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La Electricidad Del Cerebro

Este documento presenta una introducción a los secretos de la actividad cerebral. Explica brevemente la relación entre la electricidad y la vida, desde los orígenes de la vida en la Tierra hasta el descubrimiento de que la electricidad es la forma en que las neuronas se comunican en el cerebro. También resume el progreso del conocimiento humano sobre la electricidad en el cuerpo y cómo las nuevas tecnologías permiten observar y comprender mejor el funcionamiento del cerebro a nivel neuronal.
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La Electricidad Del Cerebro

Este documento presenta una introducción a los secretos de la actividad cerebral. Explica brevemente la relación entre la electricidad y la vida, desde los orígenes de la vida en la Tierra hasta el descubrimiento de que la electricidad es la forma en que las neuronas se comunican en el cerebro. También resume el progreso del conocimiento humano sobre la electricidad en el cuerpo y cómo las nuevas tecnologías permiten observar y comprender mejor el funcionamiento del cerebro a nivel neuronal.
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LA

Los secretos de la actividad cerebral

CIENCIA&
CEREBRO
A Bob Barlow, Pancho Vare la y Pepe Mira que ya no están
pero que han inspirado, como si estuvieran, la escritura de este libro.

Dirección científica: Javier DeFelipe

© Juan Vicente Sánchez Andrés por el texto


© 2017, RBA Coleccionables, S.A.U.

Realización: EDITEC
Diseño cubierta: [Link] comunicació grafica
Diseño interior: tactilestudio
© Ilustraciones: Francisco Javier Guarga Aragón
Fotografías: Shutterstock: cubierta; Archivo RBA: 27, 8li; Age Fotostock:
33, 87a, 131bd; Cordon Press: 57; Xavier Gigandet et. al.; Gigandet X.,
Hagmann P., Kurant M., Cammoun L., Meuli R., et al.: 73; Laboratorio de
Javier DeFelipe: 81d; Science Photo Library: 87b; Getty: 131abi.

ISBN (OC): 978-84-473-9071-7


ISBN: 978-84-473-9259-9
Depósito legal: B.5081-2018

Impreso en Liberdúplex
Impreso en España - Printed in Spain

Para México
Edita
RBA Editores México, S. de R.L. de C.V. Av. Patriotismo 229, piso 8,
Col. San Pedro de los Pinos, CP 03800, Deleg. Benito Juárez,
Ciudad de México, México
Fecha primera publicación en México: noviembre 2020.
Editada, publicada e importada por RBA Editores México, S. de R.L. de
C.V. Av. Patriotismo 229, piso 8, Col. San Pedro de los Pinos, CP 03800,
Deleg. Benito Juárez, Ciudad de México, México
Impresa en Liberdúplex, Crta. BV-2249, Km. 7.4, Poi. Ind. Torrentfondo
08791 Sant Lloren<;: d'Hortons, Barcelona

ISBN: 978-607-556-089-2 (Obra completa)


ISBN: En trámite (Libro)

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de


esta publicación puede ser reproducida, almacenada
o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.
Introducción 7

01 De la neurona biológica a la artificial 13

02 Circuitos neuronales, la clave


de la función cerebral 45

03 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 77

La electricidad del futuro:


las interfaces 105

Lecturas recomendadas 137

Índice 139
INTRODUCCIÓN

n el Evangelio de Lucas, Jesús decía a los setenta que envió de-


E lante de Él: «Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del cielo».
Esta es la imagen que los antiguos tenían de la electricidad como
una energía con capacidad destructora. Aún no podían saber que
millones de años atrás esa energía había sido dominada por la na-
turaleza para hacerla parte de sus cuerpos como mecanismo de
funcionamiento de las neuronas, de los músculos y de la comuni-
cación entre células que hace posibles los pensamientos, las emo-
ciones y cualquiera de nuestras conductas. Tuvieron que pasar si-
glos para que el ser humano comprendiera estos misterios, a la vez
que progresaba en descifrar la naturaleza íntima de la electricidad.
Con ello se inició una nueva era en la que hemos dominado la elec-
tricidad y la hemos canalizado en nuestro provecho para producir
una diversidad de máquinas sin las cuales sería difícil imaginar
nuestra vida cotidiana. Llegado el momento actual, hoy estamos
en disposición de conectar algunos de los dispositivos eléctricos
que hemos creado con la electricidad de nuestro propio sistema
nervioso, con el fin de intervenir sobre el lenguaje cerebral para

1 7
reparar funciones dañadas o incluso para potenciar nuestras capa-
cidades más allá de los límites que nos ha impuesto la naturaleza.
La íntima relación entre electricidad y vida se remonta al mis-
mo origen de la biología terrestre. En una carta dirigida a su amigo
Joseph Hooker en 1871, Charles Darwin especulaba con la idea de
que la vida en la Tierra hubiera surgido «en algún pequeño estanque
tibio con toda clase de sales fosfóricas y amoníaco, luz, calor, electri-
cidad ... ». Aunque todavía hoy el origen de la vida en la Tierra es un
enigma que la ciencia no ha podido zanjar, desde el nacimiento de la
teoría evolutiva los científicos han deducido que tuvo que existir una
fuente de energía que pusiera en marcha todas las reacciones quí-
micas necesarias. En la Tierra primitiva, ese aporte energético pudo
proceder de las descargas eléctricas causadas por las tormentas, algo
que Darwin ya entrevió. Medio siglo después de aquella carta del na-
turalista inglés, el bioquímico soviético Alexander Oparin propuso
que la vida se formó en un caldo primitivo con algunos compuestos
inorgánicos, donde las descargas eléctricas pudieron dar lugar a las
primeras moléculas orgánicas. En 1952, el joven químico de la Uni-
versidad de Chicago Stanley Miller, con la asesoría de su supervisor,
el Nobel Harold Urey, pudo confirmar la especulación de Darwin y
la tesis de Oparin. El experimento diseñado por Miller simulaba las
condiciones supuestas de la Tierra primitiva en un recipiente relle-
no con una solución de compuestos simples y carbono. Al aplicar a
este caldo descargas eléctricas de 60 000 voltios, Miller descubrió
que se producían aminoácidos, moléculas orgánicas que forman las
proteínas y que se consideran los ladrillos básicos de los seres vivos.
Pero el camino hacia el dominio de la electricidad por el ser hu-
mano se inició mucho antes, con la observación de los fenómenos
eléctricos y magnéticos. Aunque antiguamente se tenía al rayo por
un fenómeno casi mágico, las culturas clásicas ya conocían la exis-
tencia de los peces eléctricos, y los filósofos griegos nos legaron los
primeros experimentos rudimentarios con la electricidad estática.
Con los progresos logrados a partir de la revolución científica ini-

8 1
ciada a mediados del siglo XVI, la profundización en la estructura
íntima de la materia permitió explicar las bases de la electricidad y
disponer de las claves para su utilización en una nueva revolución
tecnológica cuyo exponente más claro fue la lámpara de filamen-
to incandescente, la clásica bombilla. Este fue solo el comienzo;
detrás vinieron todos los componentes asociados a su producción
y consumo, lo que desembocó en la electrificación de la civiliza-
ción humana. Mientras, los científicos investigaban la vertiente
que contiene los mayores enigmas y desafíos, la electricidad en los
seres vivos y, en particular, en cerebro. Si los trabajos de Opa-
rin y Miller sugerían que la electricidad insufló vida a la materia
inorgánica, los del fisiólogo italiano Luigi Galvani mostraron que
era la misma electricidad la que insuflaba vida al cuerpo. En los ex-
perimentos de Galvani, los estímulos eléctricos contraían patas de
ranas y hacían bailar una especie de «danza de la muerte» a los ca-
dáveres humanos. Aquellos descubrimientos inspiraron a la autora
inglesa Mary Shelley para construir su personaje de Frankenstein,
un médico que empleaba la electricidad para dar vida a un ser crea-
do con trozos de cadáveres. La especulación fantástica de Shelley
es una muestra de cómo hace doscientos años la electricidad en los
seres vivos y sus posibles aplicaciones eran una fuente de fascina-
ción y asombro para la sociedad de la época.
Ya en tiempos más actuales, las investigaciones han permitido
dilucidar que la naturaleza ha dispuesto mecanismos de una sutile-
za magnífica orientados a gestionar esta energía en los seres vivos,
estratificando su manejo desde los niveles subcelulares hasta las
funciones cerebrales observables, como la conducta. Nuestra inter-
acción con el mundo exterior a través de los sentidos corporales se
traduce en mensajes eléctricos, el lenguaje que las neuronas em-
plean para informar al cerebro de lo que ocurre en nuestro entorno.
Usando el mismo tipo de lenguaje eléctrico, a su vez el cerebro en-
vía órdenes a los músculos, determinando nuestros movimientos y
toda nuestra conducta. En el centro de todo ello, en el propio cere-

1 9
bro, las señales eléctricas codifican los pensamientos, las emocio-
nes, la memoria, las motivaciones y la consciencia.
Este conocimiento ha sido posible gracias al desarrollo de distintas
tecnologías que han permitido observar de cerca el funcionamiento
cerebral, mostrando las múltiples formas de las neuronas y su capa-
cidad de conectarse a miles para formar microcircuitos, en los que
el salto del impulso eléctrico de unas células a otras se conduce por
neurotransmisores químicos. La investigación del flujo del impulso
nervioso a través de estos circuitos ha permitido visualizar la activi-
dad del cerebro en su conjunto, pero también descender al nivel de
los microcircuitos y las neuronas individuales. Con el avance de la
ciencia, hoy puede registrarse la actividad simultánea de cientos de
neuronas. La actividad conjunta de estos grupos de células genera
códigos que informan al cerebro sobre el mundo exterior, así como
mensajes que se envían a los músculos para ordenar movimientos, y
representaciones en nuestro cerebro que conforman nuestros pen-
samientos, memorias, intenciones y emociones. Por tanto, el proce-
samiento de la electricidad en nuestro organismo, principalmente
en el cerebro, es la clave de lo que somos y de cómo actuamos.
Al tiempo que la ciencia ha ido esclareciendo el funcionamiento
cerebral, la tecnología ha abierto el camino para intervenir en sus
mecanismos gracias al dominio de la electricidad, con el fin de mo-
dificar y controlar su actividad y las señales que intercambia con
otros órganos. Esta inquietud vino espoleada inicialmente por mo-
tivos médicos, con la esperanza de llegar a restaurar las capacidades
perdidas en personas con déficits sensoriales, enfermedades neuro-
lógicas, nervios seccionados, amputaciones traumáticas o lesiones
medulares. El primer paso hacia este objetivo es desentrañar la ca-
pacidad de los microcircuitos neuronales para construir códigos que
representan las funciones cerebrales, como la información sensorial
o las órdenes a los músculos. Si desciframos estos códigos, podremos
descargarlos desde el cerebro a un ordenador y a la inversa, cargarlos
desde un ordenador al cerebro, estableciendo así una comunicación

10 1
bidireccional entre el sistema nervioso y un sistema artificial que
nos ofrece la posibilidad de leer y reescribir los mensajes cerebra-
les. Para conectar el sistema nervioso con un sistema informático,
creando así lo que se conoce como interfaces cerebro-ordenador,
se ha aprovechado la experiencia de las técnicas electrofisiológicas
en el desarrollo de microdispositivos con electrodos que se implan-
tan en el cerebro y registran la actividad eléctrica neuronal. Una vez
descodificadas, las señales pueden enviarse a los músculos también
mediante electrodos para reanimar miembros paralizados, o bien
pueden utilizarse para mover miembros protésicos y exoesqueletos
biónicos. Hasta hoy, los resultados más notables de estas tecnologías
se han obtenido en el desarrollo de oídos biónicos para las personas
con sordera, y varios diseños de ojos biónicos se encuentran en fases
avanzadas de experimentación. La neuroingeniería, una especiali-
dad multidisciplinar que aúna la bioingeniería con la neurociencia
y que persigue la restitución de funciones en personas con discapa-
cidades, es uno de los campos de investigación más activos del mo-
mento, con proyectos respaldados por fuertes inversiones encami-
nadas a comercializar las innumerables aplicaciones prácticas de las
interfaces cerebro-ordenador.
Hoy es imposible saber hasta dónde nos llevarán estas innova-
ciones en el futurn; algunos de los avances ya conseguidos eran
ciencia ficción hace solo unos años. Aunque las aplicaciones médi-
cas son las más urgentes, las expectativas actuales se extienden mu-
cho más allá: las interfaces cerebro-máquina podrían ampliar las
capacidades humanas naturales para aumentar nuestra memoria,
dotarnos de visión nocturna o audición de ultrasonidos, ofrecernos
traducción instantánea de unos idiomas a otros o permitirnos la
comunicación telepática y control mental de nuestros dispositi-
vos de uso diario. Los exoesqueletos biónicos están bajo la lupa de
la investigación militar, pero también se estudian sus aplicaciones
civiles, no solo para proporcionar movilidad a las personas discapa-
citadas, sino también para aumentar el rendimiento y seguridad

1 11
laboral en las fábricas. Como escribía el biofísico y bioingeniero ar-
gentino Max E. Valentinuzzi, «nos estamos acercando al hombre y
a mujer biónicos de la ciencia ficción, dejando muy atrás al mo-
desto monstruo de Frankenstein del siglo XIX». Ante nosotros se
abre todo un universo de posibilidades que comenzó hace miles de
millones de años con la caída de un rayo en un estanque de caldo
tibio, y que ahora como entonces sigue construyéndose a base de
descargas eléctricas.

12 1
1 DE LA NEURONA BIOLOGICA
,

A LA ARTIFICIAL

Desde que el ser humano conoció la


electricidad en la naturaleza, ha tratado
de dominar su poder para infinidad de
aplicaciones. Pero la electricidad no solo
está presente en la materia inerte, sino
que también es el motor de las neuronas.
Comprender su funcionamiento es la
llave para entender el cerebro y simularlo
en sistemas artificiales.
e omprender la electricidad y aprender a encauzarla productiva-
mente ha sido uno de los mayores éxitos de la humanidad en el
dominio de la energía. Pero si resulta fascinante conocer el progre-
so y las realizaciones del ser humano en el manejo de la electrici-
dad, no menos fascinante es la manera en que la naturaleza la ha
incorporado a la organización de la vida. Dispositivos tecnológicos
que nos sorprenden en las portadas de las revistas internacionales
ya fueron implementados por la naturaleza en los primeros seres
vivos. A medida que fue incrementándose su complejidad, fueron
apareciendo sistemas más eficaces, capaces de dotar a los seres vi-
vos de mayores probabilidades de adaptarse al entorno y sobrevi-
vir. Disponemos de un amplio repertorio de sistemas capaces de
transducir a señales nerviosas las distintas modalidades de energía
de nuestro medio circundante captadas por nuestros sentidos. Esa
diversidad de señales que son el reflejo del mundo exterior se codi-
fican y se integran con nuestra memoria para dar lugar a respuestas
precisas y oportunas. El conjunto de estos sistemas es una fuente
de inspiración para el desarrollo de dispositivos tecnológicos.

De la neurona biológica a la artificial 1 15


El uso de la electricidad en los seres vivos alcanza su máxima
complejidad en cerebro, constituyendo la esencia de comu-
nicación entre las neuronas o células nerviosas, y posibilitando
desarrollo de propiedades que emergen de su interacción. Duran-
te el siglo xx se ha construido un andamiaje metodológico y con-
ceptual que permite el registro de señales eléctricas en las neu-
ronas, y de cuya interacción entendemos que surgen las diversas
funciones que identificamos: desde la detección de estímulos por
los sentidos o la provisión de órdenes a nuestros músculos para
generar respuestas, hasta las funciones que consideramos más ín-
timas, como la memoria, las emociones, el pensamiento o la con-
ciencia. Gracias a este andamiaje podremos también «engañar»
al cerebro, proveer las señales eléctricas de forma exógena para
suplir funciones perdidas por causa de enfermedades o lesiones.
Pero no es tan simple. La organización de las neuronas en el ce-
rebro ha llevado millones de años de depuración. Al igual que los
seres vivos han ido ganando en tamaño y complejidad, también lo
han hecho el número y variedad de neuronas y su organización,
posibilitando la aparición de propiedades nuevas que considera-
mos emergentes. En un principio, los sistemas nerviosos consti-
tuían circuitos simples con la finalidad de que el animal respon-
diera a los estímulos. En el proceso evolutivo se han multiplicado
el número de neuronas y sus interconexiones, de forma que lo que
inicialmente era una cadena, ahora es una configuración en cir-
cuitos capaces tanto de almacenar información como de originar
actividad sin requerir estímulos exteriores. Estos niveles de nue-
va actividad se comportan en unos casos como programas o se-
cuencias de activación y en otros como representaciones del mun-
do exterior, de memorias adquiridas o de símbolos, dando lugar a
una semántica propia cuya comprensión representa el reto fun-
damental de la investigación. Tanto entender las señales nervio-
sas del cerebro como tratar de engañarlo con estímulos exógenos
dependerá de nuestra capacidad de comprender el significado de

16 1 De la neurona biológica a la artificial


las señales eléctricas que viajan por nuestras neuronas, así como
de la posibilidad de administrar estímulos eléctricos que
ticen las señales que normalmente discurren por él. Sin duda se
han realizado progresos enormes y actualmente somos capaces de
aproximarnos al problema. Durante años nos hemos conformado
con la explicación de que los nervios conducen impulsos como re-
sultado del impacto de los cambios energéticos que tienen lugar
a nuestro alrededor sobre los órganos de los sentidos, o como el
efecto de nuestra actividad cerebral enviando órdenes a nuestros
músculos o a nuestras vísceras. Pero este nivel de descripción hoy
es insuficiente, más aún si pretendemos comprender el funciona-
miento cerebral y operar tecnológicamente a cualquier nivel del
sistema nervioso con el fin de introducir dispositivos corno oídos
y ojos biónicos o prótesis controladas por interfaces neurales. Pero
para llegar a esta frontera tecnológica, ha sido necesario recorrer
un largo camino desde que el ser humano comenzó a enfrentar-
se por primera vez a la electricidad hasta que ha logrado dominar
este fenómeno en su propio provecho.

DE LA BESTIA DESENCADENADA A FIERA DO

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la electri-


cidad ha sido una bestia desencadenada. El rayo aparecía en las
noches con una capacidad destructiva instantánea, aniquilando
y desencadenando incendios que arrasaban lo que había costado
años construir. La visión mágica, precientífica, del mundo condu-
cía a la explicación del rayo como la expresión de la furia de los
dioses. Alrededor del año 600 a.c., el filósofo griego Tales de Mile-
to describió que un fragmento de ámbar frotado sobre un pedazo
de lana era capaz de atraer objetos ligeros e incluso producir chis-
pas, corno rayos en miniatura. Pero hubieron de pasar siglos hasta
que se encontraron explicaciones científicas. Solo la necesidad del

De la neurona biológica a la artificial 1 17


mundo occidental de explicar la naturaleza sin ayuda de fuerzas
sobrenaturales fue capaz de hacer virar destino de la humani-
dad, haciendo real afirmación premonitoria del filósofo inglés
Francis Bacon, el padre de ciencia empírica: a la naturaleza se la
somete dominándola.
desarrollo del dominio de la electricidad es el mejor exponen-
te de este proceso, particularmente desde que se comprendió que
la electricidad es una fuerza solo excepcionalmente destructiva. En
realidad la electricidad es constitutiva de la materia, en el sentido
de que algunas de las partículas elementales que la forman están
cargadas eléctricamente (positiva o negativamente) y lo más co-
mún es que busquen el equilibrio emparejándose. La afirmación
de que las cargas de distinto signo se atraen y las del mismo signo
se repelen es una simplificación, pero encierra un profundo signi-
ficado: la materia contiene partículas cargadas cuya carga no está
fijada, sino que se puede mover. Ciertas manipulaciones podrán
mover las cargas y acumular las de un signo. Si aproximamos dos
objetos igualmente cargados, se repelerán; si están cargados con
signos diferentes, se atraerán. Si dos cuerpos cargados con signos
distintos se ponen en comunicación por medio de un conductor
eléctrico, las cargas se moverán buscando el equilibrio. Así se expli-
can la magia de Tales de Mileto y el fenómeno destructor del rayo,
que no es otra cosa que una descarga. El mismo proceso está de-
trás de la luz de una bombilla o del funcionamiento de un teléfono
móvil: el movimiento de cargas que, en el caso de los dispositivos
diseñados por el ser humano, sigue cauces canalizados para que en
el camino esta energía acumulada realice un trabajo, ya sea generar
luz, imágenes, sonido o cualquier otro resultado.
Esta posibilidad de canalizar la energía ha sido y es un ejercicio
de «doma de la bestia» que ha requerido uno de los mayores esfuer-
zos de la humanidad. Primero, observando fenómenos aparente-
mente inexplicables, para después profundizar en el conocimiento
científico y proporcionar explicaciones.

18 1 De la neurona biológica a la artificial


Transcurrieron veinte siglos desde las primeras observaciones
de fenómenos atribuibles a la electricidad hasta que comenzó su
investigación científica. Fue en 1600 cuando la reina Isabel I de In-
glaterra encomendó al médico y físico
real William Gilbert estudiar las propie- Somos máquinas
dades de los imanes que se empleaban eléctricas. El
en las brújulas para la navegación. En descubrimiento de la
aquel momento no se consideraba que electricidad animal
la electricidad y el magnetismo estuvie- ha sido fundamental
ran relacionados, pero el estudio de Gil- en el cambio desde
bert supuso una primera aproximación las explicaciones
a ambos. De hecho, Gilbert acuñó el tér- sobrenaturales a
mino «electricidad», del griego elektron las mecanicistas del
(«ámbar»), para identificar la fuerza que cerebro, clave del
ejercen dos sustancias cuando se frotan pensamiento actual.
una contra la otra. Un siglo más tarde, RosERT B. CAMPENOT

el inventor y político estadounidense


Benjamin Franklin defendió la teoría del fluido único, según la cual
cualquier fenómeno eléctrico era causado por un fluido eléctrico,
la electricidad positiva, mientras que la ausencia del mismo podía
considerarse electricidad negativa. En 1752, Franklin realizó el cono-
cido experimento de la cometa, tratando de demostrar que los rayos
eran una forma de electricidad. Para ello remontó una cometa con
una punta metálica en un día de tormenta, comprobando que atraía
los rayos y que mediante este sistema se podía cargar una botella de
Leyden, una especie de condensador primitivo. A partir de este ex-
perimento, Franklin inventó el pararrayos. En 1800 el físico italiano
Alessandro Volta construyó la primera batería a partir de los experi-
mentos de su amigo el médico fisiólogo Luigi Galvani, quien había
aportado la primera prueba del papel de la electricidad en el cerebro,
como veremos más adelante. Estos principios básicos dieron paso
a una cascada de desarrollos científicos y tecnológicos. Desde la
perspectiva científica, el avance más destacable en este contexto fue

De la neurona biológica a la artificial 1 19


aportado cincuenta años después por el físico escocés James Clerk
Maxwell, que unificó las fuerzas eléctrica y magnética en la teoría
electromagnética, deduciendo que la luz es una onda electromag-
nética y que tales ondas transmiten energía a la velocidad de la luz.
En el terreno tecnológico, el exponente más conocido es la bombilla
atribuida al inventor estadounidense Thomas Alva Edison.
Aunque en el siglo XIX se avanzó significativamente en el do-
minio de la electricidad, durante cien años la interpretación fue la
aportada por Franklin: la electricidad era un fluido que se despla-
zaba desde el lado positivo al negativo (su ausencia). La analogía
con un circuito de agua era inmediata: el agua se mueve desde un
nivel superior a otro inferior liberando energía capaz de generar un
trabajo, como en una central hidroeléctrica. Pero esta explicación
del fenómeno dejó lagunas considerables hasta que se esclareció
la estructura básica de la materia. Fue entonces cuando se demos-
tró que la electricidad era un elemento constitutivo, transversal,
en el sentido de que varias de las partículas elementales o subató-
micas eran portadoras de cargas eléctricas. Hasta el final del siglo
XIX se creía que los átomos eran los componentes más pequeños
e indivisibles de la materia, como minúsculas esferas de masas y
naturalezas diferentes cuya unión daba lugar a la formación de las
moléculas. Muchas propiedades generales de la materia podían
interpretarse a partir de la existencia de estos átomos y moléculas,
pero las explicaciones acababan a este nivel; se conocían los proce-
sos electromagnéticos, pero la teoría de entonces no bastaba para
explicarlos. Por tanto, los átomos debían ser más complicados de
lo que se creía. La clasificación periódica de los elementos que ha-
bía planteado el químico ruso Dmitri Mendeleyev llevaba también
a intuir esa complejidad, ya que aportaba una sistematización de
los elementos que incluso permitió predecir la existencia de va-
rios de ellos todavía no descubiertos; sin embargo, no permitía
explicar sus interacciones para formar las moléculas que compo-
nen la materia. Tampoco podían comprenderse los fenómenos de

20 1 De la neurona biológica a la artificial


electrolisis observados al pasar la corriente eléctrica a través de
soluciones acuosas, que por entonces se empleaban para recubrir
superficies con una capa de metal. Todo ello sugería que los áto-
mos poseían, forzosamente, una estructura interna de naturaleza
eléctrica. Al mismo tiempo, aunque se conocían detenidamente
las propiedades de la electricidad, que se podía producir y trans-
portar a voluntad y utilizarse en muchas aplicaciones, su esencia
última permanecía en el misterio y únicamente se hablaba de un
fluido que pasaba de unos cuerpos a otros al ponerlos en contacto.
Pero ¿qué diferenciaba exactamente a una esfera metálica sin car-
ga eléctrica de la misma esfera cargada con electricidad positiva
(la que posee una varilla de vidrio después de frotarla con una tela
de seda) o negativa (la de un pedazo de ámbar frotado con una
tela de lana)?
El descubrimiento del electrón en 1897 por el físico inglés Joseph
John Thomson significó el salto cualitativo que permitió ahondar
tanto en la estructura de la materia como en la comprensión de los
fenómenos eléctricos. Gracias a esta aportación se entendió que
los átomos no eran simples bolas, sino que tenían una estructura
interna, con una región central o núcleo cargado positivamente de-
bido a la presencia de protones, partículas con carga positiva. Los
electrones, con carga negativa, se encontraban orbitando alrede-
dor y expuestos a saltar a otros átomos. Si se partía una situa-
ción de base en la que el número de protones y de electrones era
el mismo, el átomo era neutro. Pero si un electrón se movía a otro
átomo, que lo perdía quedaba cargado positivamente, mientras
que el que lo ganaba quedaba cargado negativamente. Estas espe-
cies atómicas cargadas recibieron el nombre de iones (cationes si
estaban cargados positivamente, y aniones si lo estaban negativa-
mente) (fig. 1). Este movimiento del electrón comportaba una co-
rriente eléctrica, exactamente lo que Franklin había interpretado
como un fluido. De esta forma, el descubrimiento del electrón no
solo desveló la naturaleza íntima de la electricidad, sino que, como

De la neurona biológica a la artificial 1 21


r FIG.1
·\ Electrón

Átomo neutro + electrón ➔ ion negativo

Átomo neutro - electrón ➔ ion positivo

A la izquierda, esquema clásico del átomo, con un núcleo compuesto por protones
con carga positiva y neutrones sin carga, y con los electrones orbitando alrededor.
A la derecha, un átomo neutro (sin carga neta) se convierte en un ion negativo o
anión al ganar un electrón, o en un ion positivo o catión al perderlo.

partícula constituyente de todos los átomos, permitió mostrar de


modo experimental la complejidad de los mismos.
Al mismo tiempo, el descubrimiento del electrón clarificó un con-
cepto fundamental para entender lo que Galvani había denomina-
do «electricidad animal», el movimiento de las patas de las ranas al
tocarlas con pedazos de metal. El fenómeno, que explicaremos en
detalle más adelante, se debe a que los cuerpos de los animales es-
tán compuestos primordialmente por agua en la que se encuentran
disueltas diversas sales y otras moléculas. El descubrimiento del
electrón permitía explicar el paso de la electricidad en materiales
conductores, pero también en los materiales basados en soluciones
acuosas, donde muchas de las sales y moléculas se disocian en sus
iones constituyentes. Sirve como ejemplo el cloruro de sodio o sal
común, que al disolverse en agua se encuentra en su forma iónica: el
ion catión sodio (Na+) pierde un electrón que gana el ion anión clo-

22 1 De la neurona biológica a la artificial


ruro (Cl-). Como especies cargadas eléctricamente, su movimiento
acarreará corriente eléctrica, circunstancia extensivamente utiliza-
da en la naturaleza para la comunicación entre células, particular-
mente entre neuronas. De esta forma pudo explicarse que la corrien-
te eléctrica se produjera en los materiales conductores por la vía del
movimiento de los electrones, o en soluciones acuosas por la vía de
la producción de iones, que arrastran su carga cuando se mueven.
Esta aplicación del descubrimiento del electrón resultó ser esencial,
como veremos, al permitir entender la producción de corriente eléc-
trica entre las dos caras de una membrana celular.

