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Cátedra: Historia Antigua

Profesor: Raúl Buono-Core


Ayudante: Fernanda Plaza
I semestre, 2021

EL DESARROLLO DE LAS POLIS


Y LA DEMOCRACIA ATENIENSE

Catalina Araya Rojas


22 de mayo, 2021
La civilización griega, sus antepasados, historia y cultura fueron la base del
desarrollo de la cultura occidental, y sus innumerables aportes a la humanidad en
distintos ámbitos la convierten en una de las civilizaciones más importantes de la
historia. Arte, poesía, literatura, filosofía, arquitectura, matemáticas, física,
astronomía, medicina e historia podemos rescatar hoy en día de los griegos, sin
embargo, el propósito de este ensayo es indagar en lo más profundo un elemento
más que relevante tanto en lo político como en lo económico y social: la polis, su
desarrollo en distintas etapas, cómo se constituyeron como base de la
democracia, principalmente en Atenas, y las características que comparte con los
sistemas que se han desarrollado hoy en día.

Las póleis griegas eran ciudades-estado jurídicamente soberanas y autónomas,


pese a tener extensión territorial similar, estructura social, lengua, costumbres y
creencias en común. Consideradas el centro político, social, administrativo e
incluso religioso de los griegos, estas se desarrollaron a lo largo de distintos
períodos de la historia de Grecia, y perduraron hasta la imposición del dominio
romano.

Pero ¿Cuál es el origen de las póleis?

Según Sócrates, la ciudad “debe su nacimiento a la impotencia en la que se


encuentra el individuo de bastarse a sí mismo y a la necesidad que experimenta
de mil cosas”, por lo tanto, es posible afirmar que la relación ciudad-civilización fue
indispensable en el proceso de formación de una ciudad, y nace naturalmente de
cada individuo, como plantea Aristóteles cuando afirma que el hombre es social
por naturaleza. La ciudad nace entonces como una forma de relacionarse, de
convivir organizadamente entre ciudadanos en un espacio definido, y alcanzar así
su desarrollo moral. La ciudad es el conjunto de los individuos que la componen.

Por otro lado, históricamente, la idea de la polis nació entre finales de la Edad
Oscura (750-800 a.C.) y la Época Arcaica (800-500 a.C.), alcanzando en la Grecia
Clásica (500-338 a.C.) su máximo esplendor. Surge mediante un proceso de
sinecismo, de cohabitación, un proceso político, espacial, social y religioso, donde
ocurre una especie de unificación del mundo urbano con el rural donde se
desarrollaron las relaciones entre labradores y terratenientes a partir de las
condiciones de vida de la época, después de la caída de los Micénicos, cuando
empiezan a surgir estos considerables núcleos de población. Debido a lo anterior,
un sistema de gobierno unificado para todo el territorio era difícil que perdurara,
por lo que requerían un sistema efectivo que cumpliera los anhelos de protección y
limitación de fronteras, pero al mismo tiempo fuera eficiente en la organización de
su territorio.

La ciudad-estado se puede considerar incluso heredera de la organización política


desarrollada en las civilizaciones previas a los griegos, desaparecidas en el
comienzo de la edad oscura. Por ejemplo, la civilización minoica, que se desarrolló
entre el 2600 y el 1450 a. C. en Creta, estableció palacios a lo largo de la isla. Se
considera que en el Minoico Medio I (2000-1900 a.C.), comienza una expansión
colonial, donde se erigen los primeros palacios, entre ellos el palacio de Festos, o
la reconstrucción de Cnosos, palacio ejemplar de la construcción íntegra que
caracterizaba la arquitectura de la época, y que sería la base para las futuras
construcciones.

Su organización política, por tanto, no consistía en un Estado unificado, sino varios


reinos integrados por una ciudad, donde se encontraba el centro de la
administración política y económica, y un espacio rural al rededor, donde se
practicaba la agricultura y la ganadería. A partir de esto, y debido a las
características en común y al legado en distintos ámbitos de la civilización
minoica, se puede afirmar que las poleis nacen de esta idea de establecer
ciudades autónomas e independientes, pero pertenecientes a la misma cultura, lo
que también fue rescatado por los micénicos, la civilización predominante antes
del comienzo de la Edad Oscura.

