
Miriam Escudero Suastegui
Dra. Miriam Escudero (Habana, 1970). Musicóloga. Dirige el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de La Habana, es investigadora titular del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) y profesora titular del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana) donde ha implementado la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música. Participa y dirige proyectos de investigación relacionados con la música de Latinoamérica en el período colonial. Edita y dirige el boletín digital El Sincopado Habanero y las colecciones Música Sacra de Cuba, siglo XVIII, Patrimonio Musical Cubano y Documentos sonoros del patrimonio musical cubano (audiovisual). Integró por 15 años el Conjunto de Música Antigua Ars Longa como musicóloga y organista. Posee un doctorado en música hispana por la Universidad de Valladolid, España (2010) y una licenciatura en musicología por la Universidad de las Artes de Cuba (1997). Sus investigaciones han sido galardonadas con el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba (2019, 2015, 2010), Premio de la Academia Cubana de la Lengua (2013) y Premio Casa de las Américas de Musicología (1997). Ha impartido posgrados, conferencias y actuado como comité científico en congresos e instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valladolid, España, Michigan State University, The University of Chicago, Florida International University, University of Miami, Jacobs School of Music (IU), University of Notre Dame, The Hispanic Society of America y Butler University.
Dr. Miriam Escudero (Havana, 1970). Musicologist. She has been a Tinker visiting professor at the University of Chicago Center for Latin American Studies (2018); Director of the “Esteban Salas” Musical Heritage Department at the Office of the Historian of the City of Havana; Full Professor (tenured) at the San Geronimo University College of Havana (University of Havana) where she coordinates graduate studies in musical heritage preservation. Among her main publications is “Música Sacra de Cuba” (18th Century) a nine-volume annotated collection of earliest Cuban composers. She is also Director and Editor of the ongoing series: “Patrimonio Musical Cubano” (19th Century); “Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano” (audiovisual), and El Sincopado Habanero (digital bulletin). Escudero’s research has earned her important honors, including Award of the Academy of Sciences of Cuba (2019, 2015, 2010); Award of the Cuban Academy of Language (2013) and Musicology Award “Casa de las Américas” (1997). She holds a doctoral degree from the University of Valladolid, Spain (2010), and a bachelor’s degree in musicology from the University of Arts of Cuba (1997). For fifteen years she was a member of the internationally known Ars Longa, an early music ensemble. She has been invited as a lecturer and as a scientific committee in Europe, Latin America and United States, for institutions such as: The National Autonomous University of Mexico, Complutense University of Madrid, University of Valladolid, Michigan State University, The University of Chicago, Florida International University, University of Miami, Jacobs School of Music (IU), University of Notre Dame and Butler University.
Dr. Miriam Escudero (Havana, 1970). Musicologist. She has been a Tinker visiting professor at the University of Chicago Center for Latin American Studies (2018); Director of the “Esteban Salas” Musical Heritage Department at the Office of the Historian of the City of Havana; Full Professor (tenured) at the San Geronimo University College of Havana (University of Havana) where she coordinates graduate studies in musical heritage preservation. Among her main publications is “Música Sacra de Cuba” (18th Century) a nine-volume annotated collection of earliest Cuban composers. She is also Director and Editor of the ongoing series: “Patrimonio Musical Cubano” (19th Century); “Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano” (audiovisual), and El Sincopado Habanero (digital bulletin). Escudero’s research has earned her important honors, including Award of the Academy of Sciences of Cuba (2019, 2015, 2010); Award of the Cuban Academy of Language (2013) and Musicology Award “Casa de las Américas” (1997). She holds a doctoral degree from the University of Valladolid, Spain (2010), and a bachelor’s degree in musicology from the University of Arts of Cuba (1997). For fifteen years she was a member of the internationally known Ars Longa, an early music ensemble. She has been invited as a lecturer and as a scientific committee in Europe, Latin America and United States, for institutions such as: The National Autonomous University of Mexico, Complutense University of Madrid, University of Valladolid, Michigan State University, The University of Chicago, Florida International University, University of Miami, Jacobs School of Music (IU), University of Notre Dame and Butler University.
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Producción general: Miriam Escudero, producción musical: Claudia Fallarero y José Antonio Méndez. Intérpretes: Marcos Madrigal (piano), Lianne Vega (piano), Milagros de los Ángeles Soto (soprano), Roger Quintana (tenor), Anyelín Díaz (soprano) y Josué Tacoronte (guitarra). Labels Colibrí y La Ceiba, 2019.
Equipo Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Miriam Escudero / Yohany Le-Clere / Claudia Fallarero / Bertha Fernández / Adria Suárez-Argudín / Gabriela Milián / Gabriela Rojas / Arlene Hernández / Laura Escudero / Jorge L. Ortiz
Realización: Mecha Audiovisuales, dir.: Joel Guerra
Desde Cantavil - Música original de Janio Abreu
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La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
El Sincopado Habanero - Bulletin (Director) by Miriam Escudero Suastegui
Vivimos en una época en la que la monetización de la música en un canal de YouTube nos ha familiarizado con el concepto de copyright. Una publicación puede ser restringida por desconocer la normativa sobre propiedad intelectual.
Actualmente, es casi imposible eludir estas disposiciones legales, ya que un sofisticado sistema de identificación automatizada detecta infracciones en cuestión de segundos. El contexto era muy distinto para los compositores y libretistas cubanos en la década de 1920. Figuras de la talla de Gonzalo Roig, Jorge Anckermann, Eduardo Sánchez de Fuentes y el propio Moisés Simons —quien ya proponía destruir los pianos de manubrio «por perturbadores de la paz pública y asesinos del arte lírico»—, decidieron fundar la primera Sociedad de Autores Cubanos. Sobre este primer intento documentado, reflexiona la especialista en derecho de la cultura, Darsi Fernández, quien realiza un análisis crítico a partir de dos fuentes primarias que ha rescatado: los libros de actas de las juntas generales y directivas.
También, en la década del 1920, Alberto Socarrás incursionaba en las primeras grabaciones de solos de flauta en el jazz. Este hito es el punto de partida del también multi-instrumentista Janio Abreu quien busca fundamentar la relevancia de Socarrás como intérprete y compositor, posicionándolo como un pilar fundamental en el proceso de hibridación entre el jazz y la música cubana en Nueva York. Además, visibiliza su labor pionera, junto a Dizzy Gillespie, Chano Pozo y Mario Bauzá, en el uso de timbres y fórmulas rítmicas afrocubanas. El quehacer de otro creador polifacético, Silvio Rodríguez, quien además de ser cantautor es productor musical e incursiona en las artes visuales, plantea a Lisett Barrios, especialista de los Estudios Ojalá, el desafío de diseñar una base de datos que registre, con la mayor precisión posible, la información vinculada al proceso creativo. La obra de Silvio es protagonista en la sección «Pentagramas del pasado» y, en un gesto de generosidad autoral, autoriza a El Sincopado, la publicación de la edición, corregida por él, de dos composiciones universales: Unicornio y El güije, las cuales son analizadas por Gabriela Milián.
La sección «A Contratiempo» continúa sobre el estudio de la composición musical, con una entrevista de Viviana, siglos XX y XXI, cuya culminación se integró al Festival de Música Contemporánea de La Habana en un memorable concierto de estrenos.
Damos un último adiós, con música, al fiel amigo Salomón Mikowsky; celebramos los diez años de la Semana de Música Sacra; asistimos a las disertaciones de diversos trabajos de investigación musical; y concluimos con el VI Congreso ARLAC.
La contraportada documenta la ceremonia de la duodécima graduación del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, dedicada al 90 aniversario del nacimiento de Natalia Bolívar Aróstegui, quien fue homenajeada por los cantos convocatorios del Coro Folklórico Nacional, dirigido por la maestra Maite Caballero.
Desde la portada, obra de Daniela Águila, titulada Viene de mi, captura el instante en que la música cobra vida. La artista interpreta, con su instrumento, las pautas del compositor y ejerce, en plena libertad, el derecho de crear.
por Miriam Escudero
El reto de arribar a los 25 números de El Sincopado Habanero (2016-2023) nos ha colocado ante el desafío de pasar al siguiente escalón en la gestión de textos científicos y someter esta publicación al escrutinio de la Comisión Evaluadora del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA) con el propósito de obtener la Certificación de Publicación Seriada Científico-Tecnológica.
Nuestra revista, nacida al amparo de Opus Habana, publicación ilustrada cubana por excelencia, ha contado siempre con el respaldo académico de los tribunales de posgrado que censuran la socialización de los resultados de los trabajos de investigación que publicamos, derivados del Máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Universidad de La Habana (CUSGH-UH-OHCH). Sin embargo, a partir de este número (vol. IX, n. 1/ 2024) se han realizado modificaciones para trabajar de manera consecuente con lo reglamentado en la Resolución 149/2024 del CITMA. Para ello la revista ha debido fortalecer dos de los aspectos indicados: «c) que el 60 % o más de los contenidos publicados por la revista corresponde a artículos de investigación y que d) todas las contribuciones científicas publicadas son evaluadas por pares académicos».
Para el equilibrio entre textos científicos y divulgativos hemos pasado la frecuencia de cuatrimestral a semestral y el formato —con más énfasis en el texto que la imagen— se transforma de horizontal a vertical. Asimismo, participan en este número expertos que han colaborado generosamente con el proceso de arbitraje y sumamos al Consejo Editorial al Dr. Cristián Guerra, director de la Revista Musical Chilena y al Dr. Pablo Suárez profesor asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con portada de la artista plástica y arquitecta Mercy Rivadulla —Restaurante El Patio (2014)—, damos la bienvenida a los dos artículos de entrada. Ese trío que ameniza con guitarra, maracas y bongós, en la Plaza de la Catedral de La Habana, frente a la antigua Casa del Marqués de Aguas Claras, nos remite a los temas de la música popular cubana que se abordan los dos artículos de entrada: Teofilito y la trova espirituana, por Yaisel Madrigal, y la gestión discográfica de música campesina, por Roberto Prieto.
Sigue la sección «Documenta Musicæ », donde los estudiosos de la circulación musical transatlántica en el siglo xix encontrarán el itinerario artístico de Antonio Raffelin, personaje mitificado por Alejo Carpentier. En correspondencia, «Pentagramas del Pasado» publica dos obras suya, una inédita.
«A contratiempo» destaca el acontecer de la XII edición del Festival Flores y Balas en una magnífica relatoría escrita por Liliana González. Además, se detallan los resultados más significativos de la residencia artística del Ensemble Cantabile, como actividad de extensión universitaria, en el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Como parte de los sucesos académicos, se dan a conocer los resúmenes de las tesis de máster y doctorado defendidas por Yoanna Díaz, en el CUSGH y nuestra profesora María Elena Vinueza, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Como reseña de libro, se comenta el texto Lo más gracioso que se pueda. Teatralidad en villancicos hispanoamericanos de los siglos xvii y xviii (2024), de Omar Morales Abril, presentado en el marco del Premio Casa de las Américas de Musicología (11 al 15 de marzo) que, junto al III Simposio del Grupo de estudio ICTMD (The International Council for Traditions of Music and Dance) y el III Taller Internacional sobre Patrimonio Histórico-Documental de la Música en Hispanoamérica, reunió en La Habana, voces especializadas en pos de difundir los más recientes resultados de investigación relativos a la música y la danza en Latinoamérica y el Caribe.
Fue este el último encuentro global al que asistió nuestra querida Laura Vilar, colega y amiga, a quien tristemente despedimos el pasado 30 de mayo. Musicóloga y directora del Centro de investigación y desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) y de la revista Clave, resalta en su trayectoria profesional el respaldo académico que procuró para la inclusión por la UNESCO del punto cubano, la rumba, el bolero y el son en el listado del Patrimonio Cultural Inmaterial de Cuba y de la Humanidad. A ella dedicamos este número de El Sincopado Habanero.
por Miriam Escudero
Cierra el año 2023 con una nueva perspectiva de trabajo para el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas que, luego de 11 años de labor enfocada en la gestión cultural de la Oficina del Historiador, pasa a formar parte del Colegio Universitario San Gerónimo, facultad de la Universidad de La Habana. En este espacio académico, se potencia y legitima como departamento dedicado a la gestión de fuentes, pensamientos y acciones de difusión del patrimonio musical, aplicados a los campos de la docencia, la investigación y el desarrollo.
Desde El Sincopado Habanero, continuamos nuestro quehacer con el fin de compartir resultados científicos, que emergen de las memorias escritas de nuestros egresados.
Yohana Ortega, especialista del Museo Nacional de la Música —una de las instituciones con las que el Gabinete comparte sinergias profesionales—, presenta un resumen de su trabajo en torno a las composiciones para formatos de cámara de Carlos Borbolla, dando cuenta del estado actual de los fondos y las estrategias para la difusión de su obra. Una de esas acciones de salvaguardia se presenta en «Pentagramas del Pasado», con la transcripción —a cargo de Gabriela Milián— de la obra 3a Sonatina, danzón para clarinete y piano, y la digitalización del ciclo Ritmo en los dedos, de Borbolla, —que juega con el título de El ritmo de los dedos, de Stamaty—, para practicar las dificultades técnicas de los géneros de la música cubana.
En ocasión de celebrarse los 120 años de la fundación del Conservatorio Amadeo Roldán, el profesor Marcos Tamames presenta un estudio de su inmueble en tanto «documento» del patrimonio musical cubano. «A Contratiempo» deja constancia del Festival Mozart Habana, desde la mirada comprometida de una gestora cultural, Lea Jakob, especialista en proyectos innovadores en el campo de la música clásica (Leuphana Universität Lüneburg).
Compartimos una entrevista realizada por Adria Suárez-Argudín al profesor Pierpaolo Polzonetti (University of California, Davis), quien viajó a la capital con el doble propósito de continuar su proyecto de investigación sobre «Recetas de sonido cubano: Canciones sobre comida, desde el son hasta la salsa» —ganador del 2023 Library Travel Grant, conferido por el Cuban Research Institute (CRI) y The Kimberly Green Latin American and Caribbean Center (LACC)— e impartir un curso de postgrado sobre «La ópera italiana en tiempos de revolución (siglo XVIII)», que contó con la participación de 45 estudiantes.
La presentación de resultados de investigación en foros internacionales (MUSAM y MUSPRES), relacionados con la música, la prensa y los estudios sobre estas áreas del conocimiento en Iberoamérica, se resume en la nota escrita por Yohany Le-Clere, que incluye los temas sobre música abordados en el V Coloquio de Educación Patrimonial del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.
Con ese mismo espíritu, se comparte la buena noticia de las memorias defendidas como parte de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, la carrera de Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural (Colegio San Gerónimo) y el Programa de doctorado de la Universidad de Salamanca. Dos donaciones a la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano se realizaron en el marco del V Festival Habana Clásica.
Miriam Escudero
Cerrábamos la pasada entrega con la noticia de la partidda de Jesús Gómez Cairo. A él dedicamos la certera valoración con que lo despidió el Dr. Eduardo Torres Cuevas y la sentida emoción con que lo rememoran sus colaboradores. Fiel protector del patrimonio musical cubano, Jesús dedicó su vida profesional a la ciencia musicológica y fue heredero responsable de la gestión del archivo compilado por Odilio Urfé —pionero, junto a Pablo Hernández Balaguer, en concebir la preservación musical desde la puesta en valor. Además, por 26 años (1997-2023), fue el director del Museo Nacional de la Música, máxima institución de su tipo en Cuba.
La obra de su vida nos lega saberes acumulados que han de incidir en la práctica de la gestión del patrimonio musical, entendida por Jesús como método imprescindible para la actualización constante del conocimiento de la historia. Indira Fajardo, presidenta del Instituto Cubano de la Música expresó el día de su homenaje que lo admiraba porque «enseñaba todos los días y te mostraba esa sabiduría de lo que era gnómicamente la historia de la música desde sus vivencias, desde su historia de vida».
Tributa a este número el texto de Roberto Núñez, colaborador de Gómez Cairo y profundo conocedor de la familia De Blanck, el cual es una síntesis del trabajo defendido como máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, que reconstruye esa historia desde las evidencias que atesora el propio Museo. Por otra parte, Laura y Vania, dos jóvenes estudiantes de la carrera de Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural, en el Colegio San Gerónimo, nos cuentan en «Documenta Musicæ» el devenir del Museo y visitan las salas que resurgen con colecciones restauradas.
Ganadora del Premio Cubadisco en la categoría de Notas Discográficas, Gabriela Rojas comparte, en «Pentagramas del Pasado», el texto galardonado que incluye, además, la publicación de la obra Serenata para violín y piano, de Hubert de Blanck. Esta pieza, que forma parte del disco grabado por el sello La Ceiba, deriva de la transcripción de un original inédito que se conserva en el Museo Nacional de la Música. Realizada por el profesor José Raúl López, es un avance del repertorio de música de cámara de Cuba, siglo xix, que será publicado próximamente en dos volúmenes por los sellos editoriales del Museo Nacional de la Música y el Cidmuc.
«A Contratiempo» valora lo acontecido en el Premio Cubadisco 2023, el workshop de un proyecto para el estudio de la música en las catedrales de España e Hispanoamérica y las defensas de dos maestrados más en Patrimonio Musical del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.
Al cierre de estas páginas, conocíamos del nombramiento de la musicóloga Sonia Pérez Cassola, como nueva directora del Museo Nacional de la Música en Cuba, a quien damos la enhorabuena desde El Sincopado Habanero. Con esta edición de nuestra revista, esperamos que la Plegaria, del artista de la plástica José Luis García Cortés, mantenga viva la música, esa que, como expresión de tantas emociones, infatigable labor de preservar y difundir.
Miriam Escudero
«Crisis», dicen los sabios, «es oportunidad», no vil y ventajista coincidencia, sino creativa y resoluta ocasión. Por ello Pablo Milanés halló propicio, en medio de un momento económicamente complejo, en la Cuba de los años noventa, crear una fundación que amparaba la producción de músicos y artistas en aras de garantizar continuidad. Este modelo de institución no gubernamental, que movilizó a intelectuales y decisores de reconocido prestigio profesional, gestó grabaciones, publicaciones, comunicaciones y todo tipo de resultados tangibles. El polifacético fenómeno ha sido estudiado por Carla Mesa en su trabajo final de maestría. Compartimos la primicia en este número y sugerimos a los lectores que profundicen, luego, en el libro que la autora se encuentra preparando.
No se comprende la Nueva Trova sin su antecedente: la Vieja Trova santiaguera. La dialéctica, que supone el entendimiento de las categorías temporales nuevo-viejo, valida a uno de sus protagonistas, Graciano Gómez. Su voz se hace actual desde una entrevista añeja que, por su vigencia en el tiempo, reproducimos en «Documenta Musicæ».
En «Pentagramas del Pasado», podrán descargar Mis 22 años y Para vivir, de Pablo Milanés, en versión facsimilar, con el oportuno comentario de Gabriela Rojas.
«A Contratiempo» deja constancia de importantes eventos sucedidos en este cuatrimestre. En una entrevista a dos voces, realizada por Miriam Delgado, las musicólogas Isabelle Leymarie y María Elena Vinueza comparten sus impresiones sobre el XVIII Coloquio Internacional «Leonardo Acosta in memoriam» del Festival Jazz Plaza 2023. Una relatoría de Ubail Zamora comenta sobre la experiencia de uno de los cursos del Máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental (CUSGH-UH), dedicado a los Fundamentos de la interpretación históricamente informada de la música. A través de la mirada del académico-violinista Dr. Alberto Sanna (Senior Research Fellow en Lady Margaret Hall, Universidad de Oxford), se enfatizó en la contextualización de las fuentes primarias, literarias y musicales, que se utilizan para reconstruir las prácticas interpretativas de épocas pasadas.
En el concierto de clausura, se puso en valor la obra Stabat Mater, de Emanuele d’Astorga (Augusta, Italia, 1680-Madrid, 1757), estreno en el que participaron las agrupaciones Sine Nomine, Cantábile, Exulten, con sus respectivos directores, y solistas invitados. Le sigue el juicio crítico sobre el Premio de Composición, de la Casa de las Américas, uno de los certámenes más prestigiosos de su tipo en esta región, a cargo de Leidy Marrero Abrantes; la defensa del doctorado con honores, en la Universidad de Guanajuato (México), de nuestro colega y amigo Pablo Suárez, y, en la contraportada, el testimonio visual del Requiem, de Mozart, interpretado en la Catedral de La Habana.
Como portada y portadilla, el artista Aleph Rondón (La Habana, 1989) nos regaló las obras Alba y Planto, de la serie Ascendencia errante. Como una suerte de amanecer y ocaso, estas piezas rinden homenaje a Pablo Milanés (Bayamo, 24 de febrero de 1943-Madrid, 22 de noviembre de 2022) y Jesús Gómez Cairo (Jagüey Grande, Matanzas, 26 de octubre de 1949-La Habana, 28 de abril de 2023). A este último dedicaremos el próximo número de El Sincopado Habanero.
Miriam Escudero
Interesado por saber quiénes la consumen, dónde se ejecuta y cómo se difunde en Cuba, Adrian Alvarez comparte los resultados de su investigación sobre audiencias del siglo XXI, que se apoya en opiniones de un público joven, vinculado a las escuelas de arte, y de expertos. De esta forma, detecta problemáticas en su programación y esboza soluciones acerca de la gestión cultural de la música en el ámbito físico y virtual, en su disfrute presencial y en su acceso online desde Cuba.