Y LA ORGANI IÓN DE LOS TEJIDOS


NERVIOSOS

Los avances del aragonés Santiago Ramón y Cajal, considerado el


neurocientífico más influyente de todos los tiempos por sus des-
cubrimientos sobre la organización del tejido nervioso, se dieron
en este mismo momento histórico, cuando los progresos de la
electricidad logrados por Franklin y Maxwell posibilitaron una
explosión de hallazgos que deslumbraron al mundo. El médico
patólogo alemán RudolfVirchow había enunciado en 1858 la teo-
ría celular, según la cual los tejidos del cuerpo estaban forma-
dos por células, independientes unas de otras y originadas por
división de células preexistentes. Su teoría en la actualidad pue-
de parecernos lógica, pero en su momento fue extremadamente
audaz porque rompía con las visiones precedentes de que las cé-
lulas se originaban de material amorfo. Virchow propuso que las
células procedían de otras células predecesoras, y que por tan-
to si enfermaban daban lugar a células enfermas. Concretó sus
ideas en el aforismo: omnis cellula ex cellula (toda célula proviene
de otra célula), una idea fundamental en la visión presente de la
medicina científica.

De la neurona biológica a la artificial 1 23


Sin embargo, esa separación entre células se aplicaba a todas
las del organismo, excepto a las células del cerebro y en general
del sistema nervioso, que parecían tener una naturaleza diferente.
¿Qué explicaba esta excepcionalidad? La razón es que las técnicas
microscópicas del momento no permitían visibilizar separaciones
entre las prolongaciones de las células en el tejido nervioso, sino
que más bien sugerían una red continua. Por consiguiente, no po-
día aplicarse la teoría de Virchow. El anatomista italiano Camillo
Golgi se erigió como el principal defensor de esta excepcionalidad,
postulando que el tejido nervioso estaba formado por una red que
se extendía desde el cerebro por todo el cuerpo y que funcionaría
como una red eléctrica por la que se propagarían impulsos nervio-
sos. Se conoció a esta hipótesis como teoría reticularista. Ramón y
Cajal depuró las técnicas y pudo comprobar que el tejido nervioso
no era como Golgi creía, sino que estaba formado por células indivi-
duales, en coherencia con la teoría celular de Virchow. Por tanto, en-
tre las células nerviosas habría contigüidad en vez de continuidad,
inaugurándose así la teoría neuronal. El concepto de contigüidad
deriva de la observación de Cajal de separaciones en la red que de-
marcaban células del mismo modo que en cualquier otro tejido del
organismo, reconciliando la concepción del tejido nervioso con la
teoría celular de Virchow. Podría decirse que esta idea de Cajal en-
tró en la neurociencia como un elefante en una cacharrería, porque
toda la lógica proveniente de los avances en la electricidad cuadraba
bien en la teoría reticularista, donde el sistema nervioso sería un
circuito. En cambio, si cada neurona se encontraba separada de la
siguiente, difícilmente podrían propagarse los impulsos nerviosos
eléctricos. No había forma de explicar cómo la electricidad sería ca-
paz de saltar de una célula a otra. Cajal trató de explicar lo que en ese
momento parecía inexplicable, y por ello en su discurso de recep-
ción del premio Nobel, en 1906, argumentó que «corrientes nervio-
sas son transmitidas de un elemento a otro como una consecuencia
de alguna clase de inducción ... ». Pero no se disponía de un armazón

24 1 De la neurona biológica a la artificial


conceptual para explicar la propagación de las corrientes, y durante
años muchos científicos consideraron los hallazgos de Cajal como
una curiosidad histológica sin relación con el funcionamiento ce-
rebral. A pesar de ello, Cajal persistió, añadiendo flechas a sus di-
bujos para indicar la dirección de los flujos según la estructura de
las neuronas, pero no fue hasta después de su muerte en 1934 que
se dispuso de los avances necesarios para demostrar su teoría. En ese
lapso, por otro lado, maduró el campo y se introdujo una serie de pre-
cisiones terminológicas con pleno uso actual: los contactos entre neu-
ronas se denominaron sinapsis, llamándose neurona presináptica a
la que envía una señal y neurona postsináptica a la que la recibe.
Las neuronas siguen el principio de la polarización que significa que
tienen dos polos clave: el árbol dendrítico, a un lado del soma o cuer-
po neuronal, que recibe señales de otras neuronas, y el axón, al otro
lado, que envía señales al polo dendrítico de las neuronas siguientes
en un circuito neuronal. Cada neurona será a la vez pre y postsi-
náptica, ya que recibirá señales en su polo dendrítico (postsináp-
tica) y las enviará a través de su polo axónico (presináptica) (fig. 2).

r FIG. 2
Neurona
postsináptica

Soma

Figura que ilustra los elementos esenciales de la neurona así como su conexión
mediante un microórgano compartido, la sinapsis.

De la neurona biológica a la artificial 1 25


LA ELECTRICIDAD EN LOS NERVIOS: EL EXPERIMENTO
DE GALVANI

Hemos mencionado anteriormente el concepto de electricidad ani-


mal acuñado por Galvani. El descubrimiento de un posible papel de
la electricidad en la biología fue precoz,
Los animales tienen al extremo de que los experimentos de
una electricidad Galvani inspiraron a Volta para el desa-
característica de rrollo de la pila eléctrica. Inicialmente
s1 mismos, que se el hallazgo fue casual: Galvani estaba
denomina electricidad disecando la pata de una rana que al
animal. contacto con el bisturí se contrajo como
EMtL Du Bots-REYMOND si estuviera viva. El fisiólogo italiano es-
taba al corriente de los avances en el co-
nacimiento de la electricidad, y protocolizó el experimento aplican-
do descargas de corriente estática a patas disecadas de rana. Incluso
dispuso en la terraza de su casa un tendedero en el que colgaba patas
de rana en días de tormenta, para observar cómo las descargas eléc-
tricas inducían la contracción de las mismas. A su descubrimiento
lo bautizó como electricidad animal y llegó a afirmar que la electrici-
dad era la fuerza vital que animaba los músculos.
Este descubrimiento tuvo un gran calado en la comunidad cien-
tífica de la época, aunque no se dispusiera de la teoría ni de la tec-
nología necesarias para profundizar. En todo caso significó una
ruptura paradigmática con las ideas precedentes basadas en la vi-
sión del francés René Descartes, quien entendía los nervios como
tubos que transportaban espíritus o fluidos. Según la propuesta
de Galvani, los nervios eran los conductores de la electricidad ani-
mal capaz de hacer que incluso los seres muertos reaccionaran.
El propio Galvani realizó experimentos electrocutando cadáveres
humanos para hacerles bailar la «danza de las convulsiones tóni-
cas», y así se inauguró una disciplina: la electroestimulación para
hacer llegar a los órganos órdenes como si procedieran del propio

26 1 De la neurona biológica a la artificial


- Arriba, dibujo de Santiago Ramón y Cajal del hipocampo, una parte del cerebro.
La organización de las neuronas permitió a Cajal postular la dirección (flechas en
el dibujo) que debían seguir los impulsos nerviosos. Abajo, laboratorio de Galvani
en el que aislaba las patas de las ranas y les aplicaba una descarga de electricidad
estática que inducía su contracción, como si estuvieran vivas.

De la neurona biológica a la artificial 1 27


cerebro. Un ejemplo de la época aparece representado en un cuadro
del pintor francés Léon-Augustin Lhermitte, donde su compatriota
Claude Bemard, fundador de la medicina experimental y padre del
método científico, aparece junto ala mesa de laboratorio, dispuesto
a excitar eléctricamente los nervios vasomotores de un conejo. La
electroestimulación tenido un largo recorrido que perdura en la
actualidad, extendiéndose a otras aplicaciones. La misma estrate-
gia se utiliza hoy cuando en la exploración neurofisiológica se es-
~,,,,~... ~ un nervio y se registra la velocidad a la que se ha propagado
señal, con el objeto de determinar la integridad de la conducción
nerviosa en enfermedades neurodegenerativas, o cuando se aplica
terapia electroconvulsiva (TEC, el clásico electroshock) para tratar
depresiones resistentes al tratamiento farmacológico.

y IÓN DE NEU NAS

A principios del siglo xx, a pesar de los avances en conocimiento


de la electricidad y del cerebro, todavía eran muchos los escollos
que había que salvar. Uno de los obstáculos era la falta de desarro-
de la miniaturización, que impedía ahondar en la masa cerebral
compuesta por millones de neuronas de pequeño tamaño que la
evolución natural ha implementado para albergar funciones com-
plejas en algo más de un kilogramo de tejido.
En aquel momento apareció en escena un invitado inesperado
de la mano de una idea brillante. Se trataba del calamar, concreta-
mente una de sus partes: su axón gigante. La dificultad intrínseca
de investigar las neuronas cerebrales por su pequeño tamaño obli-
gó a buscar un modelo animal con neuronas más grandes. Según el
principio de la conservación evolutiva de las funciones, la natura-
leza reutiliza mecanismos exitosos a lo largo de la evolución, de for-
ma que si alguno de estos funciona eficazmente en animales menos
evolucionados, es probable que siga utilizándose en aquellos que

28 1 De la neurona biológica a la artificial


han evolucionado más. No deja de ser una hipótesis a contrastar,
pero abre la posibilidad experimentar con modelos simples.
Asumiendo esta premisa, se buscó un modelo al que poder aplicar
la tecnología disponible, y se reparó en la conducta del calamar.
Los calamares tienen un manto musculoso que se contrae y se rela-
ja para posibilitar los movimientos. Cuando el animal está expues-
to a una posible agresión, todo el manto se contrae al unísono, fa-
cilitando una huida rápida acompañada de expulsión de tinta para
desorientar al depredador. Tal contracción rápida requeriría de la
existencia de un axón de tamaño grande que permitiera sincroni-
zar simultáneamente todas las células musculares del manto. Se
pensó que tal vez un axón con una función de estas características
fuera de tamaño suficiente como para estudiarlo con la tecnología
disponible a principios del siglo xx. Se pudo comprobar que así era:
el calamar tiene un axón con un diámetro que a veces alcanza 1-
2 milímetros, en cuyo interior se podía introducir un hilo conductor
para determinar los cambios eléctricos asociados a su activación.
Tras el descubrimiento del electrón y de los iones, en 1902 el fi-
siólogo alemán Julius Bernstein propuso que las células excitables,
como las neuronas, podrían manejar la electricidad por un trasiego
de iones entre ambos lados de su membrana que separa el líquido
intracelular del extracelular. En condiciones basales, las neuronas
se encontrarían en reposo, estableciéndose una diferencia de po-
tencial a ambos lados de la membrana. Así, la célula se comportaría
como una pila, siendo el interior el polo negativo y el exterior el
positivo. Igual que en el caso de una pila, la existencia de esta po-
larización permitiría la realización de un trabajo. Según la idea de
Bernstein, la excitación significaría la rotura de la membrana con
el sentido de la pérdida de la polarización. Pero la idea de Bernstein
carecía de confirmación experimental.
Esta llegaría gracias a los estadounidenses Kenneth Cole y
Howard Curtis, que habían reparado en las propiedades del axón
gigante del calamar. En 1939, ambos investigadores publicaron que

De la neurona biológica a la artificial 1 29


la excitación del axón conllevaba una reducción en la resistencia
eléctrica del mismo, lo que explicaba la rotura de la membrana de
Bernstein y se atribuía a la facilitación del paso de iones que lleva-
ban una corriente eléctrica a través de la membrana. Esta obser-
vación fue fundamental porque implicaba interpretar la electrici-
dad animal en los mismos términos que la electricidad general, tal
como la había descrito el físico alemán Georg Ohm en la ley que
lleva su nombre. Esta ley describe que el flujo de corriente en un
medio conductor es proporcional a la diferencia de potencial que
se aplica e inversamente proporcional a la resistencia que el medio
ofrece al paso de la electricidad. En otras palabras: cuanto mayor
sea la diferencia de potencial, mayor será el flujo de corriente, y
cuanto mayor sea la resistencia del medio al paso de la corriente,
menor será el flujo. El descubrimiento de Cole y Curtis ponía de
manifiesto que, a partir de una situación de reposo, un estímulo
daba lugar a una reducción en la resistencia de la membrana, con
el consiguiente aumento en el flujo de corriente.
Estos experimentos inauguraron una era basada en el uso del
axón gigante del calamar que todavía pervive, aunque en la ac-
tualidad los interrogantes se centran en los mecanismos molecu-
lares subyacentes a estos procesos. Esta era implicó a cientos de
investigadores que aportaron contribuciones a este modelo. Es
destacable la participación de la escuela de biofísicos latinoame-
ricanos en un campo científico donde las aportaciones del mundo
hispanoparlante, específicamente mexicano, argentino y chileno,
han sido esenciales.
Los retos del momento eran encontrar una explicación a la ro-
tura de membrana, así como entender la propagación de ese fenó-
meno a lo largo del axón. Ambas respuestas se encuentran ligadas
a la figura del biofísico inglés Alan Hodgkin, que pasó el verano de
1938 en el Laboratorio de Biología Marina (MBL) de Curtis y Cole en
Woods Hole (Massachusetts), aprendiendo sus técnicas. De vuelta
a su laboratorio en Cambridge, Hodgkin demostró las bases iónicas

30 1 De la neurona biológica a la artificial


de la producción de señales nerviosas, el potencial de acción, y el
hecho de que este fenómeno era capaz de excitar las porciones ad-
yacentes del axón, permitiendo su propagación. Estos hallazgos se
publicaron en una secuencia de artícu-
los con su colaborador Andrew Huxley, Los mensajes
lo que cerró la explicación de las bases nerviosos están
biológicas de la excitabilidad nerviosa invariablemente
y mereció el premio Nobel de Fisiolo- asociados a un
gía o Medicina para ambos investiga- cambio eléctrico
dores en 1963. conocido como
En conjunto, la secuencia de avan- potencial de acción.
ces descrita ponía a prueba el princi- ALAN HooGKIN v ANDREW HuxLEY
pio de la conservación evolutiva de las
funciones que se ha venido confirmando, ya que la caracterización
desarrollada por Hodgkin y Huxley se ha mostrado válida en espe-
cies superiores. No solo en lo concerniente a la conducción en los
axones de las neuronas, sino también en las demás partes de la neu-
rona, aunque en localizaciones distintas de la membrana celular hay
que contar con la existencia de canales diferentes de los de Na+ y
K+, que son característicos del axón. La generalización de estos me-
canismos describe las bases biológicas de la excitabilidad celular, es
decir, los mecanismos fisicoquímicos mediante los cuales una célula
responde eléctricamente a un estímulo. Como ya hemos avanzado,
el mecanismo básico implica que las neuronas en reposo son capa-
ces de actuar como pilas, estableciéndose una polarización entre el
interior y el exterior celulares, donde el interior es electronegativo
con respecto al exterior. Cuando una neurona se excita, se produce
un flujo de electricidad en forma de iones a través de la membrana,
lo que resulta en una pérdida transitoria de la polaridad. Esta rotura
se denomina potencial de acción y es la que lleva a cabo el trabajo de
señalización. El potencial de acción actúa de forma todo-o-nada; es
decir, que el estímulo solo se producirá si se alcanza un determinado
valor de umbral, superado el cual se activará una secuencia impara-

De la neurona biológica a la artífícíal 1 31


ble de movimientos iónicos. El carácter de todo-o-nada del poten-
cial de acción ha sido una fuente fundamental de inspiración para
los científicos de la computación, que desarrollaron el concepto de
la metáfora computacional del cerebro basándose en las similitudes
entre el código binario de los ordenadores y la función cerebral. Los
estados 1-0 en un ordenador serían equivalentes a las situaciones to-
do-nada (producción-no producción de potencial de acción) en las
neuronas. La metáfora computacional ha servido para desarrollar
sistemas informáticos bioinspirados, con intención de mimetizar
las funciones cerebrales. Sin embargo y a pesar del crecimiento de la
potencia computacional, es sabido que nuestros cerebros son capa-
ces de llevar a cabo computaciones más complejas que las máquinas
actualmente en el mercado. futuro incremento de la capacidad
computacional y la creación de algoritmos más eficaces son objeti-
vos a lograr en el camino hacia la emulación del cerebro.
Una vez creado un potencial acción, la despolarización de un
punto en la membrana del axón excita a sus segmentos adyacentes
de la membrana que, a su vez, excitarán todo-o-nada a los siguien-
tes, dando lugar así a una señal propagada que discurrirá a lo largo
axón hasta alcanzar el final de la neurona. Allí activará proce-
sos de liberación de neurotransmisores que excitarán a la neurona
siguiente. Esta secuencia se repetirá de una neurona a otra, provo-
cando la activación de circuitos neuronales.
El trabajo Hodgkin y Huxley permitió describir el funciona-
miento de electricidad en las neuronas a un nivel de formaliza-
ción equivalente y siguiendo las mismas reglas físicas que en el caso
de los materiales conductores, como ya hemos mencionado. Así, la
actividad eléctrica neuronal pudo expresarse mediante ecuaciones
que relacionan el flujo de corriente transportada por los iones con la
resistencia de la membrana y con la diferencia de potencial entre el
y exterior celulares. Este grado de formalización abrió la
diseño de sistemas que tratan de replicar las propiedades eléc-
tricas de neuronas, con vistas a construir neuronas artificiales.

32 1 De la neurona biológica a la artificial


> N,H y ND
En 1909 el estadounidense Leonard Worcester Williams descubrió que el
calamar poseía un axón neuronal gigante, cuya función en la contracción
del manto fue descrita años más tarde por el inglés John Zachary Young.
Por la misma época, el biofísico británico Alan Hodgkin y su estudiante, An-
drew Huxley, comenzaban a estudiar la transmisión del impulso nervioso.
El axón gigante del calamar les ofreció un modelo perfecto, ya que permitía
insertar un fino electrodo para registrar el impulso eléctrico. A pesar de
ello, el montaje experimental fue muy complicado, ya que debían registrar
impulsos que duraban fracciones de milisegundo en varios puntos del axón,
para lo cual tuvieron que diseñar y construir sus propios aparatos. En 1939
publicaban el registro de un potencial de acción desde el interior de un
axón, pero la Segunda Guerra Mundial impidió la continuación del trabajo.
Terminada la contienda, por fin en 1952 publicaban un modelo matemático
completo de la transmisión del potencial de acción a lo largo del axón, lo
que les valió a ambos el premio Nobel en 1963.

- Alan Hodgkín (izquierda) y Andrew Huxley en 1963, año en que recibieron el premio
Nobel por descríbír las bases de la excítabílídad celular.

33
Si bien la esencia de la excitabilidad radica en el hecho de que una
neurona sea capaz de responder a un estímulo, su sentido fisiológico
consiste en hacer posible la comunicación intercelular a través de la
sinapsis. En este caso, la respuesta se propaga desde la ubicación del
estímulo (generalmente en el polo dendrítico de las neuronas) hasta
el axón, desde este llega hasta la terminación presináptica de la neu-
rona, donde activa los mecanismos de liberación neurotransmi-
sores que activarán la neurona siguiente (postsináptica).

LOS CANALES IÓNICOS

Los descubrimientos de Hodgkin y Huxley demostraban fehacien-


temente la forma en la que la naturaleza gestiona la electricidad
para el propósito de posibilitar la comunicación entre neuronas,
pero quedaba un fleco: se suponía que los iones pasaban de un lado
a otro de la membrana celular como portadores de cargas, dando
lugar a corrientes eléctricas. Pero no se sabía por dónde pasaban
estas cargas. Las membranas celulares están formadas por grasa,
una buena materia para aislar el interior celular del exterior; pero una
muy mala opción para permitir el paso de corriente eléctrica, ya
que la grasa es aislante. Solo cabía proponer que en algunos puntos
de la capa grasa hubiera discontinuidades, agujeros, que dejaran
pasar los iones.
Esta incógnita se resolvió gracias al desarrollo de la técnica del
patch-clamp, consistente en colocar tubitos de vidrio sobre la su-
perficie de las células y aplicar una pequeña succión. Con suerte,
el fragmento de membrana celular quedaba adherido a los bordes
del tubo como si fuera el parche de una pandereta. La superficie
era lo bastante pequeña para que, en caso de existir los agujeros
propuestos en el párrafo anterior, uno o unos pocos quedaran en
ese fragmento de membrana. Por otro lado, se desarrollaron ampli-
ficadores con la ganancia suficiente como para detectar corrientes

34 1 De la neurona biológica a la artificial


iónicas de muy pequeño tamaño y a la vez evitar el ruido eléctri-
co circundante que pudiera enmascarar las señales. Con todo ello,
los alemanes Erwin Neher y Bert Sakmann pudieron observar las
corrientes unitarias pasando por agujeros que recibirían el nombre
de canales iónicos (fig. 3), corroborando las hipótesis de Hodgkin
y Huxley. Este descubrimiento mereció la concesión del premio
Nobel de Fisiología o Medicina en 1991 e impulsó un campo de in-
vestigación muy activo. Los experimentos indicaban que estos ca-
nales iónicos eran proteínas en forma de tubo que atravesaban la
membrana celular, pudiendo abrirse o cerrarse dependiendo de los
diferentes tipos de estímulos. En otras palabras, permitiendo la en-
trada y salida selectiva de iones que modificarían el estado eléctri-
co de la célula. Técnicas de análisis microscópico de alta resolución
han mostrado ulteriormente la realidad de los canales iónicos, y
los procedimientos de biología molecular han permitido analizar
su estructura y regulación.

r FIG.3
o c-lones
o

Bicapa
lipídica
te'\
'<:../
(\
Proteína
~ o
0 0 c·l
o o D
....__,..

Figura que muestra los canales iónicos en forma de tubo que atraviesan la
membrana celular, y que dejan pasar selectivamente iones de distintos tipos.

