esta Muestra fue una ocasión excelente para acercarnos a todo lo que está pasando hoy día en México, en todo el país y no sólo en la capital, como habitualmente sucede con las manifesta-ciones más conocidas y, a priori, más reputadas. El...
moreesta Muestra fue una ocasión excelente para acercarnos a todo lo que está pasando hoy día en México, en todo el país y no sólo en la capital, como habitualmente sucede con las manifesta-ciones más conocidas y, a priori, más reputadas. El Festival tuvo tres vertientes fundamentales, los espectáculos, la presentación de libros y las conferencias o mesas redondas. La información que pudimos recoger fue enorme y hemos esperado a escribirlo todo sobre el encuentro para poder tener una cierta perspectiva y, sobre todo, para tener tiempo de poder leer la increíble cantidad de volúmenes sobre teoría e histo-ria del teatro que se presentaron en el marco del encuentro de Zacatecas, aparte de todo tipo de ediciones de textos de autores jóvenes y de recuperación de los clásicos olvidados. Hubo, además, importantes exposiciones. Destacaríamos la dedicada al gran Maestro Juan José Gurrola fallecido recientemente. También hubo muchos talleres y cursos para jóvenes actores y directores. Los autores que vimos en el encuentro de Zacatecas constituyeron para nosotros un ver-dadero descubrimiento. Hacía seis años que no estábamos en México y nos encontramos con una vida cultural, y especialmente con una vitalidad teatral, desconocida. Había gran creativi-dad, un entusiasmo muy particular por todos lados, una especial complicidad entre la mayo-ría de los asistentes, como si tuvieran la convicción de que todos estaban participando de un momento único y significativo para el mundo del espectáculo de su país. Parece que se empie-za a concretar un nuevo teatro mexicano, pensado como una suma de las dramaturgias de los diversos estados, intentando superar el centralismo exageradísimo que ha ejercido México DF y que aún practica sobre las ciudades culturales y capitales de otros estados de la República. Descubrimos una promoción de autores que parecían tener muchos denominadores y obsesiones comunes, como la denuncia del narcotráfico, de los problemas de los inmigrantes en los EEUU, de la corrupción, de las presiones de todo tipo que aún sufre la población indí-gena, de los crímenes indiscriminados, de las violaciones y matanzas de mujeres, un mundo de crueldad y barbarie, de la explotación de la que son objeto algunos niños, de injusticias y falta de esperanza. Todo contado con serena objetividad, no demasiado ruido, pero sí mucha furia y voluntad de servicio al país. Todos movidos, además, por un deseo de mejorarlo y de situarlo, a la vez, en la última modernidad. Resultaban muy curiosas las coincidencias y las preocupaciones comunes que se ponían en evidencia de manera muy particular en el espacio de los «conversatorios», o sea las mesas redondas en las que, al principio de la tarde, se hablaba de las obras exhibidas el día anterior. Los grandes autores Jaime Chabaud y Martín Zapata, que no presentaban ningún texto en la Muestra, jugaron un papel muy importante como dinamizadores y animadores de coloquios. Los autores que vimos representados fueron-ral, autores y directores que están en una franja situada entre los treinta y cinco y cuarenta y cinco años. A lo mejor por eso tuvimos la sensación de que había una gran cohesión ideológi-ca y estética entre ellos, aparte de coincidir a menudo en los temas que trataban. ¿Retorno del teatro político? Diríamos que sí, pero, sobre todo, necesidad de comprender, de ordenar el mundo en el que viven y, sobre todo, rechazarlo. También sorprendía que los grandes autores norteamericanos e ingleses, tan presentes en el imaginario de los creadores europeos, no pare-Entre los días 16 y 24 del pasado mes de noviembre tuvo lugar en Zacatecas, una ciudad llena de atmósfera y alta tradición, la XXVIII Muestra Nacional de Teatro. Quisimos seguirla en su totalidad y tenemos que convenir que no nos arrepentimos de haberlo hecho, porque