Papers by Pablo Hupert

Primer Encuentro Interdisciplinario de Educación Popular en América Latina, 2023
En Paulo Freire, la educación popular estaba supeditada a la revolución social. “La educación pro... more En Paulo Freire, la educación popular estaba supeditada a la revolución social. “La educación problematizadora no es una fijación reaccionaria, es futuro revolucionario. De ahí que sea profética y, como tal, esperanzada” (Pedagogía del oprimido, de 1970). En la educación popular de hoy, esa subordinación está aun presente. Así, en 2016 un bachillerato popular de Buenos Aires (llamado IMPA) citaba a Marina Ampudia, que decía en 2008: “Entendemos que la meta no es observar, diagnosticar ni incluir a los sectores sociales considerados desfavorecidos, sino promover y ser parte de la construcción de verdaderos sujetos políticos que puedan constituirse como núcleo central de un nuevo proceso de transformación donde el trabajo se rebele a los múltiples mecanismos de subordinación del capital.”
Esta subordinación de nuestra actividad como educadores populares a una utopía o a una revolución social futura tiene costos serios para el proceso de educación popular en que andamos. El costo es no ver la politicidad de la educación popular, su carácter político. Se sigue viendo la politicidad donde estaba en tiempos de Pedagogía del oprimido: en la superestructura estatal. Y se la mide según el poder de incidir en ella. No se ve la politicidad en la producción de subjetividad que realiza la educación popular cotidianamente. Y no se la percibe según la potencia que esta subjetividad despliega. Afirmamos que el carácter emancipatorio de la educación popular no está tanto en lo que pueda conseguir en el futuro en lo relativo al desarrollo de una conciencia de clase sino en lo que consigue en el presente de su situación, que son crecimientos individuales y grupales y producción de comunes, producción de un estar siendo colectivo que no se da en los sistemas educativos estatales ni en la participación en el mercado. Y esto vale tanto para educadores como para educandos.
Intentaremos leer de esta manera una experiencia concreta de autogestión educativa de educación popular en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y las potencias que se producen en ella. El desafío es poder pensar la educación popular como una afirmación potente y no como una práctica manca que se va a completar después y afuera de la escuela o del espacio de educación popular de que se trate. Proponemos pensar la educación popular desde la potencia y no desde el poder, y menos aun desde la carencia de poder.
Por doquier oímos decir que la política ha quedado reducida a marketing electoral. Es común inclu... more Por doquier oímos decir que la política ha quedado reducida a marketing electoral. Es común incluso que lo repitamos. Lo que no es tan común es extraer las consecuencias de ello y que leamos el escenario político actual según ese enunciado. El propósito de estas páginas es leer algunas prácticas políticas recurrentes de las elecciones argentinas de octubre de 2007 para aportar a pensar el carácter político de la política de la hora. Por lo pronto, adelantemos que es una política posnacional, que no es de representación sino de satisfacción, que no vincula, que no busca el voto de ciudadanos sino de consumidores, que es una pospolítica.Jornadas realizadas junto con el I Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales.Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educació

Escuela e implicación subjetiva, 2020
La idea es continuar el pensamiento de Ignacio Lewkowicz, y no cuestionarlo. Intentamos tomar not... more La idea es continuar el pensamiento de Ignacio Lewkowicz, y no cuestionarlo. Intentamos tomar nota de derivas pos-2002.
Si atendemos a las experiencias educativas que ‘salen bien’, el problema hoy no es, en el galpón, instituir algo, sino, en la astitución, implicar a algunos.
Hoy no solo necesitamos ir más allá de supuestos anacrónicos sino también de imágenes actuales.
Para pensar qué es una astitución, debemos pensarla en su medio, que es el Estado posnacional, una forma estatal diferente del Estado técnico-administrativo. En él, arriesgo, no hay galpones (o instituciones destituidas) sino astituciones o interfaces.
La forma astitucional o interfácica favorece la multiplicación inorgánica del sistema educativo. Esta inorganicidad es un vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
A la vez, para pensar una interfaz, debemos pensarla en su medio, que es la red y la hiperconectividad ubicua. Esta ubicuidad estimula la baja implicación subjetiva y es el otro vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
¿Cómo aumentar la capacidad de hacer de la escuela? Tomo la noción de plataforma –que es una forma de relación entre interfaces económicas, informáticas y estatales que produce valor– como matriz posible de una relación en la interfaz escuela que produce potencia.

