Papers by Ariel G Petruccelli
Nacional del Comahue, ha publicado un grueso volumen (casi 600 páginas en gran tamaño: 20 X 30 ce... more Nacional del Comahue, ha publicado un grueso volumen (casi 600 páginas en gran tamaño: 20 X 30 centímetros) que incluye tres trabajos de Jośe Echenique organizados en dos partes. La primera parte contiene el extenso informe "Los conflictos sociales en el Comahue (1966-1976)". La segunda parte, bastante más breve, incluye a "Los sixties. Mensaje en una botella" y "Los sesenta-setenta en la Argentina". Los tres trabajos
Políticas de la memoria, Nov 30, 2020
This work contains a critical analysis of the so-called decolonial option, taking into account it... more This work contains a critical analysis of the so-called decolonial option, taking into account its theoretical, epistemological, political and institutional dimensions. Sharing the will to question and overcome undoubted asymmetries in the intellectual field, the product of a long history of colonization, the text tries to show the shortcomings of the decolonial option as a critique of epistemic colonialism but, above all, as a proposal for overcoming it. The perspective from which the criticism is developed is that of a heterodox Marxism.
Políticas de la Memoria, Dec 31, 2009
Archivos de historia del movimiento obrero y las izquierdas, Mar 28, 2021
ARCHIVOS de historia del movimiento obrero y la izquierda ENSAYO
Scripta Ethnologica, 2002
This paper examines the economic and social importance of wage earners and semi wage earners in N... more This paper examines the economic and social importance of wage earners and semi wage earners in Neuquén towards the end of the nineteenth century and beginning of the twentieth. Emphasis is made on the large number of day laborers living in the territory. This fact contradicts the traditional historiographical view that has considered the wage earner as lacking in quantitative importance and of a very slight social incidence. At same time, the authors focuses on the group comprising occasional day laborers as well as of those other wandering individuals who roam about the territory with no fixed address or permanent job. Lastly, the paper demonstrates the overwhelming majority of Chilean migrates among the day laborers.
Scripta Ethnologica, 2001
Scripta Ethnologica, 2001

Introducción En los últimos años se han desarrollado dentro del marxismo una serie de discusiones... more Introducción En los últimos años se han desarrollado dentro del marxismo una serie de discusiones originales. Por primera vez teóricos marxistas aceptaron el reto del individualismo metodológico e intentaron dotar de micro fundamentos a la teoría de la historia, librándose un debate sobre la metodología de la explicación propia del materialismo histórico en términos ajenos a la dialéctica. La corriente teórica que ha producido estas discusiones es conocida como marxismo analítico, e incluye autores como G.Cohen, Jon Elster, J.Roemmer, Ph.Van Parijs y A.Przerworsky. El surgimiento del marxismo analítico ha sido identificado con la publicación de Teoría de la Historia de Karl Marx : una defensa (1)a de Gerald Cohen, sólido tratado que tendría un profundo impacto en el mundo académico y la intelectualidad marxista. Jon Elster ha escrito sobre Teoría... : "la obra de Cohen surgió como una revelación. De la noche a la mañana cambió los estándares de rigor y claridad que se requerían para escribir sobre Marx y el marxismo" (2). También autores alejados de esta corriente han elogiado en términos similares el libro. Por ejemplo, Perry Anderson considera que Teoría... constituye "el hito de la década" de la producción teórica marxista.

