Lleva A Jesús A Casa Como Zaqueo - 2019
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LUCAS 19: 5-9 - JESÚS Y ZAQUEO
5Cuando Jesús llegó a aquel lugar, miró hacia arriba y dijo a Zaqueo:
—Zaqueo, baja deprisa, porque hoy necesito quedarme en tu casa.
6Zaqueo descendió rápidamente y lo recibió en su casa, con mucha
alegría.7 Todos los que vieron esto empezaron a quejarse:
¡Este hombre fue a hospedarse en la casa de un pecador!
Zaqueo se levantó y dijo al Señor:
—Escucha, Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres. Y,
si robé a alguien, voy a devolver cuatro veces más.
9 Entonces Jesús dijo:
Hoy la salvación ha entrado en esta casa,
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significado– acto de salvar, libertar. Jesús nos
libertou do império das trevas e nos trouxe para sua maravilhosa luz.
Vamos reflexionar sobre dos personajes que
encontraron con Jesús, uno que lo recibió en casa
y otro que no lo recibió:
1- Zaqueo–¿Quién era Zaqueo?
Zaqueo era un hombre rico. Era jefe de los publicanos, es decir, jefe de los recaudadores.
de impuestos. Eran el medio de recaudación del imperio.
Los publicanos explotaban al pueblo con cobros indebidos. Por eso Zaqueo
demuestra estar preocupado por haber perjudicado a tantas personas (Lucas 19.8).
Cuando Zaqueo supo que Jesús pasaría cerca, pronto buscó ver a Jesús y subió
en un árbol para poder ver al Maestro.
Jesús notó a Zaqueo y lo llamó pidiéndole que fuera a su casa.
El publicano recibió a Jesús con alegría y cuando Jesús le dice que se quedaría en su casa.
en su casa, ya se había arrepentido de sus pecados, por eso recibió la
salvación en Cristo.
Al recibir a Jesús, Zaqueo estaba dejando todo el prestigio que tenía a cambio de su
nueva vida con Dios.
LECCIONES QUE PODEMOS APRENDER DE LA HISTORIA DE ZACCEO
1º - La primera actitud fue no sentirse satisfecho con su vida, él
decidió buscar lo que faltaba.
Zaqueo era un hombre rico. Tenía mucho dinero. Tenía todo lo que quería, o mejor dicho, casi todo.
Pero le faltaba algo, quería algo más. Cuanto más dinero tenía, más lejos quedaba de la paz.
interior. Y por eso no estaba satisfecho consigo mismo, con su vida. Entonces, ¿qué hizo?
Tomó una actitud feliz: ¡Buscó a Jesús!
2ª - La segunda actitud fue ser perseverante ante los obstáculos.
Zaqueo deseaba ardientemente contemplar el rostro de aquel que podía dar paz y
vida.
No fue fácil. Las calles estaban llenas, y él era de baja estatura. Todo
mundo también quería ver a Jesús.
Él se adelantó a la multitud y subió inteligentemente a un árbol para contemplar
JESÚS.
3ª - Tercera fue arrepentirse de los errores y confesarlos a Jesús
Zaqueo contempla a Jesús desde lo alto del árbol, pero, incluso antes de ver a Jesús, él
ya había tomado una actitud de arrepentimiento y confesión.
Esa actitud fue la más importante de su vida. En presencia de todos, él
reconoció que defraudaba a las personas y decidió restituir cuatro veces más
que había robado de los contribuyentes.
La confesión y el arrepentimiento son la clave que abre nuestro corazón para que
Cristo pueda entrar en él y hacer la obra de transformación.
4ª - Cuarta actitud fue cambiar de vida y abandonar los viejos hábitos que
o separaban de DIOS.
Zaqueo reconoció que era un pecador, que necesitaba el perdón de Jesús.
Identificou sus pecados. Porque cada uno de nosotros es débil en un área. Los
los pecados no son iguales. Y JESÚS, entonces, puede realizar el de la transformación, el
milagro del nuevo nacimiento. Y así salvarlo
Zaqueo oyó de Jesús las más hermosas palabras que un pecador puede escuchar: “hoy,
salvación en esta casa”. Verso 9.
CONCLUSIÓN
Así como Zaqueo, necesitamos desear ser salvos; vencer los obstáculos, el desprecio
de las personas que se burlan de nuestra fe;
Tenemos que tener humildad y reconocer que necesitamos a Jesús; tenemos que
confesar nuestros pecados a Cristo y pedir fuerzas para abandonarlos.
Entregarnos a Él y permitir que Él transforme nuestra vida como transformó la de
Zaqueo.
Así como Jesús entró en la casa de Zaqueo y comió con él, de la misma manera Él
quiere entrar en nuestra casa y en nuestra vida. Él mismo dice en Apocalipsis 3:20:
He aquí, estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en
su casa y cenaré con él, y él, conmigo” Apocalipsis 3.20
