Este manual esta destinado especialmente a los alumnos que estudian la asignatura de Historia del... more Este manual esta destinado especialmente a los alumnos que estudian la asignatura de Historia del Arte, pero tambien a todos aquellos interesados en tener una vision de conjunto sobre esta materia. Consiste en un trabajo de sintesis que aborda el proceso historico-artistico desde la antiguedad hasta el siglo XX, estableciendo relaciones entre unas epocas y otras. Pretende ser un complemento docente para las clases, que asi podran recibir en mayor medida una orientacion practica.
Cuando rondaba esa inquieta y trascendental edad que son los treinta, Leonardo da Vinci escribió ... more Cuando rondaba esa inquieta y trascendental edad que son los treinta, Leonardo da Vinci escribió una carta al señor de Milán en la que enumeraba las razones por las que este debía proporcionarle un empleo. Había disfrutado de cierto éxito como pintor en Florencia, pero encontró problemas para terminar sus encargos y buscaba nuevos horizontes. En los diez primeros párrafos, Leonardo se jactaba de sus habilidades en ingeniería, sin olvidar su capacidad para proyectar y diseñar puentes, canales, cañones, carros acorazados y edificios públicos. No fue hasta el «undécimo» párrafo, al final, que añadió que, además, era artista: «También puedo esculpir en mármol, bronce y yeso, así como pintar, cualquier cosa tan bien como el mejor, sea quien sea».[1] (Figura 1). No mentía. Con el tiempo, realizaría dos de las pinturas más célebres de la historia: la Última cena y la Mona Lisa; pero Leonardo se consideraba asimismo, y por igual, ingeniero y científico. Con una pasión lúdica y obsesiva, realizó estudios innovadores de anatomía, de fósiles, de pájaros, del corazón humano, de máquinas voladoras, de óptica, de botánica, de geología, de corrientes de agua y de armamento. Así se convirtió en el arquetipo del hombre del Renacimiento, una inspiración para todos los que creen que «las infinitas obras de la naturaleza», por citar al propio Leonardo, se hallan entretejidas en un todo lleno de maravillosos patrones. [2] Su capacidad para combinar arte y ciencia, simbolizada por su dibujo de un hombre completamente proporcionado con los brazos extendidos dentro de un círculo y un cuadrado, conocido como el Hombre de Vitruvio, lo convirtió en el genio más innovador de la historia. árbol situado a lo lejos y otro más cerca intentaba visualizar las líneas de perspectiva. Cuando veía un remolino de agua, lo comparaba con un rizo. Cuando no podía entender un concepto matemático, hacía lo posible por proyectarlo mentalmente. Cuando veía a los asistentes a una cena, estudiaba la relación de sus movimientos con sus emociones. Cuando veía cómo unos labios esbozaban una sonrisa, trataba de comprender sus misterios interiores. No, no estuve ni cerca de ser Leonardo, de dominar sus ideas o de alcanzar una ínfima parte de su talento. Tampoco logré ni por asomo diseñar un planeador, inventar una nueva forma de trazar mapas o pintar la Mona Lisa. Debí hacer un esfuerzo por interesarme de veras por la lengua del pájaro carpintero. Sin embargo, lo que sí aprendí de Leonardo fue que el deseo de maravillarnos ante el mundo que a diario se nos presenta puede enriquecer cada instante de nuestras vidas. Existen tres grandes biografías antiguas de Leonardo escritas por autores que fueron casi sus contemporáneos. El pintor Giorgio Vasari, nacido en 1511 (ocho años antes de la muerte de Leonardo), escribió en 1550 el primer libro de historia del arte, Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros días, de la que publicó una versión revisada en 1568 (Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos) que introducía correcciones basadas en entrevistas con personas que habían conocido a Leonardo, como su discípulo Francesco Melzi.[13] Vasari, que era un acérrimo florentino, se deshace en elogios hacia Leonardo y, sobre todo, hacia Miguel Ángel, por ser ambos los creadores de lo que califica, por primera vez en un texto impreso, de «renacimiento» artístico.