
jimena L silva
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Papers by jimena L silva
en el marco de la imposición del paquete tecnológico y de la introducción del riego. Ante esta nueva presencia, y ante el beneficio de algunas familias locales frente a otras, la reacción femenina de las comunidades rurales fue el suicidio. La anulación de la lengua nativa, así como la pérdida de los ritos ancestrales
de producción, acompañan este proceso. Pero también los estudios de género, así como los estudios de la diferencia, nos permiten entender las inequidades femeninas a través del poder masculino. El resentimiento ocasiona la frustración femenina y, en algunos casos, el suicidio. La frustración, así como la desacreditación de las propias mujeres, son parte de esta historia que este equipo de investigadores nos presentan en
esta interesante y reflexiva obra dedicada a la “La papa podrida y la otra vida”. Las mujeres merecemos análisis como éste en el marco del interés científico sobre la transformación de las comunidades rurales, campesinas, indígenas, y de la imposición de tecnologías extranjeras enmarcadas en empresas internacionales." Gabriela Dalla-Corte Caballero
Profesora de Historia de América Universitat de Barcelona
su oficio, entre otras. Por tanto, es pertinente pensar que, en su desarrollo como personas, las implicancias de género vigentes en la sociedad chilena, han operado como dispositivo
de una ubicación desfavorable en el mundo. Desde esta perspectiva, el cuerpo de la mujer que ejerce comercio sexual, ha sido visto, desde esta cultura de hegemonía masculina,
como una propiedad del hombre-cliente-patrón, quien desde su condición de superioridad puede hacer uso y/o abuso de él, desarrollando un sentido de propiedad sobre las mujeres,
que va más allá de lo meramente corporal....
del miedo, con sus enrevesadas y difícilmente aprehensibles estrategias, con sus alfabetos
mudos. Por encontrarse alojado en la carne, así como el deseo y los sueños de anchura, la
inscripción del miedo es brutal e insidiosa, se instala mediante gestos, palabras y omisiones.
Así también se expresa en todas las cargas de sentido implícito en el imperativo de cuidarse
lanzada por distintas voces a las mujeres jóvenes. Inés Hercovich sugiere que el miedo difuso
es una tecnología de poder del sistema dominante de género. Su potencia reside en no
otorgarle concreción a la amenaza, que flota extemporánea, inubicable y apolítica, concitando
–como forma indirecta de protección para las mujeres– los atributos “femeninos” más
conservadores: la asimilación a una lógica de interior (evitar los riesgos de la intemperie,
cualquiera sea ésta), el desprestigio de las exploraciones sexuales, la supuesta “superioridad
espiritual”, la invalidación de la capacidad propia para establecer estrategias de defensa y de
negociación, por nombrar sólo algunos. Es por ello que se hace vital reabrir incesantemente la
historia de las jóvenes violadas y asesinadas en Alto Hospicio: hay una deuda de justicia con
ellas y hay una imperiosa necesidad de que esta historia –tal como ha sido recepcionada
masivamente– no sume miedo, en el sentido que lo hemos descrito, a las mujeres de este país.
Sería permitir que los otros relatos que encierra esta historia permanezcan atrapados en el
mismo socavón que ellas y sería no rescatar el deseo, la curiosidad, el arrojo que en algún
momento de su incursión en lo desconocido debió acompañarlas. Este estudio de Jimena
Silva trata precisamente de las instancias de nuestra sociedad y de las nociones presentes
entre nosotros que no pudieron encarar tal libertad para brindarles otras protecciones que les
eran debidas". Guadalupe Santa Cruz. 2003
Podríamos pensar algunas de estas preguntas como esas metáforas al que el libro alude y a las pistas que nos dan sobre el cuerpo, como lugar textual donde lo político se dice, donde se hace visible y legible el nudo de ideas y de discursos que nos llegan en una historia social que busca ser conocida, explicada, comprendida. Podríamos abordar al cuerpo como una metáfora ya no muerta sino viva (Ricoeur, 1975), para buscar en los cuerpos la invención de la sociedad antes de la marca de su clausura institucional. Esta vez en el Norte. Únicamente". Maria Emilia Tijoux. Universidad de Chile.
