Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Prólogo 1. Niño feliz mientras España sufre 2. Edu... more Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Prólogo 1. Niño feliz mientras España sufre 2. Educación en la «Nueva España» 3. Otro médico en la familia 4. América 5. Interludio bávaro 6. Mi regreso a California 7. Mi debut en los lóbulos frontales y las células con memoria 8. Memoria y educación 9. Lenguaje y libre albedrío Epílogo Agradecimientos Referencias bibliográficas Niño feliz mientras España sufre Mi infancia en Pedralbes Empezó antes del amanecer con un ronroneo distante. Me despertó como a la madre un sollozo o al marinero un motor que se detiene. Salí de la cama de un brinco y me apresuré, descalzo, a abrir la ventana de mi cuarto en el desván. De puntillas y apoyando mis codos sobre el marco de la ventana, el aire fresco acarició mi rostro soñoliento. Ante mí, el panorama de Barcelona entera se extendía desde las colinas de Pedralbes hasta el mar. Las sirenas sonaban a lo lejos y los faros reflectores barrían el horizonte. De repente, comenzaron los fuegos artificiales: los tanques de petróleo gigantes de la Campsa, alineados junto al litoral, explotaron uno tras otro, lanzando enormes llamas al aire contra el cielo del este que empezaba a clarear. Desde mi atalaya vi otras explosiones en el centro de la ciudad. Cuando terminó el espectáculo, eché un vistazo a la copa de la morera del jardín en la que sabía que había un nido de gorriones. Después de mi magro desayuno-mi madre no tenía para más-me encaramaría para ver si habían salido los pajaritos del huevo. Antes de bajar del árbol cogería unas hojas para alimentar a mis gusanos de seda en la caja de zapatos con agujeros en la tapa. No sabía que una bomba había caído en el piso que estaba al lado del de mis abuelos. En marzo de 1938, yo tenía siete años, el bombardeo de Barcelona se repitió varias veces. Aviones alemanes Helnkel con insignias españolas y pilotos italianos venían de Mallorca, territorio nacional, para sembrar terror y destrucción en nuestra ciudad. A excepción de los depósitos de petróleo-mi deleite-, no atacaron ningún objetivo de importancia militar. Era una reprise de lo que habían hecho el año anterior en la aldea vasca de Guernica. En todo caso, Barcelona era con mucho la ciudad más industrial e industriosa de la República española. Poco después del levantamiento nacional de Franco del 18 de julio de 1936, mi familia se había trasladado al suburbio de Pedralbes, al pie del cerro de Collserola que de norte a sur abraza a Barcelona contra el mar. El Figura 1.5. Boda de mis padres en 1929. La influencia de Santiago Ramón y Cajal En 1957, cuando contraje matrimonio con Elisabeth, su padre, el doctor Baladía, me regaló su copia de Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados (figura 1.6), el más famoso libro escrito por Cajal, el «sabio» de la mesa de mi padre. Este libro, en dos volúmenes, cubre la anatomía microscópica de casi cualquier parte del sistema nervioso de varias especies animales, en el desarrollo inicial y en el adulto. En términos de precisión, amplitud y cobertura del tema, no se ha publicado nada semejante nunca en ninguna parte, aunque los métodos modernos permiten mayor resolución que el microscopio óptico que utilizó Cajal. Una de las características más notables del libro son sus esmeradas ilustraciones, que consisten casi siempre en dibujos a mano.
Consecuencia n ih ilis ta (la creencia en la falta de valor), tumo resultado de la apreciación mo... more Consecuencia n ih ilis ta (la creencia en la falta de valor), tumo resultado de la apreciación moral: hemos perdido el jiii.sto por lo egoísta (aun después de comprender la imposi bilidad de lo no egoísta); hemos perdido el gusto de lo ne cesario (aun después de comprender la imposibilidad de un h h e ru m a r b itr iu m y de una «libertad inteligible»). Vemos que no alcanzamos la esfera en que hemos situado n u e s tr o s va lores, con lo cual la otra esfera, en la que vivimos, de ninguna lumia ha ganado en valor: por el contrario, estamos cansa dos, porque hemos perdido el impulso principal. «¡Todo ha sillo inútil hasta ahora!» 9 lil pesimismo como preforma del nihilismo.
Un carrero trajo dos días después las cosas del forastero, cuyo nombre era Harry Haller, Un baúl ... more Un carrero trajo dos días después las cosas del forastero, cuyo nombre era Harry Haller, Un baúl muy hermoso de piel me hizo una buena impresión, y otro gran baúl aplastado, de camarote, hacía pensar en largos viajes anteriores, por lo menos tenia pegadas etiquetas amarillentas de hoteles y sociedades de transporte de diversos países, hasta transoceánicos.
Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Prólogo 1. Niño feliz mientras España sufre 2. Edu... more Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Prólogo 1. Niño feliz mientras España sufre 2. Educación en la «Nueva España» 3. Otro médico en la familia 4. América 5. Interludio bávaro 6. Mi regreso a California 7. Mi debut en los lóbulos frontales y las células con memoria 8. Memoria y educación 9. Lenguaje y libre albedrío Epílogo Agradecimientos Referencias bibliográficas Niño feliz mientras España sufre Mi infancia en Pedralbes Empezó antes del amanecer con un ronroneo distante. Me despertó como a la madre un sollozo o al marinero un motor que se detiene. Salí de la cama de un brinco y me apresuré, descalzo, a abrir la ventana de mi cuarto en el desván. De puntillas y apoyando mis codos sobre el marco de la ventana, el aire fresco acarició mi rostro soñoliento. Ante mí, el panorama de Barcelona entera se extendía desde las colinas de Pedralbes hasta el mar. Las sirenas sonaban a lo lejos y los faros reflectores barrían el horizonte. De repente, comenzaron los fuegos artificiales: los tanques de petróleo gigantes de la Campsa, alineados junto al litoral, explotaron uno tras otro, lanzando enormes llamas al aire contra el cielo del este que empezaba a clarear. Desde mi atalaya vi otras explosiones en el centro de la ciudad. Cuando terminó el espectáculo, eché un vistazo a la copa de la morera del jardín en la que sabía que había un nido de gorriones. Después de mi magro desayuno-mi madre no tenía para más-me encaramaría para ver si habían salido los pajaritos del huevo. Antes de bajar del árbol cogería unas hojas para alimentar a mis gusanos de seda en la caja de zapatos con agujeros en la tapa. No sabía que una bomba había caído en el piso que estaba al lado del de mis abuelos. En marzo de 1938, yo tenía siete años, el bombardeo de Barcelona se repitió varias veces. Aviones alemanes Helnkel con insignias españolas y pilotos italianos venían de Mallorca, territorio nacional, para sembrar terror y destrucción en nuestra ciudad. A excepción de los depósitos de petróleo-mi deleite-, no atacaron ningún objetivo de importancia militar. Era una reprise de lo que habían hecho el año anterior en la aldea vasca de Guernica. En todo caso, Barcelona era con mucho la ciudad más industrial e industriosa de la República española. Poco después del levantamiento nacional de Franco del 18 de julio de 1936, mi familia se había trasladado al suburbio de Pedralbes, al pie del cerro de Collserola que de norte a sur abraza a Barcelona contra el mar. El Figura 1.5. Boda de mis padres en 1929. La influencia de Santiago Ramón y Cajal En 1957, cuando contraje matrimonio con Elisabeth, su padre, el doctor Baladía, me regaló su copia de Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados (figura 1.6), el más famoso libro escrito por Cajal, el «sabio» de la mesa de mi padre. Este libro, en dos volúmenes, cubre la anatomía microscópica de casi cualquier parte del sistema nervioso de varias especies animales, en el desarrollo inicial y en el adulto. En términos de precisión, amplitud y cobertura del tema, no se ha publicado nada semejante nunca en ninguna parte, aunque los métodos modernos permiten mayor resolución que el microscopio óptico que utilizó Cajal. Una de las características más notables del libro son sus esmeradas ilustraciones, que consisten casi siempre en dibujos a mano.
Consecuencia n ih ilis ta (la creencia en la falta de valor), tumo resultado de la apreciación mo... more Consecuencia n ih ilis ta (la creencia en la falta de valor), tumo resultado de la apreciación moral: hemos perdido el jiii.sto por lo egoísta (aun después de comprender la imposi bilidad de lo no egoísta); hemos perdido el gusto de lo ne cesario (aun después de comprender la imposibilidad de un h h e ru m a r b itr iu m y de una «libertad inteligible»). Vemos que no alcanzamos la esfera en que hemos situado n u e s tr o s va lores, con lo cual la otra esfera, en la que vivimos, de ninguna lumia ha ganado en valor: por el contrario, estamos cansa dos, porque hemos perdido el impulso principal. «¡Todo ha sillo inútil hasta ahora!» 9 lil pesimismo como preforma del nihilismo.
Un carrero trajo dos días después las cosas del forastero, cuyo nombre era Harry Haller, Un baúl ... more Un carrero trajo dos días después las cosas del forastero, cuyo nombre era Harry Haller, Un baúl muy hermoso de piel me hizo una buena impresión, y otro gran baúl aplastado, de camarote, hacía pensar en largos viajes anteriores, por lo menos tenia pegadas etiquetas amarillentas de hoteles y sociedades de transporte de diversos países, hasta transoceánicos.
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Drafts by damian gouveia