peregrinos de esperanza
Jubileo ordinario del año 2025
Guía del peregrino
JUBILEO Jubileo ordinario del año 2025
2025
¡ATRAVIESA EL UMBRAL Guía del peregrino
Y DÉJATE GUIAR POR JESÚS!
Comisión Episcopal para el Jubileo 2025
Guía del peregrino
Jubileo ordinario del año 2025
Editado por
Francisco Julián Romero Galván
Editorial EDICE | Madrid 2024
Con censura eclesiástica
Imprimatur
Juan Antonio Martínez Camino
Obispo auxiliar de Madrid
7 de noviembre de 2024
© Conferencia Episcopal Española
© Editorial EDICE
Edificio «Sedes Sapientiae»
28033 Madrid
Tlf.: 91 171 73 99
[email protected]
Primera edición: Madrid 2024
Imprime: C
ampillo Nevado
Desierto de Tabernas, 8
28320 Pinto (Madrid)
Depósito legal: M-25031-2024
ISBN: 978-84-19797-27-8
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra en cualquier
forma y por cualquier medio sin autorización expresa, bajo pena de
incurrir en la violación de los derechos de propiedad intelectual.
Impreso en España - Printed in Spain
Sumario
Presentación
Francisco Julián Romero Galván................................... 7
Oración del jubileo
Francisco.......................................................................... 9
Introducción
Mons. Bernardito Auza................................................... 11
Peregrinos de Esperanza
Mons. Luis J. Argüello García........................................ 19
Jesucristo, esperanza nuestra
Mons. José Rico Pavés...................................................... 27
Celebrar la fe de la Iglesia
Mons. José Leonardo Lemos Montanet......................... 47
Compromiso social del Jubileo 2025.
Dispuestos a cambiar el mundo
Mons. Jesús Fernández González................................... 63
Sobre la concesión de la indulgencia durante
el jubileo ordinario del año 2025 convocado
por su santidad el papa Francisco
Angelo Card. de Donatis
Mons. Krzysztof Nykiel.................................................. 81
5
| Sumario
Examen de conciencia....................................................... 91
Celebración penitencial..................................................... 99
Proyecto social para el Jubileo 2025. Víctimas de trata
de personas y explotación sexual y laboral
María Francisca Sánchez Vara....................................... 107
Lectio divina del encuentro de Jesús con Zaqueo................. 115
Apéndice oracional............................................................ 121
Índice ................................................................................. 143
6
Presentación
Francisco Julián Romero Galván
Director del Secretariado del Jubileo 2025 de la CEE
T iene usted en sus manos la guía del peregrino para el Ju-
bileo 2025. Como peregrino de esperanza está invitado
a vivir un verdadero y auténtico encuentro con Jesucristo que
transforme su vida, le ayude a convertirse, a experimentar la
misericordia de Dios y a ser signo de misericordia para aque-
llos con los que tiene diferencia o de quienes está separado.
Peregrinar es hacer un camino exterior que expresa el cami-
no interior que renueva la vida y la hace ser según el plan y
el proyecto de Dios. Piense que el jubileo debe animarlo a
construir el reino de Dios en su entorno, siendo promotor de
esperanza, especialmente para los que la han perdido.
En esta guía encontrará una ayuda para su peregrinar.
Unas palabras significativas del representante del papa Fran-
cisco en España; la explicación del lema jubilar por parte del
presidente de la Conferencia Episcopal Española; tres reflexio-
nes-catequesis que ayudan a profundizar en los aspectos signi-
ficativos del jubileo: una sobre Jesucristo que es el camino, la
verdad y la vida con el que nos encontramos y cuya presencia
experimentamos; otra sobre la celebración litúrgica a la que
estamos invitados a participar en este tiempo santo; y la terce-
ra, el compromiso social que trae consigo la vivencia personal
y comunitaria del Jubileo de la Esperanza. Estas tres reflexio-
nes están guiadas de la mano de los obispos don José Rico,
7
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
don Leonardo Lemos y don Jesús Fernández respectivamente.
Seguidamente encontrará el documento de la Penitenciaría
Apostólica sobre las indulgencias, un examen de conciencia,
una celebración penitencial, una lectio divina sobre el encuentro
de Jesús con Zaqueo; antes de finalizar con el apéndice oracio-
nal, aparece indicada la obra social que queremos apoyar para
este jubileo en España y la manera de contribuir económica-
mente como peregrinos a la misma.
Ojalá que esta guía pueda ser una ayuda que permita vivir
el jubileo y la peregrinación jubilar. Que Jesucristo, el Dios
que se hizo carne hace 2025 años, nos ayude a seguirlo, amar-
lo e imitarlo en nuestra vida. María, la Virgen de Belén, nos
acompañe en este peregrinar de esperanza.
8
Oración del jubileo
Papa Francisco
P adre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida de tu reino.
Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del jubileo
reavive en nosotros, peregrinos de esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
9
Introducción
Bernardito Auza
Nuncio apostólico en España y Andorra
E sta Guía del Jubileo 2025, querido lector, está ideada como
instrumento que acompañe tu peregrinación para obte-
ner la gracia espiritual del jubileo ordinario que ha convocado
el santo padre en la fiesta de la Ascensión del Señor, el 9 de
mayo de 2024, con la bula Spes non confundit. Desde el contexto
navideño del 24 de diciembre de 2024, hasta el 6 de enero de
2026, fiesta de la Epifanía del Señor, permanecerá abierta la
puerta Santa de la basílica de San Pedro en Roma.
Como representante del papa Francisco en España, acojo
con mucho gusto el ofrecimiento deferente del Secretariado
para el Jubileo 2025, invitándome a abrir estas páginas. Como
vehículo de la Conferencia Episcopal, el gesto viene a señalar
el vínculo del episcopado con el sucesor de Pedro. A la vez
me permite subrayar el vivo deseo del pontífice, su llamado a
fortalecernos con el «encuentro vivo y personal con el Señor
Jesús Puerta de Salvación»1 e infundir en el ánimo el compro-
miso evangelizador activo, en medio de la sensación de «im-
previsibilidad del futuro»2 que hoy percibe nuestro mundo.
Se evangeliza infundiendo esperanza. El santo padre, al
convocarnos, afirma que «la esperanza constituye el mensaje
1
Spes non confundit, 1.
2
Ibid.
11
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
central del jubileo»3. De esta virtud teologal el papa ya había
dicho:
Quizás sea la virtud que menos se entiende, pero es la más fuerte.
La esperanza: vivir en esperanza, vivir de esperanza, siempre mi-
rando adelante con valentía. Alguno podrá decirme: «Sí, padre, pero
hay momentos duros, donde todo parece oscuro. ¿Qué debo ha-
cer en esos momentos?». «¡Agárrate a la cuerda y amárrate!».
Debemos hacernos esta pregunta: ¿cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida
de fe? ¿Es una vida de horizontes, de esperanza, de valentía, de ir
adelante, o es una vida tibia que ni siquiera es capaz de soportar
los malos tiempos?
«Que el Señor nos dé la gracia para superar nuestro egoís-
mo, porque los cristianos cerrados, los cristianos “estacionados”
son egoístas. Se miran solo a sí mismos, no saben levantar la
cabeza para mirarlo a él. Que el Señor nos dé esta gracia»4.
Ocasión propicia para ello será este jubileo. «La esperanza
no defrauda» porque se funda en «el amor que brota del co-
razón de Jesús traspasado en la cruz»5, lo anuncia y lo hace
creíble.
Para la Iglesia, los jubileos recuerdan, unos el misterio
de la encarnación al cumplirse cien, cincuenta o veinticinco
años. Otros, con el mismo cómputo, conmemoran la obra de
la redención. El año jubilar 2025, advierte el papa, hace me-
moria del Gran Jubileo del 2000 que abrió el tercer milenio,
pero, a la vez, viene a preparar el próximo Gran Jubileo, el
de la Redención, que será el año 2033 (cf. Bula, 6). Necesita-
mos a Cristo, que es nuestra referencia de vida. Necesitamos
la gracia que él nos mereció acampando y peregrinando en-
tre nosotros desde su encarnación hasta su pasión y muerte.
3
Ibid.
4
Meditaciones Domus Sanctae Marthae (17-1-2017).
5
Spes non confundit, 3.
12
Introducción |
Los méritos de este trayecto6, junto con los de su Madre y de
todos los santos unidos a él «que es nuestra cabeza» (Col 1,18),
los entrega Cristo a su Iglesia, y esta los dispensa a sus hijos en
esta peregrinación con la indulgencia plenaria o parcial. El fin
de este camino presente es la vida eterna que Cristo inaugu-
ra con su resurrección gloriosa. Él logra en nosotros la vida
nueva que quiere darnos con la efusión de su misericordia.
Por eso nos ayuda pensar, como es en realidad, que, mien-
tras nos acompañe el tiempo y la salud, el mismo Señor es
quien nos invita a andar, a caminar. No por ello quedarán ex-
cluidos de ganar el jubileo los enfermos e impedidos como en
esta Guía se declara. No dejarán de obtener la misma gracia
de la indulgencia ofreciendo sus dolores y limitación al Señor.
Además de la basílica de San Pedro y otras basílicas de Roma,
centro de la vida de toda la Iglesia universal, en cada diócesis,
desde el 29 de diciembre de 2024 al 28 de diciembre de 2025,
podrá ganarse el jubileo en la santa iglesia catedral y las concate-
drales. Y, además, en lugar señalados por el obispo diocesano al
que cada fiel, bien uniéndose a otros o bien personalmente, pue-
de dirigirse. Son lugares sagrados privilegiados por ser de suyo
referenciales en cada parte de la geografía diocesana atrayendo
a los fieles significativamente a lo largo del año.
Caminar es salir, es, sobre todo, apreciar y disponerse a re-
cibir lo que él mismo nos quiere dar, la gracia de un amplio
perdón. Yendo a ganar el jubileo a los lugares designados, co-
rrespondemos a las inspiraciones del Señor, apreciando los te-
soros con los que desea enriquecer nuestras almas, los dones de
su misericordia. Peregrinar es una forma de expresar nuestra
fe. En la peregrinación se retrata la condición del hombre que
6
Cf. constitución apostólica Indulgentiarum Doctrina, 5; Spes non confundit, 23.
13
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
pasa, que camina, que supera y que busca su meta conforme a
su condición de criatura, condición de necesitado. Por eso «to-
dos esperan»7. La más grande y fundante necesidad es el amor,
y este se nos revela en forma y modo en la misericordia que
abraza todos los aspectos de la vida. A todos ellos llega la efi-
cacia del amor de Cristo. Peregrinar es volver a nuestras raíces,
recuperar nuestra identidad más profunda, ponerse en camino.
Al abrir la bula que convoca a la marcha jubilar, como
hemos advertido ya, el santo padre califica el estado presen-
te de «imprevisible». El papa mismo, en la homilía de la so-
lemnidad de la Ascensión del Señor, hace de este punto de
situación, un marco clave. Toda «imprevisibilidad» conlleva
una inquietud. Esa «inquietud» radica en el corazón humano.
El miedo no es su aliado. Pero sí la esperanza comprometi-
da. El papa subraya por ello la importancia de la paciencia8,
teniendo en cuenta que, la inquietud por la solución de los
problemas inmediatos, por urgentes que estos sean, no debe
ocultar la inquietud más profunda. La del sentido de la vida y
de la existencia. Es aquí, en este punto, donde la Iglesia, que
alaba y apoya las iniciativas ante los desafíos más concretos de
lo cotidiano, y las incentiva invitando a la creatividad positiva,
al mismo tiempo comprende que su misión trasciende, no se
agota en esa dimensión, a la que, en cada momento, ha de
infundir el carácter dinamizador de una fe comprometida y
coherente. La tarea de la Iglesia está en orden a la salvación,
ofreciendo la fe que ha recibido, y le da el ser, con los tesoros
y medios sacramentales con los que el mismo Señor la dota
como instrumento eficaz, capaz de trasformar a las personas
y a nuestro mundo en la construcción de la sociedad de la jus-
7
Ibid., 1.
8
Ibid., 4-5.
14
Introducción |
ticia y del amor. En el jubileo, el sacramento de la penitencia
o confesión es esencial.
Valorando cuanto hay de bueno, la Iglesia lleva a perfec-
ción en la entrega de los cristianos en el espacio de su vida. Y lo
hace en la perspectiva de la dimensión espiritual de la persona y su condi-
ción de redimido. Por eso, este es, en específico, el núcleo esencial
de todo jubileo. Considerar la posibilidad de volver a encon-
trarse serenamente con Jesucristo, único salvador del hombre.
La amistad de Dios, su gracia, la vida que él nos ofrece, es la
única en la que pueden resolverse las aspiraciones más nobles y
profundas del corazón humano, porque «todos esperan».
Podemos decir en clave existencial que, en lo íntimo del
corazón, surge el deseo de protegerse, de proteger el hogar;
surgen también los interrogantes ante la guerra y el dolor, y
el temor del porvenir incierto. Pero, también, se levanta del
alma el deseo de lo que necesita de forma más profunda, de
Dios, de su misericordia, del amor que no pasa, que es fiel,
que se ocupa y se preocupa, de manera que, cuando en nues-
tra vida nos encontramos con ese amor misericordioso y lo co-
rrespondemos con delicadeza y fielmente, entonces, nosotros
cambiamos nuestro ambiente, lo elevamos y hacemos más
digno de las personas. Así, la proclamación de la soberanía
del Señor sobre todas las cosas va unida al fortalecimiento de
la familia en la unión de los esposos, la generosidad y cuidado
de la vida desde su concepción hasta su natural desenlace, la
educación de los hijos, la sensibilidad por las contingencias de
una justicia social, a poner el amor a Dios y al prójimo hasta
la abnegación propia. También, el cuidado por la casa común
con el «respeto de la creación»9.
9
Ibid., 25.
15
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Por eso, el papel de la Iglesia en las tareas urgentes del
mundo presente no está en ofrecer soluciones, pero sí en res-
ponder a los graves desafíos con el encuentro con Cristo y
el consecuente amor fraterno. Por eso, con esta importancia
espiritual y fundante del jubileo, el santo padre desea también
hacernos comprender en el significado pastoral de este mismo
evento de gracia. La esperanza es una llamada a «remediar
las causas que originan las injusticias», y estas se hallan al in-
terior de cada uno, y de cada grupo o colectivo. Es al corazón
a donde quiere llegar el Señor. En el encuentro con él, en el
don del propio corazón, viene a convertirse en activo instru-
mento suyo, con la alegría del que encuentra el sentido de las
facultades más altas de su condición humana.
Al buscar el perdón y la reconciliación con Dios que, am-
pliamente nos otorga el jubileo convocado, nos pone en guar-
dia del «odio» determinante de la quiebra en la orientación
de las exigencias más íntimas. Cada uno de nosotros puede
ser testigo de esperanza, esperanza de un mundo en el que los
hombres nos demos la mano y caminemos en concordia, con
más paz y mejores relaciones de unos para con otros.
Es así como los miembros de la Iglesia se han situado ante
la necesidad humana. Unas veces cuidando al enfermo, otras
compartiendo los conocimientos para progresar en la vida,
otras dando de lo que se tiene en la medida que se puede; en
fin, regalar amor sin pensar en las diferencias culturales, geo-
gráficas, de ideas políticas, de razas. Si nuestros sentimientos
son los del corazón de Cristo, perdonemos como él perdo-
nó, obedezcamos como él obedeció, suframos como él sufrió,
amemos como él amó. Nuestra misión es hacer pasar el amor
de Dios a través de nosotros a los demás. Un amor que es pa-
ciente, que no se ensoberbece, que no se irrita, que no piensa
16
Introducción |
mal, que se goza con la verdad, que todo lo soporta, que no
se acaba nunca.
Desde esta perspectiva, el santo padre alienta en la bula del
jubileo acciones concretas que confirmen en la práctica el deseo
de la paz, el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hi-
jas perspectiva de futuro a toda la sociedad, la preservación de la
vida, desde la vida de los no nacidos y por nacer, hasta la de los
enfermos y ancianos. Propone el papa mirando las condiciones
de porvenir para los jóvenes y la dignidad humana una «alianza
social para la esperanza inclusiva y no ideológica»10 que respete
los derechos humanos, el estado de necesidad de los pobres y
migrantes. El respeto a los encarcelados con la propuesta a los
gobiernos para que, en el año santo, se emprendan «formas de
amnistía o de condonación de la pena […], itinerarios de rein-
serción en la comunidad a los que corresponda un compromiso
concreto en la observancia de las leyes»11. También, la constitu-
ción de un «fondo mundial para acabar de una vez con el ham-
bre y para el desarrollo de los países más pobres» y «condonar
las deudas de los países que nunca podrán saldarlas»12.
Cuantos nos ponemos en el camino del jubileo,
elevemos nuestro corazón a Cristo, para convertirnos en can-
tores de esperanza en una civilización marcada por un exceso de
desesperación. Con los gestos, con las palabras, con nuestras elec-
ciones cotidianas, con la paciencia de sembrar un poco de be-
lleza y de amabilidad en donde quiera que estemos, queremos
cantar la esperanza, para que su melodía haga vibrar las cuerdas
de la humanidad y despierte en los corazones la alegría, despier-
te la valentía de abrazar la vida13.
10
Ibid., 9.
11
Ibid., 10.
12
Ibid., 16.
13
Homilía de la Ascensión del Señor (9-5-2024).
17
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
En esta perspectiva de la fe, nos alegramos con el santo pa-
dre por la coincidencia del jubileo. El aniversario, ya milena-
rio, del primer Concilio ecuménico, el de Nicea14. Se cumplen
mil setecientos años. Será ocasión de proclamar con todos los
cristianos a Jesucristo «consustancial» con el Padre, como hizo
Pedro en Cesárea de Filipo: «Tú eres el Cristo el Hijo del Dios
vivo» (Mt 16,16).
Unidos al santo padre, pidiendo al Señor por su misión al
servicio de la Iglesia universal, invocamos la intercesión de la
santa Madre de Dios, para que, con su intercesión, podamos
«redescubrir la esperanza, anunciar la esperanza y de cons-
truir la esperanza». Que el Señor nos bendiga abundante-
mente y la gracia del jubileo, tocando el corazón, nos ayude
en las tareas urgentes del milenio ya comenzado para, como el
profeta, «construir, edificar y plantar» (Jer 1,10). Nos acompa-
ña la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Esperanza.
14
Spes non confundit, 17.
18
Peregrinos de Esperanza
Luis J. Argüello García
Arzobispo de Valladolid
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
P odríamos decir que unir peregrinación y esperanza es
una tautología. El peregrino se pone en camino porque
tiene la esperanza de llegar al lugar donde la peregrinación
culmina. Sabe ya, al disponerse al salir al camino, que lo deci-
sivo ya está preparado y dispuesto para él antes de salir.
Peregrinar es una actividad humana emparentada con
otras similares que suponen también desplazamiento de un
lugar a otro. Las personas, a veces, salen de su casa obli-
gadas por las situaciones económicas, políticas o religiosas.
Hay movimientos migratorios que expresan la huida de una
situación o la búsqueda de una solución para los problemas
de la vida. Cuánta gente se mueve en fines de semana o en
vacaciones en viajes recreativos o turísticos con el afán de
conocer o divertirse. La peregrinación es algo distinto, es ver-
dad, en ella también hay una búsqueda, un deseo de conocer,
pero sobre todo hay una esperanza que brota del amor des-
cubierto en la fe.
En los viajes por motivos turísticos o por exigencias eco-
nómicas o políticas, el camino es un obstáculo, en la pere-
grinación el camino es esencial, forma parte del contenido
de la fe y de la esperanza que ponen en marcha la peregri-
nación.
19
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
En realidad, las peregrinaciones son una parábola de la
vida entera comprendida como peregrinación. La vida, es-
pecialmente para los cristianos, es un viaje santo y arduo,
lleno de la certeza de que caminamos hacia el Padre y que
nuestra meta es la plenitud del reino santo. Los creyentes dan
forma a la esperanza, la reconocen presente en la historia y la
ofrecen, en signo e instrumento, a quienes se encuentran y
con quienes se cruzan en los caminos, a veces desesperados
o sin rumbo. La vida cristiana es un viaje santo porque el
Espíritu Santo nos guía y nos ofrece luz para poder discernir
las señales que están en el camino, los signos presentes en
el recorrido. Somos peregrinos de esperanza porque nuestra
salvación es en esperanza (cf. Rom 8,24). Y hacemos el ca-
mino sembrando, «en gérmenes y diseños», los destellos de
esperanza que nos alumbran.
Pero la vida cristiana es también un viaje arduo. Se realiza,
bajo el signo de la fe, en medio de los trabajos de la existen-
cia, teniendo que soportar inclemencias y dificultades. En este
santo viaje aparecen tentaciones: o bien, concentrarnos solo
en el viaje, en un activismo en el que quien destaca es el yo
del peregrino y sus actividades; o bien concentrarse solo en
la meta y desentendernos de lo que en el camino ocurre a las
personas con las que nos encontramos; o descuidar la impor-
tancia de dejar signos visibles que ayuden a los extraviados y
sean alivio para los cansados que están en las cunetas. El reco-
rrido no lo sabemos con detalle, pero sí sabemos que Jesús es
el camino y que la Iglesia, pueblo peregrino, ofrece tiendas de
campaña para hacer un alto en la peregrinación, vivir la hos-
pitalidad en la que se reponen fuerzas y se curan las heridas
del camino. En la tienda se realiza también la celebración que
permite anticipar la meta y recrear el acontecimiento fundan-
te que nos pone en marcha.
20
Peregrinos de Esperanza |
El Concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et spes
ilumina esta situación:
Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí
ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que
pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la
propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimien-
to de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no
es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que
pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pen-
sando que esta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al
cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio
entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como
uno de los más graves errores de nuestra época (GS 43).
