
Sebastian Alexis Ghelerman
I've been walking through several fields in my research journey about human culture and behavior. I got my first degree in Social Anthropology though my earliest inclinations were towards Astronomy and Physics which allowed me to enter the IT Industry to make a living for the last 15 years.
My first postgraduate study was in Analytical Psychology under C.G. Jung perspective which I used in my contemporary religion studies.
My interest in these subjects took me to explore and compare current religious and mystical cosmovisions with more ancient ones such as astrology and medieval alchemy while using Complexity and Systems theories as a theoretical framework.
I am currently studying my Master degree in Cognitive Psychology and Learning in the Latinamerican Faculty of Social Sciences (FLACSO).
Amongst my research fields and as a professor, musician and theatre practitioner I use different gaming tools for improve decision-making processes within organizations and enhance motivation for learning and conceptual change.
I've been exploring these tools while diving into political and activism groups as a facilitator of participatory decision-making processes in both face-to-face conversations and using new technologies to boost more transparent and participative democracies and leaderships.
Nowadays I work in Argentina's Public Administration leading projects that promote digital and cultural transformation by reusing tools, knowledge and shared experiences in technical teams.
For that purpose I give Agile Methodologies workshops, facilitate teams and organize unconference events together with other colleagues such as Comunidad Digital AR to build a community of practice within the Public Administration.
I also work as a professor in private institutes.
Last but not least, I am father of Atenea and I have been learning from her since she was in her mother´s belly, Nicole.
My first postgraduate study was in Analytical Psychology under C.G. Jung perspective which I used in my contemporary religion studies.
My interest in these subjects took me to explore and compare current religious and mystical cosmovisions with more ancient ones such as astrology and medieval alchemy while using Complexity and Systems theories as a theoretical framework.
I am currently studying my Master degree in Cognitive Psychology and Learning in the Latinamerican Faculty of Social Sciences (FLACSO).
Amongst my research fields and as a professor, musician and theatre practitioner I use different gaming tools for improve decision-making processes within organizations and enhance motivation for learning and conceptual change.
I've been exploring these tools while diving into political and activism groups as a facilitator of participatory decision-making processes in both face-to-face conversations and using new technologies to boost more transparent and participative democracies and leaderships.
Nowadays I work in Argentina's Public Administration leading projects that promote digital and cultural transformation by reusing tools, knowledge and shared experiences in technical teams.
For that purpose I give Agile Methodologies workshops, facilitate teams and organize unconference events together with other colleagues such as Comunidad Digital AR to build a community of practice within the Public Administration.
I also work as a professor in private institutes.
Last but not least, I am father of Atenea and I have been learning from her since she was in her mother´s belly, Nicole.
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Conferences by Sebastian Alexis Ghelerman
Entre las distintas regiones, Salvador de Bahía tiene una particularidad que la diferencia del resto de las ciudades del norte de Brasil. En 1549 el General portugués Tomé de Souza desembarcó en las costas de lo que luego se denominó Salvador y allí se estableció la primer capital de la colonia portuguesa del Brasil. Allí el comercio de esclavos provenientes de África encontró un próspero lugar para desarrollarse hasta que la esclavitud fue abolida en 1888. Es por esto que el 80% de la población de Salvador y alrededores es descendiente de africanos que alguna vez fueron arrancados de su tierra natal durante la expansión mercantilista durante la conquista del continente americano. Como un joven bahíense me comentó, “aquí es donde todo comenzó” luego de indicar que mi forma de presentarme no coincidía con sus expectativas según su concepción de los argentinos.
La problemática de la identidad, y sobre todo la identidad negra es un tema muy delicado en Salvador. La reivindicación de las raíces africanas y los enfrentamientos con el Estado brasileño son moneda corriente en las discusiones sobre activismo político y social. Algunos de los conflictos latentes están relacionados a las prácticas religiosas de quienes adscriben al Candomblé como forma de reafirmar y actualizar la identidad africana. Esta religión surge durante el siglo XIX en una mezcla de prácticas traídas de la etnia Yoruba y la adaptación local para sobrevivir al choque cultural con el Catolicismo dominante de la colonia europea. Según algunos residentes, las rivalidades con el Estado se vinculan a los prejuicios que se tienen sobre las prácticas del Candomblé y cómo las elites locales prefieren que se mantengan al margen por miedo a que se difundan por otras regiones. Del otro lado, el turismo cultural promueve el “exotismo” de la negritud y atrae a decenas de miles de turistas durante todo el año que quieren conocer las calles coloniales de la ciudad histórica de Pelourinho, participar en las manifestaciones de música popular, visitar las incontables iglesias con su multiplicidad de símbolos rituales o presenciar ceremonias de Candomblé. Definitivamente las contradicciones sobre lo exótico y diferente están muy presentes en la vida cotidiana de esta ciudad, sin contar los conflictos por la pobreza y las reivindicaciones indígenas presentes en toda Latinoamérica.
El ciberespacio también contiene las mismas contradicciones como ámbito de intercambio. Y esto no se reduce al caso de Salvador sino que en todas partes del globo internet ha expandido el universo de interacciones entre las personas. Sin embargo, este mismo espacio invisibiliza ciertos actores sociales que no tienen el acceso económico a los recursos tecnológicos o las competencias necesarias para utilizarlos. Esto es lo que se denomina brecha digital.
