduardo Higueras, un repertorio de consideraciones
de extraordinaria inteligencia. Se analizan los 46 años de vida de Pablo Correa que transcurrieron justo entre la revolución liberal contra los poderes feudales del Antiguo Régimen y el despegue de una revolución democrática impulsada desde las clases desfavorecidas que, declaradas libres, sin embargo, no alcanzaban la igualdad proclamada. No hay época histórica que sea ni anodina ni adormecida, pero sí que hay momentos de singulares energías sociales como fueron las desplegadas entre 1842 y 1888, las fechas de nacimiento y muerte de nuestro protagonista. Justo para este período. Eduardo Higueras aporta datos novedosos y de necesario énfasis sobre tres cuestiones no siempre bien atendidas en los análisis de nuestro pasado. La primera, la intensa y desconocida vida política que se desarrolla
en territorios como la provincia de Cuenca, aparentemente alejados de los
poderes estatales, que suelen ser los que monopolizan las páginas de las
historias escritas, con sus correspondientes individuos de mayor renombre.
En segundo lugar, el entramado de conflictos sociales del que emergió el
republicanismo español cuyos programas e ideales fueron mucho más allá
del simple dilema de una Jefatura del Estado por herencia o por elección.
Y, en tercer lugar, el significado del nacimiento y evolución de la prensa
como cuarto poder en las sociedades liberales.
la vez, el oficio de historiador se encuentra afectado por nuevos condicionantes. Las exigencias profesionales tradicionales se han visto reforzadas por el deber de la excelencia científica y universitaria, y son simultáneas a crecientes reclamos difusión y conmemoración histórica y a un renovado interés de la sociedad por su pasado y por su memoria colectiva.
que pretende la verdad comparten una misma materia: el pasado. Es algo obvio, los referentes de cada memoria se amasan necesariamente con los hechos del pasado y la historia, por su parte, se define como la ciencia social que versa sobre el pasado humano.
Además, en la vida cotidiana mezclamos y solapamos los contenidos y afanes de las memorias con la realidad de la historia, y a la inversa. Incluso cada día las solapamos con más frecuencia, porque la sociedad de la información combina de modo permanente y contradictorio el objetivo de verdad de la historia, por un lado, y el objetivo de veracidad y fidelidad de la memoria, por otro. Por eso conviene establecer con claridad las diferencias
entre las memorias y la historia, porque responden a usos sociales del pasado muy diferentes en formas, contenidos y propósitos.
de organizar una democracia formal, burguesa, una herramienta que sirviese de tránsito para alcanzar la auténtica democracia del pueblo, la que se expresaba como dictadura del proletariado, esa fase considerada necesaria para avanzar hacia el socialismo e impedir, en
consecuencia, un retroceso histórico?
Son preguntas de investigación pertinentes para ajustar y matizar contenidos que conciernen a la historiografía sobre la transición a la democracia en España. Cabrían otras preguntas sobre el porqué, el cómo y el cuándo se cambió de propuesta y se optó por el Estado democrático y social de derecho que, con todos sus defectos, hoy se considera incuestionable, aunque evidentemente mejorable. Esta serie de preguntas ya rebasaría los límites de estas páginas. Baste ahora plantear esas primeras interrogantes, básicas, a nuestro entender, aunque no sean cómodas de rescatar.