Es, por tanto, un viaje lleno de tareas por realizar. Peregri-
nando se realiza la transformación del peregrino. En el viaje,
entrelazando camino y mesa, va creciendo en él la vida nueva;
el caminante se configura con el mismo camino. Esta trans-
formación va haciendo vivir una experiencia sorprendente: ya
no soy yo quien camina, es Cristo quien vive en mí. Pero en el
viaje se realiza también la transformación del mundo del que
el camino forma parte y que esta senda atraviesa. El mundo
también está de viaje, aun sin saberlo, vive una ansiosa espera,
formar parte de la plenitud del cuerpo de Cristo (cf. Ef 1,10).
Y la humanidad con la que nos encontramos en el camino
también nos permite escuchar unas quejas y gemidos que ha-
blan de la ansiosa espera de aquellos que desean la manifes-
tación de los hijos de Dios (cf. Rom 8,19). Toda la historia
del hombre y del cosmos adquiere un sentido global y radical
toda la humanidad y el mundo viajan hacia el Padre. Su des-
tino es ser transfigurados en reino.
En el viaje se realiza el trabajo, actividad humana sobre
la tierra, con el que el hombre prepara el escenario para la
21
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
intervención de Dios. Es un trabajo en el que aparecen las
resistencias de la injusticia, de la opresión y de la mentira.
El origen y la meta del camino, el camino mismo, están
sostenidos por la justicia, la libertad y la verdad del reino
que lleva el peregrino en el corazón y que quiere ofrecer
ya, abriendo brechas en los muros que separan, rompiendo
argollas de las cadenas de la injusticia y encendiendo luces
que disipan las tinieblas de las mentiras. La peregrinación
tiene también gozo de fiesta, la alegría de los compañeros
del camino, el encuentro y la espera, el sentarse juntos en la
mesa contando experiencias y avivando el ánimo y el deseo
para seguir adelante. Con el trabajo, el peregrino realiza
una dimensión fundamental de la existencia humana so-
bre la tierra, participar en la obra creadora y redentora
de Dios y preparar el material y las relaciones que serán
transfigurados en la plenitud del cuerpo de Cristo. Con la
alegría compartida se anticipa la alabanza interminable y
el banquete de bodas a los que nuestra peregrinación nos
conduce.
Sí, es un viaje arduo, pero es un santo viaje. Es la santidad
de Cristo camino, verdad y vida, es la santidad del Espíri-
tu que nos ilumina. Es una santidad personal y comunitaria.
El viaje se realiza en el espíritu de la bienaventuranza, ale-
gría, sencillez y misericordia. Es un viaje bendito, pues en él
se descubren signos del reino, la presencia de Cristo en los
hermanos y en los pobres. La esperanza permanece encen-
dida en cada paso del camino porque el Espíritu Santo nos
alienta y nos permite descubrir que Jesús es el mismo camino.
Cristo aparece en medio en los peregrinos, en el camino y en
la meta de la esperanza. Jesús siempre va en medio, delante y
detrás del pueblo peregrino. El reino germina ya en la pere-
grinación.
22
Peregrinos de Esperanza |
A este respecto también nos dice el Concilio en Lumen gen-
tium:
Mientras no lleguen los cielos nuevos y la tierra nueva, don-
de mora la justicia (cf. 2 Pe 3,13) la Iglesia peregrina lleva en
sus sacramentos e instituciones, pertenecientes a este tiempo, la
imagen de este siglo que pasa, y ella misma vive entre las cria-
turas, que gimen con dolores de parto al presente en espera de
la manifestación de los hijos de Dios (cf. Rom 8,19-22) (LG 48).
La peregrinación de esperanza es una misión que tiene el
corazón en el reino y las manos en la historia. Gaudium et spes
sigue impulsando el camino de la Iglesia:
La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más
bien activar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde
crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de al-
guna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello,
aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal
y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en
cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana,
interesa en gran medida al reino de Dios. El reino está ya miste-
riosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor se
consumará su perfección (GS 39).
Somos peregrinos y sabemos por dónde ir, porque quien
es camino, verdad y vida ha dejado la senda abierta. Somos
peregrinos esperanzados y sembradores de esperanza, porque
quien nos envía y espera ha dejado una tienda de campaña
puesta donde descansar y avivar el deseo de alcanzar la meta.
En medio del viaje santo y arduo con sus dificultades y resis-
tencias la esperanza permanece porque en medio del grupo
de peregrinos siempre alguien levanta la voz y canta: ¿quién
nos separará del amor de Dios? (cf. Rom 8,35).
Situado el sentido de la vida como peregrinación de esperan-
za, podríamos preguntarnos sobre la situación de la esperanza
23
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
hoy. La dimensión histórica de la esperanza atraviesa en este
momento múltiples dificultades. Las amenazas a la esperanza
podemos articularlas en tres grupos. En primer lugar, la realidad
de la guerra y de las dialécticas de guerra amenazan la esperan-
za de que sea posible el diálogo o el encuentro. En segundo lugar,
la miseria, fruto de las desigualdades económicas y de la corrup-
ción política, amenaza la esperanza de que sea posible la justi-
cia. En tercer lugar, el consumo excesivo y la contaminación en
nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza amenazan la
esperanza de que sea posible la edificación de un mundo sano
que promueva el desarrollo humano integral. Estas amenazas
generan diversos tipos de reacciones que tampoco favorecen la
esperanza. En algunos casos es la rabia como expresión emocio-
nal que brota de la desesperanza. La resignación paralizante es
otra forma de responder a las amenazas: ¿qué podemos hacer
ante algo tan grande que nos desborda? También se produce
un distanciamiento complaciente que dice: estos problemas de
violencia, injusticia o destrucción solo les pasan a otros. Estas
reacciones suelen culminar en un olvido o en un optimismo sin
fundamento.
En estos territorios que amenazan la genuina esperanza,
se buscan fuentes de sentido y esperanzas varias en otras di-
recciones: la realización de sí mismo, el cultivo de la imagen,
cuidado del cuerpo, la formación… marcan una dirección
autorreferencial; también se quiere encontrar manantial de
esperanza en una vuelta a la naturaleza sin alma y sin histo-
ria. Lo religioso vivido como magia o como evasión también
es buscado como fuente de esperanza débil. Pero, sobre todo,
nuestra época muestra su desencanto en las posibilidades hu-
manas y divinas de la esperanza en un abandono confiado en
la tecnología y en las máquinas, expresión de la ciencia como
fuente de esperanza.
24
Peregrinos de Esperanza |
Así la planificación sustituye a la esperanza a la hora de
mirar al futuro; el progreso como mito o fuente de un opti-
mismo ingenuo es un refugio que se transforma en optimismo
vacío que precisa de mucha diversión y sucedáneos de alegría
y de sentido para soportar el miedo al futuro. De momento
resulta insoportable a la persona humana que el futuro no
lleve más que aquello que ella misma había planificado en el
tiempo. Si la lógica de las cosas, de la técnica, de la econo-
mía o de la política establece en un momento dado como de
acaecer su desenvolvimiento, quiere decir que de futuro nada,
lo único que queda es que todo irá como siempre o según lo
planificado y dispuesto. La visión de un futuro en el cual no
puede acaecer nada nuevo de verdad, sino solo lo programa-
do y desarrollado por algoritmos, es algo que produce una
desgana mortal.
Tantas veces, en la esfera pública y privada escuchamos: no
podemos seguir como hasta ahora, pero no vemos una senda
por donde seguir hacia delante. Mirar al futuro con esperanza
no ha sido nunca tan dramático. Los peregrinos de esperanza
hacen suyas las preguntas de nuestros contemporáneos: ¿es
posible tener esperanza hoy?, ¿qué rostro tiene la esperanza?
Y no tenemos otra respuesta más que mirar a Jesucristo en
su camino de bajada por el pesebre y la cruz para ser exalta-
do. Así
la Iglesia «va peregrinando entre las persecuciones del mundo
y los consuelos de Dios» anunciando la cruz del Señor hasta
que venga (cf. 1 Cor 11,26). Está fortalecida, con la virtud del
Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus
aflicciones y dificultades, tanto internas como externas, y revelar
al mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras,
hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiem-
pos (LG 8).
25
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
El año santo 2025 Peregrinos de Esperanza nos invita a
poner los ojos en el seno de María y en el pesebre de Belén
donde comenzó la peregrinación del Hijo de Dios para asom-
brarnos con su amor y atraernos a participar de su misma
peregrinación hacia el cielo.
26
Jesucristo,
esperanza nuestra
José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
Presidente de la Comisión Episcopal para la Evangelización,
Catequesis y Catecumenado
A l concluir el jubileo del año 2000, el papa san Juan Pa-
blo II propuso a toda la Iglesia «contemplar el rostro de
Cristo» como único programa para vivir el año jubilar que
conmemoró el dos mil aniversario de la encarnación del Ver-
bo y entrar en el tercer milenio. Consciente de que la santidad
hace presente de forma viva el rostro de Cristo, no dudó en
afirmar que la perspectiva en la que debía situarse el cami-
no pastoral de la Iglesia es el de la santidad. «¿Acaso no era
este —recordaba el papa— el sentido último de la indulgen-
cia jubilar, como gracia especial ofrecida por Cristo para que
la vida de cada bautizado pudiera purificarse y renovarse pro-
fundamente?»1.
En continuidad con la orientación de san Juan Pablo II,
el papa Francisco convocó el jubileo extraordinario de 2016,
Año de la Misericordia, cuyo objetivo fue manifestar y faci-
litar el encuentro con el rostro de la misericordia de Dios2,
1
Juan Pablo II, carta apostólica Novo millennio ineunte (6-1-2001) 30.
2
Cf. Francisco, bula Misericordiae vultus de convocatoria del jubileo extraordi-
nario de la misericordia (15-3-2015) 1-3.
27
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
anuncio central del Evangelio para todas las personas de to-
dos los tiempos. Próximos a cumplirse veinticinco años del
último año jubilar ordinario, Francisco nos convoca a la cele-
bración de un nuevo jubileo «para abrir de par en par la puer-
ta santa una vez más y ofrecer la experiencia viva del amor
de Dios, que suscita en el corazón la esperanza cierta de la
salvación en Cristo»3. Al convocar el jubileo ordinario del año
2025, el papa ha pedido que «pueda ser para todos un mo-
mento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, puerta
de salvación (cf. Jn 10,7.9); con él, a quien la Iglesia tiene la
misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como
“nuestra esperanza” (1 Tim 1,1)»4. El mismo papa propone
que el año jubilar se viva como un camino de esperanza, con mo-
mentos fuertes en que el encuentro con el Señor alimente y
robustezca la esperanza. Así, como peregrinos de esperanza, so-
mos llamados a recorrer caminos antiguos y modernos para
vivir intensamente la experiencia jubilar en el encuentro re-
novado con Cristo. Recogiendo algunas de las enseñanzas de
Francisco, podemos recorrer tres itinerarios de fe que nos ayu-
darán a mantener siempre nuevo el encuentro que sostiene
nuestra esperanza: recibir el testimonio del discípulo amado
para descubrir el fundamento de la esperanza; dejarnos guiar
por el ejemplo y enseñanza de san Pablo para confesar con él
que Cristo es nuestra esperanza; actuar con el mismo amor
del corazón de Cristo para, obrando la misericordia, llegar a
ver a Jesús.
3
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 6.
4
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 1.
28
Jesucristo, esperanza nuestra |
1. El testimonio del discípulo amado
y el fundamento de la esperanza
En los párrafos iniciales de la bula de convocatoria del jubileo
ordinario del año 2025, el papa Francisco nos sorprende con
una afirmación luminosa: «La esperanza efectivamente nace
del amor y se funda en el amor que brota del corazón de Jesús
traspasado en la cruz»5. Para descubrir el fundamento de la
esperanza debemos entonces volver al pasaje evangélico de
la crucifixión transmitido por el evangelista san Juan.
Cada evangelista ha dejado su impronta a la hora de trans-
mitir el relato de la pasión de Cristo. El cuarto evangelista, que
habla de sí mismo como el discípulo amado, refiere dos hechos que
solo él refiere a propósito de la crucifixión de Jesús: la entrega
de María como Madre (cf. Jn 19,25-27) y la lanzada que traspa-
sa el costado de Cristo hasta brotar sangre y agua (cf. Jn 19,34).
Al referir este hecho añade una expresión singular: «El que lo
vio da testimonio y su testimonio es verdadero, y él sabe que
dice verdad, para que también vosotros creáis» (Jn 19,35).
1.1. Testimonio verdadero:
el Padre y las Escrituras
En el cuarto evangelio encontramos la misma expresión en la-
bios de Jesús cuando los fariseos le recriminan diciéndole: «Tú
das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero»
(Jn 8,13). A lo cual responde Jesús: «Aunque yo doy testimonio
5
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 3.
29
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde
he venido y adónde voy» (Jn 8,14). Para que un testimonio sea
válido se requiere la concurrencia al menos de dos testigos.
Cuando Jesús se presenta como luz del mundo, no lo hace por
ostentación vanidosa, sino apoyado en el Padre que lo ha envia-
do. El Verbo encarnado tiene su origen y su meta en el Padre.
El Padre es quien corrobora el testimonio de su Hijo Jesucristo,
el Verbo encarnado. Por eso, su testimonio es verdadero. Jesús es
testigo verdadero porque habla lo que el Padre le ha mandado.
En el caso del discípulo amado, al referir lo que sucedió
cuando el soldado traspasó el costado de Jesús, la fuerza de su
testimonio descansa en el cumplimiento de la Escritura. Por eso,
añade: «Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le
quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mira-
rán al que traspasaron”» (Jn 19,36). El testimonio del discípulo
amado es confirmado por lo que ya había sido anunciado en la
Escritura. Al referir que del costado traspasado de Cristo brotó
sangre y agua, san Juan no se limita a decir que en la muerte
de Jesús el sufrimiento ha sido extremo, sino que, sucediendo
eso, se estaba cumpliendo además un misterio anunciado des-
de antiguo. Para entender entonces el significado último de la
lanzada que atravesó el cuerpo de Cristo tenemos que fijarnos
en las dos citas bíblicas mencionadas por el discípulo amado.
De esa forma, leyendo los hechos a la luz de la Palabra revela-
da, podemos pasar del simple ver al creer.
1.2. Testimonio pascual: el Cordero,
la sangre y el agua
La primera cita («No le quebrarán un hueso») nos remite a
dos pasajes del Antiguo Testamento: Ex 12,46 y Num 9,12.
30
Jesucristo, esperanza nuestra |
El libro del Éxodo prescribe cómo debe ser el animal para la
celebración de la cena pascual: un cordero sin defecto, al que
«no se le quebrará un hueso» (Ex 12,46; Num 9,12). Cuando
el discípulo amado atestigua que, a Jesús, una vez muerto, no
le rompieron las piernas, está invitando a creer que él es el
Cordero sin mancha, inocente, que, con su entrega, ha sellado
para siempre la nueva y definitiva alianza.
La segunda cita («Mirarán al que traspasaron») nos lleva a
Zac 12,10, pasaje en que el profeta anuncia el culmen de la sal-
vación el «día del Señor». En ese día, afirma Zacarías, «derra-
maré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén
un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia
mí, al que traspasaron» (Zac 12,10). El profeta anuncia algo
sorprendente: ese día el Señor derramará perdón, llamará a la
oración, volverán los ojos hacia él y lo reconocerán traspasado.
Y ahora, en el calvario, san Juan evangelista reconoce que ese
momento ha llegado: el traspasado por la lanzada del solda-
do es el Hijo amado del Padre, el que «en el principio estaba
junto a Dios y era Dios» (Jn 1,1). Pero Zacarías aún dice más:
ese día harán llanto, como se llora al hijo único (cf. Zac 12,10)
y «aquel día brotará una fuente para la casa de David y para
los habitantes de Jerusalén, remedio de errores e impurezas»
(Zac 13,1). El testimonio de san Juan evangelista nos dispone
al acto de fe: cuando se abrió el costado de Cristo brotó el
torrente del amor de Dios nacido de su corazón, un torrente
que perdona al que pone su mirada en él, se deja abrazar en
oración de lágrimas y bebe para saciar su sed. Se entiende así
la afirmación del papa: «La esperanza se funda en el amor que
brota del corazón de Jesús traspasado en la cruz»6.
6
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 3.
31
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
La liturgia de la Iglesia ha formulado este misterio de amor
infinito recogiendo las enseñanzas de los santos padres. Así,
en el prefacio de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús,
rezamos:
El cual [Cristo], con inmenso amor, se entregó por nosotros en
la cruz e hizo salir sangre y agua de su costado herido, de donde
habrían de brotar los sacramentos de la Iglesia, para que todos,
atraídos hacia el corazón abierto del Salvador, pudieran beber
siempre, con gozo, de la fuente de la salvación.
Los autores de la antigüedad cristiana han visto en el cos-
tado abierto de Cristo el nacimiento de la Iglesia, en paralelis-
mo con el nacimiento de Eva. Así como del costado de Adán
dormido, Dios formó a Eva, así del costado de Cristo, nue-
vo Adán, dormido en la cruz, ha nacido la Iglesia. Con este
paralelismo simbólico se expresa una verdad fundamental:
de la entrega redentora de Cristo ha nacido la Iglesia. Para
que la Iglesia no pierda su identidad debe mirar siempre al
corazón traspasado de Cristo, de donde brota el amor que
reúne y congrega a cuantos por el bautismo (agua) y la eu-
caristía (sangre) somos hechos partícipes de su misma vida e
incorporados a la comunión con él, que es la comunión de la
Trinidad santa.
La contemplación del corazón de Cristo es el camino pri-
vilegiado para centrar la vida en el amor de Dios, respon-
der a su amor, gozar la comunión de la Iglesia y fortalecer
la esperanza. Bien lo expresaba san Buenaventura cuando se
preguntaba si era posible no devolver amor a quien tanto nos
ha amado: «¿Se hubiese podido manifestar mejor tu amor de
otra manera que dejándote no solo atravesar tu cuerpo con
una lanza, sino tu corazón? [...] ¿Habrá alguien que no quie-
ra amar este corazón herido por nosotros? ¿Cómo podría al-
32
Jesucristo, esperanza nuestra |
guien no amar respondiendo a quien nos abraza con un amor
tan grande?»7.
1.3. Testimonio mariano: María santísima
y los tesoros del corazón de Jesús
¿Cómo ha podido el evangelista san Juan llegar a ver en la
crucifixión de Jesús el misterio de amor infinito que había sido
anunciado por los profetas? Sabemos que los autores sagra-
dos al referir su testimonio, tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento, lo han hecho inspirados por el Espíritu Santo.
Es, efectivamente, la inspiración del Espíritu Santo la que con-
vierte la palabra humana del hagiógrafo en Palabra divina.
No exagera la liturgia de la Iglesia cuando añade a las lecturas
de la Escritura que se proclaman en la asamblea litúrgica la
apostilla «Palabra de Dios» o «Palabra del Señor».
Ahora bien, además de la inspiración, común a los demás
autores sagrados, el evangelista san Juan ha contado con dos
privilegios concedidos solo a él. Así lo advertía ya en el siglo iii,
el gran teólogo de Alejandría llamado Orígenes: «La flor de
toda la Escritura son los evangelios, y la flor de los evangelios es
el evangelio de Juan, cuyo sentido profundo, sin embargo, no
puede captarlo quien no haya apoyado la cabeza sobre el pe-
cho de Jesús y quien no haya recibido de él a María como a su
propia madre»8. Para captar la riqueza del testimonio recogido
en el evangelio de san Juan es necesario —nos dice Orígenes—
repetir el gesto realizado por el discípulo amado en la última
cena y recibir a María como madre. El alejandrino no invita
7
San Buenaventura, Vitis mystica 3, 5-6 (BAC NO 9, 673).
8
Orígenes, Comm. in Iohn., I, IV, 23 (SCh 120, 70; BPa 115, 108).
33
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
evidentemente a reproducir una postura corporal, sino que ve
en la acción del evangelista una actitud espiritual. Podrá en-
contrar los tesoros ocultos en el testimonio evangélico quien
mantenga su oído y su inteligencia junto al latido del corazón
de Cristo, y perciba la hondura insondable de su amor. A esta
actitud tendrá que añadir un vínculo familiar nuevo: acoger
a María como madre. Capta, pues, el mensaje del evangelista
quien, como él, pone su cabeza sobre el pecho de Jesús y vive
en todo como hijo fiel de María.
Antes de referir que el soldado traspasó con una lanza el
costado de Cristo, el evangelista san Juan refiere que Jesús en
la cruz nos entregó a María como madre. Y añade: «Y des-
de aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio»
(Jn 19,27). La cercanía de María santísima ha permitido al
evangelista san Juan hacer memoria y dar testimonio, con
una profundidad única, de la vida y enseñanza de Jesús. Para
poder acoger su testimonio es fundamental cultivar también
la relación filial con la Virgen María. Antes de abrirnos los
tesoros de su corazón, Jesús nos regaló a María como madre
para que, asidos a su mano y con su misma docilidad a la
Palabra divina, entremos en el corazón del Redentor. Es ahí
y solo ahí donde encontraremos el descanso y la paz que
nuestro corazón reclama, como bien expresó san Bernardo
de Claraval:
¿Dónde podrá encontrar nuestra debilidad un descanso seguro
y tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con
plena seguridad, porque sé que él puede salvarme. Grita el mun-
do, me oprime el cuerpo, el diablo me tiende asechanzas; pero
yo no caigo, porque estoy cimentado sobre roca firme […]. Agu-
jerearon su manos y pies, atravesaron su costado con una lanza.
Y a través de esas hendiduras puedo libar miel silvestre y aceite
de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es
el Señor […]. El clavo penetrante se ha convertido para mí en
34
Jesucristo, esperanza nuestra |
llave que me ha descubierto la voluntad del Señor. ¿Por qué no
he de mirar a través de esa hendidura? Tanto el clavo como las
llagas proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconcilian-
do al mundo consigo […]. Las heridas que recibió su cuerpo nos
descubren los secretos de su corazón; nos permiten contemplar
el gran misterio de compasión […]. No tenemos otro medio más
claro que tus llagas para comprender, Señor, que tú eres bueno
y clemente, rico en misericordia (Sal 85,5). Porque no hay amor
más grande que dar la vida por los consagrados y por los conde-
nados. Luego mi único mérito es la misericordia de Dios9.