[14] Como dijo Huckleberry Finn acerca de Mark Twain, Vasari exageró algunas cosas, pero, en lo sustancial, contaba la verdad. El resto constituye una mezcla de chismes, adornos, invenciones y errores involuntarios. El problema consiste en saber a qué categoría pertenecen sus anécdotas más pintorescas, como que el maestro de Leonardo, admirado por las dotes de su discípulo, renunciara a la pintura. Un manuscrito anónimo escrito en la década de 1540, conocido como Anónimo Gaddiano debido a la familia a la que perteneció, contiene sabrosas anécdotas sobre Leonardo y otros florentinos. Una vez más, algunas de sus afirmaciones, como que Leonardo vivió y trabajó con Lorenzo de Médicis, pueden no ajustarse a la realidad, pero proporciona detalles llenos de viveza que parecen verosímiles, por ejemplo, que a Leonardo le gustaba vestir túnicas rosadas hasta la rodilla, aunque los demás en aquella época llevaran prendas largas.[15] Una tercera fuente temprana es Giovanni Paolo Lomazzo, un pintor que se convirtió en escritor tras quedarse ciego. En 1560 escribió un libro que no llegó a publicar, titulado Gli sogni e ragionamenti, y, más adelante, en 1584, vio la luz un voluminoso tratado sobre arte. Lomazzo era discípulo de un pintor que había conocido a Leonardo y entrevistó a Melzi, que fue alumno de Leonardo, por lo que tuvo acceso a algunas anécdotas de primera mano. Lomazzo resulta muy elocuente al hablar de las preferencias sexuales de Leonardo. Además, contamos con textos biográficos más breves en los escritos de dos contemporáneos de Leonardo: Antonio Billi, un comerciante florentino, y Paolo Giovio, un médico e historiador italiano. Muchos de estos textos antiguos mencionan el aspecto físico y la personalidad de Leonardo. Lo describen como un hombre de belleza y gracia llamativas. Tenía una larga cabellera de rizos de un rubio dorado, constitución atlética, una notable fuerza física y un porte elegante que destacaba en sus paseos por la ciudad con su colorido atuendo, a pie o a caballo. «Bello como persona y de aspecto, Leonardo estaba bien proporcionado y parecía elegante», según el Anónimo Gaddiano. También era un ameno conversador y un amante de la naturaleza, conocido por ser dulce y amable tanto con las personas como con los animales. Existen menos puntos de acuerdo sobre ciertos detalles. Durante mi investigación descubrí que muchos hechos acerca de la vida de Leonardo, desde el lugar donde nació hasta cómo murió, han sido debatidos, mitificados y rodeados de misterio. He tratado de hacer balance de todo ello lo mejor que he podido y, después, he descrito las disputas y las respuestas en las notas. Asimismo descubrí, al principio con estupor y luego con satisfacción, que Leonardo no siempre era un gigante. Cometía errores. Se iba por la tangente, en sentido literal, enfrascado en problemas matemáticos que no consistían sino en un mero pasatiempo. No hace falta recordar que dejó muchos cuadros inacabados, en especial la Adoración de los Reyes, San Jerónimo y la Batalla de Anghiari. La consecuencia se traduce en que hoy se conservan solo unas quince obras que pueden ser, total o parcialmente, atribuidas a él. [16] Aunque la mayoría de sus contemporáneos lo considerasen amistoso y afable, Leonardo se muestra a veces oscuro y angustiado. Sus cuadernos y dibujos ofrecen una ventana a su mente febril, imaginativa, maniaca y, en ocasiones, exaltada. Si hubiera sido un estudiante de principios del siglo XXI, podrían haberle recetado medicamentos para aliviar sus cambios de humor y su trastorno de déficit de atención. No resulta necesario estar de acuerdo con el tópico del artista como genio atormentado para creer que parece una suerte que Leonardo no contase con ayuda externa para ahuyentar a sus demonios mientras invocaba a sus dragones. En uno de los peculiares acertijos que contienen sus cuadernos, encontramos el siguiente enigma: «Surgen enormes figuras de aspecto humano y, cuanto más te acercas a ellas, más disminuye su inmenso tamaño». La solución es: «La sombra que proyecta un hombre de noche con una luz».[17] Aunque lo mismo pudiera decirse de Leonardo, no creo que su talla se acorte al descubrirse su condición humana. Tanto su sombra como su realidad se hacen acreedoras de grandeza. Sus fallos y excentricidades nos permiten identificarnos con él, sentir que podemos emularlo y apreciar aún más sus momentos de éxito. El siglo XV de Leonardo, de Colón y de Gutenberg fue una época de descubrimientos, de exploración y de difusión del conocimiento mediante las nuevas tecnologías; en definitiva, parecida a la nuestra. Por eso tenemos mucho que aprender de Leonardo. Su capacidad de combinar el arte, la ciencia, la tecnología, las humanidades y la imaginación sigue resultando una fórmula imperecedera para la creatividad. Al igual que la poca importancia que daba al hecho de ser un inadaptado: bastardo, homosexual, vegetariano, zurdo, distraído y, a veces, herético. Florencia prosperó en el siglo XV porque se sentía cómoda con personas así. Ante todo, la curiosidad y el afán de experimentación sin límites de Leonardo nos recuerdan la importancia de inculcar en nosotros y en nuestros hijos no solo el conocimiento, sino también la voluntad de cuestionarlo, de ser imaginativos y -como los inadaptados y los rebeldes con talento de cualquier época-de pensar de forma diferente. 