Para que el universo del ciberespacio sea realmente un extensión de las relaciones sociales in situ es preciso que la brecha digital disminuya, de lo contrario se trata de un lugar que está sesgado por aquellos que sólo pueden intercambiar y utilizar ese medio. A pesar de esto, el entorno digital tiene un elemento que lo vuelve más permeable a trascender sus propias barreras dado que su característica principal consiste en tener una alta variabilidad y casi instantaneidad en el intercambio de información. Si fuera posible llevar estas características a las relaciones humanas fuera del ciberespacio, probablemente el intercambio de información en tiempo real generaría nuevos significados y vínculos entre las personas, ayudando a superar las barreras sociales que generalmente están asociadas el prejuicio y la falta de información comúnmente identificada como “ignorancia”.
Y no estamos tan lejos de que esto ocurra. Iniciativas como los talleres de mucho-con-poco me condujeron a conocer distintos emprendimientos sociales, tanto promovidos por el Estado brasileño como por personas que decidieron vencer el miedo a lo diferente y el prejuicio para aventurarse a utilizar las nuevas tecnologías de comunicación y extenderse más allá de las barreras sociales. El intercambio con otros pares me condujo a reformular innumerables veces mis objetivos. Así logré comprender que no todos los problemas se resuelven con las mismas herramientas. Es preciso hacer las preguntas adecuadas para que las soluciones sean realmente útiles y que las respuestas sean válidas para los contextos en el que las problemáticas son formuladas.
A pesar de la brecha digital y la limitación del pleno acceso para una democracia en red, el ciberespacio y las redes sociales son aquellas que realmente pueden ayudar a trascender los prejuicios que conducen a la discriminación y polarizan los grupos humanos no solamente a nivel socioeconómico sino también cultural. ¿Y de qué manera?. La construcción de redes con diferentes características pero que persigan el mismo objetivo de mejorar las relaciones humanas trabajando en conjunto en tiempo real, cimientan las bases para que los prejuicios basados en la falta de información ya no sean un limitante. Donde el miedo a lo diferente paraliza las relaciones cara a cara con aquello que no consideramos como igual a nosotros y nos aísla, las nuevas tecnologías ayudan a informar y disminuir el choque cultural de forma gradual. Pero no podemos quedarnos en el simple idealismo sino que esos puentes deben ser creados física y digitalmente para que luego la información circule en todas direcciones, creando nuevas conexiones, relaciones y cooperaciones. De esta manera no sólo se trasciende el miedo a lo diferente sino también es posible aunar la brecha digital por medio de la toma de consciencia tanto en el ámbito privado como en lo público que terminará por conducir a mejores políticas de acceso para todos los sectores sociales, sabiendo que aún en la diversidad cultural estamos viajando en el mismo barco.
Papers by Sebastian Alexis Ghelerman
Desde la segunda venida de la realidad virtual en la presente década, pasando por la internet de las cosas(ya están hablando de las nanocosas!), la cadena de bloques o blockchain, los autos autónomos (sí, ya llegamos a ese nivel de redundancia) o el algoritmo de recomendaciones de netflix y el pokemon go, nunca tantos inventos en la cronología de la ciencia y la tecnología han sido tan avasallantes en los últimos siglos de la historia global.
Es como si hubiera ocurrido un salto de la experiencia humana en el uso de la tecnología desde que se inventó la luz eléctrica o el descubrimiento de las ondas de radio y cómo manipularlas para transmitir mensajes a distancia hasta el momento de construcción de máquinas de cómputo basadas en el álgebra booleana. Fueron estas últimas las que luego sustentaron empíricamente a las teorías de la información y de los sistemas junto con la consolidación de la cibernética. Varias de ellas hoy en día forman parte del marco teórico de el análisis de datos, big data, tanto como el de las redes sociales.
¿Y qué tiene que ver con la magia todo esto?. Dos cosas. En primer lugar, todo uso de tecnología en el pasado estuvo relacionado a un tipo de saber oculto que otorgaba un halo de poder a quiénes sabían dominar algún misterioso lenguaje de la naturaleza. Curander@s, alquimistas, inventor@s, todos ellos de alguna manera intentaban utilizar sus conocimientos, herramientas y técnicas que los separaban del común de la sociedad.
Hoy en día no cambiaron tanto las cosas; si no pregúntenle a los programadores. Ellos actualmente dominan el lenguaje de las máquinas y hasta que el conocimiento relacionado a este campo no esté completamente socializado, pertenecer a una comunidad por el sólo hecho de saber algo que se utiliza mucho y pocos dominan su uso, seguirá siendo un riesgo para los muchos. Pero no son los únicos. Los médicos comparten el lenguaje clínico, los abogados el jurídico, etc. Y todos ellos ejercen el poder de alguna u otra manera a través de la práctica de su profesión. La manera más habitual es a través del lenguaje. Los programadores dominan el lenguaje de los lenguajes que hablan las máquinas, los médicos el de los diagnósticos y tratamientos, los abogados el de las leyes con las cuales todo el sistema socioeconómico está sostenido, y así podemos encontrar otros ejemplos. Esto nos lleva a algo más interesante: la tecnología y la magia están relacionadas no sólo por la capacidad de producir efectos nuevos o actualizar mecanismos o procesos donde ya existían, sino que además está vinculada al ejercicio del poder por parte de quienes detentan ese saber y cómo lo aplican en las distintas áreas del conocimiento a través de un lenguaje compartido y exclusivo.