Retomando lo anterior, será en esta época cuando se produzca el nacimiento de


las ciudades-estado griegas. Prueba de esto sería la aparición de estas ciudades
en los poemas homéricos, escritos al final de esta época. Por ejemplo, en la
Odisea (canto VII) se habla de las “grandes murallas elevadas, ajustadas con
piedras” que contempla Odiseo, haciendo referencia a ciudades fortificadas,
además de templo, puerto y lugares de reunión para la celebración de asambleas,
a lo largo de la obra, siendo estas características propias de las póleis.
La Odisea junto a la Ilíada, ambas obras de Homero, son consideradas uno de los
pocos registros que se tiene de la Edad Oscura, no se puede considerar lo
narrado o descrito en ellas totalmente verídico, pero fueron la base para explicar
numerosas incógnitas que nos dejó esta época. Por lo tanto, el origen exacto de
la polis es una incertidumbre más de las que nos dejó este periodo escaso de
registros.

Existen otras teorías que tratan de explicar el origen de las ciudades, como el
desarrollo de la metalurgia del hierro, que impulsaría la agricultura, el comercio y,
por lo tanto, las relaciones sociales. Junto a esto, la evolución cultural y mercantil
de la sociedad griega a finales de la Edad Oscura pudo haber facilitado el contacto
con otros pueblos, que, hipotéticamente hablando, influyó en la organización social
y en otros ámbitos. Un ejemplo de esto son los Fenicios y sus sistemas de
gobierno de ciudades independientes, que pudieron haber sido referentes para los
comerciantes griegos que establecieron relaciones con ellos.

También se pueden considerar los cambios sociales y el surgimiento de la idea de


un gobierno en el que se tuviera más presente a los comerciantes y otros grupos
sociales, en otras palabras, anhelos de un gobierno de todos. Surge también la
necesidad de reemplazar el sistema económico basado en la autarquía por uno
donde se establecieran relaciones comerciales, intercambio de mercancías y
aspectos culturales, lo que llevaría haría necesario el incremento de la producción
agrícola.

Geográficamente, el establecimiento de nuevas civilizaciones en espacios donde


se desarrollaron las antiguas ciudades micénicas pudo haber influenciado en
adoptar su forma de organización. El haber permanecido la población en una
misma región respecto épocas anteriores pudo traducirse en una remanencia
cultural y política del pasado, lo que estimuló el nacimiento de las nuevas
ciudades-estado.
Demográficamente, el surgimiento de una mayor densidad de población en
regiones con un mayor número de templos y santuarios locales también puede ser
considerado causa del surgimiento de la polis, debido a que produjo nuevas
estructuras económicas y sociopolíticas.

Sin embargo, no podemos referirnos a la polis como tal hasta la Época Arcaica,
período de la historia de la Antigua Grecia que se extiende aproximadamente
entre el 750 y el 490 a.C., dejando atrás la Edad Oscura. Este período supone el
momento decisivo de formación de los grandes logros alcanzados por la
civilización griega a nivel político, cultural e intelectual en los siglos posteriores,
como el caso de la consolidación de las póleis.

Tal como afirmaba Aristóteles, “la comunidad perfecta de varias aldeas es la


ciudad, la polis que tiene ya, por así decirlo, el nivel más alto de autosuficiencia
que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para el vivir bien.”
Efectivamente, la ciudad estaba perfectamente construida, teniendo variadas
funciones y lo más importante, establecía espacios para que el hombre, el
politikón zóion, o animal social, se relacionara socialmente, ya sea por el mercado,
el teatro, o reuniones sociales, cubriendo una de sus necesidades principales.

Fue esta reunión de distintas clases o espacios


(rural y urbano) la que desarrolló la ciudad y constituyó la base de su subsistencia.
Por esto, se reconocen distintas partes de la polis donde se desarrollaban
actividades especificas adaptadas a sus características geográficas.
La parte alta o Acrópolis, corresponde a una colina fortificada en el lugar más alto
de la ciudad. Aquí se ubicaban los edificios religiosos y refugios en caso de
ataques enemigos. Por otro lado, la parte baja es la parte más plana de la ciudad,
donde se encontraban las viviendas, tiendas, y edificios públicos, los cuales se
distribuían alrededor del ágora. Esta plaza cumplía la función de espacio público
donde se desarrollaba la vida pública, comercial y religiosa, y por ella pasaban los
principales caminos sacrosantos, otorgándole gran importancia. Limitaba con dos
elementos importantes de la ciudad: el Areópago, o Colina de Ares, que
corresponde a un monte situado al oeste de la ciudad utilizado como sede del
Consejo, y con la colina del mercado al Oeste.

