La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os
anunciamos” (1 ... more La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos” (1 P 1, 25: cf. Is 40, 8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías, nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Dios ha pronunciado su palabra eterna de un modo humano; su Verbo “se hizo carne” (Jn 1, 14). Ésta es la buena noticia.
La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os
anunciamos” (1 ... more La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos” (1 P 1, 25: cf. Is 40, 8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías, nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Dios ha pronunciado su palabra eterna de un modo humano; su Verbo “se hizo carne” (Jn 1, 14). Ésta es la buena noticia.
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anunciamos” (1 P 1, 25: cf. Is 40, 8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las
palabras del profeta Isaías, nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo
mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el
tiempo. Dios ha pronunciado su palabra eterna de un modo humano; su Verbo “se hizo carne”
(Jn 1, 14). Ésta es la buena noticia.
anunciamos” (1 P 1, 25: cf. Is 40, 8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las
palabras del profeta Isaías, nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo
mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el
tiempo. Dios ha pronunciado su palabra eterna de un modo humano; su Verbo “se hizo carne”
(Jn 1, 14). Ésta es la buena noticia.