Si a esto le sumamos la cualidad carismática de las personas que ejercen este poder, tenemos una mezcla interesante entre un rockstar, un chamán y un tecnólogo. Y qué mejor escenario que los creados por emprendimientos que a través de la publicidad y las nuevas tecnologías despliegan y expanden la fascinación que causan estos personajes. Tenemos el conocimiento oculto (o por lo menos ignorado por muchos), el magnetismo personal (cosas extrañas si las hay) y el medio para que todo esto ocurra rodeado de símbolos que activan nuestro sistema límbico emocional, o en palabras de Daniel Kahneman, la manera en que procesamos las cosas a través del Sistema I. En la misma línea aunque un siglo atrás, Levy-Bruhl quizás predijo cómo a través de una participation mystique podemos experimentar un concierto de música hasta un ciclo de conferencias de una forma similar a los mismísimos misterios eleusinos que hacían entrar en éxtasis a cientos de personas.
Utilicemos etiquetas. A este tipo de experiencias les voy a llamar del tipo “catedral”, apropiándome del concepto que encontré en este ensayo de Eric Raymond. Acá la verticalidad es dominante (si no vean cuan arriba está ubicado´Oscar El Gruñon´en la imagen anterior). El flujo de la información va de arriba-hacia-abajo y tal como lo evoca la imagen acústica <catedral>, el ejercicio del poder está asociado al uso de ciertos lenguajes y símbolos que refuerzan el dominio de una institución sobre las personas en tanto monopolio del conocimiento. Esta clase de expresiones no son exclusivas del campo religioso o científico. Podemos encontrarlas en la educación moderna del siglo XX y algunas formas académicas de las universidades medievales. Incluso, hoy en día también se manifiestan en las conferencias y congresos de todas las vertientes temáticas. Y también encontramos críticas al respecto. Vean el video acá abajo y nos encontramos luego. https://youtu.be/_ZBKX-6Gz6A
Una deconstrucción simbólica de la magia de las mega-conferencias
Volvamos a la propuesta de Raymond. El otro modelo de producción e intercambio de conocimiento que propone es el del Bazar o el mercado. No, no estoy hablando de un liberalismo económico. Tampoco estoy diciendo que la Catedral sea una analogía del poder del Estado. Aunque no voy a negar que las relaciones son tentadoras. Al apropiarme de este esquema estoy hablando exclusivamente de la producción e intercambio de conocimiento y de cómo el modelo de la catedral es bien distinto al del bazar. En este último también hay magia en forma de tecnología. No olvidemos que en el contexto del bazar o el suq (ambas palabras árabes) podemos encontrar a típicos estafadores, ilusionistas, los inventores (artifex) con sus máquinas, el teatro, las marionetas y tantas otras atracciones que lo transforman en un lugar de interacción único. La diferencia más importante: la producción e intercambio de conocimiento es más horizontal haciendo que las ofertas sean distintas en su forma y contenido.
Las mega-conferencias, las clases magistrales o las keynotes son la continuación del modelo de la catedral de antaño. Y aún siguen en plena vigencia. No olvidemos que a mayor capacidad técnica, mayor habilidad de crear ilusiones que logren hacernos identificar y resonar con grandes marcas, equipos de fútbol y hasta proyectos políticos. La magia de la tecnología, personificada en los oradores junto con el marketing y la publicidad, apelan a lo más primitivo del comportamiento humano para hacernos identificar y convertirnos en buenos consumidores, en este caso, consumidores de conocimiento institucionalmente validado.
Así como la catedral se continúa hasta llegar al presente, el bazar también tiene sus exponentes en el arte de producción de conocimiento. Iniciativas como Art Of Hosting a través de las dinámicas de Espacio Abierto intentan lograr un mercado de ideas en el que todos aquellos que quieran compartir inquietudes y realizar propuestas de distintos colores y sabores puedan compartir e intercambiar en un contexto de mayor equidad. No obstante, como todo sistema, al conocer sus reglas podemos hacernos de éstas y manipularlo para nuestros propios fines catedráticos. Para evitar esto es necesario mantener ciertos principios que acompañen a una tecnología social como tal, porque en última instancia, como toda techné, depende de la integridad de quienes la utilizan. No importa si mago o científico, hoy en día ambos pueden continuar eligiendo hacer público su conocimiento desde un púlpito o bien ser parte de un intercambio colectivo, quizás no entre iguales (las desigualdades siguen existiendo), pero sí entre pares con distintos saberes e iguales inquietudes y valores.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la técnica entendida como procedimientos, lenguajes y condiciones sociales que involucran una racionalidad y burocracia de las instituciones modernas aumentó su área de influencia en la vida humana luego de que la lógica cibernética de los sistemas de control se incorporara como parte de un conjunto de enunciados, que sintetizados conformaron lo que se denominó Teoría de Sistemas. Las cuatro formulaciones más significativas de este corpus teórico fueron: 1)la cibernética propuesta por Norbert Wiener hacia 1942, 2)La teoría general de sistemas difundida por Ludwig Bertalanffy entre 1950 y 1970, 3) La teoría de las estructuras disipativas o sistemas alejados del equilibrio promovida por Ilya Prigogine a principios de la década de 1960, continuada por otros pensadores como H. von Foerster, Gordon Pask y 4) la difundida autopoiesis de Maturana.