2. Confesar con san Pablo:
Jesucristo es nuestra esperanza
El segundo itinerario se puede recorrer de manos del após-
tol de los gentiles. Recuerda Francisco que «la Iglesia tiene
la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos a
Cristo como “nuestra esperanza” (1 Tim 1,1)»10. Ahora bien,
en san Pablo descubrimos que la tribulación y el sufrimiento
son las condiciones propias de los que anuncian el Evangelio
en contextos de persecución (cf. 2 Cor 6,3-10). Es entonces
cuando se aprende que la fuerza que brota de la cruz y de la
resurrección de Cristo es lo que sostiene la evangelización.
La vida entera de san Pablo es un testimonio preclaro de que
«la esperanza no defrauda» (Rom 5,5) y se identifica con Cris-
to mismo. Su testimonio, en efecto, es el de un convertido y un
misionero: a partir del encuentro con el Señor Jesús que cam-
bió su vida, su único deseo es que todos conozcan a Jesucristo.
9
San Bernardo, Serm. Ct. 61, II, 3-5 (BAC NO 491, 769-771).
10
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 1.
35
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
2.1. La conversión de san Pablo
En Flp 3,4-10 el apóstol expone todo lo que antes de su con-
versión era importante para él: la circuncisión, la pertenencia
a una descendencia israelita pura (de la tribu de Benjamín),
ser fariseo estricto en la observancia de la ley, ser celoso hasta
perseguir a la Iglesia…, es decir, un «judío perfecto». El en-
cuentro con Cristo ha hecho que todo lo que consideraba
«ganancia» ahora lo considere pérdida, comparado con el co-
nocimiento de Cristo. La conversión de san Pablo ha sido un
cambio radical de una vida centrada en sí a una vida centrada
en Cristo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21).
2.2. La misión de san Pablo
Toda la vida de san Pablo después de la conversión está ocu-
pada en la tarea de llevar a los demás hombres al encuentro
con aquel que ha cambiado su vida. Esta tarea es la clave
de su predicación misionera, la cual será desarrollada por el
apóstol en tres momentos: primero, exponiendo el significa-
do cósmico de Cristo, es decir, mostrando cuál es su lugar en
la historia de la salvación; en segundo lugar, proclamando a
Cristo como salvador y salvación; y, en tercer lugar, descu-
briendo la inseparable unión de Cristo con su Iglesia.
El significado cósmico de Cristo es iluminado por san Pablo a
partir de la salvación presentada también como redención
del cosmos: «Si habéis muerto con Cristo a los elementos
del mundo, ¿por qué os sometéis a los dictados de los que
viven según el mundo?» (Col 2,20). La muerte de Cristo
restaura todas las cosas llevándolas a la unidad y armonía
con la voluntad de Dios: «Por él quiso reconciliar todas las
36
Jesucristo, esperanza nuestra |
cosas consigo» (Col 1,20). La consumación final de la crea-
ción y de la historia consistirá en la victoria final de Cristo
que someterá todo al Padre. Esto ya ha comenzado con su
muerte y resurrección. El significado cósmico de Cristo se
desarrolla principalmente en cuatro pasajes. En primer lugar,
en Rom 8,20-22: la creación entera padece ahora las conse-
cuencias del pecado del hombre y aguarda el momento de su
liberación; también la creación experimentará su «pascua»,
iniciada con la resurrección de Cristo, cuando Cristo venga
en gloria y se manifieste la derrota definitiva de Satanás, del
pecado y de la muerte. En segundo lugar, en 1 Cor 15: la
resurrección de Cristo inaugura el tiempo de la esperanza;
Cristo reinará hasta que todos sus enemigos estén sometidos;
el último enemigo aniquilado será la muerte; al final, Dios lo
será todo en todos. En tercer lugar, en Col 1,12-20: Cristo es
Señor del cosmos y de la historia; es creador y causa ejemplar
(cf. Col 1,16), como cohesión del cosmos (Col 1,17), como
cabeza de la Iglesia y primicia de los resucitados (Col 1,18),
como autor de la redención y de la reconciliación universal a
través «de la sangre de su cruz» (Col 1,20). La encarnación,
coronada por la resurrección, ha colocado la naturaleza hu-
mana de Cristo en la cúspide del mundo creado. Por último,
en cuarto lugar, en Ef 1,3-10: la historia no es fruto del azar,
sino que revela el designio amoroso de Dios. El tiempo ad-
quiere en Cristo, el Verbo eterno que entra en la historia, su
plenitud. El plan de Dios para la historia y el mundo consiste
en hacer que todo tenga a Cristo como cabeza. Todas las co-
sas serán renovadas por el misterio pascual de Cristo. Tal es
ahora la orientación de toda la actividad humana: recapi-
tular todas las cosas en Cristo. O lo que es lo mismo: que la
soberanía de Cristo sobre todos y sobre todo, sea por todos
reconocida, pues Cristo es rey del universo.
37
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
El reconocimiento del significado de Cristo sobre la historia
se expresa en la esperanza, como virtud típica del cristiano.
La historia humana tiene sentido. Este sentido ha sido revelado
por Cristo: es el designio salvífico. Dios mismo está compro-
metido en este designio y llama al hombre a cooperar con él,
es decir, a colaborar en la tarea de recapitular todas las co-
sas en Cristo. Podemos esperar porque sabemos que al final de
nuestra vida Cristo nos espera.
El significado de Cristo como salvador es presentado como un
pasar de vivir según la carne a vivir según el Espíritu; es Cris-
to quien permite realizar este paso. El hombre sin Cristo está
sometido al diablo, al pecado y a la muerte. La salvación de
Cristo consiste en sacar al hombre de ese dominio perverso
y devolverlo a la libertad: «Para vivir en libertad, Cristo nos
ha liberado» (Gal 5,1). Mostrando la universalidad del peca-
do («Todos pecaron», Rom 3,23; 5,12), san Pablo muestra la
universalidad de la salvación traída por Cristo («Todos serán
devueltos a la vida», Rom 5,19). El significado de Cristo como
salvador se manifiesta en la fe (cf. Rom 10,9) y se descubre a
partir de la revelación del amor de Dios (cf. Rom 5,8). Cristo
no es solo el Salvador, sino también la salvación.
El significado de Cristo en la Iglesia se percibe atendiendo a las
enseñanzas del apóstol sobre la Iglesia. La Iglesia es el ámbito
donde puede cultivarse la vida en Cristo: no es una asocia-
ción voluntaria de individuos que comparten una fe y un ideal
de vida, sino que es un misterio, prolongación del misterio de
la encarnación. Porque Cristo vive en la Iglesia, es posible,
en la Iglesia, vivir en él. La Iglesia es cuerpo de Cristo, comu-
nión y participación en su misma vida por el Espíritu que nos
ha dado. La relación con Cristo en la Iglesia queda caracteri-
zada por tres preposiciones: con Cristo (en la Iglesia se desarro-
38
Jesucristo, esperanza nuestra |
lla el discipulado), de Cristo (en la Iglesia se vive la pertenencia
a Cristo que crea fraternidad) y en Cristo (en la Iglesia se vive
la permanencia en la vida de Cristo). El reconocimiento del
significado de Cristo en la Iglesia se manifiesta en la caridad:
el amor trinitario sostiene la comunión eclesial.
3. Obrar la misericordia
para ver a Jesús
El tercer itinerario de fe se puede recorrer acogiendo el deseo
del papa: «En el año jubilar estamos llamados a ser signos tan-
gibles de esperanza»11. Enumera Francisco acciones concretas
en las que debemos empeñarnos para ser verdaderos porta-
dores de esperanza: la paz, impulsada con proyectos concre-
tos; la apertura a la vida, cuidada desde su concepción hasta
su último aliento natural; el acompañamiento a los privados
de libertad, respetando los derechos humanos y aboliendo la
pena de muerte; el cuidado de los enfermos y de los que su-
fren; la cercanía con los jóvenes; la acogida de los migrantes,
exiliados, desplazados y refugiados; la atención a los ancianos;
y, de manera apremiante, el amor a los pobres y necesitados.
Se trata, en realidad, de recordar que «las obras de misericor-
dia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los
corazones sentimientos de gratitud»12.
El encuentro con Cristo, como meta del año jubilar, re-
quiere volver a recorrer con renovado entusiasmo el camino
11
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 10.
12
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 10.
39
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
de las obras de misericordia. Para ver a Jesús —como insis-
tentemente nos recuerda el papa Francisco— hay que tocar
su carne en el necesitado: dar de comer al hambriento, de be-
ber al sediento, hospedar al forastero, vestir al desnudo, visitar
al enfermo y encarcelado… No hay esperanza sin ejercicio
concreto de la misericordia. Para ser peregrinos de esperanza es
entonces necesario hacer experiencia concreta de la miseri-
cordia divina en la propia vida mediante la conversión que
lleva a recibir el perdón y la reconciliación, y, a la vez, hacer
experiencia de la misericordia en obras concretas con el próji-
mo. Dejarse amar por el Señor, para llegar a amar a los demás
con su mismo amor.
El itinerario de la misericordia que sostiene la esperanza
nos descubre qué significa vivir en Cristo. Los discípulos del Se-
ñor somos invitados a seguirlo, a imitarlo y a permanecer en
él. Seguimiento, imitación y permanencia son dimensiones
inseparables de la identidad cristiana, que se nutren del en-
cuentro siempre nuevo con Jesucristo y manifiestan de forma
concreta la esperanza.
3.1. El seguimiento de Cristo
Seguir a Jesús significa vivir con él. El seguimiento es la di-
mensión dinámica de la fe. En el evangelio de san Marcos, el
primer encuentro de Jesús en Galilea con unas personas con-
cretas es una llamada al seguimiento (cf. Mc 1,16-20). La vo-
cación es siempre llamada a seguir a Jesús. La sección central
del evangelio de Marcos (cf. Mc 8,27-10,52) tiene como tema
el del seguimiento. El núcleo de la sección está en las palabras
de Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a
sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mc 8,34). El fruto primero
40
Jesucristo, esperanza nuestra |
de la fe es la conversión que lleva al seguimiento. En el segui-
miento brota la esperanza.
San Mateo presenta el seguimiento sobre todo como dis-
cipulado. Jesús es el Maestro y seguirlo significa estar cons-
tantemente con él en actitud de discípulo. El evangelio de san
Lucas se caracteriza a su vez por el largo viaje de Jesús hacia
Jerusalén: lo que se exige a los discípulos es que le sigan con
valentía y perseverancia en este viaje hacia la Pascua. Para ir
detrás de Jesús, hay que despojarse de todo y llevar cada día la
propia cruz (cf. Lc 9,23).
En san Juan el tema del seguimiento se desarrolla a partir
de la experiencia del encuentro personal con Jesús y del testi-
monio. En el cuarto evangelio queda claro que el seguimiento
de Jesús no se agota en ir detrás del Maestro, sino que condu-
ce a una vida de comunión con el Hijo de Dios. Seguir a Jesús
implica permanecer en él.
3.2. La imitación de Cristo
Imitar a Cristo significa vivir como él. El cristiano es, en rigor,
consorte de Cristo, es decir, está llamado a correr su misma
suerte. Cristo es la norma básica y fundamental del actuar
cristiano. Oyendo y mirando a Cristo es como el hombre pue-
de llegar a comprender la relación que debe vivir con el Padre
celestial y con sus hermanos (cf. Jn 13,14-15; 15,10-12; 17,21).
La imitación se realiza en el seguimiento. Jesucristo es el mo-
delo que el cristiano sigue.
La imitación tiene su fundamento en la creación singular
del ser humano. Solo el hombre, entre todas las criaturas, ha
sido creado a imagen y semejanza de Dios. El significado de
41
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
esta expresión la ha revelado Jesucristo, imagen de Dios in-
visible. Que el hombre haya sido creado a imagen de Dios
significa que ha sido plasmado a imagen de Cristo. Por eso,
en la imitación de Cristo el hombre descubre su vocación ori-
ginaria.
Por otro lado, la imitación no consiste en un ejercicio de
solo esfuerzo humano. La imitación es posible para quien
participa por el bautismo y los demás sacramentos en la vida
misma de Cristo. Los sentimientos del cristiano deben ser se-
mejantes a los que alberga el corazón de Cristo (cf. Flp 2,5),
de ahí que deba acudir a él y aprender de su corazón que es
manso y humilde (cf. Mt 11,29).
3.3. La permanencia en Cristo
La novedad de la vida que Cristo comunica a los suyos resi-
de en el amor que les comunica. El mismo amor que el Hijo
comparte con el Padre y el Espíritu Santo es el que entrega a
sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado
yo; permaneced en mi amor» (Jn 15,9). El seguimiento y la
imitación de Cristo es ejercicio de permanencia en él.
Jesús promete poner su morada, con el Padre y el Espíritu,
en quien permanezca en su amor. Permanece en Cristo quien
guarda su palabra (cf. Jn 14,23), quien cumple sus manda-
mientos (cf. Jn 15,10), quien cree en él (cf. Jn 14,1-11) y quien
le recibe como pan vivo bajado del cielo (cf. Jn 6,56-57).
La perfección de la vida cristiana está en el amor que cus-
todia la permanencia en Cristo. Jesús hace del amor el man-
damiento nuevo (cf. Jn 13,34). Amando a los suyos hasta el
extremo (cf. Jn 13,1), el Hijo manifiesta el amor del Padre.
42
Jesucristo, esperanza nuestra |
Cuando los discípulos se aman unos a otros y aman incluso a
los enemigos imitan el amor que reciben de Jesús. La certeza
que sostiene al discípulo mientras peregrina en este mundo
descansa en que nada ni nadie le puede separar del amor de
Cristo (cf. Rom 8,35-39). Por eso, «la esperanza no defrauda»
(Rom 5,5).
Conclusión: Madre de la Esperanza
Al final de la bula de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025, Francisco nos propone a la Madre de Dios como
el testimonio más alto de la esperanza. Es voluntad del Hijo
que recibamos los bienes de la salvación teniendo a María san-
tísima como madre (cf. Jn 19,25-27). «No es casual —afirma
el papa— que la piedad popular siga invocando a la Santísi-
ma Virgen como Stella maris, un título expresivo de la esperan-
za cierta de que, en los borrascosos acontecimientos de la vida,
la madre de Dios viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos
invita a confiar y a seguir esperando»13.
Una huella antiquísima de esa piedad popular es la repre-
sentación iconográfica más antigua de la Virgen María, de la
segunda mitad del siglo ii. Se trata de un fresco ubicado en
el lóculo de una de las galerías de las catacumbas de Prisci-
la, en Roma. Muestra a la Virgen sentada con el niño Jesús
en brazos y junto a ellos el profeta Balaam que señala con el
dedo una estrella colocada junto a la cabeza de la Virgen,
evocando el pasaje de la Escritura: «Oráculo de Balaán, hijo
13
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 24.
43
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
de Beor […]. Lo veo, pero no es ahora; lo contemplo, pero no
será pronto: avanza una estrella de Jacob y surge un cetro de
Israel» (Num 24,15.17). Esa palabra profética se cumplió con
el nacimiento del Mesías, tal como atestigua el evangelista san
Mateo: «La estrella que los magos habían visto salir comenzó
a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde esta-
ba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría»
(Mt 2,9-10).
Es muy significativo que la expresión artística mariana
más antigua represente a María santísima junto a una estrella.
El arte paleocristiano surgió como una confesión espontánea
de fe: lo que se cree con el corazón, se declara con los labios,
se anuncia con las obras de caridad y se plasma con represen-
taciones que mueven a devoción. Quienes peregrinan a Roma
y visitan las catacumbas de Priscila se detienen junto a esta
imagen y rezan a la madre de Jesús recordando que desde
época antiquísima los cristianos hemos encontrado en la es-
trella de María la luz del Salvador.
Con san Bernardo, en la Edad Media, se populariza el
nombre de «estrella» para invocar a María: «María es la es-
trella radiante que nace de Jacob, cuya luz se difunde en el
mundo entero, cuyo resplandor brilla en los cielos y pene-
tra en los abismos, se propaga por toda la tierra, abriga no
tanto los cuerpos como los espíritus, vigoriza las virtudes y
extingue los vicios. María es la estrella más brillante y más
hermosa»14. En el dilatado y profundo mar de la vida, para
no verse arrastrado por la corriente de este mundo hasta la
profundidad oscura del pecado y de las preocupaciones, es
necesario no perder la luz: mirar la estrella e invocar a María.
14
San Bernardo, Serm. II, 17 (BAC NO 452, 639).
44
Jesucristo, esperanza nuestra |
No debe sorprender entonces que los últimos papas hayan
propuesto a María santísima como estrella de la evangelización.
San Pablo VI concluía su exhortación apostólica Evangelii
nuntiandi (1975) afirmando que, así como «en la mañana de
Pentecostés, María presidió con su oración el comienzo de la
evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo, así también
ella debe ser la estrella de la evangelización siempre renovada que
la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y rea-
lizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de espe-
ranza»15. San Juan Pablo II, en su cuarto viaje apostólico a
España (junio de 1993), recuperó ese mismo título mariano
para responder a las exigencias evangelizadoras del momento:
«María se dirige hoy a una sociedad como la nuestra, que,
pese a sus hondas raíces cristianas, ha visto difundirse en ella
los fenómenos del secularismo y la descristianización, y reclama, sin
dilación alguna, una nueva evangelización»16.
Para vivir con provecho el encuentro renovado con Cristo
en el año jubilar, los peregrinos de esperanza somos invitados
especialmente por el papa Francisco a detenernos «a rezar en
los santuarios marianos de la ciudad (Roma) para venerar a
la Virgen María e invocar su protección […]. Ella es para el
santo Pueblo de Dios “signo de esperanza cierta y de consue-
lo” (LG 68)»17.
15
San Pablo VI, exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-12-1975) 82.
16
San Juan Pablo II, Homilía en la celebración eucarística en el santuario de Nuestra
Señora de la Cinta (14-6-1993) 4.
17
Francisco, bula Spes non confundit de convocatoria del jubileo ordinario del
año 2025 (9-5-2024) 24.
45
Celebrar la fe
de la Iglesia
José Leonardo Lemos Montanet
Obispo de Ourense
Presidente de la Comisión Episcopal para la Liturgia
1. Celebrar un jubileo
La nueva tarea evangelizadora de la que nos hablan con in-
sistencia los últimos papas es la actividad que abarca todo el
dinamismo que caracteriza la vida de la Iglesia. La Iglesia
existe para evangelizar1. Ya san Pablo VI nos recordaba que
el fin de la Iglesia es llevar a cabo el anuncio, al mundo entero,
de la «buena noticia» de la resurrección de Jesucristo. Somos
conscientes de que no existe una verdadera evangelización si
no anuncia
el nombre, la enseñanza, la vida, las promesas, el reino, el mis-
terio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios […]. La historia de la
Iglesia, a partir del discurso de Pedro en la mañana de Pen-
tecostés, se entremezcla y se confunde con la historia de este
anuncio. En cada nueva etapa de la historia humana, la Iglesia,
impulsada continuamente por el deseo de evangelizar, no tiene
más que una preocupación: ¿a quién enviar para anunciar este
misterio? ¿Cómo lograr que resuene y llegue a todos aquellos
que lo deben escuchar? Este anuncio —kerigma, predicación o
1
Cf. Pablo VI, exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975) 14.
47
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
catequesis— adquiere un puesto tan importante en la evangeli-
zación que con frecuencia es en realidad sinónimo2.
En este mismo sentido, el papa Francisco, con la exhorta-
ción apostólica Evangelii gaudium (2013) también se preocupa
por el anuncio del Evangelio al mundo de hoy y a sus gentes.
Y en la bula con la que ha convocado a toda la Iglesia a este
jubileo ordinario de 2025, como sucesor de Pedro, nos invita
a todos a que nos convirtamos en peregrinos de esperanza de tal
modo que este tiempo de gracia sea para los fieles «un mo-
mento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús “puer-
ta” de salvación (cf. Jn 10,7.9); con él, a quien la Iglesia tiene
la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como
“nuestra esperanza” (1 Tim 1,1)»3.
2. La puerta santa
Siempre que se proclama un jubileo en la Iglesia se realizan
una serie de actos y celebraciones litúrgicas que de manera
tradicional se repiten en cuanto a su estructura básica, aunque
siempre existen algunas novedades. Todo esto tiene su reper-
cusión en la vida celebrativa de la Iglesia, porque la liturgia,
como bien sabemos, es la oración pública de la Iglesia, y según
las enseñanzas del Concilio Vaticano II, es el «culmen hacia
donde tiende» toda su acción «y, al mismo tiempo, la fuente de
la que mana toda su energía»4. En el centro de los actos más
2
Ibid., 22.
3
Francisco, bula Spes nun confundit de convocación del jubileo ordinario del
año 2025, 1. (A partir de ahora cuando se cite este documento solo se utilizará
esta referencia: Bula 2025).
4
Concilio Vaticano II, constitución Sacrosanctum Concilium, 10.
48
Celebrar la fe de la Iglesia |
importantes del jubileo está siempre la celebración eucarística,
donde se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El mismo Je-
sucristo, como peregrino y, sobre todo como «nuestra esperan-
za», camina junto a los discípulos y les revela los secretos del
Padre, de tal modo que se pueden hacer realidad aquellas pa-
labras llenas de consuelo que nos ayudan a creer, esperar y amar, y
que es la experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Quédate
con nosotros, porque atardece y el día va de caída» (Lc 24,29).
Si la eucaristía es la celebración culmen de todo acto jubi-
lar, sin ninguna duda podemos afirmar que otro de los actos
significativos de todo año santo es el solemne rito litúrgico de la
apertura de la puerta santa. Sabemos que esta celebración ha
cambiado en los últimos lustros. Hasta el siglo pasado, el papa
realizaba, más o menos simbólicamente, el derribo del muro
que sellaba la puerta santa. Los albañiles procedían a quitar
los ladrillos por completo. Desde 1950, en cambio, el muro se
derriba previamente y, durante una solemne liturgia, el papa
empuja las hojas de la puerta desde fuera del templo, pasando
como primer peregrino a través de ella. Para el próximo jubi-
leo el papa establece la apertura las «puertas santas» solo en
las cuatro basílicas mayores5. Manifiesta, explícitamente, ade-
más: «Deseo abrir yo mismo una puerta santa en una cárcel»6.
