Papers by Klaudia Alvarez

El Viejo Topo, 2012
El Viejo Topo 294-295 / julio-agosto 2012 / 45 Difícilmente podían imaginar los primeros iniciado... more El Viejo Topo 294-295 / julio-agosto 2012 / 45 Difícilmente podían imaginar los primeros iniciadores de Democracia real Ya la magnitud, la resonancia, la relevancia que aquella iniciativa iba a obtener en el futuro inmediato. Pero lo cierto es que gracias a ellos, y a otras plataformas que aún guerrean por su cuenta, un huracán de aire fresco ha entrado por los podridos ventanucos de la demediada democracia española. Aquí charlamos con tres de sus miembros que estuvieron en la plataforma desde sus comienzos. Klaudia Álvarez es enseñante. Trabaja en Terrassa, en un instituto de Formación Profesional. Imparte clases de fotografía. Ella misma declara que antes del 15M era una persona con conciencia social, pero que ahora su activismo la absorbe casi por completo. Chema Ruiz trabaja como comercial por cuenta ajena. Es uno de los primerísimos activistas de Democracia real Ya, y ha participado activamente en el intento de paralización de numerosos desahucios. Portavoz madrileño de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, es también miembro de la comisión de economía del 15M. Manje comenzó a militar en los movimientos sociales a principios de los 90, como educador de barrio, en un colectivo que trabajaba con niños, niñas y jóvenes en Jerez, donde reside. Participa en diversas campañas, y compagina un activismo de carácter tradicional con el hacktivismo Dossier coordinado por Miguel Riera

El grito en las calles de “no nos representan” viene a expresar el rechazo a la representa... more El grito en las calles de “no nos representan” viene a expresar el rechazo a la representación política, a la mediación. Si bien en un principio tenía que ver con el desafecto hacia unos políticos que no merecen confianza, rápidamente ese grito se convirtió en la expresión de la madurez política de la sociedad, que desde hace dos años reclama su autonomía y rechaza la tutela que supone la representación parlamentaria y delegar el poder decisión en otros.
No puede ser representado quien no quiere serlo, porque quiere decidir por si mismo. Pero más allá de la propia negativa del 15M a ser representado existe una imposibilidad que parte de una realidad tangible, que es que aquello que no es unitario, ni uniforme, no puede ser representado. El 15M no es actor y los quincemayistas no son una masa. Frente a la noción de masa homogénea que protagonizaba la lucha de clases, el escenario está ocupado ahora por una multitud diversa, mutable, que no puede ser representada por una unidad (partido/estado) que recoja sus deseos y necesidades. Caer en esta representación supondría la reducción de las múltiples singularidades que componen el 15M y toda la sociedad a una masa homogénea.
Los políticos neoliberales vienen pidiendo desde el primer día la institucionalización del 15M como única vía para conseguir legitimidad. Paradójicamente, desde la izquierda se cae exactamente en el mismo esquema defendiendo que el poder hay que tomarlo en el Congreso para generar cambios. Sin embargo el 15M desafía este modelo defendiendo la autoorganización de la sociedad y su capacidad de construir nuevas instituciones.
Pero la irrepresentabilidad del movimiento no significa huir de una estrategia política. Al escapar de la representación el movimiento se vuelve imprevisible e incontrolable. Situarse en el otro plano permite que la estrategia del movimiento sea efectiva. Como un enjambre aparece, desaparece, reaparece donde nadie lo espera. Se dispersa, se junta a veces. Muta constantemente, cambia patrones, ritmos, estructuras, recorridos. No tiene una columna vertebral, tiene muchas. A veces es invisible. Otras extraordinariamente visible. No sólo opone resistencia de manera enérgica, sino que crea nuevas instituciones que transforman la realidad a pedazos, generando cambios reales en la vida cotidiana de las personas.
Algunos han descrito el movimiento del 15M como un clima. Esto puede sonar como un oxímoron: un clima es exterior, describe un fenómeno o un atmósfera, fotografiándola como en una postal desde el punto de vista del observador. En cambio, podemos decir que el 15M es un movimiento dinámico que rechaza la unidad; no existe un sistema, ni un contexto porque el 15M es una forma de actuar, forma y contenido de la actividad productiva de la cooperación entre singularidades. El 15M rompe la soledad del individualismo neoliberal porque ha generado múltiples encuentros. La plaza, la red, las asambleas expresan la potencia constituyente de la multitud. El 15M no es un actor, por tanto escapa a las maniobras de la representación en cualquiera de sus direcciones: ni representa a nadie, ni puede ser representado.
Conference Presentations by Klaudia Alvarez
Xerrada sobre PARTICIPACIÓ a la Federació Catalana d’ONG per la Pau, els Drets Humans i la Coope... more Xerrada sobre PARTICIPACIÓ a la Federació Catalana d’ONG per la Pau, els Drets Humans i la Cooperació al Desenvolupament.
Publications by Klaudia Alvarez
Relatos y reflexiones sobre un proceso experimental de acompañamiento, autoformación e investigac... more Relatos y reflexiones sobre un proceso experimental de acompañamiento, autoformación e investigacion sui gèneris.