Cuatro décadas antes que estos pensadores, y del otro lado del mundo, entre 1912 y 1917 Alexander Bogdanov publicó el tratado Tektología o la “ciencia de las estructuras” cuya intención era describir y generalizar los principios de organización de todas las estructuras vivientes y no vivientes. El objetivo del filósofo soviético era formular una ciencia universal de la organización al definirla como la “totalidad de conexiones entre elementos sistémicos”.
Tanto la teoría general de sistemas, la cibernética o la ciencia de las estructuras engloban, entre otros, conceptos tales como totalidad, retroalimentación, sistemas en o alejados del equilibrio, entropía, patrones, emergentes que se complementan entre sí para describir modelos científicos de una manera determinista. A esto le podemos sumar los aportes de la teoría de redes, cuyos fundamentos se originan en la teoría de grafos creada por el matemático suizo Leonhard Euler hacia 1736, siendo el grafo la unidad mínima en la que una red puede ser representada. Luego restará reemplazar los nodos por actores, y los vínculos por relaciones para que los grafos lograran representar las redes sociales. En suma, estas corrientes de pensamiento interdisciplinario, tal como enunció Bertalanffy, prometían convertirse en
“un medio importante para controlar y potenciar la transferencia de principios entre campos, no siendo ya necesario duplicar o triplicar el descubrimiento del mismo principio en distintos campos aislados entre sí[…] estableciendo a la teoría general de sistemas como defensa contra analogías superficiales sin utilidad para la ciencia.”
Sociedades tecnológicas de control.
Por su parte, desde las ciencias sociales también comenzaron a surgir diferentes análisis sobre el impacto social y filosófico de estas nuevas teorías científicas en la sociedad moderna. En un libro titulado “La sociedad tecnológica” (1964), Jacques Ellul proclamó que las fuerzas de la técnica habían invadido todas las esferas de la actividad humana. Al referirse a la técnica, Ellul no estaba hablando solamente de los avances tecnológicos en la cotidianidad sino de la lógica de manipulación, control y ganancia que se encuentra detrás de la tecnología y las máquinas cuyo principal concepto -eran los bucles de retroalimentación o feedback, las explicaciones totalizadoras u holísticas así como un marcado grado de determinismo respecto a las formas de organización.
Asimismo pensadores franceses como Gilles Deleuze, siguiendo las ideas de Foucault, distinguió entre las anteriores sociedades disciplinarias y las nuevas sociedades de control en base a un desplazamiento desde la disciplina hacia el control del acceso a la información:
“Las sociedades disciplinarias tienen dos polos: la firma, que indica el individuo, y el número de matrícula, que indica su posición en una masa. Porque las disciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque el poder es al mismo tiempo masificador e individualizador, es decir que constituye en cuerpo a aquellos sobre los que se ejerce, y moldea la individualidad de cada miembro del cuerpo. En las sociedades de control, por el contrario, lo esencial no es ya una firma ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña, mientras que las sociedades disciplinarias son reglamentadas por consignas (tanto desde el punto de vista de la integración como desde el de la resistencia). El lenguaje numérico del control está hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el rechazo”.
De esta manera, el lugar que ocupaban las organizaciones burocráticas institucionales y las fábricas de antaño, cuyos mecanismos de control social estaban dados por la disciplina, pasarían a ser reemplazadas por las empresas y el acceso a la información a través de nombres de usuario o login y contraseñas, todo esto impulsado por la magia del marketing.
Vemos que la transformación del capitalismo con las nuevas tecnologías presenta algunas aristas avasalladoras como la extrapolación de la lógica y lenguajes tecnológicos en otras esferas de la vida de modo tal que las descripciones de los modelos sistémicos se convierten en metáforas deterministas del mundo. Al mismo tiempo, los procesos de cambio social estarían resumidos en un lenguaje y prácticas derivadas de la lógica sistémica que implicarían una forma actualizada de control social. Ver el mundo con los anteojos sistémicos, con su vasto poder de generalización, implicaría cerrar las posibilidades a otras formas de interpretar la realidad. “Estar sincronizado”, “Inteligencia colectiva”, “conectarse con”, “estar programado para”, etc. son solo ejemplos de cómo en la vida cotidiana utilizamos metáforas sistémicas que parecen explicarlo todo por el sólo hecho de mencionarlas, acotando quizás el lugar de otros eventuales modelos descriptivos.
Cambio social, tecnologías y el pequeño mundo.
Volviendo a Ellul, quién no resumía solamente la dimensión técnica a las sociedades modernas, estableció que la tecnificación también ha ocupado lugares de resistencia y cambio social, especialmente a través de técnicas de consciencia utilizando procedimientos para alterar su funcionamiento normal con el uso de plantas enteógenas (alucinatorias), fármacos o prácticas ascéticas y la meditación. Estas experiencias eran llevadas a cabo por grupos disidentes a ciertas ortodoxias religiosas -ó en un ámbito más cercano a nuestro tiempo- por los movimientos contraculturales de la década de 1960 y 1970. A pesar de esta declaración, para Ellul, el desarrollo de estás “técnologías de consciencia” no constituirían métodos de resistencia a la sociedades dominantes sino que serían su capitulación. De esta manera, ciertas retóricas de las culturas de información contienen una lógica subyacente en donde los sistemas terminarían por extender sus campos y redes incluso hasta lo profundo del alma humana.
