Atributos a evaluar en el queso
Los atributos sensoriales son las propiedades de los alimentos que se detectan por medio de los sentidos, se
pueden separar en tres grupos no netamente diferenciados, los de apariencia, los de sensaciones quinestésicas
(textura) y los de flavor. La norma FIL 99 A:1997 para evaluación sensorial de productos lácteos establece que
cada atributo se deberá evaluar separadamente y que la evaluación sensorial de los quesos deberá realizarse en
relación con los siguientes atributos:
Apariencia Exterior
Apariencia Interior
Consistencia/textura
Flavor (olor y gusto)
APARIENCIA EXTERNA: Consiste en el examen visual de la muestra de queso entera. Atributos que se
evalúan: Forma, Tamaño y peso, Corteza
En cuanto a la forma, dada la gran variedad de quesos existente, es posible encontrar las formas más diversas, las
básicas son las geométricas, especialmente cilindro o paralelepípedo, pero también hay esféricas, piramidales o
troncocónicas. En ocasiones tienen formas que recuerdan a otros objetos o productos, pueden tener los bordes o
aristas rectos o redondeados, y las caras superior e inferior planas o abombadas (cóncavas, convexas); de igual
modo las caras laterales pueden ser rectas o curvas (cóncavos o convexos). Siempre se debe presentar una forma
regular del queso.
El tamaño y peso de los quesos también es muy variable, las piezas más pequeñas suelen ser las propias de los
quesos de cabra franceses y las pastas blandas, mientras que los mayores son siempre de la familia de las pastas
prensadas y cocidas.
La corteza, puede no existir en los quesos frescos, es fina en las pastas blandas y gruesa o muy gruesa en las
prensadas y cocidas. Puede ser lisa o estriada y presentarse al natural, con hongos, con especias, ahumada,
parafinada, teñida, encerada, cubierta de cenizas, etc.
APARIENCIA INTERNA: Consiste en el examen visual de la superficie de corte del queso. Es el examen visual de la
masa o pasta del queso. Atributos que se evalúan: Color: tono/matiz, intensidad, uniformidad, Brillo/mate,
ojos, rugosidad, humedad y/o grasa.
El color de los quesos está influido por el tipo de leche empleado, por la técnica de elaboración o familia a la
que pertenece y por el tiempo de maduración. El agente colorante en la leche responsable del color de los quesos
es el caroteno, un pigmento amarillo con ligeros tintes naranjas, que se encuentra contenido en la grasa de la
leche. Como dicha grasa pasa en su mayor parte al queso, se produce una concentración de este color después de
la coagulación. Este pigmento está presente en la leche de vaca, en la de oveja en menor proporción y ausente en
la leche de cabra, de ahí que, a igual período de maduración los quesos de cabra tienen un color blanco o ausencia
de pigmentación, los de vaca son muy pigmentados o más amarillos y los de oveja presentan un color intermedio.
En la medida que un queso permanece más tiempo en la cámara de maduración va perdiendo humedad y por
consiguiente va aumentando la intensidad del color y disminuyendo el brillo del queso.
La pasta de un queso elaborado con leche pasteurizada al que no se le han adicionado microorganismos para la
producción de ojos, debe ser cerrada, puede haber algunos orificios pequeños de contorno irregular que serían de
origen mecánico, obtenidos como consecuencia del trabajo con la cuajada y el prensado, a diferencia de los ojos
que son de contorno uniforme y producidos por microorganismos. La pasta de los quesos más madurados pueden
tener una apariencia levemente rugosa (escamosa). Es importante destacar que al evaluar estos últimos atributos
se está evaluando la textura visual del queso.
CONSISTENCIA/TEXTURA:
La textura es la propiedad sensorial de los alimentos que es detectada por los sentidos del tacto, la vista y el
oído, y que se manifiesta cuando el alimento sufre una deformación (Anzaldúa-Morales, 1991). También se puede
definir a la textura como el conjunto de propiedades mecánicas, geométricas y de superficie de un producto
perceptibles por los mecano-receptores, los receptores táctiles y en ciertos casos los visuales y los auditivos.
Propiedades mecánicas: aquellas relacionadas con la reacción del producto a una fuerza.
Propiedades geométricas: aquellas relacionadas con el tamaño, forma y distribución de las partículas en
el producto.
Propiedades de superficie: aquellas relacionadas con las sensaciones producidas por el contenido de agua
o de grasa del producto.
La evaluación de la textura es realizada usando pequeñas piezas de queso obtenidas por corte o de una muestra
del centro del queso, doblando, presionando y frotando la muestra entre los dedos índice y pulgar como también
por masticación.
En el queso se evalúan normalmente:
Atributos mecánicos: dureza, elasticidad, adherencia, cohesividad.
Atributos geométricos: granulosidad.
Atributos de superficie: humedad, solubilidad en boca, cremosidad.
Al evaluar la dureza de un alimento, o sea, la fuerza requerida para deformarlo estamos evaluando si es blando,
firme o duro y en los quesos lo que se mide es la firmeza. La elasticidad es la rapidez de recuperación de la forma
luego de una deformación, la adherencia es el trabajo necesario que hay que realizar con la lengua para despegar
el queso del paladar y dientes y la cohesividad mide el grado de deformación de un alimento antes de romperse,
un alimento puede romperse sin ser deformado o luego de una cierta deformación, si se rompe sin ser deformado
decimos que es frágil, friable (desmenuzable fácilmente) y la friabilidad (la capacidad de producir trozos más
pequeños desde el principio de la masticación) es un atributo que se mide en los quesos, en todo esto tiene
mucho que ver la evolución de la humedad del queso, en la mayoría a medida que aumenta la maduración van
perdiendo humedad y por lo tanto van aumentando su dureza, se tornan menos elásticos y más friables. Cuando
se mastica el queso se pueden apreciar las características geométricas, es decir, el tamaño y forma de las
partículas que lo forman, y podemos medir la granulosidad del mismo determinando si es liso, arenoso o
granuloso, se busca que el queso tenga una estructura lisa pero en los más curados puede presentarse una
estructura arenosa o granulosa al masticarlos. También en boca se mide la solubilidad y cremosidad, la
solubilidad suele ser mayor en los quesos jóvenes ya que son más húmedos, y los más maduros tienden a
absorber más saliva que los primeros. La cremosidad es una sensación semilíquida que varía con la crema o
sustancia grasa del queso y cuanto más grasa y humedad tienen más cremosos suelen resultar.