El ágora es considerada como el “motor de la polis”, debido a las actividades que


se desarrollaban en ella, era el lugar para el ocio, comercio, para la democracia,
donde se encuentran los edificios más representativos.

En un principio, estas polis estaban gobernadas por jefes locales, por lo que la
participación del pueblo en la vida política estaba muy limitada. Después, el poder
pasó a manos de familias ricas y privilegiadas, no por reyes, como en siglos
anteriores, sino que quedó en manos de los que tenían tierras y aseguraban la
defensa de la comunidad, los “aristoi”, “los mejores” (de aquí procede la palabra
aristocracia, “el gobierno de los mejores”).
Sin embargo, desde mediados del siglo VII a.C., debido a conflictos sociales que
derivaron a una crisis política y social, el gobierno de los mejores se volvió
obsoleto, surgiendo así nuevas formas de organizarse social y políticamente. Los
aristócratas monopolizaron las instituciones y el poder, ejercían poder dominante
sobre los campesinos y artesanos, lo que produjo descontento social y derivó al
desarrollo de sistemas de gobierno consideradas tiranías, gobiernos de un rey
soberano. Teniendo una connotación distinta a la actual, el tirano era un
gobernante que se hacía del poder a partir de una revuelta social, la que podría
haberse generado principalmente por el descontento que producía la pobreza que
se vivía en la época. El tirano era un aristócrata consciente de la necesidad de
aplicar ideas diferentes a la organización sociopolítica tradicional, llevando a cabo
innovaciones y reformas que pudieran superar la situación.

Por ejemplo, Pisístrato de Atenas, contando con múltiples recursos como una
tropa de guardias, mercenarios y soldados, realizó tres intentos de golpes de
Estado, y una vez lograda la toma de poder, confiscó las tierras de los nobles para
repartirlas entre los campesinos pobres.

Pisístrato fue expulsado, volviendo casi 10 años después a gobernar. Esta vez,
evitando el enfrentamiento directo con los nobles terratenientes, buscando
soluciones tanto para ellos como para los comerciantes y artesanos. Entre sus
principales obras, se encuentra el fomento de construcción de diversas obras,
como templos, canales y caminos en la ciudad de Atenas, con el objetivo de crear
riqueza y generar empleo. Así, convirtió la ciudad en un centro cultural y artístico,
e incentivó la expansión marítima.

Otro ejemplo fue Cípselo, tirano de Corinto, cuya toma de poder estuvo
acompañada de actos violentos contra los ricos. Asesinó y desterró a muchos, y
confiscó sus tierras, redistribuyéndolas entre los ciudadanos más pobres, proceso
que se asimila a lo que hoy en día se considera expropiación, actividad propia, por
ejemplo, de una reforma agraria.
Los tiranos promulgaron leyes destinadas a restringir el poder y los privilegios de
la aristocracia, como las leyes suntuarias, cuyo propósito era regular el consumo
excesivos en lujos, como vestimenta, alimentos y mobiliario. La intención de
implementar estas leyes era regular las jerarquías sociales controlando sus
gastos. Por ejemplo, el Código Locriano de Zaleuco, legislador griego del período
en cuestión, que corresponde al primer código de leyes escrito de la civilización
griega. En este estipulaba que “una mujer nacida libre no puede estar
acompañada por más de una esclava, a menos que esté borracha; no puede
abandonar la ciudad durante la noche, a menos que esté planeando cometer
adulterio; ella no puede usar joyas de oro o una prenda con borde morado, a
menos que sea una cortesana; y un esposo no puede usar un anillo con
incrustaciones de oro o un manto a la moda de Milesia a menos que esté
propenso a la prostitución o el adulterio”, limitando el uso innecesario de lujos que
caracterizaba a la aristocracia. Además, prohibía el consumo de vino sin diluir
excepto por motivos medicinales, controlando también los vicios.

Por otro lado, los grandes programas de construcciones de templos, edificios,


puertos y fortificaciones, o servicios urbanos como el suministro de agua o el
sistema de drenaje, convirtieron las capitales de las póleis en grandes ciudades,
desarrollando constantemente el comercio y la artesanía.

Cabe destacar que ninguno de estos tiranos podría haberse hecho con el poder en
sus respectivas poleis sin el apoyo de los propios ciudadanos. Como ya fue
mencionado, el tirano llegaba al poder de una forma ilegal, pero era considerado el
representante del pueblo. Más allá de los recursos, la base del triunfo del tirano
era contar con la pasividad y el apoyo de los ciudadanos, y la negativa de los
soldados a defender a los nobles.

