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Redención Asegurada

El documento discute la redención asegurada por Cristo. Explica que Cristo nos redimió de la maldición de la ley al satisfacer la ira de Dios por nuestros pecados en la cruz. Aunque la crucifixión no parecía una expiación para los espectadores, las epístolas interpretan que Cristo murió como rescate y sustituto para salvarnos del juicio divino.

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Redención Asegurada

El documento discute la redención asegurada por Cristo. Explica que Cristo nos redimió de la maldición de la ley al satisfacer la ira de Dios por nuestros pecados en la cruz. Aunque la crucifixión no parecía una expiación para los espectadores, las epístolas interpretan que Cristo murió como rescate y sustituto para salvarnos del juicio divino.

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REDENCIÓN ASEGURADA

Es importante que recordemos que nuestra comprensión de cómo se desarrolla la


redención en la historia debe verse a la luz tanto del Antiguo Testamento como del
Nuevo Testamento. Hemos visto cómo el propósito del reino de Dios impregna
ambos testamentos.

Recientemente en el curso de Teología Sistemática que enseño en el seminario,


estábamos viendo la doctrina de la expiación de Cristo y, por supuesto, el símbolo
mismo del cristianismo es la cruz. Recordamos las palabras de Pablo, él estaba
comprometido a no predicar más que a Cristo y a Cristo crucificado; y vemos que la
cruz contiene un elemento muy importante de la fe neotestamentaria.

Aquí estamos hablando de la expiación. Y mencioné a mis alumnos que no hay una
sola definición de expiación en el Nuevo Testamento, pero hay varias maneras en
que el Nuevo Testamento habla de la obra expiatoria de Cristo.

Se usan diferentes metáforas, imágenes, y dije, nuevamente estas son


interpretaciones que la Biblia nos da del concepto y significado de este evento de la
muerte de Cristo. Miras al Nuevo Testamento, y dices, por ejemplo: ‘Si fueras un
testigo ocular de la crucifixión, me pregunto: ¿cómo hubieras interpretado el
significado de ese evento?”

Los que estaban allí lo vieron desde distintas perspectivas. Para Caifás fue una labor
de conveniencia política. Él dijo: ‘Es bueno para la nación que este hombre muera’.
No estaba pensando en términos de una redención de la ira de Dios, pero estaba
pensando en términos de apaciguar la ira de los romanos; y entonces dijo: ‘No
podemos involucrarnos en estas controversias políticas con personas que demandan
mesías que los liberarán de Roma, así que probablemente sea mejor para nosotros
si este hombre muera.’

Y así interpretaría él la cruz, como una acción de conveniencia política, como lo


hizo Poncio Pilato, quien después de anunciar a las multitudes: ‘No encuentro
ninguna falta en Él’, sin embargo, aceptó dar la sentencia de ejecución a alguien
que ya había declarado inocente de cualquier cargo. Pero lo hizo por pragmatismo
político. Esa era su preocupación.

Ahora, mi pregunta es esta: si estuvieras de pie en el Gólgota y mirases este evento


de un hombre que es clavado en una cruz, entre dos ladrones, con un título burlón
sobre su cabeza que dice: Rey de los Judíos, ¿cómo sabrías o llegarías a la
conclusión que esto se trata de una expiación?
Ahora bien, otorgo el hecho de que si una persona extremadamente bien versada
en todo el Antiguo Testamento enseña acerca de la venia del Mesías, hubiera
dominado los matices de Isaías 53, quizá esa persona hubiera observado a Cristo y
su crucifixión y hubiera dicho: ‘Ajá, Este es el cumplimiento de la profecía del
Antiguo Testamento. La muerte del Mesías, lo cual es una expiación’. Pero no
estaría muy claro para el espectador simple de este evento.

Por eso, cuando vamos al Nuevo Testamento, no solo tenemos los Evangelios, sino
que tenemos las Epístolas; y aunque esa no es la única función de las Epístolas, una
de las funciones principales de la Epístola es interpretarnos el concepto y significado
de las narrativas históricas y los eventos históricos.

Pablo ve como central a su enseñanza de la iglesia en tiempo del Nuevo


Testamento, la importancia central de la muerte de Cristo y describe la muerte de
Cristo en distintas ilustraciones. Habla de ello como un rescate. Lo menciona como
una obra de redención donde algo que se pierde se redime o se rescata o se
compra.

También está el elemento que llamaos el elemento “Christus victor” de la expiación


donde Cristo en la cruz manifiesta su victoria sobre Satanás y sobre los poderes de la
oscuridad. Entonces, tienes la idea de Cristo como el Cordero sufriente, como
nuestro sustituto que satisface las demandas de la justicia de Dios, y es por eso que,
la iglesia históricamente abrazó lo que se llama la “satisfacción sustitutoria” de la
expiación, donde Cristo satisface las demandas de la lira de Dios por su pueblo.