La apertura de estas puertas se realizará de acuerdo con
un ritual que se dará a conocer previamente7. Esta y otras
5
Bula 2025, 6b.
6
Bula 2025, 10b.
7
Es importante subrayar que la Santa Sede ha aclarado mediante una nota del
Dicasterio para la Evangelización, fechada el 1 de agosto de 2024, que las Puertas
Santas serán cinco y solo cinco: en la basílica de San Pedro, en la basílica de san Juan
de Letrán, en la basílica de Santa María la Mayor, en la basílica de San Pablo Extra-
muros y en una cárcel. Aunque habrá otros templos jubilares sin puerta santa en los
que se podrá ganar la indulgencia plenaria cumpliendo las condiciones requeridas.
49
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
expresiones acompañan la realización del año santo, después
de la apertura de las «puertas» se subraya que la peregrina-
ción jubilar ocupa un puesto muy singular y que este no es un
acto íntimo, individual, sino un signo del camino de todo el
pueblo de Dios hacia el reino. Al cruzar el umbral de la puer-
ta santa, el peregrino debe recordar aquel texto del Evange-
lio: «Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá
entrar y salir, y encontrará pastos» (Jn 10,9). Con este gesto el
peregrino expresa su decisión de seguir y de dejarse guiar por
Jesús, que es el Buen Pastor. Por otra parte, la puerta es tam-
bién un paso que conduce al interior de un templo singular.
Para la comunidad cristiana, el templo no es solo el espacio
de lo sagrado, al cual uno se debe aproximar con respeto,
con un comportamiento preciso y una vestimenta adecuada,
sino que es signo de la comunión que une a todo creyente con
Cristo: es el lugar del encuentro y del diálogo, de la reconci-
liación y de la paz que espera la visita de todo peregrino, es el
espacio de la Iglesia como comunidad de fieles.
Cruzar la puerta santa en la Ciudad Eterna es una expe-
riencia que adquiere un significado especial por la referencia a
la memoria de san Pedro y san Pablo, apóstoles que fundaron y
formaron la comunidad cristiana de Roma y que, con sus ense-
ñanzas y su ejemplo, son una referencia para la Iglesia univer-
sal. En ella se encuentra, además, la tumba del Príncipe de los
Apóstoles, el lugar donde fue martirizado; también se encuen-
tra la «memoria» de san Pablo y las catacumbas, que siempre
son lugares en donde se experimenta una constante inspiración.
No olvidemos que la importancia de la Iglesia de Roma y el
hecho del primado de su obispo —como legítimo sucesor de
Pedro— vienen de ser la ciudad regada con la sangre de los
apóstoles Pedro y Pablo. Su confesión de fe hasta el martirio es
testimonio perenne para la Iglesia de todos los tiempos.
50
Celebrar la fe de la Iglesia |
Además de la apertura de las puertas en las basílicas pa-
triarcales de Roma el papa establece que el domingo 29 de
diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales,
los obispos diocesanos celebren la eucaristía para unirse a
la apertura solemne del año jubilar, según el ritual que se
preparará para la ocasión por el Pontificio Consejo para la
Promoción de la Nueva Evangelización. Sin embargo, tal
como se desprende del documento pontificio, el rito que mo-
derará esta celebración no establece que se abra ninguna
puerta santa en ningún otro templo del orbe católico. Este
es un signo de que, mirando a Roma, cada diócesis se une a
la celebración del jubileo de la Iglesia universal y, al mismo
tiempo, será también una celebración litúrgica importante
para cada una de las Iglesias locales, ya que la Iglesia es una
y única8.
Los fieles que cruzan cualquiera de las puertas santas, con
las debidas disposiciones espirituales, pueden obtener la in-
dulgencia plenaria con las condiciones marcadas por la tradi-
ción de la Iglesia9. Además del signo de cruzar la puerta santa
hay otro muy elocuente que realizar en Roma, donde se con-
serva el sepulcro de san Pedro y de san Pablo, columnas de la
fe. Se trata de la profesión de fe. La profesión de fe, también
llamada «símbolo», es un signo de reconocimiento propio
de los bautizados; con esta antiquísima formula se expresa
8
Cf. Concilio Vaticano II, constitución Lumen gentium, 23.
9
Pasar la puerta santa no es un «rito mágico» ni un acto de superstición, ni
por sí mismo es un acto que lleve ningún mérito de gracia, sino que es un signo
profundo de atravesar la puerta que es Cristo y que nos adentra en el misterio de
la Iglesia. Por ello, la indulgencia no se obtiene por el hecho mismo de cruzar la
puerta santa, sino que se requiere la confesión sacramental y la participación en
la eucaristía como elementos imprescindibles, unidos a toda aversión al pecado
y deseo de vida en santidad, manifestado en obras concretas.
51
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
el contenido central de la fe porque en ella se recogen sinté-
ticamente las principales verdades que un creyente acepta y
de las que da testimonio en el día de su bautismo y comparte
con toda la comunidad cristiana a lo largo de su vida.
Existen varias profesiones de fe que muestran la rique-
za de la experiencia del encuentro con Jesucristo. Sin em-
bargo, tradicionalmente, las que han adquirido un especial
reconocimiento son dos: el credo bautismal de la Iglesia de
Roma y el credo niceno-constantinopolitano, elaborado ori-
ginalmente en el año 325 por el Concilio de Nicea y, poco
más tarde, en el de Constantinopla, celebrado el año 38110.
Con la recitación del «símbolo» se hacen elocuentes aque-
llas palabras del apóstol Pablo: «Porque, si profesas con tus
labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el cora-
zón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se pro-
fesa para alcanzar la salvación» (Rom 10,9-10). En este texto
se subraya cómo la proclamación del misterio de la fe exige
una conversión profunda no solo de las propias palabras,
sino también, y, sobre todo, de la propia visión de Dios, de
uno mismo y del mundo.
Recitar con fe el credo significa entrar en comunión con Dios, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y también con toda la Iglesia
que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos: este sím-
bolo es un sello espiritual, es la meditación de nuestro corazón y
es como una protección siempre presente; sin ninguna duda es
el tesoro que custodiamos en nuestro corazón11.
10
No olvidemos que este jubileo coincide con la celebración del 1700 aniver-
sario del Concilio de Nicea y que la fe niceno-constantinopolitana es la esencia
de la fe cristiana que une a todos los cristianos, católicos o no católicos.
11
Catecismo de la Iglesia católica, 197.
52
Celebrar la fe de la Iglesia |
3. La peregrinación
La peregrinación es un elemento que tener en cuenta en las
celebraciones jubilares. Como peregrinos de esperanza nos pone-
mos en camino hacia una meta. El peregrino sabe bien de
dónde parte y hacia dónde se dirige; es muy diferente al turis-
ta o a aquel que se pone en camino por puro hobby y que ca-
mina de un lugar para otro y no tiene una meta definida, solo
observa, mira, hace fotografías y pasa a otra cosa. «Ponerse
en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de
la vida. La peregrinación a pie favorece mucho el redescubri-
miento del valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial»12.
El papa Francisco nos recuerda que los peregrinos de este ju-
bileo recorrerán caminos antiguos y modernos, pero se añadi-
rán otros nuevos itinerarios de fe y siempre es bueno que nos
dejemos llevar de ese recto espíritu creativo que tantas veces
nos aconseja el santo padre.
Por consiguiente, para vivir bien este jubileo se nos
pide que nos pongamos en camino y que superemos todo
aquello que pretende limitarnos y clausurarnos en los límites
de nuestra autorreferencialidad. Cuando nos movemos, de he-
cho, no solo cambiamos de lugar, sino que de alguna manera
experimentamos una transformación dentro de nosotros mis-
mos. Por eso, es importante prepararse, planificar el trayecto
y conocer la meta. En este sentido la peregrinación que carac-
teriza este año santo empieza antes de que nos pongamos en
movimiento: su punto de partida es acoger la invitación que
nos hace el papa con la bula Spes nun confundit, leerla y me-
ditarla y, después, tomar la decisión de ponernos en camino.
12
Bula 2025, 5b.
53
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
La etimología de la palabra «peregrinación» es muy expresiva
y ha experimentado pocos cambios de significado. En efecto,
deriva del latín per ager, el que camina «a través de los cam-
pos», o per eger, que significa «cruce de frontera»; ambas raíces
subrayan un mismo común denominador que es su aspecto
distintivo y que implica emprender un viaje.
Toda peregrinación realizada desde la fe es una experien-
cia que entronca siempre con la de Abrahán; en la Biblia vie-
ne descrito como una persona en camino: «Sal de tu tierra, de
tu patria, y de la casa de tu padre» (Gen 12,1). Con estas pala-
bras comienza su aventura, que termina en la Tierra Prometi-
da, donde es recordado como un «arameo errante» (Dt 26,5).
También en el ministerio público de Jesús nos encontramos
con un viaje desde Galilea hacia la ciudad santa: «Cuando
se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús
tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). Él mismo llama
a los discípulos a recorrer este camino y todavía hoy los cris-
tianos son aquellos que lo siguen y se proponen acompañarlo.
De ahí que esta peregrinación a la que se nos invita también
debe ser vivida como un redescubrimiento de nuestra vida de
fe. No nos olvidemos que entre los elementos oracionales que
se nos recomiendan para ganar la indulgencia jubilar está, ya
lo decíamos más arriba, recitar el símbolo de la fe. Por eso, «la
esperanza, junto con la fe y la caridad, forman el tríptico de
las “virtudes teologales”, que expresan la esencia de la vida
cristiana […]. Sí, necesitamos que “sobreabunde la esperan-
za” (cf. Rom 15,13) para testimoniar de manera creíble y atra-
yente la fe y el amor que llevamos en el corazón; para que la
fe sea gozosa y la caridad entusiasta»13.
13
Bula 2025 18.
54
Celebrar la fe de la Iglesia |
Desde esta perspectiva la peregrinación a la que nos invi-
ta el santo padre debe ayudarnos a descubrir los «signos de
los tiempos», que se van desplegando delante de nosotros y
poseen en sí la capacidad de sorprendernos cotidianamente.
Para aquellos que hemos hecho el Camino de Santiago en
varias ocasiones, nos damos cuenta de que cada etapa es di-
ferente y cada jornada del camino tiene unas características
peculiares que lo han hecho único. Hay varios itinerarios para
elegir, diferentes estilos de proyectar el camino; son muchos
los lugares por descubrir que no lo hemos hecho antes; las
situaciones, las catequesis, los ritos y las liturgias, los mismos
compañeros de viaje, que cambian a lo largo de recorrido,
permiten enriquecerlo con nuevos contenidos y perspectivas.
La peregrinación es una experiencia de conversión, de cam-
bio de la propia existencia para orientarla hacia la santidad
de Dios.
4. Otras celebraciones litúrgicas
en el jubileo
Las celebraciones litúrgicas tienen una importancia central
en el jubileo debido a su papel en la expresión y vivencia
comunitaria de la fe, así como en la profundización de la
relación personal y comunitaria con Dios. Esto es impor-
tante en toda la vida cristiana, pero, en un jubileo, la par-
ticipación en los sacramentos se intensifica, subrayando su
importancia en la vida cristiana. Son medios a través de los
cuales los fieles reciben la gracia de Dios de manera tangible.
Es importante que estas celebraciones sean cuidadosamente
preparadas y celebradas, pensando siempre en que sean un
55
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
verdadero encuentro con Cristo y los peregrinos participen
así activamente en ellas.
Viviremos celebraciones importantes antes de la peregri-
nación jubilar: la celebración comunitaria del sacramento de
la penitencia —aunque también se podrá celebrar durante la
peregrinación o al término de la misma—, en la que los fieles
son llamados a una profunda conversión y renovación espiri-
tual, cuyo signo externo será luego el camino de la peregri-
nación. Concretamente, se trata de vivir el sacramento de la
reconciliación, de aprovechar este tiempo para redescubrir el
valor de la confesión y recibir personalmente el don del per-
dón de Dios. El jubileo es un signo de reconciliación, porque
abre un «tiempo favorable» (cf. 2 Cor 6,2) para la propia con-
versión, poniendo a Dios en el centro de nuestra existencia.
No podemos pasar por alto otras celebraciones sencillas
pero muy elocuentes como es el caso de realizar, antes de par-
tir, en el marco de la misma comunidad cristiana de referen-
cia, la celebración del envío de los peregrinos, contenida en el
Bendicional.
Evidentemente, tal como hemos dicho al principio de esta
reflexión es muy importante preparar bien y darle un buen
sentido catecumenal a la eucaristía, celebrada incluso diaria-
mente, porque es «fuente y cumbre de toda la vida cristiana».
En la celebración eucarística, se recibe el Cuerpo y la Sangre
de Cristo: él se convierte para nosotros en ese «peregrino des-
conocido» que camina junto a los discípulos y les va desvelan-
do los secretos escondidos en el misterio de la Santa Trinidad,
de tal modo que puedan decir: «Quédate con nosotros, por-
que atardece y el día va de caída» (Lc 24,29).
Nuestra peregrinación, que estará jalonada de etapas y de
momentos diversos a lo largo de la jornada, debe estar im-
56
Celebrar la fe de la Iglesia |
pregnada por la dinámica de la oración, tanto personal como
aquella de la Liturgia de las Horas, oración pública de la Igle-
sia, de manera especial las Laudes y las Vísperas, y aconsejaría
que, como último momento del día, se les ayudase a los fieles
a descubrir la belleza y sencillez de las Completas —unidas a
la práctica ascética del examen de conciencia—, de este modo
todo el día estaría santificado. En la sociedad contemporánea
no debemos tener recelo a la hora de presentar a los fieles, tam-
bién a los jóvenes, la importancia que tiene la oración en la
vida del cristiano y, al mismo tiempo, hacerles descubrir no solo
la belleza de esta acción, sino la importancia que tienen a la
hora de lograr la paz y la serenidad en el espíritu, así como
la vía oportuna para abrirnos al querer de Dios. En el contexto
de la comunidad cristiana es donde nos sentimos llamados para
dirigirnos al Padre de las misericordias porque hemos recibido
el Espíritu del Hijo. Y es, de hecho, Jesús quien ha confiado a
sus discípulos la oración del padrenuestro14. La tradición cristia-
na ofrece otros textos, como el avemaría, que ayudan a encon-
trar las palabras adecuadas para dirigirse a Dios: «Mediante
una transmisión viva, la sagrada Tradición, el Espíritu Santo,
en la Iglesia, enseña a orar a los hijos de Dios»15.
Los momentos de oración realizados durante la peregrina-
ción muestran que el peregrino posee los caminos de Dios «en
su corazón» (Sal 83,6). Este tipo de alimento necesita también
de paradas y escalas varias, a menudo situadas en torno a er-
mitas, santuarios u otros lugares particularmente ricos desde
el punto de vista del significado espiritual, donde uno se da
cuenta de que —antes y al lado— otros peregrinos ya han pa-
sado y que esos mismos caminos han sido caminos de santidad.
14
Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 2759, 2765.
15
Ibid., 2550-2660.
57
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
De hecho, los caminos que llevan a Roma coinciden a menudo
con la trayectoria de muchos santos.
Llegados a Roma, destino de nuestra peregrinación, las
celebraciones litúrgicas marcan también ese momento tan de-
seado. Durante el jubileo, las celebraciones litúrgicas se con-
vierten así en momentos privilegiados para recibir la gracia de
Dios, especialmente a través de la indulgencia plenaria.
5. La indulgencia plenaria
El Dicasterio responsable de organizar los eventos del año
santo 2025 nos ha querido recordar que un signo peculiar e
identificativo del año jubilar, como se ha transmitido desde
el primer jubileo del año 1300, es la concesión de la indul-
gencia que quiere expresar la plenitud del perdón de Dios
que no conoce confines, porque la misericordia del Señor es
eterna. Esta misteriosa realidad se hace presente a través del
sacramento de la penitencia y de los signos de caridad y es-
peranza que se establecen. Por tanto, para vivir plenamente
este momento de gracia, se exhorta a hacer referencia a los
lugares particulares y a las diversas modalidades indicadas
en el Decreto de la Penitenciaría Apostólica, del 13 de mayo
de 2024.
La indulgencia es una manifestación concreta de la miseri-
cordia de Dios, que supera los límites de la justicia humana y
los transforma. Este tesoro de gracia se hizo presente a través
de la historia de Jesús, de la Virgen María y de los santos:
viendo estos ejemplos, y viviendo en comunión con ellos, la
esperanza del perdón y del propio camino de santidad se for-
talece y se convierte en una certeza. La indulgencia permite
58
Celebrar la fe de la Iglesia |
liberar el propio corazón del peso del pecado, que permanece
en él a pesar de haber recibido el perdón sacramental, para
poder ofrecer con plena libertad la reparación debida16. Es la
superación de lo que los teólogos llaman la «pena temporal»
debida por el pecado ya absuelto. Digamos que la indulgencia
repara de alguna manera, aplicando en nosotros el tesoro de
los méritos de tanta santidad de la que es depositaria la Igle-
sia, de las consecuencias que han podido tener nuestros peca-
dos, liberándonos no solo de la culpa —por medio del perdón
sacramental—, sino también de la pena merecida, por medio
de la indulgencia17.
Concretamente, esta experiencia de misericordia pasa
a través de algunas acciones espirituales que son indicadas
por el papa. No basta solamente con pasar la puerta santa.
Es necesaria la celebración del sacramento de la reconcilia-
ción —que ya se ha podido hacer al comienzo o durante la
peregrinación— y la celebración de la eucaristía, recibiendo
la comunión sacramental, preferiblemente en el mismo día en
el que se gana indulgencia —solo se puede ganar una vez al
16
No deja de ser providencial que el año santo en Roma coincida con el año
santo en Paray-le-Monial por los 350 años de las revelaciones del Sagrado Co-
razón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque, donde se nos invitaba a la
reparación por los pecados de toda la humanidad. De hecho, el papa Francisco
ha anunciado ya la publicación de una exhortación apostólica sobre el Sagrado
Corazón de Jesús, que, junto con la bula Spes non confundit (2024), serán sin duda
dos textos para meditar durante el año santo 2025.
17
En la explicación de la teología católica siempre se ha usado un ejemplo
en este tema que es el del clavo en la madera. Por medio de la confesión se nos
perdona la culpa, que sería como arrancar el clavo. Pero en la madera queda
el agujero ocasionado por el clavo, que sería la pena temporal, consecuencia
del pecado, que tenemos que «arreglar» en esta vida (penitencia) o después de
esta vida (purgatorio). La indulgencia viene en nuestra ayuda en la reparación
de la pena temporal que merecemos por nuestros pecados.
59
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
día, y puede ser aplicada por sí mismo o por un difunto—18.
A estas condiciones propiamente litúrgicas, se añade la ora-
ción por las intenciones del papa. Esto es una señal de unidad
con toda la Iglesia y su pastor supremo. Se puede rezar un
padrenuestro y una avemaría, aunque cualquier otra oración
puede ser válida, haciéndola con esa intención. Aquellos que,
por enfermedad u otra causa, no puedan realizar la peregri-
nación están invitados, de todos modos, a tomar parte del
movimiento espiritual que acompaña a este año jubilar, ofre-
ciendo su sufrimiento, las contrariedades de su vida cotidiana
y participando en la celebración eucarística, en la medida de
sus posibilidades.
Como conclusión a este apartado podríamos decir que
para el santo padre el espíritu penitencial es «como el alma
del jubileo» y, por consiguiente, la indulgencia jubilar se abre
a otras posibilidades porque según él estamos llamados a ser
signos de esperanza para los hermanos que viven en la indi-
gencia, por eso es necesario hacer el propósito de redescu-
brir las obras de misericordia corporales y espirituales, de ahí
que visitando a los enfermos, a los que están en centros pe-
nitenciarios, a las personas que viven solas y en situación de
abandono o aquellas que tienen capacidades diferentes, será
posible obtener la indulgencia jubilar en cada visita, incluso
una vez al día. Esta realidad es necesaria abrirla a otros ejer-
18
Conviene releer bien el Decreto de la Penitenciaría Apostólica del 13 de
mayo de 2024 sobre la concesión de la indulgencia durante un jubileo ordinario
del año 2025, ya que permite ganar una segunda indulgencia en el mismo día,
bajo unas determinadas condiciones. Dice así en la parte III: «Los fieles que
habrán emitido el acto de caridad en favor de las almas del purgatorio, si se
acercan legítimamente al sacramento de la comunión una segunda vez en el
mismo día, podrán conseguir dos veces en el mismo día la indulgencia plenaria,
aplicable solo a los difuntos».
60
Celebrar la fe de la Iglesia |
cicios propios de nuestra sociedad de la telemática. Así, se nos
propone abstenernos, durante un día, de distracciones reales
o virtuales, de consumos superfluos, donando una cantidad
proporcionada a los pobres. No pueden faltar signos de espe-
ranza hacia los migrantes, exiliados, refugiados y desplazados.
Es bueno ocuparse con ardor renovado de los jóvenes, los es-
tudiantes, los novios, las nuevas generaciones, implicarse en
tareas de voluntariado y en aquellas actividades que vayan
encaminadas a potenciar y proteger la vida.
También nos recuerda, en clave de eternidad, que este ju-
bileo es un tiempo propicio para abrirnos al encuentro defi-
nitivo con Cristo y, al mismo tiempo nos invita a purificarnos
de todo para «permitirnos el paso definitivo al amor de Dios.
Se comprende en este sentido la necesidad de rezar por quie-
nes han finalizado su camino terreno; solidarizándose en la
intercesión orante que encuentra su propia eficacia en la co-
munión de los santos»19. De ahí que la indulgencia, tal como
se ha vivido en la Tradición de la Iglesia, también está desti-
nada a los que nos han precedido, nuestros difuntos, para que
obtengan misericordia. Todo esto está orientado a vivir un
encuentro personal con el Señor Jesús, puerta de salvación y
esperanza que no defrauda.
