Cuando Pascal o Voltaire denunciaron la extravagancia de la teoría cartesiana del hombre máquina, mostraban una intuición profética. Lejos de oponerse al avance de la ciencia, propugnaban algo que la ciencia futura, la nueva física del...
moreCuando Pascal o Voltaire denunciaron la extravagancia de la teoría cartesiana del hombre máquina, mostraban una intuición profética. Lejos de oponerse al avance de la ciencia, propugnaban algo que la ciencia futura, la nueva física del siglo XX, ha venido a demostrar. La analogía de la máquina, o del autómata mecánico, no sólo es inadecuada para entender el cuerpo humano sino que es ciega para casi todo cuanto ocurre en este mundo. Descartes, padrino de la ciencia clásica, concibió la idea de máquina autómata y la aplicó a la explicación de la naturaleza humana. Más tarde, Newton la aplicó al universo máquina, formulando las leyes de la mecánica, con las que puso los cimientos de la física moderna. Se trata de una descripción mecanicista del mundo, regido por leyes deterministas y reversibles, donde la existencia temporal, la vida, la historia humana, el pensamiento y la libertad se reducen a epifenómenos sin verdadera consistencia real a nivel físico. Tales nociones «subjetivas» se convirtieron en ideas refugiadas en un extramundo metafísico, sin embargo calcado en su concepción del otro, por lo que malvivían ocultando como vergüenzas sus inevitables contradicciones. Hoy, todas esas construcciones «modernas» se han derrumbado estrepitosamente, ante los nuevos desarrollos de la física y la biología del último siglo. ¿Qué queda, entonces, de la antropología cartesiana? La herencia del dualismo cartesiano aún impregna la manera de pensar no sólo de los filósofos, que nunca lo han abandonado verdaderamente, sino también de aquellos científicos que, a fuer de materialistas o positivistas, han optado en exclusiva por la máquina. Voy a repasar, en síntesis, la exposición que hace Descartes acerca de su concepción del hombre, al tiempo que analizo algunas de las implicaciones que me parecen más significativas, las incoherencias, las ausencias de fundamento, las chapuzas teóricas. Ya el mero intento de tomarse en serio las descripciones cartesianas y su racionalidad, a la altura de nuestro tiempo, puede resultar bastante grotesco. Pero una buena retrospectiva ayudará a percibir que también la historia de la filosofía es irreversible, y que no hay un conocimiento absoluto. El paradigma de la mecánica celeste La revolución heliocéntrica marca el nacimiento de la ciencia moderna. Copérnico es su autor y Galileo su profeta. Pero Descartes es el gran filósofo, que extiende el modelo a todos los dominios del saber. El modelo del sistema solar, como mundo autómata, se encuentra a pequeña escala en el mecanismo del reloj, prototipo sencillo de lo que son todos los seres vivos. La concepción