Anotaciones a la Historia de la sexualidad, de MF, 1999
Lo primero que debo decir es que la adopción del modo de organización del texto que llamo “anotac... more Lo primero que debo decir es que la adopción del modo de organización del texto que llamo “anotaciones” surgió tanto al encarar Historia de la sexualidad I como al ser encarado por ella. Si, como suele decirse, toda lectura es una escritura, toda “escrituración” de lo leído es el trabajo de una afectación. Dicho de otra forma, una lectura escribe aquello con lo cual una subjetividad se conecta al leer. Dicho más radicalmente, la escritura es eso que una lectura produce de sujeto en el sujeto que lee; el sujeto lee –escribe– lo que lo produce como tal. Las anotaciones son, pues, no sólo un modo de acomodar los enunciados sino el modo de su misma producción; las anotaciones no sólo muestran las hipótesis, las posiciones o los resultados de una investigación sino el mismo recorrido de la subjetividad que investiga y se investiga. Jugando con las palabras: una lectura / escritura (una producción subjetiva) anota lo que es de nota en el movimiento de producción subjetiva.

Artefactos Revista, 2019
Sin Fundamento y sin punto cero, organizaciones sociales, amistades, escuelas, familias, colectiv... more Sin Fundamento y sin punto cero, organizaciones sociales, amistades, escuelas, familias, colectivos artísticos y otros comunes se encuentran en la necesidad de organizar su sociabilidad singular, su convivencia.
La autoridad, con Arendt y Revault, sería una relación disimétrica que, aunque suela aparecer como una de mando-obediencia, arraiga en el puro vivir juntos “pre-jurídico” y “horizontal”, pues le da una configuración (un lazo) y un ámbito de encuentro espacial y temporal. Esa relación, que también se nos aparece como bipolar, no lo es tanto, pues relaciona ambos polos con una trascendencia que le da vigor. Sin este vigor, diría Revault, la fragilidad de todo lo que hacemos los mortales se hace demasiado patente y el lazo social corre peligro, como asimismo cada mortal, cada acto y cada trato, que ya no tendrían dónde encontrar su significatividad. La autoridad, con su vigor, los valida. Eso, por un lado; por otro, forma el ámbito donde la pluralidad del vivir juntos encuentra un espacio de despliegue y elaboración –un espacio de enlace. La autoridad así definida liga diferentes momentos en un tiempo común. Mundo y tiempo comunes son posibles, según Revault, gracias a la relación de autoridad; sería ésta la que los construye y configura. Y –es esto lo que nos interpela– mundo y tiempo comunes son condición de los encuentros del común.
La constitución del común, el proceso constituyente que todo común es, necesita algún tipo de autoridad: por ejemplo, que cuando la asamblea decide algo, su resolución constituya, al menos hasta la próxima asamblea, “más que una opinión y menos que una orden.” Un común, su constitución, su proceso, necesitan: algún tipo de “guía” o guías como el maestro ignorante rancieriano, algún tipo de permanencia (que es también una temporalidad propia), algún tipo de espacio de encuentro y afectación mutua (presencial o virtual). Ignoramos concretamente cómo, y habremos de investigarlo, pero sí sabemos que esos procesos lo hacen sin Fundamento y sin la idealidad moderna.

El desguace del Estado argentino emprendido desde la Dictadura tuvo efectos no solo económicos, t... more El desguace del Estado argentino emprendido desde la Dictadura tuvo efectos no solo económicos, tampoco solo sociales, sino también políticos. En este trabajo, propo-nemos un marco para significar la experiencia de las mutaciones en el modo en que se relaciona el Estado con la sociedad. Tras la reforma neoliberal de la Constitución, con la intervención popular de 2001, la liga representativa entre Estado y sociedad argentinos ha oscilado entre la inexistencia y la precariedad. Emerge entonces la pregunta: ¿cómo caracterizar la actual relación Estado-sociedad?