en el marco de la imposición del paquete tecnológico y de la introducción del riego. Ante esta nueva presencia, y ante el beneficio de algunas familias locales frente a otras, la reacción femenina de las comunidades rurales fue el suicidio. La anulación de la lengua nativa, así como la pérdida de los ritos ancestrales
de producción, acompañan este proceso. Pero también los estudios de género, así como los estudios de la diferencia, nos permiten entender las inequidades femeninas a través del poder masculino. El resentimiento ocasiona la frustración femenina y, en algunos casos, el suicidio. La frustración, así como la desacreditación de las propias mujeres, son parte de esta historia que este equipo de investigadores nos presentan en
esta interesante y reflexiva obra dedicada a la “La papa podrida y la otra vida”. Las mujeres merecemos análisis como éste en el marco del interés científico sobre la transformación de las comunidades rurales, campesinas, indígenas, y de la imposición de tecnologías extranjeras enmarcadas en empresas internacionales." Gabriela Dalla-Corte Caballero
Profesora de Historia de América Universitat de Barcelona
su oficio, entre otras. Por tanto, es pertinente pensar que, en su desarrollo como personas, las implicancias de género vigentes en la sociedad chilena, han operado como dispositivo
de una ubicación desfavorable en el mundo. Desde esta perspectiva, el cuerpo de la mujer que ejerce comercio sexual, ha sido visto, desde esta cultura de hegemonía masculina,
como una propiedad del hombre-cliente-patrón, quien desde su condición de superioridad puede hacer uso y/o abuso de él, desarrollando un sentido de propiedad sobre las mujeres,
que va más allá de lo meramente corporal....
del miedo, con sus enrevesadas y difícilmente aprehensibles estrategias, con sus alfabetos
mudos. Por encontrarse alojado en la carne, así como el deseo y los sueños de anchura, la
inscripción del miedo es brutal e insidiosa, se instala mediante gestos, palabras y omisiones.
Así también se expresa en todas las cargas de sentido implícito en el imperativo de cuidarse
lanzada por distintas voces a las mujeres jóvenes. Inés Hercovich sugiere que el miedo difuso
es una tecnología de poder del sistema dominante de género. Su potencia reside en no
otorgarle concreción a la amenaza, que flota extemporánea, inubicable y apolítica, concitando
–como forma indirecta de protección para las mujeres– los atributos “femeninos” más
conservadores: la asimilación a una lógica de interior (evitar los riesgos de la intemperie,
cualquiera sea ésta), el desprestigio de las exploraciones sexuales, la supuesta “superioridad
espiritual”, la invalidación de la capacidad propia para establecer estrategias de defensa y de
negociación, por nombrar sólo algunos. Es por ello que se hace vital reabrir incesantemente la
historia de las jóvenes violadas y asesinadas en Alto Hospicio: hay una deuda de justicia con
ellas y hay una imperiosa necesidad de que esta historia –tal como ha sido recepcionada
masivamente– no sume miedo, en el sentido que lo hemos descrito, a las mujeres de este país.
Sería permitir que los otros relatos que encierra esta historia permanezcan atrapados en el
mismo socavón que ellas y sería no rescatar el deseo, la curiosidad, el arrojo que en algún
momento de su incursión en lo desconocido debió acompañarlas. Este estudio de Jimena
Silva trata precisamente de las instancias de nuestra sociedad y de las nociones presentes
entre nosotros que no pudieron encarar tal libertad para brindarles otras protecciones que les
eran debidas". Guadalupe Santa Cruz. 2003
Podríamos pensar algunas de estas preguntas como esas metáforas al que el libro alude y a las pistas que nos dan sobre el cuerpo, como lugar textual donde lo político se dice, donde se hace visible y legible el nudo de ideas y de discursos que nos llegan en una historia social que busca ser conocida, explicada, comprendida. Podríamos abordar al cuerpo como una metáfora ya no muerta sino viva (Ricoeur, 1975), para buscar en los cuerpos la invención de la sociedad antes de la marca de su clausura institucional. Esta vez en el Norte. Únicamente". Maria Emilia Tijoux. Universidad de Chile.