Sociedades Precapitalistas Revista De Historia Social, Dec 16, 2013
Este texto es una réplica al artículo de Julián Verardi "Forma y contenido en la concepción mater... more Este texto es una réplica al artículo de Julián Verardi "Forma y contenido en la concepción materialista de la historia". Contiene una respuesta a las críticas que Verardi formulara a Materialismo histórico: interpretaciones y controversias, y una clarificación de algunos conceptos centrales del materialismo histórico Palabras Claves Fuerzas productivas, relaciones de producción, Gerald Cohen Abstraes This paper is a reply of Julian Verardi article "Form and content in the materialist conception of history". It contains a rejoinder to criticism that Verardi formulated to Historical Materialism: interpretations and controversies, and a clarification of some central concepts of historical materialism Keywords Productive forces, relations of production, Gerald Cohen En nuestro medio intelectual no abundan las polémicas rigurosas.* Lo habitual es que la discusión abierta-casi siempre motivada por razones políticas, implícitas o explícitascarezca de rigor y sutileza: en ella abundan las descalificaciones y los golpes bajos. Por el contrario, las investigaciones eruditas y sofisticadas-casi siempre realizadas en ámbitos académicos-suelen ser excesivamente elípticas en su criticidad: rara vez se ve en ellas, blanco sobre negro, una tesis contrapuesta a otra; lo corriente es la impugnación entre líneas, la oposición sugerida antes que abiertamente declarada. Ha sido pues, para mí, motivo de grata sorpresa que Materialismo histórico: interpretaciones y controversias (Petruccelli, 2010a) (de aquí en más MHIC) haya originado ya-amén de algunas breves reseñas-la redacción de dos extensos artículos dedicados a discutir críticamente las tesis allí expuestas.
Análisis crítico de la interpretación de la teoría marxista de la historia ofrecida por Gerald Co... more Análisis crítico de la interpretación de la teoría marxista de la historia ofrecida por Gerald Cohen.

A propósito de Horacio Tarcus, Marx en la Argentina, Bs. As., Siglo XXI, 2007. Por Ariel Petrucce... more A propósito de Horacio Tarcus, Marx en la Argentina, Bs. As., Siglo XXI, 2007. Por Ariel Petruccelli El pensamiento de izquierdas, en las condiciones en que habitualmente se ha desarrollado, encontró grandes dificultades para avanzar en la elaboración de obras eruditas y ecuánimes, en gran escala, sobre su propia historia. Aislamiento social, disputas ideológicas, persecuciones policiales, urgencias políticas, precariedad material … todo esto y mucho más solía conjugarse para hacer dificultosa, si no inviable, el desarrollo de una historiografía de calidad sobre el propio pasado. Por supuesto, excepciones ha habido. Las obras de Mehring, Deutscher, Haupt, Thompson, Venturi y, en Argentina, José Aricó, son mojones indiscutiblemente valiosos. Pero han sido la excepción; no la regla. Sobresalen como estrellas luminosas en un cielo encapotado. Afortunadamente para sus lectores, la obra de Horacio Tarcus, Marx en la Argentina 1 , se inscribe dentro de este linaje, todavía hoy excepcional. Este volumen, si bien constituye una obra en sí misma, forma parte en realidad del proyecto de historia intelectual más ambicioso de la Argentina actual. Esta es la conclusión que se impone si tenemos en cuenta lo siguiente: a) que la primera obra de Tarcus-El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña 2-también pertenece al género de la historia intelectual, al igual que Mariátegui en la Argentina 3 ; b) que el volumen reseñado es la segunda parte de una tesis de doctorado, cuya parte inicial, de dimensiones semejantes, será publicada en breve; c) que Tarcus acaba de publicar un Diccionario biográfico de la izquierda argentina que incluye más de 500 biografías 4 ; y d) que nuestro autor tiene iniciada una investigación sobre el pensamiento de izquierdas en la Argentina entre 1900 y 1983. Nos hallamos, sin duda, ante un proyecto de dimensiones ciclópeas. Al igual que Aricó-su ilustre predecesor de en este tipo de indagaciones y a cuya memoria está dedicada la obra-Tarcus también ha cultivado largamente la actividad editorial, antes de dar a conocer una obra propia. En estos dos aspectos el paralelismo de Aricó y Tarcus es sorprendente. Pero no lo es menos una diferencia significativa entre