De la neurona biológica a la artificial 1 35


EL NCIO IE NEU
A partir de lo anterior, el esquema básico de Hodgkin y Huxley
pudo describirse a nivel molecular, lo que llevó a entender la capa-
cidad de las células de generar impulsos nerviosos: las neuronas
en reposo son electronegativas en su interior, con una diferencia
de potencial de -90 mV (milivoltios) entre el interior y el exterior
celular. En estas condiciones las células están polarizadas. A la
llegada de un estímulo, se activan secuencialmente dos pobla-
ciones de canales iónicos. Primero se abren los canales sodio
(Na+), permitiendo la entrada a la célula de este catión que arrastra
sus cargas positivas y anula la electronegatividad. Así, la célula se
despolariza. En escasos milisegundos se activa una población de
canales de potasio (K+), que sale de la célula arrastrando cargas po-
sitivas y devolviendo la polarización a los niveles originales; la cé-
lula se repolariza. Esta entrada y salida de iones modifica el voltaje
desde los niveles de reposo hasta valores en torno a los +30 mV, y
posteriormente de vuelta a la situación de origen. En la pantalla de
un osciloscopio, esta variación o potencial de acción tiene la forma
de una espiga o pico.
En los axones del calamar se necesita aplicar un primer estímu-
lo que inicie la despolarización, pero a continuación esta misma
despolarización sirve como estímulo y abre los canales de sodio
adyacentes, produciéndose un nuevo potencial de acción. Este a su
vez abre los canales de sodio que se encuentran inmediatamente
a continuación, y así sucesivamente de modo que el potencial de
acción se propaga hasta el final del axón.
Con el tiempo se ha desvelado que el comportamiento del axón
se extiende al resto de la membrana de las neuronas y constituye un
mecanismo general en las células excitables, lo que ha abierto varias
líneas fundamentales de investigación. Una de ellas estudia las dis-
tintas tipologías de las neuronas en función de los canales iónicos
que poseen. A lo largo del desarrollo, cada célula experimenta un

36 1 De la neurona biológica a la artificial


proceso de diferenciación que la dota de unas características estruc-
turales y una ubicación concreta. De la misma manera, cada célula
excitable posee distintas poblaciones de canales iónicos con sensi-
bilidades específicas a los distintos iones (Na+, K+, Ca2+, c1-, etc.), de
modo que fluyen cargas eléctricas del interior al exterior celular y
viceversa siguiendo cursos temporales diferentes. Por este motivo,
aunque la expresión más simple del fenómeno eléctrico en las neu-
ronas sea el potencial de acción, cada tipología de neurona tiene for-
mas características de descargar. Así, unas tienden a ser silentes y
solo disparan potenciales de acción ante un estímulo, mientras que
otras son hiperactivas y descargan continuamente. Otras exhiben
patrones de descarga periódicos o con diferentes grados de comple-
jidad temporal. Para cada neurona se considera que su forma de des-
cargar es una expresión de sus propiedades intrínsecas, entendidas
como el conjunto de canales iónicos que posee. Además, los cientos
de tipos de canales iónicos descritos están regulados por molécu-
las circulantes liberadas por otras células. Estas moléculas son los
neurotransmisores, compuestos vertidos a la sinapsis por las neu-
ronas presinápticas, y que actúan sobre los canales iónicos de las
neuronas postsinápticas. Los neurotransmisores se liberan en fun-
ción del patrón de actividad de la neurona productora de la señal.
Por ejemplo, un único potencial de acción liberará una cantidad de
neurotransmisor que actuará sobre la neurona postsináptica. Si la
neurona en la que se origina la señal dispara varios potenciales de
acción en vez de uno, lo que es indicativo de una señal más fuerte,
igualmente será mayor la cantidad de neurotransmisor liberado.
Y si la neurona de origen tiene un patrón complejo de disparo como
consecuencia de sus propiedades intrínsecas (lo que depende de su
dotación de canales iónicos), igualmente el perfil de liberación del
neurotransmisor y su acción subsiguiente sobre la neurona postsi-
náptica serán también complejos.
Los canales iónicos se fabrican en las neuronas a partir de los
genes. Por tanto, la manipulación de los genes por técnicas de

De la neurona biológica a la artificial 1 37


> N D

Las neuronas reciben impulsos nerviosos a través del árbol dendrítico y los
propagan a través del soma y a lo largo del axón hasta su extremo, donde
pasarán a la neurona siguiente. Para que aparezca el potencial de acción, la
neurona debe recibir un estímulo que supere su umbral de disparo. Cuando
esto ocurre, se activan canales iónicos que producen una pérdida de pola-

[TI Canal de iones


OmV
m Comienza el primer
potencial de acción

celular i
Potencial
de reposo
Axón
1
-70 mV
Interior
la célula

Mientras una neurona está en reposo, la Al producirse un estímulo entran en la


carga eléctrica del interior de su membrana neurona iones Na+ que por tener cargas
es negativa respecto al exterior, gracias positivas hacen que el interior del axón
a los canales de K+ que expulsan cargas pase a ser positivo. Por consiguiente, el
positivas de la célula. axón pierde la polaridad, se despolariza.

38
ridad eléctrica en un pequeño segmento inicial de la membrana. A su vez,
esta despolarización abre los canales del segmento siguiente, propagando
el potencial, mientras que el primer segmento vuelve a su estado de reposo
gracias a otros canales que recuperan la polaridad inicial. Así, el impulso
se transmite hasta el extremo del axón.

Terminal
sinápfü:a

[I] Comienza el segundo


potencial de acción
m Comienza el tercer

K• K•
La despolarización del segmento anterior Este fenómeno se propaga a lo largo
actúa como estímulo del segmento del axón conduciendo el estímulo hasta
siguiente induciendo, asimismo, la entrada el final: la terminal sináptica, donde el
de iones Na• con lo que la despolarización impulso saltará químicamente a la neurona
se propaga. siguiente gracias a los neurotransmisores.

39
ingeniería genética puede modificar también la dotación de cana-
les iónicos. Los avances de la biología molecular están permitiendo
determinar qué genes concretos producen cada tipo de canal ióni-
co, lo que a su vez abre la posibilidad de manipularlos con propó-
sitos de investigación o terapéuticos. Cabe destacar especialmente
el avance reciente en las denominadas técnicas optogenéticas, lla-
madas así porque combinan un componente óptico con otro ge-
nético. La optogenética consiste en introducir en el genoma de las
neuronas unos genes de diseño que producen unos canales iónicos
especiales, cuya particularidad es que pueden activarse con luz. Así,
estos canales iónicos modifican el manejo de la electricidad por la
célula si y solo si se aplica sobre ella un pulso de luz.
En resumen, si la tecnología nos asombra con innovaciones y
dispositivos resultantes de aplicar el conocimiento de la electrici-
dad, desde un coche eléctrico a un teléfono inteligente, la natura-
leza fue capaz de domar a la bestia mucho tiempo atrás y en una
escala espaciotemporal que supera todo lo que la tecnología hoy
puede ofrecernos. Si nos sorprenden los dispositivos tecnológicos,
igualmente debe sorprendernos que hacer un cálculo, tocar un ins-
trumento, experimentar emociones y sentimientos, recordar, per-
cibir el mundo exterior o cualquier otra función del cerebro puedan
reducirse a la canalización natural de la electricidad en la forma de
micro y nanoflujos de corriente a través de canales iónicos.

REPLICAR LA ELECTRICIDAD CEREBRAL: NEURONAS


ARTIFICIALES

A medida que se ha desbrozado el campo de investigación de la


electricidad en el cerebro, se ha suscitado la inquietud por replicar
su funcionamiento, pero in silico; es decir, en máquinas. La idea
de tratar de emular el cerebro en un ordenador se basa en el argu-
mento de que la electricidad es el agente fundamental, y por tanto

40 1 De la neurona bíológíca a la artificial


el resto de componentes celulares tendría simplemente un papel
de soporte y de aporte nutricional. Desde esta perspectiva, los cir-
cuitos eléctricos deberían ser capaces de simular el comportamien-
to neuronal «como si» fueran neuronas biológicas, y al menos en
principio podría esperarse que el conexionado de un número sufi-
ciente de neuronas artificiales debidamente organizadas replicara
el funcionamiento del cerebro o de sus partes. En aplicación de esta
lógica, podría esperarse que surja la inteligencia en sistemas artifi-
ciales. Puede intuirse que, en alguna medida, estas ideas influye-
ron en la creación de la Inteligencia Artificial que suele atribuirse al
estadounidense Marvin Minsky, pero que tuvo su precedente en el
británico Alan Turing, quien ya en 1941 especuló con la idea de que
las máquinas pudieran desarrollar inteligencia.
Sin duda, los investigadores pioneros en este campo fueron los
estadounidenses Warren McCulloch y Walter Pitts, que en 1943 pu-
blicaron un artículo con el título «Un cálculo lógico de las ideas in-
manentes en la actividad nerviosa». En este trabajo demostraron que
un programa de la máquina de Turing-un artefacto teórico de com-
putación que utiliza una serie de reglas para manipular símbolos en
una cinta- podría funcionar en una red de neuronas artificiales, y
propusieron que la neurona era la unidad lógica básica del cerebro.
Según la teoría formal de la neurona de McCulloch y Pitts, cada neu-
rona actuaría como un circuito sumador de las entradas que recibie-
ra, de modo que si se alcanzara un umbral determinado lanzaría una
señal, equivalente al potencial de acción, que se propagaría hasta la
neurona siguiente (fig. 4). Las ideas de McCulloch y Pitts abrieron el
camino a la construcción de circuitos artificiales conectando varias
neuronas, como explicaremos en el siguiente capítulo.
Es interesante advertir que estas aportaciones se produjeron en
un momento en que el conocimiento de la excitabilidad celular aún
era limitado. Recordemos que los trabajos de Hodgkin y Huxley se
terminaron de publicar en 1953, y que tanto la técnica del patch-
clamp como la biología molecular se desarrollaron en las últimas

De la neurona biológica a la artificial 1 41


r F10.4
NEURONA BIOLÓGICA NEURONA ARTIFICIAL

Señales Señales del Entradas

Salida

Cuerpo: Núcleo
celular; Pesos

Comparación del funcionamiento de una neurona biológica (izquierda) y una


artificial (derecha). Ambas reciben señales de entrada que suman pudiendo dar
lugar a una señal propagada a la neurona siguiente [potencial de acción en la
neurona biológica) si se alcanza un valor umbral.

décadas del siglo XX. Tal vez fue precisamente la inmadurez de este
campo de investigación la que proporcionó un elemento de simpli-
ficación que insufló optimismo e impulsó el nacimiento de las redes
neurales artificiales y de la neurociencia computacional en 1985.
La neurociencia computacional es una disciplina en la que con-
vergen conocimientos procedentes de la neurociencia, las ciencias
de la computación, la psicología cognitiva, la física, las matemá-
ticas y otros campos. Pero en el terreno que nos interesa en este
libro, su papel es superar las limitaciones del modelo de McCulloch
y Pitts a medida que avanza el conocimiento. Sus prolegómenos
pasaron por incorporar a la construcción de las neuronas artificia-
les las ecuaciones de Hodgkin y Huxley, con el propósito de añadir
una mayor semejanza con el funcionamiento de las neuronas bio-
lógicas. La aplicación de este modelo en circuitos eléctricos físicos
resultó difícil, por lo que pronto el enfoque cambió a la simulación
en software. Este planteamiento es muy eficaz cuando se trata de

42 1 De la neurona biológica a la artificial


simular el comportamiento del axón gigante del calamar, debido a
su sencillez, pero se revela ineficiente cuando se añade la comple-
jidad que surge de los progresos de la neurociencia experimental, a
pesar del crecimiento de la potencia computacional. De hecho, se
aplican dos estrategias diferentes: cuando se trata de replicar deta-
lladamente el comportamiento eléctrico de las células, los mode-
los han de incorporar las ecuaciones de Hodgkin y Huxley; pero en
este caso, si el número de neuronas simuladas es grande, la com-
putación es lenta. Si, por el contrario, no se necesita capturar de
forma realista los mecanismos generadores de potenciales de ac-
ción, pueden utilizarse modelos más simples, pero por ello más ale-
jados de la realidad y en el fondo, paradójicamente, más cercanos
al modelo de McCulloch y Pitts. Hay una tensión entre estas dos
aproximaciones, hasta tal extremo que el objetivo parece un blanco
móvil. Actualmente existen diversos paquetes de software con alta
capacidad (NEURON, GENESIS, NEST y otros) y ordenadores con
una potencia inimaginable hace unos años. Pero al mismo tiempo,
los avances de la investigación añaden matices a tener en cuenta.
Tal vez el ejemplo más claro se encuentre en el propio axón: tras
los estudios de Hodgkin y Huxley, caló la idea de que el axón era
una parte de la neurona especializada en conducir los impulsos,
un cable sofisticado que llevaba las señales desde una neurona a la
siguiente en forma de potenciales de acción propagados. Sin em-
bargo, los estudios apuntan a un papel más complejo del axón, ya
que la forma de los potenciales de acción puede modularse en fun-
ción de los estados de activación de los canales iónicos, a lo que se
suma la existencia de receptores en la propia membrana del axón.
Estas observaciones sugieren que los axones pueden desempeñar
funciones más allá de la considerada tradicionalmente, e incluso se
ha propuesto su posible papel corno unidad de computación, algo
que no contemplan las simulaciones vigentes. Otro tanto sucede si
nos adentrarnos en el resto de la neurona, tanto en lo que concierne
a la multiplicidad de canales iónicos implicados en el estado eléc-

De la neurona biológica a la artificial 1 43


trico de las neuronas como a la interacción de estos canales con
neurotransmisores procedentes de otras neuronas y reguladores
intracelulares. Al mismo tiempo, la dotación de canales iónicos no
es inmutable, sino que se modifica como consecuencia de varios
factores, como por ejemplo la actividad de las neuronas en respues-
ta a la experiencia de los sujetos.
En el primer apartado de este capítulo planteábamos que el reto
capital de la comprensión de la electricidad cerebral es entender
la semántica neuronal. Llegados a este punto, podemos tener una
idea más cabal del desafío, que no se limita a descifrar un código
sino que se extiende a comprender un sistema dinámico. Es cier-
to que la simplificación de los primeros biofísicos, entendiendo
que la electricidad basada en las membranas neuronales era el eje
y que podían abordarse los interrogantes relegando el resto de los
componentes celulares a un papel de sostén, nos ha llevado a un
grado de conocimiento sin precedentes y a una capacidad asom-
brosa de intervención. Al mismo tiempo, la potencia demostrada
por los sistemas biológicos nos induce a establecer cautelas en los
paralelismos con los sistemas artificiales que se revelan como más
pobres aunque en los albores de la neurociencia computacional se
generara un optimismo ingenuo sobre la posibilidad de mimetizar
a la naturaleza. Sin duda, el rápido progreso tecnológico facilita-
rá la aproximación entre sistemas naturales y artificiales. El hecho
en este momento es que el conocimiento acumulado nos permite
emprender la siguiente etapa en la comprensión de la electricidad
cerebral: los circuitos neuronales.

44 1 De la neurona biológica a la artificial


CIRCUITOS NEURONALES,
LA CLAVE DE LA FUNCIÓN
CEREBRAL

Las neuronas conforman circuitos


dinámicos que les permiten desarrollar
una diversidad de funciones y que cambian
con la experiencia y el tiempo. A su vez,
los circuitos se integran en el gran mapa
del cerebro que esconde el secreto de
la cognición.
n el capítulo anterior hemos analizado cómo se canaliza la
E electricidad en las neuronas en forma de circuitos locales en
las membranas celulares, de forma que el trasiego de iones da lu-
gar a potenciales de acción que excitan los segmentos adyacentes
de la membrana, como una hilera de fichas de dominó donde una
empuja a la siguiente. Sin embargo, este esquema es solo una parte
del puzle. Pero un puzle de alta complejidad donde la electricidad
constituye el eje de la comunicación entre células, y es precisa-
mente esa comunicación la que permite que billones de ellas ac-
túen como una unidad perfectamente coordinada y no como una
multiplicidad de agentes independientes. La excitabilidad de las
membranas nos da información sobre la conducción entre neuro-
nas, pero hay que tener también en cuenta el componente quími-
co que propicia el paso de los impulsos de unas neuronas a otras
a través de las sinapsis. Como veremos, las sinapsis son una pieza
fundamental que permite a las neuronas integrar varias señales
recibidas para decidir qué mensaje enviar a la siguiente etapa del
circuito. Y es así como en estos circuitos neuronales, a través de

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 47


las distintas tipologías de neuronas y sus interacciones, residen
los programas de computación que controlan las distintas funcio-
nes del sistema nervioso; desde las más básicas, como los reflejos
instintivos, hasta la inteligencia superior. En este último caso nos
enfrentamos a un reto mayúsculo, no solo por la vasta compleji-
dad del conjunto de los circuitos cerebrales, sino también porque
estos son dinámicos tanto en su estructura como en su función,
cambiando con la experiencia y el aprendizaje. Para abordar este
problema, los científicos avanzan en el conocimiento del cerebro
en dos vertientes: la estructural, trazando el mapa de conexiones
cerebrales o conectoma, y la funcional, definiendo el concepto
de cognito como una unidad elemental de organización cerebral.
Ambos enfoques deben converger para saber cómo intervenir so-
bre el entramado neuronal y su actividad eléctrica con vistas a me-
jorar la función cerebral.

LAS OP ION NEURONALES: LA NEURONA COMO


CALCU ORA ELE E

Como hemos visto, el elemento esencial del sistema nervioso es


la neurona, que consta de tres compartimentos: las dendritas, el
soma y el axón. compartimento axónico proyecta desde una
neurona hasta el compartimento dendrítico de las siguientes. De
esta forma, se establece una cadena en la que cada neurona recibe
señales de los axones de otras y las propaga, en determinadas con-
diciones. Los axones pueden ser largos, extendiéndose a distancias
de metros para proyectar sobre neuronas lejanas, o cortos, alcan-
zando neuronas próximas. Aunque en general los axones no tienen
la riqueza arbórea de las dendritas, sí pueden dividirse para
sobre distintas neuronas; es que se denomina divergencia. Es
frecuente, por otro lado, que proyecciones axónicas de varias neu-
ronas proyecten sobre una misma, en el fenómeno que se denomi-

48 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


na convergencia. La arborización dendrítica, junto a la divergencia
axónica y a convergencia, son los elementos básicos que consti-
tuyen los circuitos neuronales. Así, varias neuronas pueden
información que converge en una, la cual actuará como integrador;
o por el contrario, una misma neurona diverger para enviar
la misma secuencia de potenciales de acción a otras (fig. 1).
la situación típica consiste en que una neurona proyecta
mediante su axón a neuronas siguientes en la cadena, es frecuen-
te que una rama divergente de un axón, a la que se conoce con
nombre de retroceda enviando información a
neuronas precedentes en secuencia impulso nervioso. Estas
posibilidades de conexión confieren a la neurona la capacidad de
actuar como una calculadora o procesador elemental, recibiendo
señales neuronas anteriores, sumándolas y pudiendo así alean-

1 FIG.1

Esquema que ilustra las dos vías neuronales: a la izquierda, la divergencia, el


axón de una neurona se ramifica para enviar la misma señal a varias neuronas. A
la derecha, la convergencia, los axones de varias neuronas se unen a las dendritas
de una misma neurona, enviando a esta señales diferentes.

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 49


zar el nivel de umbral de disparo de un potencial de acción. Esta
diversidad de conexiones se ha simulado en sistemas artificiales
con el propósito de imitar las interacciones normales entre las neu-
ronas. En concreto, las colaterales recurrentes posibilitan el apren-
dizaje en redes neurales, ya que el envío de mensajes «hacia atrás»
informa a las etapas anteriores del proceso de las características del
impulso producido, lo que permite corregirlo.
Como hemos visto en el capítulo anterior, las interacciones en-
tre terminales axónicas y dendritas constituyen las sinapsis, con
su porción presináptica que es la parte final del axón de la neurona
que envía la señal, y su porción postsináptica que es la parte del ár-
bol dendrítico de la neurona que la recibe. Por esta razón, la sinap-
sis es un microórgano compartido entre dos neuronas. En función
del tamaño del árbol dendrítico de una neurona, esta dispondrá
de un número mayor o menor de sinapsis o señales entrantes; se
estima que algunas células, como las neuronas de Purkinje del ce-
rebelo, pueden tener hasta 200 000 entradas. Así, las neuronas no
son simples eslabones en una cadena, sino que actúan como calcu-
ladoras sumadoras de los impulsos eléctricos que reciben de otras.
Pero como ya hemos mencionado, la sinapsis requiere de la exis-
tencia de mecanismos que permitan el salto de las señales de
unas neuronas a otras. Esto es lo que se conoce como transmisión
sináptica.

LA TRANSMISIÓN SINÁPTICA, UNA COMBINACIÓN


DE QUÍMICA Y ELECTRICIDAD

Hemos visto que la electricidad transmite el impulso a lo largo de


una neurona, pero no de forma pasiva como ocurre en un cable, sino
gracias a la intervención activa de canales iónicos que permiten la
propagación de la señal hasta el terminal axónico. También hemos
explicado que una neurona puede recoger y sumar diversas seña-

50 j Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


les procedentes de otras, y que a su vez también puede distribuir su
señal simultáneamente a varias neuronas. Estos fenómenos regulan
la transmisión del impulso nervioso,
pero existe además otra etapa que aña- Veo las funciones
de un paso más de regulación: la trans- cognitivas
misión sináptica, que aporta otro nivel emergiendo de la
de procesamiento basado en la comu- actividad distribuida
nicación química entre la presinapsis y y paralela de
la postsinapsis por medio de moléculas poblaciones
llamadas neurotransmisores. Teniendo neuronales.
en cuenta todos estos mecanismos, se JAY McCLELLAND

dice que el procesamiento cerebral está


distribuido, al contrario de lo que sucede en sistemas artificiales de
computación donde distintos elementos conducen la información a
un procesador. En el cerebro, todos sus elementos tienen responsa-
bilidad en el procesamiento y la regulación del impulso nervioso.
El descubrimiento de los neurotransmisores fue arduo, ya que la
existencia de un componente químico en el funcionamiento sináp-
tico era difícil de imaginar. La contribución fundamental se debe
al fisiólogo alemán Otto Loewi, que realizó su clásico experimento
con el corazón de la rana. En este experimento, Loewi introdujo dos
corazones en sendos recipientes con una solución de sales, comu-
nicados a través de un tubo. El primer corazón conservaba el nervio
vago, lo que permitía estimularlo eléctricamente para disminuir la
frecuencia de su latido. Loewi observó entonces que el corazón del
segundo recipiente también reducía su latido sin recibir estimula-
ción eléctrica, lo que le llevó a concluir que el líquido trasvasado del
primer recipiente al segundo contenía alguna sustancia producida
por el nervio del primer corazón estimulado eléctricamente y que
actuaba sobre el segundo. Esta sustancia resultó ser la acetilcolina,
el primer neurotransmisor descubierto (fig. 2).
El experimento de Loewi supuso la creación de la disciplina de
la Farmacología, desgajándose de la Fisiología para dedicarse al es-

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 51


1 FIG.2
Se aplica un estímulo eléctrico 2 Se trasvasa líquido del recipiente
al nervio vago del corazón en el que se encuentra el corazón
de una rana. estimulado eléctricamente a otro
en el que se encuentra el corazón
Dispositivo de otra rana sin estímulo
eléctrico.

Dispositivo
de registro

sales

Estimuladón
,Ir
Frecuencia
.__ de los latidos ~
cardiacos

3 Como consecuencia En este segundo Por tanto, el líquido


del estímulo se corazón, la aplicación trasvasado contiene una
reduce la frecuencia del líquido trasvasado sustancia que libera el
cardíaca del corazón. produce igualmente primer corazón debido a
una reducción de la la estimulación eléctrica,
frecuencia del latido y que provoca el mismo
cardíaco, sin requerir efecto en el segundo:
estímulo eléctrico el neurotransmisor
del nervio. acetilcolina.

Experimento de Otto Loewi que dio lugar al descubrimiento de los


neurotransmisores.

52 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


tudio de las sustancias liberadas por las células. Este fenómeno que
permite a las células comunicarse entre sí es la base de mayor
parte de las moléculas que en la actualidad tienen uso terapéutico.
Pronto se observó que la acetilcolina se unía específicamente a
una molécula de la membrana de la neurona postsináptica, el re-
ceptor colinérgico. La unión de la acetilcolina a este receptor es la
causa de los efectos del neurotransmisor, a través de la activación
de una cascada de efectos intracelulares. En un principio se iden-
tificó la existencia de un número reducido de neurotransmisores,
junto con sus respectivos receptores específicos: acetilcolina, glu-
tamato, noradrenalina, serotonina, GABA, dopamina y glicina. Se-
gún el principio enunciado por el fisiólogo inglés Henry Dale, que
recibió el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1936, inicial-
mente se creía que cada neurona presináptica sintetizaba un úni-
co neurotransmisor, por lo que se empezó a denominar sistema al
conjunto de vías que utilizaban cada uno en concreto (sistema coli-
nérgico, sistema GABAérgico, sistema serotoninérgico, etc.). Poste-
riormente, se ha descubierto una diversidad mucho mayor: frente
a los siete neurotransmisores iniciales, denominados canónicos,
actualmente se conocen más de 100, y esta riqueza se multiplica
debido a que un neurotransmisor puede unirse a distintos subtipos
de receptores postsinápticos con diferentes efectos.
Pero ¿cómo el potencial de acción presináptico se convierte en
una señal química? Ya conocemos que un potencial de acción se
propaga por el axón hasta llegar a la terminal presináptica. Hasta
este punto, la generación del potencial de acción se ha producido
por la existencia de dos tipos de canales en la membrana axonal. La
apertura de los canales de Na+ provoca la entrada de este catión al
interior celular, lo que induce la pérdida de polaridad de la mem-
brana neuronal. En fracciones de milisegundo, tras la apertura de
los canales de Na+ se abren canales de K+, catión que sale del inte-
rior celular arrastrando cargas positivas y devolviendo la polaridad
a la situación de reposo en ese segmento del axón. Como vimos, el

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 53


potencial de acción así producido estimula al segmento adyacente,
y así sucesivamente hasta llegar a la presinapsis, donde no hay ca-
nales de Na· y el potencial de acción no puede producirse. Sin em-
bargo, en la presinapsis sí hay canales de calcio (Ca2•), que se abren
por la despolarización producida por el último potencial de acción,
permitiendo la entrada de este catión al interior de la presinapsis.
El calcio tiene la particularidad de que su concentración extracelu-
lar es alta, mientras que dentro de la célula es ínfima. La naturaleza
ha dispuesto esta asimetría porque el calcio es capaz de activar una
multiplicidad de procesos intracelulares que se encuentran dete-
nidos en situación de reposo celular, cuando el calcio disponible
en el interior de la célula es muy bajo. Cuando llega un potencial
de acción, abre los canales de calcio y este entra con facilidad debi-
do precisamente a esa asimetría de concentraciones. Se trata de un
mecanismo de señalización de extraordinaria precisión, un breve
pulso de calcio que durante milésimas de segundo podrá activar los
mecanismos moleculares hasta entonces detenidos.
El conjunto de procesos que median entre la llegada del potencial
de acción a la presinapsis y la liberación del neurotransmisor a la si-
napsis se conoce con el nombre de acoplamiento excitación-secreción,
interviniendo una diversidad de moléculas reguladoras. A grandes
rasgos, se compone de dos pasos clave: en primer lugar, existe una
proteína que se activa cuando aumentan los niveles intracelulares de
calcio para poner en marcha el proceso de exocitosis o liberación
del neurotransmisor al espacio sináptico. Por otro lado, la exocitosis
se produce cuando las vesículas que contienen el neurotransmisor se
desplazan hasta la membrana de la célula y se fusionan con ella, libe-
rando su contenido al exterior (fig. 3).
Una vez liberado el neurotransmisor, se difunde al espacio o hen-
didura sináptica que separa la presinapsis de la postsinapsis, y que
tiene un tamaño aproximado de 20 nanómetros (un nanómetro o
nm es la milmillonésima parte de un metro); por tanto, el alcance
de la membrana postsináptica es casi instantáneo. En ella se ubican

54 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


f F1G. 3

Impulso
Mielina
nervioso

____JT El potencial de acción alcanza


la Lecmloal sloáplka

Membrana
plasmática
2 Se abren canales de
calcio que permiten
su incremento
intra pre si náptico.