Entre los años 500 y 338 a.C aproximadamente, se desarrolló una nueva etapa en
la historia de Grecia, la Edad Clásica. En este período los griegos se ven
envueltos en numerosos conflictos, como la guerra del Peloponeso y las guerras
Médicas. Sin embargo, por otra parte, la polis se vuelve la cuna del sistema de
gobierno democrático, sustituyendo la oligarquía, o aristocracia, y la tiranía. Este
no fue el caso de Esparta, que continuó siendo gobernada por una minoría, sin
embargo, otras ciudades como Atenas sufrieron transformaciones a partir de este
nuevo sistema. De esta forma, Atenas se convierte en la principal polis de la
civilización griega, la más importante y un ejemplo a seguir por las otras poleis.

La historia de Atenas se extiende por más de 3000 años, siendo ya una


civilización importante en la época de los micénicos, hacia el 1400 a.C, lo que la
convierte en una de las ciudades habitadas más antiguas. Durante la época
clásica, se estableció como una poderosa ciudad, y jugó un rol fundamental en el
desarrollo de la democracia, además de ser la ciudad natal de grandes artista,
escritores y filósofos, como Platón, quien fundó la Academia de Atenas, escuela
filosófica donde tuvo como alumno a Aristóteles, uno de los filósofos más
importantes e influyentes de la historia.

Estas contribuciones de Atenas al pensamiento de su época tuvieron una gran


influencia en el desarrollo de Grecia, el imperio Romano y la cultura occidental,
siendo uno de los aspectos más importantes la organización social en las cuales
sus ciudadanos conformaban estructuras fundamentales de orden social en el
marco de normas, tradiciones y cultura. Atenas constituyó el mejor ejemplo de
polis con gobierno democrático. Durante la antigüedad, solo los griegos se rigieron
por ese tipo de gobierno, el resto de las civilizaciones, hasta la modernidad, fueron
dirigidas por regímenes autoritarios. Por lo tanto, Grecia es considerada autentica
y excepcional, la cuna de la democracia.

Democracia es el gobierno del pueblo, hace referencia a la participación


del pueblo (no de uno, o unos pocos) en la política. La democracia desarrollada en
Atenas en la época clásica se basa en que los hombres libres eran capaces de
tomar decisiones en conjunto, en base a principios y creencias comunes, en busca
de la plenitud personal, con una serie de elementos propios para lograrla.

La democracia griega estaba conformada por tres órganos de gobierno: la


Ekklesía, la Boule y la Dikasteria. La primera, también conocida como la Asamblea
del pueblo, fue el órgano principal y soberano del gobierno ateniense. Esta
institución sería comparable a la de los parlamentos actuales en las democracias
modernas, el poder legislativo de la época. En la ἐκκλησία (asamblea) se decidía
sobre leyes, se elegían magistrados y se tomaban decisiones en contexto de
guerra. Los asistentes podían hablar libremente, y votaban a mano alzada o
metiendo una piedra blanca o negra dentro de una urna. Se trataba de una
democracia directa y no representativa, como la que se utiliza hoy en día en gran
parte del mundo.

Cualquier ciudadano, hombre libre, varón, adulto, mayor de 20 años, podía. La


Ekklesía era un club exclusivo, y las mujeres, los esclavos y residentes extranjeros
tenían prohibida su participación, ya que no gozaban de la condición de
ciudadanos.

Todo individuo que quisiera que su voz y voto fueran escuchadas tenía que acudir
presencialmente al lugar de reunión. En el s.V a.C. llegó a estar formada por
43.000 personas, pero realmente sólo acudían a ella los ciudadanos que
disponían de suficientes recursos para dejar el trabajo durante las reuniones. De
hecho, dado el gran privilegio y suerte que implicaba ser elegido, el no querer
asistir a la Ekklesía no era bien visto, quienes no iban eran conocidos como
“idiotai”, en cuyo sentido más literal y clásico significa algo así como “ciudadano
privado”. Esta palabra es el origen etimológico de “idiota”.

La segunda institución en cuestión es la Boule, o Consejo, que vendría a ejercer


de poder ejecutivo. El principal objetivo de esta institución era llevar a cabo el
poder práctico del gobierno, reuniéndose de forma frecuente para decidir qué
temas serían los que se discutirían en la Ekklesía.