ellos: promediando apenas su vida intelectual, Tarcus ya ha producido una obra que duplica en extensión a la del viejo maestro. Marx en la Argentina rastrea la recepción de Marx en la Argentina del siglo XIX. Su arco temporal va de 1871 hasta los primeros años del novecento. Se trata, evidentemente, de una obra pionera. En lo que era un territorio básicamente desconocido en el que sólo unos pocos se habían atrevido a avanzar por senderos hoy muchas veces olvidados, Tarcus ha trazado una ancha avenida sólidamente pavimentada. El libro, de 542 páginas, está organizado en cinco capítulos, e incluye un apéndice documental. El primer capítulo está dedicado a explicitar el enfoque teórico y los interrogantes que orientan la obra. Aunque Tarcus parece aceptar ciertas premisas que han estado en la base del "giro narrativo" de la filosofía de la historia contemporánea-aquél que ha generado alterados rechazos por parte de muchos historiadores, incluidos algunos partidarios de la hermenéutica, como Chartier y Ricoeur, que han visto en él una amenaza para la necesaria "veracidad" de la historiografía-, hay que decir que su obra cumple con todos los requisitos de "objetividad" que demanda una obra de historia digna de tal nombre. Si afirma que "el texto no existe como cosa en sí, sino para nosotros, lectores", frase que algunos (Jenkins por ejemplo) han empleado en un sentido relativista radical; rápidamente aclara que "las significaciones no son arbitrarias". De lo que sí se distancia, definitivamente, es del enfoque ingenuamente objetivista que cree que los textos pueden ser leídos de una única manera, y que la tarea del historiador es establecer qué tan buena o qué tan malas resultan las lecturas por él analizadas. A diferencia de El marxismo olvidado, obra en la que su autor introdujo una clave interpretativa audaz y polémica, Marx en la Argentina no aventura una interpretación equiparable. En su primer libro Tarcus introdujo un concepto fuerte de tragedia, intentó construir una "tradición de marxistas trágicos" y, a partir de ella, repensar las complejas relaciones entre los intelectuales y las organizaciones políticas. Por eso aquella obra tenía, como producto intelectual, tanto de intervención política como de investigación historiográfica. Desde este punto de vista Marx en la Argentina es menos audaz. 1 H. Tarcus, Marx en la Argenina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos, Bs. As., Siglo XXI, 2007. 2 H. Tarcus, El marxismo olvidado en la Argentina:Silvio Frondizi y Milcíades Peña, Bs. As., El Cielo por Asalto, 1997. 3 H. Tarcus, Mariátegui en la Argentina o las políticas culturales de Samuel Glusberg, Bs. As., El Cielo por Asalto, 2001. 4 H. Tarcus, Diccionario biográfico de la izquierda argentina, Bs. As., Emecé, 2007.

Isaac Deutscher: un marxista que nunca deberíamos olvidar (Herramienta Web, 2017) Ariel Petruccel... more Isaac Deutscher: un marxista que nunca deberíamos olvidar (Herramienta Web, 2017) Ariel Petruccelli Para la cultura de izquierdas, el año que está por expirar ha sido un año de conmemoraciones: los ciento cincuenta años de El Capital, cien años de la Revolución de Octubre, cincuenta del asesinato de Ernesto Che Guevara. En medio de esta triple conmemoración, pocos han reparado que en 2017 se cumplen también cincuenta años del prematuro fallecimiento de Isaac Deutscher. Al momento de morir era Deutscher-como lo había sido a lo largo de más tres décadas-un pensador a contracorriente. Ajeno por igual a la fobia anti-comunista que por entonces dominaba Occidente cuanto a los mitos del comunismo "oficial" emanados desde Moscú o Pekín, Deutscher ni siquiera podía ser considerado plenamente uno "de los suyos" por los pequeños grupos trotskystas, sus antiguos camaradas: al fin y al cabo había considerado inoportuna la creación de la Cuarta Internacional y había disentido con Trotsky respecto de las posibilidades de una revolución política en la URSS. Pese a todo no era exactamente un escritor marginal. Sus ideas y análisis eran demasiado penetrantes, sus explicaciones asombrosamente claras y sus narraciones exquisitamente bellas como para que sus escritos pasaran desapercibidos. Aunque sus libros estaban rigurosamente prohibidos en la Unión Soviética y en Polonia-su patria natal-, y aunque sobre sus obras caía el oprobio de los cruzados de la guerra fría (de uno y otro bando), los lectores de New Left Review y Les Tempes Modernes pudieron disfrutar con cierta regularidad de sus análisis y comentarios sobre la política internacional, y su influencia sobre algunos intelectuales marxistas de primer nivel ha sido considerable. Perry Anderson-acaso el intelectual marxista contemporáneo más destacado-reconoció alguna vez: "para nosotros tuvo una importancia primordial la influencia en nuestra formación de Isaac Deutscher". 