Potencial
de acción

3 La entrada de calcio sale La activación de los


activa los procesos espacio sináptico y se receptores postsinápticos
de liberación del unen a receptores despolariza y activa a la
neurotransmisor. específicos postsinápticos. neurona postsináptica.

Acoplamiento excitación-secreción de neurotransmisor. Un potencial


de acción recorre el axón de la neurona presináptica y alcanza su terminal
donde desencadena una secuencia de eventos que concluyen con la liberación
del neurotransmisor al espacio sináptico desde donde interactúa con la
neurona postsináptica.

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 55


receptores específicos a los que se une el neurotransmisor liberado.
Cuando se produce esta unión, se activan dos tipos de mecanismos
dependiendo de las características de cada receptor. En un tipo, de-
nominado ionotropo, el receptor se encuentra asociado a un canal
iónico de forma que la unión del neurotransmisor cambia su estado:
si está cerrado, se abre, y si está abierto se cierra. El segundo tipo
se denomina metabotropo porque la unión del neurotransmisor al
receptor pone en marcha una secuencia metabólica que produce
diversas sustancias capaces de actuar a varios niveles de la postsi-
napsis. En muchos casos actúan también sobre canales iónicos de
la membrana, en cuyo caso sucede algo similar al caso de los recep-
tores ionotrópicos; como resultado, cambia el estado eléctrico de la
célula postsináptica. En ocasiones, la activación del receptor inci-
de sobre moléculas del metabolismo, lo que puede provocar múlti-
ples efectos. Entre otros, la acción puede llegar incluso al genoma,
cambiando la actividad de los genes y estimulando la fabricación
de nuevas proteínas, modificando por tanto la fisiología de la célu-
la postsináptica. Los mecanismos metabotrópicos sobre moléculas
del metabolismo o sobre el genoma abren una dimensión nueva,
porque posibilitan cambios duraderos en el funcionamiento celu-
lar. Es decir, que su efecto se extiende más allá de la actividad de la
célula presináptica, modificando su respuesta de forma transitoria
(acciones sobre el metabolismo) o duradera (acciones sobre el geno-
ma). Estos cambios son el soporte de la memoria, algo que Ramón
y Cajal atribuyó a los contactos entre las neuronas, y que confirmó
el electrofisiólogo estadounidense Eric Kandel, por lo que recibió el
premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2000.
La acción sobre los canales iónicos produce efectos muy di-
versos, porque su apertura o cierre se traduce en flujos de iones
portadores de carga que modifican el estado eléctrico de reposo.
Los cambios pueden ser de dos tipos, dependiendo de la dirección
que impriman en la polarización de la membrana. En reposo, el
potencial de la membrana es electronegativo considerando como

56 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


>CÓMO LAS NEURONAS ALMACENAN LA MEMORIA
Durante sus minuciosas observaciones del tejido cerebral, Ramón y Cajal
intuyó que la memoria tenía relación con cambios en las interacciones entre
las neuronas, pero su visión se adelantó en varias décadas a la tecnología
necesaria para investigar estos procesos. En la década de 1960 los estudios
en animales comenzaron a demostrar que Cajal estaba en lo cierto y que
la memoria a largo plazo emplea mecanismos más profundos que llegan
hasta los genes de la neurona, lo que resulta en la formación de nuevas co-
nexiones sinápticas. Entre las décadas de 1960 y 1980, el neurocientífico Eric
Kandel logró desentrañar estos mecanismos moleculares en un modelo
sencillo, una respuesta refleja en el molusco marino Aplysia. Kandel descu-
brió que, para la creación de recuerdos a largo plazo, la acción de los neuro-
transmisores activa una molécula llamada CREB que pone en marcha infi-
nidad de genes de la neurona, lo que lleva a la formación de nuevas sinapsis.

The 2009 Ellis Island


,/ Family Heritage Awards
- Eric Kandel, en 2009, en un acto en el que fue homenajeado por su contribución
a la ciencia.

57
referencia el interior celular, del orden de -90 milivoltios (mV). En
las dendritas, el potencial en reposo es igualmente electronegati-
vo, aunque generalmente con un valor algo menor que suele osci-
lar entre -60 y -80 mV. El efecto de los neurotransmisores puede
ser despolarizante, reduciendo la electronegatividad, o hiperpo-
larizante, aumentándola. El potencial de acción en el polo axonal
se desencadena cuando el potencial de la membrana alcanza cier-
ta despolarización, en el rango de -30 a -40 mV. Evidentemente,
una acción sináptica despolarizante acercará el potencial de la
membrana al umbral de disparo del potencial de acción; en otras
palabras, aumentará la probabilidad de que se produzca un po-
tencial de acción propagado. Por tanto, aumentará la excitabili-
dad de la célula postsináptica. En consecuencia, estos cambios
tienen naturaleza excitatoria y por ello se conocen con el nombre
de potenciales postsinápticos excitatorios (PPE). Por el contrario,
si el flujo de iones resultante de la acción del receptor aumenta
la electronegatividad de la célula, significa que el potencial de la
membrana se aleja del umbral de disparo y, por consiguiente, dis-
minuye la probabilidad de que se genere un potencial de acción.
En este caso, se conocen con el nombre de potenciales postsináp-
ticos inhibitorios (PPI).
En general, la acción de los neurotransmisores que producen
potenciales excitadores o inhibidores permite clasificarlos según
el signo de su efecto. Por ejemplo, típicamente se considera que el
glutamato es el principal neurotransmisor excitador del cerebro
porque produce PPE, de signo positivo o despolarizante, mientras
que el GABA es el principal neurotransmisor inhibidor del cerebro
porque produce PPI, de signo negativo o hiperpolarizante.
En conclusión, la secuencia de procesos químicos de la transmi-
sión sináptica no solo permite el salto de la señal eléctrica de una
neurona a la siguiente, sino que además dota a las neuronas con la
capacidad de modificar la señal según el tipo de neurotransmisor-re-
ceptor utilizado, lo que convierte a la sinapsis en la unidad elemental

58 j Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


de procesamiento. Se trata, pues, de un mecanismo químico de com-
putación que finalmente determina el grado de excitación eléctrica
de la neurona postsináptica y la proba-
bilidad de que esta dispare un potencial La memoria a largo
de acción capaz de propagarse hasta la plazo es un diálogo
siguiente. Por tanto, en el conjunto de entre genes y
entradas sinápticas se establece el pro- s1naps1s.
ceso elemental de toma de decisiones: ERIC KANDEL

si la excitabilidad es suficiente, se alcan-


zará el umbral y se producirá el potencial de acción que se propagará
hasta la siguiente neurona; si la excitabilidad no alcanza el umbral,
no habrá potencial de acción.
Teniendo presentes estas consideraciones, nos damos cuenta de
que las neuronas no son simples eslabones en una cadena, sino que
modifican y enriquecen la capacidad de procesamiento del sistema
nervioso.
La naturaleza podría haber optado por una red continua consis-
tente en neuronas lanzando sus terminales axónicas desde la perife-
ria al cerebro para recoger la información procedente del mundo, y
neuronas con origen en el cerebro enviando órdenes a los músculos
para comandar nuestra conducta. Pero con esta opción, más próxima
a un circuito puramente eléctrico, se habría perdido una capacidad
significativa de procesar y de adaptar las decisiones al ecosistema.
En su lugar, el sistema adoptado por la naturaleza tiene carác-
ter fundamentalmente adaptativo, capaz de cambiar en respuesta
a las exigencias del entorno que en nuestro contexto entendemos
principalmente como cultural, pero que en los orígenes del ser hu-
mano venía determinado por las presiones del medio ambiente.
Esta adaptabilidad se satisface con la memoria que consiste en el
cambio en los circuitos como consecuencia de la experiencia, un
cambio que tiene lugar en las sinapsis.
Cabría preguntarse si la evolución podría haber construido el
sistema nervioso como un puro circuito eléctrico. Esta visión, que

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 59


puede denominarse neorreticularista (en referencia a la teoría re-
ticularista propuesta por Camilla Golgi), considera que el sistema
nervioso es una red donde las interacciones sinápticas, que inte-
rrumpen el circuito eléctrico, constituyen simplemente un retraso
temporal en la propagación de señales porque los procesos quí-
micos (sinápticos) intercalados entre las neuronas son más lentos
que los eléctricos. Pero al fin y al cabo sería una estructura reticular
funcionalmente similar a la propuesta por Golgi, donde una se-
cuencia de potenciales de acción en una neurona daría lugar a una
secuencia equiparable en la siguiente. Esta visión ignora el papel
que la transmisión sináptica aporta al funcionamiento neuronal:
el procesamiento de información para la toma de decisiones en un
espacio de escasas micras (milésimas de milímetro) y en el dominio
temporal de los milisegundos.
Esta toma de decisiones depende de las características de las
neuronas concretas implicadas en cada sinapsis. En primer lugar,
la neurona presináptica libera el neurotransmisor en cantidades y
según pautas temporales que dependen de las características de la
presinapsis y que pueden cambiar, por ejemplo por el aprendizaje.
Una vez que el neurotransmisor se une a los receptores postsinápti-
cos, su efecto también varía en función del tipo de neurona postsi-
náptica. Por ejemplo, hay neuronas que en reposo están silenciadas,
mientras que otras disparan tónicamente (continuamente). Otras
disparan fásicamente, en forma de grupos de potenciales de acción.
Estos patrones de generación de potenciales de acción no son fijos,
sino que a su vez dependen de la dotación de canales iónicos ex-
presados en cada neurona. Estas características, que son propias de
cada neurona, determinan su respuesta a la transmisión sináptica.
En otras palabras: si dos neuronas distintas reciben el mismo tren
de impulsos presinápticos, pueden generar diferentes patrones de
salida. Por tanto, las neuronas que se encuentran concatenadas
no actúan como un simple relevo, sino que por el contrario modi-
fican, procesan la señal. Un caso muy frecuente se da cuando se

60 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


activa una neurona inhibid ora. Las neuronas inhibido ras producen
neurotransmisores como el GABA, que aumentan la polarización
de aquellas sobre las que actúan; es decir, alejan su potencial de
membrana del umbral de disparo. Por tanto, la excitación de una
neurona presináptica de este tipo tiene como efecto la inhibición
de la neurona postsináptica, lo que cambia la naturaleza de la señal
propagada (fig. 4).

rFIG.4

Excitación Electrodo
máxima

Inhibición
máxima Estímulo activo Estímulo inactivo

Respuesta de una neurona a acciones excitadoras e inhibidoras de distinta


intensidad. El patrón de salida depende del balance entre las entradas de forma
que una inhibición máxima es capaz de neutralizar las entradas excitatorias y
sumir a la neurona en el silencio (E, en la figura]. A medida que prevalece la
entrada excitatoria (Da Al la salida de la neurona se incrementa pudiendo llegar a
silenciar, aparentemente, la entrada inhibitoria.

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 61


CIRCUITOS BÁSICOS Y PROGRAMAS NEURALES

Una vez que conocemos el mecanismo de la electricidad en las


neuronas y cómo estas gestionan esa energía, el siguiente nivel
de organización en el sistema nervioso lo constituyen los micro-
circuitos básicos y los programas neuronales. Es a través de estos
sistemas como la electricidad se traduce en información y con-
ducta. Para su comprensión ha sido fundamental el estudio de los
sistemas sensoriales y motores, y de este conocimiento puede
derivarse una posible aplicación tecnológica en beneficio de las
capacidades humanas.

Computación neuronal

El conocimiento de la codificación de la información por las neuro-


nas se debe en gran medida al estudio de los sistemas sensoriales,
ya que experimentalmente puede correlacionarse un estímulo apli-
cado a nuestros sentidos con la actividad neural que produce. En
este campo fueron esenciales los estudios de dos electrofisiólogos,
el británico Edgar Adrian y más tarde el estadounidense Haldan
Hartline. En conjunto, las investigaciones de ambos demostraron
que la consecuencia de estimular una neurona sensorial es la gene-
ración de uno o más potenciales de acción que como ya sabemos se
producen en forma todo-o-nada, es decir, no hay situaciones inter-
medias. Los potenciales de acción se producen si el estímulo es lo
bastante grande como para permitir que el potencial de la membra-
na alcance un determinado umbral. Una vez producido, se propa-
gará hasta el cerebro, que por tanto únicamente recibe potenciales
de acción.
Por tanto, la información procedente del exterior que maneja el
cerebro son las secuencias temporales de llegada de los potencia-
les de acción, o la ausencia de ellos. Los experimentos de Adrian y

62 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


Hartline demostraron que la frecuencia de disparo de los potencia-
les de acción depende de la intensidad del estímulo, constituyendo
un código de frecuencias que informa al cerebro sobre dicha inten-
sidad. En el capítulo anterior hacíamos referencia a los distintos
tipos de descargas de potenciales de acción que las neuronas exhi-
ben en función de su dotación de canales iónicos; por consiguiente,
el cerebro podrá recibir una multiplicidad de secuencias distintas
de llegada de potenciales de acción.
Por otro lado, Hartline realizó un descubrimiento sorprendente
estudiando las respuestas de las neuronas de la retina de un can-
grejo primitivo, el Limulus. El investigador observó que una misma
neurona respondía produciendo distintos potenciales de acción
según la iluminación que recibían tanto ella como sus neuronas
vecinas. En otras palabras, una única neurona codifica igualmente
la diferencia entre la luminosidad recibida por ella y la recibida por
los fotorreceptores vecinos. Este hallazgo enigmático fue clarifica-
do por el electrofisiólogo Bob Barlow trabajando con ojos de rana.
Barlow ideó un ingenioso experimento en el que registraba las se-
ñales en las células ganglionares de la retina, que reciben la infor-
mación desde los fotorreceptores y la envían al cerebro. Al iluminar
la retina con un punto de luz, las células ganglionares generaban
potenciales de acción. Pero cuando se ampliaba el tamaño del pun-
to de luz, se llegaba a una situación en que la respuesta declinaba
en lugar de aumentar. Tal paradoja pudo explicarse al entender que
el árbol dendrítico de una neurona constituye su campo receptor
donde recibe señales de otras neuronas. Anteriormente se suponía
que el árbol era homogéneo y destinado simplemente a recibir en-
tradas para sumarlas. El experimento de Barlow reveló una com-
plejidad mayor, indicando que los campos receptores podían tener
una estructura heterogénea. De hecho, puede darse la situación de
que distintas partes del campo receptor tengan incluso efectos an-
tagonistas. Por ejemplo, en el caso del procesamiento luminoso es
corriente que la parte central del campo receptor sea antagonista

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 63


de la periférica, de modo que los estímulos que alcanzan el centro
envían una señal excitadora al cerebro, mientras que ocurre lo con-
trario si la incide en la periferia, de modo que la iluminación de
ambos componentes (central y periférico) puede llegar a neutrali-
zarse. Estos experimentos, junto con otros posteriores, pusieron de
manifiesto que las neuronas individuales son capaces de proveer
información compleja al cerebro mediante la existencia de micro-
circuitos. En el caso de la visión, la región central del campo envía
señales excitadoras mientras que la periférica conecta con peque-
ñas neuronas inhibidoras, posibilitando el fenómeno denominado
inhibición lateral que proporciona a los ojos de los animales la ca-
pacidad de detectar bordes y contrastes. Una conclusión de estos
avances es que las secuencias temporales de potenciales de acción
pueden ir mucho más allá del simple código de frecuencias para
informar al cerebro de la intensidad de un estímulo. La misma neu-
rona que envía la señal cuando un punto de luz ilumina el centro
de su campo receptor es la que reduce su descarga cuando el punto
aumenta su tamaño e invade la región periférica inhibidora. Otra
conclusión es que la codificación puede realizarse con microcircui-
tos formados por muy pocas células; en este caso, con una célula
ganglionar y algunas neuronas inhibidoras.
A partir de estos conocimientos sobre la transmisión sináptica,
se ha podido entender que las conexiones en el árbol dendrítico de
las neuronas dan lugar a microcircuitos, que pueden ser de distin-
tas tipologías dependiendo de los pares neurotransmisor-receptor
involucrados. Por tanto, una misma neurona podrá recibir tanto en-
tradas excitadoras como inhibidoras con intensidades diferentes,
que se integran al actuar la neurona como un procesador. La señal
de salida, ya sean potenciales de acción con distintas frecuencias o
la ausencia de ellos, reflejará la actividad del conjunto de neuronas
entrantes. Por tanto, en consistencia con el experimento de Hartli-
ne, una única neurona codifica el estado de actividad de una mul-
tiplicidad de neuronas, con frecuencia vecinas, pero en ocasiones

64 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


lejanas si conecta con axones de neuronas de proyección, de loca-
lización más remota. Estos conjuntos de neuronas en interacción
constituyen los circuitos neuronales, que pueden dar lugar a redes
de gran tamaño, y donde una misma neurona puede formar parte de
varias de estas redes.

Circuitos neuronales

Al igual que los sistemas sensoriales nos han proporcionado cla-


ves generales de la computación neuronal, como las expuestas en
el párrafo anterior, el estudio de los sistemas motores ha revelado
cómo diversas conductas de mayor complejidad están contenidas
en circuitos neuronales. Los sistemas motores son los que contro-
lan la contracción de los músculos, permitiendo que se exprese
nuestra conducta. El desarrollo de los sistemas nerviosos se pro-
dujo al requerirse el movimiento de los seres vivos primigenios
para buscar alimento, lo que les confirió una ventaja importante
sobre los vegetales. Algunos pequeños animales marinos poseen
en su etapa larvaria un pequeño cerebro que integra las señales de
su entorno y responde comandando sus movimientos. En su etapa
adulta, estos animales se anclan a las rocas, y entonces el cerebro
se reabsorbe como si ya no fuese necesario. En los animales más
sencillos ya se encuentra el circuito básico, el arco reflejo, que se
mantiene también en los animales más desarrollados para realizar
funciones básicas. En la figura 5 podemos observar uno de estos
circuitos básicos que existe también en los humanos.
Se trata del conocido reflejo de estiramiento que se produce
cuando se golpea levemente el tendón situado debajo de la rótula.
Este reflejo concreto se conoce como rotuliano o patelar. El múscu-
lo percibe el golpe como un estiramiento, y una neurona sensorial
conduce esta información hasta la médula espinal, donde conecta
con una neurona motora que devuelve al músculo una orden de

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 65


r F1e. 5
[Il
G7 En la médula las
~ neuronas sensoriales
hacen sinapsis con
neuronas motoras que
lanzan al músculo la
orden para que se
contraiga, extendiéndose
la pierna.

Huso muscular - - - - ~
Neurona
Tendón - - - e motora
[TI Se produce un impulso que es
conducido a la médula por
neuronas sensoriales.

OJ Elmúsculo
golpe con el martillo estira el
activándose receptores
intramusculares que detectan el
estiramiento.

Figura que muestra el mecanismo por el cual se produce el reflejo rotuliano.

contracción para contrarrestar el estiramiento. Es un ejemplo del


tipo de circuito más sencillo, con dos neuronas y una sinapsis, por
lo que se trata de un circuito monosináptico.
Este proceso resulta de gran utilidad, porque se da en todos
nuestros músculos para estabilizar automáticamente nuestra pos-
tura sin participación del cerebro. Desde la perspectiva neuronal
vemos un arco reflejo, pero desde la perspectiva informacional ve-
mos un circuito con un programa-secuencia que se activa ante el
estiramiento de cualquier músculo. El arco reflejo se encuentra
conservado en la naturaleza desde los animales más sencillos has-
ta nosotros, lo que ha permitido estudiarlo en organismos simples
como el molusco marino Aplysia para desentrañar sus bases mole-
culares. Estas investigaciones han desvelado que el arco reflejo es
el sustrato la forma más sencilla de memoria, ya que puede mo-
dificarse por el aprendizaje mediante el proceso que denominamos
habituación. Un ejemplo es lo que ocurre cuando alguien acerca el

66 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


dedo a nuestro ojo: lo cerramos automáticamente. Pero si se
la situación sin que el dedo HU.U.U.U~... toque el ojo, dejaremos de
cerrarlo. Algo similar sucede cuando oímos un ruido que nos llama
la atención; si se repite consecuencias, dejaremos oírlo. Así, la
habituación es el mecanismo más simple aprendizaje basado en
la modificación de un reflejo sencillo.
Como es natural, no todos los circuitos son tan sencillos. Se lla-
man polisinápticos aquellos en los que participan varias neuronas
y sinapsis. Un ejemplo es el que nos hace retirar un miembro ante
una agresión, y que al mismo tiempo compensa el movimiento
en el otro lado del cuerpo para mantener el equilibrio. Imagine-
mos que caminamos descalzos y pisamos un clavo. De inmediato,
la sensación de la punta afilada en la planta del pie envía una se-
ñal a la médula espinal, donde las neuronas sensoriales conectan
con neuronas motoras para enviar dos órdenes distintas a sendos
músculos del pie afectado: al flexor para contraerse y al extensor
para relajarse. El resultado ambas acciones es la retirada del pie.
Pero al mismo tiempo, la señal en la médula espinal se transmite
también a las neuronas motoras que controlan los mismos múscu-
los en el pie contrario, con efectos opuestos: el flexor se relaja y el
extensor se contrae, lo que nos lleva a apoyar el pie en el suelo para
cargar el peso en él y no perder el equilibrio (fig. 6).
También en este caso, un conjunto de neuronas que compone
un circuito desempeña funciones de forma automática, ejecutan-
do un programa de activación que procede de un estímulo exte-
rior y que desencadena una respuesta. La médula espinal, con
sus programas motores, ha permitido desentrañar el papel de las
cadenas de neuronas, pero además ha abierto la comprensión de
ámbitos más amplios. En el fondo, si esta organización se da para
posibilitar movimientos, ¿por qué no podría explicarse de forma
similar la conexión de las neuronas en otros niveles del cerebro?
Los circuitos neuronales o redes neuronales existen en cualquier
nivel del sistema nervioso, aunque la posibilidad de circunscribir

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 67


I F1G. 6

[IJ El estímulo doloroso induce un reflejo [I] Al tiempo se activan los grupos musculares
de retirada vehiculizado por la flexión de extensores del lado opuesto evitando la caída
los músculos del lado del cuerpo afectado. como consecuencia del estímulo doloroso.

Esquema de un circuito polisináptico en el reflejo de retirar un pie al pisar


un clavo. Los programas embebidos en la médula espinal permiten tanto la
retracción ante un estímulo doloroso corno el mecanismo postural compensatorio
que posibilita mantener el equilibrio y la bipedestación.

una red neuronal a una función concreta es cada vez más difícil a
medida que aumenta la complejidad de esa función. Es más fácil
entender la red o el circuito subyacentes a la retirada del pie ante
un pinchazo que comprender la red responsable de la inteligencia
o el pensamiento.