Y todos estos motivos coexisten en el patrón de expiación del Nuevo Testamento.


Pero hay un patrón y una imagen que usa Pablo en la que quiero pasar el tiempo
hoy, y encontramos eso en el capítulo tres de Gálatas, donde en el versículo 10
Pablo dice: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las
cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.”

Nadie está justificado por la ley a los ojos de Dios. Eso es evidente, porque los justos
vivirán por fe. Sin embargo, “la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas
cosas vivirá por ellas.” Luego el verso 13 dice esta cosa extraordinaria: “Cristo nos
remidió de la maldición de la ley”. Ahora, recuerda que lo que estamos estudiando
en esta serie es el drama ¿de qué? El drama de la redención.

Hace unos años hablé en la Convención de Librerías Cristianas y me lancé con algo.
Había entre cinco a seis mil personas allí y me atreví a insultar su inteligencia
hablando de algo que era tan básico y tan elemental para la fe cristiana. Dije: ‘Como
cristianos evangélicos, todos siempre hablan de ser salvos’.
Y primero hice esta pregunta: ¿Salvados por quién? Ellos dijeron: Salvados por
Cristo, pero finalmente salvados por Dios porque la Biblia dice que la salvación es
del Señor. Y así la salvación viene a nosotros de la mano y por la obra de Dios.

Dije: ‘Está bien, ahora la segunda pregunta es esta: ¿de qué somos salvos? Cuando
la gente se acerca a ti en la calle y te detiene y te pregunta: ¿Eres salvo?, ¿No te
sientes tentado a decir: ¿Salvado de qué? ¿Salvado de una enfermedad? ¿Salvado
de un desastre financiero?

Ciertamente no salvo de ser interrumpido en la calle en medio de mis ocupaciones,


eso se nota –pero cuando la Biblia habla de ser salvo en el sentido supremo, ¿de qué
se trata esta salvación? Bueno, en los términos más simples posibles, la salvación en
la Biblia es la salvación de Dios. No solo somos salvos por Dios, somos salvos de Dios
y Jesús es el Salvador designado que Pablo nos dice que salva a su pueblo de la ira
que está por venir.

¿La ira de quién? La ira de Dios porque lo central de las enseñanzas que Jesús
proclama donde sea que va, es que habrá un día designado por Dios para juzgar a
cada ser humano y todos los que no estén cubiertos por la redención, tendrán que
comparecer delante de Dios y ser juzgados por la ley de Dios, y todos pasarán por
ese juicio.

Y para aquellos que han desobedecido la ley de Dios, las sanciones o pena por no
cumplir con las estipulaciones de nuestro pacto con Dios, será la ira de Dios.
Recordamos en el Antiguo Testamento que cuando la ley fue entregada al pueblo,
Dios prometió que todos los que obedecían la ley recibirían bendición, pero
aquellos que rechazaban la ley y desobedecían la ley, recibirían maldición.

Esas fueron las sanciones de las estipulaciones del antiguo pacto, por lo que
cualquiera que haya violado la ley de Dios, ahora es vulnerable y está expuesto a la
ira de Dios, al juicio de Dios que se expresa en términos de maldición.

Ahora, déjame recordarte el significado de la palabra “maldición”. Recordamos una


de las bendiciones hebreas, creo que se llama la número seis entre los judíos, dice
así: “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y
tenga de ti misericordia;” Y sigue: “Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.”

Ahora, ya hemos mencionado brevemente de esto en una serie anterior sobre la


literatura de la sabiduría, y vemos aquí un ejemplo del dispositivo literario que los
judíos usaban llamado paralelismo, donde estas tres declaraciones en la bendición
hebrea son sinónimos, es decir, las tres líneas significan exactamente lo mismo.
Simplemente usan distintas palabras para expresarlo y hay dos partes en cada línea.
“Jehová te bendiga, o vayamos al final: “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga
resplandecer su rostro… tenga de ti misericordia.. alce sobre ti su rostro y ponga en
ti paz”.

La idea aquí es que estos tres conceptos: ser preservados por Dios, recibir la gracia
de Dios y recibir la paz de Dios, se refieren básicamente a la misma cosa, y esta es la
oración, esta es la esperanza de un judío, que Dios en su bondad y en su
misericordia guardaría a su pueblo, les daría gracia y les daría la paz que era tan
importante que se convirtió en la palabra para su saludo: “Shalom”.

Ahora estoy interesado en la primea parte de cada una de estas líneas: “Jehová te
bendiga…. Jehová haga resplandecer su rostro…Jehová alce su rostro sobre ti.”