1 ¿Quién era Deutscher? Los años de formación Isaac Deutscher nació en Cracovia, Polonia, en 1907, en el seno de una familia judía de clase media (su padre era propietario de una imprenta). A la edad de 15 años ya mostraba un considerable talento para las letras, y a los 17 era un poeta bastante conocido en Cracovia. Pero dos años después-y contra todas las esperanzas de su padre, que anhelaba la carrera de Rabino para él-el joven Isaac ingresa al Partido Comunista Polaco, que actuaba en la clandestinidad. Desde ese momento, y hasta el resto de sus días, Deutscher sería un marxista convencido. Su inicial formación en el contexto de la Polonia de fines de años´20años´20 y comienzo 1 P. Anderson, Teoría política e historia. Un debate con E. P. Thompson, México, Siglo XXI, 1985, pág. 171. El "nosotros" al que se refiere el comentario de Anderson es la New Left Review. Las influencias deutscherianas en la formación y desarrollo del marxismo andersoniano han sido reconocidas y especificadas por Gregory Eliott, Perry Anderson: el laboratorio implacable de la historia, Universitat de Valencia, 2004 (1998).

De la discusión de la violencia revolucionaria a la discusión del marxismo En diciembre de 2004 O... more De la discusión de la violencia revolucionaria a la discusión del marxismo En diciembre de 2004 Oscar del Barco publicó en la revista cordobesa La Intemperie una provocativa carta en la que su autor volvía a poner en discusión el complejo problema de la violencia revolucionaria. A diferencia de anteriores intervenciones a cargo de otros intelectuales, la carta de del Barco desató una encendida polémica. Un largo reguero de publicaciones muchas de ellas condenatorias, pero algunas preocupadas por entablar un diálogo genuino y sincero sobre un ríspido tema siguió a la carta. En un intento por coronar esos intercambios, Horacio Tarcus publicó en el verano de 2006/2007 un extenso trabajo titulado "Notas para una crítica de la razón instrumental. A propósito del debate en torno a la carta de Oscar del Barco". Allí rastreaba una serie de trabajos anteriores en los que se desarrolló una vía crítica, desde las izquierdas, a la violencia sesentista, saludaba la provocación de del Barco, e intentaba pensar las falencias de la violencia revolucionaria en clave de la lógica instrumental que la habría sustentado. Siguiendo a Merleau Ponty, rastreaba cómo el humanismo revolucionario se había transformado en terror como consecuencia de la ruptura de la dialéctica entre medios y fines, y preconizaba el restablecimiento de dicha dialéctica. Concluía preguntándose si ello implicaba un simple retorno al punto de partida, a lo que respondía: No, no estamos en el punto de partida, puesto que el nuevo humanismo, después del momento de la violencia revolucionaria, ha perdido la inocencia. Prosigue su lucha, pero con beneficio de inventario. Entre otras cosas, ya no es posible decir "nosotros no sabíamos". Aquel humanismo inicial sabía que "el arma de la crítica no puede reemplazar a la crítica de las armas". El humanismo que perdió la inocencia sabe ahora que la inversa no es menos cierta: "la crítica de las armas no puede reemplazar las armas de la crítica". 1 El artículo de Tarcus sería sometido a dura crítica por Elías Palti. En "La crítica de la razón militante. Una reflexión con motivo de La fidelidad del olvido de Blas de Santos y el 'affaire del Barco'", Palti intentó mostrar que el trabajo de Tarcus se queda corto; que los problemas no residen en el carácter instrumental de la violencia revolucionaria (lo que implica la posibilidad al menos de una violencia revolucionaria legítima, no instrumental), sino que en la actualidad los dilemas de la violencia revolucionaria se habrían tornado irresolubles. Los problemas, pues, no estarían en la razón instrumental, sino en la mismísima razón militante. Y las conclusiones de Palti eran sumamente crudas: "¿cómo puede la izquierda volverse sujeto?, pregunta que se despliega, a su vez, en otra: ¿cómo pensar la política en un mundo postsecular, en que no sólo nos vemos privados ya de la mano de Dios sino que todos sus remedos seculares (la Historia, la Razón, la Nación, la Revolución, etc.) se han también quebrado. No es posible hoy encontrar la respuesta; tampoco está claro siquiera que la haya". 