COGNITOS Y CONECTOMA: LA ARQUITECTURA


DEL CEREBRO

El análisis de los sistemas sensoriales y motores que conectan al


cerebro con el mundo exterior nos ha aportado dos enseñanzas

68 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


clave: una, que los potenciales de acción encierran una capaci-
dad mucho mayor de codificación que la derivada de una simple
señal propagada a lo largo de un axón; dos, que las neuronas se
estructuran en microcircuitos capaces de ejecutar programas a
veces con total autonomía del cerebro en reacciones automáticas
o instintivas. Ambos mensajes son inseparables, porque no hay
potenciales de membrana (electricidad cerebral) sin circuitos ni
a la inversa. La consecuencia de todo ello es que los circuitos no
son estáticos, sino dinámicos. En palabras del psicólogo estadou-
nidense Karl Lashley, «toda tentativa de expresar la función ce-
rebral en términos de los conceptos de arco reflejo o de cadenas
asociadas de neuronas parece estar destinada al fracaso, porque
parte de la premisa de un sistema nervioso estático. Todas las prue-
bas de que disponemos nos indican, por el contrario, que es un
sistema dinámico y constantemente activo, o más bien una mez-
cla de sistemas interactuantes». Pero la dimensión del desafío ad-
quiere mayor envergadura si se tiene en cuenta la naturaleza de
las funciones que el cerebro alberga. A diferencia de los sistemas
sensoriales y motores periféricos, que reciben y envían mensajes,
en el cerebro tienen lugar la representación del mundo y la fun-
ción cognitiva. Aunque se pueda presuponer que en estos niveles
se encontrarán los mismos elementos organizativos que en los
más simples, es algo que hay que demostrar. Se han realizado pro-
gresos significativos, pero restan cuestiones muy relevantes por
resolver, dada la dificultad de entroncar la esfera neurológica con
la cognitiva. Las investigaciones con modelos simples y con los
sistemas sensorial y motor nos indican que los microcircuitos ani-
mados por los potenciales de acción son capaces de codificar las
experiencias que proceden del mundo exterior y generar respues-
tas apropiadas. Los estudios demuestran que el tejido cerebral
está constituido por microcircuitos donde se replican las propie-
dades de los sistemas periféricos, aunque su identificación es más
difícil. Tal vez el mejor ejemplo sean las columnas de células de la

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 69


corteza cerebral, acúmulos de microcircuitos especializados en la
percepción del color, el movimiento y las sensaciones corporales.
Se trata de organizaciones que involucran a millones de neuronas
con un propósito definido común. La investigación ha demostra-
do que estas columnas corticales reciben información y la proce-
san dando lugar a una respuesta de salida. En estos conjuntos de
neuronas se mantiene la arquitectura de los sistemas periféricos,
aunque con un número mayor de células, como corresponde a
un papel más sofisticado. El arco reflejo primario se expresa en
el cerebro en forma de circuitos que contienen un número mayor
de neuronas y, con ellas, un mayor grado de conexiones que per-
miten la ejecución de tareas más complejas. Esta interpretación
es aceptable en la medida en que podemos fácilmente establecer
la diferencia que existe entre un reflejo simple controlado por la
médula espinal y las acciones más complejas, como tocar un ins-
trumento musical, coordinar los movimientos de las manos al es-
cribir a máquina o leer en sistema braille. Pero parece haber un
salto cualitativo cuando se trata de explicar funciones superiores
que además están íntimamente entrelazadas. Por ejemplo, la per-
cepción requiere de la adquisición y recuperación de memorias;
igualmente, la memoria almacena información obtenida a tra-
vés de la percepción; lenguaje y memoria son interdependientes;
lenguaje y razonamiento lógico son formas especiales de acción
cognitiva; la atención está al servicio del resto de las funciones
cerebrales, mientras que la inteligencia se sirve de todas ellas; y
así sucesivamente. Pero además, en el cerebro pueden perderse
cientos e incluso miles de neuronas sin que se afecte la función,
gracias a los mecanismos de procesamiento distribuido y paralelo
que le confieren una gran tolerancia a fallos. Incluso en los casos
de pérdidas neuronales relevantes con merma de funciones, estas
pueden ser desempeñadas por otras neuronas. Y como hemos ex-
plicado, las señales no son codificadas por potenciales de acción
individuales, sino por grupos o trenes en poblaciones celulares

70 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


que forman circuitos. En conjunto, se trata de un escenario que
requiere un paso adelante en la comprensión de la estructura or-
ganizativa.
Para avanzar en la comprensión de esta estructura, el psiquia-
tra y neurocientífico Joaquín Fuster, uno de los más reconocidos
expertos en la corteza prefrontal, ha
propuesto la existencia de una especie El cognito es, por
de unidad de la función cerebral: el definición, una
cognito, término que alude a cualquier unidad compuesta
representación en la corteza cerebral -no m1nima-
del yo, del mundo o de la interacción de memoria y
entre ambos. Su estructura en red se conocimiento.
construye con representaciones ele- JOAQUÍN FUSTER

mentales de percepciones o acciones


que se han asociado entre sí mediante el aprendizaje o expe-
riencias pasadas. Estas unidades elementales de representación
constituyen el nodo de estas redes, que a su vez pueden tener una
estructura en red a un nivel más elemental (cognitos dentro de
cognitos). En cualquier caso, un cognito se define por los nodos
que lo componen y por la relación entre ellos. En términos neu-
ronales, un cognito está formado por matrices de neuronas y sus
conexiones. Según Fuster, en tanto los cognitos y las redes cogni-
tivas coinciden, la individualidad del conocimiento humano de-
riva de las casi ilimitadas combinaciones de neuronas o conjuntos
de ellas que pueden formarse a partir de los 10 billones presentes
en la corteza cerebral. Como sucede en la periferia con las redes
neuronales que causan los reflejos, algunos cognitos elementales
son innatos; se encargan de funciones como la percepción del co-
lor o el conocimiento de la gramática esencial, y pueden entrar a
formar parte de cognitos de orden superior de carácter dinámico,
forjados por las experiencias. A lo largo del desarrollo cognitivo, el
organismo forma cognitos cada vez de mayor tamaño y compleji-
dad por asociación en el espacio y el tiempo, así como por simila-

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 71


ridad y analogía. Al mismo tiempo y a través de la discriminación
sensorial y del razonamiento, tanto deductivo como inductivo,
el organismo fragmenta cognitos en categorías cognitivas espe-
cializadas. El aprendizaje tiene lugar mediante la formación de
nuevos cognitos a partir de otros más antiguos, por composición
y descomposición de los preexistentes.
Con un enfoque diferente, los neurocientíficos Olaf Sporns y
Patrie Hagmann acuñaron el término conectoma para hacer refe-
rencia al mapa de las conexiones neuronales del cerebro. Este tér-
mino ha calado fácilmente por su analogía con el genoma, el mapa
de los genes de un organismo. Pero, en realidad, el término canee-
toma se ancla en una tradición antigua, la teoría del conexionismo,
que desde el siglo XIX postula que la función cerebral se establece
a partir de las conexiones de sus elementos constituyentes, y que
fue ratificada por Cajal al identificar a las neuronas como estos
elementos constituyentes. Según Hagmann, «para comprender el
funcionamiento de una red deben conocerse sus elementos y sus
interconexiones L"°] El conectoma aumentará considerablemente
nuestra comprensión de los procesos emergentes funcionales a
partir de las estructuras cerebrales y proporcionará nuevas ideas
sobre los mecanismos que utiliza el cerebro si las estructuras ce-
rebrales están dañadas». El concepto de conectoma ha tenido un
gran impacto, impulsando la puesta en marcha de varios proyec-
tos internacionales encaminados a avanzar en su conocimiento.
Estas grandes iniciativas son imprescindibles para una empresa
de tal envergadura, si se tiene en cuenta que el cerebro humano
contiene al menos 1011 neuronas unidas por 1014 conexiones sináp-
ticas. Incluso en su versión más simple, descifrar el conectoma
es varios órdenes de magnitud más complejo que secuenciar el
genoma humano.
El éxito de esta propuesta se debe a que se cree que somos
nuestro conectoma y, como consecuencia, su caracterización per-
mitirá comprender las manifestaciones más profundas de la acti-

72 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


>
En la década de 1970, un equipo de científicos dirigido por el sudafricano
Sydney Brenner emprendió la tarea de mapear las 302 neuronas y sus co-
nexiones en Caenorhabditis elegans, un gusano de 1 milímetro. Fue un trabajo
meticuloso y artesanal, consistente en cortar rodajas del animal y estudiarlas
por microscopía electrónica para armar un puzle en 30. En 1986, cuando se
publicó el trabajo, Brenner se refería al diagrama obtenido como «la mente
del gusano». Décadas más tarde, en 2005, Olaf Sporns y Patrie Hagmann
propusieron el término «conectoma» para referirse a este mapa de conexio-
nes neuronales. Como sugirió Brenner, hoy muchos científicos piensan que
nuestro conectoma es la clave para conocer nuestra mente. Sin embargo, la
complejidad de nuestro cerebro requiere el uso de nuevas tecnologías como
la neuroimagen, que permite obtener tractografías o diagramas genera-
les de vías nerviosas. Ya se han mapeado conectomas parciales del ratón,
mientras que el conectoma humano completo es una meta a largo plazo.

- imagen que ilustra los tractos nerviosos en la sustancia blanca del cerebro
humano, obtenido mediante resonancia magnética. Esta técnica, llamada
tractografía, ofrece un mapa general de las conexiones en el cerebro.

73
vidad cerebral. Pero la información que puede proporcionarnos el
conectoma es solo una parte del panorama global del cerebro. He-
mos visto en párrafos anteriores el progreso en la identificación
de los componentes químicos de la conexión entre neuronas, así
como los avances en la identificación de los códigos elementales
de comunicación entre las neuronas y la organización de estas en
microcircuitos. Por tanto, el conectoma supone una generaliza-
ción de todo conocimiento precedente, apostando por la opción
de que un conocimiento exhaustivo de las conexiones entre las
neuronas cerebrales nos dará una explicación mecanicista de su
funcionamiento. Pero ¿es así? No necesariamente, como sugieren
las palabras de Lashley citadas con anterioridad. Las conexiones
físicas son iguales en un cadáver que en una persona viva, y de he-
cho pueden estudiarse con técnicas histológicas en tejido fijado.
Este análisis proporciona una noción clara de la dirección de las
señales (según el principio de la polarización dinámica enuncia-
do por Cajal hace más de cien años), pero no de su codificación
que es eléctrica y, por tanto, dinámica. Es preciso distinguir, como
hace Fuster, la esfera neural y la cognitiva. Con esta concepción
en mente, los conceptos de conectoma y de cognito son comple-
mentarios. Ciertamente es esperable que el mapeo detallado de
las conexiones cerebrales arroje luz sobre el funcionamiento ce-
rebral, pero el cerebro es una realidad dinámica y continuamente
cambiante, cuyas redes o cognitos responden continuamente a la
experiencia y cambian con ella.
Por todo ello, estas propuestas requerirán incorporar compo-
nentes adicionales que clarifiquen la forma en que las conexiones
cerebrales codifican las representaciones del mundo, las asimilan
y las transforman en acciones. En este camino se espera una gran
aportación de la neurociencia computacional, que es capaz de
extraer los progresos de la computación simbólica como fuente de
inspiración del nuevo conexionismo neural dinámico, capaz de in-
suflar vida a los circuitos. Dada la complejidad del problema, hay

74 1 Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral


pocas dudas de que es uno de los retos clave del siglo XXI, cuya
resolución depende de una aproximación convergente entre las
metodologías experimentales de obtención de señales y su inter-
pretación formal, tanto para entender la semántica cerebral como
para posibilitar la aplicación exógena de estímulos que el cerebro
pueda reconocer como propios. En este último desafío reside la
posibilidad de actuar sobre el cerebro para restaurar funciones
perdidas por enfermedades o lesiones e incluso para potenciar
sus capacidades en personas sanas.

Circuitos neuronales, la clave de la función cerebral 1 75


CAPTAR Y DESCIFRAR
EL LENGUAJE DEL CEREBRO

El cerebro maneja una cantidad inmensa


de señales que estamos aprendiendo a
detectar y que constituyen su lenguaje.
El reto es descifrar el código de ese
lenguaje para entender su significado
y poder interactuar externamente
proveyendo información.
asta ahora hemos visto cómo la naturaleza ha dispuesto los
mecanismos para gestionar la electricidad mediante señales
-potenciales sinápticos y de acción- de modo que una señal
pase de unas neuronas a otras. También que las neuronas compo-
nen un entramado complejo por el que discurren esas señales co-
nectando el mundo exterior con el cerebro y este con los músculos
que ejecutan las acciones. Pero la comprensión del conjunto reviste
mayor complejidad que la de una cadena de neuronas conectadas,
ya que todo lo que pensamos, recordamos y sentimos está codifi-
cado en el cerebro.
Hay que tener en cuenta que el cerebro tiene una multiplici-
dad de funciones, desde controlar los músculos o el habla a captar
e interpretar las imágenes, sonidos y olores de nuestro entorno, a
sentir emociones, generar pensamientos y construir nuestra iden-
tidad y consciencia. Todo ello se representa mediante potenciales
de acción, pero al tratarse de fenómenos muy diferentes requieren
códigos específicos. Si penetramos en las entrañas del cerebro, las
representaciones de la experiencia se combinan para proporcio-

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro j 79


namos nuestra perspectiva del mundo, y así una melodía puede,
por ejemplo, vincularse a una imagen o a un olor.
Esta secuencia de codificación y descodificación de nuestro en-
torno en potenciales de acción es continua y se da en los distintos
niveles de nuestro sistema nervioso en forma de códigos neurales.
Entender y descifrar estos códigos es uno de los grandes retos a los
que se enfrenta la neurociencia y que evoca el que resolvió la biolo-
gía molecular a mediados del siglo pasado, cuando James Watson y
Francis Crick descubrieron que la información genética se encuen-
tra almacenada en secuencias sencillas de nucleótidos a lo largo de
las cadenas de ADN. En el caso de los códigos cerebrales, el proble-
ma es más complejo, pues aunque la unidad básica de comunica-
ción neuronal es el potencial de acción o espiga, su papel cambia
en los distintos sistemas neuronales y su número es inmenso.
estudio de los códigos neurales implica detectar las señales que
el sistema nervioso produce frente a los estímulos y registrar la activi-
dad cerebral cuando se producen respuestas. Para ello debe acceder-
se al comportamiento eléctrico de cualquier neurona. Hoy esto solo
puede conseguirse en ciertos invertebrados con neuronas de gran
tamaño, ya que en los vertebrados las neuronas son pequeñas y sus
axones se empaquetan a miles en los nervios. El progreso tecnológico
augura que tal resolución será posible en los próximos años. Mientras
tanto, nuestro conocimiento avanza gracias a varias aproximaciones
metodológicas complementarias: los estudios morfológicos que ana-
forma y composición del tejido nervioso, los electrofisiológi-
cos que investigan el funcionamiento de las células nerviosas desde
una perspectiva eléctrica, y las técnicas de neuroimagen.

r la composición del sistema nervioso

Los estudios morfológicos del sistema nervioso fueron histórica-


mente los primeros, y hoy se mantienen vigentes gracias a diversas

80 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


> o

La modificación del método de tinción neuronal inventado por Ca millo Golgi


fue lo que permitió a Ramón y Cajal apreciar que las neuronas no eran una
red continua, sino células individuales conectadas. La ventaja de la técnica
consistía en que teñía solo algunas de las neuronas, lo que permitía distin-
guir una imagen clara en la maraña del cerebro. En el siglo xx comenzaron a
introducirse los marcajes fluorescentes, que permiten visualizar elementos
concretos de las células. Uniendo estos colorantes a otra molécula que
actúa como sonda, por ejemplo un anticuerpo, es posible teñir específi-
camente los componentes celulares deseados. De este inmunomarcaje
químico se pasó después al genético: mediante ingeniería genética puede
lograrse que las propias neuronas del cerebro de un animal produzcan
proteínas fluorescentes con una variedad de colores. Para estos estudios
de imagen ha sido fundamental el desarrollo del microscopio confocal,
que permite enfocar una preparación tomando distintas secciones ópticas
plano a plano para luego reconstruir con ellas una imagen en 30.

- A la izquierda, ilustración de Santiago Ramón y Cajal de las neuronas en el cerebelo


de un pollo. Al lado, reconstrucción 30 con el microscopio confocal de neuronas
piramidales.

81
innovaciones. Inicialmente se estudiaba la degeneración de los axo-
nes al seccionarlos, y se teñían las células nerviosas con colorantes
específicos para trazar sus recorridos y conexiones. Estas técnicas
desarrollaron todo su potencial cuando pudieron observarse las
proyecciones específicas de neuronas concretas. Más tarde, estos
métodos se complementaron con aproximaciones inmunológicas
y moleculares que han sido decisivas para clarificar los neurotrans-
misores y neuromoduladores del cerebro. Recientemente ha sido
clave la microscopía confocal, que permite estudiar distintos pla-
nos de un fragmento de tejido para luego reconstruir una imagen
tridimensional. En conjunto, actualmente disponemos de informa-
ción extensiva sobre las conexiones de todas las regiones y subre-
giones cerebrales. El punto fuerte de estas tecnologías es el detalle
estructural, de manera que podemos visualizar una o varias neuro-
nas en imágenes tridimensionales, marcando específicamente sus
neurotransmisores u otras moléculas identificables. El punto débil
es que la mayor resolución se obtiene en tejido fijado, no en vivo.
Por consiguiente, estas técnicas nos proporcionan información
de la composición y conexiones de los microcircuitos, pero no de
sus señales eléctricas. No obstante, la microscopía confocal puede
usarse en tejido vivo, añadiendo a las neuronas moléculas lumino-
sas que actúan como sondas. Como ahora veremos, estas señales
pueden estudiarse en conjunto con las técnicas electrofisiológicas.

Obtener señales eléctricas del cerebro

El registro de la actividad eléctrica de las neuronas puede llevarse a


cabo tanto desde fuera como accediendo al interior de las células. De
las técnicas de registro extracelular, la que proporciona información
más global es el electroencefalograma (EEG), introducido en 1929 por
el médico alemán Hans Berger. Se basa en el hecho de que las neuro-
nas no disparan al azar, sino que se sincronizan produciendo señales

82 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


que pueden detectarse desde el cráneo o desde la propia superficie
cerebral, de forma similar a como se registra el electrocardiograma
(ECG) para monitorizar la actividad del
corazón. Los resultados que se obtienen El EEG es un
no son de las neuronas individuales, fenómeno
sino de los campos que generan colecti- concomitante de los
vamente cuando actúan sincronizadas. procesos nerviosos
Como consecuencia, su uso se limita a continuos del
estudiar condiciones globales de con- cerebro, como el ECG
ciencia, como la profundidad del sue- es concomitante de
ño, el grado de excitabilidad cerebral o las contracciones
el nivel de atención. de los segmentos
El EEG se ha utilizado para consta- individuales del
tar la correlación entre la actividad de corazón.
las neuronas de la corteza y estados o HANS BERGER
funciones cognitivas, así como en el
diagnóstico de patologías como la epilepsia donde las poblaciones
neuronales se sincronizan. Aunque la falta de especificidad es una
limitación, permite explorar el funcionamiento de circuitos neuro-
nales, ya que las neuronas sincronizadas deben estar conectadas.
En sus estudios, Berger describió la aparición de ondas de alta fre-
cuencia (20 hercios o más) cuando el sujeto realizaba operaciones
mentales, como las aritméticas. Estas ondas se han registrado des-
pués con otras metodologías y se han relacionado con el «percep-
tual binding», fenómeno consistente en la activación de las neu-
ronas de un circuito ante la presentación de un objeto, como una
silla. Esta capacidad del cerebro de asociar la percepción con cir-
cuitos sincronizados ha sido ampliamente investigada. Un ejemplo
destacado son los experimentos del neurofisiólogo chileno Pancho
Varela, introductor de la Neurofenomenología. Varela presentaba a
los sujetos imágenes de «caras de luna», rostros con alto contraste
en blanco y negro que se reconocen fácilmente, pero que parecen
imágenes sin sentido cuando se muestran en posición invertida.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 83


A los sujetos se les presentaban las imágenes, debiendo apretar un
pulsador u otro dependiendo de si apreciaban un rostro a primera
vista. Al mismo tiempo, se registraba su actividad cerebral median-
te EEG. Cuando se presentaba la imagen en posición normal, el
EEG mostraba una sincronización neuronal durante los primeros
720 milisegundos, antes de que el sujeto pulsara el botón indicando
que reconocía un rostro. Por el contrario, esta sincronización no se
observaba cuando se enseñaba el gráfico en posición invertida y el
sujeto no distinguía una cara (fig.1).
La magnetoencefalografía (MEG) es una técnica con fundamen-
to similar al EEG, basada en la unificación de las fuerzas eléctrica
y magnética que descubrió Maxwell y que avanzamos en el capítu-
lo 1. Cuando pasa corriente por un conductor se genera un campo
magnético débil, difícilmente detectable en una única neurona;
pero cuando se activan grupos de neuronas, la suma de los campos
puede dar lugar a una señal de intensidad suficiente como para de-
tectarla. El uso de los campos magnéticos ha permitido desarrollar
la técnica inversa, la electromagnetoestimulación (EME), consisten-
te en aplicar campos magnéticos desde el exterior del cráneo sin
cirugía, tanto con propósitos experimentales como terapéuticos.
Desarrollaremos esta potencialidad en el próximo capítulo.
Entre las técnicas electrofisiológicas ha sido especialmente pro-
ductivo el uso de registros con electrodos, un método desarrollado
en el siglo xx y que hoy sigue plenamente vigente. En conjunto,
estas técnicas pretenden obtener señales eléctricas directas de las
neuronas. En sus inicios, la principal limitación era el reducido ta-
maño de las neuronas cuando la miniaturización era inexistente.
En el capítulo 1 vimos cómo esta limitación fue superada usando
axones grandes, los del calamar. Al introducir un filamento de pla-
ta en el interior del axón y colocar otro fuera, se pudo observar los
potenciales de acción. Pero esta estrategia seguía vedando el estu-
dio de las neuronas del cerebro por razón de su tamaño. Se optó por
utilizar hilos metálicos finos en el tejido nervioso, comprobándose

84 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


r FIG.1
Caras de Lima

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3
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N
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3
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Sincronización de poblaciones neuronales al reconocer caras. Al sujeto se le


muestran contornos contrastados de caras (caras de luna) que en posición normal
se identifican como caras, pero invertidas no. Los sujetos portan electrodos de
registro electroencefalográficos distribuidos sobre el cráneo. Las líneas en las
imágenes indican sincronización entre regiones cerebrales en distintos momentos
desde la exposición. Las imágenes a la derecha muestran grados mayores de
sincronización con la percepción de caras que sin ella (izquierda).

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 85


que podían detectarse tres tipos de señales con diferente nivel de
resolución: potenciales de campo como en resultantes de la
sincronización de poblaciones neuronales; descargas potenciales
de acción de varias neuronas próximas si se utilizaban hilos metáli-
cos lo bastante finos y aproximados a las neuronas, lo que se cono-
ce como registro multiunitario; e incluso registros de potenciales
de acción de una neurona, o unitarios. Los tres tipos de señales se
obtienen desde el exterior celular, por lo que no aportan informa-
ción sobre la forma del potencial de acción, sino únicamente sobre
rasgos como su frecuencia o cadencia. El aumento de la potencia
computacional y la miniaturización ha conducido al desarrollo
de matrices de electrodos (microelectrode array, MEA) que se co-
nectan al cerebro y permiten registrar cientos de neuronas simul-
táneamente. mismo tiempo, se han creado otros sistemas con
propósito de estimular regiones del cerebro con señales eléctri-
cas. Como veremos en el capítulo siguiente, este es un campo muy
activo de innovación, donde se busca obtención de materiales
biocompatibles y flexibles que se adapten a forma de la región
cerebral deseada sin que el organismo reaccione contra ellos.
Pese a las ventajas de estas técnicas, los métodos de registro ex-
tracelular no tienen la capacidad de proporcionar detalles finos de
los potenciales sinápticos y de acción, sino solamente sus patro-
nes de aparición. En cambio, los registros intracelulares comparan
en cada momento el potencial eléctrico del interior la célula con
exterior, dando cuenta de la entrada y salida de iones, tanto si
estos movimientos iónicos se producen a partir de estímulos eléc-
tricos como por efecto de los neurotransmisores. El desafío para la
introducción de estas técnicas fue acceder al interior de las célu-
las manteniéndolas vivas y funcionales. La solución vino gracias
a una propiedad interesante de los tubos de vidrio: si un tubo se
calienta por el centro y se estira por sus extremos, se alargará hasta
romperse, pero los extremos rotos no quedan cegados sino que se
mantienen abiertos; y curiosamente, la relación entre el diámetro

86 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


- Registro de la actividad cerebral. Arriba a la izquierda, multirregistro de actividad
electroencefalográfica. A la derecha, obtención de señales de neuroimagen cerebral.
Abajo, un circuito impreso con electrodos de registro para implantación intracraneal.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 87


interno y el externo es la misma que en el tubo original. Gracias
a este comportamiento del vidrio pudieron fabricarse tubos finos
con diámetros externos inferiores a 1 micra o millonésima de me-
tro, que podían clavarse en una célula (de tamaño generalmente
superior a 10 micras) sin dañarla. Si el tubo se rellenaba con un
líquido conductor y se introducía en él un hilo de plata, se obte-
nía un electrodo capaz de poner en contacto el líquido intrace-
lular con un detector, de forma equivalente a lo que se consiguió
con dos hilos en el axón del calamar. El resultado fue mejor de
lo previsto: en 1946, los electrofisiólogos Judith Graharn Pool y
Ralph Gerard publicaron el primer estudio con metodología
tracelular y con la particularidad inesperada de que las moléculas
de la membrana parecían sellar el punto de entrada del tubo de
vidrio en la célula, de modo que la calidad del registro se man-
tenía de duradera (a veces horas) como si la célula no se
diera cuenta de que estaba siendo observada. El descubrimiento
de los rnicroelectrodos intracelulares dio pie a experimentos más
sofisticados, como estimular una vía nerviosa mientras se regis-
tra una de las células que reciben la entrada para comprobar la
tipología la respuesta modificada por la interacción sináptica.
Al mismo tiempo se desarrollaron métodos subsidiarios orienta-
dos a extraer el máximo de información de las células. Estas técni-
cas se han aplicado exitosamente tanto en fragmentos de cerebro
mantenidos vivos corno directamente en el cerebro de animales,
principalmente primates y roedores.
La pregunta que se plantea cualquier investigador cuando ob-
serva un cambio en potenciales sinápticos o en potenciales de ac-
ción es: ¿cuáles son las corrientes iónicas causantes de tales cam-
bios? La forma de responder es recurrir al marco teórico de la ley
de Ohm, que relaciona el voltaje a los lados de la membrana con
la corriente que atraviesa la membrana y la resistencia que esta
opone al paso de la electricidad. Cuando se realizan registros con
microelectrodos se observa el comportamiento natural de la célu-

88 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


la y lo se mide son cambios en los potenciales intracelulares
con respecto a los extracelulares. La forma de profundizar en las
bases que dan lugar a los cambios de voltaje es fijar ese voltaje. Al
mantener constante uno de los términos de la ley de Ohm, se podrá
observar cómo varían los otros. En concreto, lo que se observará
serán los cambios en las corrientes iónicas subyacentes que portan
carga y son las causantes de los cambios de voltaje. Con esta in-
tención se desarrollaron las técnicas del voltaje impuesto o pinzado
(fig. 2), donde se fija una de las variables, en concreto el voltaje, con
que los cambios eléctricos registrados por los electrodos pueden
atribuirse a otras variables corno la corriente o la resistencia.
La surgió inicialmente del uso de neuronas grandes de
molusco, en las que se introducían dos electrodos y se fijaba el

1 F1G. 2
Un electrodo es situado 2 El amplificador de voltaje Si existe una diferencia
intracelularmente midiendo impuesto compara el entre ambos potenciales
el potencial de membrana y potencial de la membrana el amplificador inyecta
enviando la señal a un coneldeseado,especfficado la corriente necesaria
detector que envía la con un comando. para llevar el potencial
medida al amplificador de de membrana al nivel
voltaje impuesto. deseado a través de
un segundo electrodo
posicionado
intracelularmente.