El concierto, como espacio, ha tenido en La Habana, desde el siglo XIX, uno de sus escenarios de impacto en el área de Hispanoamérica. Como parte de tal contexto, el piano de Hubert de Blanck (1909) se convierte en portador de información que es analizada en la sección «Documenta Musicae», por Roberto Núñez y Gabriela Milián. De otro importante instrumento, el violín Stradivarius «Dancla», de 1703, que hizo sonar Linus Roth en la IV edición del Festival Habana Clásica, se publica una referencia iconográfica en la contraportada de este número.
También aplica a la música la raíz latina del verbo «concertar», en tanto acción de convocatoria ecuménica, que trae a «identidad de fines cosas diversas o intenciones diferentes». Con esa voluntad, Brindis de Salas, padre (1800-1872), dominó la escena de los bailes de salón en los años cuarenta del siglo XIX, donde se daban cita habaneros y visitantes de identidades diversas, rendidos ante el poder aglutinador de la música para ser bailada. Testimonio de esas convocatorias, son las contradanzas y danzas, analizadas y editadas por Claudia Fallarero y Vania Herrera, respectivamente, en la sección «Pentagramas del Pasado».
Desde 2022, con la gran mayoría de su población vacunada, se inició en Cuba la recuperación pospandemia y, con ello, volvieron las actividades presenciales. Se abrió el espacio del concierto en diversas modalidades y, en noviembre, se sucedieron en el Centro Histórico el Festival de Música Contemporánea de La Habana, el Festival Habana Clásica y el Festival Mozart Habana. Todos estuvieron unidos por el propósito de celebrar los 503 años de la capital, cuyo acontecer es reseñado, por Gabriela Rojas, en la sección «A Contratiempo».
Decana/fundadora de los gestores culturales de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Gertraud Ojeda conversa con Elaine Espinosa y Bertha Fernández sobre cómo programar la música desde la excelencia.
Por ese mismo camino de concertar propósito y acción, van los estudios especializados del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana y la Universidad de La Habana, que garantizan la formación de profesionales encargados de salvaguardar la riqueza artística, patrimonial e histórica de la nación. A propósito, Gabriela Milián, alumna integral de la décima promoción de graduados de la carrera en Gestión y Preservación del Patrimonio Histórico-Documental, discursa a nombre de sus compañeros.
Desde otra perspectiva, Omar Sanz observa con su lente y captura, para la portada, la belleza del instrumento inerte, a la espera de que el aire lo haga sonar y, con ello, se inicie el diálogo entre uno y todos.
Miriam Escudero
Ante la cual, solo hay una respuesta: Continuar la obra de restauración y valoración del patrimonio musical.
Tenemos por delante la conclusión de varios volúmenes de la colección Patrimonio Musical Cubano sobre música del siglo XIX, junto al Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc), el Museo Nacional de la Música y la Biblioteca Nacional de Cuba. Además, nos proponemos completar con éxito la acreditación de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana); así como celebrar el III Taller Internacional de Patrimonio Musical y los próximos eventos de gestión de conciertos y grabaciones. Todo ello y más ha de redundar en el propósito fundamental del Gabinete, que es fomentar la preservación de la memoria cultural.
En este número, dedicado a festejar una década prolífica, tuve la dicha de intercambiar con Pablo Suárez, comprometido colega, ideas sobre un capítulo de su tesina, innovadora en la reflexión, desde la Oficina del Historiador y el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, sobre la gestión del patrimonio musical.
Ilustramos su artículo con imágenes de archivo, que testimonian el actuar pionero de Pablo Hernández Balaguer y Odilio Urfé. Además, con el presente artículo, rendimos tributo a otro grande, que partió al cierre de estas páginas, Radamés Giro, a quien mucho debe la edición musical en Cuba.
Por otra parte, dejamos constancia de la labor del Cidmuc y el Museo Nacional de la Música, de la mano de sus gestores Laura Vilar y Jesús Gómez Cairo.
En «Documenta Musicae», se definen las áreas de trabajo del Gabinete, sus resultados y los 28 actores, que han sido y son parte de este colectivo multifacético. Mientras «Pentagramas del Pasado» publica una obra inédita, de Esteban Salas, antiguo testimonio de la actividad compositiva en Cuba, que valida su nombre como referente fundacional de la cultura cubana.
La reflexión de un espectador competente es el texto escrito por la profesora Prisca Martínez sobre el VI Encuentro de Jóvenes Pianistas, que inicia la sección «A Contratiempo»; seguida de los ecos del 21 Congreso Quinquenal de la Sociedad Internacional de Musicología y el estreno,
en New York, de Manita en el suelo, ópera bufa con música de Alejandro García Caturla y libreto de Alejo Carpentier. También se suma el acontecer de la Feria Internacional Cubadisco 2022, un fonograma protagonizado por la quena y el programa Rutas y Andares.
La musa de Jennifer Ancizar ha de inspirarnos para vencer los desafíos que vendrán. Se requiere voluntad y vocación para sostener la superación constante del Gabinete; perfeccionar la calidad de los productos culturales que gestionamos; certificarlos a través del criterio competente de evaluadores externos; desarrollar estrategias de comunicación para un público meta; y mantener la excelencia científica en los programas docentes.
En este tiempo juntos, aprendimos de Eusebio Leal , Raida Mara Suárez, María Antonia Virgili y Salomón Mikowsky, que todo esfuerzo es necesario para comunicar el arte con excelencia.
Debemos perseverar en la construcción de un público cautivo, contribuir a la educación artística y defender la cultura como lenguaje de entendimiento, porque cuando el arte «habla» es más fácil unir.
Miriam Escudero
Ya ronda la centena, lo que comenzó siendo un cuaderno breve de 18 páginas. La tripulación de esta barca, que transporta contenedores de saber, documenta con reflexiones, fotos, alegorías, íconos y estadísticas el acontecer cultural dinamizado por la música, para que cuando luego otros encuentren las huellas de la memoria.
Desde Chile, el Dr. Cristián Guerra, evalúa con mirada crítica el desempeño de El Sincopado. Le otorga autoridad su posición al frente de una de las revistas más antiguas y reconocidas de América Latina: Revista Musical
Chilena. Los criterios que plantea desde su experticia en la musicología se vuelven pertinentes, al ser este arte, desde sus soportes documentales, el centro que nuclea cada una de nuestras ediciones. Bajo su perspectiva, el desafío está en permanecer, no en estandarizar de acuerdo a los parámetros más estrictos de una revista científica. En este sentido, se ha de hacer ciencia aplicada y no solo reflexiva, máxime cuando nuestra perspectiva del patrimonio musical busca su interacción con los portadores del presente, devuelve memorias y añade nuevos registros.
Corresponde a Adria Suárez-Argudín, con la anuencia de la academia, que respalda el título de maestría que le ha otorgado la Universidad de La Habana, diseccionar la estructura en pro de una sistematización que permita regularizar, en un manual, las acciones a seguir para perpetuar esta iniciativa fundadora.
Pablo Suárez, desde un enfoque iconológico, examina las portadas del Boletín, buscando la relación entre el lenguaje visual y sonoro, entre la metáfora de la imagen y la sugestión de la música, a partir de la singular relación que se establece entre el artista invitado a cada número y las composiciones que se publican en «Pentagramas del Pasado». Testimonio fehaciente de este proceso quedó capturado en la imagen de contraportada, en la que el compositor Ernesto Oliva, ha regalado a este boletín y a sus lectores su obra Guantabanera (2022), toca al piano frente al artista de la plástica Nelson Villalobos, para que las musas conecten sus lenguajes.
La continuidad es la forma de supervivencia de los procesos culturales, por eso de la experiencia de Opus Habana se desgaja El Sincopado Habanero. Sus fundadores, Argel Calcines, Viviana Reina Jorrín y Yadira Calzadilla testimonian, con criterio de autoridad, las circunstancias y las pautas que dieron origen a la presente publicación.
«A Contratiempo», da razón de lo sucedido con la música en la 30 Feria Internacional del Libro de La Habana; del nuevo exlibris de la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano; del comienzo de la III Edición de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana); la celebración online del XII Coloquio Internacional y XVIII Premio de Musicología Casa de las Américas; de la puesta de Don Giovanni en La Habana; pinceladas del V Congreso de Arlac; y el más reciente disco del pianista y compositor cubano José María Vitier.
Con estos 20 números y 6 años de trabajo, apenas legitimamos un proceder y razones para perseverar en este viaje cultural.
Miriam Escudero
Del Fondo personal de Carlos Fariñas —donado y depositado, indistintamente, en la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano, del Gabinete de Patrimonio Mu-sical Esteban Salas, por su viuda Ela Egozcue y su hijo Carlos Manuel Fariñas—, compartimos evidencias de su obra y relaciones personales e institucionales. A propósito, recordamos que una de las aplicaciones del quehacer pedagógico y creativo de Fariñas fue la fundación del Estudio de Música Electroacústica del ISA (EMEC), espacio abordado por el joven compositor Javier Iha, quien reconstruye sus hitos y avatares desde la gestión documental del patrimonio.
En «A Contratiempo», afortunadamente, volvemos a los conciertos en vivo, que han sido posibles desde noviembre en la capital cubana. Para festejar los 502 años de esta ciudad añeja, la explanada del Castillo de San Salvador de La Punta da la bienvenida al jazz. José María Vitier, distingui-do con el Premio Nacional de Música 2021, estrena su obra magna, Habana Concerto, para conmemorar el centenario de Cintio Vitier y homenajear a Eusebio Leal Spengler, el eterno historiador de La Habana. Fruto de la colaboración entre la Oficina del Historiador y la Organización Interna-cional Ítalo-Latino Americana (IILA), Ubail Zamora nos acerca a los resultados del proyecto Sacro Esplendor Ve-neciano. Entre las noticias del acontecer cultural, el bolero se suma a los géneros que integran la lista del patrimonio inmaterial de la nación; y son defendidas con éxito tres tesis, dedicadas a temas de la música cubana.
La contraportada la consagramos a Alfredo Diez Nieto. Con una fotografía suya en pleno proceso creativo, decimos adiós al decano de los compositores cubanos, pianista, director orquestal y pedagogo, quien ha dejado una estela imborrable en la cultura cubana.
Miriam Escudero
Para ilustrar los artículos (pp. 13-31), hemos recurrido a imágenes artísticas, cortesía de un selecto grupo de fotógrafos especializados en instantáneas de la ejecución musical —por ejemplo, sobre el movimiento técnico de la mano de un pianista— realizadas en salas de concierto del Centro Histórico de La Habana: Ignacio Cervantes, Teatro Martí y Basílica Menor de San Francisco de Asís, durante la realización de la temporada de conciertos Habana Clásica (2018 y 2019).
La tradición de la enseñanza del piano en Cuba se remonta al siglo XIX, cuando maestros como Nicolás Ruiz Espadero (La Habana, 1832-1890), combinaron la docencia con la composición de obras monumentales para ese instrumento. En la sección Documenta Musicæ presento, junto a José Raúl López, un análisis de las características documentales de la obra de Espadero, texto tomado del libro Nicolás Ruiz Espadero, La Habana (1832-1890). Repertorio pianístico. Revisión, estudio y transcripción, reciente publicación de la colección Patrimonio Musical Cubano, de Ediciones Cidmuc. Igualmente, se da a conocer luego de 150 años la primicia, en Pentagramas del Pasado, de la partitura manuscrita e inédita del Estudio trascendente No. 8 «En estilo criollo» de Nicolás Ruiz Espadero, acompañado de un análisis del maestro Cecilio Tieles.
Inicia, A Contratiempo, con una reflexión de Yohany Le-Clere acerca de los valores del Son cubano y su conmemoración oficial el 8 de mayo, acción que tributa al proceso de declaratoria del género como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Al cierre de estas páginas, hemos recibido la triste noticia de la partida de uno de sus más activos promotores, el maestro Adalberto Álvarez, «el Caballero del Son», a quien dedicamos la imagen de Contraportada.
El evento teórico de la Feria Internacional Cubadisco 2021, coordinado por la musicóloga Yurien Heredia, convocó esta vez al espacio virtual, donde varios expertos disertaron sobre desafíos y perspectivas de las producciones discográficas cubanas en audiovisuales producidos por René Arencibia y televisados por el Canal Clave.
Nuestra editora general, Viviana Reina Jorrín, ha incursionado en la composición de un libreto, para la obra Tres pesadillas: Presentir, Sentir y Ser del compositor italiano Andrea Benedetto. Se comentan los detalles de su estreno en el Auditorio Sony, de La Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid.
Del acontecer musical de Iberoamérica nos llegan noticias de las tesis doctorales de Margarita Pearce sobre la música en el contexto religioso de La Habana (1853-1898), defendida en la Universidad de Oviedo; igual ejercicio de Omar Morales sobre la teatralización de villancicos en Hispanoamérica durante el siglo XVII, defendida en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la tesis de maestría de Silvia Alonso quien aporta aspectos esenciales para la interpretación de las Danzas Afro-cubanas de Ernesto Lecuona, defendida en ese mismo centro académico. Por su parte Claudia Fallarero y quien suscribe, en congresos de la región iberoamericana, socializamos resultados investigativos sobre el papel de la prensa en el proceso de estreno musical y las características de la composición en el marco de la creación para banda sonora. Asimismo, desde Alemania reportan sobre la exitosa gira Mozart y Mambo, protagonizada por la Orquesta del Lyceum de La Habana que conduce José Antonio Méndez.
Llega a nuestras páginas la convocatoria de la III Edición de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico Documental de la Música que será implementada en el Colegio San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana) en 2022.
Gabriela Milián relata la participación, este verano, del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas en la etiqueta #LealGestorCultural del programa cultural Rutas y Andares. Como en números anteriores, dejamos constancia de la cartelera del Observatorio del Patrimonio Musical a cargo de Laura Escudero y continúa la entrega del Directorio de Instituciones con Documentación Musical en La Habana (II) que compilan Bertha Fernández y Adria Suárez-Argudín.
Desde nuestra portada, con la obra El Ángel de la Música está en La Habana Vieja, de Isavel Gimeno, rendimos homenaje al eterno Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, y al maestro Adalberto Álvarez quienes dedicaron su vida a enaltecer los valores de la cultura cubana.
Miriam Escudero
Según esa postura —mientras que la musicología tradicional se dividía en las tendencias histórica y sistemática, radicando su diferencia, grosso modo, en el objeto de estudio y el punto de observación del experto—, en Cuba, el programa académico había sido concebido de manera integral, desde 1976, por Argeliers. De ahí que el estudio de los pares (sujeto/objeto, portador/documento) fuera igualmente pertinente y se aplicara la musicología a todo proceso de creación del arte sonoro: al «etno» y su práctica; y a la construcción del «logos» de cualquiera de sus manifestaciones. En consecuencia, se debía aprender a descifrar el método de coordinación entre melos y armonía de una obra barroca, a la par que descifrar, en audición analítica, el patrón de una improvisación polirrítmica de los tambores batá.
No tuve el privilegio de conocer a Argeliers, llegué tarde. Entré al ISA en 1993 y él había partido dos años antes, pero escuché de su pensamiento y su acción. «Como decía Argeliers...», era la frase de los maestros/discípulos para referirse a sus sabios aforismos. No importa qué generación, impactó a todos por igual y fue el líder espiritual de la musicología cubana.
A su lado, brillando con luz propia, María Teresa Linares (La Habana, 1920 - 2021) se había aplicado a la misma ciencia desde otra perspectiva. Él, había incursionado en los trabajos de campo para teorizar; pero, ella, empleaba esta actividad no solo como pivote de reflexión, sino como práctica sistemática, con el fin de preservar la memoria de los portadores.
Entablé un diálogo cercano con María Teresa al hacerle una entrevista, en 2000, por encargo de la revista Opus Habana, de la Oficina del Historiador. Fue la oportunidad para saber los secretos profesionales de aquella mujer que, a mis 27 años, me invitó a entrar a esta carrera por la puerta grande, otorgándome el Premio Casa de las Américas de Musicología (1997), en calidad de jurado.
En aquella conversación, de la que no publiqué todo lo que escuché, aprendí sobre «feminismo positivo», una categoría que define cómo ella supo ser esposa y profesional sin perder su estilo, y, sobre todo, sin banales competencias de sexo. A propósito, me contó que, cuando su hija adolescente le reclamaba que cada mañana, cuando hacía café, lo llevara a la cama de su esposo, ella, prudente y segura, respondía: «Ya me contarás tú, cuando te enamores».
Una anécdota inédita, pero que nunca he dejado de citar a mis alumnos al hablar de arte musical, fue la vivida como espectadora excepcional de un jurado en el que ambas participamos. Se debatía si premiar, o no, la producción de un grupo que, fuera de Cuba, había establecido pauta sobre la música en torno a un género emergente.
El presidente del concurso expuso razones extrartísticas que descartaban la premiación. Entonces, se alzó la voz sabia de María Teresa: «Sobre este grupo he preguntado a mi nieto adolescente si lo conoce y me dijo que sí lo ha escuchado, incluso, me ha tarareado sus canciones. Si mi nieto, que no estudia música, los reconoce, es símbolo de que su arte ha llegado al pueblo. Es el pueblo quien lo ha validado. ¡Cuidado! No vaya a ser que, con tanta precaución, estemos desestimando algo que será paradigma del arte». No fue premiado, pero Teté ya sabía que globalizarían la música cubana.
Su inmenso respeto por la cultura, la ética en el tratamiento de las fuentes y los portadores y una entrega total a sus alumnos son recuerdos que han quedado en la memoria de los que la conocieron. Por eso, al dejarnos en enero de este año, El Sincopado Habanero ha querido honrarla de la manera que a ella le gustaría, con reflexiones sobre la música cubana.
Con tal propósito, convocamos a dos discípulas de esa pareja singular, las musicólogas María Elena Vinueza y Grizel Hernández, para presentar escritos poco conocidos de María Teresa y Argeliers, publicados en la Revista Pro-Arte Musical y la Revista Universidad de La Habana, respectivamente. Se trata de textos con énfasis didáctico-divulgativo que, consecuentemente, recurren al canon. Su lectura ha de complementarse con el audiovisual «Argeliers», del cineasta Félix de la Nuez, que pone en contexto las circunstancias en que ellos vivieron.
Otro es el escenario que da lugar a la formación musicológica de Danilo Orozco (Santiago de Cuba, 1944 - La Habana, 2013) que bebe de la tradición músico-coral bautista, el rico entorno guitarrístico y trovadoresco de Santiago de Cuba, el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC... Una conferencia inédita —legada por su compañera de vida Olga (Purri) Alemán— completa la trilogía de artículos de entrada que se publican en este número. Su carrera autodidacta se enlaza con Argeliers, porque es él quien lo «descubre» profesionalmente al otorgarle, como presidente del jurado, el Premio de Musicología Pablo Hernández Balaguer (1974). Luego, devinieron colegas y fue otra vez Argeliers quien propició sus estudios académicos en la Universidad Humboldt (Berlín), de la cual egresó en 1987, con un doctorado Summa Cum Laude.
El sistema categorial desarrollado por Danilo se aproximó al estudio paradigmático de las tradiciones orales. Con disección enfática, ahondó en el ADN de las microculturas endémicas, que generaron protogéneros musicales en el oriente cubano. Dos discípulas de su escuela de pensamiento, Yianela Pérez y Daymí Alegrías, comparten en este número dimensiones diferentes del desempeño profesional de Danilo: por un lado, su preocupación constante en la actualización del debate musicológico cubano; y la aplicación de un juicio analítico, revelador de esencias, a los resultados colectados a través del trabajo de campo. En tal sentido, en el texto «Rejuegos del “ser” y el “no ser” del documento musical», Daymí explica la transferencia de saberes que estableció con Danilo y cómo sus grabaciones devinieron documento/soporte de las investigaciones de ella en torno al changüí. Este testimonio inédito queda ahora legitimado en la sección «Documenta Musicæ», al conservarse esa memoria musical en transcripciones anotadas.
Otra manera de preservar es la que nos propone el musicólogo Javier Soriano en «Pentagramas del Pasado», con la restauración de la Sonata en sol para órgano, de José Mauri, acción indispensable para su socialización. La edición de esta obra comprendió un proceso de reproducción-creación, al tener que componer un 40% de la pieza, destruida por el tiempo.
De un conciliábulo con María Elena Vinueza y Milton Raggi, surgió la solución para ilustrar estas páginas con alguien que supo «graficar» el pensamiento musicológico cubano, es decir, reducir las muchas palabras a una imagen sintetizadora de conceptos. Mi favorita es la de Beethoven que escucha atento, con el necesario auxilio de una bocina-caracol, el toque de un tambor, símbolo icónico de la cultura de tradición africana, para aprehenderla como un fenómeno de transculturación inversa. Este ícono encarna el discurso de Danilo sobre la pertinencia musicológica, en estudios de alcance global y lupa local.
En almuerzos «vinuezianos», Tulio Raggi (La Habana, 1938 - 2013), quien encarnaba magistralmente uno de los caracteres complementarios de la pareja artista gráfico/musicóloga, nos instruía en los secretos de una vida sabia. Recuerda: «No me digas mentiras que no pueda creer, ni verdades que no pueda soportar». O, aquello de que «a las mujeres no les basta un príncipe, sino que, por su versatilidad, precisan de siete enanitos». Sus ilustraciones musicales, creadas mayormente para la revista, del Cidmuc, ilustran las páginas de este Sincopado.
Cuatro textos conforman la sección «A Contratiempo», comenzando por el elogio que la musicóloga Malena Kuss escribiera en ocasión de ser elegida María Teresa Linares, Miembro Correspondiente de la American Musicological Society. Gabriela Rojas continúa su análisis detallado de la actualidad de los festivales de música en su alternativa online. Laura Escudero resume las publicaciones de la cartelera cuatrimestral del Observatorio del Patrimonio Musical; mientras Adria Suárez-Argudín y Bertha Fernández nos invitan a consultar una primera selección de los más importantes reservorios del patrimonio musical documental de La Habana.