2 1 H. Tarcus, "Notas para una crítica de la razón instrumental. A propósito del debate en torno a la carta de Oscar del Barco", Políticas de la Memoria, N° 6/7, verano 2006/2007, pág. 24. 2 E. Palti "La crítica de la razón militante. Una reflexión con motivo de La fidelidad del olvido de Blas de Santos y el 'affaire del Barco'", Políticas de la Memoria, N° 8/9, primavera 2008, p. 19.

El socialismo (o el comunismo) constituye una variopinta y venerable tradición. Su fantasma aterr... more El socialismo (o el comunismo) constituye una variopinta y venerable tradición. Su fantasma aterró a la Europa del capital a mediados del siglo XIX. Su primera realización práctica-la revolución rusa y el Estado soviético-despertó los más profundos anhelos libertarios de las clases trabajadoras y los pueblos colonizados. Su espíritu indomable batalló contra la deriva burocrática y totalitaria de los Estados pos-revolucionarios. Sus sueños radicales alentaron las oleadas revolucionarias de los sesentas. Pero, pese a todo, el socialismo resultó prácticamente eclipsado por el derrumbe del "comunismo" y la hegemonía neo-liberal en los años noventa. Hoy en día no se sabe bien cuál es el estado del socialismo. Si sobrevive, si ha muerto definitivamente, si se halla en estado de coma o si meramente descansa con placidez esperando su inminente regreso a la escena política mayor. Para algunos es cosa del pasado: paréntesis anómalo en el desarrollo del capitalismo o etapa superada ante los nuevos desafíos de lo que se ha dado en llamar "política pos-socialista". Para otros es una amenaza siempre latente y temible. Hay quienes no ven problema alguno y esperan confiados el inminente colapso del capitalismo que anuncie la hora de la revolución. Hay quienes, finalmente, reconocen que el derrumbe de la URSS y los fracasos o derrotas de los intentos revolucionarios del siglo XX implican el fin de una etapa histórica, pero que aún así el socialismo sigue siendo un ideal y un objetivo legítimo, tanto como el capitalismo es una realidad deleznable y potencialmente suicida. En las filas de estos últimos nos contamos. ... ¿Qué tono debería adoptar nuestra palabra, en estos tiempos y estas circunstancias: las de ser parte de un colectivo editorial lanzado a la aventura de hacer nacer un espacio teórico plural, pero claramente embarcado en la tarea de apuntalar y desarrollar a una izquierda revolucionaria renovada? En verdad, no lo sabemos. Ni el pesar ni el entusiasmo reflejan nuestro espíritu. No estamos ni exaltados ni afligidos. Más bien, con Terry Eagleton, consideramos que el realismo debiera ser el imperativo de la política socialista, antes que ilusorios pesimismos u optimismos. No nos mueve ni la urgencia de quienes ven a cada paso tareas impostergables y acciones políticamente decisivas todos los días, ni el académico desinterés por las cosas de este mundo. Pensamos y actuamos, por así decirlo, a largo plazo. No nos atrae la torre de marfil ni tenemos la pretensión de iluminar a nadie. Pero, eso sí, estamos dispuestos a escalar montañas con tal de ver mejor el paisaje. Bien sabemos que eso lleva tiempo y requiere paciencia. Además exige esfuerzos, no siempre gratos. En todo caso, aunque no renunciamos a la voluntad de cambiar el mundo, nos parece que hoy por hoy la izquierda necesita en buena medida entenderlo. Cualquier política socialista responsable supone una intelección apropiada de las estructuras, las coyunturas y los acontecimientos. Una intelección para la que el marxismo intelectual no está en modo alguno desarmado, pero cuyos textos y argumentos son pertinazmente ignorados por el grueso de los marxismos militantes. Paradójicos tiempos los nuestros: un capitalismo más predador y peligroso que nunca señorea sin enemigos de fuste a la vista; aplastado políticamente, el marxismo se muestra sin embargo eficaz para describir y prever los sucesos presentes. En buena medida, la paradoja del marxismo contemporáneo es que debe dar cuenta de las razones de su actual impotencia.