Electrodo de
referencia

salina

Técnica de voltaje impuesto. Un sistema de electrodos con voltaje fijado mide los
cambios eléctricos en un segmento de axón de calamar.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 89


potencial inyectando cargas con un electrodo (electrodo de
ción), mientras con el otro (electrodo de registro) se observaban las
corrientes que pasaban a través de la membrana. Esta metodología
se conoció como voltaje impuesto con dos microelectrodos. Poste-
riormente se logró inyectar y registrar alternativamente a alta ve-
locidad a través de un único electrodo, una técnica conocida como
voltaje impuesto con un microelectrodo. En ambos casos, la idea es
inyectar corriente a la célula obligándola a mantenerse en un nivel
de voltaje prefijado, y lo que se observa son las corrientes que pasan
a través de la membrana.
Sin duda, la variante de mayor impacto de esta aproximación
ha sido la de los biofísicos alemanes Erwin Neher y Bert Sakmann,
ya mencionados en el capítulo 1, al desarrollar el patch-clamp. La
aportación de estos investigadores fue demostrar la existencia de
canales iónicos, para lo cual utilizaron tubitos de vidrio con una
singularidad: en lugar de clavarlos en las células, los preparaban
con la boca relativamente grande y los acercaban a la célula, apli-
cando una succión que adhería el orificio del tubo a la membrana
celular. Hay dos configuraciones básicas en el patch-clamp: la del
parche escindido, donde el fragmento de membrana se fija al tubo
como el parche de una pandereta, y que sirve para analizar cana-
les iónicos individuales; y la configuración de célula completa, en
cuyo caso el parche se descarta y el electrodo queda en continuidad
con el interior celular. Se trata de una variante del registro
lular antes mencionado.
Si bien las ventajas de las metodologías basadas en el registro
intracelular son incuestionables, no están exentas de limitaciones
relevantes: no es fácil registrar más de dos células simultáneamen-
te, y el registro en vivo en humanos no es posible porque requeriría
una intervención agresiva inviable por razones éticas. Por tanto,
estas técnicas se ciñen al ámbito experimental. Actualmente los re-
gistros con microelectrodos intracelulares son las únicas técnicas
que permiten explorar los mecanismos de las funciones cognitivas

90 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


en redes de la corteza cerebral, al ser las únicas que proveen infor-
mación completa tanto de los patrones de producción de potencia-
les de acción como del procesamiento en las sinapsis.
Para superar las limitaciones de los registros intracelulares, se
han introducido innovaciones como los colorantes sensibles al vol-
taje y las sondas fluorornétricas. Los colorantes sensibles al voltaje
son moléculas capaces de penetrar en el tejido nervioso, y que tie-
nen la propiedad de emitir luz en función de la diferencia de poten-
cial eléctrico entre el interior y el exterior de la célula. Así, con un
microscopio apropiado puede verse cómo evoluciona el potencial
de las células que se hayan cargado con el colorante, como si hubié-
ramos introducido en cada una de ellas un microelectrodo. Los co-
lorantes sensibles al voltaje se desarrollaron a finales del siglo pasa-
do, pero su utilización práctica se vio limitada por la necesidad de
una potencia computacional que permitiera analizar la evolución
simultánea del voltaje en cientos de células. Esta limitación ya se
está superando, y es de esperar un crecimiento de estas metodolo-
gías junto con su validación mediante experimentos de matrices de
microelectrodos, con el fin de establecer un puente entre señales
extra e intracelulares que permita compensar las limitaciones de
unas y otras.
En una dirección parecida, ha aumentado también la utilización
de sondas fluorométricas o fluoróforos. Se trata de moléculas que se
introducen en porciones de tejido nervioso y que se unen a iones o
a ciertas moléculas intracelulares. Al aplicarles una estimulación lu-
minosa, emiten luz que puede detectarse microscópicamente. La luz
que emiten depende de la cantidad de sonda que se une a los iones
o moléculas. Probablemente, los fluoróforos más extendidos son los
que se unen al calcio, un catión con efectos reguladores intracelula-
res y con un papel fundamental en las sinapsis, como explicamos en
el capítulo anterior. Esta aproximación ha sido muy productiva para
entender la dinámica del Ca2+ intracelular, pero es esperable que su
potencia se multiplique con el desarrollo de nuevas técnicas de ob-

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 91


servación. En el origen de estas técnicas, la observación se realizaba
con microscopios equipados con sistemas de excitación y detección
capaces de alcanzar una resolución a nivel celular. Actualmente ha
irrumpido con fuerza la microscopía confocal, que aporta informa-
ción tridimensional sobre la morfología del tejido nervioso, como
mencionamos en párrafos anteriores. Del mismo modo, puede espe-
rarse que la convergencia de esta microscopía con las técnicas elec-
trofisiológicas profundice en la comprensión de la algoritmia cere-
bral al nivel subcelular y extienda el conocimiento de los circuitos en
acción en tejido vivo. Este desarrollo crece en paralelo a la búsqueda
de otros sensores específicos que se unan a moléculas reguladoras de
los procesos neuronales, así como al diseño de sistemas basados en
tecnologías LED. El horizonte de estas investigaciones es traducir
señales eléctricas a ópticas que puedan conducirse por medio de
microfibras no invasivas, y a la inversa, llevar estímulos ópticos me-
diante microfibras hasta circuitos neuronales específicos. Todo ello
ayudará a comprender la codificación de los microcircuitos cerebra-
les y a modificarla externamente.

Visualizar la activi d neuronal

Si fuéramos capaces de visualizar continuamente la actividad neu-


ronal del cerebro completo, podríamos entender la función de sus
circuitos y su conexión con la cognición. Este es el futuro de la neu-
roimagen en sus dos vertientes más prometedoras, la tomografía
emisión de positrones (PET) y la imagen de resonancia magné-
tica funcional (IRMf).
La PET se basa en el choque de dos partículas subatómicas, un
positrón y un electrón. Al colisionar, se aniquilan mutuamente,
produciendo dos fotones de luz que salen despedidos en la misma
dirección pero en sentidos opuestos, con un ángulo entre ellos de
180°. Los detectores dispuestos en anillo registran únicamente los

92 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


fotones que coinciden en el mismo momento con esa condición de
direccionalidad y sentido, construyéndose una imagen global del
cerebro. Un ejemplo del uso de la PET es el diagnóstico oncológico.
Dado que las células cancerosas consumen mucha más glucosa de
lo normal, se administra a los pacientes una variante de la gluco-
sa llamada 18-fluordeoxiglucosa que emite positrones. Las células
cancerosas toman esta molécula como si fuera glucosa, pero no
pueden metabolizarla y en su lugar la acumulan, emitiendo posi-
trones que chocan con electrones de las células del propio pacien-
te. Por consiguiente, la PET mide consumo de glucosa, no actividad
eléctrica, lo cual puede dar lugar a confusiones obvias. Por ejemplo,
si aumenta la actividad de neuronas inhibitorias, el resultado en
los circuitos cerebrales será una inhibición, pero lo que se verá a
través de la PET será una activación de su metabolismo equipara-
ble a la activación de neuronas excitatorias, aunque con un resul-
tado eléctrico completamente opuesto. Independientemente de las
mejoras que se vayan incorporando, como el desarrollo de nuevos
trazadores específicos de los neurotransmisores y de las molécu-
las relevantes en el funcionamiento cerebral, el uso de la 18-fluor-
deoxiglucosa es de gran interés dado el gran consumo energético
del cerebro: con solo un 2 % del peso corporal, este órgano consume
un 20 % del oxígeno y de la glucosa del organismo.
De hecho, la avidez del cerebro por la glucosa es tan elevada que
en las exploraciones PET del cuerpo para el diagnóstico oncológico se
excluye la cabeza, ya que sus altos niveles de emisión perturban los
cálculos. Este consumo energético se invierte principalmente en la
generación y propagación de los potenciales de acción y en la síntesis
de los neurotransmisores que se liberan en las sinapsis. El metabolis-
mo de la glucosa aumenta casi linealmente con la frecuencia de los
potenciales de acción cuando el tejido se activa, debido a la puesta en
marcha de mecanismos de bombeo de iones que consumen energía.
En otras palabras: donde hay actividad eléctrica cerebral hay consu-
mo de glucosa. Aunque las mediciones obtenidas por la PET sean un

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 93


indicador indirecto de la actividad cerebral, es de esperar que en el
futuro vaya desarrollándose un grado mucho mayor de precisión.
La neuroimagen por resonancia magnética aprovecha otro fe-
nómeno físico, la resonancia magnética nuclear, que ocurre con
el núcleo de ciertos átomos cuando
apear el ce es se encuentran inmersos en un cam-
el mayor desafío de po magnético estático y se los expone
la ciencia. a un segundo campo que oscila. Las
RAFAEL YusrE aplicaciones de este fenómeno son
muy amplias. En sus usos biomédicos,
se aprovecha sobre todo la resonancia magnética del núcleo del
átomo del hidrógeno. Con sujeto inmerso en un campo magné-
tico estático muy intenso, se consigue que sus núcleos de hidró-
geno o protones se alineen en dos únicas posiciones posibles,
canzando una situación de equilibrio. A continuación se aplican
pulsos de radiofrecuencia que cargan de energía algunos de esos
protones. Cuando se interrumpen los pulsos, esos protones exci-
tados vuelven a su estado relajado, emitiendo la energía absorbi-
da que es captada por los detectores. Según la composición de las
partes del cuerpo, la emisión es diferente y se obtiene informa-
ción extremadamente detallada. Cuando se persigue obtención
de una imagen fija, por ejemplo con propósitos diagnósticos, se
habla de imagen de resonancia magnética; si se intenta obtener
una secuencia de imágenes que muestren los cambios en tiem-
po, se habla de imagen de resonancia magnética funcional. Como
en el caso de la PET, interesa preguntarse qué es lo que se mide
realmente en la IRMf. La respuesta es que sobre todo se miden
los cambios en los átomos de hidrógeno del agua del organismo.
Cuando un tejido se activa se produce una dilatación de los vasos
sanguíneos para aumentar el riego. La hemoglobina oxigenada
de la sangre cede su oxígeno al tejido, convirtiéndose en hemog-
lobina desoxigenada que se comporta como un imán microscó-
pico. Esto sucede cuando las neuronas se activan demandando

94 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


energía y, por tanto, aporte de sangre. Al igual que sucede con la
PET, los resultados obtenidos con IRMf son medidas indirectas o
surrogadas de la actividad neuronal, indicativas de una actividad
incrementada o reducida (fig. 3).
Estas tecnologías indican qué regiones o subregiones del ce-
rebro están participando en un proceso, pero sin alcanzar la re-
solución necesaria para proveer información sobre los códigos
utilizados por las redes neuronales. No obstante, estas metodo-
logías solas y en combinación están siendo de gran utilidad para
elaborar una cartografía cerebral basada en registros no invasivos
en humanos, algo que antes solo podía hacerse de forma parcial e
incompleta con estudios en animales y en autopsias de pacientes.
Las dos técnicas de neuroimagen explicadas tienen varias limi-
taciones que es necesario remarcar. Por un lado, ambas alcanzan

f F10.3

Izquierda, imagen PET de un cerebro humano normal. Las áreas en gris oscuro
indican las regiones donde se acumula la molécula trazadora, lo que corresponde a
un mayor consumo de glucosa. Derecha, imagen de IRMI. Las áreas señaladas indican
las regiones con mayor aporte de sangre, lo que se asocia a la actividad cerebral.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 95


resoluciones espaciales y temporales bajas para el propósito de ex-
plorar los circuitos neuronales. Su capacidad de ampliar el tamaño
de las imágenes es limitado, por lo que no permiten visualizar las
células y sus conexiones. Su resolución para detectar cambios en el
tiempo es menor que la velocidad a la que estos se producen, en la
escala de fracciones de milisegundo. En consecuencia, actualmen-
te estas técnicas pueden detectar activaciones en regiones cerebra-
les, pero no en porciones menores, y sin poder seguir esos cambios
en tiempo real. Parece que en los próximos años estas limitacio-
nes podrán ir superándose, pero hoy la utilidad sanitaria de estas
técnicas para el diagnóstico y el seguimiento de los tratamientos
es innegable. Los desarrollos tecnológicos actualmente en curso
aumentarán además su aplicación al conocimiento del funciona-
miento cerebral.

LOS CÓDIGOS DEL CEREBRO

A partir de la información proporcionada por las tecnologías des-


critas en los apartados anteriores, se ha profundizado en el cono-
cimiento de los códigos en los que se basa el funcionamiento ce-
rebral. Las secuencias de potenciales de acción generadas por las
neuronas contienen información cifrada de acuerdo a dos tipos
principales de códigos: los de frecuencia, donde lo relevante es la
cantidad de potenciales de acción que se dan en cada unidad de
tiempo, y los códigos temporales, donde lo relevante es la secuen-
cia (su agrupamiento, el tiempo que pasa entre cada potencial de
acción, etc.). Hay neuronas que pueden usar ambos tipos (códigos
multiplexados), y cada neurona se integra en microcircuitos para
dar lugar en conjunto a códigos poblacionales que toman de sus
neuronas constituyentes su manera de codificar (frecuencia, tem-
poral, multiplexado). La capacidad de cada neurona de utilizar uno
u otro código radica en la estructura de su árbol dendrítico, que no

96 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


se comporta uniformemente, sino que responde según la geome-
tría de las entradas provenientes de los órganos de los sentidos o de
otras neuronas.

Códigos de frecuencia

El esquema más estudiado de codificación es el de los códigos de


frecuencia. Anteriormente hemos explicado el reflejo de estira-
miento que sucede cuando se golpea con un martillo el tendón que
se encuentra por debajo de la rótula. Un golpe leve genera un nú-
mero pequeño de potenciales de acción, mientras que el aumento
del impacto producirá más potenciales de acción o espigas. Como
respuesta se produce la extensión de la pierna, codificada igual-
mente por un código de frecuencias en las neuronas que van desde
la médula espinal a inervar la musculatura extensora. Un golpe dé-
bil inducirá un tren pequeño de potenciales de acción, y un golpe
más fuerte dará lugar a un tren mayor y una mayor extensión de la
pierna. En las neuronas visuales, la frecuencia cambia en función
de la orientación de un estímulo, y las neuronas motoras cambian
su frecuencia de disparo en función de la fuerza y la dirección ne-
cesarias para producir el movimiento deseado. Las neuronas de la
corteza auditiva, que procesan las señales procedentes de los oídos,
cambian su frecuencia de disparo en función de la amplitud y de
la frecuencia (sonidos graves o agudos) de los sonidos. Las células
de dirección situadas en una parte del cerebro, el sistema límbi-
co, cambian su frecuencia según la dirección en la que apunte la
cabeza. En conjunto, cada neurona tiene una curva de respuesta
en forma de campana, pudiendo construirse códigos de represen-
tación muy precisos con escasas neuronas. Sirve como ejemplo la
sensibilidad térmica, dependiente de dos tipos de neuronas que se
encuentran distribuidas en nuestra piel y que envían sus señales
al cerebro. Estos dos tipos de neuronas receptoras se encargan de

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 97


detectar el frío y el calor. Las neuronas del frío están inactivas por
debajo de 5 ºC. A medida que aumenta la temperatura, lo hace su
frecuencia de descarga, alcanzando un máximo alrededor de los
25 ºC (valor máximo en la campana de las neuronas receptoras del
frío en la figura 4). Un aumento adicional de temperatura reduce
su disparo, que vuelve a ser nulo por encima de 40 ºC. Por su parte,
las neuronas del calor son silentes hasta que la temperatura alcan-
za los 30 ºC, y a partir de este punto aumentan su frecuencia con
la temperatura hasta un máximo a 45 ºC (valor máximo en la cam-
pana de las neuronas receptoras del calor en la figura 4). Mayores
incrementos de temperatura hacen decaer la respuesta de las cé-
lulas, que vuelven a ser silentes por encima de SO ºC. Por tanto, las
neuronas receptoras de la temperatura cubren una horquilla que va

r FIG.L,

HJ Calor
Receptores
o
"<:! 8
e
:;;¡¡
¡;¡,
<lJ
Frío
"'....o 6 Dolor Frío Calor
c. Receptores Dolor
"'o 4
:,"'
c.
.§ 2

o
5 HJ 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60
Temperatura (ºC:l

Activación de las neuronas del frío. el calor y el dolor. Las neuronas que detectan
el frío se activan entre 5 y 45 ºC. y las del calor entre 30 y 50 ºC. Solapando los
registros de ambas se detectan temperaturas entre 5 y 50°C. A temperaturas
mayores o menores se activan las neuronas del dolor.

98 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


desde los 5 ºC a los 50 ºC. En esa horquilla hay temperaturas en las
que solo están activadas unas u otras, y en las temperaturas inter-
medias se encuentran activadas ambas, pero no de forma máxima.
En una modalidad sensorial aparentemente tan simple como es la
térmica, con solo dos tipos de neuronas puede codificarse el espec-
tro completo de temperaturas. La respuesta en forma de campana
de un par de neuronas es capaz de informar al cerebro con preci-
sión de la temperatura ambiente.

Códigos temporales

Los códigos de frecuencias no contemplan un elemento clave, la tem-


poralidad en la sucesión de potenciales de acción. En otras palabras:
si nos fijamos únicamente en la frecuencia, una secuencia de poten-
ciales de acción distribuidos de forma regular durante un minuto
y otra formada por grupos de potenciales alternados con períodos
de silencio parecerían completamente equivalentes si la cantidad
total de potenciales es la misma en ambos casos. Sin embargo, ya
hemos explicado que el cerebro solo recibe la llegada de potenciales
de acción, y que estas dos secuencias en realidad pueden transportar
mensajes diferentes. El motivo es que tienen distinta cadencia, o di-
cho más coloquialmente, distinto ritmo, y este factor también afecta
al significado del mensaje. Esto es de particular relevancia si se tiene
en cuenta que las neuronas muestran distintas formas de disparar.
Unas generan potenciales de acción de forma periódica regular, y su
capacidad de codificar implicará aumentar o reducir su frecuencia.
Otras, en cambio, disparan ráfagas de potenciales de acción separa-
das por períodos de silencio, lo que las dota de una capacidad de co-
dificación más compleja. La capacidad de las neuronas de disparar
brotes abre una posibilidad cuya importancia ya hemos comentado,
y es la sincronización entre neuronas. Esta sincronía puede dar lugar
a diversas situaciones, como las tres que detallamos a continuación.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 99


Por ejemplo, dos neuronas conectadas cuyos brotes entren en
sincronía dispararán juntas, y este fenómeno de activación con-
junta podrá originar un fenómeno conocido como «detección de
coincidencias». Esta situación vincula las representaciones de dos
objetos que quedan así asociadas en el cerebro. Se dice que «las
neuronas que disparan juntas, crecen juntas», en el sentido de que
refuerzan sus contactos sinápticos de forma coordinada. Así, la
coincidencia es capaz de fortalecer e incluso formar nuevos circui-
tos neuronales, dando lugar a la creación de memorias. Dado que
esta conjunción de actividad permite sumar los campos produci-
dos, es posible observarla con metodologías como el EEG.
En una segunda situación, dos o más neuronas no sincroniza-
das envían sus proyecciones axonales a otra neurona receptora, dis-
parando sus brotes con una correlación temporal concreta. De este
modo, la neurona que recibe estas descargas puede interpretar que
esa secuencia es sistemática, en cuyo caso el disparo de una de las dos
neuronas emisoras servirá para predecir la descarga de la otra. Esta
es la base neuronal del aprendizaje asociativo: el disparo repetido de
varias neuronas con una correlación apropiada permite que la neuro-
na sobre la que proyectan aprenda que esa secuencia va a repetirse.
Por último, son frecuentes los llamados circuitos generadores
centrales de patrones (GCP), en los que neuronas conectadas alter-
nan sus brotes de manera que se produce un patrón rítmico y cíclico
que permite ejecutar determinadas funciones como la respiración,
masticación o los movimientos necesarios para el desplazamien-
to. Estos circuitos comprenden procesos diferentes que se alternan
rítmicamente, de modo que el sistema regresa de forma repetida a
su estado inicial. En los invertebrados, este tipo de circuitos se en-
cuentra en mecanismos cíclicos como los músculos que contraen los
dientes de los caracoles para roer los vegetales, o los que controlan el
batir de las alas de los insectos voladores. También se ha mostrado la
presencia de estos circuitos en vertebrados, incluidos los humanos;
la locomoción al caminar es un ejemplo de GCP. Todos estos casos

100 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


denotan la importancia de la capacidad de codificación mediante
códigos temporales, aunque existe una diversidad de situaciones
termedias entre las que, sin duda, hay todavía muchas por explorar.
Sin embargo, una neurona no tiene por qué limitarse a usar un
único código de frecuencia o temporal. De hecho, es posible que di-
ferentes tipos de información empleen distintos códigos. A esto se
denomina códigos multiplexados, donde una misma neurona pue-
de generar códigos de frecuencia y temporales en función de las
entradas que recibe.

Códigos poblacionales

Aunque hasta ahora nos hemos referido a códigos manejados por


neuronas en pequeños números, el cerebro también utiliza códigos
poblacionales, resultantes de la combinación del trabajo de mu-
chas neuronas. Un ejemplo relevante es la corteza motora, la parte
del cerebro que envía las órdenes a nuestros músculos y sobre la
que ya hemos adelantado que posee neuronas cuyo patrón de acti-
vidad permite identificar el movimiento que un sujeto va a realizar.
Si se analiza en conjunto el patrón de generación de potenciales de
acción de una población de estas neuronas, cada una de las cuales
tendrá diferencias leves pero significativas con respecto a las de-
más, es posible predecir con precisión un resultado como la direc-
ción del movimiento. En neurociencia se ha debatido qué un
gran número de neuronas participa en una función que presumi-
blemente podría desempeñarse con unas pocas, llegándose a dos
conclusiones importantes: la primera es que un mayor
neuronas significa mayor precisión. La segunda parece clave y dife-
rencia a nuestros sistemas nerviosos de los circuitos artificiales: los
sistemas biológicos son extremadamente fuertes ante la presencia
de una lesión. Al encontrarse la codificación distribuida en diver-
sas neuronas, ninguna de ellas es esencial, por lo que el conjunto

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 101


no queda abocado a una situación catastrófica si alguna se daña.
Por el contrario, en un circuito artificial, la rotura de un componen-
te suele implicar la avería completa de la máquina.
Los códigos poblacionales en los que la información se distri-
buye entre muchas neuronas tienen, pues, grandes ventajas, pero
no están exentos de inconvenientes, ya que comprenden conjuntos
de neuronas cuyos comportamientos complementarios definen en
conjunto una respuesta precisa. Pero esos comportamientos com-
plementarios implican que cada neurona responde a un conjunto
amplio de señales y a las interferencias entre distintas neuronas. En
ocasiones, estas interferencias pueden ser indeseables, por ejemplo
en circuitos encargados de memorizar información. En estos casos
puede ser más conveniente que las neuronas al mando tengan un
repertorio menor de respuestas, para permitir el almacenamiento
de muchas memorias con un grado menor de interferencia.
En resumen, no existe un mecanismo único de codificación en
las neuronas, sino unos principios generales según los cuales cada
circuito utiliza distintos códigos, solos o en combinación, en fun-
ción del papel que desempeña. El camino recorrido hasta el estado
actual del conocimiento ha sido inmenso, y podernos concluir que
cada vez estarnos más cerca de descifrar el lenguaje del cerebro, pu-
diendo llegar a lograr grandes avances en el tratamiento de enfer-
medades neurodegenerativas y la recuperación de facultades men-
tales, además de contribuir a conocernos mejor a nosotros mismos.
Corno describiremos en el capítulo siguiente, las aplicaciones de
estos conocimientos son enormes. Por tanto, sin poder afirmar que
sabernos con total exactitud cómo funciona el cerebro, sí podernos
estimar que disponernos de las nociones suficientes para ir enten-
diendo cómo la naturaleza domó la fiera de la electricidad, al extre-
mo de ponernos en situación de avanzar en la dorna aportando so-
luciones prácticas a problemas reales. Nuestra principal limitación
es que sabernos resolver problemas lineales donde las relaciones
causa-efecto son claras, pero en los circuitos cerebrales, como he-

102 1 Captar y descifrar el lenguaje del cerebro


mos comentado, cada segundo se producen trillones de potencia-
les de acción que las neuronas procesan de forma distribuida en
una secuencia que no es lineal. El avance en el conocimiento del
lenguaje cerebral se ve dificultado por nuestras limitaciones para
comprender un sistema tan complejo como el cerebro, pero los éxi-
tos conseguidos en el desarrollo de sistemas artificiales para suplir
funciones naturales dañadas apuntan que estamos en el camino
correcto. En un futuro próximo podemos esperar grandes progre-
sos en utilización de estas interfaces entre el sistema nervioso y
los dispositivos artificiales, y a su vez estas aplicaciones nos servi-
rán guía en el conocimiento del lenguaje cerebral.