19
Bula 2025, 22b.
61
Compromiso social
del Jubileo 2025.
Dispuestos a cambiar
el mundo
Jesús Fernández González
Obispo de Astorga
Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social
y Promoción Humana
C omo cada 25 años, el papa ha convocado a la Iglesia
universal a un jubileo que tendrá lugar el próximo año
2025. Una vez más, el papa Francisco nos sorprende por el
enfoque y sentido que le ha querido dar y que viene reflejado
en la bula de convocatoria titulada Spes non confundit (Rom 5,5).
Centrado en la virtud de la esperanza, destaca por su signi-
ficado y contenido pastoral y social, lo que no quiere decir
que deje de lado las fuentes de la Sagrada Escritura y de la
Tradición de nuestra fe. En este sentido, nos recuerda que
la esperanza es una de las tres virtudes teologales cuya fuente
y meta se encuentran en Dios pero que, a la vez, exigen nues-
tro compromiso para mantenerse vivas y con capacidad para
transformar el mundo según el modelo del Evangelio.
Como dice bellamente el Catecismo de la Iglesia católica:
63
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad
puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las espe-
ranzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica
para ordenarlas al reino de los cielos; protege del desaliento; sos-
tiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de
la bienaventuranza eterna […], preserva del egoísmo y conduce
a la dicha de la caridad1.
No es posible una vida feliz si la persona no descubre moti-
vos que le den sentido. Los encontrará en los valores que con-
tribuyen al desarrollo personal, social y eclesial. En el mundo
hay personas que se mueven, que viven para el disfrute; las hay
que encuentran un cierto sentido a su vida en la medida en que
acumulan bienes que le dan una supuesta seguridad; otras, es-
calando puestos en el ranking de popularidad. Estamos ante
esperanzas materiales con fecha de caducidad.
Existen también personas, con gustos más refinados, que
se mueven por valores sociales y ven colmadas sus aspiracio-
nes en el encuentro y en el compartir con otra persona o con
un grupo social más o menos amplio; y, en fin, también las hay
que se sienten atraídas por ciertos valores culturales. Desgra-
ciadamente, también estas, cuando llega el momento en que
la vida está en juego, se muestran decepcionadas.
Como dice el papa Benedicto, el hombre tiene muchas
esperanzas a lo largo de su vida, esperanzas que van cam-
biando con los años. Cuando todas hayan sido cumplidas, sin
embargo, el hombre advierte que no le llenan. «Es evidente
que solo puede contentarse con algo infinito, algo que será
siempre más de lo que nunca podrá alcanzar […]. Esta gran
esperanza solo puede ser Dios»2. Es lógico, solo en la dimen-
1
Catecismo de la Iglesia católica, 1818.
2
Benedicto XVI, carta encíclica Spe salvi, 30-31.
64
Compromiso social del Jubileo 2025 |
sión espiritual y religiosa encuentra el hombre la plenitud de
su desarrollo integral y la posibilidad de organizar de forma
coherente la escala de valores.
Algunos han visto ahogadas sus esperanzas y se sienten
desfallecer ante las adversidades acaecidas en sus vidas: situa-
ciones de opresión, abandono o falta de sentido, que van con-
tra la esperanza, llegando incluso a perder de vista el «anhelo
de felicidad puesto por Dios» en sus corazones.
Frente a estas esperanzas que —como dice el Catecismo— ins-
piran las actividades de los hombres, la esperanza cristiana «las
purifica para ordenarlas al reino de los cielos». Precisamente
Jesús de Nazaret, al predicar las bienaventuranzas, eleva nues-
tras esperanzas hacia el cielo, la tierra prometida, y nos traza
el camino hacia ella. Así pues, podemos esperar la gloria del
cielo prometida por Dios a los que lo aman (cf. Rom 8,28-30) y
cumplen su voluntad (cf. Mt 7,21). Allí encontraremos a Dios, la
meta de la gran esperanza.
1. Fe, esperanza y amor
caminan unidos
La esperanza señala la orientación, la finalidad de la existencia
humana. Tanto la fe como el amor necesitan de ella. Como
advierte el papa Francisco, necesitamos que sobreabunde la
esperanza «para testimoniar de manera creíble y atrayente la
fe y el amor que llevamos en el corazón; para que la fe sea go-
zosa y la caridad entusiasta; para que cada uno sea capaz de
dar, aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada
fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo
65
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una se-
milla fecunda de esperanza para quien lo recibe»3.
Al mismo tiempo, la esperanza necesita de la fe. Se fun-
damenta en la convicción de que nada ni nadie podrá apar-
tarnos del amor de Dios (cf. Rom 8,35.37-39). Nuestra fe nos
asegura que, a pesar de nuestra pequeñez y de nuestra pobre-
za, Dios está siempre a nuestro lado, especialmente cuando
somos acosados por el mal y las desgracias. En la parábola del
buen samaritano, se nos presenta Jesucristo como el compasi-
vo, tierno, sanador; ¿cómo no confiar en un Dios así? El per-
dón y la misericordia del Padre, encarnados en él, garantizan
nuestra esperanza.
El centro de nuestra fe no es otro que Jesucristo muerto
y resucitado. Con su muerte y resurrección, el Señor nos ha
liberado del pecado y de la muerte. «La esperanza cristiana
—dice el papa Francisco— encuentra su raíz no en el atrac-
tivo del futuro sino en la seguridad de lo que Dios nos ha
prometido y ha realizado en Jesucristo»4. Sepultados con él
en el bautismo, recibimos el don de una vida nueva, haciendo
de la muerte un pasaje hacia la eternidad. El papa nos re-
cuerda también que, durante mucho tiempo, construyeron la
pila bautismal en forma octogonal para expresar que, con el
bautismo, se inaugura el octavo día, es decir, el de la resu-
rrección5.
Y, en definitiva, la esperanza necesita apoyarse en el amor
de Dios, a Dios, y a los hermanos. Como dice el papa Francis-
co, «el amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperan-
3
Francisco, bula de convocatoria del jubileo 2025 La esperanza no defrauda, 18.
4
Francisco, Catequesis en audiencia (26-4-2017).
5
Francisco, bula Spes not confundit de convocatoria del jubileo 2025, 20.
66
Compromiso social del Jubileo 2025 |
za»6. Así sucede con aquellos que, movidos por el amor, son
capaces de perdonar y compartir con los pobres y excluidos,
sosteniendo de ese modo su esperanza. Lo mismo podemos
decir de los mártires. Ellos han sido capaces de abrazar el
martirio por amor a Cristo y a su Iglesia, en la esperanza de
vivir la vida eterna unidos para siempre a él y a la corte ce-
lestial. De este modo, se han convertido para nosotros en los
mejores testigos de ese amor que, en medio de tantos desafíos,
sostiene nuestra esperanza.
Las virtudes de la fe, la esperanza y el amor son caracterís-
ticas de la vida cristiana y juntas marcan no solo la meta del
cristiano, sino el modo de recorrer el camino7, «son infundi-
das por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de
obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna»8. Desde esta
unidad descubrimos en la realidad que nos circunda, signos
de esperanza y retos a los que dar respuesta.
2. Signos y retos para la esperanza
Como indica el papa Francisco, «en el corazón de toda per-
sona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien…
Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro conduce con fre-
cuencia a las personas a la desconfianza, el desánimo, el escep-
ticismo, el pesimismo»9. Efectivamente, la esperanza tentada
necesita ser sostenida. Una de las formas sin duda ha de ser
«poner atención a lo bueno que hay en el mundo para no
6
Francisco, Catequesis en audiencia (12-4-2017).
7
Cf. Francisco, Catequesis en Audiencia (24-4-2024).
8
Catecismo de la Iglesia católica, 1813.
9
Francisco, bula Spes not confundit de convocatoria del jubileo 2025, 1.
67
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y
la violencia»10. De este modo, atendemos también las indica-
ciones del Concilio Vaticano II que nos invita a redescubrir la
esperanza en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece.
2.1. El compromiso por la paz
Por una parte, avanza el sueño de un mundo sin guerras, en el
que callen las armas y cese la destrucción y la muerte. Cierta-
mente son muchas las personas e instituciones que se afanan
por conseguirla, haciéndose acreedoras de la bienaventuranza
prometida por Jesucristo a los que trabajan por la paz: «Serán
llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Por desgracia, sin embargo,
se multiplican los conflictos en el mundo, especialmente en
Oriente Medio y en Ucrania. Frente a esta situación, el papa
invita a potenciar la diplomacia y a abrir espacios para la ne-
gociación11.
Junto a los conflictos a gran escala, se desarrollan otros
que tienen lugar en las familias, en el mundo de la política,
en las redes sociales… Sin duda la vida del día a día se vive en
un contexto de frecuentes tensiones e incluso violencia verbal
y física. Convencidos de que «el Espíritu se halla en el origen
de los nobles ideales y de las iniciativas de bien de la huma-
nidad en camino»12, y de que su presencia y acción universal
sigue haciéndose presente en los individuos, la sociedad, la
cultura, los pueblos y las religiones, hemos de comprometer-
nos en la forja de una cultura del diálogo y del encuentro,
10
Ibid., 7.
11
Cf. ibid., 8.
12
San Juan Pablo II, carta encíclica Redemptoris missio, 28.
68
Compromiso social del Jubileo 2025 |
basada en el respeto a la dignidad de toda persona, indepen-
dientemente de su situación física, intelectual, psicológica y
religiosa.
2.2. Por una cultura a favor de la vida
No podemos dudar de que finalmente la vida siempre se abre
camino. En este sentido, es gozoso considerar la apuesta por la
vida de tantas madres que dan a luz a sus hijos, muchas veces
en medio de numerosas dificultades, y la dedicación de tantos
sanitarios que con profesionalidad tratan de curar y paliar el
dolor y la enfermedad con el cuidado y amor del «samarita-
no». Debemos también recordar a los numerosos agentes de
la pastoral de la salud que llevan esperanza a tantas personas
que pasan por las noches del dolor o por el valle de la muerte;
y, cómo no, es necesario reconocer el trabajo de tantas aso-
ciaciones que agrupan a un sinfín de miembros que apuestan
por propagar los bienes y valores que todos somos capaces de
relacionar con la vida: fecundidad, acogida, cuidado, hospita-
lidad, encuentro, amistad, alegría, proyecto… Nada de esto es
posible sin sacrificio y esfuerzo, no en vano todos hemos veni-
do a este mundo gracias a un acto de fortaleza de una mujer.
También sabemos que, junto al compromiso firme y espe-
ranzador de muchas personas e instituciones a favor del valor
fundamental de la vida, nuestro mundo se enfrenta a una po-
derosa «cultura de la muerte». Al atentado contra la vida que
suponen la guerra y la violencia, se suman el aborto y la euta-
nasia, que gozan de un importante apoyo ideológico y social en
nuestro país. A estos males, hay que añadir la escasa natalidad.
Como indica el papa Francisco, cuando se tiene esperanza, se
mira el futuro queriendo compartir con los demás. Es lo que
69
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
pasa en muchas sociedades jóvenes, alegres, llenas de color y
fecundas a la hora de tener descendencia. En cambio, en otras
como la occidental, el miedo al futuro ha sembrado egoísmo
y pérdida del deseo de transmitir la vida13 . De ahí, la preocu-
pante disminución de natalidad que nos ha llevado a ocupar el
puesto de cola en esta estadística en el ámbito europeo.
Ante esta situación, los cristianos hemos de recordar el
mandato de Creador: «Creced y multiplicaos» (Gen 1,28).
Sin duda, «la apertura a la vida es el proyecto que el Crea-
dor ha inscrito en el corazón y en el cuerpo de los hombres
y mujeres, una misión que el Señor confía a los esposos y a
su amor». Por otra parte, a nivel social, necesitamos «una
alianza social para la esperanza» y, en definitiva, «recuperar
la alegría de vivir»14.
2.3. Trabajar por la inclusión
En nuestro mundo, tiene una fuerte implantación la cultu-
ra del descarte, una cultura individualista que carece de la
conciencia del «nosotros» y de un proyecto común; al mismo
tiempo, descarta a los no útiles ni productivos15. «Mientras
nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima
y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de
fraternidad universal»16, por eso, estamos comprometidos a
trabajar por la inclusión; a continuación, enumeramos algu-
nos ámbitos.
13
Francisco, bula Spes not confundit de convocatoria del jubileo 2025, 9.
14
Ibid., 9.
15
Francisco, carta encíclica Fratelli tutti, 18.
16
Francisco, carta encíclica Fratelli tutti, 110.
70
Compromiso social del Jubileo 2025 |
a) La inclusión de los pobres. En primer lugar, nos duele y nos
preocupa la exclusión de los pobres. Si centramos la atención
en la familia, descubrimos que está sufriendo una crisis cul-
tural profunda y está afrontando, al mismo tiempo, serias di-
ficultades económicas agravadas por la falta de una política
de apoyo decidido. Últimamente, la inflación ha reducido su
capacidad adquisitiva, lo que ha incrementado las desigual-
dades. Especialmente difícil lo tienen aquellas que atienden
a alguna persona discapacitada o han quedado sin empleo17.
b) La inclusión de niños y jóvenes. Nos preocupa también la
exclusión de los niños y de los jóvenes. La pobreza infantil
en España alcanza cotas lamentables. Muchos niños carecen
también de un ambiente familiar y social apto para desarro-
llarse adecuadamente. Por otra parte, es especialmente dolo-
rosa la situación de los jóvenes y de los mayores de 50 años
que se han quedado sin empleo. En su visita a Barcelona, el
año 1982, el papa san Juan Pablo II ya ahondaba en la proble-
mática asociada al paro:
De un paro prolongado nace la inseguridad, la falta de inicia-
tiva, la frustración, la irresponsabilidad, la desconfianza en la
sociedad y en sí mismos; se atrofian así las capacidades de desa-
rrollo personal; se pierde el entusiasmo, el amor al bien; surgen
las crisis familiares, las situaciones personales desesperadas, y se
cae entonces fácilmente —sobre todo los jóvenes— en la droga,
el alcoholismo y la criminalidad18.
Cuarenta y dos años después de estas palabras, lamen-
tablemente la situación no ha mejorado. Hoy nos preocupa
17
CV Asamblea Plenaria de la CEE, instrucción pastoral Iglesia, servidora de
los pobres, 3.
18
San Juan Pablo II, mensaje a los trabajadores y empresarios en el viaje
apostólico a España, 5.
71
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
también la pobreza laboral debida a la parcialidad, los bajos
salarios y la temporalidad. La importancia del trabajo sub-
jetivo ante el objetivo, de la que nos habló el papa san Juan
Pablo II, sigue resultando esencial para situar a la persona
humana sobre el capital19.
Afortunadamente, hay muchos jóvenes que nos ofrecen un
gran testimonio de esperanza. Son aquellos que nutren el vo-
luntariado de muchas obras benéficas, los que se preocupan
de los demás, los que trabajan por hacer realidad el sueño de
un mundo mejor. Por desgracia, sin embargo, muchos ven fra-
casar sus proyectos por la falta de oportunidades y trabajo.
Como nos recuerda el papa Francisco, el jubileo nos ofrece
una oportunidad para estimularlos, «ocupémonos con ardor
renovado de los jóvenes»20, para que puedan ser los protago-
nistas «de una civilización más justa y fraterna»21.
c) La inclusión de las personas que padecen una soledad no deseada.
Hemos de trabajar también a favor de la inclusión social de
estas personas. Los análisis sociológicos denuncian una cre-
ciente desvinculación social en nuestro país. A ello contribu-
yen el individualismo, el vertiginoso ritmo de vida, e incluso el
uso de los modernos medios de comunicación social que per-
mite mejorar la información, pero no la comunicación perso-
nal. Efectivamente, estamos conectados, pero no vinculados22.
A su vez, una parte importante de la geografía nacional
está poblada por pequeños núcleos de población, con frecuen-
cia distantes, casi vacíos sobre todo en invierno, y con gente
muy anciana. A esto se suma la dificultad de muchas personas
19
Cf. san Juan Pablo II, carta encíclica Laborem exercens, 6.
20
Francisco, bula Spes not confundit de convocatoria del jubileo 2025, 12.
21
Francisco, exhortación apostólica Christus vivit, 174.
22
Cf. Francisco, carta encíclica Fratelli tutti, 33.
72
Compromiso social del Jubileo 2025 |
mayores para desplazarse por falta de medios de transporte, o
por la incapacidad para manejarlos, a lugares donde puedan
recibir los servicios sociales que necesitan.
Este no es el único problema que se les presenta a nuestros
ancianos. Frecuentemente se ven abandonados por su pro-
pia familia y minusvalorados por la sociedad. La consecuen-
cia de todo ello es una soledad no deseada y el aumento de
los problemas neurológicos. Ante esta realidad, no podemos
permanecer ajenos, hemos de idear fórmulas de contacto, de
relación y de cuidado. Todos los esfuerzos e iniciativas de las
instituciones religiosas y civiles en este sentido han de ser va-
lorados y apoyados. Tengamos en cuenta lo que nos pide el
papa Francisco: «Valorar el tesoro que son, sus experiencias
de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capa-
ces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristia-
na y para la sociedad civil, llamadas a trabajar juntas por la
alianza entre las generaciones»23. Y, por supuesto, hace falta
la implicación de las personas particulares. Necesitamos un
voluntariado bien preparado y organizado que colabore en la
atención integral a las personas más aisladas y necesitadas de
un mayor contacto personal y un mayor apoyo. Necesitamos
repensar nuestros modelos comunitarios para dar cabida a es-
tas realidades de exclusión.
d) La inclusión de los migrantes. Trabajemos por acoger, pro-
teger, promover e integrar a los migrantes. Todo ser humano
tiene derecho a buscar mejores condiciones de vida en un país
diferente al suyo. Las situaciones de conflicto, persecución y
pobreza de muchas zonas del planeta han acentuado la movi-
lidad humana en los últimos tiempos. Constantemente están
23
Ibid., 14.
73
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
llegando a nuestras tierras migrantes cargados de sueños y de
una esperanza que ojalá no se vea frustrada por prejuicios y
cerrazones. Es necesario reconocer su dignidad como perso-
nas y como hijos de Dios que son. También hemos de valorar
la aportación que realizan a nuestra sociedad y a nuestra Igle-
sia, como signo de esperanza de la presencia de Dios24.
e) La atención a los encarcelados. También es momento muy
oportuno para que, en el contexto jubilar, nos acerquemos
a los encarcelados. En un jubileo de esperanza parece perti-
nente que una expresión del mismo sea abrir nuestra mente
a la esperanza de la reinserción, para ello, lógicamente hay
que reestablecer la justicia en la medida de lo posible; pero
la cosmovisión cristiana siempre nos abre al horizonte de la
posibilidad del reinicio moral y, por la tanto, civil. Correspon-
de a las instituciones legislativas y judiciales abrir los cauces
necesarios para que esto sea posible legalmente y a nosotros
—como Iglesia— seguir acompañando, animando y llenando
de esperanza a aquellos que sueñan con recobrar su libertad
perdida, ayudando a la sanación integral de las personas.
f) La inclusión de los que padecen pobreza moral. El relativismo
moral campa a sus anchas en nuestro territorio nacional.
Los distintos pronunciamientos del Magisterio eclesial, produ-
cidos durante las últimas décadas, no parecen haber surtido
los efectos deseados. Las pasiones alimentadas por un con-
sumismo feroz y sin ninguna tutela ética están dando lugar
a todo tipo de corrupciones. Ya en el año 2015, los obispos
españoles mostrábamos nuestra preocupación por la corrup-
ción provocada por la codicia financiera y la avaricia personal.
24
Conferencia Episcopal Española, exhortación pastoral Comunidades acogedo-
ras y misioneras (EDICE, Madrid 2024) 15.
74
Compromiso social del Jubileo 2025 |
El enriquecimiento que supone es una seria afrenta para los
que sufren la crisis, quiebra gravemente la solidaridad y siem-
bra la desconfianza social. Estamos ante «un pecado grave»25.
Inmersos en esa corrupción se hallan aquellos que hacen
negocio privando de libertad a otras personas. Nos preocupan
especialmente los que negocian con sus cuerpos, aprovechán-
dose de su pobreza y, como no, las víctimas de la trata. Preci-
samente, salir en su ayuda es el compromiso que la Iglesia en
España se ha fijado para el próximo jubileo.
Nos preocupa también la corrupción política que compro-
mete el correcto funcionamiento del Estado, perjudica la re-
lación gobernantes-gobernados, introduce la desconfianza en
las instituciones y del mismo sistema democrático que como
sociedad nos hemos dado26. No es de recibo que una misma
acción sea reprobable si la realiza alguien de otra formación
política y sea tolerable si la realiza alguien del propio partido.
Es necesario y urgente acabar con todo tipo de corrupciones a
través de una regeneración moral a nivel personal y social que
nos permita crecer en el aprecio del bien común. Se requie-
re de «una sana política, capaz de reformar las instituciones,
coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan su-
perar presiones e inercias viciosas»27.
g) La inclusión de los que padecen pobreza religiosa. Junto a la
pobreza moral, nos preocupa la religiosa. Desgraciadamen-
te, crece la indiferencia religiosa y el olvido de Dios. Muchos
bautizados carecen de una suficiente formación en este cam-
po y son víctimas fáciles de ideologías alicortas que los llevan
25
CV Asamblea Plenaria de la CEE, instrucción pastoral Iglesia, servidora de
los pobres, 10.
26
Ibid., 11.
27
Francisco, carta encíclica Laudato si’, 181.
75
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
a una visión del mundo sin Dios. Esta situación nos reclama
una nueva evangelización en la que el encuentro con Cristo,
la implicación en el mundo y la generación de signos de espe-
ranza caminan unidos.
Ante el riesgo de prescindir de Dios, es oportuno recordar
unas palabras del papa san Pablo VI: «Ciertamente el hom-
bre puede organizar la tierra sin Dios, pero, al fin y al cabo,
sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre»28.
