Papers by OTONIEL KASTILLO

Se me perdonará que arranque con un recuerdo personal. Cuando allá en los lejanos tiempos de la e... more Se me perdonará que arranque con un recuerdo personal. Cuando allá en los lejanos tiempos de la escuela se nos mandaba hacer el comentario de un poema, era rara la vez que acertábamos con el tema. Describir la estructura métrica, incluso descubrir las figuras nos resultaba relativamen-te fácil a los pocos que teníamos algún interés en aquella tarea crítica primeriza: bastaba con poseer un poco de memoria, entender los ejemplos y haber practicado mínimamente. Sin embargo, el tema siempre se nos escurría. Nuestra perplejidad, además, llegaba a extremos mayúsculos cuan-do aparecían como candidatos temas lo suficientemente dispares como para dar la impresión de que no hablábamos del mismo poema. A veces inclu-so ni siquiera las personas mayores se ponían de acuerdo sobre la cuestión temática. El caso es que habitualmente acabábamos con la mente confusa, y cada vez más vacilantes a la hora de emprender el siguiente comentario. Y esa era otra, porque la determinación del tema constaba generalmente como uno de las primeros puntos en nuestros infantiles esquemas de co-mentario. Debido a situación tan privilegiada, entendíamos que con la asig-nación de tema se nos pedía algo que de manera escueta comprendiera el significado global del poema (incluso en ocasiones se definía en esos tér-minos o parecidos). Pero nosotros, sin conocer todavía a Tolstoy ni a Ana Karenina, intuíamos que lo que quería decir el texto era lo que decía. Otras veces se nos presentaba el tema como aquello de lo que hablaba el texto, pero aquí surgía el problema de que ciertos poemas hablaban de diversas cosas a la vez. Otros poemas, por su parte, si eran abarcados con una eti-queta demasiado extensa, no decían absolutamente nada. Si apuntábamos que el tema de un poema era el amor, bajo esa descripción cabían millo-nes de poemas de la literatura universal, y lo mismo pasaba con la muer-te; así que por ese camino no íbamos a ningún sitio. Si descendíamos a detalles más concretos y escribíamos, por ejemplo, que un poema trataba de los ojos de la amada, ahí también se presentaba toda una legión de candidatos para ocupar plaza. Cabía el soneto de Garcilaso que comienza (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc)
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