Aparece así la noción de pospolítica. La lectura de las elecciones de 2007 nos per-mitirá extraer conclusiones como esas y discernir qué no podemos esperar de la política actual. Por ejemplo: en las elecciones del 28 de octubre se presentaron 239 partidos po-líticos y 104 alianzas. La proporción de alianzas entre partidos fue muy alta y la cantidad de listas también; esto significa fragmentación y dispersión partidaria. Vemos cómo la lógica mercantil de ampliar la variedad para seguir vendiendo también funcionó en las elecciones. Hoy los partidos no son de representación sino de satisfacción, pues la política no es de representación sino de marketing.
Palabras clave: Imagen, imaginal, dispositivo, expresión, representación Resumen El pasaje de la ... more Palabras clave: Imagen, imaginal, dispositivo, expresión, representación Resumen El pasaje de la modernidad sólida a la "modernidad líquida" (Bauman, 1999) o del pensamiento con Estadonación al pensamiento "sin Estado" tiene profusos efectos que obligan a la teoría social a repensarse. Algunos de esos efectos son semióticos y subjetivos. Proponemos pensar lo imaginal como un dispositivo de conexión y recombinación celulares e introducción en la red del "semiocapital" (Berardi, 2007) más que de imágenes en sentido icónico o visual. Lo imaginal no puede pensarse como solía pensarse lo ideológico o lo imaginario: como una instancia separada y más o menos ilusoria del relacionamiento social efectivo, sino en sus "intersticios" (Dipaola, 2011).
Conference Presentations by Pablo Hupert

Del poder como autoridad al orden sin autoridad, 2019
Al estudiar el clásico weberiano Economía y sociedad, encontramos que dominación y autoridad son ... more Al estudiar el clásico weberiano Economía y sociedad, encontramos que dominación y autoridad son tratados como sinónimos. Esa sinonimia, que hace un siglo era autoevidente, hoy, para entender las formas de gubernamentalidad, debe ser cuestionada. En nuestros tiempos existe dominación sin autoridad. En este trabajo revisaremos algunos supuestos básicos de la noción de autoridad que no se constatan en los dispositivos de gubernamentalidad contemporáneos. Por un lado, la obediencia suponía, según Kojève, una renuncia consciente a reaccionar contra la autoridad. Por otro lado, la autoridad requería, según Hobbes, una representación unificada de los subalternos por parte del mandante. Además, el dominio de una autoridad mostraba, según Weber, órdenes expresas. Estos supuestos, entre otros, no se ven corroborados en las formas contemporáneas de gobernar. El poder de comando u orientación de las conductas no se expresa entonces como poder de mando; en otras palabras, el poder no funciona personificándose como autoridad. El colectivo Tiqqun resume la mutación de la confusión entre autoridad y dominación diciendo que la hipótesis cibernética (que es una de las formas de la gubernamentalidad contemporánea) es “la política del fin de la política”. Este gobierno sin autoridad no significa que vivamos un paraíso de emancipación sino solamente que han variado las formas de dominación.
Palabras claves: gubernamentalidad contemporánea, autoridad, representación.
Uploads
Papers by Pablo Hupert
Esta subordinación de nuestra actividad como educadores populares a una utopía o a una revolución social futura tiene costos serios para el proceso de educación popular en que andamos. El costo es no ver la politicidad de la educación popular, su carácter político. Se sigue viendo la politicidad donde estaba en tiempos de Pedagogía del oprimido: en la superestructura estatal. Y se la mide según el poder de incidir en ella. No se ve la politicidad en la producción de subjetividad que realiza la educación popular cotidianamente. Y no se la percibe según la potencia que esta subjetividad despliega. Afirmamos que el carácter emancipatorio de la educación popular no está tanto en lo que pueda conseguir en el futuro en lo relativo al desarrollo de una conciencia de clase sino en lo que consigue en el presente de su situación, que son crecimientos individuales y grupales y producción de comunes, producción de un estar siendo colectivo que no se da en los sistemas educativos estatales ni en la participación en el mercado. Y esto vale tanto para educadores como para educandos.
Intentaremos leer de esta manera una experiencia concreta de autogestión educativa de educación popular en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y las potencias que se producen en ella. El desafío es poder pensar la educación popular como una afirmación potente y no como una práctica manca que se va a completar después y afuera de la escuela o del espacio de educación popular de que se trate. Proponemos pensar la educación popular desde la potencia y no desde el poder, y menos aun desde la carencia de poder.