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Papers by Klaudia Alvarez
No puede ser representado quien no quiere serlo, porque quiere decidir por si mismo. Pero más allá de la propia negativa del 15M a ser representado existe una imposibilidad que parte de una realidad tangible, que es que aquello que no es unitario, ni uniforme, no puede ser representado. El 15M no es actor y los quincemayistas no son una masa. Frente a la noción de masa homogénea que protagonizaba la lucha de clases, el escenario está ocupado ahora por una multitud diversa, mutable, que no puede ser representada por una unidad (partido/estado) que recoja sus deseos y necesidades. Caer en esta representación supondría la reducción de las múltiples singularidades que componen el 15M y toda la sociedad a una masa homogénea.
Los políticos neoliberales vienen pidiendo desde el primer día la institucionalización del 15M como única vía para conseguir legitimidad. Paradójicamente, desde la izquierda se cae exactamente en el mismo esquema defendiendo que el poder hay que tomarlo en el Congreso para generar cambios. Sin embargo el 15M desafía este modelo defendiendo la autoorganización de la sociedad y su capacidad de construir nuevas instituciones.
Pero la irrepresentabilidad del movimiento no significa huir de una estrategia política. Al escapar de la representación el movimiento se vuelve imprevisible e incontrolable. Situarse en el otro plano permite que la estrategia del movimiento sea efectiva. Como un enjambre aparece, desaparece, reaparece donde nadie lo espera. Se dispersa, se junta a veces. Muta constantemente, cambia patrones, ritmos, estructuras, recorridos. No tiene una columna vertebral, tiene muchas. A veces es invisible. Otras extraordinariamente visible. No sólo opone resistencia de manera enérgica, sino que crea nuevas instituciones que transforman la realidad a pedazos, generando cambios reales en la vida cotidiana de las personas.
Algunos han descrito el movimiento del 15M como un clima. Esto puede sonar como un oxímoron: un clima es exterior, describe un fenómeno o un atmósfera, fotografiándola como en una postal desde el punto de vista del observador. En cambio, podemos decir que el 15M es un movimiento dinámico que rechaza la unidad; no existe un sistema, ni un contexto porque el 15M es una forma de actuar, forma y contenido de la actividad productiva de la cooperación entre singularidades. El 15M rompe la soledad del individualismo neoliberal porque ha generado múltiples encuentros. La plaza, la red, las asambleas expresan la potencia constituyente de la multitud. El 15M no es un actor, por tanto escapa a las maniobras de la representación en cualquiera de sus direcciones: ni representa a nadie, ni puede ser representado.
Conference Presentations by Klaudia Alvarez
Publications by Klaudia Alvarez
No puede ser representado quien no quiere serlo, porque quiere decidir por si mismo. Pero más allá de la propia negativa del 15M a ser representado existe una imposibilidad que parte de una realidad tangible, que es que aquello que no es unitario, ni uniforme, no puede ser representado. El 15M no es actor y los quincemayistas no son una masa. Frente a la noción de masa homogénea que protagonizaba la lucha de clases, el escenario está ocupado ahora por una multitud diversa, mutable, que no puede ser representada por una unidad (partido/estado) que recoja sus deseos y necesidades. Caer en esta representación supondría la reducción de las múltiples singularidades que componen el 15M y toda la sociedad a una masa homogénea.
Los políticos neoliberales vienen pidiendo desde el primer día la institucionalización del 15M como única vía para conseguir legitimidad. Paradójicamente, desde la izquierda se cae exactamente en el mismo esquema defendiendo que el poder hay que tomarlo en el Congreso para generar cambios. Sin embargo el 15M desafía este modelo defendiendo la autoorganización de la sociedad y su capacidad de construir nuevas instituciones.
Pero la irrepresentabilidad del movimiento no significa huir de una estrategia política. Al escapar de la representación el movimiento se vuelve imprevisible e incontrolable. Situarse en el otro plano permite que la estrategia del movimiento sea efectiva. Como un enjambre aparece, desaparece, reaparece donde nadie lo espera. Se dispersa, se junta a veces. Muta constantemente, cambia patrones, ritmos, estructuras, recorridos. No tiene una columna vertebral, tiene muchas. A veces es invisible. Otras extraordinariamente visible. No sólo opone resistencia de manera enérgica, sino que crea nuevas instituciones que transforman la realidad a pedazos, generando cambios reales en la vida cotidiana de las personas.
Algunos han descrito el movimiento del 15M como un clima. Esto puede sonar como un oxímoron: un clima es exterior, describe un fenómeno o un atmósfera, fotografiándola como en una postal desde el punto de vista del observador. En cambio, podemos decir que el 15M es un movimiento dinámico que rechaza la unidad; no existe un sistema, ni un contexto porque el 15M es una forma de actuar, forma y contenido de la actividad productiva de la cooperación entre singularidades. El 15M rompe la soledad del individualismo neoliberal porque ha generado múltiples encuentros. La plaza, la red, las asambleas expresan la potencia constituyente de la multitud. El 15M no es un actor, por tanto escapa a las maniobras de la representación en cualquiera de sus direcciones: ni representa a nadie, ni puede ser representado.