La razón por la cual esto es significativo es que la primera línea simplemente usa la
palabra “bendecir”, pero ¿cómo entiende el judío la bendición? Bien, cuando el
judío usa imágenes concretas para describir lo que significa ser bendecido por Dios,
regresa a alguna experiencia de la presencia de Dios, delante de su propio rostro.

La mayor esperanza de un judío es restaurar la intimidad de la comunión que Adán


y Eva experimentaron en el paraíso, donde estaban en comunión diaria con Dios, y
Dios estaba cerca de ellos.

Y se emocionaban al escuchar a Dios caminando por el jardín. Pero, después de la


caída, la comunión con Dios se rompió. Se colocó una cortina en el templo para
separar a las personas de acercarse demasiado a la presencia de Dios, y la
prohibición absoluta fue ordenada por Dios, “Nadie verá mi rostro y vivirá”.

Incluso a Moisés no se le permitió ver el rostro de Dios, pero la mayor esperanza de


los judíos era que algún día tendremos la visión beatífica, la visión de Dios, que
hará que su rostro brille sobre nosotros, que alce la luz de su rostro sobre nosotros.
Una de las imágenes más vívidas de una película que he visto, vino de Ben-Hur,
donde Charlton Heston, interpretando a Ben-Hur, había sido degradado a esclavo y
estaba encadenado, estaba hambriento y sediento.

En eso, a los esclavos se les permitió hacer una parada en el camino y estaban yendo
a este pozo. Pero Ben-Hur estaba tan débil y cansado, que estaba en el suelo y no
pudo encontrarla manera de llegar al pozo para poder obtener agua, y de repente
mientras se retorcía en el suelo en su agonía y en su condición sedienta, ves en la
pantalla la imagen de una sombra que pasa, proyectando esta sombra sobre Ben-
Hur.
Y luego ves la mano de esta persona que ha aparecido tomando la taza y
obteniendo agua del pozo y luego se inclina para darle agua a Ben-Hur. Y Ben-Hur
está de rodillas y mira directamente a quien sea que le está dando esta agua fría, y
nunca se llega a ver la cara de la persona que estaba dando el agua.

Pero cuando miras la cara de Ben-Hur, y ves esta transformación instantánea de su


semblante, donde de repente, en lugar de mirar en abyecta desesperación, su rostro
se vuelve radiante al recibir este tierno gesto de compasión de ese extraño que le
ofrece agua.

No hay duda en la mente de nadie que está viendo la película de quién es el que dio
el agua. Es Cristo obviamente que se ve reflejado en la película. Y vemos lo que le
sucede a Ben-Hur cuando mira el rostro de Jesús, y ves esta expresión instantánea
de beatitud, de bendición sobre él.

Recuerdo esa imagen debido a la esperanza de los judíos que dijeron que su mayor
esperanza sería que recibirían la bendición de Dios en términos de que Él haría
resplandecer su rostro sobre ellos y alzaría sobre ellos su rostro.

Pero he visto esto no solo para entender la bendición, sino para entender lo que la
Biblia quiere decir con “maldición”. Debes entender que el concepto de la maldición
en la Biblia es el opuesto directo: la antítesis, el otro lado de la moneda. La
maldición está en marcado contraste con la bendición.

Y si esto no fuera una bendición que puse en la pizarra sino una maldición, diría
algo como esto: ‘Jehová te maldiga, Dios te maldiga’, es lo que eso estaría diciendo,
y es por eso que no deberíamos hablar así en un lenguaje frívolo porque desear
que Dios maldiga a alguien—es lo más duro que se puede desear.

Esto sería: ‘Dios te maldiga y no te guarde – te eche fuera. Que él esconda su rostro
de ti y no te conceda gracia alguna, solo justicia e ira. Y que Dios apague la luz de
su semblante y te dé la espalda y no te dé paz en absoluto, sino tormento y
problemas eternos’.

¿Ves? Así como la bendición se entiende en términos de proximidad a Dios: de


cercanía a Dios, de gozar en la presencia de Dios, vivir “coram deo” ante su rostro, lo
opuesto, la maldición, la sanción negativa del pacto es perder toda esa bendición.
Aquí Pablo dice algo extraordinario en Gálatas, él dice: “Porque todos los que
dependen de las obras de la ley están bajo maldición.”

Pero luego dice en el verso 13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero.” Pablo en su búsqueda de darnos la interpretación del significado de la
cruz, el significado de la expiación de Cristo, lo hace en términos de este lenguaje
de la maldición, y debemos tomarlo en serio, porque cuando miras la cruz en el
Nuevo Testamento, ¿qué ocurre?