1 Infancia DA VINCI Leonardo da Vinci tuvo suerte de nacer fuera del matrimonio. De lo contrario, le habría correspondido ser notario, como todos los hijos primogénitos legítimos de su familia desde hacía por lo menos cinco generaciones. Las raíces de su familia se remontan a principios del siglo XIV, cuando su tatarabuelo, Michele, ejercía de notario en la localidad de Vinci, a unos veinte kilómetros al oeste de Florencia.(1) Con el auge de la economía mercantil en Italia, los notarios desempeñaban un importante papel en la redacción de contratos comerciales, escrituras de ventas de tierras, testamentos y otros documentos escritos en latín, con frecuencia salpicados de alusiones históricas y de devaneos literarios. Como notario, Michele tenía derecho al tratamiento de «ser», por lo cual le llamaban ser Michele da Vinci. Su hijo y su nieto cosecharon un éxito aún mayor como notarios y el segundo obtuvo el cargo de canciller de Florencia. Su sucesor, Antonio, era un verso suelto. Usaba el título de ser y se casó con la hija de un notario, pero, al parecer, carecía de la ambición de los Da Vinci y pasó la mayor parte de su existencia viviendo de las rentas de las...
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o trans... more Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse utilizando medios electrónicos o mecánicos, por fotocopia, grabación, información, anulado u otro sistema sin permiso por escrito del editor.
Expresionismo alemán 173 2.6. La Abstracción 175 2.7. El Dadaísmo 176 2.8. El Surrealismo 177 2.9... more Expresionismo alemán 173 2.6. La Abstracción 175 2.7. El Dadaísmo 176 2.8. El Surrealismo 177 2.9. El Funcionalismo 181 2.10. Últimas tendencias 184 BIBLIOGRAFÍA 187 ÍN DI CE INICIO
Este manual esta destinado especialmente a los alumnos que estudian la asignatura de Historia del... more Este manual esta destinado especialmente a los alumnos que estudian la asignatura de Historia del Arte, pero tambien a todos aquellos interesados en tener una vision de conjunto sobre esta materia. Consiste en un trabajo de sintesis que aborda el proceso historico-artistico desde la antiguedad hasta el siglo XX, estableciendo relaciones entre unas epocas y otras. Pretende ser un complemento docente para las clases, que asi podran recibir en mayor medida una orientacion practica.
Cuando rondaba esa inquieta y trascendental edad que son los treinta, Leonardo da Vinci escribió ... more Cuando rondaba esa inquieta y trascendental edad que son los treinta, Leonardo da Vinci escribió una carta al señor de Milán en la que enumeraba las razones por las que este debía proporcionarle un empleo. Había disfrutado de cierto éxito como pintor en Florencia, pero encontró problemas para terminar sus encargos y buscaba nuevos horizontes. En los diez primeros párrafos, Leonardo se jactaba de sus habilidades en ingeniería, sin olvidar su capacidad para proyectar y diseñar puentes, canales, cañones, carros acorazados y edificios públicos. No fue hasta el «undécimo» párrafo, al final, que añadió que, además, era artista: «También puedo esculpir en mármol, bronce y yeso, así como pintar, cualquier cosa tan bien como el mejor, sea quien sea».[1] (Figura 1). No mentía. Con el tiempo, realizaría dos de las pinturas más célebres de la historia: la Última cena y la Mona Lisa; pero Leonardo se consideraba asimismo, y por igual, ingeniero y científico. Con una pasión lúdica y obsesiva, realizó estudios innovadores de anatomía, de fósiles, de pájaros, del corazón humano, de máquinas voladoras, de óptica, de botánica, de geología, de corrientes de agua y de armamento. Así se convirtió en el arquetipo del hombre del Renacimiento, una inspiración para todos los que creen que «las infinitas obras de la naturaleza», por citar al propio Leonardo, se hallan entretejidas en un todo lleno de maravillosos patrones. [2] Su capacidad para combinar arte y ciencia, simbolizada por su dibujo de un hombre completamente proporcionado con los brazos extendidos dentro de un