Esta “participación mística” donde el mundo se vuelve una red de redes en la cual los individuos comulgan en una gran unidad constituida por la lógica tecnológica, también traería elementos de irracionalidad del cuál se cree estaban integradas las culturas ágrafas. Al respecto, pensadores como Marshall McLuhan (1962) destacan que el terror sería el estado normal de cualquier sociedad oral, dado que todo está constantemente afectado por todo al mismo tiempo. Así, la hiperconectividad y la necesidad del acceso a la información minuto-a-minuto podrían ser un ejemplo de un mundo en el que estar informado en todo momento y donde cada porción de datos esté vinculada con otras cosas (hyperlinks, información instantánea, geo-localización, etc.) engendraría los más extraños comportamientos paranoides y ciertas formas de dominación totalitaria.
Ahora bien, ¿existe alguna posibilidad de que estas innovaciones de la técnica junto con el lenguaje y prácticas involucradas puedan resultar en algo más que una actualización del capitalismo y las formas de control social? O cómo se preguntó Felix Guattari (1992), si a pesar de que la tecnología parece haber bloqueado el acceso a nuestros fundamentos ontológicos del ser, existiría la posibilidad de una revitalización del espíritu y valores humanitarios a través de una alianza entre el hombre y la máquina. Para esto es necesario seguir de cerca los movimientos de cambio social así como mantener una mirada crítica sobre las nuevas tecnologías de información. Afortunadamente, lo nuevo siempre tiene dos o más caras; nunca es ni tan genial ni tan devastador como parece.
Entre las distintas regiones, Salvador de Bahía tiene una particularidad que la diferencia del resto de las ciudades del norte de Brasil. En 1549 el General portugués Tomé de Souza desembarcó en las costas de lo que luego se denominó Salvador y allí se estableció la primer capital de la colonia portuguesa del Brasil. Allí el comercio de esclavos provenientes de África encontró un próspero lugar para desarrollarse hasta que la esclavitud fue abolida en 1888. Es por esto que el 80% de la población de Salvador y alrededores es descendiente de africanos que alguna vez fueron arrancados de su tierra natal durante la expansión mercantilista durante la conquista del continente americano. Como un joven bahíense me comentó, “aquí es donde todo comenzó” luego de indicar que mi forma de presentarme no coincidía con sus expectativas según su concepción de los argentinos.
La problemática de la identidad, y sobre todo la identidad negra es un tema muy delicado en Salvador. La reivindicación de las raíces africanas y los enfrentamientos con el Estado brasileño son moneda corriente en las discusiones sobre activismo político y social. Algunos de los conflictos latentes están relacionados a las prácticas religiosas de quienes adscriben al Candomblé como forma de reafirmar y actualizar la identidad africana. Esta religión surge durante el siglo XIX en una mezcla de prácticas traídas de la etnia Yoruba y la adaptación local para sobrevivir al choque cultural con el Catolicismo dominante de la colonia europea. Según algunos residentes, las rivalidades con el Estado se vinculan a los prejuicios que se tienen sobre las prácticas del Candomblé y cómo las elites locales prefieren que se mantengan al margen por miedo a que se difundan por otras regiones. Del otro lado, el turismo cultural promueve el “exotismo” de la negritud y atrae a decenas de miles de turistas durante todo el año que quieren conocer las calles coloniales de la ciudad histórica de Pelourinho, participar en las manifestaciones de música popular, visitar las incontables iglesias con su multiplicidad de símbolos rituales o presenciar ceremonias de Candomblé. Definitivamente las contradicciones sobre lo exótico y diferente están muy presentes en la vida cotidiana de esta ciudad, sin contar los conflictos por la pobreza y las reivindicaciones indígenas presentes en toda Latinoamérica.
El ciberespacio también contiene las mismas contradicciones como ámbito de intercambio. Y esto no se reduce al caso de Salvador sino que en todas partes del globo internet ha expandido el universo de interacciones entre las personas. Sin embargo, este mismo espacio invisibiliza ciertos actores sociales que no tienen el acceso económico a los recursos tecnológicos o las competencias necesarias para utilizarlos. Esto es lo que se denomina brecha digital.
Para que el universo del ciberespacio sea realmente un extensión de las relaciones sociales in situ es preciso que la brecha digital disminuya, de lo contrario se trata de un lugar que está sesgado por aquellos que sólo pueden intercambiar y utilizar ese medio. A pesar de esto, el entorno digital tiene un elemento que lo vuelve más permeable a trascender sus propias barreras dado que su característica principal consiste en tener una alta variabilidad y casi instantaneidad en el intercambio de información. Si fuera posible llevar estas características a las relaciones humanas fuera del ciberespacio, probablemente el intercambio de información en tiempo real generaría nuevos significados y vínculos entre las personas, ayudando a superar las barreras sociales que generalmente están asociadas el prejuicio y la falta de información comúnmente identificada como “ignorancia”.
Y no estamos tan lejos de que esto ocurra. Iniciativas como los talleres de mucho-con-poco me condujeron a conocer distintos emprendimientos sociales, tanto promovidos por el Estado brasileño como por personas que decidieron vencer el miedo a lo diferente y el prejuicio para aventurarse a utilizar las nuevas tecnologías de comunicación y extenderse más allá de las barreras sociales. El intercambio con otros pares me condujo a reformular innumerables veces mis objetivos. Así logré comprender que no todos los problemas se resuelven con las mismas herramientas. Es preciso hacer las preguntas adecuadas para que las soluciones sean realmente útiles y que las respuestas sean válidas para los contextos en el que las problemáticas son formuladas.