Reconociendo a Dios, el hombre se enriquece, creyendo en
él, sus valoraciones éticas reciben claridad y firmeza, amán-
dolo somos empujados a amar. En definitiva, «ignorar a Cris-
to constituye una indigencia radical»29. Por lo tanto, hay que
darle la razón al papa Francisco cuando afirma que «la peor
discriminación que sufren (los pobres) es la falta de atención
espiritual»30.
3. Alentar la fe y la esperanza
para transformar el mundo
Ningún otro nombre se nos ha dado, en el cual los seres hu-
manos estemos salvados, sino el de Jesús (cf. Hch 4,12). En ese
nombre, identificamos nuestra esperanza. Jesucristo se hizo
hombre para rescatarnos del pecado y de la muerte y lograr
así para nosotros la salvación. Pero su redención no tiene solo
un sentido individual, sino también social, por lo que no
solo ha sido salvado cada individuo, sino también las mismas
28
S. Pablo VI, carta encíclica Populorum progressio, 42.
29
CV Asamblea Plenaria de la CEE, instrucción pastoral Iglesia, servidora de
los pobres, 12.
30
Francisco, exhortación epostólica Evangelii gaudium, 200.
76
Compromiso social del Jubileo 2025 |
relaciones sociales. El proyecto de Jesús es instaurar el reino
de su Padre; él pide a sus discípulos: «¡Proclamad que está
llegando el reino de los cielos!» (Mt 10,7).
Con el papa Francisco podemos afirmar que, «en la me-
dida en que él logre reinar entre nosotros, la vida social será
ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para to-
dos»31. Tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden
a provocar consecuencias sociales, ya que la palabra acam-
pó entre los hombres (Cf. Jn 1,14) y «pasó haciendo el bien»
(Hch 10,38) «haciéndose uno de tantos» (Flp 2,7), siendo su
mensaje el anuncio e instauración de los valores del reino de
Dios; por nuestra parte, nosotros, discípulos misioneros suyos,
estamos sacramentalmente vocacionados a buscar y realizar
su reino: «Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia, y
todo lo demás vendrá por añadidura» (Mt 6,33).
Al mismo tiempo, hay que afirmar también con el mismo
papa, que
nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad
secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y
nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la
sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan
a los ciudadanos […]. Una auténtica fe —que nunca es cómoda
e individualista— siempre implica un profundo deseo de cam-
biar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás
de nuestro paso por la tierra […]. Todos los cristianos, también
los pastores, están llamados a preocuparse por la construcción
de un mundo mejor. De eso se trata, porque el pensamiento so-
cial de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una
acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo
de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo32.
31
Ibid., 180.
32
Cf. Francisco, exhortación apostólica Evangelii gaudium, 183.
77
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
4. Algunas propuestas
esperanzadoras
Difícilmente podremos transformar el mundo según el Evan-
gelio, tratando de hacer presente en él el reino de Dios, si
antes no cambiamos personalmente, es decir, sin la conver-
sión personal. Ciertamente, mientras más nos configuremos
con Cristo, más activa y eficaz será nuestra caridad33 y, por lo
tanto, más crecerá la esperanza de los pobres.
Esta conversión se ha de fundamentar en el cultivo de una
espiritualidad adecuada, puesto que la caridad hunde sus raí-
ces en la fe en Dios. Como afirma el papa Francisco, «siem-
pre hace falta cultivar un espacio interior que dé sentido al
compromiso»34. Tanto las personas que trabajan en el campo
caritativo y social como las instituciones han de cultivar una
espiritualidad trinitaria, encarnada, de ojos y oídos abiertos
a los pobres, una espiritualidad de la ternura y de la gracia,
transformadora, pascual y eucarística35.
Para la transformación del mundo, es fundamental tam-
bién la evangelización. El Señor Jesús nos indicó: «Lo que
hemos recibido gratis dadlo gratis» (Mt 10,8) y nosotros he-
mos recibido la esperanza en Cristo y, por ello, no podemos ni
debemos olvidar el anuncio explícito de Jesucristo y, siguien-
do sus enseñanzas, no debemos tener ninguna duda de que
la mejor forma de evangelizar es el amor. Efectivamente, el
33
CV Asamblea Plenaria de la CEE, instrucción pastoral Iglesia, servidora de
los pobres, 34.
34
Francisco, exhortación apostólica Evangelii gaudium, 262.
35
CV Asamblea Plenaria de la CEE, instrucción pastoral Iglesia, servidora de
los pobres, 38.
78
Compromiso social del Jubileo 2025 |
amor es un lenguaje universal, cuya comprensión no precisa
de una iniciación especial. Otra forma de anuncio es el acom-
pañamiento a los hermanos en dificultades. Por otra parte, no
evangelizaremos en el campo social si no trabajamos por la
justicia y denunciamos proféticamente la injusticia. «Nuestra
caridad no puede ser meramente paliativa, debe ser preventi-
va, curativa y propositiva»36.
Una forma exquisita de caridad ha de ser el recto ejerci-
cio de la función pública que lleve a trabajar por erradicar
las causas profundas de la pobreza y la discriminación social,
a promover el desarrollo integral de la persona, incluida su
dimensión religiosa, a buscar el bien común, defendiendo la
vida y la familia como bienes sociales fundamentales, a fa-
vorecer una economía inclusiva y de comunión, dando pro-
tagonismo a las instituciones y favoreciendo la participación
social37.
Conclusión
El miedo parece estar ganando la partida a la esperanza.
A las puertas del jubileo, resuena la duda que tuvo el pueblo
de Israel: «¿Qué comeremos el séptimo año, si no pode-
mos sembrar ni recoger nuestros productos?» (Lev 25,20).
Necesitamos confianza en el Señor que responde: «Yo les
mandaré mi bendición» (Lev 25,21). Este es el sueño del
papa Francisco: que el próximo jubileo 2025 nos ayude a
recuperar la confianza en la Iglesia, en la sociedad, en los
36
Ibid., 42.
37
Cf. ibid., 46-55.
79
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
vínculos interpersonales y en las relaciones internacionales,
en la promoción de la dignidad de la persona y en el respeto
a la creación38. El don divino de la esperanza no nos va a
faltar. Ojalá tampoco nuestro compromiso. A María, la Ma-
dre de la Esperanza, se lo encomendamos.
38
Francisco, bula Spes not confundit de convocatoria del Jubileo 2025, 25.
80
Sobre la concesión
de la indulgencia durante
el jubileo ordinario
del año 2025 convocado
por su santidad
el papa Francisco
Angelo Card. de Donatis
Penitenciario mayor
S. E. Mons. Krzysztof Nykiel
Regente
«A hora ha llegado el momento de un nuevo jubileo,
para abrir de par en par la puerta santa una vez más
y ofrecer la experiencia viva del amor de Dios» (Spes non con-
fundit, 6). En la bula de convocación del jubileo ordinario del
2025, el santo padre, en el momento histórico actual en el que
«la humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está
sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas po-
blaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia» (Spes non
confundit, 8), llama a todos los cristianos a hacerse peregrinos
de esperanza. Esta es una virtud que hay que redescubrir en
los signos de los tiempos, los cuales, encerrando «el anhelo del
81
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios,
requieren ser transformados en signos de esperanza» (Spes non
confundit, 7), que deberá provenir sobre todo de la gracia de
Dios y de la plenitud de su misericordia.
Ya en la bula de convocación del Jubileo extraordinario de
la Misericordia del 2015, el papa Francisco subrayó cuánto
adquiría la indulgencia en ese contexto «una relevancia parti-
cular» (Misericordiae vultus, 22), pues la misericordia de Dios «se
transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa
de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo
residuo, consecuencia del pecado» (ibid.). Análogamente hoy
el santo padre declara que el don de la indulgencia «permite
descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios. No sin
razón en la antigüedad el término “misericordia” era inter-
cambiable con el de “indulgencia”, precisamente porque pre-
tende expresar la plenitud del perdón de Dios que no conoce
límites» (Spes non confundit, 23). La indulgencia es entonces, una
gracia jubilar.
Por este motivo, también con ocasión del jubileo ordina-
rio del 2025, por voluntad del sumo pontífice, este «Tribunal
de Misericordia», a quien corresponde disponer todo lo que
concierne a la concesión y al uso de la indulgencia, preten-
de motivar los ánimos de los fieles para desear y alimentar
el pío deseo de obtener la indulgencia como don de gracia,
propio y peculiar de cada año santo y establece las siguientes
prescripciones, para que los fieles puedan usufructuar de las
«disposiciones para poder obtener y hacer efectiva la práctica
de la indulgencia jubilar» (Spes non confundit, 23).
Durante el jubileo ordinario del 2025 permanece en vi-
gor cualquier otra concesión de indulgencia. Todos los fie-
les verdaderamente arrepentidos, excluyendo todo afecto al
82
Sobre la concesión de la indulgencia durante el jubileo ordinario… |
pecado (cf. Enchiridion indulgentiarum, IV ed., norm. 20, § 1) y
movidos por espíritu de caridad y que, en el curso del año
santo, purificados a través del sacramento de la penitencia y
alimentados por la santa comunión, oren por las intenciones
del sumo pontífice, podrán conseguir del tesoro de la Iglesia,
plenísima indulgencia, remisión y perdón de sus pecados,
pudiéndose aplicar a las almas del purgatorio en forma de
sufragio:
1. En las sagradas peregrinaciones
Los fieles, peregrinos de esperanza, podrán conseguir la indulgen-
cia jubilar concedida por el santo padre si emprenden una pía
peregrinación hacia cualquier lugar sagrado jubilar: participando
devotamente en la santa misa (siempre que lo permitan las
normas litúrgicas se podrá utilizar especialmente la misa pro-
pia por el jubileo o bien, la misa votiva: para la reconciliación,
por el perdón de los pecados, para pedir la caridad y para
fomentar la concordia); en una misa ritual para conferir los
sacramentos de iniciación cristiana o la unción de los enfer-
mos; en la celebración de la Palabra de Dios; en la Liturgia
de las Horas (Oficio de lecturas, Laudes, Vísperas); en el via-
crucis; en el rosario mariano; en el himno del Akathistos; en
una celebración penitencial, que concluya con las confesión
individual de los penitentes, como está establecido en el rito
de la penitencia (forma II);
— en Roma: en al menos una de las cuatro basílicas papales
mayores: de San Pedro en el Vaticano, del Santísimo
Salvador en el Laterano, de Santa María la Mayor, de
San Pablo Extramuros;
83
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
— en Tierra Santa: en al menos una de las tres basílicas: del
Santo Sepulcro en Jerusalén, de la Natividad en Belén,
de la Anunciación en Nazaret;
— en otras circunscripciones eclesiásticas: en la iglesia catedral u
otras iglesias y lugares sagrados designados por el ordi-
nario del lugar. Los obispos tendrán en cuenta las ne-
cesidades de los fieles, así como la oportunidad misma
para mantener intacto el significado de la peregrinación
con toda su fuerza simbólica, capaz de manifestar la ne-
cesidad apremiante de conversión y de reconciliación.
2. En las pías visitas a los lugares
sagrados
También, los fieles podrán conseguir la indulgencia jubilar si,
individualmente o en grupo, visitan devotamente cualquier
lugar jubilar y ahí, durante un período de tiempo adecuado,
realizan adoración eucarística y meditación, concluyendo con
el padrenuestro, la profesión de fe en cualquier forma legíti-
ma e invocaciones a María, Madre de Dios, para que en este
año santo todos «puedan experimentar la cercanía de la más
afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos» (Spes
non confundit, 24).
Con la especial ocasión del año jubilar, se podrán visitar
también, además de los insignes lugares de peregrinación an-
teriormente dichos, estos otros lugares sagrados con las mis-
mas condiciones:
— en Roma: la basílica de la Santa Cruz en Jerusalén, la
basílica de San Lorenzo al Verano, la basílica de San
84
Sobre la concesión de la indulgencia durante el jubileo ordinario… |
Sebastián (se recomienda vivamente la devota visita
llamada «de las siete Iglesias», tan querida por san Fe-
lipe Neri), el santuario del Divino Amor, la iglesia de
Santo Spirito in Sassia, la iglesia de San Pablo alle Tre
Fontane, lugar del martirio del apóstol, las catacum-
bas cristianas; las iglesias de los caminos jubilares de-
dicadas respectivamente al Iter Europaeum y las iglesias
dedicadas a las mujeres patronas de Europa y doctoras de la
Iglesia (basílica de Santa María sopra Minerva, iglesia
de Santa Brígida en Campo de’ Fiori, iglesia de Santa
María della Vittoria, iglesia de Trinità dei Monti, ba-
sílica de Santa Cecilia en Trastevere, basílica de San
Agustín en Campo Marzio);
— en otros lugares del mundo: las dos basílicas papales meno-
res de Asís: de San Francisco y de Santa María de los
Ángeles; las basílicas pontificias de la Virgen de Loreto,
de la Virgen de Pompeya, de San Antonio de Padua;
cualquier basílica menor, iglesia catedral, iglesia con-
catedral, santuario mariano, así como, para utilidad de
los fieles, cualquier insigne iglesia colegiada o santua-
rio designado por cada obispo diocesano o eparquial,
como también santuarios nacionales o internaciona-
les, «lugares santos de acogida y espacios privilegiados
para generar esperanza» (Spes non confundit, 24), indica-
dos por las conferencias episcopales.
Los fieles verdaderamente arrepentidos que no puedan
participar en las solemnes celebraciones, en las peregrina-
ciones y en las pías visitas por graves motivos (especialmente
todas las monjas y los monjes de clausura, los ancianos, los
enfermos, los reclusos, como también aquellos que, en hospi-
tales o en otros lugares de cuidados, prestan servicio continuo
85
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
a los enfermos) conseguirán la indulgencia jubilar, con las mis-
mas condiciones si, unidos en espíritu a los fieles en presencia,
particularmente en los momentos en los cuales las palabras
del sumo pontífice o de los obispos diocesanos sean trasmi-
tidas a través de los medios de comunicación, recitan en la
propia casa o ahí donde el impedimento les permita (p. ej. en
la capilla del monasterio, del hospital, de la casa de cuidados,
de la cárcel…) el padrenuestro, la profesión de fe en cualquier
forma legítima y otras oraciones conforme a las finalidades
del año santo, ofreciendo sus sufrimientos o dificultades de la
propia vida.
3. En las obras de misericordia
y de penitencia
Además, los fieles podrán conseguir la indulgencia jubilar si, con
ánimo devoto, participan en las misiones populares, en ejerci-
cios espirituales u otros encuentros de formación sobre los tex-
tos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia católica,
que se realicen en una iglesia u otro lugar adecuado, según la
intención del santo padre.
No obstante la norma según la cual se puede conseguir
solo una indulgencia plenaria al día (cf. Enchiridion indulgentia-
rum, IV ed., norm. 18, § 1), los fieles que hayan emitido el acto
de caridad en favor de las almas del purgatorio, si se acercan
legítimamente al sacramento de la comunión una segunda vez
en el mismo día, podrán conseguir dos veces en el mismo día
la indulgencia plenaria, aplicable solo a los difuntos (se en-
tiende al interno de una celebración eucarística; cf. can 917 y
Pontificia Comisión para la Interpretación Auténtica del CIC,
86
Sobre la concesión de la indulgencia durante el jubileo ordinario… |
Responsa ad dubia, 1, 11-7-1984). A través de esta doble obla-
ción, se realiza un laudable ejercicio de caridad sobrenatu-
ral, por el vínculo mediante el cual están unidos en el cuerpo
místico de Cristo los fieles que aún peregrinan en la tierra,
junto con aquellos que ya han terminado su camino, pues «la
indulgencia jubilar, en virtud de la oración, está destinada en
particular a los que nos han precedido, para que obtengan
plena misericordia» (Spes non confundit, 22).
Pero, de manera más peculiar, precisamente «en el año
jubilar estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza
para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones
de penuria» (Spes non confundit, 10): por lo tanto, la indulgencia
está unida también a las obras de misericordia y de peniten-
cia, con las cuales se testimonia la conversión emprendida.
Los fieles, siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo, sean
estimulados a realizar más frecuentemente obras de caridad o
misericordia, principalmente al servicio de aquellos hermanos
que se encuentran agobiados por diversas necesidades. Redes-
cubran más precisamente «las obras de misericordia corporales:
dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir
al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a
los presos, enterrar a los muertos» (Misericordiae vultus, 15) y
redescubran asimismo «las obras de misericordia espirituales: dar
consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir
al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar
con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos
y por los difuntos» (ibid.).
Del mismo modo, los fieles podrán conseguir la indulgen-
cia jubilar si se dirigen a visitar por un tiempo adecuado a
los hermanos que se encuentran en necesidad o en dificultad
(enfermos, encarcelados, ancianos en soledad, personas con
87
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
capacidades diferentes…), como realizando una peregrina-
ción hacia Cristo presente en ellos (cf. Mt 25,34-36) y siguien-
do las habituales condiciones espirituales, sacramentales y de
oración. Los fieles, sin duda, podrán repetir tales visitas en el
curso del año santo, obteniendo en cada una de ellas la indul-
gencia plenaria, incluso cotidianamente.
La indulgencia plenaria jubilar podrá ser conseguida tam-
bién mediante iniciativas que ayuden en modo concreto y ge-
neroso al espíritu penitencial que es como el alma del jubileo,
redescubriendo en particular el valor penitencial del viernes:
absteniéndose, en espíritu de penitencia, al menos durante un
día de distracciones banales (reales y también virtuales, indu-
cidas, por ejemplo, por los medios de comunicación y por las
redes sociales) y de consumos superfluos (por ejemplo ayunan-
do o practicando la abstinencia según las normas generales
de la Iglesia y las especificaciones de los obispos), así como
otorgando una proporcionada suma de dinero a los pobres;
sosteniendo obras de carácter religioso o social, especialmente
en favor de la defensa y protección de la vida en cada etapa
y de la calidad de la misma, de la infancia abandonada, de la
juventud en dificultad, de los ancianos necesitados o solos, de
los migrantes de diversos países «que abandonan su tierra en
busca de una vida mejor para ellos y sus familias» (Spes non con-
fundit, 13); dedicando una adecuada parte del propio tiempo
libre a actividades de voluntariado, que sean de interés para la
comunidad u otras formas similares de compromiso personal.
Todos los obispos diocesanos o eparquiales y aquellos que
en el derecho son equiparables a ellos, en el día más oportuno
de este tiempo jubilar, en ocasión de la principal celebración
en la catedral y en cada una de las iglesias jubilares, podrán
impartir la bendición papal con anexa indulgencia plenaria, con-
88
Sobre la concesión de la indulgencia durante el jubileo ordinario… |
seguible por todos los fieles que reciban tal bendición con las
habituales condiciones.
Para que sea pastoralmente facilitado el acceso al sacra-
mento de la penitencia y conseguir el perdón divino a través
del poder de las llaves, los ordinarios locales están invitados a
conceder a los canónigos y a los sacerdotes, que en las cate-
drales y en las iglesias designadas para el año santo puedan
escuchar las confesiones de los fieles, las facultades limitada-
mente al foro interno, de las cuales, para los fieles de las Igle-
sias orientales, en el can. 728, § 2 del CCEO, y en el caso de
una eventual reserva, aquellas para el can. 727, excluyendo,
como es evidente, los casos considerados en el can. 728, § 1;
mientras que, para los fieles de la Iglesia latina, las facultades
referidas en el can. 508, § 1 del CIC.
En este sentido, esta Penitenciaría exhorta a todos los sa-
cerdotes a ofrecer con generosa disponibilidad y dedicación
de sí la más amplia posibilidad a los fieles de aprovechar
los medios de la salvación, asumiendo y publicando hora-
rios para las confesiones, en acuerdo con los párrocos o recto-
res de las iglesias vecinas, encontrándose en el confesionario,
programando celebraciones penitenciales con fechas fijas y
frecuentes, ofreciendo también la más amplia disponibilidad
de sacerdotes que, por alcanzar el límite de edad, no tienen
encargos pastorales definidos. Además, según las posibilidades
se recuerde, en conformidad con el motu proprio Misericordia Dei,
la oportunidad pastoral de escuchar las confesiones también
durante la celebración de la santa misa.
Para agilizar la tarea de los confesores, la Penitenciaría
Apostólica, por mandato del santo padre, dispone que los sa-
cerdotes que acompañen o se unan a peregrinaciones jubila-
res fuera de la propia diócesis puedan valerse de las mismas
89
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
facultades de las cuales fueron provistos en la propia diócesis
por la legítima autoridad. Especiales facultades serán después
conferidas por esta Penitenciaría Apostólica a los penitencia-
rios de las basílicas papales romanas, a los canónigos peniten-
ciarios o a los penitenciarios diocesanos instituidos en cada
circunscripción eclesiástica.
Los confesores, después de haber instruido a los fieles so-
bre la gravedad de los pecados a los cuales viene anexa una
reserva o una censura, determinarán, con caridad pastoral,
apropiadas penitencias sacramentales, tales que los conduz-
can lo más posible a un arrepentimiento estable y, según la
naturaleza de los casos, invitarán a la reparación de eventua-
les escándalos y daños.
Finalmente, la Penitenciaría invita vivamente a los obis-
pos, como detentores del triple munus de enseñar, de guiar y
de santificar, a cuidar la exposición clara de las disposiciones
y principios aquí propuestos para la santificación de los fie-
les, teniendo en cuenta de modo especial las circunstancias
del lugar, de la cultura y de las tradiciones. Una catequesis
adecuada a las características socioculturales de cada pueblo
podrá proponer de manera eficaz el Evangelio y la totalidad
del mensaje cristiano, radicando más profundamente en los
corazones el deseo de este don único, obtenido en virtud de la
mediación de la Iglesia.
El presente Decreto tiene validez durante todo el jubileo
ordinario del 2025, independientemente de cualquier dispo-
sición en contrario.
Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría Apostólica,
el 13 de mayo de 2024, memoria de la beata Virgen María de
Fátima.