En primera instancia vemos una duplicidad de la ceremonia de expiación del


Antiguo Testamento. En la ceremonia del antiguo pacto en el día de la expiación, se
usaron dos animales. Uno fue el cordero o el toro que fue sacrificado y ofrecido a
Dios para satisfacer su ira –para propiciar a Dios—y rociaron la sangre el cordero en
el propiciatorio del templo en el lugar santísimo; Pero además del cordero que se
sacrifica y se ofrece como sacrificio ante Dios, también hay otro animal, que es un
macho cabrío. Es la idea del ‘chivo expiatorio’, donde el sumo sacerdote pone su
mano en el lomo del macho cabrío, transfiriendo simbólicamente los pecados de la
gente a él, y ¿qué le sucede al macho cabrío? No lo sacrifican. El macho cabrío es
expulsado del campamento, enviado a la oscuridad exterior, enviado al desierto
solo.

Eso simboliza el destierro de la presencia de Dios donde se centran sus bendiciones.


En el Nuevo Testamento, Juan Saluda a Jesús cuando aparece para su bautismo con
el agnus dei –“He aquí, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

Y en realidad, en la expiación, Jesús cumple el papel tanto del cordero que es


sacrificado como del macho cabrío. Él no solo se ofrece a sí mismo como el
sacrificio perfecto a Dios para satisfacer la justicia de Dios, sino que también quita
nuestro pecado como el cabro expiatorio. Él es enviado bajo la maldición en todos
los aspectos, y me parece increíble lo detallado que está en el Nuevo Testamento.
En primer lugar, las Escrituras señalan mucho de que Jesús no ha sido condenado a
muerte por el tribunal judío, sino por el tribunal romano.

Para cumplir las Escrituras, Jesús es entregado a los gentiles que fueron extranjeros y
advenedizos en el pacto. Están fuera del campamento, y Jesús es juzgado por
paganos, por gentiles. ¿Dónde lo matan? Es llevado fuera de la ciudad santa,
llevado al desierto para ser ejecutado, no por lapidación, que era el método judío
de ejecución, sino por crucifixión. Y Pablo recuerda Deuteronomio y dice: “porque
está escrito: Maldito el que es colgado en un madero”.

Y así, incluso su modo de ejecución se ajusta íntimamente al concepto de maldición


del Antiguo Testamento. Y mientras está en la cruz, Jesús clama con horror al Padre:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” ¿Por qué hace eso Él? Porque
se siente abandonado. Tiene que ser abandonado si va a tomar sobre sí el castigo
dirigido a su pueblo. Él debe volverse maldito.

También hay algunos fenómenos extraños que acompañan a la crucifixión. A


mediados de la tarde, de repente surge este fenómeno natural, ya sea un eclipse
total de sol que no conocemos, pero el lugar se vuelve tan oscuro como la
medianoche. Dios apaga las luces.

En el mismo instante en que Dios ponía su maldición sobre su hijo a causa de


nosotros, Él no permitiría que resplandezca su rostro sobre su hijo. Él apaga las luces
y deja a Cristo y al mundo en la oscuridad; y Mateo también nos dice que hay un
terremoto violento.

Una vez un misionero dijo que le gusta pensar que lo que sucedió en ese momento
cuando Dios derramó su maldición sobre su propio hijo, es que Dios bajó del cielo y
agarró la tierra en su mano y la sacudió en su furia.

Pero el punto es que toda la comprensión de la cruz como maldición debe ser
entendida a la luz de todo lo que el Antiguo Testamento predijo en términos del
pacto de la redención. No sé cuán profundamente has contemplado la cruz o la
expiación de Cristo.

He estado estudiando teología por mucho tiempo, y tengo esta vergüenza y una
sensación de que no he comenzado a siquiera arañar la superficie de las
profundidades y las riquezas que están contenidas en ese único acto redentor.

Todo lo que hemos hablado en términos del drama de la redención, llega a su


clímax allí en la cruz. No sé lo que significa, por experiencia, ser completamente
maldecido por Dios, ser separado de su presencia y ser enviado a un reino de
absoluta oscuridad tal como lo experimentó Jesús.

He escuchado muchas, muchas prédicas acerca de la cruz y muy a menudo los


ministros entran en los detalles sangrientos del dolor fisiológico y el estrés que se
impone sobre la víctima de la crucifixión; y en el caso de Jesús, la corona de espinas
y clavos en sus manos y la espada en su costado y toda esa agonía que Él soportó;
Pero en realidad dudo que Jesús siquiera haya sentido todo eso ya que no es
comparable al dolor que debe haber sentido en el momento en que estaba
recibiendo el castigo del infierno que tú y yo merecemos.

Lo que estoy diciendo es que los clavos y la espada no se comparan a estar bajo la
maldición de Dios y te pido que pienses en eso, que pienses en lo que sería para ti
estar bajo la maldición de Dios, lo cual de hecho será así si no recibes y crees en
aquel que ha tomado esa maldición en tu lugar.

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