Mucha gente piensa que las matemáticas son algo abstracto que no existe en la realidad, sino en u... more Mucha gente piensa que las matemáticas son algo abstracto que no existe en la realidad, sino en una especie de éter desconocido al que sólo pueden acceder una serie de iniciados que guardan sus conocimientos para ellos mismos y que no los trasmiten a los demás (al menos nadie los entiende cuando lo hacen). Sin embargo, las matemáticas nos rodean por todas partes. Hay una parte de la matemática que se puede ver, e incluso los aficionados a los recursos y materiales educativos sabemos que hay unas matemáticas que se pueden tocar. A descubrir estas matemáticas que se pueden ver, es a lo que va dedicado este artículo. I-LA IMAGEN DE LAS MATEMÁTICAS. Vivimos en un mundo regido por las matemáticas. Sin darnos cuenta, realizamos cálculos de diversos tipos. Hacemos matemáticas cuando estimamos si vamos bien de tiempo para llegar a nuestro destino, al pensar si nos llegará el dinero a fin de mes, al medir el espacio que tenemos en la cocina para ver si nos cabe el nuevo congelador, al estudiar la capacidad del maletero del coche para ver si cabrá el equipaje que movemos al viajar, incluso hacemos matemáticas al cambiar la ropa de temporada y redistribuirla en los armarios para aprovechar al máximo el espacio. A pesar de este uso constante, cuando se pregunta a la gente por las matemáticas, una gran mayoría las asocia a sus recuerdos estudiantiles. Hasta tal punto es frecuente esta relación que suele ser utilizada por los medios de comunicación. Basta fijarse que en la mayoría de los anuncios relacionados con la escuela aparece de fondo una pizarra, en la que suelen estar reflejados símbolos matemáticos reconocidos por todos, bien operaciones aritméticas básicas, figuras geométricas o expresiones algebraicas (estas últimas, muchas veces sin sentido). Y éstas no son las únicas matemáticas que aparecen en la publicidad (ver Muñoz; 1998). La gente de la calle guarda una imagen de sus matemáticas escolares como complicadas, abstractas (cuando no absurdas) y en muchos casos sin ninguna relación con sus necesidades reales. Lo que no debe parecernos extraño, cuando los profesores hemos insistido, por ejemplo, en que nuestros alumnos resolvieran "maravillosos" castillos de fracciones, y sin embargo no les hemos enseñado a usar correctamente una calculadora de bolsillo, por citar un ejemplo. Así han aparecido las llamadas "eurocalculadoras" para convertir pesetas en euros, cuando con cualquier calculadora se puede hacer la misma operación. Existe otro motivo para que la imagen de las matemáticas esté bastante desprestigiada. En la última mitad de siglo se ha dotado a las matemáticas de un nivel de abstracción que ha hecho que, para muchas personas, lo que aprendieron estuviera alejado de la realidad. El abismo cada vez es más pronunciado. Trabajamos con alumnos que han nacido en el siglo de la
Mucha gente piensa que las matemáticas son algo abstracto que no existe en la realidad, sino en u... more Mucha gente piensa que las matemáticas son algo abstracto que no existe en la realidad, sino en una especie de éter desconocido al que sólo pueden acceder una serie de iniciados que guardan sus conocimientos para ellos mismos y que no los trasmiten a los demás (al menos nadie los entiende cuando lo hacen). Sin embargo, las matemáticas nos rodean por todas partes. Hay una parte de la matemática que se puede ver, e incluso los aficionados a los recursos y materiales educativos sabemos que hay unas matemáticas que se pueden tocar. A descubrir estas matemáticas que se pueden ver, es a lo que va dedicado este artículo. I-LA IMAGEN DE LAS MATEMÁTICAS. Vivimos en un mundo regido por las matemáticas. Sin darnos cuenta, realizamos cálculos de diversos tipos. Hacemos matemáticas cuando estimamos si vamos bien de tiempo para llegar a nuestro destino, al pensar si nos llegará el dinero a fin de mes, al medir el espacio que tenemos en la cocina para ver si nos cabe el nuevo congelador, al estudiar la capacidad del maletero del coche para ver si cabrá el equipaje que movemos al viajar, incluso hacemos matemáticas al cambiar la ropa de temporada y redistribuirla en los armarios para aprovechar al máximo el espacio. A pesar de este uso constante, cuando se pregunta a la gente por las matemáticas, una gran mayoría las asocia a sus recuerdos estudiantiles. Hasta tal punto es frecuente esta relación que suele ser utilizada por los medios de comunicación. Basta fijarse que en la mayoría de los anuncios relacionados con la escuela aparece de fondo una pizarra, en la que suelen estar reflejados símbolos matemáticos reconocidos por todos, bien operaciones aritméticas básicas, figuras geométricas o expresiones algebraicas (estas últimas, muchas veces sin sentido). Y éstas no son las únicas matemáticas que aparecen en la publicidad (ver Muñoz; 1998). La gente de la calle guarda una imagen de sus matemáticas escolares como complicadas, abstractas (cuando no absurdas) y en muchos casos sin ninguna relación con sus necesidades reales. Lo que no debe parecernos extraño, cuando los profesores hemos insistido, por ejemplo, en que nuestros alumnos resolvieran "maravillosos" castillos de fracciones, y sin embargo no les hemos enseñado a usar correctamente una calculadora de bolsillo, por citar un ejemplo. Así han aparecido las llamadas "eurocalculadoras" para convertir pesetas en euros, cuando con cualquier calculadora se puede hacer la misma operación. Existe otro motivo para que la imagen de las matemáticas esté bastante desprestigiada. En la última mitad de siglo se ha dotado a las matemáticas de un nivel de abstracción que ha hecho que, para muchas personas, lo que aprendieron estuviera alejado de la realidad. El abismo cada vez es más pronunciado. Trabajamos con alumnos que han nacido en el siglo de la
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