círculo y un cuadrado, conocido como el Hombre de Vitruvio, lo convirtió en el genio más innovador de la historia. árbol situado a lo lejos y otro más cerca intentaba visualizar las líneas de perspectiva. Cuando veía un remolino de agua, lo comparaba con un rizo. Cuando no podía entender un concepto matemático, hacía lo posible por proyectarlo mentalmente. Cuando veía a los asistentes a una cena, estudiaba la relación de sus movimientos con sus emociones. Cuando veía cómo unos labios esbozaban una sonrisa, trataba de comprender sus misterios interiores. No, no estuve ni cerca de ser Leonardo, de dominar sus ideas o de alcanzar una ínfima parte de su talento. Tampoco logré ni por asomo diseñar un planeador, inventar una nueva forma de trazar mapas o pintar la Mona Lisa. Debí hacer un esfuerzo por interesarme de veras por la lengua del pájaro carpintero. Sin embargo, lo que sí aprendí de Leonardo fue que el deseo de maravillarnos ante el mundo que a diario se nos presenta puede enriquecer cada instante de nuestras vidas. Existen tres grandes biografías antiguas de Leonardo escritas por autores que fueron casi sus contemporáneos. El pintor Giorgio Vasari, nacido en 1511 (ocho años antes de la muerte de Leonardo), escribió en 1550 el primer libro de historia del arte, Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros días, de la que publicó una versión revisada en 1568 (Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos) que introducía correcciones basadas en entrevistas con personas que habían conocido a Leonardo, como su discípulo Francesco Melzi.[13] Vasari, que era un acérrimo florentino, se deshace en elogios hacia Leonardo y, sobre todo, hacia Miguel Ángel, por ser ambos los creadores de lo que califica, por primera vez en un texto impreso, de «renacimiento» artístico.[14] Como dijo Huckleberry Finn acerca de Mark Twain, Vasari exageró algunas cosas, pero, en lo sustancial, contaba la verdad. El resto constituye una mezcla de chismes, adornos, invenciones y errores involuntarios. El problema consiste en saber a qué categoría pertenecen sus anécdotas más pintorescas, como que el maestro de Leonardo, admirado por las dotes de su discípulo, renunciara a la pintura. Un manuscrito anónimo escrito en la década de 1540, conocido como Anónimo Gaddiano debido a la familia a la que perteneció, contiene sabrosas anécdotas sobre Leonardo y otros florentinos. Una vez más, algunas de sus afirmaciones, como que Leonardo vivió y trabajó con Lorenzo de Médicis, pueden no ajustarse a la realidad, pero proporciona detalles llenos de viveza que parecen verosímiles, por ejemplo, que a Leonardo le gustaba vestir túnicas rosadas hasta la rodilla, aunque los demás en aquella época llevaran prendas largas.[15] Una tercera fuente temprana es Giovanni Paolo Lomazzo, un pintor que se convirtió en escritor tras quedarse ciego. En 1560 escribió un libro que no llegó a publicar, titulado Gli sogni e ragionamenti, y, más adelante, en 1584, vio la luz un voluminoso tratado sobre arte. Lomazzo era discípulo de un pintor que había conocido a Leonardo y entrevistó a Melzi, que fue alumno de Leonardo, por lo que tuvo acceso a algunas anécdotas de primera mano. Lomazzo resulta muy elocuente al hablar de las preferencias sexuales de Leonardo. Además, contamos con textos biográficos más breves en los escritos de dos contemporáneos de Leonardo: Antonio Billi, un comerciante florentino, y Paolo Giovio, un médico e historiador italiano. Muchos de estos textos antiguos mencionan el aspecto físico y la personalidad de Leonardo. Lo describen como un hombre de belleza y gracia llamativas. Tenía una larga cabellera de rizos de un rubio dorado, constitución atlética, una notable fuerza física y un porte elegante que destacaba en sus paseos por la ciudad con su colorido atuendo, a pie o a caballo. «Bello como persona y de aspecto, Leonardo estaba bien proporcionado y parecía elegante», según el Anónimo Gaddiano. También era un ameno conversador y un amante de la naturaleza, conocido por ser dulce y amable tanto con las personas como con los animales. Existen menos puntos de acuerdo sobre ciertos detalles. Durante mi investigación descubrí que muchos hechos acerca de la vida de Leonardo, desde el lugar donde nació hasta cómo murió, han sido debatidos, mitificados y rodeados de misterio. He tratado de hacer balance de todo ello lo mejor que he podido y, después, he descrito las disputas y las respuestas en las notas. Asimismo descubrí, al