90
Examen de conciencia
C uando se hace el examen de conciencia para preparar la celebración del
sacramento de la penitencia, conviene que cada uno, ante todo, medite
sobre su intención a la hora de celebrar el sacramento. Pregúntate lo que sigue:
1. ¿Voy al sacramento de la penitencia con sincero deseo
de purificación, conversión, renovación de vida y amistad más
profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una
carga que se ha de recibir las menos veces posibles?
2. ¿Me olvidé o callé voluntariamente algún pecado grave
en las confesiones anteriores?
3. ¿Cumplí la penitencia que me fue impuesta? ¿Reparé las
injusticias que acaso cometí? ¿Me esforcé en llevar a la prác-
tica los propósitos de enmendar la vida según el Evangelio?
Es necesario un buen examen de conciencia. No se trata de ir «ta-
chando», como si una lista se tratase, las preguntas que se proponen a
continuación, sino realmente de escrutar el propio corazón y la propia
vida a la luz de la misericordia de Dios, ayudados por su Palabra, con
la esperanza cierta de que el corazón arrepentido encuentra la gracia del
perdón por medio de la gracia del sacramento.
Cuando hagas el examen de conciencia, entra en tu interior. Ora.
Pide luz. Repasa tu vida. Si te ayudan estas preguntas, estupendo. Si no,
no pasa nada. Ten en cuenta que los pecados se cometen en relación
con Dios, con los demás y con uno mismo. El pecado daña la relación con
Dios —filiación—, daña la relación con los demás —fraternidad— y
daña la relación con uno mismo —nos roba la verdadera libertad, que es
vivir según la voluntad de Dios—.
91
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
En el padrenuestro, Jesús nos enseña a pedir: «No nos dejes caer en la
tentación». El pecado comienza siendo una idea, una sugerencia del Ma-
ligno para obrar o dejar de obrar en contra de Dios, de los demás y de uno
mismo. Es muy importante el combate de la fe que nos lleva a rechazar la
tentación. Pero recuerda que, si la tentación es rechazada, no es pecado.
Acogiendo la tentación, podemos pecar con nuestros pensamientos, nues-
tras palabras, nuestras obras o la omisión del bien que podríamos haber
hecho. Ahí es donde necesitamos la gracia del perdón.
Aquí tienes algunos textos de la Palabra de Dios para ayudarte en el
examen de conciencia. Puedes leer y meditar algunos de ellos, para que te
orienten:
2 Crónicas 7,14. Marcos 11,25.
2 Crónicas 30,29b. Lucas 6,37.
Isaías 55,7. Hechos 2,38.
Jeremías 3,12b. Hechos 3,19.
Joel 2,13. Hechos 13,38-39.
Proverbios 17,9. 2 Cor 5,17-21
Proverbios 28,13. Colosenses 3,13.
Salmo 32,5. Efesios 1,7.
Salmo 86,5. Efesios 4,32.
Mateo 6,14. 1 Juan 2,2.
Mateo 18,21-22.
Si te ayudan, aquí tienes unas preguntas que pueden orientarte en
las tres dimensiones del pecado que hemos descrito más arriba. Hazlas
concretas en tu vida y no tengas prisa.
92
Examen de conciencia |
1. El pecado que daña nuestra
relación filial con Dios
«Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,5).
1. Mi corazón ha de estar orientado a Dios. ¿Puedo decir
que lo amo verdaderamente sobre todas las cosas y con amor
de hijo, en fiel observancia de sus mandamientos? ¿Estoy de-
masiado absorto en las cosas temporales? ¿Mi intención al ac-
tuar es siempre correcta?
2. ¿Está firme mi fe en Dios, que nos ha hablado su pala-
bra en su Hijo? ¿He dado mi total adhesión a la doctrina de
la Iglesia? ¿Me tomo en serio mi formación permanente en la
fe? ¿Conozco, leo y medito la Palabra de Dios? ¿He profesado
siempre mi fe en Dios y en la Iglesia con valentía y sin miedo?
¿Me he esforzado por demostrar que soy cristiano en mi vida
pública y privada?
3. ¿He rezado a Dios asiduamente o acudo a él solamente
en momentos puntuales de dificultad? ¿Es mi oración una ver-
dadera conversación de corazón a corazón con Dios, o es sim-
plemente una práctica externa vacía, una rutina? ¿He podido
ofrecer mis ocupaciones, mis alegrías y mis dolores a Dios?
¿Me acerco a él con confianza?
4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o lo
ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre
en vano? ¿He sido irrespetuoso con la Virgen y los santos?
5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia par-
ticipando activa, atenta y piadosamente en la celebración li-
túrgica, y especialmente en la misa? ¿He cumplido el precepto
93
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
anual de la confesión y de la comunión pascual? ¿He evitado
realizar trabajos innecesarios en días festivos?
6. ¿Tengo, quizá, otros «dioses» o «ídolos», es decir, cosas
por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios,
como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cual-
quier forma de inútil magia, que pueden llegar a ocupar en mi
vida el lugar que solo a él le corresponde?
2. El pecado que daña nuestra
relación fraternal con los demás
«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos
a otros; como yo os he amado, amaos también unos a
otros» (Jn 13,34).
1. ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis
hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con
ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he
escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
2. ¿En mi familia, he contribuido con paciencia y amor
verdadero al bien y la serenidad de los demás?
— Para los hijos. ¿He sido obediente a mis padres, los he
respetado y honrado? ¿Les he ayudado con sus necesi-
dades espirituales y materiales? ¿Estoy comprometido
con la escuela? ¿He respetado a las autoridades legíti-
mas (religiosas y familiares)? ¿Di un buen ejemplo en
cada situación?
— Para los padres. ¿Me he preocupado por la educación
cristiana de mis hijos? ¿Les di un buen ejemplo? ¿Los
he apoyado y dirigido con mi autoridad?
94
Examen de conciencia |
— Para los cónyuges. ¿He sido siempre fiel en los afectos
y en las acciones? ¿Tuve comprensión en momentos de
ansiedad?
3. ¿Sé dar de lo que tengo, sin mezquinos egoísmos, a
quienes son más pobres que yo? En la medida en que depen-
de de mí, ¿defiendo a los oprimidos y ayudo a los necesita-
dos? ¿Trato las personas cercanas a mí con desdén o dureza,
especialmente a los pobres, los débiles, los ancianos, los mar-
ginados, los inmigrantes?
4. ¿Me doy cuenta de la misión que me ha sido encomen-
dada? ¿He participado en el apostolado y obras caritativas de
la Iglesia, en las iniciativas y vida de la parroquia? ¿He com-
partido mis bienes con la comunidad cristiana para colaborar
en las necesidades de la Iglesia? Cuando la Iglesia me lo pi-
dió, ¿recé y ofrecí mi contribución para las necesidades de la
Iglesia y del mundo, por ejemplo, por la unidad de la Iglesia,
por el seminario, por la evangelización de los pueblos, por el
establecimiento de la justicia y la paz?
5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comu-
nidad humana en la que vivo o solo me preocupo por mis
intereses personales? ¿Participo, en la medida de mis posibi-
lidades, en iniciativas que promuevan la justicia, la moral pú-
blica, la armonía y las obras de caridad? ¿He cumplido con
mis deberes civiles? ¿He pagado mis impuestos y cumplido las
leyes en lo que se refiere a los bienes materiales, sin caer en
ningún tipo de fraude?
6. ¿Soy justo, comprometido, honesto en mi trabajo, dis-
puesto a brindar mi servicio para el bien común? ¿Les di a
los trabajadores y a todos los subordinados los salarios ade-
cuados? ¿He seguido los contratos y cumplido mis promesas?
95
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
7. ¿He dado a las autoridades legítimas la obediencia y el
respeto debidos? Si tengo algún rol o desempeño tareas direc-
tivas, ¿solo busco mi propio beneficio o me comprometo con
el bien de los demás, con espíritu de servicio?
8. ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los
que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el con-
trario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres,
débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
9. Si tengo algún rol o desempeño tareas de responsa-
bilidad o de autoridad, ¿solo busco mi propio beneficio o
me comprometo con el bien de los demás, con espíritu de
servicio?
10. ¿He practicado la verdad y la fidelidad, o he causado
daño a otros con mentiras, calumnias, deducciones, juicios
imprudentes, violación de secretos? ¿He difamado o calum-
niado a otros?
11. ¿He atentado contra la vida y la integridad física de
otras personas, he ofendido su honor, he dañado sus bienes?
¿Procuré o recomendé un aborto? ¿He permanecido en silen-
cio en situaciones en las que podía haber fomentado la bon-
dad? En la vida matrimonial, ¿soy respetuoso de la enseñanza
de la Iglesia sobre la apertura a la vida y el respeto por ella?
¿He actuado contra mi integridad física (por ejemplo, esterili-
zación)? ¿He sido siempre fiel incluso con mi mente? ¿He con-
servado en mi corazón el odio hacia otras personas? ¿He sido
pendenciero? ¿He pronunciado insultos y palabras ofensivas,
fomentando desacuerdos y resentimientos? ¿He dejado de tes-
tificar de forma culpable y egoísta sobre la inocencia de los
demás? Al conducir un coche o utilizar otro medio de trans-
porte, ¿he puesto en riesgo mi vida o la de otras personas?
96
Examen de conciencia |
12. ¿He robado? ¿He deseado injustamente las cosas de
otras personas? ¿He dañado las posesiones de mi vecino?
¿He devuelto lo que robé y he reparado el daño causado?
13. Si he sido agraviado, ¿me he mostrado abierto a la
reconciliación y al perdón por amor de Cristo, o conservo en
mi corazón odio y deseo de venganza?
3. El pecado que daña nuestra
libertad de hijos de Dios
«Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial
es perfecto» (Mt 5,48).
1. ¿Cuál es la orientación fundamental de mi vida?
¿Me animo con la esperanza de la vida eterna? ¿He tratado
de revivir mi vida espiritual con la oración, la lectura y la
meditación de la Palabra de Dios, la participación en los sa-
cramentos? ¿He intentado erradicar los vicios, someter las
pasiones y las inclinaciones perversas? ¿Reaccioné ante los
motivos de la envidia, dominé la glotonería? Yo era presun-
tuoso y orgulloso, ¿he buscado afirmar tanto mi «yo» que he
despreciado a los demás y me preferí a ellos? ¿He impuesto
mi voluntad a los demás, pisoteando su libertad y descuidan-
do sus derechos?
2. ¿Qué uso he hecho del tiempo, de las fuerzas, de los
dones recibidos de Dios como los «talentos del Evangelio»?
¿Utilizo todos estos medios para crecer cada día más en la
perfección de la vida espiritual y en el servicio a los demás?
¿He estado inerte y perezoso? ¿Cómo uso Internet y otros me-
dios de comunicación social?
97
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
3. ¿He soportado los dolores y las pruebas de la vida con
paciencia y espíritu de fe? ¿He practicado el ayuno, la limosna
y la oración como ayudas para mi propia conversión?
4. ¿Vivo la castidad propia de mi estado de vida, pensando
que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, destinado a re-
surrección y gloria? ¿He guardado mis sentidos y he evitado
ensuciarme en espíritu y cuerpo con malos pensamientos y
deseos, con palabras y acciones indignas? ¿Me he permitido
lecturas, discursos, espectáculos, entretenimientos en contras-
te con la honestidad humana y cristiana? ¿He escandalizado a
otros con mi comportamiento?
5. ¿He actuado en contra de mi conciencia por miedo o
hipocresía?
6. ¿He tratado de comportarme en todo y siempre con la
verdadera libertad de los hijos de Dios y según la ley del Espí-
ritu, o me he dejado esclavizar por mis pasiones?
7. ¿He omitido algo que me era posible lograr?
98
Celebración penitencial
A ntes de emprender la peregrinación a Roma para el año
jubilar puede ser interesante hacer una celebración pe-
nitencial comunitaria, es decir, cuando se reconcilian varios
penitentes con confesión y absolución individual. Puede servir
el siguiente esquema, adaptado del Ritual de la penitencia.
1. Después de un canto apropiado y del saludo, el ministro
que preside la celebración expone a los presentes el motivo que
suscita la celebración, y los invita a orar; después de un breve
espacio de silencio concluye la oración:
V. Abre, Señor, nuestro corazón para escuchar hoy tu Pa-
labra de tal modo, que, al recibir el Evangelio de tu Hijo, por
su muerte y resurrección nos decidamos a caminar con una
vida renovada.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Lecturas
2. Primera lectura Rom 5,1-10
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
Así pues, habiendo sido justificados en virtud de la fe, esta-
mos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,
99
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta
gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la es-
peranza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso
en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce pa-
ciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, espe-
ranza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos
aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los
impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo;
por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir;
pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros
todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta
más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por
él salvados del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta
más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su
vida!
Palabra del Señor.
3. Salmo responsorial Sal 23,1b-2.3-4ab.5-6 (R.: cf. 6)
R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
V. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.
V. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.
100
Celebración penitencial |
V. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.
4. Evangelio Mt 5,1-12a
Lectura del santo evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se
sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les
enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
101
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persi-
gan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Ale-
graos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande
en el cielo».
Palabra del Señor.
5. Homilía
Examen de conciencia
6. Después de la homilía se tiene el examen de conciencia,
por ejemplo, según el texto que se encuentra en este mismo
Libro del peregrino. Es conveniente guardar un espacio de silen-
cio prolongado, para que cada uno pueda hacer el examen de
conciencia del modo más personal.
Acto penitencial
7. Después del examen de conciencia, el ministro que preside
invita a la oración diciendo estas o semejantes palabras:
Hermanos:
Jesucristo nos ha dado ejemplo para que sigamos sus hue-
llas. Dirijámosle nuestra oración con humildad y confianza
para que purifique nuestros corazones y nos conceda vivir se-
gún su Evangelio.
Las invocaciones pueden ser hechas por un diácono o, en
su defecto, por un lector.
102
Celebración penitencial |
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los pobres en
el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos»; pero no-
sotros vivimos demasiado pendientes de las riquezas e incluso
las buscamos injustamente. Cordero de Dios que quitas el pe-
cado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra»; pero nosotros vivimos en
mutua violencia y nuestro mundo está lleno de discordia y de
guerras. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados»; pero nosotros soportamos im-
pacientemente nuestras penas y nos preocupamos muy poco
de nuestros hermanos afligidos. Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados»;
pero nosotros tenemos poca sed de ti, fuente de toda santidad,
y nos desinteresamos de la justicia privada y pública. Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los misericor-
diosos, porque ellos alcanzarán misericordia»; pero nosotros no
queremos perdonar a los hermanos y juzgamos con severidad
103
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
a nuestros prójimos. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios»; pero nosotros servimos
a nuestras concupiscencias y a los deseos de los sentidos, y no
nos atrevemos a levantar hacia ti nuestros ojos. Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los que traba-
jan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”»,
pero nosotros no construimos la paz en nuestras familias, en
la sociedad, en la vida de los pueblos. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Señor Jesucristo, tú has dicho: «Dichosos los persegui-
dos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos»; pero nosotros preferimos caer en la injusticia en vez
de sufrir gustosos por causa de la justicia, y así discriminamos,
oprimimos y perseguimos a nuestros hermanos. Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
El presidente:
V. Invoquemos ahora al Señor nuestro Padre, para que nos
libre de todo mal y nos haga dignos de su reino:
R. Padre nuestro…
104
Celebración penitencial |
El presidente:
V. Señor Jesucristo, suave y humilde de corazón misericor-
dioso y pacífico, pobre e inmolado para nuestra justicia, que
por medio de la cruz llegaste a la gloria para mostrarnos el
camino de la salvación, concédenos recibir con gozo tu Evan-
gelio, y vivir según tu ejemplo, para ser coherederos y copar-
tícipes de tu reino por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Confesión y absolución individual
7. A continuación, los fieles se acercan a los sacerdotes que
se hallan en lugares adecuados y confiesan sus pecados, de
los que son absueltos cada penitente individualmente, una vez
impuesta y aceptada la correspondiente satisfacción.
Acción de gracias por la misericordia
de Dios
8. Acabadas las confesiones, se puede tener un canto de ac-
ción de gracias, como por ejemplo el Magníficat.
Bendición de los peregrinos
9. Si se juzga oportuno, antes de dar la bendición y despedir
a la asamblea, sobre todo si la peregrinación comienza inmi-
nentemente, se puede hacer la oración de bendición de los
peregrinos al inicio de la peregrinación:
105
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
V. Dios todopoderoso, que otorgas tu misericordia a los
que te aman y en ningún lugar estás lejos de los que te buscan,
asiste a tus servidores que emprenden esta piadosa peregri-
nación y dirige su camino según tu voluntad; de los peregri-
nos que de día los cubra tu sombra protectora y de noche los
alumbre la luz de tu gracia, para que, acompañados por ti,
puedan llegar felizmente al lugar de su destino. Por Jesucristo
nuestro Señor.
R. Amén.
10. Si se hace la bendición de los peregrinos, en vez de dar la
bendición final de la forma acostumbrada se hace como sigue:
V. El Señor dirija nuestro camino y lo haga próspero y
saludable.
R. Amén.
V. El Señor nos asista y se digne ser nuestro acompañante.
R. Amén.
V. Que el camino que ahora confiadamente emprendemos
lo terminemos felizmente con la ayuda de Dios.
R. Amén.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, + Padre, Hijo y
Espíritu Santo descienda sobre vosotros y os acompañe siem-
pre.
R. Amén.
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
106
Proyecto social
para el Jubileo 2025.
Víctimas de trata
de personas
y explotación sexual
y laboral
María Francisca Sánchez Vara
Secretaria técnica de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones
y Movilidad Humana
«D eclararéis santo el año cincuenta y promulgaréis por el
país liberación para todos sus habitantes» y «Si un her-
mano tuyo se empobrece y no se puede mantener, lo sustentarás
como al emigrante o al huésped, para que pueda vivir contigo».
En el capítulo 25 del libro del Levítico, encontramos el sentido
del compromiso para este jubileo en la concreción del proyecto
social: promulgar la liberación, acoger y sustentar a quien se
empobrece, por la razón que sea, haciendo referencia explícita
al emigrante, a quien viene a nosotros desde otros países.
El jubileo nos ofrece la oportunidad de realizar un ca-
mino de transformación del corazón, que se manifieste en
compromisos y acciones concretas que contribuyan a hacer
107
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
posible la acogida, la sanación y la liberación de quienes
la necesitan y, entre todos, contribuir a la transformación
y construcción del reino, un mundo habitable desde el
Evangelio de Jesucristo. El Secretariado para el Jubileo nos
propone un proyecto social, que nos permitirá, a quienes
peregrinemos y a todo el pueblo santo de Dios, conocer el
sufrimiento que padecen las víctimas de la trata de personas
y de la explotación sexual y laboral, y conocer el trabajo
de las entidades y proyectos que en la Iglesia acompañan y
dan respuesta a las distintas necesidades. El jubileo es una
invitación a reflexionar y orar por nuestras hermanas y her-
manos que sufren este delito, y se nos ofrecerá la posibilidad
de realizar una aportación económica que irá destinada a
los proyectos de estas entidades. También nos suscitará el
compromiso personal y comunitario.
En el discurso a los participantes en la Conferencia In-
ternacional sobre Trata de Personas el 10 de abril de 2014,
el papa Francisco formuló esta frase que se ha hecho célebre
y que condensa el alcance de esta problemática y sus conse-
cuencias: «La trata de seres humanos es una llaga en el cuerpo
de la humanidad contemporánea, una llaga en la carne de
Cristo». Una llaga que precisa de purificación para poder sa-
nar desde el fondo, desde lo más profundo del corazón. Una
llaga que tenemos que conocer y reconocer, que hunde sus
raíces en el agravio a la dignidad de la persona, en la viola-
ción de sus derechos fundamentales, en la explotación de seres
humanos.
Son numerosísimas las manifestaciones del papa Francis-
co sobre la trata de personas, antes incluso de su pontificado.
En su exhortación apostólica Evangelii gaudium, en el 211 del
apartado dedicado al cuidado de la fragilidad, dice así:
108
Proyecto social para el Jubileo 2025 |
Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las
diversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara
el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu her-
mano?» (Gen 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde
está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en
la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad,
en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido
formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de
complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades
está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen
las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda
y muda.
La pregunta es clara, directa y personal: ¿dónde está tu
hermano, tu hermana? Como miembros de la Iglesia, se nos
llama a defender siempre la dignidad de toda persona allí
donde no es valorada ni respetada, y ser signos de vida para
quienes han perdido la esperanza.
Signos de esperanza.
«Peregrinos de Esperanza».
Jubileo 2025
Ante el sufrimiento que genera la trata y la explotación, el
jubileo nos invita a ser signos de esperanza. «En medio de
la oscuridad se percibe una luz». La Iglesia se hace presente,
a través de congregaciones religiosas, proyectos de Cáritas y
comunidades cristianas, dando respuesta al grito de auxilio
de quienes sufren con la confianza que Dios siempre escu-
cha. A través de testimonios personales conoceremos caminos
de transformación y sanación, tanto de quienes acompañan
como de quienes son acompañados.
109
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
«Llamados a alcanzar la esperanza que nos da la gracia de
Dios, también estamos llamados a redescubrirla en los signos
de los tiempos». La trata de personas y la explotación que hoy
día siguen sufriendo muchas hermanas y hermanos es una
lacra, una forma de violencia presente en nuestras sociedades,
presente en muchos países y que genera cada año millones de
víctimas en todo el mundo. A lo largo del año jubilar, ponién-
donos en marcha, con la mirada en la meta, descubriremos la
acción de Dios, a través de testimonios de quienes fueron víc-
timas, sanaron y pudieron levantarse para seguir con sus vi-
das, son también para nosotros signos de esperanza, de vida,
de resurrección.