Como colofón a este editorial, publicamos la foto que recuerda el momento histórico en que Argeliers, entonces director de Música de la Casa de las Américas, inauguró en 1979 uno de los premios más prestigiosos de la musicología latinoamericana. En aquel momento, junto a él, convocó a María Teresa y Danilo, gesto que, con visión integradora, validó tres afluentes del pensamiento musical cubano, que aún corren por el tiempo.
Miriam Escudero
Una experiencia similar, resulta del disfrute holístico de la que ha sido considerada la película musical cubana por excelencia, La bella del Alhambra (1989). Convocadas por el azar concurrente, Claudia Fallarero y Adria Suárez-Argudín tuvieron la posibilidad única de dialogar con su director, Enrique Pineda Barnet, el 23 de diciembre de 2020, poco tiempo antes de que él partiera a habitar (12 de enero de 2021) el panteón de los inmortales. Para explicar cómo la retórica musical se pone al servicio del discurso audiovisual de este filme icónico —merecedor del Premio Coral de música original (1989) y el Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana (1990)—, la musicóloga Claudia Fallarero emplea las herramientas del análisis de los tópicos. Su experticia en géneros del teatro bufo del siglo XIX, que perviven en el repertorio del Alhambra, respaldan la valoración que ella hace de una película en la que el repertorio musical elegido se interpreta desde una perspectiva históricamente informada, que otorga valor añadido al documento fílmico y testimonia una acción de preservación patrimonial.
Con la misma idea, Gabriela Rojas se acerca al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, la fiesta del séptimo arte en Cuba, para reflexionar sobre los mecanismos de interacción audiovisual en las cinco películas, cuyas bandas sonoras merecieron el Premio Coral del certamen entre 2015 y 2019. En todas ellas, Rojas descubre códigos recurrentes, que optan por reivindicar el paisaje sonoro propio de la región latinoamericana.
Estas miradas externas se complementan con el acercamiento a la vivencia del compositor de música para cine. Así que, para conocer los intríngules de esta profesión, Gabriela Milián visitó la casa de Edesio Alejandro Rodríguez, Premio Nacional de Música 2020, quien vertió sus saberes en una excelente entrevista; en ella revela su regla de oro a futuros creadores especializados: «Concibo mis producciones audiovisuales con espacio para la música. Lleven siempre la humildad dentro de sí. La diva es la película y deben acariciarla, porque todo es en función de ella». En «Pentagramas del pasado», gracias a la generosidad de Edesio, publicamos escenas de la banda sonora de su ópera prima, Clandestinos (Fernando Pérez, 1987), transcritas por Milián del manuscrito original a un software de edición musical.
Hasta el espacio de otro enamorado del sonido, José Galiño, fiel colaborador nuestro, llegaron Bertha Fernández y Adria para conocer en detalle como fue su trabajo en el estudio de sonido profesional del ICAIC. Galiño, un incansable defensor del patrimonio audiovisual, explica las diferencias entre la música para el cine y los sonidos cotidianos que ambientan cada escena. Nos cuenta cómo contribuye a la preservación y difusión de grabaciones de alto valor histórico, poco conocidas, en la sección «Crónicas del arca», multimedia de la revista Cine Cubano en versión electrónica.
La octava graduación del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, estuvo dedicada a quien fuera su Maestro Mayor, Eusebio Leal Spengler y, a propósito, Yohany Le-Clere reflexiona sobre su legado como fundamento para una metodología de la intervención del patrimonio cultural en Cuba. Asimismo, una instantánea comentada da fe de la ceremonia de premiación de la Academia de Ciencias de Cuba en la que Claudia Fallarero —en representación de Zoila Lapique, Indira Marrero, Franchesca Perdigón y quien suscribe— luce, junto a la historiadora María del Carmen Barcia, los certificados que acreditan la excelencia de las investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales, aplicadas al patrimonio inmaterial y la historia cultural.
Del Observatorio del Patrimonio Musical, Laura Escudero detalla la programación de estos cuatro meses que continúa encaminada a elaborar cápsulas de la memoria, en partituras, audiovisuales, entrevistas e imágenes que se difunden desde las redes sociales del Gabinete. Un Eco de las Villas, se anuncia como revista portadora de los resultados del grupo de investigación que encabeza Angélica Solernou y damos a conocer novedades relativas al cine en los fondos de la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano.
Dos imágenes sellan el contenido de este homenaje. En la portada, de Duvier del Dago, La República se mira al espejo, como lo hacía Rachel (Beatriz Valdés) en su camerino del Teatro Alhambra, buscando en el pasado la memoria que sustenta la mejor cultura del presente. En la contraportada, el Cine Norma de Luyanó, con su fachada llena de íconos musicales, nos convoca al Festival, en cuanto termine la pandemia, para que esa magia que combina imagen, palabra y sonido nos devuelva la belleza.
Miriam Escudero
En este número que dedicamos a su memoria, su editor personal, Argel Calcines, ha hecho el elogio de quien, cual Ángel de la jiribilla, vuelve reencarnado en el tiempo para que no nos cansemos de hacer, porque «la gloria pasa, pero la obra queda».
De manera que, comisionados a continuar la obra de La Habana, encaminamos nuestros pasos a perfeccionar el Observatorio del Patrimonio Musical. Arlene Hernández nos explica cómo este espacio virtual promociona, filtra, analiza y recomienda, a los cibernautas atraídos por la música, valiosas propuestas —propias y ajenas— con criterio especializado en sinergia con los 20 años del programa Rutas y Andares. Ello, en consecuencia, con el paradigma que propone el profesor Jesús Herrera en su texto sobre gestión documental de la música. Gabriela Rojas prosigue con el análisis de lo que sucede con los conciertos online e integrantes de la cátedra de composición de la Universidad de las Artes se alzan con galardones a sus obras en New York.
A propósito de haber ganado junto a otras cuatro autoras el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba (2019), Zoila Lapique, admirada amiga, quien ha contribuido tanto a la historia cultural de Cuba, nos honra con una entrevista realizada por Claudia Fallarero. Sobre este cuarto galardón, que certifica una gestión sistemática del patrimonio musical cubano con respaldo científico, disertan los expertos españoles Javier Marín y Miguel Díaz-Emparanza.
A las Sábanas blancas, ícono de esta ciudad, canta Gerardo Alfonso, en ese guaguancó que acompañó cada emisión del programa Andar La Habana. Con Leal al tiempo, Polito Ibañez inmortalizó su huella en los versos de esta canción. Buscando que perdure su memoria, publicamos en «Pentagramas del Pasado» ambas obras con arreglo para gran formato, de Jorge Brito Aragón.
La portada de este número-homenaje tiene rostro de mujer, porque la música no es más que el arte de las musas. Santa Cecilia de La Habana Vieja, inspiró en aquel tiempo los sonidos del Alleluja, de Cayetano Pagueras, y, desde entonces, toda la música que ha sonado en el Centro Histórico. Joel Guerra —Jojo, como cariñosamente le llamamos los que hemos tenido la suerte de trabajar con él— acompañó fielmente con su cámara a Leal para filmar cada intervención suya. Tanto anduvieron juntos que aprehendió la sensibilidad y la poesía conceptual de la restauración, y asumió, como nosotros, su axioma: «todo se puede ganar o perder en esta vida: bienes infinitos, joyas, fama... pero nada será comparable a un instante en la contemplación de la belleza. Lo único que no nos será dado recuperar, es el tiempo perdido».
Producción general: Miriam Escudero, producción musical: Claudia Fallarero y José Antonio Méndez. Intérpretes: Marcos Madrigal (piano), Lianne Vega (piano), Milagros de los Ángeles Soto (soprano), Roger Quintana (tenor), Anyelín Díaz (soprano) y Josué Tacoronte (guitarra). Labels Colibrí y La Ceiba, 2019.
Equipo Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Miriam Escudero / Yohany Le-Clere / Claudia Fallarero / Bertha Fernández / Adria Suárez-Argudín / Gabriela Milián / Gabriela Rojas / Arlene Hernández / Laura Escudero / Jorge L. Ortiz
Realización: Mecha Audiovisuales, dir.: Joel Guerra
Desde Cantavil - Música original de Janio Abreu
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La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
Vivimos en una época en la que la monetización de la música en un canal de YouTube nos ha familiarizado con el concepto de copyright. Una publicación puede ser restringida por desconocer la normativa sobre propiedad intelectual.
Actualmente, es casi imposible eludir estas disposiciones legales, ya que un sofisticado sistema de identificación automatizada detecta infracciones en cuestión de segundos. El contexto era muy distinto para los compositores y libretistas cubanos en la década de 1920. Figuras de la talla de Gonzalo Roig, Jorge Anckermann, Eduardo Sánchez de Fuentes y el propio Moisés Simons —quien ya proponía destruir los pianos de manubrio «por perturbadores de la paz pública y asesinos del arte lírico»—, decidieron fundar la primera Sociedad de Autores Cubanos. Sobre este primer intento documentado, reflexiona la especialista en derecho de la cultura, Darsi Fernández, quien realiza un análisis crítico a partir de dos fuentes primarias que ha rescatado: los libros de actas de las juntas generales y directivas.
También, en la década del 1920, Alberto Socarrás incursionaba en las primeras grabaciones de solos de flauta en el jazz. Este hito es el punto de partida del también multi-instrumentista Janio Abreu quien busca fundamentar la relevancia de Socarrás como intérprete y compositor, posicionándolo como un pilar fundamental en el proceso de hibridación entre el jazz y la música cubana en Nueva York. Además, visibiliza su labor pionera, junto a Dizzy Gillespie, Chano Pozo y Mario Bauzá, en el uso de timbres y fórmulas rítmicas afrocubanas. El quehacer de otro creador polifacético, Silvio Rodríguez, quien además de ser cantautor es productor musical e incursiona en las artes visuales, plantea a Lisett Barrios, especialista de los Estudios Ojalá, el desafío de diseñar una base de datos que registre, con la mayor precisión posible, la información vinculada al proceso creativo. La obra de Silvio es protagonista en la sección «Pentagramas del pasado» y, en un gesto de generosidad autoral, autoriza a El Sincopado, la publicación de la edición, corregida por él, de dos composiciones universales: Unicornio y El güije, las cuales son analizadas por Gabriela Milián.
La sección «A Contratiempo» continúa sobre el estudio de la composición musical, con una entrevista de Viviana, siglos XX y XXI, cuya culminación se integró al Festival de Música Contemporánea de La Habana en un memorable concierto de estrenos.
Damos un último adiós, con música, al fiel amigo Salomón Mikowsky; celebramos los diez años de la Semana de Música Sacra; asistimos a las disertaciones de diversos trabajos de investigación musical; y concluimos con el VI Congreso ARLAC.
La contraportada documenta la ceremonia de la duodécima graduación del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, dedicada al 90 aniversario del nacimiento de Natalia Bolívar Aróstegui, quien fue homenajeada por los cantos convocatorios del Coro Folklórico Nacional, dirigido por la maestra Maite Caballero.
Desde la portada, obra de Daniela Águila, titulada Viene de mi, captura el instante en que la música cobra vida. La artista interpreta, con su instrumento, las pautas del compositor y ejerce, en plena libertad, el derecho de crear.
por Miriam Escudero
El reto de arribar a los 25 números de El Sincopado Habanero (2016-2023) nos ha colocado ante el desafío de pasar al siguiente escalón en la gestión de textos científicos y someter esta publicación al escrutinio de la Comisión Evaluadora del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA) con el propósito de obtener la Certificación de Publicación Seriada Científico-Tecnológica.
Nuestra revista, nacida al amparo de Opus Habana, publicación ilustrada cubana por excelencia, ha contado siempre con el respaldo académico de los tribunales de posgrado que censuran la socialización de los resultados de los trabajos de investigación que publicamos, derivados del Máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Universidad de La Habana (CUSGH-UH-OHCH). Sin embargo, a partir de este número (vol. IX, n. 1/ 2024) se han realizado modificaciones para trabajar de manera consecuente con lo reglamentado en la Resolución 149/2024 del CITMA. Para ello la revista ha debido fortalecer dos de los aspectos indicados: «c) que el 60 % o más de los contenidos publicados por la revista corresponde a artículos de investigación y que d) todas las contribuciones científicas publicadas son evaluadas por pares académicos».
Para el equilibrio entre textos científicos y divulgativos hemos pasado la frecuencia de cuatrimestral a semestral y el formato —con más énfasis en el texto que la imagen— se transforma de horizontal a vertical. Asimismo, participan en este número expertos que han colaborado generosamente con el proceso de arbitraje y sumamos al Consejo Editorial al Dr. Cristián Guerra, director de la Revista Musical Chilena y al Dr. Pablo Suárez profesor asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con portada de la artista plástica y arquitecta Mercy Rivadulla —Restaurante El Patio (2014)—, damos la bienvenida a los dos artículos de entrada. Ese trío que ameniza con guitarra, maracas y bongós, en la Plaza de la Catedral de La Habana, frente a la antigua Casa del Marqués de Aguas Claras, nos remite a los temas de la música popular cubana que se abordan los dos artículos de entrada: Teofilito y la trova espirituana, por Yaisel Madrigal, y la gestión discográfica de música campesina, por Roberto Prieto.
Sigue la sección «Documenta Musicæ », donde los estudiosos de la circulación musical transatlántica en el siglo xix encontrarán el itinerario artístico de Antonio Raffelin, personaje mitificado por Alejo Carpentier. En correspondencia, «Pentagramas del Pasado» publica dos obras suya, una inédita.
«A contratiempo» destaca el acontecer de la XII edición del Festival Flores y Balas en una magnífica relatoría escrita por Liliana González. Además, se detallan los resultados más significativos de la residencia artística del Ensemble Cantabile, como actividad de extensión universitaria, en el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Como parte de los sucesos académicos, se dan a conocer los resúmenes de las tesis de máster y doctorado defendidas por Yoanna Díaz, en el CUSGH y nuestra profesora María Elena Vinueza, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Como reseña de libro, se comenta el texto Lo más gracioso que se pueda. Teatralidad en villancicos hispanoamericanos de los siglos xvii y xviii (2024), de Omar Morales Abril, presentado en el marco del Premio Casa de las Américas de Musicología (11 al 15 de marzo) que, junto al III Simposio del Grupo de estudio ICTMD (The International Council for Traditions of Music and Dance) y el III Taller Internacional sobre Patrimonio Histórico-Documental de la Música en Hispanoamérica, reunió en La Habana, voces especializadas en pos de difundir los más recientes resultados de investigación relativos a la música y la danza en Latinoamérica y el Caribe.
Fue este el último encuentro global al que asistió nuestra querida Laura Vilar, colega y amiga, a quien tristemente despedimos el pasado 30 de mayo. Musicóloga y directora del Centro de investigación y desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) y de la revista Clave, resalta en su trayectoria profesional el respaldo académico que procuró para la inclusión por la UNESCO del punto cubano, la rumba, el bolero y el son en el listado del Patrimonio Cultural Inmaterial de Cuba y de la Humanidad. A ella dedicamos este número de El Sincopado Habanero.
por Miriam Escudero
Cierra el año 2023 con una nueva perspectiva de trabajo para el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas que, luego de 11 años de labor enfocada en la gestión cultural de la Oficina del Historiador, pasa a formar parte del Colegio Universitario San Gerónimo, facultad de la Universidad de La Habana. En este espacio académico, se potencia y legitima como departamento dedicado a la gestión de fuentes, pensamientos y acciones de difusión del patrimonio musical, aplicados a los campos de la docencia, la investigación y el desarrollo.
Desde El Sincopado Habanero, continuamos nuestro quehacer con el fin de compartir resultados científicos, que emergen de las memorias escritas de nuestros egresados.
Yohana Ortega, especialista del Museo Nacional de la Música —una de las instituciones con las que el Gabinete comparte sinergias profesionales—, presenta un resumen de su trabajo en torno a las composiciones para formatos de cámara de Carlos Borbolla, dando cuenta del estado actual de los fondos y las estrategias para la difusión de su obra. Una de esas acciones de salvaguardia se presenta en «Pentagramas del Pasado», con la transcripción —a cargo de Gabriela Milián— de la obra 3a Sonatina, danzón para clarinete y piano, y la digitalización del ciclo Ritmo en los dedos, de Borbolla, —que juega con el título de El ritmo de los dedos, de Stamaty—, para practicar las dificultades técnicas de los géneros de la música cubana.
En ocasión de celebrarse los 120 años de la fundación del Conservatorio Amadeo Roldán, el profesor Marcos Tamames presenta un estudio de su inmueble en tanto «documento» del patrimonio musical cubano. «A Contratiempo» deja constancia del Festival Mozart Habana, desde la mirada comprometida de una gestora cultural, Lea Jakob, especialista en proyectos innovadores en el campo de la música clásica (Leuphana Universität Lüneburg).
Compartimos una entrevista realizada por Adria Suárez-Argudín al profesor Pierpaolo Polzonetti (University of California, Davis), quien viajó a la capital con el doble propósito de continuar su proyecto de investigación sobre «Recetas de sonido cubano: Canciones sobre comida, desde el son hasta la salsa» —ganador del 2023 Library Travel Grant, conferido por el Cuban Research Institute (CRI) y The Kimberly Green Latin American and Caribbean Center (LACC)— e impartir un curso de postgrado sobre «La ópera italiana en tiempos de revolución (siglo XVIII)», que contó con la participación de 45 estudiantes.
La presentación de resultados de investigación en foros internacionales (MUSAM y MUSPRES), relacionados con la música, la prensa y los estudios sobre estas áreas del conocimiento en Iberoamérica, se resume en la nota escrita por Yohany Le-Clere, que incluye los temas sobre música abordados en el V Coloquio de Educación Patrimonial del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.
Con ese mismo espíritu, se comparte la buena noticia de las memorias defendidas como parte de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, la carrera de Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural (Colegio San Gerónimo) y el Programa de doctorado de la Universidad de Salamanca. Dos donaciones a la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano se realizaron en el marco del V Festival Habana Clásica.
Miriam Escudero
Cerrábamos la pasada entrega con la noticia de la partidda de Jesús Gómez Cairo. A él dedicamos la certera valoración con que lo despidió el Dr. Eduardo Torres Cuevas y la sentida emoción con que lo rememoran sus colaboradores. Fiel protector del patrimonio musical cubano, Jesús dedicó su vida profesional a la ciencia musicológica y fue heredero responsable de la gestión del archivo compilado por Odilio Urfé —pionero, junto a Pablo Hernández Balaguer, en concebir la preservación musical desde la puesta en valor. Además, por 26 años (1997-2023), fue el director del Museo Nacional de la Música, máxima institución de su tipo en Cuba.
La obra de su vida nos lega saberes acumulados que han de incidir en la práctica de la gestión del patrimonio musical, entendida por Jesús como método imprescindible para la actualización constante del conocimiento de la historia. Indira Fajardo, presidenta del Instituto Cubano de la Música expresó el día de su homenaje que lo admiraba porque «enseñaba todos los días y te mostraba esa sabiduría de lo que era gnómicamente la historia de la música desde sus vivencias, desde su historia de vida».
Tributa a este número el texto de Roberto Núñez, colaborador de Gómez Cairo y profundo conocedor de la familia De Blanck, el cual es una síntesis del trabajo defendido como máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, que reconstruye esa historia desde las evidencias que atesora el propio Museo. Por otra parte, Laura y Vania, dos jóvenes estudiantes de la carrera de Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural, en el Colegio San Gerónimo, nos cuentan en «Documenta Musicæ» el devenir del Museo y visitan las salas que resurgen con colecciones restauradas.
Ganadora del Premio Cubadisco en la categoría de Notas Discográficas, Gabriela Rojas comparte, en «Pentagramas del Pasado», el texto galardonado que incluye, además, la publicación de la obra Serenata para violín y piano, de Hubert de Blanck. Esta pieza, que forma parte del disco grabado por el sello La Ceiba, deriva de la transcripción de un original inédito que se conserva en el Museo Nacional de la Música. Realizada por el profesor José Raúl López, es un avance del repertorio de música de cámara de Cuba, siglo xix, que será publicado próximamente en dos volúmenes por los sellos editoriales del Museo Nacional de la Música y el Cidmuc.
«A Contratiempo» valora lo acontecido en el Premio Cubadisco 2023, el workshop de un proyecto para el estudio de la música en las catedrales de España e Hispanoamérica y las defensas de dos maestrados más en Patrimonio Musical del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.
Al cierre de estas páginas, conocíamos del nombramiento de la musicóloga Sonia Pérez Cassola, como nueva directora del Museo Nacional de la Música en Cuba, a quien damos la enhorabuena desde El Sincopado Habanero. Con esta edición de nuestra revista, esperamos que la Plegaria, del artista de la plástica José Luis García Cortés, mantenga viva la música, esa que, como expresión de tantas emociones, infatigable labor de preservar y difundir.
Miriam Escudero
«Crisis», dicen los sabios, «es oportunidad», no vil y ventajista coincidencia, sino creativa y resoluta ocasión. Por ello Pablo Milanés halló propicio, en medio de un momento económicamente complejo, en la Cuba de los años noventa, crear una fundación que amparaba la producción de músicos y artistas en aras de garantizar continuidad. Este modelo de institución no gubernamental, que movilizó a intelectuales y decisores de reconocido prestigio profesional, gestó grabaciones, publicaciones, comunicaciones y todo tipo de resultados tangibles. El polifacético fenómeno ha sido estudiado por Carla Mesa en su trabajo final de maestría. Compartimos la primicia en este número y sugerimos a los lectores que profundicen, luego, en el libro que la autora se encuentra preparando.