principio con estupor y luego con satisfacción, que Leonardo no siempre era un gigante. Cometía errores. Se iba por la tangente, en sentido literal, enfrascado en problemas matemáticos que no consistían sino en un mero pasatiempo. No hace falta recordar que dejó muchos cuadros inacabados, en especial la Adoración de los Reyes, San Jerónimo y la Batalla de Anghiari. La consecuencia se traduce en que hoy se conservan solo unas quince obras que pueden ser, total o parcialmente, atribuidas a él. [16] Aunque la mayoría de sus contemporáneos lo considerasen amistoso y afable, Leonardo se muestra a veces oscuro y angustiado. Sus cuadernos y dibujos ofrecen una ventana a su mente febril, imaginativa, maniaca y, en ocasiones, exaltada. Si hubiera sido un estudiante de principios del siglo XXI, podrían haberle recetado medicamentos para aliviar sus cambios de humor y su trastorno de déficit de atención. No resulta necesario estar de acuerdo con el tópico del artista como genio atormentado para creer que parece una suerte que Leonardo no contase con ayuda externa para ahuyentar a sus demonios mientras invocaba a sus dragones. En uno de los peculiares acertijos que contienen sus cuadernos, encontramos el siguiente enigma: «Surgen enormes figuras de aspecto humano y, cuanto más te acercas a ellas, más disminuye su inmenso tamaño». La solución es: «La sombra que proyecta un hombre de noche con una luz».[17] Aunque lo mismo pudiera decirse de Leonardo, no creo que su talla se acorte al descubrirse su condición humana. Tanto su sombra como su realidad se hacen acreedoras de grandeza. Sus fallos y excentricidades nos permiten identificarnos con él, sentir que podemos emularlo y apreciar aún más sus momentos de éxito. El siglo XV de Leonardo, de Colón y de Gutenberg fue una época de descubrimientos, de exploración y de difusión del conocimiento mediante las nuevas tecnologías; en definitiva, parecida a la nuestra. Por eso tenemos mucho que aprender de Leonardo. Su capacidad de combinar el arte, la ciencia, la tecnología, las humanidades y la imaginación sigue resultando una fórmula imperecedera para la creatividad. Al igual que la poca importancia que daba al hecho de ser un inadaptado: bastardo, homosexual, vegetariano, zurdo, distraído y, a veces, herético. Florencia prosperó en el siglo XV porque se sentía cómoda con personas así. Ante todo, la curiosidad y el afán de experimentación sin límites de Leonardo nos recuerdan la importancia de inculcar en nosotros y en nuestros hijos no solo el conocimiento, sino también la voluntad de cuestionarlo, de ser imaginativos y -como los inadaptados y los rebeldes con talento de cualquier época-de pensar de forma diferente. 1 Infancia DA VINCI Leonardo da Vinci tuvo suerte de nacer fuera del matrimonio. De lo contrario, le habría correspondido ser notario, como todos los hijos primogénitos legítimos de su familia desde hacía por lo menos cinco generaciones. Las raíces de su familia se remontan a principios del siglo XIV, cuando su tatarabuelo, Michele, ejercía de notario en la localidad de Vinci, a unos veinte kilómetros al oeste de Florencia.(1) Con el auge de la economía mercantil en Italia, los notarios desempeñaban un importante papel en la redacción de contratos comerciales, escrituras de ventas de tierras, testamentos y otros documentos escritos en latín, con frecuencia salpicados de alusiones históricas y de devaneos literarios. Como notario, Michele tenía derecho al tratamiento de «ser», por lo cual le llamaban ser Michele da Vinci. Su hijo y su nieto cosecharon un éxito aún mayor como notarios y el segundo obtuvo el cargo de canciller de Florencia. Su sucesor, Antonio, era un verso suelto. Usaba el título de ser y se casó con la hija de un notario, pero, al parecer, carecía de la ambición de los Da Vinci y pasó la mayor parte de su existencia viviendo de las rentas de las...
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o trans... more Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse utilizando medios electrónicos o mecánicos, por fotocopia, grabación, información, anulado u otro sistema sin permiso por escrito del editor.
Expresionismo alemán 173 2.6. La Abstracción 175 2.7. El Dadaísmo 176 2.8. El Surrealismo 177 2.9... more Expresionismo alemán 173 2.6. La Abstracción 175 2.7. El Dadaísmo 176 2.8. El Surrealismo 177 2.9. El Funcionalismo 181 2.10. Últimas tendencias 184 BIBLIOGRAFÍA 187 ÍN DI CE INICIO
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