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Consagración del Decanato a María

Este documento es la consagración del Decanato Santiago Apóstol a la Virgen de la Soledad. En él, se le pide a María que guíe sus corazones en la fe a través de las dificultades, que les dé la esperanza gozosa de su Hijo, y que les enseñe a amar a los demás con la caridad de Cristo. Se ofrece a María el decanato, sus parroquias y ministerios para que los guíe a cumplir la voluntad de Dios.

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Consagración del Decanato a María

Este documento es la consagración del Decanato Santiago Apóstol a la Virgen de la Soledad. En él, se le pide a María que guíe sus corazones en la fe a través de las dificultades, que les dé la esperanza gozosa de su Hijo, y que les enseñe a amar a los demás con la caridad de Cristo. Se ofrece a María el decanato, sus parroquias y ministerios para que los guíe a cumplir la voluntad de Dios.

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CONSAGRACIÓN DEL DECANATO SANTIAGO APÓSTOL

A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

Madre en esta Consagración te queremos agradecer por la oportunidad de estar


aquí, gracias por ser Nuestra Madre.
Madre de la fe, te rogamos que también en nuestros corazones la fe sea la que
marque la ruta de nuestra vida, que en medio de las dificultades, siempre
sepamos que tu eres la que nos guía.
Madre de la fe, en los diversos momentos de la vida ayúdanos a responder, como
tú misma respondiste en una fe sencilla, en una fe que en medio de la oscuridad
siempre encontró la luz.
Madre de la esperanza, tú nos das el testimonio de que la esperanza es gozosa,
que la esperanza hace correr hacia el cielo, de allí proviene el entusiasmo; desde
la esperanza, nuestro cansancio se convierte en un descanso para nuestros
hermanos, ayúdanos Virgen de la Soledad, a vivir el gozo de la esperanza
cristiana, a cantar un Magnificat todos los días de nuestra vida; a ser apóstoles del
gozo, de quien sabe que su vida es un don, un regalo que tu Hijo nos enseña a
caminar con gozo en medio de las pruebas y las dificultades.
María Madre de la caridad, tú cuando fuiste a visitar a tu prima Isabel, estabas
también cansada, necesitabas posiblemente un ánimo, te encontrabas muchas
veces sola y sin embargo, olvidándote de ti, corriste con la fuerza del amor a
acompañar a santa Isabel.,
Sin la caridad, tú sabes que no somos nada y tú sabes que con la caridad todo es
posible, que la caridad todo lo puede y todo lo soporta, que la caridad es lo que
nos debe caracterizar como cristianos, que queremos vivir con plenitud nuestra
vocación, nuestra vocación a identificarnos plenamente con tu Hijo.
Cuántas veces Virgen María tu silencio fue también una mirada de caridad, de
comprensión, de perdón, nunca heriste al prójimo, más bien lo acogiste y le saliste
al encuentro.
Ayúdanos Madre a que nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras
acciones estén siempre llenas de la caridad de Jesucristo, el mandato de tu Hijo,
que aunque nos podamos equivocar en muchas cosas, si en algo no podemos
fallar es en la caridad.
Te ofrecemos nuestra vida con todo nuestro corazón, ofrecemos nuestra vida a
Jesucristo hasta al pie de la cruz; agradeciendo cuando de alguna manera
podamos imitar a Jesús, cuando podemos estar al pie de la Cruz.
Gracias madre por amarnos, te ofrecemos y te consagramos con todo nuestro
corazón, a nuestro decanato de san Francisco de Asís, Pénjamo, a todas las
parroquias que lo conforman, todas las familias, los grupos de apostolado,
movimientos, comisiones y dimensiones que son un regalo maravilloso del
corazón de Cristo.
Nosotros hijos en el Hijo, nos consagramos a tu corazón materno, para cumplir
fielmente la voluntad del Padre.
Pide a Dios para nosotros un corazón completamente renovado, que ame a Dios
con todas sus fuerzas y sirva a la humanidad como tú lo hiciste.
Ven a nuestra ayuda y líbranos de todos los peligros que nos acechan; con este
acto de ofrecimiento y consagración, queremos acogerte de un modo más
profundo y radical para siempre y totalmente, en nuestra existencia humana,
sacerdotal y apostólica.

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