Si atendemos a las experiencias educativas que ‘salen bien’, el problema hoy no es, en el galpón, instituir algo, sino, en la astitución, implicar a algunos.
Hoy no solo necesitamos ir más allá de supuestos anacrónicos sino también de imágenes actuales.
Para pensar qué es una astitución, debemos pensarla en su medio, que es el Estado posnacional, una forma estatal diferente del Estado técnico-administrativo. En él, arriesgo, no hay galpones (o instituciones destituidas) sino astituciones o interfaces.
La forma astitucional o interfácica favorece la multiplicación inorgánica del sistema educativo. Esta inorganicidad es un vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
A la vez, para pensar una interfaz, debemos pensarla en su medio, que es la red y la hiperconectividad ubicua. Esta ubicuidad estimula la baja implicación subjetiva y es el otro vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
¿Cómo aumentar la capacidad de hacer de la escuela? Tomo la noción de plataforma –que es una forma de relación entre interfaces económicas, informáticas y estatales que produce valor– como matriz posible de una relación en la interfaz escuela que produce potencia.
La autoridad, con Arendt y Revault, sería una relación disimétrica que, aunque suela aparecer como una de mando-obediencia, arraiga en el puro vivir juntos “pre-jurídico” y “horizontal”, pues le da una configuración (un lazo) y un ámbito de encuentro espacial y temporal. Esa relación, que también se nos aparece como bipolar, no lo es tanto, pues relaciona ambos polos con una trascendencia que le da vigor. Sin este vigor, diría Revault, la fragilidad de todo lo que hacemos los mortales se hace demasiado patente y el lazo social corre peligro, como asimismo cada mortal, cada acto y cada trato, que ya no tendrían dónde encontrar su significatividad. La autoridad, con su vigor, los valida. Eso, por un lado; por otro, forma el ámbito donde la pluralidad del vivir juntos encuentra un espacio de despliegue y elaboración –un espacio de enlace. La autoridad así definida liga diferentes momentos en un tiempo común. Mundo y tiempo comunes son posibles, según Revault, gracias a la relación de autoridad; sería ésta la que los construye y configura. Y –es esto lo que nos interpela– mundo y tiempo comunes son condición de los encuentros del común.
La constitución del común, el proceso constituyente que todo común es, necesita algún tipo de autoridad: por ejemplo, que cuando la asamblea decide algo, su resolución constituya, al menos hasta la próxima asamblea, “más que una opinión y menos que una orden.” Un común, su constitución, su proceso, necesitan: algún tipo de “guía” o guías como el maestro ignorante rancieriano, algún tipo de permanencia (que es también una temporalidad propia), algún tipo de espacio de encuentro y afectación mutua (presencial o virtual). Ignoramos concretamente cómo, y habremos de investigarlo, pero sí sabemos que esos procesos lo hacen sin Fundamento y sin la idealidad moderna.
Aparece así la noción de pospolítica. La lectura de las elecciones de 2007 nos per-mitirá extraer conclusiones como esas y discernir qué no podemos esperar de la política actual. Por ejemplo: en las elecciones del 28 de octubre se presentaron 239 partidos po-líticos y 104 alianzas. La proporción de alianzas entre partidos fue muy alta y la cantidad de listas también; esto significa fragmentación y dispersión partidaria. Vemos cómo la lógica mercantil de ampliar la variedad para seguir vendiendo también funcionó en las elecciones. Hoy los partidos no son de representación sino de satisfacción, pues la política no es de representación sino de marketing.
Conference Presentations by Pablo Hupert
Palabras claves: gubernamentalidad contemporánea, autoridad, representación.
Esta subordinación de nuestra actividad como educadores populares a una utopía o a una revolución social futura tiene costos serios para el proceso de educación popular en que andamos. El costo es no ver la politicidad de la educación popular, su carácter político. Se sigue viendo la politicidad donde estaba en tiempos de Pedagogía del oprimido: en la superestructura estatal. Y se la mide según el poder de incidir en ella. No se ve la politicidad en la producción de subjetividad que realiza la educación popular cotidianamente. Y no se la percibe según la potencia que esta subjetividad despliega. Afirmamos que el carácter emancipatorio de la educación popular no está tanto en lo que pueda conseguir en el futuro en lo relativo al desarrollo de una conciencia de clase sino en lo que consigue en el presente de su situación, que son crecimientos individuales y grupales y producción de comunes, producción de un estar siendo colectivo que no se da en los sistemas educativos estatales ni en la participación en el mercado. Y esto vale tanto para educadores como para educandos.