En el mensaje del papa Francisco a monseñor Fisichella,
presenta el jubileo como una oportunidad para «restablecer
un clima de esperanza y confianza». También se nos ofrece
una llamada concreta; que será posible «si no cerramos los
ojos» ante las diversas realidades de pobreza. Para poder ver,
es importante visibilizar estas situaciones, generalmente des-
conocidas o poco conocidas. Demos el paso en el camino del
peregrino jubilar, que nos lleve a conocer y aprender a reco-
nocer, prestar atención, reflexionar en profundidad sobre este
problema y el impacto demoledor que tiene en las personas
que la sufren, sobre la sociedad general e incluso en quienes
generan el dolor, y llevarlo a nuestra oración para que dé sus
frutos.
En el año 2015, el papa Francisco propuso por prime-
ra vez la celebración de la Jornada Mundial de Oración y
Reflexión contra la Trata, el 8 de febrero, día en el que la
Iglesia celebra la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita,
una mujer sudanesa que sufrió la esclavitud. La preparación
de esta Jornada está promovida por la Unión Internacional de
110
Proyecto social para el Jubileo 2025 |
Superiores Generales y coordinada por la Red Talitha Kum,
creada por la UISG. Cada año más personas y entidades en
todo el mundo se suman a esta iniciativa, manifestando así la
universalidad de la Iglesia unida por esta causa en cada rincón
del planeta.
En clave de un jubileo que nos invita a la esperanza, las
mujeres en situación de vulnerabilidad susceptibles de acabar
siendo víctimas, las víctimas de la trata de personas y de la
explotación, reclaman nuestra mirada y atención para acom-
pañar este peregrinaje. Un camino desde el sufrimiento a la
esperanza. Las líneas de actuación de este proyecto serán dar
a conocer, reflexionar y orar, el compromiso y la posibilidad
de realizar una aportación económica.
Visibilizar la realidad de la trata de personas en todas sus
vertientes, la explotación sexual y laboral que sufren muchas
mujeres y hombres, y que tiene como víctimas colaterales
también a sus hijos.
Un signo de los tiempos, un fenómeno creciente que so-
mete a millones de personas en todo el mundo, personas que
tienen en común el estar viviendo situaciones de vulnerabili-
dad o vivir en contextos difíciles, haciendo más fácil que pue-
dan ser captadas de diversos modos en su lugar de origen y
trasladadas al país de destino, donde su futuro acaba siendo
una vida de explotación y sometimiento, una nueva forma de
esclavitud.
La labor de la Iglesia consiste en dar a conocer esta rea-
lidad, contribuir a la prevención, acoger a las personas que
llegan a los proyectos rotas y heridas por el drama que han
vivido, acompañar sus procesos y restaurar su dignidad herida
y agraviada. Procesos en clave de resurrección y de vida, que
111
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
nos recuerdan que nuestro maestro es Jesús, que es quien da
vida y levanta a quien parece o se siente muerto, pero está
dormido:
Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de
los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar
les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está
muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a
todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes,
entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha
qumi (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se
levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y que-
daron fuera de sí llenos de estupor (Mc 5,41).
A través de este proyecto social daremos a conocer el tra-
bajo que la Iglesia viene realizando desde hace muchos años
en España por parte de las diversas congregaciones religiosas
y proyectos de Cáritas. Conoceremos también los desafíos y
retos que se nos presentan para, entre todos, caminar dispues-
tos y unidos en la lucha contra la trata y la explotación.
Reflexionar y orar. Se ofrecerán espacios y recursos para mo-
tivar la reflexión y la oración sobre estas realidades de sufri-
mientos que necesitan y reclaman de nosotros, como Iglesia,
ese «clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo
renacimiento», para ir moldeando también nuestra mirada y
tomar conciencia.
Compromiso. Para quienes deseen adquirir un compromiso
o implicarse de alguna manera, se facilitarán posibilidades y
opciones.
Aportación económica. Se ofrecerá la posibilidad de realizar
alguna aportación económica que revertirá en los diversos
proyectos, que siempre necesitan recursos para seguir dando
respuesta.
112
Proyecto social para el Jubileo 2025 |
La aportación se pondrá a través del portal www.donoa-
miiglesia.es. A través de este código QR y dirección URL se
puede acceder de forma directa:
https://www.donoamiiglesia.es/san/Home#!/donar/
789206e1-0c71-ef11-8243-005056a91f2d
El jubileo lleva implícita una transformación del cora-
zón y contribución a la transformación social para ser signos
de esperanza ante el sufrimiento de muchas personas. Este
proyecto supone por ello una invitación a conocer nuestra
realidad más próxima y el trabajo que estas entidades rea-
lizan, cómo lo realizan y desde dónde. Con estas claves y
orientaciones podremos, como pueblo de Dios que camina
atento a las periferias, colaborar y comprometernos para se-
guir dando respuesta a los desafíos y dificultades que se van
presentando.
Materiales
— Vídeos para presentar el proyecto.
— Junto a los vídeos facilitaremos un primer dosier con
materiales que nos sitúen en la realidad de la trata,
para facilitar la reflexión y motivar la oración personal
y comunitaria.
113
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
— Con motivo de la Jornada Mundial de Oración y Re-
flexión contra la Trata, 8 de febrero, día de santa Jo-
sefina Bakhita, pondremos a disposición los materiales
propios de la Campaña.
— A lo largo del año 2025, concretamente en mayo, sep-
tiembre y diciembre, se facilitarán el resto de los mate-
riales.
Todos estos materiales estarán disponibles en la web para
el Jubileo 2025 de la Conferencia Episcopal Española: www.
conferenciaepiscopal.es
Para más información, conviene ponerse en contacto con
los delegados diocesanos para el jubileo en cada diócesis.
114
Lectio divina
del encuentro de Jesús
con Zaqueo
1. Lectio
a) Introducción
En el contexto del Jubileo de la Esperanza con motivo de los
2025 años del nacimiento del Hijo de Dios ofrecemos esta lectio
divina, un momento orante iluminado por la Palabra encarna-
da que habla, que obra y que hoy quiere salir a tu encuentro y
hablarte al corazón.
Pide al Espíritu Santo que descienda sobre ti, que te dis-
ponga para escuchar esta palabra y que no se te quede indife-
rente el corazón, como no se quedó indiferente Zaqueo ante
la presencia y las palabras de Jesús.
b) Lectura del Evangelio
1
Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. 2En esto, un hom-
bre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, 3trataba de ver
quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque
era pequeño de estatura. 4Corriendo más adelante, se subió a
115
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. 5Jesús,
al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date
prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
6
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. 7Al ver
esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse
en casa de un pecador». 8Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si
he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». 9Jesús
le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también
este es hijo de Abrahán. 10Porque el Hijo del hombre ha venido
a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
c) Momentos de silencio
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e ilumi-
nar nuestra vida.
2. Meditatio
(Tomado este apartado de https://www.portalcarmelitano.org/)
a) Clave de lectura
En el relato del evangelio a Lucas le gusta mostrar la miseri-
cordia del Maestro hacia los pecadores y un ejemplo de ello
es Lc 19,1-10.
La narración de la conversión de Zaqueo nos demuestra
que ninguna condición humana es incompatible con la salva-
116
Lectio divina del encuentro de Jesús con Zaqueo |
ción: Hoy la salvación ha entrado en esta casa, porque tam-
bién este es hijo de Abrahán (Lc 19,9), declara Jesús.
El texto que abre el capítulo 19 viene después de las ense-
ñanzas y comportamientos de Jesús, que nos ha presentado
en el capítulo 18. En este capítulo encontramos la parábola
del fariseo que juzga y el publicano que se humilla delante de
Dios y pide perdón (Lc 18,9-14). En seguida tenemos la esce-
na de Jesús que acoge a los niños, advirtiendo a los discípulos
que a quien es pequeño como ellos le pertenece el reino de
Dios…; el que no acoge el reino de Dios como un niño no en-
trará en él (Lc 18,16-17). A renglón seguido Jesús demuestra
al rico notable que quiere alcanzar la vida eterna (Lc 18,18),
la necesidad de vender todo y distribuir los bienes a los pobres
para poder seguir a Jesús y obtener un tesoro en los cielos
(Lc 18,22). Sigue después la enseñanza de Jesús sobre las ri-
quezas que obstaculizan la salvación y la promesa de ser re-
compensados a aquellos que renuncian a todo por causa del
reino de Dios (Lc 18,24-30). Estas partes del capítulo 18 pare-
cen conducirnos al relato de la conversión de Zaqueo.
Antes de este relato siguen otros dos textos con detalles
importantes:
1. El tercer anuncio de la pasión donde una vez más Jesús
nos recuerda que andamos a Jerusalén (Lc 18,31). Parece
que Lucas quisiera meter todo en el contexto del sequela
Christi (seguimiento de Cristo); y
2. La curación del ciego de Jericó, que llamaba a Je-
sús, aunque la gente le impedía acercarse al Maestro
(Lc 18,35-39). Jesús, dando de nuevo la luz a los ojos
entenebrecidos, declara que la fe ha salvado a este cie-
go (Lc 18,42). Recobrada la vista, el ciego podía seguir
glorificando a Dios (Lc 18,43).
117
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Estos dos textos, junto a los precedentes, iluminan la na-
rración de la conversión de Zaqueo. En el relato encontramos
detalles sorprendentes que están ya presentes en los textos ci-
tados:
1. Zaqueo, un hombre rico, jefe de publicanos – Lc 19,2.
2. Trataba de ver a Jesús, pero a causa de la muchedum-
bre no lo conseguía – Lc 19,3.
3. Era pequeño de estatura – Lc 19,3.
4. El juicio de la muchedumbre que señala a Zaqueo
como pecador – Lc 19,7.
5. La distribución de los bienes a los pobres – Lc 19,8.
6. La declaración de Jesús diciendo que la salvación ha
entrado en casa de Zaqueo – Lc 19,9.
Zaqueo, pequeño de estatura, hombre rico, jefe de publi-
canos, acoge el reino de Dios como un niño. Humillándose y
arrepintiéndose de su pasado encuentra la salvación que viene
de Dios en Jesús Cristo Buen Samaritano (Lc 10,29-37) que
viene a nuestro encuentro, para buscar y salvar lo que estaba
perdido (Lc 19,10).
b) Tema para la reflexión personal
Colócate en silencio delante de la Palabra de Dios, reflexiona
sobre los textos presentados en esta clave de lectura. Pregún-
tate:
1. ¿Qué conexión existe entre estos textos?
2. ¿Qué significa la salvación para ti?
118
Lectio divina del encuentro de Jesús con Zaqueo |
3. Zaqueo, pequeño de estatura, nos muestra su dispo-
nibilidad para acoger a Jesús. ¿Qué haces tú para de-
mostrar tu disponibilidad para recibir la salvación
de Dios?
4. El gesto de Zaqueo nos recuerda la curiosidad de Moi-
sés que lo empuja hacia la zarza ardiente. También
Moisés encontró la salvación. ¿Te acercas tú al Señor?
¿Te sientes atraído por él?
5. Jesús va al encuentro de Zaqueo en su pecado y en su
casa le dona la salvación. ¿Cuál es tu atadura al pe-
cado? ¿Dejas que el Maestro entre en «tu casa» y se
encuentre allí contigo?
3. Oratio
Después de hacer un rato de silencio, dialoga con Jesús lo que
este texto y la meditación ha suscitado en tu interior. Expré-
sala como tú, al igual que Zaqueo, deseas encontrarte con él,
pero que también tienes dificultades. Pídele que avive tu deseo
de encontrarte con él o a él contigo, para vencerlas.
El conocía bien a Zaqueo, lo llamó por su nombre. También
te conoce a ti, te llama por tu nombre. Conoce tu historia, tus
«deudas», quizá mejor que tú. Pídele que te dé luz sobre ellas.
Mira tu vida con él, descubre qué tienes que compartir con los
pobres, quizá no sea dinero, pero sí tiempo, cualidades, espe-
ranzas…
Deja que Jesús entre en tu casa y habla con él como un
amigo con otro amigo.
119
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
4. Contemplatio
Después de guardar un rato de silencio repite varias veces en
tu interior: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar
lo que estaba perdido».
Experimenta la certeza de que Jesús ha venido a buscarte,
ha venido a salvarte.
120
Apéndice oracional
1. Oraciones del cristiano
Señal de la cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal. Amén.
121
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Avemaría
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecado-
res, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ven, Espíritu Santo
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
122
Apéndice oracional |
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
Madre del Redentor
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
123
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Salve, estrella del mar
Salve, estrella del mar,
santa madre de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Tú que has recibido
el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.
Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos,
aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres madre:
reciba nuestras súplicas
por medio de ti, aquel que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.
¡Oh, Virgen incomparable!
¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.
Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro;
para que, viendo a Jesús,
nos alegremos eternamente contigo.
Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo soberano
y también al Santo Espíritu,
a los tres un mismo honor. Amén.
124
Apéndice oracional |
Salve, reina de los cielos
Salve, reina de los cielos
y señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, oh, hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
Salve regina
Dios te salve, reina y madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clementísima, oh, piadosa, oh, dulce Virgen María!
125
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Ángelus
V. El ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es con-
tigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecado-
res, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María…
V. Y el Verbo de Dios se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…
V. Ruega por nosotros, santa madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo.
V. Oremos.
Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que,
quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la encarna-
ción de Cristo, tu Hijo, lleguemos, por su pasión y su cruz, a la
gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
126
Apéndice oracional |
Regina cæli
V. Reina del cielo alégrate; aleluya.
R. Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
V. Ha resucitado según su palabra; aleluya.
R. Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.
V. Oremos.
Oh, Dios, que has llenado el mundo de alegría por la resu-
rrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, concédenos, por
intercesión de su madre, la Virgen María, alcanzar los gozos
eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
2. La fe cristiana
Credo niceno-constantinopolitano
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, naci-
do del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz,
Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de
la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que
127
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del
cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resu-
citó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está
sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que pro-
cede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe
una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro. Amén.
Credo apostólico
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la
tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de san-
ta María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al
tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está
sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la co-
munión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrec-
ción de la carne y la vida eterna. Amén.
128
Apéndice oracional |
3. Salmos y cánticos bíblicos
Salmo 22. El buen pastor
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Salmo 50. Misericordia, Dios mío
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
129
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh, Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
130
Apéndice oracional |
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sion,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Salmo 129. Desde lo hondo a ti grito, Señor
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
131
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Cántico de los tres jóvenes (Dan 3,57.88.56)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con
himnos por los siglos;
cielos, bendecid al Señor; ángeles del Señor, bendecid al
Señor;
aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor,
bendecid al Señor;
sol y lunas, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al
Señor;
lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al
Señor;
fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al
Señor;
rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos,
bendecid al Señor;
escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid
al Señor;
luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al
Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la
tierra, bendecid al Señor;
manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al
Señor;
cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid
al Señor;
fieras y ganados, bendecid al Señor; hijos de los hombres,
bendecid al Señor.
Bendiga Israel al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor,
bendecid al Señor;
132
Apéndice oracional |
almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor,
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo;
ensalcémoslos con himnos por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por
los siglos.
Benedictus (Lc 1,68-79)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y re-
dimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde
antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la
mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y
el juramento que juró a nuestro padre Abrahán
para concedernos que, libres de temor, arrancados de la
mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en
su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su
pueblo la salvación por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará
el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en ti-
nieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por
el camino de la paz.
133
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Magníficat (Lc 1,46b-55)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu
en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es
santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en ge-
neración.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres— en favor de
Abrahán y su descendencia por siempre.
Nunc dimittis (Lc 2,29-32)
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse
en paz.
Porque mis ojos han visto a su salvador, a quien has presen-
tado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Is-
rael.
134
Apéndice oracional |
4. Plegarias
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame
y mándame ir a ti para que con tus santos te alabe,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración por la paz de san Francisco
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
135
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido como comprender;
ser amado como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
5. Devociones
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios
se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Vir-
gen sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y cora-
zón. Mírame con compasión, no me dejes, madre mía. Amén.
Oración a la bienaventurada
Virgen María de san Bernardo
Recuerda, bondadosa Virgen María, que jamás se ha oído de-
cir que haya sido abandonado ninguno de cuantos han acu-
dido a ti, implorando tu ayuda. Animado con esta confianza,
acudo a ti, madre, Virgen por excelencia, y, arrepentido de
mis pecados, me atrevo a presentarme ante ti. No deseches
mis súplicas, Madre de la Palabra encarnada; antes bien, es-
cúchalas y acógelas con bondad. Amén.
136
Apéndice oracional |
Santo rosario
Misterios gozosos (lunes y sábado)
1. La encarnación del Hijo de Dios.
2. La visitación de nuestra señora a su prima santa Isabel.
3. El nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén.
4. La presentación de Jesús en el Ttemplo.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo.
Misterios dolorosos (martes y viernes)
1. La oración en el huerto.
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
3. La coronación de espinas.
4. Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario.
5. La crucifixión y muerte de Jesús.
Misterios gloriosos (miércoles y domingo)
1. La resurrección del Hijo de Dios.
2. La ascensión del Señor al cielo.
3. La venida del Espíritu Santo.
4. La asunción de María al cielo.
5. La coronación de María como reina y señora de todo lo
creado.
137
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Misterios luminosos (jueves)
1. El bautismo en el Jordán.
2. Las bodas de Caná.
3. El anuncio del reino de Dios.
4. La transfiguración.
5. La institución de la eucaristía.
Letanías de la Virgen
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Madre de misericordia, ruega por nosotros.
Madre de la divina gracia, ruega por nosotros.
Madre de la esperanza, ruega por nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre siempre virgen, ruega por nosotros.
Madre inmaculada, ruega por nosotros.
138
Apéndice oracional |
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen digna de veneración, ruega por nosotros.
Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Trono de sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso digno de honor, ruega por nosotros.
Vaso de insigne devoción, ruega por nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la alianza, ruega por nosotros.
Puerta del cielo, ruega por nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina de los ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los profetas, ruega por nosotros.
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los mártires, ruega por nosotros.
139
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
Reina de los confesores, ruega por nosotros.
Reina de las vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta a los cielos, ruega por nosotros.
Reina de santísimo rosario, ruega por nosotros.
Reina de la familia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
V. Ruega por nosotros, santa madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración
V. Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para
que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la
encarnación de Cristo, tu Hijo, lleguemos, por su pasión y
su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R. Amén.
Acto de contrición
Jesús, mi Señor y redentor, yo me arrepiento de todos los pe-
cados que he cometido hasta hoy y me pesa de todo corazón
porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo
140
Apéndice oracional |
firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita
misericordia me has de conceder el perdón de mis pecados y
me has de llevar a la vida eterna.
141
Índice
Presentación
Francisco Julián Romero Galván................................... 7
Oración del jubileo
Francisco.......................................................................... 9
Introducción
Mons. Bernardito Auza................................................... 11
Peregrinos de Esperanza
Mons. Luis J. Argüello García........................................ 19
Jesucristo, esperanza nuestra
Mons. José Rico Pavés...................................................... 27
1. El testimonio del discípulo amado y el fundamento
de la esperanza.......................................................... 29
2. Confesar con san Pablo: Jesucristo es nuestra
esperanza.................................................................. 35
3. Obrar la misericordia para ver a Jesús...................... 39
Conclusión: Madre de la Esperanza............................. 43
Celebrar la fe de la Iglesia
Mons. José Leonardo Lemos Montanet......................... 47
1. Celebrar un jubileo................................................... 47
2. La puerta santa......................................................... 48
143
| Guía del peregrino del Jubileo 2025
3. La peregrinación....................................................... 53
4. Otras celebraciones litúrgicas en el jubileo............... 55
5. La indulgencia plenaria............................................ 58
Compromiso social del Jubileo 2025.
Dispuestos a cambiar el mundo
Mons. Jesús Fernández González................................... 63
1. Fe, esperanza y amor caminan unidos...................... 65
2. Signos y retos para la esperanza............................... 67
3. Alentar la fe y la esperanza para transformar
el mundo................................................................... 76
4. Algunas propuestas esperanzadoras......................... 78
Conclusión.................................................................... 79
Sobre la concesión de la indulgencia durante
el jubileo ordinario del año 2025 convocado
por su santidad el papa Francisco
Angelo Card. De Donatis
Mons. Krzysztof Nykiel.................................................. 81
1. En las sagradas peregrinaciones............................... 83
2. En las pías visitas a los lugares sagrados................... 84
3. En las obras de misericordia y de penitencia............ 86
Examen de conciencia....................................................... 91
1. El pecado que daña nuestra relación filial con Dios... 93
2. El pecado que daña nuestra relación fraternal
con los demás............................................................ 94
3. El pecado que daña nuestra libertad de hijos
de Dios...................................................................... 97
144
Índice |
Celebración penitencial..................................................... 99
Lecturas......................................................................... 99
Examen de conciencia.................................................. 102
Acto penitencial............................................................ 102
Confesión y absolución individual................................ 105
Acción de gracias por la misericordia de Dios.............. 105
Bendición de los peregrinos.......................................... 105
Proyecto social para el Jubileo 2025. Víctimas de trata
de personas y explotación sexual y laboral
María Francisca Sánchez Vara....................................... 107
Signos de esperanza. «Peregrinos de Esperanza».
Jubileo 2025.................................................................. 109
Materiales...................................................................... 113
Lectio divina del encuentro de Jesús con Zaqueo................. 115
1. Lectio.......................................................................... 115
2. Meditatio..................................................................... 116
3. Oratio......................................................................... 119
4. Contemplatio................................................................ 120
Apéndice oracional............................................................ 121
1. Oraciones del cristiano............................................. 121
2. La fe cristiana............................................................ 127
3. Salmos y cánticos bíblicos......................................... 129
4. Plegarias.................................................................... 135
5. Devociones................................................................ 136
145
Editorial EDICE
Conferencia Episcopal Española
Edificio «Sedes Sapientiae»
c/ Manuel Uribe, 4 - 28033 Madrid
Tlf.: 91 171 73 99
Correo electrónico: [email protected]
Noverim me, noverim Te
peregrinos de esperanza
Jubileo ordinario del año 2025
Guía del peregrino
JUBILEO Jubileo ordinario del año 2025
2025
¡ATRAVIESA EL UMBRAL Guía del peregrino
Y DÉJATE GUIAR POR JESÚS!