Captar y descifrar el lenguaje del cerebro 1 103


LA ELECTRICIDAD CEREBRAL
DELFUTURO:LASINTERFACES
CEREBRO-ORDENADOR

El conocimiento del código cerebral está


poniendo a nuestro alcance la creación
de prótesis biónicas para la visión, el oído
o el movimiento. Este campo de rápido
crecimiento ya no solo aspira a restaurar
las capacidades perdidas por enfermedades
o lesiones, sino que nos augura un futuro en
el que controlaremos dispositivos a través
de la mente.
n el siglo XXI, las máquinas que se conectan al sistema nervio-
so hablando su mismo código eléctrico ya son una realidad. Las
interfaces cerebro-ordenador hoy pueden extraer información de
la electricidad cerebral e inyectarla en sistemas artificiales, y a la
inversa, enviar al sistema nervioso señales eléctricas generadas arti-
ficialmente. En este capítulo veremos cómo actualmente tales siste-
mas se aplican con resultados prometedores para paliar deficiencias
como la sordera, la ceguera, la parálisis por enfermedades, tumores
o traumatismos, o la pérdida de miembros por amputaciones. po-
tencial de desarrollo de estas tecnologías invita a predecir a lo
largo del siglo XXI veremos cómo se consolida la tendencia hacia el
«humano protésico»; así, en el futuro, es probable que la neuropros-
tética extienda sus aplicaciones desde lo estrictamente terapéutico
hacia la potenciación de las capacidades humanas normales.
Los primeros intentos de intervenir en la electricidad cerebral
fueron algo burdos, ya que aún no se tenía un conocimiento su-
ficiente de la codificación neuronal. Sin embargo, algunos fueron
fructíferos y aún hoy se utilizan. En esta categoría se encuentra el

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 107


electroshock o terapia electroconvulsiva (TEC), consistente en la
aplicación de descargas al cerebro mediante electrodos superficia-
les sujetos al cráneo. Esta terapia se empleó masivamente a partir de
la década de 1930, cuando el repertorio de tratamientos farmacoló-
gicos para las enfermedades psiquiátricas aún era escaso. Pero con
el tiempo este procedimiento se volvió impopular. El electroshock
nunca ha tenido una clara base científica, aunque se ha propuesto la
«teoría del reseteo»: cuando los microcircuitos cerebrales funcionan
de forma desordenada, una descarga eléctrica generalizada equiva-
le a ponerlos todos «a cero» para empezar a funcionar con una su-
puesta normalidad. No hay un consenso sobre esta teoría, pero la
terapia electroconvulsiva sigue utilizándose en condiciones muy
controladas, con sedación de los pacientes y en casos muy especí-
ficos, generalmente depresiones resistentes al tratamiento farma-
cológico y con alto riesgo de suicidio. Recientemente se viene en-
sayando una aproximación similar con la estimulación magnética
transcraneal, que consiste en la aplicación de un campo magné-
tico para modular la excitabilidad de la corteza cerebral. Con esta
tecnología se estimulan áreas específicas del cerebro para tratar
depresiones y trastornos obsesivo-compulsivos (TOC).
Otra modalidad de interfase no basada en los mecanismos ce-
rebrales de codificación es la utilización de estimulación cerebral
profunda con electrodos implantados quirúrgicamente. En el desa-
rrollo de esta tecnología jugó un papel clave el neurofisiólogo mala-
gueño José Manuel Rodríguez Delgado, profesor de Fisiología de la
Universidad de Yale en Estados Unidos, que investigó la aplicación
de corriente en el interior de ciertas áreas cerebrales para modular
su funcionamiento y controlar las emociones y las enfermedades
psiquiátricas. Rodríguez Delgado implantó electrodos en el cerebro
de varios animales. Su experimento más espectacular fue el que
realizó con un toro bravo en una plaza de toros, cuando detuvo la
embestida del animal enviando una señal de radio a un electrodo
implantado en su cerebro. La estimulación cerebral profunda cris-

108 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


>JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ DELGADO, PIONERO
DE LA NEUROCIBERNÉTICA

El 17 de mayo de 1965, la portada de The New York Times mostraba dos


imágenes de un torero citando a un astado, bajo el titular «Matador con
una radio frena a un toro conectado». El torero no era tal, sino el neurólogo
malagueño José Manuel Rodríguez Delgado (1915-2011]. que utilizaba un
aparato de su invención llamado Stimoceiver para detener las embestidas
del toro por control remoto gracias a unos electrodos implantados en el
cerebro del animal. Delgado desarrolló esta tecnología en [Link]., a donde
había emigrado en 1946 con una beca de la Universidad de Yale. Allí probó
con éxito el Stimoceiver en monos y gatos para modular sus respuestas y
conductas, e incluso lo ensayó en humanos. Estos experimentos suscita-
ron controversia en los medios de [Link]., donde se le acusó de participar
en proyectos secretos de control mental. En 1974 regresó a España para
ensayar nuevos sistemas no invasivos. Hoy muchos neuroingenieros y neu-
rocientíficos le consideran un pionero de los implantes cerebrales.

- Rodríguez Delgado, en su laboratorio, mostrando su Stimoceiver.

109
talizó gracias al trabajo de la neuróloga rusa Natalia Petrovna Bek-
thereva, que condujo al uso de este procedimiento para estimular
el núcleo subtalámico en pacientes con enfermedad de Parkinson.
Hoy esta técnica se emplea con éxito en pacientes de párkinson
cuya sintomatología no remite con terapias farmacológicas; es de-
cir, no es un tratamiento de primera línea, sino que se utiliza cuan-
do los fármacos fracasan, ya que la implantación de los electrodos
requiere cirugía invasiva.
En resumen, la electroestimulación de regiones cerebrales se
emplea actualmente en casos como los mencionados donde se ha
demostrado su utilidad clínica, aunque su mecanismo de acción
no se conozca con todo detalle. Sin embargo, hoy la investigación
avanza con preferencia hacia el diseño de sistemas más específicos,
basados en la codificación del funcionamiento cerebral.
El conocimiento del código eléctrico de las neuronas se aplica
hoy para restaurar capacidades sensoriales perdidas, para devol-
ver el movimiento a los miembros paralizados o para reemplazar su
función mediante prótesis robóticas.

LOS SENTIDOS BIÓNICOS

Los órganos de los sentidos se encargan de informar al cerebro sobre


los cambios en el mundo que nos rodea. A grandes rasgos, compar-
ten una arquitectura común, detectando esos cambios y enviándo-
los a las áreas especializadas del cerebro para su procesamiento, al-
macenamiento, etc. En ciertos casos en que los órganos sensoriales
están dañados, es posible restaurar algo de funcionalidad mediante
implantes biónicos, dispositivos electrónicos que interactúan con
las neuronas y reemplazan parcialmente las funciones perdidas. Sin
embargo, cada uno de los sentidos corporales tiene sus propias sin-
gularidades, por lo que la manera de actuar sobre ellos será diferen-
te según se trate del oído, la vista, el olfato o el tacto.

11 O I La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


impla coclear

Los oídos funcionan detectando vibraciones en el aire en forma


de ondas. La frecuencia de estas ondas se mide en ciclos por se-
gundo o hercios, según la velocidad con que se repiten. Los hu-
manos detectamos ondas de entre 20 hercios (sonidos graves) y
20 kilohercios (sonidos agudos). Estas ondas acceden a través del
conducto auditivo que termina en el tímpano, una membrana
como la de un tambor que se encuentra asociada a una cadena de
huesecillos en el oído medio. El estribo, el último de los hueseci-
llos, tiene en su porción final una platina acoplada a una ventana
que conecta con un tubo arrollado en espiral y relleno de líquido;
se conoce con el nombre de cóclea o caracol. Así, las vibraciones
del aire se transmiten al tímpano, que las convierte en movimien-
tos de los huesecillos y finalmente en ondas del líquido conteni-
do en el caracol. Aquí es donde las vibraciones se convierten en
impulsos nerviosos. El tubo de la cóclea enrollado en espiral está
dividido en dos cámaras por una lámina, la membrana basilar,
formada por fibras sobre las que se apoyan las células ciliadas,
llamadas así por tener unas prolongaciones o cilios en el lado
opuesto. Estas células ciliadas cambian su potencial eléctrico
dependiendo de la posición de sus cilios, mientras que las fibras
de la membrana basilar responden a las distintas frecuencias del
sonido. Junto a la platina del estribo, las fibras vibran con los so-
nidos agudos, moviendo las células ciliadas que tienen apoyadas,
las cuales cambian de potencial y excitan a las neuronas que tie-
nen conectadas. Estas neuronas forman parte del nervio coclear,
que envía la señal del sonido agudo al cerebro. Lo mismo sucede
en el extremo opuesto de la cóclea, donde las fibras vibran con los
sonidos graves. Así, desde la base del caracol al ápice, se segregan
las distintas frecuencias, desde las agudas a las graves, envian-
do señales al cerebro. Se utiliza un código doble: las frecuencias
se separan en neuronas específicas según vengan de las distin-

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 111


tas partes de la cóclea, mientras que la intensidad del sonido se
codifica mediante un código de frecuencias: cuanto mayor es la
intensidad, aumenta el número de potenciales de acción en esas
neuronas específicas de frecuencia.
Cuando el sistema de transmisión hasta las células ciliadas se
deteriora, se produce sordera, que puede compensarse parcial-
mente con un oído biónico o implante coclear. Este dispositivo fue
introducido por el otorrinolaringólogo australiano Graeme Clarck
en 1978, y actualmente lo utilizan miles de personas con esta
ficiencia. El dispositivo consta de dos partes, una externa y otra
interna. En el exterior, un aparato similar a un audífono se coloca
sobre la oreja y capta los sonidos mediante un micrófono. Un pro-
cesador conectado a él convierte los sonidos en una señal digital,
que se transmite por vía inalámbrica al componente interno, colo-
cado quirúrgicamente. Este está formado por un receptor que reco-
ge la señal y la convierte en impulsos eléctricos, transmitiéndolos
mediante un cable a una serie de electrodos implantados en la có-
clea. De este modo, los impulsos eléctricos naturales de las células
ciliadas se sustituyen por señales generadas artificialmente que se
envían al cerebro a través del nervio coclear (fig. 1).
Los dispositivos disponibles actualmente no pueden restaurar
la audición original; los implantes contienen unos 20 electrodos,
mientras que las células ciliadas son alrededor de 15 000. Los resul-
tados son limitados si se comparan con la audición natural, pero
son lo bastante buenos como para permitir una experiencia audi-
tiva útil y una buena discriminación de frecuencias en el rango del
habla; por el contrario, la apreciación de la música o de otros soni-
dos es pobre.
La expectativa a un plazo razonable es que el número de elec-
trodos de los implantes se incremente, aumentando la calidad
la percepción sonora y extendiendo el rango de frecuencias para
aproximarlo al rango de frecuencias audibles y ampliar así el es-
pectro de sonidos que el implante puede captar.

112 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


í F1G. 1-------------------------~

Transmisor Micrófono

El micrófono toma los


sonidos del ambiente y
un procesador externo
los convierte en una
señal digital.

2 La señal digital se envía


desde un transmisor
externo al receptor
interno conectado a un
transductor.

El transductor convierte la
señal digital en impulsos
eléctricos codificados.

4 Los impulsos eléctricos se envían


por cable a los electrodos en la
cóclea y de ahí al nervio.

Esquema de un implante coclear con su componente externo, formado por


un micrófono, un procesador y un transmisor, y el interno, compuesto por un
receptor, un transductor y los electrodos cocleares.

Los implantes retinales

La visión es un desafío mayor para las prótesis sensoriales, ya que


los estímulos visuales son más complejos y en este caso el órgano
que hace las funciones de la cóclea, la retina, no se limita a convertir

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 113


las imágenes en señales eléctricas, sino que las procesa en códigos
elaborados. La retina, donde se proyectan las imágenes, está com-
puesta por tres capas con cinco tipos de células que tapizan fondo
del ojo. Las células fotorreceptoras, que traducen luz en señales
eléctricas, se clasifican según su sensibilidad a la luz: los conos son
de tres tipos, azules, verdes y rojos, mientras que los bastones son de
un solo tipo y permiten la visión en la oscuridad, pero solo en escala
de grises. En la retina hay unos 100 millones de fotorreceptores que
envían señales eléctricas a un millón de células ganglionares, cuyos
axones forman el nervio óptico que llega al cerebro. Los fotorrecep-
tores no están distribuidos por igual en la retina, sino que tienen su
mayor densidad en la zona central denominada fóvea, la región de
máxima agudeza visual, y su densidad se reduce a mayor distancia
a la fóvea. La distribución de los fotorreceptores se combina con los
movimientos oculares, de modo que cuando se detecta algo de in-
terés en el campo visual, se pone en marcha automáticamente una
acción para que ese objeto se alinee con la fóvea y así poder verlo con
la mayor precisión. control de los movimientos oculares depende
de varias partes del sistema nervioso central ajenas al ojo. Este es
precisamente el mecanismo que se activa inconscientemente con
la lectura: nuestra mirada salta de unos grupos de letras a otros, de
modo que con ese salto cambiamos la posición de los ojos para que el
grupo de letras que nos interesa sea examinado directamente por la
fóvea y no por regiones más periféricas de la retina. Se interpreta que
la evolución ha dispuesto este mecanismo para economizar procesa-
miento cerebral: el cerebro no recibe toda la información del mundo
visual exterior. La visión periférica es mucho menos detallada que la
visión central o foveal, pero cuando algo precisa análisis detallado
los movimientos oculares alinean el objeto con la fóvea que manda-
rá información precisa al cerebro. El análisis posterior de las imá-
genes conlleva codificar formas, colores, contrastes, movimiento
de los objetos y reconstrucción de la ilusión de tridimensionalidad
o volumen. Las retinas son planas y la imagen que envía cada una

114 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


es el resultado de un reflejo plano de la realidad, pero a partir de las
imágenes levemente diferentes de cada uno de los ojos, el cerebro
es capaz de generar la impresión de visión estereoscópica. Con toda
esta complejidad, se entiende que hoy replicar tal repertorio de fun-
ciones aún no está al alcance de nuestra tecnología; de hecho, con el
estado actual de desarrollo no se plantea como objetivo el restable-
cimiento de la visión natural. Más bien se intenta restaurar un nivel
de visión útil, y en este contexto la capacidad de ver formas y seguir
sus movimientos puede suponer una contribución relevante para la
independencia y la calidad de vida de una persona ciega.
Una de las primeras observaciones que indujeron a considerar la
viabilidad de las prótesis retinales vino de la mano del neurocirujano
Wilder Penfield. Con pacientes despiertos y conscientes, Penfield ob-
servó que la aplicación de descargas eléctricas de pequeño tamaño en
la corteza visual primaria, la que recibe las señales desde los ojos para
procesarlas y enviarlas a otras regiones del cerebro, produce la visión
de un punto de luz denominado fosfeno. Esta observación condujo a
tratar de generar un tipo de visión artificial sin imágenes estimulan-
do la superficie del cerebro dentro del cráneo con varios electrodos.
Los resultados fueron muy limitados, ya que se conseguían patrones
de fosfenos como si se estuvieran proyectando puntos en la retina,
pero se requería la inyección de corrientes relativamente grandes,
próximas a las necesarias para inducir descargas epilépticas.
Aunque estas primeras aproximaciones fueron fallidas, sirvie-
ron como base para intentos posteriores empleando matrices de
muchos microelectrodos dispuestos con alta densidad. Esta línea
recibió un fuerte impulso gracias a ciertos estudios destinados a co-
nocer el número mínimo de píxeles necesario para la lectura. Dichas
investigaciones descubrieron que los sujetos podían leer alrededor
de 200 palabras por minuto (dos tercios de la velocidad de lectura
con visión normal) en un texto presentado con solo 625 píxeles. Este
número sugiere que si una matriz de 625 microelectrodos se implan-
ta en la corteza visual primaria, podría obtenerse un nivel de visión

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 115


suficiente para restaurar la capacidad de leer y mejorar la movilidad
de una persona con reducción visual grave. Los ojos biónicos basa-
dos en esta estrategia consisten en minicámaras que se sitúan en la
montura de unas gafas y que llevan las imágenes a un procesador
portátil. Este las codifica en forma de impulsos eléctricos, que se dis-
tribuyen a los microelectrodos de la matriz implantada sobre la cor-
teza cerebral. Cada uno de los cientos de microelectrodos se activa
en la secuencia determinada por el procesador y estimula las neuro-
nas que se encuentran en su proximidad. Estos dispositivos tienen
la ventaja de que, al captarse las imágenes con cámaras y aplicarse
los estímulos directamente en la corteza cerebral, no requieren de la
integridad del ojo ni del nervio visual, por lo que son de especial uti-
lidad cuando el nervio está seccionado o destruido a causa de tumo-
res o accidentes. Estos fueron los primeros ojos biónicos, y aunque
es la única aproximación posible cuando el nervio óptico está des-
truido, su implantación es compleja al requerir cirugía invasiva para
colocar la matriz de microelectrodos en el cerebro. No obstante, el
desarrollo de matrices más eficientes e incluso flexibles para adap-
tarse a la superficie del cerebro, junto con los progresos en la cirugía,
están permitiendo crear nuevos prototipos de esta categoría.
Cuando el nervio óptico se encuentra intacto y el defecto está en
la retina, se aplica otra estrategia basada en proporcionar los estímu-
los no al cerebro, sino al ojo (fig. 2). El caso típico de aplicación es
enfermedad conocida como retinosis pigmentaria, una de las princi-
pales causas de ceguera que afecta a un millón y medio de personas
en el mundo. En esta enfermedad se deterioran los fotorreceptores,
que ya no son capaces de transducir las señales luminosas a seña-
les eléctricas; por el contrario, las células ganglionares que reciben
la señal de los fotorreceptores y la envían cerebro se mantienen
íntegras. En este caso, los implantes retinales estimulan las células
ganglionares, permitiendo que resto del procesamiento cerebral
se realice por las vías normales. El dispositivo más extendido comer-
cialmente dispone de una cámara montada en unas gafas que, como

116 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


r FIG.2
IJJ Se inserta un implante en el globo ocular.
Implante acoplado
al globo ocular

[I] El sujeto porta unas gafas que incorporan


una videocámara que capta las imágenes. 0 Las imágenes son enviadas
a un procesador portátil.

frente al paciente

El procesador codifica las imágenes Desde la antena las señales


a señales eléctricas que son enviadas se transmiten inalámbricamente
a una antena incorporada a las gafas. al implante.

6 En el implante las señales eléctricas Los impulsos nerviosos generados


estimulan a las células ganglionares en las células ganglionares viajan
próximas. al cerebro por el nervio óptico.

Nervio óptico En la degeneración macular


se pierde la visión de la parte
central de la retina aunque
se conserve la periférica.
- - - - Pérdida de nitidez de la
parte central de la visión.
El paciente sólo percibe correctamente
tas imágenes periféricas.

La pérdida de la visión
central se compensa
eléctricos con la señal procedente
del implante.

Funcionamiento de un implante retina[ para la visión, basado en una cámara que


recoge imágenes y un procesador que envía señales a una matriz de electrodos en
la retina.

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 117


en el caso anterior, envía imágenes a un procesador. Este a su vez las
transmite a un pequeño implante adyacente a la retina, de unos 3 mi-
límetros de lado, de forma que las imágenes convertidas en pulsos
eléctricos excitan las células ganglionares para enviar impulsos al ce-
rebro. Los resultados son limitados y varían entre los pacientes, pero
suelen ser suficientes para reconocer objetos, orientarse identificando
puertas y ventanas, e incluso leer caracteres claros y de gran tamaño.
Una opción alternativa prescinde de la cámara y las gafas, re-
emplazándolas por detectores de luz colocados directamente en la
retina. Consiste en una matriz de microelectrodos con una capa de
fotodiodos que producen corriente eléctrica en respuesta a la luz,
actuando así como fotorreceptores protésicos. Cuando la luz entra
en el ojo y alcanza los fotodiodos, se produce una corriente en los
electrodos que estimula las células ganglionares. De esta forma, las
células ganglionares generan patrones de activación que se envían
al cerebro.
Ambas opciones tienen sus ventajas: usar una cámara permite
procesar la imagen de una forma que compense, menos par-
cialmente, la falta de procesamiento de la retina. Por su parte, los
implantes de fotodiodos evitan la necesidad de orientar y enfocar
una cámara porque el propio ojo puede realizar estas funciones,
aproximándose más al funcionamiento ocular original. Estos im-
plantes retinales activos, que no se apoyan en un procesamiento
exterior, resultan muy esperanzadores, pero se encuentran en un
estado de desarrollo más inmaduro y son más dependientes del
aprendizaje de los sujetos, por lo que se espera una mayor varia-
bilidad en los resultados. Sin duda, los avances en la miniaturi-
zación y en el desarrollo de soportes flexibles y biocompatibles
para los microelectrodos permitirán incorporar tanto un número
mayor de sensores como elementos de procesamiento activo con
el fin de aproximar la visión biónica a la natural. Los implantes
retinales comerciales solían contener 60 electrodos, pero ahora
están empleándose matrices con 240 electrodos, mientras que

118 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


los implantes con fotodiodos incluyen unos 1500. Estos números
podrán multiplicarse en la próxima década. También es probable
que se reduzca significativamente la variabilidad de los resulta-
dos entre los pacientes, un problema crucial dado el alto precio
de estos dispositivos: en la actualidad algunos usuarios de estos
implantes mejoran su visión notablemente, mientras que otros
apenas notan beneficio.
La interpretación de esta variabilidad no es simple, aunque con
mayor probabilidad deriva de la heterogeneidad entre pacientes en
tanto la severidad en degeneración puede ser muy variable de
unos a otros, así como el tiempo transcurrido desde el inicio del
proceso y el momento del implante.
En resumen, se dado grandes pasos en el desarrollo de la
visión biónica, pero es un ámbito que lleva algunas décadas de re-
traso en comparación con los oídos biónicos. Sin embargo, la pro-
gresión de los avances esperar mejoras significativas en los
próximos años.

EL CONTROL RO CO DEL MOVIMIENTO

Las interfaces cerebro-máquina, que conectan el sistema nervioso


con dispositivos electrónicos para controlar el movimiento los
músculos o de prótesis robóticas, son hoy una gran promesa para
las personas con lesiones medulares o con miembros amputados.
En el caso de las lesiones medulares, la neurobiología investiga
cómo estimular el crecimiento neuronal de manera que los cabos
de los nervios seccionados puedan reconectarse y devolver la fun-
ción perdida, pero hasta la fecha estos intentos han dado resulta-
dos muy limitados. Por este motivo se plantea como alternativa
emplear sistemas artificiales que puedan simular los códigos cere-
brales para enviarlos a los miembros y conseguir su movilidad. Del
mismo modo, códigos similares podrían utilizarse para controlar

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 119


miembros protésicos que reemplacen extremidades amputadas o
afectadas por enfermedades degenerativas.

Reanimar miembros paralizados

La posibilidad de utilizar impulsos eléctricos para devolver el mo-


vimiento a miembros paralizados comenzó a gestarse hacia 1920,
con el descubrimiento de que las neuronas portan información a
través de potenciales de acción y de que esta actividad puede regis-
trarse con un hilo metálico o electrodo. En 1969, el electrofisiólogo
Eberhard Fetz conectó una neurona del cerebro de un mono a un
dial que el animal podía observar. El mono aprendió a disparar esa
neurona con mayor frecuencia para mover el dial y obtener así una
recompensa. El sistema construido por Fetz puede considerarse la
primera interfaz cerebro-máquina. Unos años más tarde, el investi-
gador Andrew Schwartz extendió este hallazgo utilizando el registro
de muchas neuronas a la vez, observando que cuando se produce un
movimiento (por ejemplo, de una mano) se activan las neuronas de
la corteza motora que envía las órdenes a los músculos. Schwartz
descubrió que una de las neuronas tendía a disparar más rápido en
conexión con ciertos movimientos, por ejemplo moviendo el brazo
a izquierda o derecha o doblando codo, y más despacio en los mo-
vimientos opuestos. Por tanto, el registro de un número suficiente
de neuronas podía dar una idea suficiente del movimiento que una
persona está haciendo o al menos intentando hacer. Este hallazgo
es primordial, ya que es prácticamente imposible registrar cada
neurona del cerebro; como señala Kip Ludwig, director del progra-
ma de ingeniería neural del Instituto Nacional de Trastornos Neu-
rológicos e Ictus de [Link]., estamos tecnológicamente limitados a
obtener información de unos cientos de neuronas de entre los billo-
nes que componen nuestro cerebro. A pesar de esta limitación, una
prueba de que la intervención sobre un pequeño número de neuro-

120 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


nas puede ser muy fructífera la ofrecen experimentos como los del
bioingeniero C. Ross Ethier. Este investigador del Imperial College
de Londres estableció un sistema expe-
rimental muy ingenioso implantando Los ordenadores
una matriz de 100 microelectrodos en hoy pueden registrar
la porción de la corteza motora de un la señal eléctrica
mono donde se representa la mano. del cerebro y
Por otra parte, situó un segundo con- descodificarla, que
junto de electrodos en los músculos hace posible
que controlan el mecanismo de agarre el cerebro con
de la mano. El mono estaba sentado y ordenadores ra
con el brazo derecho libre para hacer controlar cua
movimientos. Enfrente y al alcance de objeto.
su mano se disponían una bandeja con MICHIO KAKU

una pelota y un tubo vertical. Cuando


el animal cogía la pelota y la metía en el tubo, recibía una recom-
pensa, generalmente un sorbo de zumo de fruta. Los monos asocian
con bastante eficacia la realización de una tarea y la obtención de
una recompensa, por lo que aprendía rápidamente a meter la
lota en el tubo. Los investigadores registraron en un ordenador los
patrones de activación de las neuronas cerebrales y su correlación
con las respuestas eléctricas musculares asociadas al movimiento.
Mediante algoritmos computacionales, se identificaron las señales
cerebrales que acompañaban a la intención del mono de coger y
soltar la pelota, con el fin de utilizarlas después para activar con-
tracción y relajación de los músculos apropiados. En esta fase del
experimento, los investigadores inyectaban un anestésico local en
el antebrazo del mono para bloquear la conducción de los impulsos
nerviosos de forma transitoria, provocando una desconexión fun-
cional entre el cerebro y la mano como si se hubiera seccionado el
nervio. En esta situación, lo que se registra en el cerebro es la
ción del mono de hacer un movimiento que no puede ejecutar. Con
la correlación obtenida entre la actividad cerebral y muscular, se

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 121


envían directamente a los electrodos de la mano los estímulos deri-
vados de la actividad cerebral sin pasar por toda la vía descendente
de la médula espinal y los nervios periféricos. De este modo, la co-
nexión cerebro-ordenador-mano permite que el mono pueda volver
a meter la pelota en el tubo. Si el ordenador se desconecta, la mano
vuelve a quedar paralizada por efecto de la anestesia, que bloquea
la vía natural desde el cerebro a los músculos. En resumen, puede
decirse que la idea era leer la mente del mono y producir los movi-
mientos apropiados de los dedos usando las conexiones a través del
circuito protésico externo (fig. 3).
Experimentos como este son una muestra de las enormes po-
sibilidades que nos ofrece la tecnología, una vez que se consiga
transferir estas técnicas desde el ámbito experimental en anima-

I FIG.3
Adquisición de
datos neuronales

'W

Predicción de
actividad muscular

Sensor de
contado

'W

Órdenes del
estimulador

Experimento de movimiento del brazo de un mono a través de estímulos aplicados


mediante electrodos en los músculos que simulan las órdenes reales del cerebro.