A pesar de la brecha digital y la limitación del pleno acceso para una democracia en red, el ciberespacio y las redes sociales son aquellas que realmente pueden ayudar a trascender los prejuicios que conducen a la discriminación y polarizan los grupos humanos no solamente a nivel socioeconómico sino también cultural. ¿Y de qué manera?. La construcción de redes con diferentes características pero que persigan el mismo objetivo de mejorar las relaciones humanas trabajando en conjunto en tiempo real, cimientan las bases para que los prejuicios basados en la falta de información ya no sean un limitante. Donde el miedo a lo diferente paraliza las relaciones cara a cara con aquello que no consideramos como igual a nosotros y nos aísla, las nuevas tecnologías ayudan a informar y disminuir el choque cultural de forma gradual. Pero no podemos quedarnos en el simple idealismo sino que esos puentes deben ser creados física y digitalmente para que luego la información circule en todas direcciones, creando nuevas conexiones, relaciones y cooperaciones. De esta manera no sólo se trasciende el miedo a lo diferente sino también es posible aunar la brecha digital por medio de la toma de consciencia tanto en el ámbito privado como en lo público que terminará por conducir a mejores políticas de acceso para todos los sectores sociales, sabiendo que aún en la diversidad cultural estamos viajando en el mismo barco.
Desde la segunda venida de la realidad virtual en la presente década, pasando por la internet de las cosas(ya están hablando de las nanocosas!), la cadena de bloques o blockchain, los autos autónomos (sí, ya llegamos a ese nivel de redundancia) o el algoritmo de recomendaciones de netflix y el pokemon go, nunca tantos inventos en la cronología de la ciencia y la tecnología han sido tan avasallantes en los últimos siglos de la historia global.
Es como si hubiera ocurrido un salto de la experiencia humana en el uso de la tecnología desde que se inventó la luz eléctrica o el descubrimiento de las ondas de radio y cómo manipularlas para transmitir mensajes a distancia hasta el momento de construcción de máquinas de cómputo basadas en el álgebra booleana. Fueron estas últimas las que luego sustentaron empíricamente a las teorías de la información y de los sistemas junto con la consolidación de la cibernética. Varias de ellas hoy en día forman parte del marco teórico de el análisis de datos, big data, tanto como el de las redes sociales.
¿Y qué tiene que ver con la magia todo esto?. Dos cosas. En primer lugar, todo uso de tecnología en el pasado estuvo relacionado a un tipo de saber oculto que otorgaba un halo de poder a quiénes sabían dominar algún misterioso lenguaje de la naturaleza. Curander@s, alquimistas, inventor@s, todos ellos de alguna manera intentaban utilizar sus conocimientos, herramientas y técnicas que los separaban del común de la sociedad.
Hoy en día no cambiaron tanto las cosas; si no pregúntenle a los programadores. Ellos actualmente dominan el lenguaje de las máquinas y hasta que el conocimiento relacionado a este campo no esté completamente socializado, pertenecer a una comunidad por el sólo hecho de saber algo que se utiliza mucho y pocos dominan su uso, seguirá siendo un riesgo para los muchos. Pero no son los únicos. Los médicos comparten el lenguaje clínico, los abogados el jurídico, etc. Y todos ellos ejercen el poder de alguna u otra manera a través de la práctica de su profesión. La manera más habitual es a través del lenguaje. Los programadores dominan el lenguaje de los lenguajes que hablan las máquinas, los médicos el de los diagnósticos y tratamientos, los abogados el de las leyes con las cuales todo el sistema socioeconómico está sostenido, y así podemos encontrar otros ejemplos. Esto nos lleva a algo más interesante: la tecnología y la magia están relacionadas no sólo por la capacidad de producir efectos nuevos o actualizar mecanismos o procesos donde ya existían, sino que además está vinculada al ejercicio del poder por parte de quienes detentan ese saber y cómo lo aplican en las distintas áreas del conocimiento a través de un lenguaje compartido y exclusivo.
Si a esto le sumamos la cualidad carismática de las personas que ejercen este poder, tenemos una mezcla interesante entre un rockstar, un chamán y un tecnólogo. Y qué mejor escenario que los creados por emprendimientos que a través de la publicidad y las nuevas tecnologías despliegan y expanden la fascinación que causan estos personajes. Tenemos el conocimiento oculto (o por lo menos ignorado por muchos), el magnetismo personal (cosas extrañas si las hay) y el medio para que todo esto ocurra rodeado de símbolos que activan nuestro sistema límbico emocional, o en palabras de Daniel Kahneman, la manera en que procesamos las cosas a través del Sistema I. En la misma línea aunque un siglo atrás, Levy-Bruhl quizás predijo cómo a través de una participation mystique podemos experimentar un concierto de música hasta un ciclo de conferencias de una forma similar a los mismísimos misterios eleusinos que hacían entrar en éxtasis a cientos de personas.