Consistía en un consejo conformado por 500 hombres. Estos procedían de las 10


tribus atenienses, quienes enviaban a 50 hombres, seleccionados por sorteo, para
ser representadas. Los hombres elegidos debían servir en el consejo durante un
año. En la Ilíada de Homero, la Bolue es la asamblea de los jefes, que discuten
sobre cuestiones de estrategia y de gobierno.

Por último, la Dikasteria era los tribunales populares, sirviendo como rama judicial
de la antigua Atenas. Tenía 500 hombres como la Boule, que ejercían como lo que
hoy en día denominamos jurado, y también eran seleccionados por sorteo. Para
ser elegible como jurado se tenía que ser mayor de 30 años.

Si bien hoy en día es la democracia el sistema de gobierno más extendido en los


países occidentales, tomando raíces en la antigua Atenas, no son pocas las
diferencias entre la democracia griega y las actuales. La democracia ateniense era
de participación directa, mediante una asamblea, mientras que actualmente es de
carácter representativa, con participación indirecta de los ciudadanos, además de
que las mujeres no figuraban en este sistema, como sí ocurre hoy en día.

El sistema democrático ateniense alcanzó su máximo apogeo en tiempos de


Pericles, militar y gobernante de gran influencia y prestigio, quien también instauró
las bases de la ciudadanía.

Fue a finales del siglo VI a.C. cuando se estableció la democracia griega como tal,
gracias a las reformas de Clístenes. Estableció la división del país en demos,
municipios que tenían asamblea, magistrados y administración propia, rompiendo
el poder que ejercían los aristócratas en la toma de decisiones políticas. Con esta
reforma, logró que las decisiones se tomaran por los atenienses en tribus, en
función del lugar en donde vivían, no de su riqueza.

Efialtes y Pericles también hicieron importantes contribuciones al desarrollo de la


democracia griega durante el siglo V a.C. Sus reformas le otorgaron a los
estamentos más pobres de la población ateniense el poder de dar su opinión y
gozar de más derechos, participando más en el poder político.

Los años en los que Atenas fue una democracia son conocidos como su época
dorada. Sin embargo, la enemistad con Esparta, y las guerras que tuvo que
enfrentar en esta época, debilitaron a las instituciones atenienses. Con Pericles,
que gobernó con integridad y sabiduría durante cuarenta años, Atenas conoció un
esplendor que se tornó en anarquía a la muerte de éste. Después, la demagogia y
la falta de prudencia hicieron decaer a la ciudad lentamente.

Pese todo esto, la democracia griega permaneció viva durante casi un siglo,
incluso después del fin de la guerra del Peloponeso y de la derrota de Atenas. La
democracia perduró hasta el 322 a. C., año en el que Macedonia acabó finalmente
con toda institución democrática.

En conclusión, la historia de la creación de la polis es más que extraordinaria. El


desarrollo, las transformaciones que sufrieron, adaptándose al contexto histórico,
político y social por el que Grecia estaba pasando en cada época de su historia
hace de cada una de ellas un objeto de estudio interesante y ejemplar. La historia
de la civilización griega en sí es sin duda alguna indispensable para la cultura
actual, y es necesario conocerla desde su origen para comprender su importancia.

A medida que se profundiza más en las actividades llevadas a cabo por los
griegos en las póleis, podemos notar cada vez más similitudes entre su civilización
y la nuestra, demostrando y reafirmando que la cultura occidental tiene sus bases
en la griega. La polis es un concepto más allá de su definición, es mucho más que
una ciudad estado, ya que fue una respuesta, una propuesta, un concepto que
evolucionó con el tiempo, donde se desarrollaron y relacionaron sus habitantes por
siglos, las póleis fueron testigo de su historia, fueron refugios en guerra, ejemplos
a seguir, sinónimos de fuerza, unión, estabilidad y poder.

Episodios como la toma de poder por parte de los tiranos también se pueden
comparar con acontecimientos contemporáneos, al igual que la idea de equidad
de recursos e igualdad de derechos, y las medidas tomadas para llevar a cabo
estos anhelos. También podemos rescatar elementos que nos dejaron los griegos,
y que con el tiempo se fueron transformando para bien o para mal, en el ámbito
político, por ejemplo, la democracia ateniense fue un sistema donde no existían
partidos políticos, lo cual hoy en día es bastante común en todos los sistemas
democráticos del mundo.

Los griegos son el ejemplo de que el hombre es el protagonista de su historia, es


quien construye civilizaciones, establece relaciones con otros hombres y puede
lograr cambios temporales y permanentes en la historia de la humanidad. La
sociedad, el estado, la historia no son más que los hombres que las componen.

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