No se comprende la Nueva Trova sin su antecedente: la Vieja Trova santiaguera. La dialéctica, que supone el entendimiento de las categorías temporales nuevo-viejo, valida a uno de sus protagonistas, Graciano Gómez. Su voz se hace actual desde una entrevista añeja que, por su vigencia en el tiempo, reproducimos en «Documenta Musicæ».
En «Pentagramas del Pasado», podrán descargar Mis 22 años y Para vivir, de Pablo Milanés, en versión facsimilar, con el oportuno comentario de Gabriela Rojas.
«A Contratiempo» deja constancia de importantes eventos sucedidos en este cuatrimestre. En una entrevista a dos voces, realizada por Miriam Delgado, las musicólogas Isabelle Leymarie y María Elena Vinueza comparten sus impresiones sobre el XVIII Coloquio Internacional «Leonardo Acosta in memoriam» del Festival Jazz Plaza 2023. Una relatoría de Ubail Zamora comenta sobre la experiencia de uno de los cursos del Máster en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental (CUSGH-UH), dedicado a los Fundamentos de la interpretación históricamente informada de la música. A través de la mirada del académico-violinista Dr. Alberto Sanna (Senior Research Fellow en Lady Margaret Hall, Universidad de Oxford), se enfatizó en la contextualización de las fuentes primarias, literarias y musicales, que se utilizan para reconstruir las prácticas interpretativas de épocas pasadas.
En el concierto de clausura, se puso en valor la obra Stabat Mater, de Emanuele d’Astorga (Augusta, Italia, 1680-Madrid, 1757), estreno en el que participaron las agrupaciones Sine Nomine, Cantábile, Exulten, con sus respectivos directores, y solistas invitados. Le sigue el juicio crítico sobre el Premio de Composición, de la Casa de las Américas, uno de los certámenes más prestigiosos de su tipo en esta región, a cargo de Leidy Marrero Abrantes; la defensa del doctorado con honores, en la Universidad de Guanajuato (México), de nuestro colega y amigo Pablo Suárez, y, en la contraportada, el testimonio visual del Requiem, de Mozart, interpretado en la Catedral de La Habana.
Como portada y portadilla, el artista Aleph Rondón (La Habana, 1989) nos regaló las obras Alba y Planto, de la serie Ascendencia errante. Como una suerte de amanecer y ocaso, estas piezas rinden homenaje a Pablo Milanés (Bayamo, 24 de febrero de 1943-Madrid, 22 de noviembre de 2022) y Jesús Gómez Cairo (Jagüey Grande, Matanzas, 26 de octubre de 1949-La Habana, 28 de abril de 2023). A este último dedicaremos el próximo número de El Sincopado Habanero.
Miriam Escudero
Interesado por saber quiénes la consumen, dónde se ejecuta y cómo se difunde en Cuba, Adrian Alvarez comparte los resultados de su investigación sobre audiencias del siglo XXI, que se apoya en opiniones de un público joven, vinculado a las escuelas de arte, y de expertos. De esta forma, detecta problemáticas en su programación y esboza soluciones acerca de la gestión cultural de la música en el ámbito físico y virtual, en su disfrute presencial y en su acceso online desde Cuba.
El concierto, como espacio, ha tenido en La Habana, desde el siglo XIX, uno de sus escenarios de impacto en el área de Hispanoamérica. Como parte de tal contexto, el piano de Hubert de Blanck (1909) se convierte en portador de información que es analizada en la sección «Documenta Musicae», por Roberto Núñez y Gabriela Milián. De otro importante instrumento, el violín Stradivarius «Dancla», de 1703, que hizo sonar Linus Roth en la IV edición del Festival Habana Clásica, se publica una referencia iconográfica en la contraportada de este número.
También aplica a la música la raíz latina del verbo «concertar», en tanto acción de convocatoria ecuménica, que trae a «identidad de fines cosas diversas o intenciones diferentes». Con esa voluntad, Brindis de Salas, padre (1800-1872), dominó la escena de los bailes de salón en los años cuarenta del siglo XIX, donde se daban cita habaneros y visitantes de identidades diversas, rendidos ante el poder aglutinador de la música para ser bailada. Testimonio de esas convocatorias, son las contradanzas y danzas, analizadas y editadas por Claudia Fallarero y Vania Herrera, respectivamente, en la sección «Pentagramas del Pasado».
Desde 2022, con la gran mayoría de su población vacunada, se inició en Cuba la recuperación pospandemia y, con ello, volvieron las actividades presenciales. Se abrió el espacio del concierto en diversas modalidades y, en noviembre, se sucedieron en el Centro Histórico el Festival de Música Contemporánea de La Habana, el Festival Habana Clásica y el Festival Mozart Habana. Todos estuvieron unidos por el propósito de celebrar los 503 años de la capital, cuyo acontecer es reseñado, por Gabriela Rojas, en la sección «A Contratiempo».
Decana/fundadora de los gestores culturales de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Gertraud Ojeda conversa con Elaine Espinosa y Bertha Fernández sobre cómo programar la música desde la excelencia.
Por ese mismo camino de concertar propósito y acción, van los estudios especializados del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana y la Universidad de La Habana, que garantizan la formación de profesionales encargados de salvaguardar la riqueza artística, patrimonial e histórica de la nación. A propósito, Gabriela Milián, alumna integral de la décima promoción de graduados de la carrera en Gestión y Preservación del Patrimonio Histórico-Documental, discursa a nombre de sus compañeros.
Desde otra perspectiva, Omar Sanz observa con su lente y captura, para la portada, la belleza del instrumento inerte, a la espera de que el aire lo haga sonar y, con ello, se inicie el diálogo entre uno y todos.
Miriam Escudero
Ante la cual, solo hay una respuesta: Continuar la obra de restauración y valoración del patrimonio musical.
Tenemos por delante la conclusión de varios volúmenes de la colección Patrimonio Musical Cubano sobre música del siglo XIX, junto al Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc), el Museo Nacional de la Música y la Biblioteca Nacional de Cuba. Además, nos proponemos completar con éxito la acreditación de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana); así como celebrar el III Taller Internacional de Patrimonio Musical y los próximos eventos de gestión de conciertos y grabaciones. Todo ello y más ha de redundar en el propósito fundamental del Gabinete, que es fomentar la preservación de la memoria cultural.
En este número, dedicado a festejar una década prolífica, tuve la dicha de intercambiar con Pablo Suárez, comprometido colega, ideas sobre un capítulo de su tesina, innovadora en la reflexión, desde la Oficina del Historiador y el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, sobre la gestión del patrimonio musical.
Ilustramos su artículo con imágenes de archivo, que testimonian el actuar pionero de Pablo Hernández Balaguer y Odilio Urfé. Además, con el presente artículo, rendimos tributo a otro grande, que partió al cierre de estas páginas, Radamés Giro, a quien mucho debe la edición musical en Cuba.
Por otra parte, dejamos constancia de la labor del Cidmuc y el Museo Nacional de la Música, de la mano de sus gestores Laura Vilar y Jesús Gómez Cairo.
En «Documenta Musicae», se definen las áreas de trabajo del Gabinete, sus resultados y los 28 actores, que han sido y son parte de este colectivo multifacético. Mientras «Pentagramas del Pasado» publica una obra inédita, de Esteban Salas, antiguo testimonio de la actividad compositiva en Cuba, que valida su nombre como referente fundacional de la cultura cubana.
La reflexión de un espectador competente es el texto escrito por la profesora Prisca Martínez sobre el VI Encuentro de Jóvenes Pianistas, que inicia la sección «A Contratiempo»; seguida de los ecos del 21 Congreso Quinquenal de la Sociedad Internacional de Musicología y el estreno,
en New York, de Manita en el suelo, ópera bufa con música de Alejandro García Caturla y libreto de Alejo Carpentier. También se suma el acontecer de la Feria Internacional Cubadisco 2022, un fonograma protagonizado por la quena y el programa Rutas y Andares.
La musa de Jennifer Ancizar ha de inspirarnos para vencer los desafíos que vendrán. Se requiere voluntad y vocación para sostener la superación constante del Gabinete; perfeccionar la calidad de los productos culturales que gestionamos; certificarlos a través del criterio competente de evaluadores externos; desarrollar estrategias de comunicación para un público meta; y mantener la excelencia científica en los programas docentes.
En este tiempo juntos, aprendimos de Eusebio Leal , Raida Mara Suárez, María Antonia Virgili y Salomón Mikowsky, que todo esfuerzo es necesario para comunicar el arte con excelencia.
Debemos perseverar en la construcción de un público cautivo, contribuir a la educación artística y defender la cultura como lenguaje de entendimiento, porque cuando el arte «habla» es más fácil unir.
Miriam Escudero
Ya ronda la centena, lo que comenzó siendo un cuaderno breve de 18 páginas. La tripulación de esta barca, que transporta contenedores de saber, documenta con reflexiones, fotos, alegorías, íconos y estadísticas el acontecer cultural dinamizado por la música, para que cuando luego otros encuentren las huellas de la memoria.
Desde Chile, el Dr. Cristián Guerra, evalúa con mirada crítica el desempeño de El Sincopado. Le otorga autoridad su posición al frente de una de las revistas más antiguas y reconocidas de América Latina: Revista Musical
Chilena. Los criterios que plantea desde su experticia en la musicología se vuelven pertinentes, al ser este arte, desde sus soportes documentales, el centro que nuclea cada una de nuestras ediciones. Bajo su perspectiva, el desafío está en permanecer, no en estandarizar de acuerdo a los parámetros más estrictos de una revista científica. En este sentido, se ha de hacer ciencia aplicada y no solo reflexiva, máxime cuando nuestra perspectiva del patrimonio musical busca su interacción con los portadores del presente, devuelve memorias y añade nuevos registros.
Corresponde a Adria Suárez-Argudín, con la anuencia de la academia, que respalda el título de maestría que le ha otorgado la Universidad de La Habana, diseccionar la estructura en pro de una sistematización que permita regularizar, en un manual, las acciones a seguir para perpetuar esta iniciativa fundadora.
Pablo Suárez, desde un enfoque iconológico, examina las portadas del Boletín, buscando la relación entre el lenguaje visual y sonoro, entre la metáfora de la imagen y la sugestión de la música, a partir de la singular relación que se establece entre el artista invitado a cada número y las composiciones que se publican en «Pentagramas del Pasado». Testimonio fehaciente de este proceso quedó capturado en la imagen de contraportada, en la que el compositor Ernesto Oliva, ha regalado a este boletín y a sus lectores su obra Guantabanera (2022), toca al piano frente al artista de la plástica Nelson Villalobos, para que las musas conecten sus lenguajes.
La continuidad es la forma de supervivencia de los procesos culturales, por eso de la experiencia de Opus Habana se desgaja El Sincopado Habanero. Sus fundadores, Argel Calcines, Viviana Reina Jorrín y Yadira Calzadilla testimonian, con criterio de autoridad, las circunstancias y las pautas que dieron origen a la presente publicación.
«A Contratiempo», da razón de lo sucedido con la música en la 30 Feria Internacional del Libro de La Habana; del nuevo exlibris de la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano; del comienzo de la III Edición de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana); la celebración online del XII Coloquio Internacional y XVIII Premio de Musicología Casa de las Américas; de la puesta de Don Giovanni en La Habana; pinceladas del V Congreso de Arlac; y el más reciente disco del pianista y compositor cubano José María Vitier.
Con estos 20 números y 6 años de trabajo, apenas legitimamos un proceder y razones para perseverar en este viaje cultural.
Miriam Escudero
Del Fondo personal de Carlos Fariñas —donado y depositado, indistintamente, en la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano, del Gabinete de Patrimonio Mu-sical Esteban Salas, por su viuda Ela Egozcue y su hijo Carlos Manuel Fariñas—, compartimos evidencias de su obra y relaciones personales e institucionales. A propósito, recordamos que una de las aplicaciones del quehacer pedagógico y creativo de Fariñas fue la fundación del Estudio de Música Electroacústica del ISA (EMEC), espacio abordado por el joven compositor Javier Iha, quien reconstruye sus hitos y avatares desde la gestión documental del patrimonio.
En «A Contratiempo», afortunadamente, volvemos a los conciertos en vivo, que han sido posibles desde noviembre en la capital cubana. Para festejar los 502 años de esta ciudad añeja, la explanada del Castillo de San Salvador de La Punta da la bienvenida al jazz. José María Vitier, distingui-do con el Premio Nacional de Música 2021, estrena su obra magna, Habana Concerto, para conmemorar el centenario de Cintio Vitier y homenajear a Eusebio Leal Spengler, el eterno historiador de La Habana. Fruto de la colaboración entre la Oficina del Historiador y la Organización Interna-cional Ítalo-Latino Americana (IILA), Ubail Zamora nos acerca a los resultados del proyecto Sacro Esplendor Ve-neciano. Entre las noticias del acontecer cultural, el bolero se suma a los géneros que integran la lista del patrimonio inmaterial de la nación; y son defendidas con éxito tres tesis, dedicadas a temas de la música cubana.
La contraportada la consagramos a Alfredo Diez Nieto. Con una fotografía suya en pleno proceso creativo, decimos adiós al decano de los compositores cubanos, pianista, director orquestal y pedagogo, quien ha dejado una estela imborrable en la cultura cubana.
Miriam Escudero
Para ilustrar los artículos (pp. 13-31), hemos recurrido a imágenes artísticas, cortesía de un selecto grupo de fotógrafos especializados en instantáneas de la ejecución musical —por ejemplo, sobre el movimiento técnico de la mano de un pianista— realizadas en salas de concierto del Centro Histórico de La Habana: Ignacio Cervantes, Teatro Martí y Basílica Menor de San Francisco de Asís, durante la realización de la temporada de conciertos Habana Clásica (2018 y 2019).
La tradición de la enseñanza del piano en Cuba se remonta al siglo XIX, cuando maestros como Nicolás Ruiz Espadero (La Habana, 1832-1890), combinaron la docencia con la composición de obras monumentales para ese instrumento. En la sección Documenta Musicæ presento, junto a José Raúl López, un análisis de las características documentales de la obra de Espadero, texto tomado del libro Nicolás Ruiz Espadero, La Habana (1832-1890). Repertorio pianístico. Revisión, estudio y transcripción, reciente publicación de la colección Patrimonio Musical Cubano, de Ediciones Cidmuc. Igualmente, se da a conocer luego de 150 años la primicia, en Pentagramas del Pasado, de la partitura manuscrita e inédita del Estudio trascendente No. 8 «En estilo criollo» de Nicolás Ruiz Espadero, acompañado de un análisis del maestro Cecilio Tieles.
Inicia, A Contratiempo, con una reflexión de Yohany Le-Clere acerca de los valores del Son cubano y su conmemoración oficial el 8 de mayo, acción que tributa al proceso de declaratoria del género como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Al cierre de estas páginas, hemos recibido la triste noticia de la partida de uno de sus más activos promotores, el maestro Adalberto Álvarez, «el Caballero del Son», a quien dedicamos la imagen de Contraportada.
El evento teórico de la Feria Internacional Cubadisco 2021, coordinado por la musicóloga Yurien Heredia, convocó esta vez al espacio virtual, donde varios expertos disertaron sobre desafíos y perspectivas de las producciones discográficas cubanas en audiovisuales producidos por René Arencibia y televisados por el Canal Clave.
Nuestra editora general, Viviana Reina Jorrín, ha incursionado en la composición de un libreto, para la obra Tres pesadillas: Presentir, Sentir y Ser del compositor italiano Andrea Benedetto. Se comentan los detalles de su estreno en el Auditorio Sony, de La Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid.
Del acontecer musical de Iberoamérica nos llegan noticias de las tesis doctorales de Margarita Pearce sobre la música en el contexto religioso de La Habana (1853-1898), defendida en la Universidad de Oviedo; igual ejercicio de Omar Morales sobre la teatralización de villancicos en Hispanoamérica durante el siglo XVII, defendida en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la tesis de maestría de Silvia Alonso quien aporta aspectos esenciales para la interpretación de las Danzas Afro-cubanas de Ernesto Lecuona, defendida en ese mismo centro académico. Por su parte Claudia Fallarero y quien suscribe, en congresos de la región iberoamericana, socializamos resultados investigativos sobre el papel de la prensa en el proceso de estreno musical y las características de la composición en el marco de la creación para banda sonora. Asimismo, desde Alemania reportan sobre la exitosa gira Mozart y Mambo, protagonizada por la Orquesta del Lyceum de La Habana que conduce José Antonio Méndez.
Llega a nuestras páginas la convocatoria de la III Edición de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico Documental de la Música que será implementada en el Colegio San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana) en 2022.
Gabriela Milián relata la participación, este verano, del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas en la etiqueta #LealGestorCultural del programa cultural Rutas y Andares. Como en números anteriores, dejamos constancia de la cartelera del Observatorio del Patrimonio Musical a cargo de Laura Escudero y continúa la entrega del Directorio de Instituciones con Documentación Musical en La Habana (II) que compilan Bertha Fernández y Adria Suárez-Argudín.
Desde nuestra portada, con la obra El Ángel de la Música está en La Habana Vieja, de Isavel Gimeno, rendimos homenaje al eterno Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, y al maestro Adalberto Álvarez quienes dedicaron su vida a enaltecer los valores de la cultura cubana.
Miriam Escudero
Según esa postura —mientras que la musicología tradicional se dividía en las tendencias histórica y sistemática, radicando su diferencia, grosso modo, en el objeto de estudio y el punto de observación del experto—, en Cuba, el programa académico había sido concebido de manera integral, desde 1976, por Argeliers. De ahí que el estudio de los pares (sujeto/objeto, portador/documento) fuera igualmente pertinente y se aplicara la musicología a todo proceso de creación del arte sonoro: al «etno» y su práctica; y a la construcción del «logos» de cualquiera de sus manifestaciones. En consecuencia, se debía aprender a descifrar el método de coordinación entre melos y armonía de una obra barroca, a la par que descifrar, en audición analítica, el patrón de una improvisación polirrítmica de los tambores batá.
No tuve el privilegio de conocer a Argeliers, llegué tarde. Entré al ISA en 1993 y él había partido dos años antes, pero escuché de su pensamiento y su acción. «Como decía Argeliers...», era la frase de los maestros/discípulos para referirse a sus sabios aforismos. No importa qué generación, impactó a todos por igual y fue el líder espiritual de la musicología cubana.
A su lado, brillando con luz propia, María Teresa Linares (La Habana, 1920 - 2021) se había aplicado a la misma ciencia desde otra perspectiva. Él, había incursionado en los trabajos de campo para teorizar; pero, ella, empleaba esta actividad no solo como pivote de reflexión, sino como práctica sistemática, con el fin de preservar la memoria de los portadores.
Entablé un diálogo cercano con María Teresa al hacerle una entrevista, en 2000, por encargo de la revista Opus Habana, de la Oficina del Historiador. Fue la oportunidad para saber los secretos profesionales de aquella mujer que, a mis 27 años, me invitó a entrar a esta carrera por la puerta grande, otorgándome el Premio Casa de las Américas de Musicología (1997), en calidad de jurado.
En aquella conversación, de la que no publiqué todo lo que escuché, aprendí sobre «feminismo positivo», una categoría que define cómo ella supo ser esposa y profesional sin perder su estilo, y, sobre todo, sin banales competencias de sexo. A propósito, me contó que, cuando su hija adolescente le reclamaba que cada mañana, cuando hacía café, lo llevara a la cama de su esposo, ella, prudente y segura, respondía: «Ya me contarás tú, cuando te enamores».
Una anécdota inédita, pero que nunca he dejado de citar a mis alumnos al hablar de arte musical, fue la vivida como espectadora excepcional de un jurado en el que ambas participamos. Se debatía si premiar, o no, la producción de un grupo que, fuera de Cuba, había establecido pauta sobre la música en torno a un género emergente.
El presidente del concurso expuso razones extrartísticas que descartaban la premiación. Entonces, se alzó la voz sabia de María Teresa: «Sobre este grupo he preguntado a mi nieto adolescente si lo conoce y me dijo que sí lo ha escuchado, incluso, me ha tarareado sus canciones. Si mi nieto, que no estudia música, los reconoce, es símbolo de que su arte ha llegado al pueblo. Es el pueblo quien lo ha validado. ¡Cuidado! No vaya a ser que, con tanta precaución, estemos desestimando algo que será paradigma del arte». No fue premiado, pero Teté ya sabía que globalizarían la música cubana.
Su inmenso respeto por la cultura, la ética en el tratamiento de las fuentes y los portadores y una entrega total a sus alumnos son recuerdos que han quedado en la memoria de los que la conocieron. Por eso, al dejarnos en enero de este año, El Sincopado Habanero ha querido honrarla de la manera que a ella le gustaría, con reflexiones sobre la música cubana.
Con tal propósito, convocamos a dos discípulas de esa pareja singular, las musicólogas María Elena Vinueza y Grizel Hernández, para presentar escritos poco conocidos de María Teresa y Argeliers, publicados en la Revista Pro-Arte Musical y la Revista Universidad de La Habana, respectivamente. Se trata de textos con énfasis didáctico-divulgativo que, consecuentemente, recurren al canon. Su lectura ha de complementarse con el audiovisual «Argeliers», del cineasta Félix de la Nuez, que pone en contexto las circunstancias en que ellos vivieron.