Batalla cultural: ¿y si nos subimos al tren equivocado? Ariel Petruccelli Hemisferio izquierdo De... more Batalla cultural: ¿y si nos subimos al tren equivocado? Ariel Petruccelli Hemisferio izquierdo Desde hace poco más de una década, en nuestros países se ha popularizado bastante el término "batalla cultural". Ha pasado a ser, de hecho, casi un término de sentido común. Lo usan los sectores progresistas, pero también la derecha y no está ausente en la izquierda roja. Sin embargo, los dos términos que forman la pareja son problemáticos en sí mismos; y es problemática su relación. Para hacer más compleja la situación, "batalla cultural" es una expresión demasiado ostensiblemente relacionada con otros tres conceptos como para que en algún momento debamos preguntarnos: ¿por qué hablar de batalla cultural, y no batalla de ideas, de ideología o de hegemonía? ... Lo primero que destaca cuando nos sumergimos en el uso habitual que se hace del término "batalla cultural" es el sentido restringido de la cultura que predomina. En muchos casos se emplea indistintamente "batalla cultural" y "batalla de ideas". Pero más allá de esta eventual sinonimia, el concepto subyacente es el de la cultura en su dimensión simbólica, antes que la cultura en su dimensión práctica o material. De tal cuenta, publicar en las redes sociales un texto o una imagen en favor (o en contra) del aborto sería parte de la batalla cultural, pero ir a una marcha o a una asamblea sería llanamente una acción política. Ya en este punto se observa lo borrosas que resultan las líneas divisorias, en este caso entre cultura y política. Es perfectamente válido, por supuesto, restringir el concepto de cultura a lo simbólico, ¿pero qué hacemos con lo que queda afuera? ¿Cómo catalogamos a las prácticas, las instituciones y las organizaciones no específicamente económicas ni exclusivamente políticas de la sociedad? Entendida en un plano meramente simbólico, la "batalla cultural" se restringe a combate de ideas y sensibilidades. Se torna, por consiguiente, algo semejante, si no idéntico, a la ideología, o a la lucha ideológica. ¿Por qué hablar de cultura, pues, y no de ideología? Pueden ser meras formas de decir. Términos intercambiables sin demasiadas consecuencias. Pero, habiendo declarado Fukuyma hace treinta años al fin de las ideologías, la renuncia a emplear el término (cuando el objeto de referencia es básicamente el mismo) puede ser un indicio de la hegemonía conservadora en el plano intelectual. Consolidado como nunca el poder económico del capital, es siempre una tentación buscar alternativas consoladoras. Si la economía es el reino casi exclusivo de las empresas y el empresariado, parece en cambio más factible desafiarlos en el campo cultural. Sin embargo, los límites entre economía y cultura se van tornando borrosos. La cultura misma tiende a convertirse cada vez más en una industria, en un negocio.