Utilicemos etiquetas. A este tipo de experiencias les voy a llamar del tipo “catedral”, apropiándome del concepto que encontré en este ensayo de Eric Raymond. Acá la verticalidad es dominante (si no vean cuan arriba está ubicado´Oscar El Gruñon´en la imagen anterior). El flujo de la información va de arriba-hacia-abajo y tal como lo evoca la imagen acústica <catedral>, el ejercicio del poder está asociado al uso de ciertos lenguajes y símbolos que refuerzan el dominio de una institución sobre las personas en tanto monopolio del conocimiento. Esta clase de expresiones no son exclusivas del campo religioso o científico. Podemos encontrarlas en la educación moderna del siglo XX y algunas formas académicas de las universidades medievales. Incluso, hoy en día también se manifiestan en las conferencias y congresos de todas las vertientes temáticas. Y también encontramos críticas al respecto. Vean el video acá abajo y nos encontramos luego. https://youtu.be/_ZBKX-6Gz6A
Una deconstrucción simbólica de la magia de las mega-conferencias
Volvamos a la propuesta de Raymond. El otro modelo de producción e intercambio de conocimiento que propone es el del Bazar o el mercado. No, no estoy hablando de un liberalismo económico. Tampoco estoy diciendo que la Catedral sea una analogía del poder del Estado. Aunque no voy a negar que las relaciones son tentadoras. Al apropiarme de este esquema estoy hablando exclusivamente de la producción e intercambio de conocimiento y de cómo el modelo de la catedral es bien distinto al del bazar. En este último también hay magia en forma de tecnología. No olvidemos que en el contexto del bazar o el suq (ambas palabras árabes) podemos encontrar a típicos estafadores, ilusionistas, los inventores (artifex) con sus máquinas, el teatro, las marionetas y tantas otras atracciones que lo transforman en un lugar de interacción único. La diferencia más importante: la producción e intercambio de conocimiento es más horizontal haciendo que las ofertas sean distintas en su forma y contenido.
Las mega-conferencias, las clases magistrales o las keynotes son la continuación del modelo de la catedral de antaño. Y aún siguen en plena vigencia. No olvidemos que a mayor capacidad técnica, mayor habilidad de crear ilusiones que logren hacernos identificar y resonar con grandes marcas, equipos de fútbol y hasta proyectos políticos. La magia de la tecnología, personificada en los oradores junto con el marketing y la publicidad, apelan a lo más primitivo del comportamiento humano para hacernos identificar y convertirnos en buenos consumidores, en este caso, consumidores de conocimiento institucionalmente validado.
Así como la catedral se continúa hasta llegar al presente, el bazar también tiene sus exponentes en el arte de producción de conocimiento. Iniciativas como Art Of Hosting a través de las dinámicas de Espacio Abierto intentan lograr un mercado de ideas en el que todos aquellos que quieran compartir inquietudes y realizar propuestas de distintos colores y sabores puedan compartir e intercambiar en un contexto de mayor equidad. No obstante, como todo sistema, al conocer sus reglas podemos hacernos de éstas y manipularlo para nuestros propios fines catedráticos. Para evitar esto es necesario mantener ciertos principios que acompañen a una tecnología social como tal, porque en última instancia, como toda techné, depende de la integridad de quienes la utilizan. No importa si mago o científico, hoy en día ambos pueden continuar eligiendo hacer público su conocimiento desde un púlpito o bien ser parte de un intercambio colectivo, quizás no entre iguales (las desigualdades siguen existiendo), pero sí entre pares con distintos saberes e iguales inquietudes y valores.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la técnica entendida como procedimientos, lenguajes y condiciones sociales que involucran una racionalidad y burocracia de las instituciones modernas aumentó su área de influencia en la vida humana luego de que la lógica cibernética de los sistemas de control se incorporara como parte de un conjunto de enunciados, que sintetizados conformaron lo que se denominó Teoría de Sistemas. Las cuatro formulaciones más significativas de este corpus teórico fueron: 1)la cibernética propuesta por Norbert Wiener hacia 1942, 2)La teoría general de sistemas difundida por Ludwig Bertalanffy entre 1950 y 1970, 3) La teoría de las estructuras disipativas o sistemas alejados del equilibrio promovida por Ilya Prigogine a principios de la década de 1960, continuada por otros pensadores como H. von Foerster, Gordon Pask y 4) la difundida autopoiesis de Maturana.
Cuatro décadas antes que estos pensadores, y del otro lado del mundo, entre 1912 y 1917 Alexander Bogdanov publicó el tratado Tektología o la “ciencia de las estructuras” cuya intención era describir y generalizar los principios de organización de todas las estructuras vivientes y no vivientes. El objetivo del filósofo soviético era formular una ciencia universal de la organización al definirla como la “totalidad de conexiones entre elementos sistémicos”.
Tanto la teoría general de sistemas, la cibernética o la ciencia de las estructuras engloban, entre otros, conceptos tales como totalidad, retroalimentación, sistemas en o alejados del equilibrio, entropía, patrones, emergentes que se complementan entre sí para describir modelos científicos de una manera determinista. A esto le podemos sumar los aportes de la teoría de redes, cuyos fundamentos se originan en la teoría de grafos creada por el matemático suizo Leonhard Euler hacia 1736, siendo el grafo la unidad mínima en la que una red puede ser representada. Luego restará reemplazar los nodos por actores, y los vínculos por relaciones para que los grafos lograran representar las redes sociales. En suma, estas corrientes de pensamiento interdisciplinario, tal como enunció Bertalanffy, prometían convertirse en
“un medio importante para controlar y potenciar la transferencia de principios entre campos, no siendo ya necesario duplicar o triplicar el descubrimiento del mismo principio en distintos campos aislados entre sí[…] estableciendo a la teoría general de sistemas como defensa contra analogías superficiales sin utilidad para la ciencia.”
