
Ana Bedolla
La curiosidad ha dominado mi vida. Me interesa la educación, los museos y la filosofía para Niños.La filosofía budista me ha dado gran aprendizaje para estar en el mundo de manera respetuosa y reverente ante los milagros de la naturaleza.
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Papers by Ana Bedolla
Relata la atención a escolares, cómo en el transcurso del último tercio del siglo XX se diversificó la oferta, en función de distintos públicos; y cierra con una alusión a los museos comunitarios, tanto escolares, como en los pueblos más alejados de la oferta cultural urbana.
Palabras clave: Razonabilidad, pensamiento creativo, metáforas, analogías, experiencia y experiencia estética.
Siempre comenzamos con el objeto, pero el estudio del arte es un proceso creativo que transforma los objetos en algo más. Dewey incluso afirmó, que en cierto sentido, la obra de arte no existe hasta que comienza a vivir en la experiencia del observador. El trabajo educativo en los museos de arte ha sido objeto de una constante búsqueda de renovación ante el reto de involucrar a los diversos públicos más allá de la apreciación formal de las obras, del contexto en el que surgieron, de la identificación de los visitantes con algún elemento que provoque sentimientos de nostalgia, asombro, placer o hasta rechazo, como punto de partida. Aunque la intención es prometedora, lo cierto es que una mirada más aguda nos llevaría a plantear algunas preguntas que subyacen tras la orientación que dan a sus actividades los educadores de museos. El primer problema consiste en el concepto de educación implícito en el diseño de la propuesta del museo. No resulta ocioso dedicar unas líneas a problematizar dicha noción. Comencemos con algunas preguntas: ¿Por qué los museos de arte deberían ser espacios educativos? O ¿Cuál es el propósito actual del trabajo educativo en los museos de arte? Y a mayor abundamiento, ¿qué tiene que suceder y qué nivel de profundidad es necesario abordar, para que consideremos que estamos educando? Si bien la idea de que se trata de transmitir información-o en el mejor de los casos conocimientos-, está rebasada, también es cierto que la alternativa no es tan clara. Tal vez justo por esa razón es que los museos de arte han propuesto lineamientos y propuestas muy variados. Hay, por ejemplo, quienes piensan que el museo debiera promover un ambiente en el cual los visitantes no sientan que tienen que ser expertos para poder expresar su propia interpretación sobre las obras de arte, y les importa estudiar la disonancia o consonancia cognitiva que experimentan las personas antes las obras (Émond, 2006: 2). Con un acento mayor en el aprendizaje, hay quienes proponen un modelo de enseñanza en sala que exige la preparación rigurosa de los educadores, para dialogar con grupos de visitantes y construir un discurso más amplio de la obra, o del arte en sí (Burnham
El artíclo recupera el proyecto original desarrollado en el exconvento de Culhuacan, como una apuesta por la colaboración con la comunidad en la investigación, conservación y divulgación sel patrimonio cultural de la localidad.
Relata la atención a escolares, cómo en el transcurso del último tercio del siglo XX se diversificó la oferta, en función de distintos públicos; y cierra con una alusión a los museos comunitarios, tanto escolares, como en los pueblos más alejados de la oferta cultural urbana.
Palabras clave: Razonabilidad, pensamiento creativo, metáforas, analogías, experiencia y experiencia estética.
Siempre comenzamos con el objeto, pero el estudio del arte es un proceso creativo que transforma los objetos en algo más. Dewey incluso afirmó, que en cierto sentido, la obra de arte no existe hasta que comienza a vivir en la experiencia del observador. El trabajo educativo en los museos de arte ha sido objeto de una constante búsqueda de renovación ante el reto de involucrar a los diversos públicos más allá de la apreciación formal de las obras, del contexto en el que surgieron, de la identificación de los visitantes con algún elemento que provoque sentimientos de nostalgia, asombro, placer o hasta rechazo, como punto de partida. Aunque la intención es prometedora, lo cierto es que una mirada más aguda nos llevaría a plantear algunas preguntas que subyacen tras la orientación que dan a sus actividades los educadores de museos. El primer problema consiste en el concepto de educación implícito en el diseño de la propuesta del museo. No resulta ocioso dedicar unas líneas a problematizar dicha noción. Comencemos con algunas preguntas: ¿Por qué los museos de arte deberían ser espacios educativos? O ¿Cuál es el propósito actual del trabajo educativo en los museos de arte? Y a mayor abundamiento, ¿qué tiene que suceder y qué nivel de profundidad es necesario abordar, para que consideremos que estamos educando? Si bien la idea de que se trata de transmitir información-o en el mejor de los casos conocimientos-, está rebasada, también es cierto que la alternativa no es tan clara. Tal vez justo por esa razón es que los museos de arte han propuesto lineamientos y propuestas muy variados. Hay, por ejemplo, quienes piensan que el museo debiera promover un ambiente en el cual los visitantes no sientan que tienen que ser expertos para poder expresar su propia interpretación sobre las obras de arte, y les importa estudiar la disonancia o consonancia cognitiva que experimentan las personas antes las obras (Émond, 2006: 2). Con un acento mayor en el aprendizaje, hay quienes proponen un modelo de enseñanza en sala que exige la preparación rigurosa de los educadores, para dialogar con grupos de visitantes y construir un discurso más amplio de la obra, o del arte en sí (Burnham
El artíclo recupera el proyecto original desarrollado en el exconvento de Culhuacan, como una apuesta por la colaboración con la comunidad en la investigación, conservación y divulgación sel patrimonio cultural de la localidad.