Intentaremos leer de esta manera una experiencia concreta de autogestión educativa de educación popular en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y las potencias que se producen en ella. El desafío es poder pensar la educación popular como una afirmación potente y no como una práctica manca que se va a completar después y afuera de la escuela o del espacio de educación popular de que se trate. Proponemos pensar la educación popular desde la potencia y no desde el poder, y menos aun desde la carencia de poder.
Si atendemos a las experiencias educativas que ‘salen bien’, el problema hoy no es, en el galpón, instituir algo, sino, en la astitución, implicar a algunos.
Hoy no solo necesitamos ir más allá de supuestos anacrónicos sino también de imágenes actuales.
Para pensar qué es una astitución, debemos pensarla en su medio, que es el Estado posnacional, una forma estatal diferente del Estado técnico-administrativo. En él, arriesgo, no hay galpones (o instituciones destituidas) sino astituciones o interfaces.
La forma astitucional o interfácica favorece la multiplicación inorgánica del sistema educativo. Esta inorganicidad es un vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
A la vez, para pensar una interfaz, debemos pensarla en su medio, que es la red y la hiperconectividad ubicua. Esta ubicuidad estimula la baja implicación subjetiva y es el otro vector de la circunstancia en la que debemos hacer –esto es: armar situación, vincularnos.
¿Cómo aumentar la capacidad de hacer de la escuela? Tomo la noción de plataforma –que es una forma de relación entre interfaces económicas, informáticas y estatales que produce valor– como matriz posible de una relación en la interfaz escuela que produce potencia.
La autoridad, con Arendt y Revault, sería una relación disimétrica que, aunque suela aparecer como una de mando-obediencia, arraiga en el puro vivir juntos “pre-jurídico” y “horizontal”, pues le da una configuración (un lazo) y un ámbito de encuentro espacial y temporal. Esa relación, que también se nos aparece como bipolar, no lo es tanto, pues relaciona ambos polos con una trascendencia que le da vigor. Sin este vigor, diría Revault, la fragilidad de todo lo que hacemos los mortales se hace demasiado patente y el lazo social corre peligro, como asimismo cada mortal, cada acto y cada trato, que ya no tendrían dónde encontrar su significatividad. La autoridad, con su vigor, los valida. Eso, por un lado; por otro, forma el ámbito donde la pluralidad del vivir juntos encuentra un espacio de despliegue y elaboración –un espacio de enlace. La autoridad así definida liga diferentes momentos en un tiempo común. Mundo y tiempo comunes son posibles, según Revault, gracias a la relación de autoridad; sería ésta la que los construye y configura. Y –es esto lo que nos interpela– mundo y tiempo comunes son condición de los encuentros del común.
La constitución del común, el proceso constituyente que todo común es, necesita algún tipo de autoridad: por ejemplo, que cuando la asamblea decide algo, su resolución constituya, al menos hasta la próxima asamblea, “más que una opinión y menos que una orden.” Un común, su constitución, su proceso, necesitan: algún tipo de “guía” o guías como el maestro ignorante rancieriano, algún tipo de permanencia (que es también una temporalidad propia), algún tipo de espacio de encuentro y afectación mutua (presencial o virtual). Ignoramos concretamente cómo, y habremos de investigarlo, pero sí sabemos que esos procesos lo hacen sin Fundamento y sin la idealidad moderna.
Aparece así la noción de pospolítica. La lectura de las elecciones de 2007 nos per-mitirá extraer conclusiones como esas y discernir qué no podemos esperar de la política actual. Por ejemplo: en las elecciones del 28 de octubre se presentaron 239 partidos po-líticos y 104 alianzas. La proporción de alianzas entre partidos fue muy alta y la cantidad de listas también; esto significa fragmentación y dispersión partidaria. Vemos cómo la lógica mercantil de ampliar la variedad para seguir vendiendo también funcionó en las elecciones. Hoy los partidos no son de representación sino de satisfacción, pues la política no es de representación sino de marketing.
Palabras claves: gubernamentalidad contemporánea, autoridad, representación.