Sociedades tecnológicas de control.
Por su parte, desde las ciencias sociales también comenzaron a surgir diferentes análisis sobre el impacto social y filosófico de estas nuevas teorías científicas en la sociedad moderna. En un libro titulado “La sociedad tecnológica” (1964), Jacques Ellul proclamó que las fuerzas de la técnica habían invadido todas las esferas de la actividad humana. Al referirse a la técnica, Ellul no estaba hablando solamente de los avances tecnológicos en la cotidianidad sino de la lógica de manipulación, control y ganancia que se encuentra detrás de la tecnología y las máquinas cuyo principal concepto -eran los bucles de retroalimentación o feedback, las explicaciones totalizadoras u holísticas así como un marcado grado de determinismo respecto a las formas de organización.
Asimismo pensadores franceses como Gilles Deleuze, siguiendo las ideas de Foucault, distinguió entre las anteriores sociedades disciplinarias y las nuevas sociedades de control en base a un desplazamiento desde la disciplina hacia el control del acceso a la información:
“Las sociedades disciplinarias tienen dos polos: la firma, que indica el individuo, y el número de matrícula, que indica su posición en una masa. Porque las disciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque el poder es al mismo tiempo masificador e individualizador, es decir que constituye en cuerpo a aquellos sobre los que se ejerce, y moldea la individualidad de cada miembro del cuerpo. En las sociedades de control, por el contrario, lo esencial no es ya una firma ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña, mientras que las sociedades disciplinarias son reglamentadas por consignas (tanto desde el punto de vista de la integración como desde el de la resistencia). El lenguaje numérico del control está hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el rechazo”.
De esta manera, el lugar que ocupaban las organizaciones burocráticas institucionales y las fábricas de antaño, cuyos mecanismos de control social estaban dados por la disciplina, pasarían a ser reemplazadas por las empresas y el acceso a la información a través de nombres de usuario o login y contraseñas, todo esto impulsado por la magia del marketing.
Vemos que la transformación del capitalismo con las nuevas tecnologías presenta algunas aristas avasalladoras como la extrapolación de la lógica y lenguajes tecnológicos en otras esferas de la vida de modo tal que las descripciones de los modelos sistémicos se convierten en metáforas deterministas del mundo. Al mismo tiempo, los procesos de cambio social estarían resumidos en un lenguaje y prácticas derivadas de la lógica sistémica que implicarían una forma actualizada de control social. Ver el mundo con los anteojos sistémicos, con su vasto poder de generalización, implicaría cerrar las posibilidades a otras formas de interpretar la realidad. “Estar sincronizado”, “Inteligencia colectiva”, “conectarse con”, “estar programado para”, etc. son solo ejemplos de cómo en la vida cotidiana utilizamos metáforas sistémicas que parecen explicarlo todo por el sólo hecho de mencionarlas, acotando quizás el lugar de otros eventuales modelos descriptivos.
Cambio social, tecnologías y el pequeño mundo.
Volviendo a Ellul, quién no resumía solamente la dimensión técnica a las sociedades modernas, estableció que la tecnificación también ha ocupado lugares de resistencia y cambio social, especialmente a través de técnicas de consciencia utilizando procedimientos para alterar su funcionamiento normal con el uso de plantas enteógenas (alucinatorias), fármacos o prácticas ascéticas y la meditación. Estas experiencias eran llevadas a cabo por grupos disidentes a ciertas ortodoxias religiosas -ó en un ámbito más cercano a nuestro tiempo- por los movimientos contraculturales de la década de 1960 y 1970. A pesar de esta declaración, para Ellul, el desarrollo de estás “técnologías de consciencia” no constituirían métodos de resistencia a la sociedades dominantes sino que serían su capitulación. De esta manera, ciertas retóricas de las culturas de información contienen una lógica subyacente en donde los sistemas terminarían por extender sus campos y redes incluso hasta lo profundo del alma humana.
Esta “participación mística” donde el mundo se vuelve una red de redes en la cual los individuos comulgan en una gran unidad constituida por la lógica tecnológica, también traería elementos de irracionalidad del cuál se cree estaban integradas las culturas ágrafas. Al respecto, pensadores como Marshall McLuhan (1962) destacan que el terror sería el estado normal de cualquier sociedad oral, dado que todo está constantemente afectado por todo al mismo tiempo. Así, la hiperconectividad y la necesidad del acceso a la información minuto-a-minuto podrían ser un ejemplo de un mundo en el que estar informado en todo momento y donde cada porción de datos esté vinculada con otras cosas (hyperlinks, información instantánea, geo-localización, etc.) engendraría los más extraños comportamientos paranoides y ciertas formas de dominación totalitaria.
Ahora bien, ¿existe alguna posibilidad de que estas innovaciones de la técnica junto con el lenguaje y prácticas involucradas puedan resultar en algo más que una actualización del capitalismo y las formas de control social? O cómo se preguntó Felix Guattari (1992), si a pesar de que la tecnología parece haber bloqueado el acceso a nuestros fundamentos ontológicos del ser, existiría la posibilidad de una revitalización del espíritu y valores humanitarios a través de una alianza entre el hombre y la máquina. Para esto es necesario seguir de cerca los movimientos de cambio social así como mantener una mirada crítica sobre las nuevas tecnologías de información. Afortunadamente, lo nuevo siempre tiene dos o más caras; nunca es ni tan genial ni tan devastador como parece.