Otro es el escenario que da lugar a la formación musicológica de Danilo Orozco (Santiago de Cuba, 1944 - La Habana, 2013) que bebe de la tradición músico-coral bautista, el rico entorno guitarrístico y trovadoresco de Santiago de Cuba, el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC... Una conferencia inédita —legada por su compañera de vida Olga (Purri) Alemán— completa la trilogía de artículos de entrada que se publican en este número. Su carrera autodidacta se enlaza con Argeliers, porque es él quien lo «descubre» profesionalmente al otorgarle, como presidente del jurado, el Premio de Musicología Pablo Hernández Balaguer (1974). Luego, devinieron colegas y fue otra vez Argeliers quien propició sus estudios académicos en la Universidad Humboldt (Berlín), de la cual egresó en 1987, con un doctorado Summa Cum Laude.
El sistema categorial desarrollado por Danilo se aproximó al estudio paradigmático de las tradiciones orales. Con disección enfática, ahondó en el ADN de las microculturas endémicas, que generaron protogéneros musicales en el oriente cubano. Dos discípulas de su escuela de pensamiento, Yianela Pérez y Daymí Alegrías, comparten en este número dimensiones diferentes del desempeño profesional de Danilo: por un lado, su preocupación constante en la actualización del debate musicológico cubano; y la aplicación de un juicio analítico, revelador de esencias, a los resultados colectados a través del trabajo de campo. En tal sentido, en el texto «Rejuegos del “ser” y el “no ser” del documento musical», Daymí explica la transferencia de saberes que estableció con Danilo y cómo sus grabaciones devinieron documento/soporte de las investigaciones de ella en torno al changüí. Este testimonio inédito queda ahora legitimado en la sección «Documenta Musicæ», al conservarse esa memoria musical en transcripciones anotadas.
Otra manera de preservar es la que nos propone el musicólogo Javier Soriano en «Pentagramas del Pasado», con la restauración de la Sonata en sol para órgano, de José Mauri, acción indispensable para su socialización. La edición de esta obra comprendió un proceso de reproducción-creación, al tener que componer un 40% de la pieza, destruida por el tiempo.
De un conciliábulo con María Elena Vinueza y Milton Raggi, surgió la solución para ilustrar estas páginas con alguien que supo «graficar» el pensamiento musicológico cubano, es decir, reducir las muchas palabras a una imagen sintetizadora de conceptos. Mi favorita es la de Beethoven que escucha atento, con el necesario auxilio de una bocina-caracol, el toque de un tambor, símbolo icónico de la cultura de tradición africana, para aprehenderla como un fenómeno de transculturación inversa. Este ícono encarna el discurso de Danilo sobre la pertinencia musicológica, en estudios de alcance global y lupa local.
En almuerzos «vinuezianos», Tulio Raggi (La Habana, 1938 - 2013), quien encarnaba magistralmente uno de los caracteres complementarios de la pareja artista gráfico/musicóloga, nos instruía en los secretos de una vida sabia. Recuerda: «No me digas mentiras que no pueda creer, ni verdades que no pueda soportar». O, aquello de que «a las mujeres no les basta un príncipe, sino que, por su versatilidad, precisan de siete enanitos». Sus ilustraciones musicales, creadas mayormente para la revista, del Cidmuc, ilustran las páginas de este Sincopado.
Cuatro textos conforman la sección «A Contratiempo», comenzando por el elogio que la musicóloga Malena Kuss escribiera en ocasión de ser elegida María Teresa Linares, Miembro Correspondiente de la American Musicological Society. Gabriela Rojas continúa su análisis detallado de la actualidad de los festivales de música en su alternativa online. Laura Escudero resume las publicaciones de la cartelera cuatrimestral del Observatorio del Patrimonio Musical; mientras Adria Suárez-Argudín y Bertha Fernández nos invitan a consultar una primera selección de los más importantes reservorios del patrimonio musical documental de La Habana.
Como colofón a este editorial, publicamos la foto que recuerda el momento histórico en que Argeliers, entonces director de Música de la Casa de las Américas, inauguró en 1979 uno de los premios más prestigiosos de la musicología latinoamericana. En aquel momento, junto a él, convocó a María Teresa y Danilo, gesto que, con visión integradora, validó tres afluentes del pensamiento musical cubano, que aún corren por el tiempo.
Miriam Escudero
Una experiencia similar, resulta del disfrute holístico de la que ha sido considerada la película musical cubana por excelencia, La bella del Alhambra (1989). Convocadas por el azar concurrente, Claudia Fallarero y Adria Suárez-Argudín tuvieron la posibilidad única de dialogar con su director, Enrique Pineda Barnet, el 23 de diciembre de 2020, poco tiempo antes de que él partiera a habitar (12 de enero de 2021) el panteón de los inmortales. Para explicar cómo la retórica musical se pone al servicio del discurso audiovisual de este filme icónico —merecedor del Premio Coral de música original (1989) y el Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana (1990)—, la musicóloga Claudia Fallarero emplea las herramientas del análisis de los tópicos. Su experticia en géneros del teatro bufo del siglo XIX, que perviven en el repertorio del Alhambra, respaldan la valoración que ella hace de una película en la que el repertorio musical elegido se interpreta desde una perspectiva históricamente informada, que otorga valor añadido al documento fílmico y testimonia una acción de preservación patrimonial.
Con la misma idea, Gabriela Rojas se acerca al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, la fiesta del séptimo arte en Cuba, para reflexionar sobre los mecanismos de interacción audiovisual en las cinco películas, cuyas bandas sonoras merecieron el Premio Coral del certamen entre 2015 y 2019. En todas ellas, Rojas descubre códigos recurrentes, que optan por reivindicar el paisaje sonoro propio de la región latinoamericana.
Estas miradas externas se complementan con el acercamiento a la vivencia del compositor de música para cine. Así que, para conocer los intríngules de esta profesión, Gabriela Milián visitó la casa de Edesio Alejandro Rodríguez, Premio Nacional de Música 2020, quien vertió sus saberes en una excelente entrevista; en ella revela su regla de oro a futuros creadores especializados: «Concibo mis producciones audiovisuales con espacio para la música. Lleven siempre la humildad dentro de sí. La diva es la película y deben acariciarla, porque todo es en función de ella». En «Pentagramas del pasado», gracias a la generosidad de Edesio, publicamos escenas de la banda sonora de su ópera prima, Clandestinos (Fernando Pérez, 1987), transcritas por Milián del manuscrito original a un software de edición musical.
Hasta el espacio de otro enamorado del sonido, José Galiño, fiel colaborador nuestro, llegaron Bertha Fernández y Adria para conocer en detalle como fue su trabajo en el estudio de sonido profesional del ICAIC. Galiño, un incansable defensor del patrimonio audiovisual, explica las diferencias entre la música para el cine y los sonidos cotidianos que ambientan cada escena. Nos cuenta cómo contribuye a la preservación y difusión de grabaciones de alto valor histórico, poco conocidas, en la sección «Crónicas del arca», multimedia de la revista Cine Cubano en versión electrónica.
La octava graduación del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, estuvo dedicada a quien fuera su Maestro Mayor, Eusebio Leal Spengler y, a propósito, Yohany Le-Clere reflexiona sobre su legado como fundamento para una metodología de la intervención del patrimonio cultural en Cuba. Asimismo, una instantánea comentada da fe de la ceremonia de premiación de la Academia de Ciencias de Cuba en la que Claudia Fallarero —en representación de Zoila Lapique, Indira Marrero, Franchesca Perdigón y quien suscribe— luce, junto a la historiadora María del Carmen Barcia, los certificados que acreditan la excelencia de las investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales, aplicadas al patrimonio inmaterial y la historia cultural.
Del Observatorio del Patrimonio Musical, Laura Escudero detalla la programación de estos cuatro meses que continúa encaminada a elaborar cápsulas de la memoria, en partituras, audiovisuales, entrevistas e imágenes que se difunden desde las redes sociales del Gabinete. Un Eco de las Villas, se anuncia como revista portadora de los resultados del grupo de investigación que encabeza Angélica Solernou y damos a conocer novedades relativas al cine en los fondos de la Biblioteca-Fonoteca Fray Francisco Solano.
Dos imágenes sellan el contenido de este homenaje. En la portada, de Duvier del Dago, La República se mira al espejo, como lo hacía Rachel (Beatriz Valdés) en su camerino del Teatro Alhambra, buscando en el pasado la memoria que sustenta la mejor cultura del presente. En la contraportada, el Cine Norma de Luyanó, con su fachada llena de íconos musicales, nos convoca al Festival, en cuanto termine la pandemia, para que esa magia que combina imagen, palabra y sonido nos devuelva la belleza.
Miriam Escudero
En este número que dedicamos a su memoria, su editor personal, Argel Calcines, ha hecho el elogio de quien, cual Ángel de la jiribilla, vuelve reencarnado en el tiempo para que no nos cansemos de hacer, porque «la gloria pasa, pero la obra queda».
De manera que, comisionados a continuar la obra de La Habana, encaminamos nuestros pasos a perfeccionar el Observatorio del Patrimonio Musical. Arlene Hernández nos explica cómo este espacio virtual promociona, filtra, analiza y recomienda, a los cibernautas atraídos por la música, valiosas propuestas —propias y ajenas— con criterio especializado en sinergia con los 20 años del programa Rutas y Andares. Ello, en consecuencia, con el paradigma que propone el profesor Jesús Herrera en su texto sobre gestión documental de la música. Gabriela Rojas prosigue con el análisis de lo que sucede con los conciertos online e integrantes de la cátedra de composición de la Universidad de las Artes se alzan con galardones a sus obras en New York.
A propósito de haber ganado junto a otras cuatro autoras el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba (2019), Zoila Lapique, admirada amiga, quien ha contribuido tanto a la historia cultural de Cuba, nos honra con una entrevista realizada por Claudia Fallarero. Sobre este cuarto galardón, que certifica una gestión sistemática del patrimonio musical cubano con respaldo científico, disertan los expertos españoles Javier Marín y Miguel Díaz-Emparanza.
A las Sábanas blancas, ícono de esta ciudad, canta Gerardo Alfonso, en ese guaguancó que acompañó cada emisión del programa Andar La Habana. Con Leal al tiempo, Polito Ibañez inmortalizó su huella en los versos de esta canción. Buscando que perdure su memoria, publicamos en «Pentagramas del Pasado» ambas obras con arreglo para gran formato, de Jorge Brito Aragón.
La portada de este número-homenaje tiene rostro de mujer, porque la música no es más que el arte de las musas. Santa Cecilia de La Habana Vieja, inspiró en aquel tiempo los sonidos del Alleluja, de Cayetano Pagueras, y, desde entonces, toda la música que ha sonado en el Centro Histórico. Joel Guerra —Jojo, como cariñosamente le llamamos los que hemos tenido la suerte de trabajar con él— acompañó fielmente con su cámara a Leal para filmar cada intervención suya. Tanto anduvieron juntos que aprehendió la sensibilidad y la poesía conceptual de la restauración, y asumió, como nosotros, su axioma: «todo se puede ganar o perder en esta vida: bienes infinitos, joyas, fama... pero nada será comparable a un instante en la contemplación de la belleza. Lo único que no nos será dado recuperar, es el tiempo perdido».
La improvisación musical es el arte de redundar sin repetirse. De antiguos tañedores de cuerdas nos viene la técnica de las «glosas y diferencias» y, de la herencia africana, aprendimos las esencias del «toque». Un patrón rítmico, un tema, una entonación… provoca la imaginación y es transformado variándose hasta el infinito. Porque
improvisar no es más que un continuo crear, que tiene algo de préstamo y de sacrilegio. Muchos músicos desarrollan esta habilidad, pero los jazzistas poseen ese don en grado superlativo.
Así que para estimular la belleza fue encargada una portada icónica del jazz al artista visual Reynerio Tamayo. Él, con maestría surrealista, ideó un híbrido integrado por algunos de sus instrumentos más representativos.
Con cuerpo de contrabajo, el faro del Castillo del Morro de La Habana hace las veces de clavijero, el brazo está hecho a manera de teclado, las efes tienen forma de saxofón alto y una pintoresca tumbadora remata el cordal. Un personaje colorido, que parece salido de un cuadro de Wifredo Lam, lo hace sonar al estilo del “Afro-Cuban Jazz”.
De esta manera, comienza el número 14 de El Sincopado Habanero que dedica sus páginas virtuales al Festival Internacional Jazz Plaza de La Habana. El testimonio de su legado nos llega a través de un trabajo que Yentsy Rangel inició como parte del Diplomado en Patrimonio Musical Hispano (Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Universidad de La Habana) y maduró luego, dando lugar a su tesis de Maestría en Musicología (Universidad de las Artes de Cuba). Siguiendo la misma temática, en la sección «Documenta Musicæ» Aliet González presenta la obra para saxofón de Javier Zalba, un trabajo realizado como resultado del mismo Diplomado, que propone incentivar la práctica jazzística, agregando este repertorio al programa académico de la enseñanza de la música en Cuba.
De Janio Abreu, fiel colaborador de El Sincopado, publicamos las piezas Danzón mi bella Habana, La zorra y el cuervo, Traveling y Mori, obras que enriquecen el repertorio jazzístico cubano. Al respecto, nos explica Gabriela Milián que las partituras publicadas en «Pentagramas del Pasado» funcionan apenas como un «mapa mental» o especie de boceto, que solo puede ser completado cuando ocurre la sesión de Jazz.
En «A Contratiempo» ofrecemos cobertura del acontecer musical de La Habana antes de la Covid-19. Entre estos sucesos se hallan el XXXV Festival Internacional Jazz Plaza, con sede en la capital y Santiago de Cuba; el XI Coloquio del Premio Casa de las Américas de Musicología; la Semana de Música Sacra que ya se hace tradicional y
es justamente valorada en un texto de Claudia Fallarero; y la presentación del primer anuario impreso de El Sincopado Habanero. Como respuesta a esta etapa de confinamiento, acciones como Tunturuntu pa' tu casa (http://tunturuntu.org/pa-tu-casa), el festival de música online que ha inaugurado en Cuba la nueva modalidad de concierto digital en streaming, parece llegar para quedarse.
Una amplia sección se dedica a valorar el Festival Internacional Jazz Plaza en la voz de su director Bobby Carcassés. Así mismo, hemos recabado la opinión de reconocidos protagonistas del género, quienes responden en estas páginas preguntas medulares, que califican la experiencia personal y colectiva alrededor de esta escena.
Entre ellos están algunos representantes de la delegación de New Orleans que participó en enero 2020. Testimonia su presentación la foto de contraportada que remata las páginas de este boletín.
Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana (16 de noviembre de 1519), en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve, bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos de «nación» el Día de Reyes, cantando sus músicas de matriz africana, en aquella fiesta que conmemoraba el anuncio del evangelio de «la buena voluntad para el género humano». Dicha armonía se evidencia en la pintura Do, Re, Mi, Ifá, del artista cubano Eduardo Miguel Abela Torrás, quien se inspira en las sonoridades cubanas para dedicarnos una pieza única, donde una suerte de ajiaco-mural parece resumirse a través de colores y sonidos.
Esa pasión por el festejo y la música, ese carácter mestizo, indomable, alegre pero intenso encarnó en el siglo XIX en un icónico personaje citadino: Cecilia Valdés, pues, a fin de cuentas, la tradición refiere que «Habana» es nombre de mujer. El maridaje entre Cirilo Villaverde-novelista y Gonzalo Roig-músico, fue estudiado por nuestra editora, Viviana Reina Jorrín quien, con auxilio del análisis filológico, fundamentó el valor patrimonial de esa zarzuela cubana por antonomasia. Otro tanto, hace Eduardo Díaz al mostrarnos la trayectoria de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana; ambos trabajos avalados por el Colegio Universitario
San Gerónimo.
En tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne, esta Habana Clásica fue engalanada por tercera vez por
Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello, se eligió como compositor en residencia a un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco. Él, junto a su padre Guido y los colegas del gremio Bárbara Llanes, Alejandro Falcón y Philip Glass estrenaron obras que resonaron en las salas del Centro Histórico. Como aporte al rescate de la memoria cultural, luego de tantísimos años, fue escuchada la música de Joaquín Ugarte, el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor —contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces—, de quien por fin hemos encontrado su obra y que publicamos en exclusiva en «Pentagramas del pasado».
«A Contratiempo» también incluye noticias de los festivales de Música Contemporánea y Mozart-Habana; comenta la puesta de versiones cubanas de obras de Mendelssohn, Donizetti, Galuppi, Marius Díaz... Al cierre, una muestra de la pericia del mecánico-afinador de pianos italiano Francesco Brucchietti, en foto artística de su compatriota Fabrizio Sansoni.
Así ha honrado la música el quinto centenario de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, atizó el erotismo de la rumba e inspiró La Catedral, de Mangoré. Ella es la ciudad infinita, que resurge siempre no como mítica ave fénix, sino transculturada en ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda, porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero
Directora de El Sincopado Habanero
Con tal propósito se convocó por segunda vez —del 24 al 29 de junio de 2019— un grupo de expertos para compartir ponencias en dicho simposio. Junto a ellos, defendieron sus tesis los estudiantes de la segunda edición de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música y se ejecutaron conciertos temáticos con énfasis en la significación de los 500 años de fundación de La Habana.
Hemos de aprender de aquellos que nos han precedido en la gestión con un criterio competente de valor. El maestro Harold Gramatges y su obra de vida que tributó a la creación, la gestión y la docencia, permitió a Ivette Céspedes estructurar un modelo a seguir por nuestros noveles compositores. Es el caso de Alexis Rodríguez quien se aprestó a replicarlo y dio muestras de ello en su ciclo para guitarra Por las calles de mi Habana Vieja, que ha sido presentado en concierto y publicado en partitura en este número de El Sincopado Habanero, lo cual tributa a acrecentar nuestro patrimonio musical. Buscando el mismo fin, la tesis de Ubail Zamora revela el acontecer de la obra de Lecuona, Prats y Roig, al documentar aquellas zarzuelas suyas que se han preservado en los discos de vinilo.
Esta vez «A contratiempo» se centra en dar cuenta de los gestores y los eventos realizados en torno al Taller, con acciones de difusión en concierto y reconocimientos que validan la obra y los documentos, testimonio material de la música.
Igualmente, la obra pedagógica del maestro Salomón Mikowsky recibió el más alto galardón de la Universidad de las Artes de Cuba, que le otorgó el título de Doctor Honoris Causa por su contribución a la enseñanza del piano.
La portada de este número nos sugiere que «habrá que escuchar para ver» esa conexión entre música y gestualidad, «visible» en las pinturas de Adrián Pellegrini. De igual forma, tal obra recuerda que, ya sea tangible o intangible, el patrimonio musical ha de ser defendido para preservar a toda costa la memoria cultural.
Miriam Escudero
Directora de El Sincopado Habanero
A modo de agasajo por esta labor de recate patrimonial, conmemoramos en nuestras páginas los 25 años de Ars Longa y las 13 ediciones del Festival de Música Antigua Esteban Salas. En este sentido, el lector encontrará sendos elogios de los prestigiosos musicólogos Victoria Eli (Cuba), Aurelio Tello (Perú), Piotr Nawrot (Polonia-Bolivia), Omar Morales (Guatemala) y Javier Marín (España).
Asimismo, a lo largo de 2019, El Sincopado Habanero estará vinculado a las celebraciones por el quinto centenario de la fundación de la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana. En este primer número, rinden tributo a nuestra ciudad la artista Silvia Rodríguez Rivero y el compositor y pianista José María Vitier García-Marruz. Sus propuestas artísticas se entrelazan desde la propia portada —El piano, perteneciente a la exposición «Yo te amo ciudad» (febrero, 2019)— en la cual parecen fundirse ambos de manera autobiográfica, hasta llegar a la sección «Pentagramas del pasado», donde se publica la première de la obra Tres oraciones breves. Igualmente, en torno a esta apuesta visual, son primordiales los artículos de la sección «Documenta musicæ», escritos por la historiadora del arte Moraima Clavijo y el propio José María.
Como resultado académico presentamos el texto «El oboe barroco en Cuba», de Yulnara Vega, diplomada en Patrimonio Musical Hispano. El mismo brinda información fundamental sobre el uso y la función de un instrumento clave para la interpretación históricamente informada de la música barroca.
Una vez más, «A contratiempo», nos propone conocer hechos culturales singulares. Desde la Escuela Superior de Música Sacra Católica y Pedagogía Musical de Ratisbona en voz de su rector Stefan Baier, junto a Claudia Gerauer y María Antonia Virgili (Universidad de Valladolid), se valora el quehacer de la VI Semana de Música Sacra de La Habana. Coordinado por el organista Moisés Santiesteban, el encuentro tuvo como premisa enfatizar el fomento de técnicas que permiten la interpretación del canto llano, la polifonía vocal y el órgano. Y a propósito de este instrumento, otro hecho significativo es la recién concluida restauración del Merklin-Schütze ubicado en la Iglesia de San Francisco de Asís que como el Daublaine-Ducroquet de la Iglesia de Paula, es de sistema mecánico y procede del siglo XIX.
A modo de enlace entre sonoridades antiguas y novedosas, la musicóloga Ana Lizandra Socorro nos permite conocer detalles sobre las presentaciones que cultores foráneos y locales llevaron a cabo en el evento teórico del Festival Jazz Plaza 2019.
Entonces... ¿Cómo se engarzan la música de idos tiempos, con las artes visuales, la composición musical y el jazz? La respuesta a esta interrogante está en aquella habilidad de expresión que es el supremo don de los artistas: la improvisación.