COLOR Y AROMA Es importante remarcar las diferencias entre los parámetros de olor y aroma ya que aunque
ambas sensaciones se perciben por el órgano olfativo, el aroma se percibe por vía retronasal (vía indirecta)
durante la degustación.
Para evaluar el olor se debe acercar la muestra de queso a la nariz con el fin de poder percibir a través de la vía
nasal directa los olores que caracterizan al queso, intentando reconocer los olores dominantes. Para completar y
mejorar la percepción se aconseja romper en dos la muestra por el centro, cerca de la nariz y aspirar
inmediatamente la fuerza del estímulo percibido (intensidad del olor). La evaluación del aroma se realiza tras
masticar el queso para propiciar que estos se liberen, tomen la vía retro-nasal y se perciban en el bulbo olfativo.
El olor y el aroma de los quesos tienen dos orígenes principales: la materia prima y el afinado. El olor láctico es
dominante o casi exclusivo en los quesos jóvenes (frescos), mientras que en los más madurados aparecen otras
familias de olores, como consecuencia de una serie de mecanismos, en su mayoría enzimáticos, que transforman
los diferentes componentes de la cuajada (proteínas y lípidos, principalmente) formando numerosos
componentes aromáticos, cuya proporción y naturaleza dependen de la tecnología de elaboración del queso. La
intensidad del olor puede ser baja, media o elevada.
Cuando se mastica el queso al romper su estructura, disolver algunos gránulos y calentarlo con la temperatura
corporal, es cuando por vía retronasal somos más capaces de apreciar los matices de cada queso.
Realmente, expresar estas sensaciones con palabras resulta muy complejo; por ello Berodier y cols. han realizado
un trabajo muy útil para la evaluación olfato-gustativa de quesos de pasta dura o semidura. Han definido 8
familias de términos para describir los olores y aromas. Estas familias son los olores:
Lácticos (leche fresca, acidificada, corteza de queso)
Vegetales (hierba, verdura cocida, ajo, cebolla, madera)
Florales (miel, rosa)
Afrutados (avellana, nuez, cítricos, plátano, piña, manzana, aceites)
Torrefactos (bizcocho, vainilla, caramelo, tostado)
Animales (vaca, establo, cuajo, estiércol)
Especias (pimienta, menta, clavo de olor)
Otros (propiónico, rancio, jabón, ensilado)
En los quesos jóvenes puede haber olores lácticos pero a medida que maduran deben aparecer olores y aromas
más complejos como por ejemplo a frutos secos. En quesos maduros se debe apreciar una sensación olfato-
gustativa equilibrada, limpio e intensa. Ciertos quesos adquieren olores como consecuencia del agregado de
especias a la masa del queso, tratamientos de superificie como el ahumado o pimentonado, elaboración con
hongos de superficie o internos, etc.
SABOR Para evaluar el sabor las piezas de queso deben ser masticadas y salivadas. El sabor es la sensación
percibida por el órgano del gusto (lengua) cuando se lo estimula con ciertas sustancias solubles. Entonces, las
sensaciones gustativas nos permiten captar la cantidad de sal, dulzor, acidez y amargor del queso. De los cuatro
sabores básicos (dulce, salado, ácido y amargo) los más frecuentes en un queso son el ácido y el salado. En los
quesos más madurados el sabor es más equilibrado y se hace más intensa la sensación de sal, como consecuencia
del agua evaporada en el proceso de maduración.
SENSACIONES TRIGEMINALES Son sensaciones irritantes o agresivas percibidas en la cavidad bucal, se
acompañan en general de picores, contracciones, calor, frescor o incluso irritación. Las principales sensaciones
trigeminales que pueden presentarse en los quesos son: picante, astringente, ardiente, acre, metálico.
El picante se manifiesta dentro de la boca produciendo picores, pudiendo llegar al dolor. El astringente es la
sensación resultante de una contracción de la mucosa de la boca, debido a la reacción química entre las proteínas
de la saliva y los taninos. El ardiente es la sensación de recalentamiento de la cavidad bucal. El acre es una
sensación de irritación de la mucosa de la parte posterior de la cavidad bucal y el metálico califica a un producto
que produce una sensación de picores eléctricos sobre la lengua y encías, y una sensación de dentera.
RETROGUSTO y PERSISTENCIA El retrogusto es la sensación olfato-gustativa que aparece después de tragar el
queso y que difiere de las sensaciones percibidas cuando éste estaba en la boca, puede o no presentarse. La
persistencia es la continuidad de la percepción olfato-gustativa después de que se ha tragado el queso, la
naturaleza de la persistencia puede ser compleja, asociando aromas, sabores básicos y sensaciones trigeminales.
IMPRESION GLOBAL Al final de la cata, el catador tiene a veces la necesidad de dar una impresión general del
producto catado, es decir, de sintetizar las sensaciones para poder así memorizar mejor el producto. Muchas
veces la impresión global se califica con la ayuda de una escala de tres puntos: buena, media o mala. Otras veces
se hace uso de los llamados “descriptores de estado” que resumen varias propiedades valoradas con antelación.