Mientras Santiago Maldonado continúa desaparecido (y todo hace pensar que la Gendarmería Nacional... more Mientras Santiago Maldonado continúa desaparecido (y todo hace pensar que la Gendarmería Nacional está implicada en el hecho) y Facundo Jones Huala sigue pasando sus días en la cárcel, autoridades del gobierno y periodistas sensacionalistas, como el inefable Jorge Lanata, compiten por instalar la idea de un nuevo enemigo público: el terrorista mapuche. Ya se escuchan amplificadas las viejas cantinelas que, al menos en el sur, tienen larga data. Pero ahora la audiencia alcanza a todo el país. Es un buen momento, pues, para aclarar cuestiones, refutar tonterías y sentar posición. Quiñe: hacerse cargo Aunque suene de mal gusto y pocos estén dispuestos a reconocerlo, la Argentina es un estado colonial. Ejerce indudablemente un colonialismo interno, y ocupa territorios de pueblos originarios arrebatados por la fuerza de las armas a finales del siglo XIX. Esto no es materia opinable. No es interpretación: es una pura descripción objetiva que ningún historiador honesto podría rechazar. Como historiador y como argentino tengo la obligación de plantear esta incómoda verdad (sin hacer concesiones, de paso, a las sonseras de la pos-verdad, que no es otra cosa que el viejo relativismo arropado con nuevas prendas, pero igual de insulso). En cuanto a la afirmación de que los mapuches son en realidad chilenos, sólo cabe decir que carece de toda pertinencia histórica. Los mapuches habitaban un territorio que se extendía a ambos lados de la cordillera de los Andes, desde muchos tiempo antes de que los Estados de Chile y Argentina tuvieran existencia. La campaña militar de Roca fue una invasión violenta que tuvo por finalidad la apropiación para la clase terrateniente argentina de las ricas tierras de los mapuches. Un despojo, ni más ni menos. Epu: ¿hemos avanzado? Algunos dirán que bueno, que la ocupación, el despojo y el etnocidio cometido contra los pueblos originarios del actual territorio del estado argentino es una desgracia, pero que es necesario superar el pasado y que, en los últimos años, se ha reconocido legalmente su carácter de pueblos preexistentes y se han sancionado leyes favorables. Ante esto, hay que decir sin embages que aunque ha habido algunas mejoras, la inmensa mayoría de la población mapuche, qom, wichi, etc., continúa sumida en la pobreza, sin haber recibido reparaciones territoriales, carente de autonomía, sujeta a presiones estatales y privadas que degradan su cultura. Quizá las autoridades públicas o los argentinos creamos sinceramente que se ha avanzado. Pero, en realidad, habría que preguntarles a ellos: ¿estamos seguros que nos darán la razón? Küla: Las cartas sobre la mesa En mi opinión, el Estado argentino debería reconocerse como lo que efectivamente es: un estado plurinacional y multicultural. Hay muchos habitantes del territorio estatal que no se reconocen como argentinos, y son además descendientes de pueblos que lo habitaban desde hace siglos e incluso milenios. Superar el colonialismo y el racismo que lo informa (presente en la vida cotidiana, como bien lo saben sus víctimas, y como persiste en ignorar buena parte de la población perteneciente a la etnia
Resumen: Este trabajo intenta poner en discusión las prác�cas propias del cam-po académico. Al pa... more Resumen: Este trabajo intenta poner en discusión las prác�cas propias del cam-po académico. Al parecer estas prác�cas se encuentran naturalizadas, contrariamente a lo que ocurre con otras prác�cas sociales abordadas por los inves�gadores/docentes. Esta naturalización es sintomá�ca de las instancias de intercambio, tales como congresos y seminarios, donde la ausencia de crí�ca y auto-crí�ca es la norma. El ar�culo plantea que una intelectualidad que se pretenda revolucio-naria debería avanzar en una crí�ca radical de las ins�tuciones académi-cas existentes y de sus prác�cas. Debería reflexionar también sobre las posibles vías de modificación de estas estructuras y de estas prác�cas, y elaborar diseños alterna�vos. Palabras clave: campo académico, prác�cas académicas, inves�gadores militantes
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