Miriam Escudero
Directora de El Sincopado Habanero
Algunos nos han preguntado acerca de la relación entre los vocablos «sincopado» y «música»… para ahondar en ello, apelo a los colegas de la Academia Cubana de la Lengua. Se trata de un adjetivo que califica a sustantivos como «nota» y «ritmo», al indicar un movimiento contrario al orden natural, es decir, a contratiempo. Este estilo sincopado, desafiante del acento métrico, es característica intrínseca de la música cubana. A ella dedicamos prioritariamente los textos de estas páginas, con énfasis en los sucesos de La Habana y el alcance de acciones culturales que, aunque generadas en el Centro Histórico, dejan su impronta más allá de nuestras murallas.
En esta ocasión, enfocamos la atención en dos eventos de relevancia internacional que ocurren en el mes de noviembre: el Festival de Música Contemporánea de La Habana y la temporada de conciertos Habana Clásica. Sus programas se articulan en consonancia con las categorías de «ambigüedad» y «redundancia», en tanto, dicotomía entre lo nuevo y lo conocido. Así se erige la visión clásica como sinónimo de imperecedero, versus la novedad de obras de reciente creación que se incorporan al imaginario musical contemporáneo de la Isla.
Alrededor de estos eventos y el tipo de música que gestionan se ha conformado el sumario de las siguientes páginas. Esta es la razón por la cual el lector puede encontrar desde la génesis del Festival de Música Contemporánea de La Habana, estudiado por la musicóloga Ailer Pérez; hasta las entrevistas más recientes al compositor Mario Lavista y al pianista Marcos Madrigal, gestor de Habana Clásica. Correspondientes con esta temática, son también las noticias acerca de la recién defendida tesis doctoral de Yurima Blanco (Universidad de Valladolid, 2018), sobre el investigador Hilario González; y el estreno mundial de las piezas ganadoras del Premio Ojalá 2018 de Creación Sinfónica.
Otro elemento primordial es la publicación de una obra inédita de Marius Díaz, titulada El viejo y el mar, que ha sido la fuente de inspiración del artista en portada, Maikel Sotomayor. Igualmente notable, es el espacio «Documenta Musicae», concebido en torno a la iconografía musical en las marquillas cigarreras, tema central de la maestría de nuestra diseñadora Yadira Calzadilla, quien plantea interesantes preguntas alrededor de este particular fenómeno de circulación de música impresa.
Cierra la contraportada con la instantánea de un momento histórico: la presentación del violoncello (modelo De Munck 1730), construido por el equipo que dirige Juan Carlos Prado, en el Taller de Luthiería de la Oficina del Historiador de La Habana. Su ejecución en concierto estuvo a cargo de la cellista Regina Ramos como parte de la programación de Habana Clásica, donde la música, la artista y el instrumento se fundieron en una experiencia de audición única e irrepetible.
Con su trabajo reunía todo el dinero posible y entonces viajaba a Cuba, porque su pasión eran los órganos portátiles. Ese instrumento conocido como «órgano oriental» —por ser típico de zonas rurales del este de Cuba, aunque de origen francés— posee valiosos exponentes locales y un repertorio singular.
Jean Marc tenía localizados a algunos de los organeros que mantuvieron su tradición a pesar de la crisis económica. Uno de ellos fue Darío Hernández, quien junto a su familia tuvo que dejar a un lado su pasión para dedicarse a construir muebles. A pesar de esto, cada año, Jean Marc les encargaba con sus ahorros un instrumento pensando en perpetuar el oficio.
Como parte del programa de la II Jornada de Música Antigua Esteban Salas, en 2002, los invité a La Habana. A esa iniciativa se sumaron también los organizadores de la Feria Internacional del Libro, pues ese año estuvo dedicada a Francia. Así, con inusual entusiasmo, viajaron los músicos junto a Jean Marc más de 700 km en la cubierta de un camión sin techo. Acompañados por el órgano, el fin era hacer sonar su mítica música en la plaza de San Francisco de Asís y en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña.
Afortunadamente, en agosto de 2016 el órgano oriental fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación Cubana. Al año siguiente, bajo el techo académico del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, se defendieron dos tesis de la Maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música en torno a este tema —ambas engrosan ya el expediente que refrendará en 2019 la propuesta de considerar al órgano oriental Patrimonio Cultural de la Humanidad. Se trata de los textos Piezas de cartón perforado para órgano de manivela en Granma, de Elaine Vázquez, y El órgano de manigueta u órgano oriental: estudio y propuestas de gestión para la salvaguardia de un instrumento patrimonial en la provincia Granma, de Manuel López Martínez. De este último trabajo publicamos una síntesis en el artículo de entrada.
En contraste con la tradición, el artista Adonis Ferro, nos «des-concierta
» con una acción en la que combinó sonido e imagen. A profundizar en esta propuesta —que incluyó la creación de tres nuevos instrumentos musicales: dracófono (percusión), yugocordio (cuerdas) y tritubófono (viento)— dedicamos la sección «Documenta Musicae». Así mismo, la portada de El Sincopado Habanero nos remite al boceto realizado por los luthiers del Proyecto Guayabo quienes ejecutaron la idea del artista.
A manera de celebración del primer encuentro dedicado a la Música Romántica Hispano-Cubana, publicamos en «Pentagramas del pasado» cuatro de las partituras que fueron editadas por la revista del Liceo Artístico y Literario de La Habana durante el siglo XIX. Uno de estos títulos, la Melodía «Cuba adiós», aborda la nostalgia del emigrante, asunto favorito entre los temas románticos de la poesía decimonónica.
La contraportada cierra este número con una foto que rinde homenaje a la presencia en Cuba de la corneta china en la tradicional conga santiaguera.
Un día me llamó para entregarme uno de sus tesoros: una caja llena de fotografías. Fue en ese cuarto de su casa que me encanta, «el sancta sanctorum», donde guarda todo aquello que ha encontrado en su larga vida y que comparte siempre generosamente, con quien quiera seguir adelante con su trabajo. Zoila no es una coleccionista, es una gestora de conocimientos y portadora de miles de datos y variables, que ninguna computadora en el mundo podría interrelacionar de manera tan precisa.
Se trataba de una investigación que hizo cuando trabajó en la Biblioteca Nacional, a partir de 1960, mientras fungía como subdirectora del Departamento de Música junto a Argeliers León. Su curiosidad innata y una vocación inusual para el estudio, de todo aquello relacionado con el arte de la impresión, la hacían hojear diarios y revistas, una a una, en busca de ilustraciones y piezas de música.
De esta colección ha derivado la publicación de un primer ejemplar —de dos que están previstos— dedicado a la música de salón contenida en las revistas de La Habana (1829-1867), a cargo de un colectivo de autores integrado por la propia Zoila Lapique, Indira Marrero, Claudia Fallarero y la autora de estas letras. Fue ese libro el eje central de las presentaciones del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Editorial Boloña y el sello editorial Cidmuc en la 27 Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero de 2018. Precisamente, una serie única de partituras, extraídas de las páginas de La Moda, o Recreo Semanal del Bello Sexo (1829-1830), conforma esta vez la sección «Pentagramas del Pasado».
La prensa, documento relativo a la difusión de la actividad musical, constituye una de las fuentes imprescindibles para el estudio de este arte en su contexto cultural. Sea dedicada a una temática general con referencias a la música o, totalmente especializada en ella, lo cierto es que una parte del conocimiento de nuestro acervo sonoro, depende de los datos que aparecen en esas publicaciones periódicas. Sobre este tema presentamos los resultados de dos trabajos realizados en el marco del Diplomado en Patrimonio Musical Hispano del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Se trata del análisis de los contenidos del boletín Música de la Casa de las Américas por Carmen Souto, y el estudio de la revista Guitarra, por Joe Ott.
«Documenta Musicae», reserva su espacio a la iconografía musical, en esta ocasión se centra en el nuevo cuadro que preside el aula Pablo Hernández Balaguer, dedicado a este musicólogo y compositor cubano.
Ha querido el artista Omar González representar, no solo el rostro, sino la idea de continuidad en el estudio y preservación del patrimonio musical cubano, un proyecto que sigue adelante y que cuenta —al cierre de esta edición—con un nuevo reconocimiento de la Academia de Ciencias de Cuba: el premio a la labor de Claudia Fallarero en favor del rescate de la música de Juan Paris. Sea este Sincopado Habanero un justo tributo a todos aquellos que nos han precedido.
Se complementa el presente estudio con la caracterización de los documentos —impresos y manuscritos inéditos— y su proceso de preservación desde la visión patrimonialista de la Dra. Miriam Escudero, quien ha estado a cargo de esta cuidada edición junto a la Dra. María Antonia Virgili. Provienen dichas composiciones de los fondos del Museo Nacional de la Música, La Habana; la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí; la Biblioteca Provincial Elvira Cape, Santiago de Cuba; Nederlands Muziek Instituut, Holanda; The Library of Congress, United States; la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, la Bibliotheque nationale de France, y The Library of The University of Louisville.
La colección «Patrimonio Musical Cubano», dedicada a la preservación y difusión de los documentos que contienen música compuesta para actos civiles y religiosos en la sociedad cubana durante los siglos XVIII al XX, tributa a la gestión del patrimonio cultural y la educación patrimonial como líneas de investigación que se fomentan en sinergia con el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana; el Museo Nacional de la Música; el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Universidad de La Habana; la Universidad de Valladolid, España, y su Agrupación Musical Universitaria; la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana; el Instituto Cubano de la Música; Manhattan School ofMusic e International Piano Festivals.
Si bien la vida y obra de Espadero ha sido ampliamente estudiada por el Dr. Tieles, una parte importante de su producción musical ha permanecido inédita. Considerado junto a Cervantes como uno de los exponentes del repertorio pianístico cubano, destacan entre sus obras ocho estudios manuscritos atesorados en los fondos de la Biblioteca Nacional de Cuba, José Martí. La cuidada edición crítica del Dr. López nos revela los detalles de un corpus caracterizado por una depurada técnica de composición virtuosa que equipara a Espadero con el canon de sus contemporáneos románticos y lo sitúa como uno de los pocos latinoamericanos que abordó el género «estudio» como composición de concierto.
Se complementa el presente estudio con la caracterización de los documentos y su proceso de preservación desde la visión patrimonialista de la Dra. Miriam Escudero quien ha estado a cargo de esta cuidada edición junto a la Dra. María Antonia Virgili. La colección «Patrimonio Musical Cubano», dedicada a la preservación y difusión de los documentos -manuscritos e impresos- que contienen música compuesta para actos civiles y religiosos en la sociedad cubana durante los siglos XVIII al XX, forma parte del proyecto editorial que lidera el Cidmuc, en el que también intervienen el programa para el desarrollo de la musicología del Instituto Cubano de la Música, el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de La Habana y la Universidad de Valladolid, España.
La vida y obra de Laureano Fuentes, compositor, intérprete y musicólogo cubano, aparece reseñada en varias ocasiones en el ámbito historiográfico, pero su vasta producción musical ha permanecido inédita casi en su totalidad. Es considerado el compositor más importante del siglo XIX en Santiago de Cuba por lo abarcadora de su obra —que comprende casi todos los géneros al uso en su época tanto en el ámbito profano como religioso—, y por la calidad de las mismas. En el presente volumen (que pretende ser el primero de una serie dedicada a este autor), se da a conocer una parte de su repertorio mariano, en especial un Stabat Mater dolorosa, obra de excelente factura, representativa de la creación musical religiosa decimonónica de gran formato (coro, voces solitas y orquesta) en Santiago de Cuba.
Este libro constituye un resultado del proyecto de investigación «El patrimonio histórico-documental de la música en Cuba durante el período colonial» del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc) y del proyecto «Nuestro patrimonio, nuestro futuro - el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social», subvencionado por la Unión Europea, en el que participan OIKOS, la Oficina del Historiador de La Habana, la Universidad de Valladolid, España, el Baltisches Orgel Centrum, la Hochschule für katholische Kirchenmusik und Musikpädagogik Regensburg, Alemania, Luthiers sans Frontières, Bélgica y la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba.
La colección «Patrimonio Musical Cubano», que coordinan la Dra. Miriam Escudero y la Dra. María Antonia Virgili, forma parte del proyecto editorial que lidera el Cidmuc, en el que también intervienen el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de La Habana y la Universidad de Valladolid, España.
En esta ocasión, acompañadas de un breve estudio contextualizado, su autora publica ochenta danzas para piano de compositores criollos radicados en Santiago de Cuba. A partir de una minuciosa labor de revisión y transcripción, se reproducen las partituras de obras que probablemente estuvieron en boga en los bailes de salón santiagueros durante el siglo XIX.
La colección «Patrimonio Musical Cubano», que coordinan la Dra. Miriam Escudero y la Dra. María Antonia Virgili, forma parte del proyecto editorial que lidera el Cidmuc, en el que también intervienen el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Universidad de Valladolid, España.
Se trata del segundo libro dedicado a la creación de villancicos de Navidad de Juan Paris (Cataluña, ca. 1759-Santiago de Cuba, 1845), maestro de capilla de la Catedral de Santiago de Cuba entre 1805 y 1845. En esta ocasión, acompañadas de un breve estudio contextualizado, su autora publica las obras que compuso Paris coincidentes con el período de la Guerra de Independencia española (1808-1814). A partir de una minuciosa labor de revisión y transcripción, se reproducen las partituras de ocho obras que estaban inéditas: siete villancicos de Navidad y un himno patriótico, que constituye el más antiguo documento musical de una composición no religiosa que se localiza en Cuba.
La colección «Patrimonio Musical Cubano», que coordinan la Dra. Miriam Escudero y la Dra. María Antonia Virgili, forma parte del proyecto editorial que lidera el Cidmuc, en el que también intervienen la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Universidad de Valladolid, España.
Los trabajos recogidos en este título que nos ofrece la Editorial Caserón, son una porción del fruto de la ingente labor reemprendida por la talentosa musicóloga Miriam Escudero desde 1998, con su monumental estudio de la vida y obra de Salas, prolongada hasta nuestros días junto a las musicólogas Claudia Fallarero, Franchesca Perdigón, Iránea Silva y Lliliam Pérez, cuyos trabajos se inscriben en el proyecto investigativo El patrimonio histórico-musical conservado en las catedrales e iglesias de Cuba, auspiciado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana. La Universidad de Valladolid España, en la persona de la Dra. María Antonia Virgili, ha contribuido grandemente a la formación de este equipo de trabajo y a la gestión de la publicación de la opera omnia de Esteban Salas.
Los músicos de la Catedral de Santiago de Cuba (siglos XVI-XIX) que aquí son presentados —cuatro de ellos maestros de su capilla de música—, son parte imprescindible de lo más valioso de nuestro acervo artístico musical, santiaguero y cubano, de ahí la importancia del denodado empeño de las autoras a quienes debemos agradecer.
Pbro. Jorge Catasús
El presente libro es un resultado del proyecto de investigación del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc), titulado El patrimonio histórico-musical conservado en las catedrales e iglesias de Cuba, adscrito al programa ramal Estudio y preservación del Patrimonio Cultural tangible e intangible del Ministerio de Cultura. Su autora, Franchesca Perdigón, acomete un breve estudio de los datos bio-gráficos de Cratilio Guerra y del contexto histórico-cultural en el que desarrolló su actividad musical. Aquí se reproducen las partituras de seis obras representativas de su repertorio religioso, el más abundante de la producción de este músico.
La colección «Patrimonio Musical Cubano», que coordinan las doctoras Miriam Escudero y María Antonia Virgili, forma parte del proyecto editorial que lidera el Cidmuc, en el que también intervienen la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Universidad de Valladolid, España.
ABSTRACT: This article locates and assesses the first inventory of the musical creation of Antonio Raffelin (1786-1881). At the same time, with the help of Francisco Calcagno, Alejo Carpentier, Zoila Lapique and other sources, the facts of life and the fables that have influenced the construction of a mythical character for the history of Cuban music are collated. With the help of forensic analysis of the documents, his professional biography is corrected and enriched, important data from his life period are clarified and the scenarios of his work as a cultural manager are mapped. Thus, positioned from the proposal of a critical cultural history, the multifaceted reality of this composer, a child of his time, is humanized.
Musicology is different around the world. On the curved and bumpy surface of the earth, there is no actual center except as a play of power. Every location has a different perspective. But these perspectives are not merely localized and unique phenomena; they are interconnected in a complex and intricate network because music, musicology, and musicians are almost always on the move. Encounters form musical identities. In this sense, music is not just an object or event but an interface. This is also true in the study of music. Musicology is an interface. It is a criss-crossing motion of multiple strands. If we are serious about a global musicology then we need to build platforms to register these cross-currents from all over the globe. Instead of tracing familiar lines of inquiry, we might find inspiration in encounters beyond our own interests and assumptions. In this issue of IMS Musicological Brainfood, and hopefully in many future issues, we asked musicologists to be “who they are where they are” in order to open windows on their part of the world so that we can share their perspectives and vivify our networks. We begin this series with a view from Cuba and a view from Nigeria.
Durante el año 2000, varias instituciones festejaron por todo lo alto las ocho décadas de vida de esta mujer, a quien los lauros no han quitado su habitual sencillez.
has been documented, there are hardly any studies that exploit the resulting images as an iconographic source to document musical performance. To the usual genretimbric historiographical characterization, we must add the use of those iconographic sources to recognize instruments associated with the main musical practices in 19th Century Havana. For this purpose, it is necessary to have an analytical interpretation of these sources, in order to distinguish between fact and fiction. Such is in the case of the print “Día de Reyes” (Three Kings’ Day) originating in a drawing made during 1840s, by one of the leading artists on the island: Federico Mialhe.////////// La pujanza económica de las industrias azucarera y tabacalera en el siglo XIX dio impulso a la prensa periódica en Cuba, así como al arte del grabado, especialmente la litografía. Aunque este auge de la imprenta en sus diversas formas ha sido documentado, apenas existen estudios que aprovechen las imágenes resultantes como fuente iconográfica para documentar el hecho musical. A la habitual caracterización historiográfica género-tímbrica debe añadirse el aprovechamiento de aquellas fuentes iconográficas que permiten una identificación de los instrumentos asociados a las principales prácticas musicales que tenían lugar en La Habana durante el siglo XIX. Para ello es necesaria una interpretación analítica de esas fuentes que delimite entre realidad y ficción. Es el caso del grabado del “Día de Reyes”, que procede de un dibujo realizado en la década de 1840, por uno de los artistas más destacados en la isla: Federico Mialhe.
No tuvo tiempo de terminar su obra. Antes de cumplir los 38 años le sorprendió la muerte y con ello se hizo un largo silencio en las investigaciones relativas al patrimonio musical religioso-católico cubano. Mucho ha servido su obra a los investigadores. Sea este texto un tributo a su empeño por vivir responsablemente, como si supiera que el tiempo no sería suficiente para legarnos generosamente todos sus conocimientos, y a la valiosa labor de la Revista Musical Chilena que siempre ha difundido los resultados de nosotros los latinoamericanos.
Este libro (que parte de una tesis doctoral) es el resultado de 10 años de investigación en los archivos que contienen la obra musical y la documentación relativa al desempeño de Esteban Salas como compositor y maestro de capilla.
Entre 2001 y 2006, con el respaldo de la Universidad de Valladolid (España), la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, se publicaron 106 obras completas de Esteban Salas en siete volúmenes editoriales como parte de la colección Música Sacra de Cuba, siglo XVIII. De estas obras, 33 fueron interpretadas en versión histórica y grabadas en tres discos compactos por el Conjunto de Música Antigua Ars Longa, que dirige Teresa Paz. La experiencia práctica junto al conocimiento en el campo teórico es el fundamento para definir en forma sistemática y contextualizada los aspectos que caracterizan el repertorio de Esteban Salas desde el punto de vista histórico y musicológico.
Proceden las obras, inéditas con excepción de O admirable Sacramento, de los fondos del archivo del Museo Nacional de la Música en La Habana, la Biblioteca Elvira Cape y el archivo del Museo Arquidiocesano en la Catedral de Santiago de Cuba. Como en cada uno de los volúmenes anteriores, se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consultar los manuscritos originales, además de preservar mediante su publicación estos documentos históricos.
En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, con el objetivo de ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica... no especificadas por el compositor, éstas quedarán a juicio del intérprete, quien deberá elegir en cada caso la mejor solución.
Con este repertorio de difuntos alternan las únicas tres misas que se conservan entre las ocho que aparecen descritas en los inventarios y catálogos al uso. La elección ha obedecido a la idea de unir en un mismo volumen las cuatro misas compuestas por Salas, o atribuidas a él: de Difuntos, de Navidad, en Sol menor y en Fa mayor.
Proceden las obras, todas inéditas, de los fondos del archivo del Museo Nacional de la Música en La Habana, la Biblioteca Elvira Cape y el archivo del Museo Archidiocesano en la Catedral de Santiago de Cuba. Como en cada uno de los volúmenes anteriores, se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consulta de los manuscritos originales y, además, preservar por medio de su publicación estos documentos históricos.
En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, con el objetivo de ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica... no especificadas por el compositor, éstas quedarán a juicio del intérprete, quien deberá elegir en cada caso la mejor solución.
Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Nacional de la Música en La Habana, la Biblioteca Elvira Cape y el archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba. Como en cada uno de los volúmenes anteriores, se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consulta de los manuscritos originales y, además, preservar a través de la publicación estos documentos históricos.
En el presente estudio se resumen las características de cada una de las obras, organizadas cronológicamente. (Todas aparecen fechadas con excepción de Los quatro elementos, Pues logra ya y Qué Niño tan bello). En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, a fin de ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica... no especificadas por el compositor, éstas quedarán a juicio del intérprete, quien deberá elegir en cada caso la mejor solución.
Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba y el Fondo Pablo Hernández Balaguer de la Biblioteca Elvira Cape. Como en cada uno de los volúmenes anteriores, se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consultar los manuscritos originales y, además, de preservar estos documentos históricos mediante su publicación.
En el presente estudio se resumen las características de cada una de las obras, organizadas de acuerdo con el orden que ocupan en la liturgia. En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, a fín de ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra.
Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba, el Fondo Pablo Hernández Balaguer de la Biblioteca Elvira Cape —también en Santiago de Cuba— y el Museo Nacional de la Música en La Habana. Como en cada uno de los volúmenes anteriores, se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consulta de los manuscritos originales y, además, preservar a través de la publicación estos documentos históricos.
En el presente estudio se resumen las características de cada una de las obras, organizadas cronológicamente. (Todas aparecen fechadas con excepción de ¡Tú mi Dios entre pajas!) En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, para así ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica... no especificadas por el compositor, éstas quedarán a juicio del intérprete quien deberá elegir en cada caso la mejor solución.
Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba y del Fondo Pablo Hernández Balaguer de la Biblioteca Elvira Cape —también en Santiago de Cuba. Como en el volumen anterior —dedicado a villancicos y cantadas de Navidad— se incluyen los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consulta de los manuscritos originales y, además, preservar a través de la publicación estos documentos históricos. De ellos, sólo se han reproducido aquellos implicados en la transcripción, obviando, por razones de espacio, algunos manuscritos que pertenecen a versiones posteriores de las obras, a los que tan sólo se hace referencia en el texto.
Resume el presente estudio las características de cada una de las obras, agrupadas por género y organizadas por el orden alfabético de sus títulos. En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, comentando y señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura, de manera de ofrecer al intérprete las mayores facilidades al ejecutar la obra. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica… no especificadas por el compositor, éstas quedarán a juicio del intérprete quien deberá elegir en cada caso la mejor solución.
Se incluyen además los facsímiles con el fin de brindar al especialista la posibilidad de consulta de los manuscritos originales y, además, preservar a través de la publicación estos documentos históricos.
En cada una de las transcripciones se reproduce fielmente el texto original —musical y literario—, señalando oportunamente aquellos añadidos imprescindibles para la comprensión de la partitura. En el caso de indicaciones tales como articulación, tempo, dinámica... no especificadas por el compositor, estas quedarán a juicio del intérprete quien deberá elegir en cada caso la mejor solución. Y es que, finalmente, la partitura sólo contiene códigos que para nada son definitivos. Con cada nueva versión seguirá transformándose la obra, tal y como hicieron los sucesores de Salas al modificar sus antiguos manuscritos, práctica que evidencia el carácter siempre renovador de la actividad musical.
Con el ordenamiento y examen de antiguas partituras halladas en la iglesia habanera de La Merced, la autora aporta a los estudios musicológicos una de las más importantes investigaciones sobre la música religiosa en Cuba.
El cuestionamiento de la veracidad de ciertas opiniones acuñadas por el canon historiográfico, la propuesta de una metodología mucho más eficaz para la búsqueda y catalogación de nuevos fondos musicales, así como toda la información recogida, son motivos suficientes para afirmar que a partir de estas páginas ha de reinterpretarse la historia musical cubana. Este libro, a juicio de quienes lo premiaron, es la «continuación de un camino abierto por el mismo Alejo Carpentier que hoy ve respuestas y, con ellas, nuevas Interrogantes»
Jurado Premio de Musicología Casa de las Américas 1997
Gustavo Becerra-Schmidt (Chile)
Daniel Castro Aniyar (Venezuela)
María Teresa Linares (Cuba)
Los términos transculturación, hibridación y mestizaje son de los más empleados entre la comunidad científica para explicar procesos de intercambio cultural. Sin embargo, dado que los repertorios a los que haré mención son todos de origen religioso católico –común denominador de gran parte del producto cultural musical del periodo colonial en América Latina–, propongo hacer uso de un término que se hizo popular precisamente como parte de la pastoral de la liturgia católica del siglo XX denominado “inculturación”. Otro sería el uso del concepto de “fusión”, entendido como la libre interacción entre géneros y maneras de hacer, pero considero que el caso al que haré referencia se basa en un modelo históricamente informado que apela a recursos expresivos que hacen presente la “otra” cultura, aquella que fue invisibilizada por razones hegemónicas de orden político y religioso.
ABSTRACT: I have used, as a title of this work, the allegory presented in 2001 by Les Chemins du Baroque, a French institution dedicated to promote the Latin American Music from the colonial period, for the first edition of the Mois National du Baroque Latino-Américain, in which they used the phrase: Le retour des caravelles. The allegory appeals (in a naïve way) that not only gold, tobacco and rum were "treasures" exported to Europe, but part of the cultural patrimony of Latin America, which resulted from interaction with the western metropolis, must be valued among the heritage accrued during the colonial period. These cultural resources can now be shown in Europe by the current protagonists, the historical recipients. Does this justify that contemporary performance is based on an inculturated way? The terms transculturation, hybridization and miscegenation are ones of the most used among the scientific community to explain processes of cultural exchange. However, given that the repertoires that I will mention are all from Catholic origin —common denominator of much of the musical cultural product of the colonial period in Latin America— I propose to use a term that became popular precisely as part of the pastoral of the 20th century Catholic liturgy: "inculturation". Another would be the use of the concept of "fusion", understood as the free interaction between genres and ways of doing, but I believe that the case to which I will refer is based on a historically informed model that appeals to expressive resources that introduce the "other culture”, the one that became invisible for hegemonic reasons of political and religious order.
Especial interés revisten para el Programa Cultural de la Oficina del Historiador, centrado en los festejos por los 500 años de la fundación de La Habana, la presentación del Boletín Digital El Sincopado Habanero del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y los dos conciertos que cierran el Taller. Uno, titulado Por las calles de mi Habana Vieja, será el espacio para el estreno mundial de obras dedicadas a la ciudad, escritas por los jóvenes compositores: Alexis Rodríguez, Javier Iha, Yaniel Fernández y Janio Abreu. Como colofón, un concierto con curaduría del Dr. Emilio Cueto, quien se ha dedicado a reunir piezas que El mundo le canta a La Habana; escritas por inspirados músicos de Alemania, Austria, Azerbaiján, Bélgica, Costa Rica, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Honduras, Italia, México, Noruega, Paraguay, Polonia, Reino Unido, Suecia y Venezuela. Este concierto abarca, desde la pieza más antigua, una tonadilla escrita en 1763 en Madrid que alude a la toma de La Habana por los ingleses, hasta canciones, valses, serenatas y todo tipo de géneros que han inmortalizado a la mítica urbe.
Miriam Escudero
Directora
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Por su parte, el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, como un departamento de investigación, gestión y articulación de experiencias docentes en torno a los documentos de música, regido por las políticas de preservación y gestión del patrimonio cultural cubano que lleva adelante la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, funge como facilitador en la gestión académica que realiza el Colegio.
En este camino hemos concluido ya cinco ediciones del diplomado en Patrimonio Musical Hispano, un diplomado en Patrimonio Musical Organístico y posgrados en todo tipo de materias relacionales hasta llegar al culmen: la implementación de una maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música.
Basados en toda esta experiencia, desarrollamos del 18 al 28 de abril un primer Taller Internacional sobre Patrimonio Histórico-Documental de la Música en Hispanoamérica. En esta ocasión, han sido convocados estudiosos e intérpretes que dialogan sobre las diferentes aristas de la gestión del patrimonio musical desde sus experiencias en Cuba, Alemania, Colombia, Chile, Estados Unidos, España, Italia, Israel, México, República Dominicana, Rumanía, Rusia y Suiza. En el programa se alternan conferencias, conciertos, presentaciones de libros y materiales audiovisuales con las defensas de tesis de los estudiantes de la maestría en Gestión del Patrimonio Histórico-Documental de la Música, oferta educativa del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (Universidad de La Habana).
El taller está avalado científicamente por la representación de profesores de entidades como la Universidad de Valladolid, Universidad de las Artes (ISA), Michigan State University, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de Guanajuato, Universidad EAFIT, Colombia, University of The Bahamas, Universidad del Valle, Colombia, Universidad de Cienfuegos, Universidad de Holguín, Casa de Iberoamérica, Holguín, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, Lyceum Mozartiano de La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de Música Cubana, Museo Nacional de la Música y el Observatorio de Educación Patrimonial en España (OEPE).
El espacio para la interpretación está a cargo del laureado pianista cubano Marcos Madrigal quien propone una serie de conciertos titulados «Habana Clásica», con artistas de talla mundial que harán sonar esos grafos contenidos en impresos y manuscritos para hacernos sentir la intangibilidad de la música. A Ernesto Lecuona, cuya obra es uno de los exponentes del patrimonio musical cubano más difundido a nivel mundial, está dedicado un concierto que alterna danzas para piano con nuevas versiones para guitarra del maestro Josué Tacoronte; quien junto a la Compañía Irene Rodríguez y Obiní Batá nos harán sentir la confluencia de antecedentes culturales hispanos y africanos, los mismos que conformaron la latinidad en su variante cubana.
Miriam Escudero
Directora
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Este fonograma parte de un camino de rescate de la música impresa comenzado por Zoila Lapique; que luego analizó y editó, en 2017, Indira Marrero, para el libro Música de Salón en publicaciones periódicas (La Habana, 1829-1867). Así mismo, gracias al cruzamiento de varios archivos y fuentes, Franchesca Perdigón reunió y estudió, en 2015, el repertorio danzable circulante en Santiago de Cuba durante el siglo XIX, el cual se publicó en el volumen Música de Salón. Santiago de Cuba, siglo XIX. Danzas para piano, ambas publicaciones del sello editorial Cidmuc. La música interpretada en estos discos procede íntegramente de los libros antes mencionados.
Dirección y producción musical: Miriam Escudero, Claudia Fallarero y José Antonio Méndez. Intérpretes: Marcos Madrigal (piano), Lianne Vega (piano), Milagros de los Ángeles Soto (soprano), Roger Quintana (tenor), Anyelín Díaz (soprano) y Josué Tacoronte (guitarra).
Como parte del programa del II Encuentro de Jóvenes Pianistas, concierto en vivo del intérprete Alexandre Moutuozkine que tuvo lugar en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, La Habana, 7 de junio de 2014.
Producto destinado a escuelas, bibliotecas y centros de investigación que forma parte de los resultados del proyecto europeo Nuestro patrimonio, nuestro futuro - el fomento de la enseñanza del patrimonio musical como vector de cambio social.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de La Habana. Tiene como propósito completar el proceso de restauración de la obra musical desde la localización de partituras hasta su interpretación y difusión.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
La colección «Documentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano» forma parte de las iniciativas de preservación y gestión que acomete el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con el propósito de completar el proceso de restauración de la obra musical: desde la localización de la partitura hasta su interpretación y difusión a través del concierto y la grabación. Cada soporte de esta colección contiene el registro sonoro de obras inéditas del patrimonio musical de Cuba acompañado de materiales audiovisuales didácticos para la enseñanza.
Por Miriam Escudero
Buscaba razones espirituales para presentar esta V Edición del Festival Habana Clásica, cuando leí la sentencia de la sabia Luscinda, personaje de Cervantes, quien decía: “La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”. Con ese propósito restaurador, esta temporada de conciertos y actividades de música, danza y escena tendrá lugar en la capital cubana del 18 de noviembre al 3 de diciembre de este año.
Por cinco veces el festival, nacido en el 2017, promueve la fiesta en lato sensu, celebra la alegría del encuentro, la emoción que fideliza los votos de Marcos Ma- drigal con las sedes en el Centro Histórico de la Ciudad. Enamorado de su vocación, contagia a otros para que compartan su
arte con músicos y público cubanos. A tan noble misión se suma este año el Fondo de Arte Joven (FAJ), que apenas en unos meses ha logrado, con el soporte de muchas instituciones, dar cabida también a Habana Clásica.
Escribo estas líneas mientras escucho con tristeza el anuncio de guerras y muertes en espacios estelares de todos los medios de comunicación, pero me reconforta saber que Habana Clásica sigue incentivando la utopía de la cultura y las artes, promueve la belleza que emana de los procesos creativos, sostiene la fe de los jóvenes y alimenta la esperanza de que un mundo mejor es posible.
Toda solución cultural es bienvenida si tributa al sostenimiento de la vida. Hay una inteligencia natural que nutrir con tales soluciones diversas y hemos de sustentar que la fortaleza de la inteligencia artificial, en tanto herramienta que acelera procesos de análisis, dependa siempre de
los saberes humanos.
Con capacidad incorporativa y alquimia transmutadora –expresiones lezamianas de lo que sucede en América– participan en esta ocasión más de 60 artistas y agrupaciones, foráneas y locales, que representan a 18 naciones (Alemania, Ca- nadá, Cuba, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Italia, Líbano, Mali, México, Paraguay, Polonia, Reino Unido, Siria, Suecia, Suiza y Túnez). Entre las muchas manifestaciones artísticas, será protagonista en esta ocasión la flauta, en homenaje al mítico intérprete y profesor Roberto Ondina (La Habana, 1904-1963). Anécdotas extraordinarias cuentan del especial sonido de su arte y desempeño académico, que legó una genealogía de flautistas en Cuba. A la par este festival, siempre en pos de lo imperecedero, propiciará un encuentro inédito con culturas clásicas de Oriente y Occidente.
Habana Clásica privilegia la novedad de obras compuestas ad hoc por el compo- sitor en residencia de esta edición, el cubano Daniel Toledo Guillén, quien, junto al italiano Nicola Sani, nos regala varios entrenos nacionales y mundiales. Madrigal aplica artísticamente una curaduría diversa e inclusiva que apela a repertorios no habituales, pues la escucha es tan ávida de novedad como las artes visuales. Por ello, en las sedes del Centro Histórico de la Ciudad se procura que cada programa sea como una “expo” transitoria, que combina a los canónicos occidentales con los repertorios femeninos de Fanny Mendelssohn, Mel Bonis, Layale Chaker, y la ítalo-cubana Mónica Marziota, que alternan con el sirio Kinan Azmeh, el venezolano Paul Desenne o el cubano Ernesto Oliva. El Museo Nacional de Bellas Artes acoge los conciertos de músicas clásicas de las culturas árabes norafricanas y de Mali, nutrientes fundamentales de la historia de la música, que no puede explicarse sin estas fuentes y prácticas primarias de canto y narratividad.
Una sinergia fraternal unirá los esfuerzos de la Oficina del Historiador de la Ciudad y la Cooperacion Suiza (Cosude), el Instituto Cubano de la Música y la Embajada de Suiza en Cuba, la Fondazione Accademia Musicale Chigiana y el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, el
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y el Centro Nacional de Música de Concierto, la Embajada de Italia en Cuba y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia en el más grande de los festivales de Habana Clásica que se hayan celebrado. Así se cumplirá uno más de los deseos que, tras tres vueltas, pedimos a la ceiba mítica que sigue encarnando, desde la capital cubana, toda cultura
que nos una.
Como acción preservadora de la memoria, sonará la obra de Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido, violinista cubano (La Habana, 1852-Buenos Aires, 1911) y de Hubert de Blanck (Utrecht, 1856-La Habana, 1932), holandés «errante» y cubano por adopción.
Del patrimonio que se gesta en el presente, seremos testigos del Habana Concerto de José María Vitier (La Habana, 1954), cuyos tres movimientos, Pórtico, Medio Punto y Vitral, nos remiten a las vueltas de La Ceiba, junto a Eusebio Leal (La Habana, 1942-2020), «con el anhelo de que en esa espiral el tiempo nos abrace». También asistiremos al estreno de obras de dos compositores en residencia, Nicola Sani (Ferrara, 1959), Director artístico de la Accademia Musicale Chigiana en Siena, Italia, y Juan Piñera (La Habana, 1949), Coordinador de la Cátedra de Composición de la Universidad de las Artes de Cuba.
Habana Clásica da la bienvenida a 50 artistas, entre solistas, directores y agrupaciones de música, teatro y danza, en representación de Alemania, Canadá, Cuba, Estados Unidos, España, Holanda, Italia, Reino Unido, Rusia, Suecia y Suiza. Continúan los festejos por una década del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, cuya misión sigue siendo sensibilizar, compartir la memoria, disfrutar la emoción, la comunicación con la música y la creación de espacios ecuménicos donde el arte es el protagonista. Se hará sinergia con la Semana de la Cultura Italiana, los Festivales de Música Contemporánea y Mozart Habana. Entre muchos esfuerzos, destaca
especialmente el apoyo de la Embajada de Suiza en Cuba y su «embajador de buena voluntad», Lorenzo Suárez (Consejero Político, Económico y Cultural); por su parte, la ONG internacional mediCuba-Suiza, participa en la organización de los proyectos de carácter social.
Con todo ello perseveramos en el propósito de contribuir a la educación artística y sustentar la cultura como lenguaje de entendimiento, porque cuando el arte «habla», es más fácil unir.
Miriam Escudero
Directora
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Hace 10 años se selló un pacto de caballeros entre Salomón Mikowsky y Eusebio Leal Spengler para fundar un espacio de encuentro cultural entre pianistas de Cuba y el mundo. Se sucedieron, desde 2013, cinco ediciones, ya que en 2017 hicimos pausa en el calderón con un «hasta luego». En ese tiempo, superamos despedidas tristes y arrostramos el desafío de una pandemia. Pero la palabra dada ha prevalecido y este año regresa el profesor Mikowsky, con siete de sus alumnos en Manhattan School of Music, para dirigir el VI Encuentro Internacional de Jóvenes Pianistas (24 de mayo al 11 de junio), temporada de conciertos que organiza el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y la Dirección de Gestión Cultural de la Oficina del Historiador de La Habana.
Para ello se abren las puertas de las mejores salas en el Centro Histórico de la ciudad y, con el arte como bandera, haremos votos de paz y buena voluntad. Las 19 funciones de conciertos con orquesta, recitales y clases magistrales serán protagonizadas por 14 intérpretes de nueve naciones.
Entre los invitados foráneos figuran por primera vez los pianistas Kirill Gerstein (Rusia-EEUU), Katia Skanavi (Grecia), Guangshou Tian (China) y Yeontaek Oh (Corea del Sur) y repiten la visita Alexandre Moutouzkine (Rusia), Inesa Sinkevych (Ucrania) y Wael Farouk (Egipto). Representando a Cuba actuarán Marcos Madrigal, Ernesto Oliva, Daniel Rodríguez Hart, Malva Rodríguez, Cristhian Pérez y Sofía Iraola.
Como artista de excepción, se sumará a esta fiesta del piano la violinista Chloé Kiffer (Francia). Una vez más, la Orquesta Sinfónica Nacional acompañará los conciertos que serán interpretados bajo la batuta de su director titular, el maestro Enrique Pérez Mesa. También, conducida por José Antonio Méndez Padrón, la Orquesta del Lyceum de La Habana tomará parte activa en este evento.
Como en ocasiones anteriores, el programa responde a una minuciosa curadoría que incluye títulos singular es de la literatura pianística universal. Seremos testigos exclusivos del estreno de obras de Leo Brouwer, Ernesto Oliva e Inesa Sinkevych, así como de una selección de piezas del patrimonio cubano compuestas por Roberto Valera, Juan Piñera, José María Vitier y Aldo López-Gavilán.
En el concierto de apertura, tendrán lugar dos acontecimientos históricos. La prestigiosa violinista francesa, Chloé Kiffer, protagonizará la obra Havanaise, que fuera dedicada por su autor, Camille Saint-Saëns, hace 135 años, al violinista cubano Rafael Díaz Albertini (1857-1928). En la misma velada serán interpretados por Alexandre Moutouzkine, en primera audición, dos de los Grandes Estudios de Ejecución Trascendente de Nicolás Ruiz Espadero. Compuestos hace 150 años, fueron finalmente editados en 2021 por el pianista José Raúl López y compilados en un texto estudiado por su homólogo Cecilio Tieles que será presentado en la gala.
Otro momento especial del evento será dedicado al intercambio de ideas pedagógicas acerca del arte de tocar el piano. En busca de metas artísticas, los estudiantes podrán establecer un diálogo abierto con el profesor Mikowsky y maestros de las escuelas de arte en Cuba. Asimismo, el talentoso profesor Kirill Gerstein, quien también tendrá a su cargo el concierto de clausura, impartirá una clase magistral abierta a los alumnos de piano.
Celebrar encuentros culturales es siempre una alegría extraordinaria, máxime cuando en esta ocasión también festejamos el X Aniversario de la Sala Ignacio Cervantes y el X Aniversario de la creación del Gabinete Esteban Salas. En esa función facilitadora de la gestión de fuentes, pensamientos y acciones para la difusión del patrimonio musical nos nutrimos, consolidamos y ramificamos a través de alianzas legitimadoras. Para ello hemos contado antes y ahora con el concurso generoso de instituciones y amigos que hacen posible este empeño. A todos ellos sea nuestro reconocimiento y eterna gratitud.
Les damos la bienvenida, con la esperanza de que la perseverancia sea premiada con la fidelidad de un público cautivo; «que se apreste —como exhortaba Eusebio Leal Spengler (el eterno Historiador de La Habana)— a gozar del deleite del momento. Saber lo que significa en la vida rumorosa y contaminante, a la que nos vemos habitualmente sometidos, hacer un alto en el camino y dedicarnos a ponderar la música. Pensar en lo que ella encarna en el interior de nuestro espíritu, en el silencio reposado que se interrumpe, en la escucha por vez primera del canto de un pájaro o la sublime int erpretación de un artista».
