Books by Xaviera Salgado Ferrufino
Editorial Talleres Sartaña, 2019

Grupo de Estudios Germinal, 2019
“Y comenzó nuestra búsqueda, nos interesamos por Allende, nos
interesamos por las y los luchado... more “Y comenzó nuestra búsqueda, nos interesamos por Allende, nos
interesamos por las y los luchadores sociales que resistieron al tirano, miramos con atención las luchas emprendidas del pasado, interpelamos a las generaciones mayores, preguntando dónde estuvieron para el golpe, y nos dimos cuenta, que la Unidad Popular no estaba separada de la dictadura, que la alegría del periodo, estaba cargada por el dolor de la derrota. La Unidad Popular, solo podía ser entendida con el corolario del terrorismo de Estado, como si la lección aprendida, luego de 17 años de dictadura, hubiera sido que no era posible soñar, que el “nunca más” de los sitios de memoria también significaba que el pueblo no fuera activo, que la única forma de convivir “democráticamente” (como nos enseñaron los gobiernos de la post-dictadura), era siendo pasivos frente al régimen imperante, agachando la cabeza, llegando a acuerdos “en la medida de lo posible”, guardando silencio y aguantando las frustraciones. Pero nos dimos cuenta, mientras escudriñábamos en la historia, que no todo era derrota, que era justo soñar y construir, nos dimos cuenta que el “fin de la historia” no era una determinación, que las derrotas debían ser aprendizajes, y que “no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza”. Comenzamos a mirar la Unidad Popular, pero ansiando quitar el peso de la derrota. Intentamos imaginarnos en esa coyuntura, construyendo una sociedad nueva., Y nos dimos cuenta que había mucho más que Allende: que el “compañero presidente” era el rostro de un periodo, pero que éste había sido construido por miles, cuyas historias -en la mayoría de casos- no habían sido recuperadas. Aprendimos, en definitiva, la complejidad, la riqueza y la hermosura de la historicidad del pueblo que había asumido como propia la “vía chilena al socialismo” o que al menos creyó en un mundo nuevo, más solidario y más justo. De esa forma es que nos reunimos y escribimos, registramos esas experiencias, y las admiramos y criticamos, no solo como historiadoras e historiadores, sino que como constructores sociales, que nos encontramos en la búsqueda de lecciones y herramientas del pasado para nutrir las actuales iniciativas por la construcción de una sociedad mejor. Hoy escribimos, las hijas e hijos de una época de silencio”
Papers by Xaviera Salgado Ferrufino
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Books by Xaviera Salgado Ferrufino
interesamos por las y los luchadores sociales que resistieron al tirano, miramos con atención las luchas emprendidas del pasado, interpelamos a las generaciones mayores, preguntando dónde estuvieron para el golpe, y nos dimos cuenta, que la Unidad Popular no estaba separada de la dictadura, que la alegría del periodo, estaba cargada por el dolor de la derrota. La Unidad Popular, solo podía ser entendida con el corolario del terrorismo de Estado, como si la lección aprendida, luego de 17 años de dictadura, hubiera sido que no era posible soñar, que el “nunca más” de los sitios de memoria también significaba que el pueblo no fuera activo, que la única forma de convivir “democráticamente” (como nos enseñaron los gobiernos de la post-dictadura), era siendo pasivos frente al régimen imperante, agachando la cabeza, llegando a acuerdos “en la medida de lo posible”, guardando silencio y aguantando las frustraciones. Pero nos dimos cuenta, mientras escudriñábamos en la historia, que no todo era derrota, que era justo soñar y construir, nos dimos cuenta que el “fin de la historia” no era una determinación, que las derrotas debían ser aprendizajes, y que “no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza”. Comenzamos a mirar la Unidad Popular, pero ansiando quitar el peso de la derrota. Intentamos imaginarnos en esa coyuntura, construyendo una sociedad nueva., Y nos dimos cuenta que había mucho más que Allende: que el “compañero presidente” era el rostro de un periodo, pero que éste había sido construido por miles, cuyas historias -en la mayoría de casos- no habían sido recuperadas. Aprendimos, en definitiva, la complejidad, la riqueza y la hermosura de la historicidad del pueblo que había asumido como propia la “vía chilena al socialismo” o que al menos creyó en un mundo nuevo, más solidario y más justo. De esa forma es que nos reunimos y escribimos, registramos esas experiencias, y las admiramos y criticamos, no solo como historiadoras e historiadores, sino que como constructores sociales, que nos encontramos en la búsqueda de lecciones y herramientas del pasado para nutrir las actuales iniciativas por la construcción de una sociedad mejor. Hoy escribimos, las hijas e hijos de una época de silencio”
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interesamos por las y los luchadores sociales que resistieron al tirano, miramos con atención las luchas emprendidas del pasado, interpelamos a las generaciones mayores, preguntando dónde estuvieron para el golpe, y nos dimos cuenta, que la Unidad Popular no estaba separada de la dictadura, que la alegría del periodo, estaba cargada por el dolor de la derrota. La Unidad Popular, solo podía ser entendida con el corolario del terrorismo de Estado, como si la lección aprendida, luego de 17 años de dictadura, hubiera sido que no era posible soñar, que el “nunca más” de los sitios de memoria también significaba que el pueblo no fuera activo, que la única forma de convivir “democráticamente” (como nos enseñaron los gobiernos de la post-dictadura), era siendo pasivos frente al régimen imperante, agachando la cabeza, llegando a acuerdos “en la medida de lo posible”, guardando silencio y aguantando las frustraciones. Pero nos dimos cuenta, mientras escudriñábamos en la historia, que no todo era derrota, que era justo soñar y construir, nos dimos cuenta que el “fin de la historia” no era una determinación, que las derrotas debían ser aprendizajes, y que “no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza”. Comenzamos a mirar la Unidad Popular, pero ansiando quitar el peso de la derrota. Intentamos imaginarnos en esa coyuntura, construyendo una sociedad nueva., Y nos dimos cuenta que había mucho más que Allende: que el “compañero presidente” era el rostro de un periodo, pero que éste había sido construido por miles, cuyas historias -en la mayoría de casos- no habían sido recuperadas. Aprendimos, en definitiva, la complejidad, la riqueza y la hermosura de la historicidad del pueblo que había asumido como propia la “vía chilena al socialismo” o que al menos creyó en un mundo nuevo, más solidario y más justo. De esa forma es que nos reunimos y escribimos, registramos esas experiencias, y las admiramos y criticamos, no solo como historiadoras e historiadores, sino que como constructores sociales, que nos encontramos en la búsqueda de lecciones y herramientas del pasado para nutrir las actuales iniciativas por la construcción de una sociedad mejor. Hoy escribimos, las hijas e hijos de una época de silencio”