122 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


les a su aplicación terapéutica en humanos. Una ventaja que hace
posible esta metodología es que, desde los estudios del ya mencio-
nado Penfield, sabemos que diferentes áreas de la corteza motora
cerebral se corresponden con distintas partes del cuerpo; la circun-
volución frontal posterior aloja las neuronas que dan órdenes a los
músculos, según una representación topográfica que no es pro-
porcional al tamaño de las partes respectivas del cuerpo, sino al
papel que cada una de esas partes juega en nuestra fisiología. Es
decir, que por ejemplo, la mano ocupa un espacio mucho mayor
en la corteza motora que el pie. En el experimento de Ethier, uno
de los aciertos fue la simplificación al escoger el movimiento de
agarre de la mano que se resuelve con la flexoextensión de algunos
músculos. El implante consistía en una matriz de microelectrodos
de 4 mm de lado superpuesto en la región de la corteza motora del
mono que comanda la mano, pero debe tenerse en cuenta que los
movimientos son complejos y que implican la activación e inacti-
vación de distintos grupos musculares, lo que en la mayoría de las
ocasiones requerirá implantar matrices de microelectrodos de ma-
yor tamaño afectando a regiones más amplias, y con toda probabi-
lidad profundizando más en el tejido nervioso. Otra dificultad es
que en estas situaciones el tejido genera reacciones de protección
frente a cuerpos extraños, tendiendo a recubrir los electrodos con
los residuos de las respuestas inmunitarias que acaban inutilizán-
dolos. Por todo esto, el implante de electrodos no solo comporta
los riesgos de toda intervención quirúrgica, sino que además aún
deberá superar las limitaciones con el desarrollo de materiales bio-
lógicamente más compatibles. Por otro lado, el cortocircuito cere-
bro-ordenador-mano tiene otra cortapisa, y es que se salta otros
mecanismos que empleamos inconscientemente durante el mo-
vimiento normal: cuando las órdenes descienden desde el cerebro
hacia los músculos, son moduladas y perfeccionadas a su paso por
el cerebelo, los ganglios basales, el tronco de encéfalo y, en definiti-
va, el conjunto de partes del sistema nervioso central que intervie-

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 123


nen en los sistemas motores y que se complementan con la informa-
ción procedente órgano del equilibrio, la visión y la información
propioceptiva para mantener al cerebro al tanto de nuestra posición
en el espacio. Sin la participación de toda esta diversidad de elemen-
tos en juego, difícilmente se logrará un movimiento natural.
Sin embargo y como en el caso de los oídos o los ojos biónicos,
el objetivo actual de estas tecnologías no es restablecer la funciona-
lidad completa, sino ofrecer los elementos suficientes para que las
personas afectadas por pérdidas de movilidad puedan disfrutar de
una mayor autonomía y una mejor calidad de vida, sin perjuicio
de que desarrollo científico-tecnológico pueda abrir metas más
ambiciosas. Claramente hay potencial para restaurar movimien-
tos de las manos que, aunque limitados, pueden aportar beneficios
tremendos. Dotar de movilidad en las manos a un paciente tetra-
pléjico le permitiría comer o beber con independencia, dirigir una
silla de ruedas o controlar el ratón de un ordenador.
De hecho, estas metas ya se están alcanzando: siguiendo la este-
la de los experimentos con monos de Ethier, en 2016 un equipo del
Battelle Memorial Institute en Ohio ([Link].) liderado por el inge-
niero Chad Bouton consiguió restaurar el control del movimiento
de una mano en un tetrapléjico. Para ello los investigadores utiliza-
ron una matriz de microelectrodos implantados intracorticalmen-
te para registrar la actividad de la corteza motora. Como en el caso
de Ethier, los científicos emplearon algoritmos para descodificar la
actividad neuronal con el fin de activar los músculos del antebrazo
del paciente a través de un sistema de activación neuromuscular
múltiple. En conjunto, consiguieron movimientos aislados de los
dedos y control cortical continuo de seis acciones de la mano y de
la muñeca, permitiendo al paciente la realización de tareas como
agarrar, manipular y soltar objetos, e incluso tocar una guitarra en
un videojuego. Este logro puede considerarse la primera demostra-
ción en humanos del control de la activación muscular usando se-
ñales registradas intracorticalmente.

124 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


Igualmente, con microelectrodos implantados se ha consegui-
do un paciente incapaz de moverse y comunicarse controle un
sintetizador de voz emitiendo vocales. En este caso, el proceso fue
especialmente complejo al tratarse de una persona completamen-
te paralizada, lo que obligó primero a comprobar que era capaz de
tener la intención de pronunciar sonidos. Para ello, los investigado-
res realizaron un estudio de neuroimagen por RMf mientras el pa-
ciente trataba de articular las señales. Al comprobar que era capaz
de ello, los científicos implantaron una matriz de microelectrodos
en la región del cerebro que produce el habla, y la conectaron a un
descodificador de las señales cerebrales acoplado al sintetizador de
voz. La tecnología aún está en fase experimental, pero los resulta-
dos invitan a albergar esperanzas de que el paciente pueda llegar
a generar palabras completas. Sistemas similares han conseguido
también que un tetrapléjico controle un ordenador o un televisor.
En resumen, los avances son espectaculares, aunque sin perjuicio
de los éxitos alcanzados y las expectativas abiertas conviene te-
ner presente visión del ingeniero Stephen Roberts, de la Univer-
sidad Oxford, cuando afirma: hemos de conseguir dispositivos
que funcionen de y sin requerir largos procesos
de aprendizaje; muchos de estos dispositivos funcionan solo en un
grupo de pacientes, quedando un largo trecho antes de que sean
útiles población general.

Las prótesis robóticas

Un enfoque alternativo a la «reanimación» miembros natura-


les paralizados es utilizar las interfaces cerebro-ordenador para
controlar prótesis robóticas, evitando así arrastrar las limitaciones
inherentes a biología. componente central es el mismo que
en el caso anterior: matrices de microelectrodos implantados en la
corteza cerebral motora controla la parte correspondiente del

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 125


R IÓN DE UN IE B

Las lesiones medulares implican una pérdida del control de los músculos
que permiten el movimiento de los miembros. Para paliar esa situación,
una de las aproximaciones actualmente en curso consiste en cortocircuitar
tecnológicamente la sección medular obteniendo las señales de comando
de la corteza motora del paciente, descodificándolas mediante un pro-

O] Se implantan electrodos en la
- - - - Región cerebral corteza motora del paciente para
responsable de registrar la actividad neuronal.
los movimientos
del brazo y mano.

~ - - - Zona de la
lesión cervical
que condujo a
la tetraplejía.

[l] Se entrena al paciente


visualizando una acción en
una pantalla que no puede
realizar por causa de
su tetraplejía indicándole
que intente realizar
el movimiento.

[I] La actividad cerebral generada


por la intención de realizar
el movimiento es enviada a un
procesador que la descodifica y la
recodifica en una secuencia que
alimenta electrodos adheridos
a la piel, en la proximidad de
los músculos estimulándolos y
generando el movimiento.

Soporte robótico que asiste el - - - -


movimiento del hombro y es
controlado también por los implantes

126
cesador y enviándolas, directamente, a los músculos para estimular su
contracción. Con estos procedimientos se ha conseguido tanto avanzar
en la codificación-descodificación de señales cereb1-ales como en la rea-
nimación de miembros paralizados que han podido ejecutar movimientos
relativamente complejos.

Señales de MOVILIDAD RECUPERADA


actividad
Codo

eléctricos
~
Mano

Hombro

127
cuerpo. Los electrodos registran la actividad eléctrica, que se envía
a un descodificador y de este al miembro a controlar. La diferencia
está en este último componente: en este caso, el miembro a contro-
lar es artificial. Entre las diversas iniciativas en marcha, destaca el
brazo robótico desarrollado por la Agencia de Proyectos de Investi-
gación Avanzada del Departamento de Defensa de [Link]. (DARPA)
en colaboración con la firma biotecnológica DEKA, que constitu-
ye un ejemplo de aplicación con propósitos militares trasladada al
ámbito civil. La destreza y la capacidad de control de este dispositi-
vo son asombrosas, difíciles de imaginar con la reanimación de un
brazo paralizado. El neurofisiólogo Andrew Schwartz, mencionado
con anterioridad, diseñó el llamado experimento de Pittsburgh para
aplicar el brazo robótico de DARPA a la paciente Jan Scheuerman,
tetrapléjica durante catorce años a causa de una enfermedad de-
generativa espinocerebelar. Como en los casos anteriores, a lapa-
ciente se le implantaron matrices de microelectrodos en su corteza
motora. Estos implantes se conectaron a los ordenadores y estos
al brazo robótico. Después de dos semanas, la paciente pudo mo-
ver el brazo en tres dimensiones, y al cabo de algunos meses podía
realizar siete movimientos, entre ellos rotar la muñeca y flexionar
el pulgar. Desgraciadamente, los implantes sufrieron un deterioro
por recubrimiento de restos orgánicos y progresivamente dejaron
de funcionar. Sin embargo, incluso poco antes de retirarle los im-
plantes Scheuerman fue capaz de ganar a su hermano en el juego
de «piedra-papel-tijera».
Actualmente, DARPA está desarrollando brazos similares en la
Universidad Johns Hopkins de Baltimore y en otros centros de in-
vestigación. Estas prótesis robóticas se están probando en diversos
pacientes con parálisis, con la expectativa de que las señales de los
implantes cerebrales sean capaces de trasladar intenciones de mo-
vimiento al control del miembro artificial.
Como es natural, tecnologías similares se están ensayando tam-
bién para controlar piernas robóticas. Sin embargo, conseguir los

128 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


movimientos necesarios para caminar comporta problemas adi-
cionales más complejos. No hemos mencionado este caso a pro-
pósito de la reanimación de miembros, ya que difícilmente puede
esperarse que una pierna paralizada logre caminar estimulada por
electrodos; tanto por el requerimiento de la fuerza necesaria para
soportar el cuerpo como por la ausencia de la propiocepción ya
mencionada que informa al cerebro de la posición de los miembros
en cada momento. Cuando se secciona un nervio, generalmente se
interrumpe tanto el envío de señales de control desde el cerebro
como la información en sentido contrario sobre la posición y mo-
vimiento de los miembros. En el caso de un dispositivo destinado
a controlar una mano o un brazo, el control visual puede ser sufi-
ciente para regular los movimientos, a lo que en el futuro podrán
añadirse sensores artificiales que aporten la sensibilidad para apli-
car el grado de presión necesaria dependiendo del objeto que se
agarre, ya sea un huevo o una piedra. En el caso de los miembros
inferiores, el cerebro está continuamente recibiendo información
a través de nervios sensoriales de muy alta velocidad que le indi-
can la posición exacta de cada músculo y articulación. Solo con la
participación de esta retroalimentación periférica es posible man-
tener el equilibrio y caminar. Por tanto, los requerimientos de fuer-
za y propiocepción son indispensables para permitir la marcha. En
este momento, la solución tecnológica a estos requisitos viene de la
mano del desarrollo de exoesqueletos capaces de sostener y posibi-
litar la marcha a partir de la actividad eléctrica del cerebro. Uno de
los proyectos más destacados en esta línea es el WallcAgain (Vuelve
a caminar) promovido por la International Neuroscience Network
Foundation. Bajo la dirección del neurocientífico de la Universidad
de Duke ([Link].) Miguel Nicolelis, en 2014 este proyecto consiguió
que un parapléjico equipado con un exoesqueleto hiciera el saque
inaugural de la Copa del Mundo de fútbol en Brasil.
El sector de las prótesis robóticas se encuentra en un momento
de gran dinamismo, en el que el desarrollo de componentes encuen-

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 129


tra utilidad en múltiples ámbitos, lo que facilita tanto la experimen-
tación como la accesibilidad más allá del mundo de la investigación.
El caso de los exoesqueletos es un buen ejemplo: originalmente
concebidos para reincorporar a la vida normal a personas con le-
siones medulares, sus aplicaciones se han ido extendiendo a otros
campos, en especial el militar. DARPA ha construido 19 exoesque-
letos, y hoy puede decirse que este es el campo más dinámico en
el desarrollo de exoesqueletos. En sus usos estrictamente civiles,
la compañía canadiense Bionik Laboratories ha desarrollado el
exoesqueleto ARKE para las extremidades inferiores, controlado
por la voz y diseñado para mejorar la movilidad de las personas
que han sufrido lesiones medulares, traumatismos cerebrales o ic-
tus. Se espera que este prototipo llegue al mercado en 2019. Otra
aplicación interesante es la del exoesqueleto pasivo para los bra-
zos EksoVest, desarrollado por la compañía estadounidense Ekso
Bionics y que la empresa automovilística Ford ha adoptado para
los trabajadores de sus fábricas con el fin de prevenir la fatiga y los
accidentes laborales. Ekso Bionics produce además exoesqueletos
militares para DARPA.
En este sector tan dinámico es difícil predecir si alguna de las
tendencias actuales llegará a prevalecer. Las matrices de microelec-
trodos implantados en el cerebro hoy parecen la opción más conve-
niente para proveer las señales eléctricas de control, pero el hecho
de que se inutilicen en pocos años pone en duda su utilización a
largo plazo. Los implantes quirúrgicos invasivos tampoco son una
alternativa recomendable para un uso transitorio, como en el caso
de lesiones parciales en las que puede obtenerse un beneficio de la
rehabilitación ayudada por exoesqueletos. Para estos casos se es-
tán utilizando exoesqueletos controlados por señales electroence-
falográficas. Corno vimos en el capítulo anterior, estas son de pre-
cisión mucho más limitada que las obtenidas con microelectrodos.
No obstante, se ha avanzado en su descodificación y posibilitan un
control aceptable de los dispositivos protésicos.

130 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


- Arriba, el militar británico Andrew Garthwaite con un brazo prostético controlado
por el pensamiento. Abajo a la izquierda, el biofísico e ingeniero Hugh Herr con sus
piernas biónicas BiOM, creadas por su empresa iWalk [hoy BionXl. A la derecha, un
hombre en rehabilitación con un exoesqueleto para las piernas.

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 131


Como opción intermedia entre los microelectrodos implantados
y las señales electroencefalográficas, investigadores australianos
han desarrollado el Stentrodo, un electrodo en un stent o cánula
de malla como las que se emplean para abrir vasos sanguíneos obs-
truidos. El Stentrodo se introduce en una vena próxima a la corteza
motora, y en experimentos preliminares ha sido capaz de detectar
señales suficientes para controlar un exoesqueleto. Este dispositi-
vo se encuentra en fase inicial de estudio, pero las expectativas son
altas por reunir la condición de requerir cirugía mínimamente in-
vasiva mientras ofrece proximidad a la fuente de las señales (fig. 4).

UN MUNDO CONTROLADO POR LA ACTIVIDAD


CEREBRAL

Las tecnologías derivadas de la electricidad cerebral han tenido


hasta ahora un interés sobre todo médico, pero en la actualidad sus
aplicaciones están virando con el desarrollo de los sistemas inalám-
bricos hacia la llamada Internet de las Cosas. A medida que crece
la conectividad de los dispositivos que utilizamos a diario, se abre
un futuro en el que no nos limitaremos a manejar estas tecnologías
con la voz o con pantallas táctiles, sino que las controlaremos con
la actividad cerebral. En este sentido, el desarrollo del conocimien-
to exigido por los usos médicos de las interfaces cerebro-ordenador
abre la opción a las aplicaciones generalistas. El terreno está abona-
do porque hemos asistido a la multiplicación de dispositivos cuya
base es la electricidad; lo que hay detrás de cualquier smartphone u
otro dispositivo es el flujo de electrones, lo que posibilita una cone-
xión con la electricidad cerebral. Del mismo modo que en el capí-
tulo anterior planteábamos el problema de descifrar el código cere-
bral para poder conectarlo con los ordenadores, ahora se suscita el
reto de adaptar los lenguajes para permitir la comunicación entre
el cerebro y cualquier dispositivo. Científicamente se trata tan solo

132 1 La electrícídad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


1 FIG.4
Se introduce un 2 Una vez alcanzada esta región se expande
Stentrodo [representado presionando las paredes de la vena
en el paso 2) comprimido para acercar los electrodos de
en la vena yugular y registro al tejido nervioso.
desde ahí se le hace
avanzar con control
radiológico hasta
la proximidad de la
corteza motora.

la actividad eléctrica
que representa la intención
de ejecutar los movimientos
de andar.

4 Estos impulsos son 5 Las señales


conducidos a un de comando
procesador que son enviadas
codifica-descodifica inalámbricamente
transduciendo la a un exoesqueleto
actividad eléctrica o a una silla
en señales de de ruedas.
comando.

Funcionamiento del Stentrodo, un electrodo en una cánula de malla que se


introduce en una vena cerebral y permite controlar un exoesqueleto.

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 133


de ampliar la perspectiva. Pero la aplicación a dispositivos cotidia-
nos conlleva en sí ciertas limitaciones. Es dudoso que el consumi-
dor de nuevas tecnologías acepte aproximaciones invasivas como
el implante de microelectrodos, lo que restringe la obtención de se-
ñales a las derivadas de las ondas electroencefalográficas. Por otra
parte, los requisitos de validación de cualquier propuesta de tecno-
logía de consumo son menores que las exigidas en el ámbito médi-
co, por lo que será frecuente encontrar promesas que entran en el
dominio de la fantasía o del puro marketing. Pero en estos ámbitos
es posible que la realidad vaya más deprisa que la fantasía: en la ac-
tualidad ya existen algunos dispositivos de registro que se colocan
en la superficie del cráneo para obtener señales y enviarlas a un
smartphone. En consonancia con esta idea, el proyecto Brainternet
del ingeniero Adam Pantanowitz, de la Universidad del Witwaters-
rand en Sudáfrica, ha conseguido registrar las ondas electroencefa-
lográficas de un individuo y enviarlas a un portal de internet donde
puede verse la actividad cerebral. Aunque estas iniciativas puedan
parecer exóticas, hay que tener en cuenta que hace ya unos años se
comercializó el sensor electroencefalográfico de Arduino, un sis-
tema de hardware y software de código abierto que por un coste
ínfimo y con un poco de habilidad y paciencia permite registraron-
das electroencefalográficas y transmitirlas a otros dispositivos vía
wifi o telefonía móvil mediante un ordenador Raspberry Pi. Esta
transmisión remota de la actividad cerebral equivale a una forma
tecnológica de telepatía que también se está explorando para posi-
bles usos militares. Si bien los desarrollos en esta dirección aún se
encuentran en fase de prototipos, parece incuestionable que vere-
mos su expansión a corto plazo.
En resumen, conectar el cerebro con las tecnologías de la infor-
mación es uno de los mayores desafíos de la humanidad, que hoy
está comenzando a superarse. Hace tan solo una década, algunos
de los avances descritos en este libro habrían sido calificados de
ciencia ficción o directamente de charlatanería. Sin embargo, des-

134 1 La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador


de las primeras prótesis cocleares hemos asistido a un despegue de
estas tecnologías, muchas de las cuales actualmente se encuentran
en fases avanzadas de experimentación o incluso en puertas de su
comercialización. Prueba de las expectativas depositadas en este
campo es la gran inversión de recursos que se está acometiendo.
La agencia DARPA invertirá 65 millones de dólares en el desarrollo
de interfaces cerebro-ordenador, tras el esfuerzo realizado en el de-
sarrollo de prótesis de brazo controladas por implantes cerebrales
y en el diseño de exoesqueletos. Elon Musk, fundador y consejero
delegado de la empresa de coches eléctricos Tesla, ha lanzado una
compañía llamada Neuralink con el propósito de fusionar los orde-
nadores con los cerebros humanos. Bryan Johnson, fundador de la
compañía de pagos electrónicos Braintree y de la empresa neuro-
tecnológica Kernel, invertirá 100 millones de dólares para crackear
el código cerebral y hacerlo programable. Estas diversas iniciativas
tienen focos diferentes, pero convergen en la idea de explotar las
posibilidades de las tecnologías cerebrales.
Como avanzábamos al comienzo de este capítulo, estamos re-
corriendo el camino hacia el humano protésico: hoy el desafío es
que los ciegos puedan ver lo suficiente para desenvolverse con au-
tonomía, pero más adelante el objetivo será restablecer una visión
normal y después, si cabe, aumentar la capacidad visual natural
para, por ejemplo, ver en la oscuridad. Si se consigue devolver la
audición a una persona sorda, ¿por qué no aumentar el espectro au-
dible a otras frecuencias que normalmente no podemos escuchar?
O controlar a distancia con nuestro cerebro dispositivos domésti-
cos o de trabajo, o ampliar nuestra memoria o el manejo de idiomas.
Son escenarios que lindan con la ciencia ficción, pero también lo
eran otros que ya hemos conseguido.

La electricidad cerebral del futuro: las interfaces cerebro-ordenador 1 135


LECTURAS RECOMENDADAS

HALL, JoHN E., Guyton y Hall: Tratado de fisiología médica, Barcelona, Else-
vier España, 2016.
Fox, STUART l., Fisiología humana, Madrid, McGraw-Hill, 2017.
M1GUEZ, J. V., MuR, F., ALoNso, M., CARP10, J., Fundamentos físicos de la inge-
niería. Electricidad y electrónica, Madrid, McGraw-Hill, 2010.
M1NSKY, MARVIN, La máquina de las emociones, Madrid, Debate, 2010.
MoRA, FRANc1sco, Cómo funciona el cerebro, Barcelona, Alianza, 2017.
PuRvEs, DALE, Neurociencia, Madrid, Panamericana, 2016.
RuBIA V1LA, FRANc1sco J., El cerebro nos engaña, Madrid, Temas de Hoy,

2007.

Lecturas recomendadas 1 137


acetilcolina 51-53, 55 cerebro-máquina 11, 119-120
ADN80 circuito protésico 122
Adrian, Edgar 62 Clarck, Graeme 112
aislante 34 código de frecuencias 63-64, 95,
algoritmo 32, 121, 124 101,112
anión 21-22 códigos poblacionales 96, 101-102
Aplysia 57, 66 cognito 48, 68, 71-72, 74
Cole, Kenneth 29-30
Barlow, Bob 63 conducción 28, 31, 47, 121
Bekthereva, Natalia Petrovna 110 conductor 18, 29-30, 84, 88
Berger, Hans 82-83 conectoma 48, 68, 72-74
Bernstein, Julius 29-30 confocal 81-82, 92
bioinspirado 32 convergencia 49, 92
Bouton, Chad 124 Curtis, Howard 29-30

carga 18, 20-23, 34, 36-38, 53, 56, Dale, Henry 53


89-90 DARPA 128, 130, 135
catión 21-22, 36, 53-54, 91 DEKA128

Índice 1 139
dendrita 48-50, 58 intracelular 29, 44, 53-54, 86, 89,
descodificación 80, 127, 130 91
despolarización 32, 36, 39, 54, 58 ionotropo 56
dispositivo protésico 130
divergencia 48-49 lenguaje cerebral 7, 103

ECG83 magnetoencefalografía 84
electroencefalograma 82 máquina de Turing 41
electroestimulación 26, 28, 110 Maxwell, James Clerk20, 23, 84
electromagnetoestimulación MBL30
84 MEA86
electroshock 28 Mendeleyev, Dmitri 20
electrón 21-23, 29, 92-93, 132 metabotropo 56
estiramiento 65-66, 97 miembro protésico 11, 120
Ethier, C. Ross 121, 123, 124
exoesqueletos 11, 129-133, 135 Neher, Erwin 35, 90
extracelular 29, 54, 82, 86, 89 neurofenomenología 83
neuromuscular124
fluorométrica 91 Nicolelis, Miguel 129
fosfenos 115
fotorreceptor protésico 118 Ohm, Georg 30, 88-89
fotorreceptores 63, 114, 116, 118 oído biónico 112
Franklin, Benjamin 19-21, 23 Ojos biónicos 11, 17, 116, 124
Fuster, Joaquín 71, 74
Pantanowitz, Adam 134
GABA 53, 58, 61 Penfield, Wilder 115, 123
Galvani, Luigi 9, 19, 22, 26-27 PET92-95
GCP100 Pitts, Walter 41-43
Pool, Judith Graham 88
hiperpolarizante 58 postsinapsis 51, 54, 56
potencial excitador 58
interfaz cerebro-máquina 11, potencial de acción 31-33, 36-40,
119-120 41-43, 47, 49-50, 53-55, 58-64,

140 1 Índice
69-70, 79-80, 82, 84, 86, 88, funcional 92, 94
91, 93, 96-97, 99, 101, 103, nuclear 94
112,120
presinapsis 51, 54, 60 sinapsis 25, 34, 37, 47, SO, 54,
propagados 43, 48 57-60, 66-67, 91, 93
programa 16, 41, 48, 62, 66-69,
120 TEC28, 108
prótesis robótica 110,119, 125-129 teoría reticularista 24, 60
protón 21-22, 94 Thomson, Joseph John 21
transmisión 33, 50-51, 58, 60, 64,
Ramón y Cajal, Santiago 23-24, 112,134
27, 56-57, 81
resonancia magnética 94 voltaje 36, 88-91
de imagen 73, 94 impuesto 89-90

Índice 1 141

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