MIRIAM ESCUDERO
De los confines de la tierra vendrán a celebrar sus 500 años autoridades entendidas en las artes, las ciencias, la historia…, para exaltar la epifanía de una ciudad que quiere convivir en paz con gentiles y conversos, americanos, africanos y europeos, viajeros y lugareños. Tentados todos a volver al mismo lugar y al mismo amanecer para que el malecón desnudo nos regale un verso y una canción de nuevo.
Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana, en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos el Día de Reyes entonando sus músicas de matriz africana en aquella fiesta que celebraba el anuncio del evangelio de la buena voluntad para el género humano.
Esta Habana Clásica en tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne será engalanada por tercera vez por Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello ha sido elegido como compositor en residencia un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco, para que nos regale sus obras y comparta sus secretos. Junto a la suya habrá otros estrenos de piezas de su padre Guido, de los colegas Barbara Llanes y Alejandro Falcón, y del norteamericano Philip Glass.
Como exponente de los más antiguos oficios de La Habana, la construcción de instrumentos de cuerdas, se presentan los frutos del taller de lutheria a cargo del maestro Juan Carlos Prada quiene estrenará en concierto dos violines, una viola y un violoncello.
Aun cuando el programa será profuso en música de cámara y formatos poco comunes, como un cuarteto de violoncellos, la danza contemporánea ocupará su habitual espacio en la inauguración.
La sinergia con instituciones italianas y su semana de la cultura en Cuba, dará frutos reafirmando aquella sentencia de que es el arte el mejor embajador de la paz.
Como colofón del programa será escuchada luego de tantísimos años la música de Joaquín Ugarte, a quien en Habana Clásica mostraremos por vez primera en Cuba como el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor, contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces, de quien por fin hemos encontrado su obra.
Será aquí, en esta ciudad que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, que atiza el erotismo de la rumba…, que inspiró La Catedral de Mangoré, porque es la ciudad infinita, que resurge siempre, no como mítica Ave Fénix sino transculturada en Ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda; porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero
Directora
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Marcos Madrigal, su director artístico es protagonista y dramaturgo, quien cual verdadero mecenas del arte convoca a amigos y conocidos bajo el amparo de múltiples instituciones, que coordinadas por el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad hacen posible este programa.
La Habana, una señora de casi 500 años, clásica por añeja y por haber pasado la prueba del tiempo, recibe a los viajeros y los reúne con los lugareños en espacios de la otrora ciudad intramural en conciertos de exclusiva belleza.
Cual cartelera del Papel Periódico de la Havana, les cuento que en la inauguración del domingo 11 de noviembre, se presentará la primera coreografía cubana integral de Sandra Ramy sobre La Consagración de la Primavera de Stravinsky; y casi seguro que se escuchará por primera vez su versión a cuatro manos, conjugado con una obra de estreno, Tres Preludios Sinfónicos para el Edipo Rey de Sófocles de Pizzetti.
Una puesta novedosa de Winterreise (Viaje de invierno), el famoso ciclo de lieder compuesto por Franz Schubert sobre poemas de Wilhelm Müller, será interpretado por Bruno Taddia y Marcos Madrigal. Estará acompañado de una actuación que ilustre la filosofía de ese frío existencial por el afamado actor Carlos Pérez Peña y la puesta en escena de Luis Ernesto Doñas.
Con énfasis en el repertorio camerístico vocal tendremos de compositores en residencia a Michael Fine y Yalil Guerra que alternarán con Guido López–Gavilán, Bárbara Llanes, Aldo López–Gavilán, entre otros.
El luthier Alexander Schetina ha construido un violín con etiqueta Habana Clásica y sus homólogos del Taller de Luthiería de La Habana, han finalizado la construcción del primer violoncello modelo De Munck (1730), que se ha hecho en Cuba. A esta iniciativa se suma la casa RZ Woodwing Manufacturing–Czech Handcrafted Instruments con la donación de dos clarinetes. A cargo de prestigiosos instrumentistas estará la presentación en concierto de esos instrumentos.
Clases magistrales, encuentros teóricos, conversatorios, presentaciones en las emblemáticas plazas de La Habana Vieja, estrenos mundiales y obras expresamente escritas para el festival, será siempre la tónica de Habana Clásica.
El domingo 25 de noviembre, será el colofón de este evento con una distendida sesión de homenaje a Piaf/Dietrich. Luego en peregrinación nos acercaremos al Antiguo Liceo Artístico y Literario de La Habana (hoy Centro Cultural), donde dejaremos inaugurada su sala recién restaurada para que la música tenga en La Habana Vieja otro espacio de concierto clásico.
Miriam Escudero
Directora
Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas
Los conciertos y recitales se sucederán en esta ocasión de forma continua del miércoles 31 de mayo al miércoles 7 de junio. Las diez sesiones serán protago-nizadas por 14 intérpretes de altísima calidad, todos con la misma motivación hacia la música y con el mismo deseo de exaltar el arte de lo bello. Una vez más, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba acompañará los conciertos para piano que serán interpretados cada jueves y domingo en el Teatro Martí, bajo la batuta de su director titular, el maestro Enrique Pérez Mesa, quien compartirá el podio con los talentosos y jóvenes directores Daiana García y José Antonio Méndez Padrón. También conducida por Méndez, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de las Artes (ISA), adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana, tomará parte activa en este evento.
Bulgaria, China, Cuba, Francia (en colaboración con la Embajada de Francia en Cuba), Israel, República Eslovaca, Rusia y Ucrania, serán los países de donde provengan los intérpretes. Diez de ellos alumnos de Mikowsky en la Manhattan School of Music de Nueva York, en su mayoría multilaureados internacional-mente y protagonistas de exitosas carreras desde su más temprana juventud. A ellos se suman tres representantes cubanos de tremenda valía.
Una de las jornadas estará destinada a la presentación del fonograma titulado Rusia ante la rítmica cubana que recoge el concierto que dedicara Alexandre Moutouzkine, a manera de antología, al repertorio pianístico cubano contem-poráneo durante una memorable interpretación que tuvo lugar en la Basílica Menor de San Francisco de Asís. Este registro realizado por nuestro sello, La Ceiba, en colaboración con Producciones Colibrí, integra la colección Docu-mentos Sonoros del Patrimonio Musical Cubano que gestiona el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas.
Cada Encuentro de Jóvenes Pianistas siempre precisa del concurso de amigos que, acordes en un mismo sentir, se unen para la realización de un empeño, haciéndolo en muchas ocasiones de forma anónima. A todos ellos nuestra eterna gratitud.
Eusebio Leal Spengler
HISTORIADOR DE LA HABANA
Este primer año nos complace dedicar Habana Clásica a la memoria del gran basso buffo Paolo Montarsolo. De formación artística scaligera, es decir “artísticamente crecido y lanzado en la Scala de Milán”, Paolo Montarsolo nace en Portici el 16 de marzo de 1925. “Representa el punto de convergencia entre el carácter concreto típico del Norte y la creatividad exuberante del Sur” (G. Gualerzi). Abandona los estudios académicos de Economía para dedicarse al canto, entrando como alumno en el Centro de perfeccionamiento para jóvenes artistas líricos de la Scala.
Posteriormente entra a formar parte de los famosos Cadetti della Scala, haciendo su debut en el máximo teatro de Milán a la edad de 26 años en L’Osteria portoghese, de Cherubini. “En el papel de Rodrigo cualquiera diría que nos encontramos en frente de un cantante de gran experiencia. Su voz llega al auditorio aunque cante piano, posee una dicción de excepcional claridad, increíble continuidad gestual, intuición rápida y dominio total de sus capacidades musicales” (G. Confalonieri). El estudio riguroso, la musicalidad, el talento de actor, además de la alegría y la diversión al hacer su trabajo, lo han acompañado durante su larga carrera (1951-1997) jalonada de éxitos. Son memorables sus interpretaciones rossinianas de don Magnifico (La Cenerentola), Mustafá (L’italiana in Algeri), don Basilio (Il Barbiere di Siviglia), donizettianas de don Pasquale (Don Pasquale) y Dulcamara (L’Elisir d’amore), mozartianas de Leporello (Don Giovanni) y don Alfonso (Così fan tutte). Es arduo mencionar todos los papeles interpretados, que ascienden a 182 y se extienden desde Monteverdi hasta Berg. Invitado habitual de la Scala, ha actuado en todos los principales teatros italianos, además de escenarios internacionales, como Londres (ROH), Paris, Ginebra, Zurich, Múnich, Düsseldorf, Hamburgo, Moscú, Salzburgo, Viena, Nueva York, Washington, Chicago, Dallas, Houston, San Francisco, Toronto, Santiago de Chile, Buenos Aires, Tokyo, y festivales como los de Holanda, Edimburgo, Glyndebourne y Aix en Provence. Refinado intérprete de la Ópera bufa napolitana, “nos ha hecho revivir la extraordinaria vivacidad, la ironía, la caricatura y la fuga liberadora hacia la comicidad pura que identifican la Ópera bufa napolitana con una categoría feliz çdel espíritu humano” (P. Gallarati). Ha dirigido más de veinte títulos, cada uno con diferentes puestas en escena y ha participado en importantes versiones operísticas cinematográficas dirigidas por J. P. Ponnelle (Deutsche Grammophone – UNITEL). Miembro o Presidente de jurados internacionales en prestigiosos concursos de canto. Grand’Ufficiale de la República Italiana. Pedagogo apasionado, ha enseñado hasta pocos meses antes de su fallecimiento, ocurrido el 30 de agosto de 2006.
Marcos Madrigal
Director Artístico de Habana Clásica
Los conciertos y recitales se sucederán cada semana de jueves a domingo, como sugestiva propuesta para las tardes habaneras. Las veinte sesiones serán protagonizadas por 26 intérpretes de altísima calidad, entre consagrados y noveles, todos ellos con la misma motivación por la música, con el mismo deseo de exaltar el arte de lo bello. Una vez más, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba acompañará los conciertos para piano que serán interpretados cada jueves y domingo en el Teatro Martí bajo la batuta de su director titular, el maestro Enrique Pérez Mesa, quien compartirá el podio con los talentosos y jóvenes directores Daiana García y José Antonio Méndez Padrón. También conducida por Méndez, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de las Artes (ISA), adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana, tendrá reservada una actuación dedicada a repertorios más añejos.
Armenia, Belarús, China, Corea del Sur, Egipto, Estados Unidos y Rusia serán los países de donde provengan los diecisiete intérpretes foráneos, todos alumnos de Mikowsky en la Manhattan School of Music de New York, en su mayoría multilaureados internacionalmente y protagonistas de exitosas carreras desde su más temprana juventud. A ellos se suman los nueve representantes cubanos, también de excelente nivel e igualmente acreedores de premios, dentro y fuera de nuestras costas. Sus carreras han sido fruto de la vocación magisterial de la escuela de piano cubana en la que destacan profesores como Teresita Junco, Alicia Perea, Frank Fernández, Ulises Hernández, Mercedes Estévez, Hortensia Upmann, María Teresa Pita, Andrés Alén, Miriam Cruz, Rosalía Capote, Dánae Ulacia, Miriam Valdés, Andrea Mesa, Ernán López-Nussa, Liana Fernández, Patricio Malcolm y Aldo López-Gavilán, entre otros.
Feliz coincidencia es la celebración del 132 aniversario de la fundación del Teatro Martí, cuya reinauguración en 2014 constituyó un modesto tributo a la obra arquitectónica y cultural de la nación cubana. Es un privilegio agasajar tamaño hecho con este singular evento, fomentando la creación de lazos históricos que contribuyan a la pervivencia del patrimonio musical cubano y universal en la sociedad contemporánea.
Un acontecimiento como este precisa el concurso de amigos que, acordes en un mismo sentir, se unan para la realización de un empeño, haciéndolo en muchas ocasiones de forma anónima. A todos ellos nuestra eterna gratitud.
Eusebio Leal Spengler
Historiador de La Habana
En junio, del 4 al 28, hemos de concurrir a la magna cita de un III Encuentro de Jóvenes Pianistas, con sede en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, la Sala Ignacio Cervantes y el Teatro Martí. Desde su fundación, este encuentro ha sido organizado con minucioso empeño por el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, que dirige la musicóloga Miriam Escudero, y la Dirección de Gestión Cultural. Así, el público cautivo podrá disfrutar de 20 conciertos, entre recitales y obras para piano y orquesta, interpretados por 26 pianistas que serán acompañados los jueves y los domingos por la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba bajo la certera batuta del maestro Enrique Pérez Mesa. Especialmente, el 18 de junio, con la interpretación del Concierto No. 5 para piano y orquesta, de Ludwig van Beethoven, también conocido como El Emperador, conmemoraremos los 200 años de la famosa Batalla de Waterloo, como tributo a la influencia napoleónica en la cultura universal. A este Encuentro, se suman los jóvenes músicos de la Orquesta Sinfónica del Instituto Superior de Arte (ISA), adscrita al Lyceum Mozartiano de La Habana, quienes bajo la dirección del maestro José Antonio Méndez Padrón acompañarán dos conciertos de Wolfgang Amadeus Mozart con el estilo, dimensiones y técnicas de interpretación propios de este repertorio en el que se especializa dicha agrupación.
A manera de una sinergia integradora, unen fuerzas el III Encuentro de Jóvenes Pianistas y el Concurso y Festival Internacional de Piano Musicalia 2015, que habrá de celebrarse en el Oratorio San Felipe Neri, sede del Lyceum Mozartiano de La Habana y de la Cátedra de Piano del ISA. Presidido por el maestro Ulises Hernández, el jurado lo integran, además, Salomón Gadles Mikowsky, Ninowska Fernández-Brito, Antonio Carbonell, Adonis González y Mauricio Vallina. Junto a las sesiones del concurso se realizarán clases magistrales y conciertos, así como la presentación de los libros Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, de Salomón Gadles Mikowsky y El legado pianístico pedagógico de Salomón Gadles Mikowsky, de Kookhee Hong; ambos de Ediciones Boloña, así como la revista Opus Habana. En este certamen participan estudiantes de piano de nivel superior, cubanos y extranjeros, con el propósito de promover la creación e interpretación artística, mostrar los resultados de la práctica académica cubana y favorecer el intercambio entre estudiantes y profesores de la enseñanza musical.
Durante cada una de estas jornadas, podremos disfrutar de conciertos interpretados por jóvenes de diversas nacionalidades: Cuba, China, Rusia, Corea del Sur, Estados Unidos, España y Taiwán; todos ellos multilaureados en concursos internacionales. En su formación han participado, además de Mikowsky, los maestros cubanos Teresita Junco, Frank Fernández, Ulises Hernández, Mercedes Estevez, Rosalía Capote, María Teresa Pita, Ernán López-Nussa, Aldo López-Gavilán y Patricio Malcolm.
Sirva pues esta fiesta de la música para despertar la indescriptible emoción con la que el piano nos ha seducido y seduce. Todo se puede ganar o perder en esta vida: bienes infinitos, joyas, fama... pero nada será comparable a un instante en la contemplación de tanta belleza. Lo único que no nos será dado recuperar, es el tiempo perdido.
Eusebio Leal Spengler
Historiador de La Habana
Del 5 al 29 de junio, con sede también en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís y en la Sala Ignacio Cervantes, otros de los espacios del Centro Histórico consagrados a la música y dotados de magníficos instrumentos, se desarrollará una programación de 18 conciertos, muchos de los cuales serán acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional que conduce el maestro y amigo Enrique Pérez Mesa. De esta manera, tendrá lugar una fraternal confluencia entre los esfuerzos conjuntos de la Oficina del Historiador, el Instituto Cubano de la Música y el Centro Nacional de la Música de Concierto para dar a esta magna cita todo el realce que merece la excelencia de los artistas invitados.
Los conciertos para piano y orquesta sonarán en el Teatro Martí, antes Irijoa, que después de 40 años volvió a abrir sus puertas. Inaugurado en 1884, gracias al noble esfuerzo de un inmigrante español, don Ricardo Irijoa, en 1899 es renombrado Teatro Martí en vísperas de celebrarse la Asamblea Constituyente que, tras el cese del poder colonial, debía crear las bases legítimas de la naciente República. Es el momento cuando, en las calles habaneras y otros lugares de Cuba, comienza a rendirse tributo al héroe, al apóstol, al maestro, al poeta, al político, al orador insigne…
Al dejarlo reinaugurado, el 24 de febrero de este año en curso, se cumplía uno de nuestros más acariciados sueños gracias al trabajo tesonero de hombres y mujeres que laboraron en su restauración. Era nuestro propósito que ese recinto recuperara su singularidad como patrimonio inmueble, a la par que ganara en condiciones escenográficas y acústicas para servir como sede a los géneros más diversos: desde el teatro vernáculo hasta la música de concierto.
Por eso agradecemos que, como una contribución a ese empeño, contemos hoy con un piano de la casa Steinway, generosamente donado por el artífice y mecenas de este evento, Salomón Gadles Mikowsky.
Cubano de origen y corazón, él no ha escatimado esfuerzos para legar lo mejor de sí a la Ciudad que lo vio nacer, porque la fama no le ha hecho olvidar sus raíces. Aprovechando su enorme prestigio como pedagogo y artista, reconocido más allá de nuestras fronteras, nos regala por segunda ocasión la posibilidad de celebrar este encuentro junto a sus jóvenes pupilos de talla mundial. Le han apoyado en este empeño el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y la Dirección de Gestión Cultural.
Al igual que en la anterior edición, aprovechamos esta ocasión para presentar un libro relacionado con su quehacer, en este caso dedicado al legado docente de Mikowsky y su experiencia profesional, por casi 50 años, impartiendo clases de piano en la Manhattan School of Music. Nos satisface que ese libro, prologado por el maestro Leo Brouwer, haya sido publicado por primera vez en español por nuestras Ediciones Boloña.
Durante estas jornadas, podremos disfrutar de conciertos interpretados por jóvenes de diversas nacionalidades: Cuba, China, Rusia, Armenia, Australia, Chipre, Corea del Sur, Estados Unidos, Belarús y Egipto, todos ellos multilaureados en concursos internacionales. En su formación han participado, además de Mikowsky, los maestros cubanos Teresita Junco, Frank Fernández, Ulises Hernández, Mercedes Estevez, Rosalía Capote, María Teresa Pita, Ernán López-Nussa, Aldo López-Gavilán y Patricio Malcolm.
Dejemos entonces que la armonía necesaria, el anuncio de la armonía constante y venidera —como decía Martí— vuelva a resonar en los muros de esta antigua ciudad con sonidos añejos y contemporáneos, criollos y foráneos ahora en el II Encuentro de Jóvenes Pianistas.
Eusebio Leal Spengler
HISTORIADOR DE LA HABANA
Esta propuesta de programa integral dedicado al piano en La Habana Vieja, ha sido orquestada por el reconocido pianista y profesor cubano Salomón Gadles Mikowsky, y coordinada por el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, que dirige la musicóloga Miriam Escudero, así como por la Dirección de Gestión Cultural. El piano ha sido en Cuba uno de los instrumentos que más ha legado obras de valor patrimonial: además de las piezas de Cervantes, conservamos las creaciones de Manuel Saumell y Nicolás Ruiz Espadero, compositores con ese espíritu criollo y nacionalista que convirtiera a la contradanza, en el siglo XIX, en un medio identitario de expresión. Precisamente, en el marco de este evento tendrá lugar la presentación de la reedición cubana del texto Ignacio Cervantes y la danza en Cuba, del propio Gadles Mikowsky, a cargo de Ediciones Boloña, «la primera obra en la que se hace el estudio más abarcador de sus danzas para piano en el contexto general del siglo XIX», según constata su prologuista, Radamés Giro.
A la generosidad del amigo Salomón debemos la donación del piano Steinway de la Sala Ignacio Cervantes así como la restauración del instrumento que perteneció a Harold Gramatges, a cargo del consagrado mecánico y afinador Nelson Puig. Y ahora, como fruto de su amor a Cuba, durante dieciséis días el piano será protagonista absoluto de conciertos interpretados por jóvenes de diversas nacionalidades: Cuba, China, Rusia, España, Corea del Sur, Bielorrusia, Egipto y Estados Unidos, todos ellos multilaureados en concursos internacionales y en su mayoría alumnos del maestro Mikowsky. El programa lo integran tanto obras obligadas de concurso, como repertorios cubanos entre los que destaca la integral de las danzas de Ignacio Cervantes que estará a cargo de la talentosa y joven china Wenqiao Jiang, de apenas 15 años de edad, y clausurará con un concierto a cuatro manos de Aldo López-Gavilán y Harold López-Nussa.
Sirvan estas palabras mías como un preludio a este gran concierto pianístico que hará vibrar los espacios consagrados a la música del Centro Histórico.
Eusebio Leal Spengler
HISTORIADOR DE LA HABANA
Compartimos desde el Observatorio del Patrimonio Musical la discografía concursante en el área de «Música Académica», integrada por las categorías Música de Cámara, Clásico Instrumenta-Vocal Instrumental y Solista Concertante.
La semana se inicia con fragmentos de artículos publicados en el boletín digital El Sincopado Habanero (OHCH/CIDMUC). Los martes es el momento para el Andar por el patrimonio musical que alterna con la promoción de eventos. Por su parte, los miércoles, la sección «Pentagramas del Pasado» establece un enlace con la Biblioteca Musical Petrucci (IMSLP), donde están disponibles para descarga nuevas partituras del patrimonio musical cubano. Los jueves, en el espacio Musivisión, se estrenan a través de nuestro canal YouTube, videos o audios de conciertos y conferencias organizados e impartidos por el Gabinete. Finalmente, los viernes, en la sección Observatorio del Patrimonio Musical, se presentan novedades culturales, espacios, libros, conciertos y producciones discográficas.